14:1 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer
en casa de un gobernante (uno de los principales de los fariseos, LBLA;
margen, i.e., miembro del Sanedrín
(?)), que era fariseo, LBLA) – “Notemos que Jesús
nunca rechazó la hospitalidad de nadie. Hasta el fin mantuvo su esperanza
en los hombres. Esperar cambiarlos …, puede que fuera la empresa más
desesperada de todas, pero nunca dejaba pasar una oportunidad. Ni siquiera
rechazaba la invitación de un enemigo. Está claro como la luz del día que
nunca lograremos hacer amigos a nuestros enemigos si nos negamos a
encontrarnos y hablar con ellos" (WB). Véanse 7:36, “uno de los fariseos
le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a
la mesa”; 11, “37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese
con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa”).
-- éstos
le acechaban (estaban observando cuidadosamente), -- “Acechaban
atentamente … estaban vigilando por sí mismos a un lado (disimuladamente),
observando insidiosamente, con mala intención, como en Mr. 3:2” (ATR).
14:2 Y
he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico. –
“uno que tiene agua por dentro”. “El
pobre hombre estaba afligido por la hidropesía. Esta acumulación anormal
de líquido no solamente es grave por sí sola, sino que además es una señal
de una enfermedad de los riñones, el hígado, la sangre y/o el corazón”.
14:3
Entonces Jesús habló (dirigiéndose, LBLA; margen, Lit. respondiendo) a los
intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el
día de reposo? – Es
decir, ¿lo prohíbe la ley de Moisés?
Que sepamos
en esta ocasión estos judíos no habían dicho nada acerca de sanar
en el día de reposo, pero Jesús dio respuesta a sus pensamientos,
pues siempre le acechaban para ver si sanaría en ese día. Luc. 6:6-11
presenta caso semejante. El v. 8 dice, “Mas él conocía los pensamientos de
ellos” (Jn. 2:24, 25). De esta manera Cristo probó que era Dios (Deidad),
porque solamente Dios conoce los pensamientos del hombre.
14:4 Mas
ellos callaron (guardaron silencio, LBLA). –
Ellos bien sabían que el sanar en el día
de reposo no era prohibido por la ley de Moisés.
En cuanto a
la tradición de los ancianos, enseñaban que se podía sanar solamente si la
persona estuviera en peligro de morir. Sin embargo, no podían contestar
los argumentos de Jesús sobre el asunto en otras ocasiones (6:6-11;
13:10-17), y ahora El presenta otro argumento semejante que no se atreven
a contestar.
Callaron
porque si le hubieran contestado afirmativamente, habrían violado sus
tradiciones, pero si le hubieran contestado negativamente habrían negado
la misericordia. Su silencio indicó que ellos reconocieron su dilema5.
-- Y él,
tomándole, le sanó, y le despidió. –
Obviamente este hombre no era huésped, sino solamente uno
de los que presenciaban tales fiestas (compárese 7:37).
14:5 Y
dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno (un hijo, LBLA;
las dos palabras griegas son semejantes; algunos manuscritos dicen “asno”,
otros dicen “hijo”, pero poco antes El había hecho argumento semejante,
diciendo “su buey o su asno” (Luc. 13:15) o su buey cae en algún pozo,
no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? {Mt. 12. 11.} –
Los judíos tenían multiplicidad de reglas sobre la guarda del sábado,
pero no prohibían que el animal se sacara del pozo en ese día. Lo harían
inmediatamente, “sin esperar hasta terminar el día de reposo” (GH).
No querían admitir que era más importante sacar su asno o su buey del pozo
que ayudar a este hombre desdichado que había caído en el “pozo” de una
horrible enfermedad, pero en realidad esto es precisamente lo que
pensaban, pues para ellos obviamente el animal valía más que tales
hombres.
En esto
Jesús nos deja el ejemplo de poner a los falsos maestros a la defensiva.
Aunque, como dice 1 Ped. 3:15, debemos estar “siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en” nosotros, no es nada apropiado que los
que predican la verdad estén mucho a la defensiva; más bien la batalla se
debe llevar a los que enseñan error.
14:6 Y
no le podían replicar a estas cosas.
– No le podían contestar porque bien sabían que El tenía
razón. “No hay ejemplo en el Nuevo Testamento de una ocasión en la que los
fariseos fueran capaces de contestar a Jesús en un debate abierto” (JBC,
p. 279).
14:7
Observando cómo escogían los primeros asientos (divanes) a la mesa, --
Luc. 20, “46 Guardaos
de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los
primeros asientos en las cenas”. “En un diván para tres comensales, el
principal puesto era el central. En los banquetes actuales, generalmente
se ponen los nombres de los invitados en sus puestos. Entonces, como
ahora, el puesto de honor era a la derecha del anfitrión”, (ATR).
--
refirió a los convidados una parábola, diciéndoles: 8 Cuando fueres
convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, --
Sin lugar a dudas muchos de
los buenos modales de la actualidad se basan en principios bíblicos. En
este texto Jesús no solamente enseña la cortesía, sino sobre todo
enseña la humildad. El hombre humilde, aunque sea analfabeto, tiene
buenos modales.
-- no sea
que otro más distinguido que tú
(para los fariseos no existía “otro más distinguido”)
esté convidado por él, 9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te
diga: Da lugar a éste; y entonces comiences (con desgana y disgusto,
poco dispuesto) con vergüenza a ocupar el último lugar. – Aun el
sentido común nos dice que se debe evitar la conducta egoísta y grosera
porque sólo trae vergüenza para el culpable. Sin embargo, recuérdese que
la enseñanza básica en este texto, como en muchos otros, es la necesidad
de la humildad (v. 11). Este pobre hombre avergonzado tendría que
ocupar “el último lugar” porque los demás ya estarían ocupados.
14:10
Mas cuando fueres convidado, vé y siéntate en el último lugar, para que
cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces
tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. –
“Si querían ser honrados … la
manera de lograrlo no era competir por los lugares más altos y correr el
riesgo de ser enviado al lugar más bajo, sino que quietamente tomar el
lugar más bajo para ser conducido al lugar más alto … al hacerlo como
ellos lo hacían siempre corrían el riesgo de ser avergonzados” (RCHL).
Prov. 25,
“6 No te alabes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes;
7 Porque mejor es que se te diga: Sube acá, Y no que seas humillado
delante del príncipe A quien han mirado tus ojos”. “Las palabras usadas
aquí por nuestro Señor enseñan cómo evitar la vergüenza terrenal y cómo
obtener el honor mundano, pero componen una parábola la cual tiene el
propósito de enseñar la gran verdad espiritual que la humildad verdadera
guía a la exaltación” (JWM).
“La pasión
dominante de ellos era ser estimados como grandes y buenos sin
preocuparse en lo más mínimo por ser en verdad grandes y buenos” (JSL).
14:11
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla,
será enaltecido. – La
enseñanza sobre la humildad es una de las más prominentes de la
Biblia: Job 22:29; Sal. 10:17; Prov. 26:12; 29:23; Isa. 57:15; Mat. 18:4;
20:25-28; Mat. 23:6-12 (muchos hombres orgullosos han desobedecido esta
enseñanza y han caído en la trampa del diablo, llamándose “Padre”,
“Reverendo”, “Doctor”, “Pastor”, y otros títulos, pensando que pueden
legislar y ejercer la autoridad sobre otros); Lucas 18:14; 22:27; Juan
13:5, 12-16; 1 Cor. 15:9, 10; Gál. 2:20; 6:14; Fil. 2:3-9; 1 Tim. 1:15;
Sant. 4:6 (Prov. 3:34); 1 Ped. 5:5.
¿Cómo ser
humildes? Siempre seremos humildes si nos comparamos con Cristo, o aun
comparándonos con los apóstoles y otros santos.
14:12
Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no
llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos
ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas
recompensado. – La
práctica común es que los amigos invitan a los amigos, los hermanos
invitan a los hermanos, los parientes invitan a los parientes, los ricos
invitan a los ricos, los educados invitan a los educados, etc.
“Më
y el presente de imperativo, activo, prohibiendo el hábito de
invitar sólo a los amigos. Es la invitación exclusivamente a tales
huéspedes lo que condena Jesús”, ATR. Compárese Juan 6, “27 Trabajad, no
por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”.
Obviamente Jesús no prohíbe el trabajar por la comida que perece, pero no
se debe trabajar sola o exclusivamente por ella. Jesús no está
prohibiendo la comida social entre amigos, parientes y hermanos, sino que
está enfatizando la humildad , la abnegación de sí y la
verdadera hospitalidad.
Los textos
bíblicos que enseñan la hospitalidad enfatizan esto, pues los
cristianos deberían atender a sus hermanos necesitados, enfermos,
hambrientos, extranjeros, etc. (Mat. 25:31-46). Rom. 12, “13 compartiendo
para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad”;
obsérvese cómo la hospitalidad se relaciona con el compartir para
las necesidades de los santos. 1 Ped. 4, “9 Hospedaos los unos a los
otros sin murmuraciones”. ¿Por qué agrega “sin murmuraciones”? ¿No hay
peligro de que algún hermano murmure porque sabe que no será recompensado
por el atendido? Heb. 10, “34 … el despojo de vuestros bienes sufristeis
con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia
en los cielos”; tales hermanos que perdieron todo necesitaban ayuda.
14:13
Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los
ciegos; 14 y serás bienaventurado
(no solamente en el futuro, sino ahora mismo, porque como
Jesús dice, “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:35);
porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la
resurrección de los justos. – Puesto que Jesús habla de “la
resurrección de los justos”, algunos concluyen que habrá dos
resurrecciones, una de los justos y otra de los injustos, pero léase Jn.
5, “28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno,
saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación”. Jesús enseña claramente que todos
resucitarán en la misma “hora”.
La ley de
Moisés enseñaba la necesidad de ayudar a los necesitados. Deut. 14, “29 Y
vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero,
el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán
saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos
hicieren”. Véase Mat. 25:31-46. Dios es el Defensor de los necesitados.
Este tema se presenta en muchos textos, tanto en el Antiguo Testamento
como en el Nuevo Testamento.
Todos somos
propensos a pensar demasiado en ser recompensado ahora, pero Jesús
enseña que debemos ayudar a los que no nos pueden recompensar y que
tengamos como meta la recompensa futura.
Debemos
entender que no practicamos la verdadera hospitalidad que el Nuevo
Testamento enseña si solamente invitamos a los que nos pueden invitar a
nosotros. Al practicar esta clase de “hospitalidad” no depositamos tesoros
en el cielo (J. R. Dummelow citado por JBC).
14:15
Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. –
Esta figura indica la comunión con Dios.
Sal. 23:5; Mat. 8:11,12; Apoc. 3:20; 19:9. La siguiente parábola tiene que
ver con esta comunión con Dios, comparada a “una gran cena”. Compárese
Mat. 22:2, “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta
de bodas a su hijo”.
14:16
Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.
– Los judíos “tenían
esta invitación en el… Antiguo Testamento; se puede decir que Dios les
envió una invitación escrita” (RCHL).
Esta
parábola es semejante a la de Mateo 22:1-14, pero son dos parábolas
diferentes. El reino de Dios se compara con un banquete o una fiesta. Se
trata de una dicha grande, de gran gozo. Es muy significativo que Jesús
haya pensado en Su reino (iglesia) y Su servicio como una fiesta, una
celebración. Esto indica que el reino de Dios ofrece lo más alegre que la
raza humana puede conocer.
Sin embargo,
lamentablemente la mayoría de los hombres no lo ven así. Cuando son
invitados al parque, al cine, al juego de pelota, o a una fiesta literal,
con alegría aceptan. Son ocasiones festivas, gozosas, pero la invitación
al banquete de Dios es rechazada. Muy pocos son como el salmista que dijo,
“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” (Sal.
122:1). Busque en su concordancia los textos en los salmos que hablan de
alegrarnos en Jehová y en su ley. ¿Qué dijo el ángel a los pastores cuando
Jesús nació? Luc. 2, “10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he
aquí os doy nuevas de gran gozo”.
¿Por qué no
entiende el mundo que el reino de Cristo es un banquete, una gran fiesta o
cena? ¿Tendremos la culpa, por lo menos en parte, los que predicamos el
evangelio? ¿Lo predicamos como buenas nuevas o simplemente como puros
mandamientos, una gran obligación? Es necesario predicar todo el consejo
de Dios, incluyendo todos los mandamientos que son para nosotros, y sobre
la disciplina y lo demás, pero al predicar estos temas necesarios
¿perdemos de vista que sobre todo el evangelio significa buenas nuevas y
que el reino es un gran banquete?
14:17 Y
a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid,
que ya todo está preparado. –
Había dos invitaciones. Obviamente “los convidados” eran
los que habían aceptado la invitación cuando primero se les ofreció. Esta
primera invitación no especificó el tiempo exacto de la cena. Entonces la
segunda invitación fue dada cuando ya todo estaba listo.
Gál. 4, “4
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”.
Entonces Cristo y sus apóstoles dijeron a los “convidados”, “Venid, que ya
todo está preparado”. 2 Cor. 6, “2 Porque dice: En tiempo aceptable te
he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. Véanse Mat. 11:28-30;
23:37; Luc. 4:19.
14:18 Y
todos a una (la
mayoría de los judíos rechazaron la invitación de Jesús) comenzaron a
excusarse. – Para ellos otras cosas eran más importantes que la gran
cena. Recuérdese la amonestación de Heb. 12, “25 Mirad que no desechéis
al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los
amonestaba en la tierra (Ex. 20:19) mucho menos nosotros, si desecháremos
al que amonesta desde los cielos”.
-- El
primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla
(como si la hacienda no
estaría el día siguiente); te ruego que me excuses. – Los que
fueron invitados originalmente aceptaron, puesto que la segunda
invitación fue dada a ellos. Estaban comprometidos y deberían asistir a la
cena; al no hacerlo no sólo mostraron falta de cortesía, sino que fue en
extremo insultante.
Además, es
difícil interpretar estas excusas porque parecen no solamente
superficiales y triviales, y hasta absurdas, pero fueron las mejores
excusas que podían ofrecer, y lo que los hombres dicen ahora para
excusarse no es más razonable que estas. El punto principal en esta excusa
es que “la hacienda” es mejor que la “gran cena”. Así piensan muchos
hombres. Para ellos la hacienda, la tierra que compran, es mejor que el
reino de Dios, mejor que la iglesia. Es más importante que la salvación
del alma.
El compró
tierra. Es de gran valor. Se trata de “bienes raíces” que tienen valor
duradero. Teniendo esto hay confianza, seguridad. Los que piensan así no
aceptan lo que Jesús dice (Luc. 12:15).
El hombre
dice, “necesito ir a verla”. Para él fue una necesidad, algo
imperativo. No podría verla el día siguiente. Como las personas que no
pueden esperar hasta el lunes para “ver” su “tierra”; tiene que ir el
domingo en lugar de adorar a Dios. La tierra podría volar o ser robada.
Por eso, “tengo que ir ahora, de una vez, es necesario. Es urgente”. No
hay otra cosa más importante.
Es como si
dijesen, “No niego que es importante salvar el alma, pero no tengo tiempo
ahora. Tal vez después. A no ser por esta ‘necesidad’ de seguro me iría,
pero los asuntos del mundo son tan importantes que no es posible apartar
tiempo para el alma. No hay tiempo para estudiar la Biblia, orar, asistir
a las reuniones de la iglesia y obrar por el Señor”. El Señor dice,
“Buscad primeramente el reino de Dios” (Mat. 6:33), pero éstos responden,
“es imposible hacerlo, porque necesito dedicarme completamente a
los asuntos de esta vida”.
Simplemente
dicho, no podemos posponer los asuntos de “la hacienda” (la tierra que
compré), pero los asuntos del reino sí pueden esperar, pues son de menos
importancia. Así son los que son ahogados por los afanes de sus
“haciendas”, los asuntos de esta vida y el engaño de las riquezas (Lucas
8:14; Mat. 13:22).
14:19
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego
que me excuses. -- La
mentalidad de este individuo es que mis bueyes son más importantes que la
“gran cena”, y hay millones que piensan igual. Sus bueyes son más
importantes que la iglesia. Sus bueyes son más agradables que los
hermanos. Prefieren estar con sus bueyes.
Tiene que
probarlos ahora, cuanto antes. Mañana no. Podrían escapar o ser robados.
Ya los compré, ya está hecho; por eso, es de suma importancia “probarlos”
ahora. En realidad ahora mismo “voy”, ya estoy en camino para hacerlo.
Esto es otro
ejemplo del puro egoísmo. El tal busca su propia satisfacción. Se agrada a
sí mismo. Así son todas las excusas. Dicen a Dios, “no sea la voluntad
tuya, sino la mía”.
Es más. Fue
posesión nueva. Acabo de comprarlos. Compárese el que dice, “acabo de
comprar este vehículo y tengo que hacer un viaje para probarlo. Estaría
muy inquieto en los servicios de la iglesia, sólo pensando en mi nuevo
automóvil. Desde luego, a no ser por mi nueva posesión de seguro me iría,
pero …”
14:20 Y
otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. --
Compárese Deut. 24, “5 Cuando
alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se
le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer
que tomó”; pero aunque este nuevo marido hubiera querido aplicar esta ley,
¿no hubiera ayudado a “alegrar a la mujer que tomó” la gran cena? ¿No
hubiera sido bienvenida ella también?
Después de
las bendiciones relacionadas con la salvación misma, no hay otra bendición
más grande que la esposa. Prov. 18:22, “El que halla esposa halla el
bien, Y alcanza la benevolencia de Jehová”. Prov. 12:4, “La mujer
virtuosa es corona de su marido”. Sin embargo, el apóstol Pablo dice, 1
Cor. 7, “29 Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta,
pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen”; es decir, no
dejar que la esposa sea estorbo para su vida espiritual. Tampoco los
hijos. ¿Cuántas mujeres dicen que les gustaría ir a los servicios pero que
tienen muchos niños y que son muy molestos? Entonces, ¿debe Dios quitar
estos estorbos?
En realidad
muchos aman su familia terrenal más que su familia celestial. ¡Cuántas
veces hemos escuchado tales excusas! Hay que hacer algo con la
familia, o algo por la familia, y no hay tiempo para la iglesia. En
el día final, ¿podrá la familia salvarles? Mateo 12:46, “Mientras él aún
hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le
querían hablar. 47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están
afuera, y te quieren hablar. 48 Respondiendo él al que le decía esto,
dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo
su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos,
ése es mi hermano, y hermana, y madre”.
La esposa,
como también los negocios y posesiones, son bendiciones del Señor. ¿Cómo,
pues, dejaremos que las buenas cosas que Dios nos da nos impidan en
nuestro servicio a El?
Mejor que
la iglesia. Estas personas y sus excusas bien representan a los que
hoy en día rehúsan buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia.
Creen que “la hacienda” es mejor que la iglesia. Creen que sus “bueyes”
son mejor que la iglesia. Creen que su “esposa” es mejor que la iglesia.
Por eso dicen, “no puedo”, pero se engañan solos porque Jesús no dice que
“no puede”, sino que, “no quisiste” (Luc. 13:34).
El que hizo
la invitación estaba enojado porque los invitados despreciaron su
cena. Esto bien representa al Dios de ira, que es “fuego consumidor” (Heb.
12:29).
14:21
Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. –
El siervo del Señor sólo puede reportar
los hechos del caso, sean alentadores o desalentadores. Es lo que hizo
Lucas al escribir Hechos de los Apóstoles. Algunos aceptaron el evangelio
y muchos otros lo rechazaron. Sin embargo, el apóstol Pablo dice que
nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano (1 Cor. 15:58).
--
Entonces enojado el padre de familia, –
Los que rehúsan la misericordia de Dios
provocan su ira. Compárese Mateo 22:8, “Las bodas a la verdad están
preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos”. Véase Hech.
13:46.
-- dijo a
su siervo: Vé pronto
(porque la cena está lista; 2 Tim. 4:2, “que prediques la palabra; que
instes a tiempo y fuera de tiempo”) por las plazas y las calles de la
ciudad, (donde la gente era muy pobre y no tenía casas cómodas) y
trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. – Es decir,
toda clase de gente, y especialmente la gente más desdichada (“los
intocables” GH), porque el señor estaba disgustado con los que estaban
preocupados con sus propiedades, negocios y familiares. Estos cojos y
ciegos no tenían nada de propiedades, negocios y familiares que no
pudieran dejar. ¿Diría algún ciego, “He comprado una hacienda, y necesito
ir a verla; te ruego que me excuses”? ¿Diría algún cojo, “He comprado
cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses”?
Véanse Luc.
7:29; Mat. 21:31, 32. Así Jesús y los apóstoles predicaron a los que
fueron despreciados y rechazados por los fariseos, de los cuales decían
“Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es” (Jn. 7:49).
-- trae
acá, porque sería
difícil para ellos creer que en realidad fueron invitados.
14:22 Y
dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. –
Así es ahora. “La
misericordia de Dios no se ha agotado; la sangre de la expiación no ha
perdido su eficacia; el cielo no está lleno. Qué mensaje tan triste sería
si fuéramos compelidos a salir y decir, ‘Ya no hay lugar – el cielo está
lleno – nadie más puede ser salvo. No importan sus oraciones, o lágrimas,
o suspiros, no pueden ser salvos. Todo lugar está llenado; todo asiento
está ocupado.’ Pero gracias a Dios, este no es el mensaje que debemos
llevar” (AB).
Como había
lugar para los publicanos, rameras, el ladrón en la cruz, el perseguidor
Saulo de Tarso, el carcelero y los adúlteros, homosexuales, ladrones,
avaros, borrachos, maldicientes y estafadores de Corinto que obedecieron
al evangelio (1 Cor. 6:10, 11), así también hay lugar para los tales hoy
en día. ¡El infierno no está lleno todavía, pero tampoco está lleno
el cielo!
Qué
pensamiento más horrible si Jesús o algún apóstol hubiera anunciado, “Ya
no hay más lugar. El cielo está lleno. Nadie más puede entrar. No importa
cuántos obedezcan, no importa cuántos oren, no importa cuántas lágrimas
derramen, ya no hay lugar”. ¡Cómo debemos alegrarnos al oír la
proclamación de que “aún hay lugar”! El predicador puede proclamarlo. Los
maestros y maestras de clases bíblicas pueden proclamarlo. Los padres
pueden proclamarlo a sus hijos. “¡Aún hay lugar!” Gracias a Dios por esto.
Todavía hay cupo para toda persona que esté dispuesto a obedecer al
evangelio y ser fiel hasta la muerte.
Los únicos
que quedan excluidos son los que se excluyen a sí mismos. El hombre no
se puede salvar solo, pero sí se puede condenar solo. Muchos son como
Esaú quien “menospreció su primogenitura” (Gén. 25:34). Se roban a sí
mismos de los privilegios y bendiciones más grandes y atraen sobre sí
mismos la ira de Dios.
14:23
Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, --
La región fuera de la ciudad;
por eso, A los samaritanos (Hech. 1:8; 8:5,12), a los gentiles (Hech. 10 y
a través del libro de los Hechos), a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar.
16:15). Véanse 1 Cor. 1:26-29. La invitación de Cristo debe llevarse a
los paganos más apartados de Dios. Véanse 1 Cor. 6:9-11; Efes. 2:12; 1
Ped. 2:10.
-- y
fuérzalos a entrar, –
Obviamente el señor quería que su casa se llenara para la cena. ¿Fuérzalos
cómo? No como Pablo forzó a los cristianos a blasfemar (Hech. 26:11), sino
con persuasión (Hech. 18:4, 13; 2 Cor. 5:11; Judas 22, 23). “No
para emplear la fuerza, sino para constreñirlos en contra de la vacilación
que tales pobres personas sentirían en cuanto a aceptar la invitación de
un gran señor” (MRV). Compárese Hech. 16:15, “Y cuando (Lidia) fue
bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea
fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a
quedarnos”.
-- para
que se llene mi casa. – No reservaron lugar para los que amaban más su
tierra, sus bueyes y su esposa, “Porque os digo que ninguno de aquellos
hombres que fueron convidados, gustará mi cena” (Luc. 14:24).
El siervo
había de persuadir, compeler, constreñir a todos los que estaban en los
vallados a entrar para llenar la casa, pero conviene añadir aquí un texto
de Mateo 22 que habla de la fiesta de bodas. Dicen los versículos 11-13
que “entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no
estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar
vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían:
Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes”; es decir, todos son invitados a entrar a la
fiesta de bodas, pero es indispensable que sean respetuosos, responsables
y sumisos a la voluntad del “Rey”. Es necesario vestirse de la manera
apropiada. Gál. 3, “27 porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos”. En la carta a los efesios (4:17-32)
Pablo describe la nueva vida en Cristo. Dice, “despojaos del viejo hombre
… y vestíos del nuevo hombre” (vv. 22-24).
14:24
Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados,
gustará mi cena. – Al
leer esta parábola a la luz de todo el Nuevo Testamento es obvio que los
convidados eran los judíos. Rom. 1:16,17; 2:10; Hech. 13:46. Sin embargo,
si los judíos incrédulos se arrepienten, ellos también serán salvos (Rom.
11:22, 23).
Esto nos
hace ver lo peligroso de rechazar la invitación del Señor de obedecer al
evangelio, lo peligroso de entristecer al Espíritu Santo (Efes. 4:30).
14: 25
Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: --
¿Qué dirá Jesús a estas “grandes
multitudes” que iban con Él? ¡Seguramente les hablará palabras de gran
aliento para que no dejen de seguirle! Pero, no, Jesús no buscaba la
popularidad. Ya sobraba la fama y aun decía a los sanados que no hablaran
del milagro. Lo que dice aquí “es un acto dramático por parte de Jesús, un
deliberado esfuerzo para controlar el irreflexivo y desenfrenado
entusiasmo de las multitudes que seguían por el mero hecho de seguirle” (ATR).
En este
texto (Lucas 14:25-33) nuestro Señor habla palabras necesarias, palabras
de vida, pero ¿cuántos las pueden recibir? A veces su enseñanza parece
dura al hombre. El apóstol Juan registra el sermón de Jesús sobre el pan
de vida en el cual enfatizaba lo espiritual. Jn. 6, “60 Al oírlas, muchos
de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?...
66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no
andaban con él”.
También
cuando enseñó sobre el matrimonio, el divorcio y segundas nupcias, sus
discípulos se escandalizaron. Mat. 19, “9 Y yo os digo que cualquiera que
repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 10 Le dijeron sus
discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene
casarse”.
En esta
ocasión, pues, les entregaba enseñanza muy exigente, enseñanza que para la
mayoría de la gente sería muy ofensiva, porque quería separar a los fieles
de los infieles, a los sinceros de los insinceros. El siempre estaba
consciente de los varios propósitos o motivaciones de los que le seguían:
buscaban panes y peces y otros beneficios temporales, querían la sanidad
física, tenían ambiciones políticas, o simplemente le seguían por la
curiosidad y porque los demás le seguían. Cristo conocía y conoce al
hombre (Jn. 2:24, 25). Aun conoce los pensamientos del hombre.
14: 26
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos,
y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo. – Nos
extraña mucho esta enseñanza que requiere que uno aborrezca a su
familia, porque El nos enseña (Mat. 5:44) que debemos amar aun a los
enemigos. Los que aborrecen a sus padres en el sentido de odiarlos
desobedecen Efes. 6, “2 Honra a tu padre y a tu madre”. Sin embargo,
debemos honrar y obedecer a Cristo aunque estemos en conflicto con los
mismos padres.
Es necesario
dejar que la Biblia misma explique esta palabra. Si algún mero hombre
dijera que la palabra aborrecer no siempre tiene el sentido de
odiar, no podríamos aceptar su palabra, pero la Biblia misma nos hace
entender que esta palabra se puede usar para significar amar menos.
La prueba de esto se ve en Gén. 29, “30 Y se llegó también a Raquel, y la
amó también más que a Lea 31 Y vio Jehová que Lea era menospreciada
(aborrecida, LBLA). También se ve en Deut. 21, “15 Si un hombre tuviere
dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida
le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida; 16
en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el
derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la
aborrecida, que es el primogénito”. No odiaba a su mujer, sino que, como
en el caso de Jacob y Lea, la amaba menos que la otra. Véase también Mal.
1:2, 3, “Amé a Jacob y a Esaú aborrecí”; Dios no odiaba a Esaú, sino que
daba preferencia a Jacob.
Por lo
tanto, el aborrecer a la familia significa amar más a Dios. Mat.
10, “37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de
mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”.
Cristo no acepta segundo lugar en nuestra vida. La lealtad hacia El tiene
que ser suprema.
El cristiano no
debe mostrar mala actitud hacia los padres, pero cualquier cosa, sea en
los padres o en su propia vida, que se oponga a la verdad de Cristo debe
ser aborrecida. No debe permitir que la relación estrecha y cariñosa con
los seres amados le lleve a tener comunión con el mal (JSL).
Este texto
enseña que “Cristo debe ser amado supremamente, o de otro modo El no es
amado de ninguna manera” (AB).
“Cuando un
extranjero quiere hacerse ciudadano de otro país, debe renunciar lealtad a
su tierra natal y debe jurar lealtad al país que ha elegido. Esto no
significa que no puede seguir teniendo un alto concepto de la nación a la
cual dijo Adiós, pero sí, significa que ahora debe servir a la nación que
lo ha acogido” (GH).
14:27 Y
el que no lleva su
(propia) cruz (emblema del sacrificio y sufrimiento supremos, JSL)
y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. – Mat. 7:13, 14;
Luc. 13:24; Jn. 16:33; 2 Tim. 3:12.
Mat. 10, “38
y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”;
Mat.16:24; Mar. 8:34; Luc. 9:23. “Cuando algún criminal era condenado a
ser crucificado una parte de la sentencia era que debería llevar al lugar
de la ejecución la cruz sobre la cual había de morir” (AB). Debemos leer
frecuentemente y meditar mucho sobre los textos que describen la
crucifixión de Cristo porque si en verdad queremos seguirle como sus
discípulos debemos estar dispuestos a sufrir con gozo (Heb. 12:2)
cualquier carga desagradable para cumplir con el deber. Siempre habrá
conflictos con el mundo, aun con los familiares como este texto indica,
pero el verdadero cristiano siempre está pensando en lo que agrada al
Señor.
“Estas
palabras significarían aun más a los cristianos después de la crucifixión
y resurrección de Jesús (Gál. 2:20; 6:14)” (ALA).
El negarse a
sí mismo significa que voluntariamente uno da espaldas al “viejo
hombre” (el viejo yo), Rom. 6:6; Efes. 4:22; que todas las cosas de la
vida pasada que estaban en conflicto con la voluntad de Cristo o que
pudieran impedir el servicio a Cristo se consideren como “basura para
ganar a Cristo” (Fil. 3:8, 9); que está dispuesto a obedecer su enseñanza
y andar en sus pisadas (1 Ped. 2:21).
Véanse
también Mar. 8:38; 2 Tim. 1:7, 8.
14:28
Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre
(“en la muralla de la ciudad como la que
estaba cerca del estanque de Siloé o una torre de vigilancia en una viña
{Mt. 21:33} o una edificación en forma de
torre para refugio u ornamento, como aquí”, ATR).
Edificaban torres en sus viñas y en
otros lugares para poder ver de lejos al enemigo que se acercara. Eran
altas y también fuertes, con buen cimiento; por eso, el costo de
edificarla -- tanto de trabajo como de dinero -- era considerable. No era
un proyecto insignificante. Tal torre medio construida no servía para
nada, y sólo era espectáculo que provocara burla. Con esto Jesús ilustra
el fracaso que resulta de medio rendirnos a El y su servicio.
--
no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita
para acabarla? – La torre, una estructura elevada y noble, bien
ilustra el discipulado, algo distinguido del mundo y atrae la atención de
otros (MV). Todos los que obedecen al evangelio se pueden comparar con el
que empieza a edificar una hermosa torre y para hacerlo debe cavar y
ahondar y poner el fundamento sobre la roca” (Luc. 6:48), hacer buena obra
y tener como meta el cielo mismo (MH).
14:29 No
sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos
los que lo vean (los
del mundo observan con mucho cuidado al cristiano para ver si vive
fielmente) comiencen a hacer burla de él (el deporte favorito de
los mundanos es hacer burla de los que profesan ser cristianos), 30
diciendo: Este hombre (este tipo) comenzó a edificar, y no pudo
acabar. – Muchos evangelistas predican con el propósito de
emocionar a la gente para que pronto “obedezcan”. Quieren
“resultados”. Algunos son muy carismáticos y saben manipular las emociones
de la gente y el resultado es que muchos son convertidos al evangelista
y no a Cristo. Les dicen cuán “fácil” es entender y obedecer al evangelio.
Jesús y los apóstoles nunca dijeron que es fácil ser cristiano (Mat. 7:13,
14; 16:24; Luc. 13:24). Hech. 14:22, “confirmando los ánimos de los
discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles:
Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino
de Dios”.
Desde luego,
hoy es el día de salvación, y en los casos de conversión registrados en
Hechos la gente obedeció “cuando creyó”, es decir, inmediatamente, pero en
estos casos el evangelio les fue predicado. Los apóstoles iban por todas
partes predicando “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:27) para hacer
verdaderos discípulos de Cristo. Éstos entendían lo que les costaría
obedecer a Cristo.
¿Cuántas personas compran
casas o automóviles y los pierden porque no pueden hacer los pagos hasta
el fin del contrato? De esta manera mucho dinero se pierde, y es
vergonzoso. De la misma manera serán avergonzados los que profesan ser
cristianos pero no pueden vencer al mundo. 2 Tim. 4, “10 porque Demas
(Col. 4. 14; Flm. 24.) me ha desamparado, amando este mundo”.
14:31 ¿O
qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y
considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con
veinte mil? 32 Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le
envía una embajada y le pide condiciones de paz. –
Sería pura insensatez salir con diez mil
soldados para pelear con otro ejército de veinte mil soldados. Si por ser
impulsivo y por dejarse llevar por el odio o la envidia inicia tal guerra,
sólo le queda una alternativa: enviar una embajada y pedir condiciones de
paz; es decir, rendirse y aceptar la derrota vergonzosa. Así también es
pura insensatez inscribirse en el ejército de Cristo sin la disposición de
pelear por el Señor hasta ganar la victoria final. (Efes. 6:10-18;
2 Cor. 10:3-5; 1 Tim. 6:12; 2 Tim. 2:4). Cuando uno toma la decisión de
obedecer al evangelio, debe entender que no hay simplemente el peligro o
la amenaza de guerra, ¡ya está la guerra! y al llegar a ser discípulo de
Cristo, llevamos su armadura y entramos inmediatamente en la lucha. “La
guerra es ineludible el momento que uno tome la decisión de ser discípulo”
(RCHL).
El obedecer
al evangelio es un acto serio no simplemente de las emociones, sino
también del intelecto y de la voluntad. Uno debe estar muy resuelto a
ganar la victoria. Debe tomar esta decisión habiendo tomado en cuenta
las consecuencias de su acción. ¿Cómo van a reaccionar los miembros de
la familia? ¿Cómo me afectará en el trabajo? ¿Estoy dispuesto a abandonar
toda práctica, todo hábito, toda costumbre, que esté en conflicto con la
voluntad de Cristo?
¿Qué tan
fuertes somos para pelear contra los enemigos formidables de nuestra alma?
El nuevo discípulo no es un veterano; tiene fuerza limitada. ¿Será
suficiente para ganar la batalla? Fil. 4, “13 Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece”, pero Cristo no lucha solo, sino que promete ayudar al
discípulo más débil con tal que con todo su corazón ponga su parte.
14:33
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia
(la palabra clave) a todo lo que
posee, no puede ser mi discípulo. – “apotasso
.. denota primariamente poner aparte .. luego, en la Voz Media, (a)
despedirse .. Lc 9:61 “(que) me despida”; (b) abandonar, Lc 14:33 .. En
los papiros .. el significado más intenso con el que se halla es el de
quitarse a alguien de encima (Moulton y Milligan)” (WEV). “Poner aparte
como en un campamento militar, luego en la voz media separarse uno mismo
de, decir adiós a (Lc. 9:61), renunciar a, abandonar, como aquí. A todo
lo que posee .. dice adiós a todas sus propiedades” (ATR). “El
sencillo significado de esta declaración sorprendente es que uno, para ser
discípulo de Cristo, debe amarlo más que cualquier otro ser, sin excluir a
sí mismo” (JBC).
¿Qué nos
cuesta ser discípulos de Cristo? Nos cuesta todo. Jn. 12, “24 De cierto,
de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere,
queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la
perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará”.
Todos y todo
tienen que ocupar segundo lugar en nuestra vida, porque Cristo es primero.
Mat. 6, “33 buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. El
discipulado requiere que nos alejemos completamente de todo pecado. Rom.
12, “Aborreced lo malo” (como Cristo, Heb. 1, “9 Has amado la justicia, y
aborrecido la maldad”. Requiere la abnegación de sí. Hay que luchar contra
todos los deseos de la carne (Rom. 13:14; Col. 3:5).
“Lo que
Jesús pide es una devoción de todo corazón, una lealtad a toda prueba, una
negación completa de uno mismo, de modo que uno se ponga a sí mismo, su
tiempo, su dinero, sus posesiones terrenales, sus talentos, etc., a
disposición de Cristo” (GH).
14:34
(Por tanto, LBLA) Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con
qué se sazonará?—No
hay sal para salar la sal. 35 Ni para la tierra ni para el muladar es
útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga. – La sal
tiene varios usos, pero la idea aquí parece ser la perseverancia, pues la
condición de los que empiezan la vida cristiana y no perseveran es
peligrosa en extremo (Heb. 6:4-12; 10:26-39) (JWM). Obviamente Jesús habla
de la disposición de renunciar y sacrificar a todo como sal que es buena.
Los verdaderos discípulos de Cristo – los que perseveran -- son “la sal de
la tierra” (Mat. 5:13). Si siguen fieles a pesar de conflictos y
persecuciones, son sal y “buena es la sal”, muy útil, muy beneficiosa.
Según el
calvinismo esto no es posible, pues se enseña que “una vez sal, siempre
sal” y que “si la sal se hiciere insípida”, entonces no era verdadera sal.
Creen que solamente “profesaba” ser sal. Sin embargo, no hay nada en esta
figura que sugiera que la sal no era en realidad sal (una buena calidad de
sal).
Jesús dice
enfáticamente que la sal se puede hacer insípida a tal grado de que no
sirve para nada. Sin lugar a dudas El habla de personas que se apartan del
camino. Jn. 15:1-6.