11:32 Los hombres de Nínive
se levantarán (como testigos se ponen de
pie para testificar ante el tribunal) en el juicio con esta generación
(“más favorecida con respecto al conocimiento del verdadero Dios, y a
las enseñanzas de su Hijo”,GRB), y la condenarán; porque a la
predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este
lugar. – Lo que Jesús dice aquí se puede comparar con lo que dice en
10:12-15, pero aquí hay una diferencia. Al hablar de Sodoma y de Tiro y
Sidón, El habla de lo que pudiera haber sucedido, mientras que aquí, con
respecto a Nínive, habla de lo que en realidad sucedió. El arrepentimiento
de los paganos (como también su búsqueda de la sabiduría), con mucho menos
oportunidades, avergonzaría la desidia e incredulidad de los judíos (EHP).
Los de Nínive (gentiles) se
levantarán en el juicio para condenar a estos judíos. ¿Por qué?
Porque aunque Jonás no hizo milagros, los de Nínive se arrepintieron
cuando oyeron su predicación, pero estos judíos no se arrepintieron cuando
oyeron la predicación de Jesús, el Hijo de Dios, que estaba acompañada de
toda clase de milagros hechos repetidas veces. Las oportunidades de los
judíos eran mucho más grandes que las de los de Nínive. Sin embargo los
judíos no las aprovecharon pero los de Nínive sí. Recuérdese que la
oportunidad de arrepentirse y evitar el castigo de Dios es una gran
bendición. Véase Hech. 11:18.
Les convenían a los judíos
imitar a los de Nínive, arrepintiéndose en saco y ceniza, en lugar de
jactarse de ser hijos de Abraham, como si eso fuera garantía de que nada
malo les podría suceder. La predicación de Juan y Jesús era diseñada para
convencerles que eran como un árbol corrupto que estaba a punto de
cortarse. Mat. 3:10, “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los
árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en
el fuego”.
Nota adicional sobre Mateo
12:40.
“Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres
noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días
y tres noches”. – Ha habido mucha
discusión sobre tiempo exacto entre la crucifixión de Jesús y su
resurrección. Algunos dicen que Jesús estuvo sepultado por setenta y dos
horas y que, por eso, fue crucificado el día jueves, pero Jesús fue
crucificado el viernes, el catorce de Nisán, el día de la pascua judía.
Recuérdese que los judíos calculaban el día desde la puesta del sol hasta
la puesta del sol. Jesús fue sepultado muy tarde ese mismo viernes, y
resucitó el primer día de la semana antes de salir el sol. Estuvo en el
sepulcro solamente unas pocas horas el viernes, todo el día sábado y
algunas horas del primer día de la semana.
El tiempo entre la muerte de Jesús y su resurrección se expresa de tres
distintas maneras: (1) El iba a resucitar el tercer día (Mat.
16:21; 17:23); (2) iba a resucitar después de tres días (Mar. 8:31;
10:34, LBLA); (3) según este texto (Mat. 12:40) estaría en el corazón de
la tierra tres días y tres noches.
Los judíos siempre usaban
las expresiones "después de tres días" y "el tercer día" como
equivalentes: (1) Gén. 42:17,18, hablando de José y sus hermanos, "los
puso juntos en la cárcel por tres días. Y al tercer día les dijo: Haced
esto, y vivid: Yo temo a Dios"; (2) 1 Reyes 12:5,12 "de aquí a tres días
volved a mí ... al tercer día vino"; (3) Ester 4:16; 5:1 " no comáis ni
bebáis en tres días ... al tercer día"; (4) Mateo 27:63,64 "aquel
engañador dijo, viviendo aun: Después de tres días resucitaré ... manda,
pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día". Este texto es muy
importante en este estudio, porque los mismos judíos, los enemigos de
Jesús, usaron estas dos expresiones como equivalentes. Esto demuestra que
Jesús hizo precisamente lo que prometió hacer. Si Jesús hubiera pensado
resucitar después de tres días completos, habría dicho, "hasta el
cuarto día". Es obvio, pues, que se trata de un modismo judaico.
Nota adicional
sobre Luc. 11:32. “A la predicación de
Jonás se arrepintieron”. Hay un detalle muy
importante en esta expresión: la preposición "a" traduce la palabra griega
EIS que se usa en Mat. 26:28 "para” (remisión de los pecados) y en
Hech. 2:38, "para” (perdón de los pecados). Se traduce "EN" en
varios textos, pero esta palabra siempre mira hacia adelante. No mira
hacia atrás; es decir, debe traducirse para, en, a ó hacia. La
preposición "EIS" significa "para" y no "por causa de". Sin embargo, los
evangélicos (mayormente los bautistas) que enseñan que la salvación es por
"fe sola" insisten en que la palabra EIS en Lucas 11:32 (y Mat. 12:41)
mira hacia atrás y significa "por causa de", para probar que en Hech. 2:38
el bautismo no es para el perdón de pecados.
La idea de "por causa de" o "en consecuencia de" es un concepto ajeno a la
palabra. Es un concepto forzado. No es nada natural. Es verdad que
los de Nínive se arrepintieron como consecuencia de la predicación de
Jonás, pero eso no fue el sentido ni propósito de esta frase. Para
decir eso se hubiera usado la preposición DIA en lugar de EIS. Por
ejemplo, en Mat. 26:28, Cristo derramó su sangre PARA el propósito de
remitir los pecados del hombre. Por eso se traduce "para remisión de los
pecados". También el bautismo es PARA obtener el perdón de los pecados.
Por eso se traduce "para perdón de los pecados". La expresión "para perdón
de los pecados" hallada en Mat. 26:28 y en Hech. 2:38 es la misma. Es
idéntica, sin variación alguna.
Pero los bautistas y otros sectarios no aceptan esto, sino que
afirman que el bautismo mira hacia atrás y que somos bautizados porque
nuestros pecados ya fueron perdonados por la fe sola. Pero según esta
doctrina falsa, el arrepentimiento también sería requerido por
causa de los pecados ya perdonados, porque Pedro requiere DOS cosas (tanto
el arrepentimiento como el bautismo) para obtener el perdón. Asimismo,
según esta falsa doctrina, Cristo murió en la cruz porque los pecados del
hombre ya fueron perdonados. Esta doctrina obliga a sus proponentes
a negar el significado obvio de una palabra griega.
¿Que significa arrepentirse "a" la predicación? La predicación no
era el acto de predicar, sino el contenido (el mensaje) de
la predicación. Por ejemplo, 1 Cor. 1:21, "agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación". No dice Pablo que el acto de
predicar es locura, sino que para los griegos lo que fue predicado
(el evangelio) era locura. Los de Nínive se arrepintieron a, en, o hacia
la enseñanza entregada por Jonás. Este predicó cierta enseñanza,
cierta acción, conducta o curso de vida. La palabra "predicación"
se refiere a este curso de vida, y el arrepentimiento de ellos los
metió en este curso de vida para obtener el favor de Dios. No hay ni
en inglés ni en castellano tal modismo o expresión, pero era perfectamente
normal para la mente griega.
Dice el comentario de John Broadus: "La preposición traducida 'a' es EIS,
que por lo regular es traducida 'en' o 'hasta', y con frecuencia denota
designio o propósito. No es posible que tenga ese sentido aquí, porque
seguramente los Ninivitas no se arrepintieron a fin de que Jonás
predicase". Broadus era (o es) bautista. Dice que la preposición
eis no puede tener el sentido
de propósito aquí, pero es precisamente el significado que tiene
aquí. El prejuicio ciega a este comentarista. Jesús no dice que los de
Nínive se arrepintieron para que Jonás predicase, sino que se
arrepintieron EN O HACIA la enseñanza que Jonás predicó.
Los escribas y fariseos tenían grandes ventajas sobre los de Nínive,
porque "he aquí más que Jonás en este lugar".
11:33 Nadie pone en
oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para
que los que entran vean la luz. – Esta
ilustración se debe aplicar según el contexto.
Cuando Jesús dice esto en el
Sermón del Monte (Mat. 5:15, 16) El explica la aplicación de la enseñanza:
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Comparando Lucas 8:16, 17 con Luc. 12:2, 3,
parece que lo que Jesús dice se
aplica a la obra de los apóstoles. Jesús les habló a ellos empleando el
lenguaje figurado (parábolas) y limitó su misión a “las ovejas perdidas de
la casa de Israel”, pero su ministerio futuro había de ser mucho más
extenso (a todas las naciones, Mat. 28:19; Mar. 16:15) y su mensaje sería
en palabras claras y literales. A esto Jesús se refiere en Luc. 12:3,
“todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá; y lo que habéis
hablado al oído en los aposentos, se proclamará en la azoteas”.
Sin embargo, la conclusión
encontrada en Luc. 8:18, “Mirad, pues, cómo oís” parece ser semejante a la
implicación de Luc. 11:33-36, porque los apóstoles serían los embajadores
de Cristo (2 Cor. 5:20), sus testigos, sus mensajeros y, por eso, era
indispensable que oyeran con cuidado la enseñanza de Cristo. Compárense
Isa. 40:21; Ezeq. 33:31, 32. Algunos oyen solamente para criticar al
orador (Mar. 12:13), pero algunos oyen de buena gana (Mar. 12:37) y con
toda solicitud (Hech. 17:11). Debemos oír como los de Mar. 12:37 y los de
Berea (Hech. 17:11). Oír para ser bendecidos (Mat. 13:16, 17). Oír
para tener fe salvadora (Rom. 10:17; Sant. 1:22). Oír para no
desviarnos (Heb. 2:1). Oír para no ser rechazados (Mat 10:14).
Oír para llevar fruto (Luc. 8:15).
Aquí en Luc. 11:33-36
Jesús está reprendiendo a los fariseos por no aprovechar la luz (los
milagros de Jesús) que revelaba que El era el Cristo. No podían decir que
la luz de Cristo estaba puesta debajo del almud. Como Pablo dijo al rey
Agripa (Hech. 26:26), “Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien
también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto;
pues no se ha hecho esto en algún rincón”. Mat. 4:16, “ El pueblo
asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra
de muerte, Luz les resplandeció”.
El Antiguo Testamento
preparó el camino para su venida y las señales que hizo eran más que
adecuadas para proclamar su Deidad y que cumplía todos los tipos, sombras
y profecías que apuntaban hacia El.
Se trata, pues, de la luz
del conocimiento del evangelio de Jesús. Jesús es la luz del mundo (Juan
8:12), la verdadera revelación de Dios (Jn. 1:18; Col. 1:15; Heb. 1:3),
pero los fariseos no solamente no recibieron esta luz, sino que trataban
de ocultarla porque preferían las tinieblas.
11:34 La lámpara del
cuerpo es el ojo; -- La luz entra a
través del ojo. El ojo no es el origen de la
luz, sino la ventana por la cual la luz entra al cuerpo (la vida).
La relación entre el afecto (corazón) y el
alma es como la relación entre el ojo y el cuerpo.
-- cuando tu ojo es
bueno, -- literalmente, singular,
sano, sincero y, por eso, dispuesto para lo bueno. Esta
palabra (haplous)
se traduce "sincera fidelidad" en 2 Cor. 11:3.
Si hubieran tenido ojo bueno o singular, habrían aceptado la verdad que
Jesús les enseñaba. Si su ojo hubiera sido bueno habrían visto a Jesús
como “más que Jonás” y “más que Salomón”.
-- también todo tu
cuerpo está lleno de luz; -- Por eso, la
mano será muy útil en servir a Jesús, haciendo buenas obras de acuerdo a
su voluntad. Los pies no solamente no tropezarán, sino que llevarán el
cuerpo para que la boca pueda anunciar el evangelio de salvación (Rom.
10:15).
En fin, todos los miembros del
cuerpo estarán al servicio del Señor (Rom. 6:13, 19).
-- pero cuando tu ojo
es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. –
Los fariseos no dejaron que la luz de Cristo
alumbrara su corazón. 2 Cor. 4:4. La oscurecían con su rebeldía, sus
tradiciones (Mat. 15:1-9), con su hipocresía (Mat. 23), etc. Cerraron sus
ojos a toda la evidencia y pidieron “señal del cielo” porque no tuvieron
ojo bueno. Su ojo era maligno; por eso, estaban llenos de tinieblas.
Usaban todos sus miembros (los pies, las manos, la boca) para tentarle y
perseguirle. En lugar de confesarle con su boca (Rom. 10:10), hablaban
blasfemias contra El. La ignorancia y rebeldía de los fariseos no se debió
a la falta de oportunidad; la luz de Dios brillaba en medio de ellos. Más
bien se debió a su ojo malo, su prejuicio, su corazón perverso. Cuando
pidieron “señal del cielo” no querían más luz, pues no aprovechaban la luz
que ya tenían. ¿Por qué no podían los escribas y fariseos ver que Jesús
era más que Jonás y Salomón? Porque su ojo era maligno. Solamente vieron a
Jesús como cómplice de Satanás.
El ojo malo es ojo
enfermo. Es el opuesto del ojo bueno. “Poned
la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Si no hacemos
esto, el tiempo pronto llega en que no podemos ver cosas espirituales (2
Cor. 2:14; Juan 3:19-21). Muchos se han cegado completamente por no querer
aprovechar la luz (Rom. 1:21-25).
11:35 Mira pues, no
suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. –
Ahora Jesús se dirige a cada quien individualmente. ¿Qué
ha hecho la luz del evangelio en nuestro corazón y en nuestra vida? ¿Ha
producido los cambios que el Señor quiere? ¿Ha producido el fruto del
Espíritu (Gál. 5:22, 23)? O ¿somos simplemente “miembros de la iglesia” en
los cuales la “luz” no es luz sino todavía tinieblas? Para evitar que la
luz en nosotros sea tinieblas debemos evitar todo prejuicio, orgullo,
venganza, concupiscencia, etc. (Gál. 5:19-21; Efes. 4:31, 32; Sant. 1:14).
Es una penosa situación que la misma luz sea tinieblas. Esto sucede cuando
el ojo del alma está demasiado enfermo para ver la luz de Cristo” (ATR).
11:36 Así que, si
todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas,
-- sin ignorancia ni rebeldía. Si
la vida es enteramente espiritual sin nada de las obras de la carne (Gál.
5:19-21). Tal persona verdaderamente habrá perfeccionado la santidad en el
temor de Dios (2 Cor. 7:1).
-- será todo luminoso,
como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor. –
Como una lámpara que alumbra al máximo.
11:37 Luego que hubo
hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la
casa, se sentó a la mesa. – 7:36. Nos
extraña que los fariseos que tanto se oponían a Jesús le invitaran a comer
con ellos. También estuvieron varios compañeros de este fariseo (vv. 39,
46, 53). Jesús comía con publicanos y también con fariseos, porque vino
para buscar y salvar a los que se había perdido (19:10). Los fariseos
estaban tan perdidos como los demás pecadores.
11:38 El fariseo,
cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. –
Es necesario distinguir entre el
lavamiento higiénico y el lavamiento ritual (ceremonial) prescrito
por la tradición de los ancianos. Mar. 7, “3 Porque los fariseos
y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas
veces no se lavan las manos, no comen. 4 Y volviendo de la plaza, si no
se lavan, no comen.” Jesús y sus discípulos no violaban la ley de Moisés,
sino la tradición de los ancianos (que para muchos judíos era más
importante que la ley de Moisés, como veremos en este mismo texto). No
solamente se lavaban las manos antes de comer, sino que también se bañaban
después de andar afuera donde sus cuerpos podían tocar, o ser tocados por,
personas inmundas (mayormente gentiles).
-- lavado – El
reconocido erudito evangélico, Guillermo Hendriksen, usa esta palabra para
probar que el “bautizar” no es necesariamente inmersión. El dice, “Aunque
es verdad que para ‘lavado ceremonialmente’ el original usa una forma del
verbo bautizar, es claro que en el contexto presente este verbo no
puede referirse a la inmersión de todo el cuerpo. Es claro que se refiere
al acto ya indicado de derramar agua sobre las manos”. Los reconocidos
eruditos evangélicos como el Sr. Hendriksen saben perfectamente que
bautizar significa inmersión. Ellos saben lo que Pablo dice en Rom.
6:4 y Col. 2:12. Ellos saben que para bautizar el predicador y el
candidato bajan al agua y suben del agua (Hech. 8:38, 39; Mat. 3:13-16).
Ellos saben que Juan 3:23 dice que “Juan bautizaba también en Enón, junto
a Salim, porque había allí muchas aguas”. Entonces ¿por qué ponen en tela
de juicio su erudición con comentarios necios como éste sobre Luc. 11:38?
Esto bien ilustra el amor que los fariseos tenían por sus tradiciones.
Aquí está un famoso evangélico comentando sobre la hipocresía de los
fariseos y él mismo los imita al usar mal las Escrituras.
Desde luego, es cierto que
Lucas una forma del verbo bautizar en este texto, pero no se trata
de “la inmersión de todo el cuerpo”, porque el tema no es el lavamiento de
“todo el cuerpo” sino del lavamiento de las manos. Tampoco significa que
el bautizar era derramar agua sobre las manos porque este verbo significa
sumergir. Si las manos eran sumergidas en el agua eran bautizadas.
Otro evangélico erudito, A. T. Robertson, dice: “El verbo está en primer
aoristo de indicativo, pasivo, de
baptizo, sumergir o hundir. Aquí se aplica a las manos. Era
costumbre judía poner las manos dentro de agua antes de comer, y
frecuentemente entre platos, para purificación ceremonial”.
11:39 Pero el Señor
le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y
del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. –
¿Cuántas mujeres lavan solamente “lo de
fuera del vaso y del plato”?
11:40 Necios, ¿el que
hizo lo de afuera, no hizo también lo de adentro? --
“lo de adentro” se refiere al corazón. Dios se
preocupa por la limpieza del cuerpo que es templo del Espíritu Santo, pero
se preocupa aun más por la limpieza del hombre interior, el corazón. Mar.
7:18-23.
Muchos piensan que no
sería correcto que el huésped reprendiera al anfitrión, pero Jesús vivía
según una ley mucho más elevada que la de “buenos modales”. El siempre
hacía el papel de Buen Médico que solamente busca la sanidad de los
enfermos. Cuando vamos con el médico ¿queremos que nos alabe o que nos
cure?
11:41 Pero dad
limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. –
La sincera benevolencia hacia los necesitados
purificaría “lo de fuera del vaso y del plato”. Si la practicaran, no
tendrían que ser tan preocupados con la limpieza ceremonial. ¿Qué tiene
que ver el dar limosna con el ser limpio? Los fariseos amaban el dinero,
Luc. 16:14 “eran avaros”. Los que dan limosnas con sinceridad y amor no
son egoístas sino misericordiosos, Miqueas 6:8. El dar limosa refleja amor,
misericordia y compasión. Con estas cualidades internas habrá menos
problemas con la contaminación externa.
11:42 Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la
ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios.
Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. –La
palabra diezmar significa pagar la décima parte. Gén. 14:20, "le dio Abram
(a Melquisedec) los diezmos de todo"; 28:22, Jacobo dice, "de todo lo que
me dieres, el diezmo apartaré para ti". Deut.
14:23, “el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite”. Los israelitas
habían de diezmar para sostener a los levitas, Núm. 18:21-24.
-- la menta, la ruda, y toda hortaliza -- plantas aromáticas que se
encontraban en las huertas del pueblo. Para los escribas y fariseos todos
los actos externos eran muy importantes y, por eso, obedecían la ley del
diezmo en las cosas más pequeñas.
-- la justicia y el amor
de Dios. – El diezmar era importante, pero les convenía dedicarse a la
justicia y el amor de Dios con el mismo fervor que mostraban en diezmar
las semillas más pequeñas. La ley del diezmo era ley provisional,
necesaria para un tiempo limitado y para ciertas personas en particular,
pero “la justicia y el amor de Dios” son de más peso porque siempre han
afectado a toda la familia humana, y lo harán hasta el fin. La justicia
tiene que ver con el tratamiento correcto del prójimo; el amor de Dios
incluye la misericordia que significa la disposición de mostrar
compasión y ayudar al prójimo, siendo paciente y tolerante en imitación de
Cristo. Estas cualidades no tenían importancia para los fariseos (como se
ve principalmente en su actitud hacia Jesús).
¡Compárense las cosas que eran tan importantes para los escribas y
fariseos con las cosas que son tan importantes para Cristo! Hoy en día,
¡cuántos de los que asisten cumplidamente a los servicios religiosos son
deshonestos, egoístas y duros en su trato de la gente! Véanse Sal. 82:3;
Isa. 1:17-23; Oseas 6:6; Miqueas 2:2, 9; 3:2,3; 6:6-8; Mat. 5:7). Los
Proverbios hablan mucho sobre la justicia (Prov. 31:8,9; el peso falso,
etcétera). Cristo practicaba la misericordia sanando a los enfermos, dando
la vista a los ciegos, etc. ("Ten misericordia" significaba "ayúdame").
Col. 3:12, 13 y otros textos enfatizan la necesidad de la misericordia
entre hermanos.
Dios es el Amigo y Protector de los oprimidos. Los escribas y fariseos
condenaban a los discípulos por no lavar las manos antes de comer, pero su
corazón estaba endurecido hacia los pobres, enfermos, ciegos, leprosos y
pecadores. El Nuevo Testamento habla mucho del amor fraternal, pero los
escribas y fariseos no sabían nada de esta virtud. Muchos religiosos
entienden y practican los actos externos mejor que "la justicia, la
misericordia y la fe". Cristo dice claramente que "lo más importante de la
ley" son estas cualidades internas, las características de un corazón
convertido al Señor.
El diezmar correctamente -- de acuerdo al plan y propósito de Dios -- era
practicar la justicia hacia Dios (Núm. 18:21), la misericordia hacia los
pobres (Deut. 14:28) y la fidelidad hacia sus semejantes (y, desde luego,
tener completa confianza en Dios, compárese 2 Cor. 9:8-10). Pero al
diezmar los escribas y fariseos solamente cumplían con un requisito
externo sin tomar en cuenta el significado del acto.
Parece que no se daban cuenta de su inconsecuencia. Profesaban estar
dedicados a la ley de Moisés (Juan 8:1-5), pero la quebrantaban para
apoyar sus tradiciones (Mat. 15:3). Los cristianos deben ser consecuentes
(1 Tim. 5:21) y no dar preferencia a ciertas leyes al descuidar otras
(Sant. 2:1-13). Deut. 5, "31 te diré todos los mandamientos y
estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por
obra en la tierra que yo les doy por posesión. 32 Mirad, pues, que
hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni
a siniestra”; 6:24, "Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos
estatutos"; 8:1, "Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que
yo os ordeno hoy, para que viváis"; 11:22, 23, "si guardaréis
cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo...
Jehová también echará de delante de vosotros a todas estas naciones".
Existe el peligro de que tengamos mucho celo por algunos requisitos más
fáciles y poco celo por otros mandamientos que no nos conviene.
La ley de Moisés requería que los israelitas pagaran el diezmo de los
frutos de la tierra y del ganado (Lev. 27:30-33). El diezmo era
entregado a los levitas para el sostén de ellos y el culto (Núm. 18:21-32;
Deut. 12:17-19; 14:22, 27; Heb. 7:5). El pueblo descuidaba la práctica en
los días del profeta Malaquías (Mal. 3:7-11). Los levitas también tenían
que diezmar (Núm. 18:26-29; Neh. 10:38).
Aparte de diezmar los israelitas habían de observar las siguientes leyes:
(1) Lev. 19:9,10; 23:22; Deut. 24:19-22, habían de dejar una parte de la
cosecha para los pobres; (2) los primogénitos del pueblo, como también del
ganado, eran posesión peculiar de Dios; el pueblo podía redimirlos dando
dinero a los levitas (Ex. 13:12,13; Núm. 3:46-48; 18:15,16); (3) hacían
votos de pagar ofrendas voluntarias (Deut. 23:21-23); (4) cualquiera podía
arrancar espigas de la cosecha del prójimo, sólo que no aplicara hoz
(Deut. 23:25); (5) el pueblo hacía muchas ofrendas voluntarias para el
tabernáculo y el templo (y a veces daban de más; véase Ex. 36:1-6, "Ningún
hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió
al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la
obra, y sobraba"; 1 Crón 29:9,14; Neh. 12:43).
Luc. 18:12, "doy diezmos de todo lo que gano". Los judíos se sentían muy
piadosos por ser cumplidos en diezmar.
¿Prohibió Jesús el diezmar? No, por el contrario, dijo que no dejaran
de hacerlo (Mat. 23:23). ¿Es parte del evangelio, pues? No lo es, sino
que Jesús enseñaba el diezmo para los judíos, porque les enseñaba a
guardar toda la ley, incluyendo el guardar el sábado y diezmar (Mat.
5:18-20).
¿No enseña Mat. 5:20 que debemos dar más que los judíos? ("Porque os digo
que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de los cielos"). En primer lugar, el diezmar no
era “ofrendar”; aparte de pagar el diezmo para sostener a los levitas
(Núm. 18:20, 21), los israelitas ofrendaban voluntariamente. En segundo
lugar, Jesús no hablaba aquí del diezmar, sino de la sinceridad. Eran
hipócritas los escribas y fariseos (Mat. 6:1-18; 23:13-29). Nuestra
justicia tiene que ser mayor que la "justicia" de ellos (es decir, la
"justicia" que Jesús describe en estos textos). Sin embargo, es bueno
comparar el ofrendar del cristiano con las ofrendas de los judíos, porque
a veces éstos eran muy generosos bajo una ley imperfecta. Nos conviene ser
aun más generosos porque vivimos bajo la perfecta ley de libertad. Debemos
estar sumamente agradecidos por la gracia de Dios demostrada en la muerte
de Cristo.
La ley del Nuevo Testamento con respecto a ofrendar se halla en tales
textos como Hech. 11:27-30; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8:1-9; 9:6-10, etc. Los
que imponen el diezmo ahora imponen un mandamiento de hombres (Mat. 15:9;
Col. 2:14-17), porque no es una ley de Cristo. Dios no especifica un
porcentaje que debiéramos ofrendar, sino que quiere el corazón y, por eso,
dice, "Cada uno dé como propuso en su corazón" (2 Cor. 9:7). El caso de
los macedonios es un buen ejemplo de esto (2 Cor. 8:4-5). El cristiano
pertenece al Señor cuerpo y alma (1 Cor. 6:19,20). ¿Qué porcentaje debemos
ofrendarle, pues? La única respuesta correcta es: ¡Ciento por ciento! ¡Qué
triste es cuando los que profesan ser cristianos abusan de la libertad en
Cristo! ¡Qué triste caso es cuando los que profesan ser cristianos son
menos generosos que los israelitas!
El diezmar estas pequeñas semillas mostraba "la escrupulosa conciencia de
los fariseos, siendo bienes susceptibles de comercialización" (ATR). "El
Talmud habla del asno de un cierto Rabí que había sido tan bien instruido
que rehusaba grano que no hubiera sido aún diezmado" (MRV).
Por último, ¡tengamos mucho
cuidado de no usar mal este texto! Algunos hermanos que promueven la
llamada “unidad en la diversidad” están citando este texto para minimizar
los mandamientos y requisitos del evangelio con respecto a la organización
y obra de la iglesia, el divorcio y segundas nupcias y otras doctrinas que
ellos no quieren respetar y practicar. Si se cita este texto para tal
propósito, pregúntese “¿se refiere a un mandamiento o un ejemplo
apostólico o una inferencia necesaria? ¿Tiene que ver con la “forma
(patrón) de las sanas palabras” (2 Tim. 1:13)? Si alguien quiere aplicar
Mat. 23:23 a tales cosas, será obvio que tiene concepto sectario y que ya
no ama la verdad, sino que busca su propia conveniencia.
Si alguien aplica este
texto al plan de salvación, pregúntese ¿cuál de los pasos de obediencia se
puede clasificar como de menos peso? O si se aplica este texto a la
doctrina del Nuevo Testamento sobre la iglesia (el culto, la naturaleza,
organización, obra, disciplina, etc.), ¿cuál de estas cosas no tiene
importancia? ¿Qué doctrinas son más importantes o de más peso? Tengamos
mucho, pero mucho cuidado con la mala aplicación de este texto.
Queremos unidad, sí, pero
unidad basada en la palabra de Cristo (Jn. 17:8, 14, 21, 23; 1 Cor. 1:10;
Efes. 4:4-6).
11:43 ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en
las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. --
14:78-11; 20:46; Mar. 12:38, 39; Jn. 5:44). “Este banco
semicircular miraba de frente a la congregación” (ATR). Las “salutaciones”
que les gustaban no eran simple “Buenos días”, etc., sino que les
saludasen como Rabí, Maestro, Padre u otro título de honor. Compárese
Mateo 23:7, “y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los
llamen: Rabí, Rabí. 8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y
no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro
Padre, el que está en los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo”. La explicación de Jesús identifica el
mal de llevar títulos como el usurpar a Dios como Padre y a Cristo como
Maestro. Desde luego, hay maestros en la iglesia (Hech. 13:1; Heb. 5:12; 1
Tim. 3:2; 2 Tim. 1:11), y por implicación Pablo se refiere a sí mismo como
el padre de los corintios (1 Cor. 4:15), pero lo que se condena es el uso
de títulos religiosos. Pablo nunca se refiere a sí mismo como Padre
Pablo, y nunca llamó a los otros apóstoles el Padre Pedro o el Padre Juan,
mucho menos el Reverendo Padre fulano de tal. El uso de tales títulos
entre los que profesan ser seguidores de Cristo es innegablemente una
marca de apostasía.
11:44 ¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y
los hombres que andan encima no lo saben. –Núm.
19:16, “cualquiera que tocare … sepulcro, siete días será inmundo”.
Imagínese el dilema de algún israelita piadoso que viniendo de lejos para
celebrar alguna fiesta solemne en el templo pasara por encima de un
sepulcro sin saberlo y estar inmundo por una semana y no poder participar
en la adoración a Dios. Por eso, se blanqueaban los sepulcros (Mat.
23:27). El punto aquí es que los fariseos eran un estorbo para el
pueblo que quería servir a Dios. Véase el v. 52. “Su hipocresía ocultaba
su naturaleza verdadera, de tal manera que los hombres fueron lastimados y
corrompidos por su influencia sin darse cuenta de ello” (JWM). Toda la
nación había sido contaminada por los fariseos” (RCHL).
Mat. 23, 27, “sois
semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se
muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de
toda inmundicia”. El significado de esta figura es que embellecían lo que
es abominable. Aquí en Lucas hay otra comparación. Sin saberlo el pueblo
podía caer bajo la influencia y contaminación de los fariseos.
11:45 Respondiendo
uno de los intérpretes de la ley (probablemente
uno de los escribas), le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos
afrentas (insultas) a nosotros. – ¿Está implicando este escriba que
tal vez Jesús hubiera sido un poco precipitado en lo que dijo? ¿Qué
debería tener más cuidado en lo que decía y que tal vez debería corregir
lo que decía? Si este escriba tuviera tales pensamientos, ahora se
sentiría aun más “insultado” porque lo que Jesús les dice en seguida es
aun más fuerte. Lo que Jesús dice a estos fariseos y expertos de la ley no
fue dicho con el propósito de insultarles y ofenderles, sino que con todo
amor les habló de esta manera con el propósito de salvar sus almas.
11:46 Y él dijo: ¡Ay
de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres
con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las
tocáis. – No solamente no guardaban las
muchas tradiciones que imponían sobre el pueblo, sino que tampoco guardaba
la ley de Moisés (Mat. 23:2, 3). Las “cargas
pesadas y difíciles de llevar” (Mat. 23:4) no eran los mandamientos de la
ley escrita, sino las tradiciones (reglamentos humanos) que ellos
agregaban a la ley de Moisés. Lo que Jesús dice no se debe confundir con
Hech. 15:10, “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la
cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar?” La ley de Moisés era un “yugo”, pero también la ley de
Cristo es un yugo (Mat. 11:29, 30). Pedro simplemente afirma lo que Pablo
afirma en Rom. 3:23 que todos habían pecado; es decir, solamente Cristo
guardó la ley de Moisés perfectamente, pues todos los demás pecaron. Pero
Cristo no se refiere a esa ley, sino a las tradiciones que El había
condenado (p. ej., Mat. 15:1-20).
Los escribas y fariseos
tenían unos treinta reglamentos sobre la guarda del sábado. Sin embargo,
inventaban salidas (p. ej., Mar. 7:11; Mat. 23:16-22) cuando ellos mismos
no querían guardarlos. Decían que “el arrancar espigas y comer el grano en
día de reposo restregándolo con las manos (6:1) equivalía a segar y
trillar; y que sanar una persona en el día de reposo era incorrecto a
menos que la vida de ese individuo estuviera en un peligro inminente
(6:6-11)” (GH). “Una de las tareas que se prohibían en día sábado era atar
nudos, de marineros o camelleros, y en sogas. Pero una mujer podía atar un
nudo en su cinto. Por lo tanto, si se quería sacar agua del pozo no se
podía atar una cuerda al cubo, pero sí el cinto de una mujer” (WB).
11:47 ¡Ay de vosotros,
que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros
padres! – “Edificar” los sepulcros era
reconstruir y embellecerlos. De esta manera querían dejar la impresión de
que ellos honraban a los profetas, pero la única manera de honrarlos es
poner en práctica sus enseñanzas. Esto no lo hacían. No tenían comunión
con los profetas, sino con los que les dieron muerte (JWM). “A los
únicos que admiraban eran a los profetas muertos; cuando se encontraban
con uno vivo intentaban matarlo. Honraban a los profetas muertos con
tumbas y memoriales, pero deshonraban a los que vivían con persecución y
muerte” (WB).
11:48 De modo que
sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a
la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. – En
lugar de honrar a los profetas, en realidad éstos terminaban la
obra de sus padres; es decir, sus padres los mataron y éstos edifican sus
tumbas.
Durante los días de Moisés, los buenos hombres eran
Abraham, Isaac y Jacob, pero Moisés debería ser apedreado. Durante los
días de Samuel, los buenos hombres eran Moisés y Josué, pero Samuel
debería ser rechazado. Durante los días de Jesús, los buenos hombres eran
Samuel y los profetas pero Jesús debería ser apedreado (FLC).
11:49 Por eso la
sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; (Mat.
23:34, “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas) y
de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán, (Hech. 12:1-3; 2 Cor.
11:23-27; 1 Tes. 2:14) 50 para que se demande de esta generación la
sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del
mundo, 51 desde la sangre de Abel {Gén. 4:1-8} hasta la sangre de
Zacarías, {2 Crón. 24:20-21} que murió entre el altar y el templo;
sí, os digo que será demandada de esta generación. -- ¿Por qué se
demandaba de esa generación la sangre de todos los profetas? Porque el
rechazar a Cristo era como el colmo o clímax del rechazamiento de los que
fueron enviados por Dios para la salvación de su pueblo. Decir desde Abel
hasta Zacarías es decir “desde el primero hasta el último”. Al rechazar a
Jesús los judíos perpetuaban la práctica de sus antepasados de
rechazar a los mensajeros de Dios. Desde luego, si ellos hubieran aceptado
a Jesús, habrían evitado este juicio; es decir, la sangre derramada por
sus antepasados no se habría demandado de ellos. Sin embargo, ellos no
solamente persistían en la misma práctica de sus padres, sino que hicieron
peor que todos, persiguiendo y matando al Hijo de Dios. La parábola de los
labradores malvados (20:9-16) bien ilustra la práctica de generaciones
pasadas y la de la presente generación. Así pues estos judíos mostraban su
aprobación de la muerte de los profetas al perseguir y matar a Jesús.
11:52 ¡Ay de vosotros,
intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; --
Mat. 23:13, “cerráis el reino de los
cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar
a los que están entrando”. El conocimiento verdadero del evangelio de
Cristo es la “llave” que abre el Antiguo Testamento. ¿Cómo quitaron esta
llave los escribas que eran “expertos” de la ley? Al enseñar que el
trabajo principal del Mesías sería la liberación de los judíos de sus
enemigos (los romanos) y que el reino del Mesías sería reino terrenal, con
bendiciones físicas para el pueblo de Israel. Rehusaron enseñar la verdad
obvia enseñada en tales textos como Isaías 53 sobre el sufrimiento del
Mesías (“el Siervo de Jehová”) como también Isa. 2:2-4 sobre la naturaleza
espiritual del reino del Mesías. No querían admitir que el reino se había
acercado (Mat. 3:2; Mar. 9:1), que todo lo que decían los profetas acerca
del Mesías se estaba cumpliendo en Jesús (24:44).
-- vosotros mismos no
entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. –
Rehusaron aprender y aceptar la verdad de que Cristo
es el Mesías No aceptaron a Cristo y como expertos de la ley hicieron todo
lo posible por evitar que la gente creyera en El. Ellos no enseñaban la
ley de Moisés con sus tipos y figuras que apuntaban a Cristo. No enseñaban
las profecías que apuntaban hacia Cristo. No hicieron como el escriba del
cual Jesús habla en Mat. 13:52, “todo escriba docto en el reino de los
cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas
nuevas y cosas viejas”. Más bien, enseñaban sus propias tradiciones (“mandamientos
de hombres”) y por medio de ellas, quebrantaban la ley de Dios (Mat.
15:3). Estos expertos de la ley eran los “ladrones” más criminales de
todos porque “robaban” al pueblo de la posesión más valiosa, el
conocimiento de la verdad. El pueblo puso su confianza en ellos para ser
enseñados correctamente. No tenían cada quien su ejemplar de las
Escrituras y eran dependientes de sus maestros, y estos intérpretes (expertos)
de la ley les traicionaron, aprovechándose de la confianza de la
gente.
Lo mismo se puede decir
de todos los falsos “intérpretes expertos” de la ley de Cristo: el clero
romano engaña a millones, imponiendo las tradiciones de la iglesia como
más importantes que la palabra de Dios. Los pastores y evangelistas
protestantes (evangélicos) engañan a otros millones con el calvinismo, que
es una interpretación equivocada acerca del pecado y la gracia de Dios.
Así también otros grupos materialistas, como los Adventistas de Séptimo
Día que confunden la ley de Moisés y la ley de Cristo; los
ancianos-jóvenes mormones y los testigos contra Jehová. En fin, todos los
que enseñan y promueven los mandamientos y doctrinas de los hombres que
tergiversan las Escrituras.
Ahora, con la abundancia
de Biblias traducidas a los idiomas y dialectos del mundo entero, todos
pueden estudiar por sí mismos y evitar que los falsos maestros les quiten
la llave de ciencia.
11:53 Diciéndoles él
estas cosas (las reprensiones, los tres
ayes que pronunció sobre los fariseos y los tres ayes sobre los
intérpretes de la ley; “Se sintieron heridos en lo más hondo por aquellos
ayes que dejaban al desnudo toda la hueca hipocresía de ellos” ATR),
los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle (acosarle, LBLA;
Mar. 6:19, Herodías acechaba a Juan y deseaba matarle”, “implacable odio”
ATR; “fueron provocados en lo más vivo”, JFB) en gran manera, y a
provocarle a que hablase de muchas cosas; 54 acechándole, y procurando
cazar (como el lobo quiere apresar el cordero) alguna palabra de su
boca para acusarle. – Por ejemplo, 20:22, “¿Nos es lícito dar tributo
a César, o no?” Ahora se intensifican la malicia y oposición contra Jesús.
Compárense 6:11; 19:48; 20:19sig y 22:2. Cuando se hacen preguntas necias
y capciosas que son muy molestas, cualquier maestro está en peligro de
enojarse y dar respuestas precipitadas que no convienen, pero Jesucristo
el Maestro de maestro nunca cayó en tal trampa. Se dieron cuenta de que no
podían atraparle, por eso se resolvieron a darle muerte.