16:1 Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía
un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. –
El hombre rico acusa a
su mayordomo de ser disipador, y el mayordomo no dice nada. Obviamente el
amo tenía razón. La palabra traducida “disipador” se traduce “desperdició”
en Luc. 15:13; por esta causa el hijo menor se llama “hijo pródigo”. ¿Qué
habría pensado Judas Iscariote al escuchar esta parábola? (Jn. 12:6).
“Todo hombre que se apodera de los bienes que le son prestados, los hace
servir a su egoísmo, a su orgullo, a sus placeres, olvidándose de Aquel
que es el verdadero propietario, disipa lo que le ha sido confiado para un
fin enteramente diferente” (B-S).
El ser
mayordomo de los talentos y habilidades que Dios nos da requiere
servicio fiel. 1 Ped. 4:10, 11; Rom. 12:6-8; 1 Cor. 12:14-22.
Sin embargo, la mayordomía de este texto tiene que ver con los bienes
materiales.
16:2
Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da
cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. –
Aunque le dijo esto, es obvio
que no le despidió inmediatamente. Todavía era mayordomo.
16:3
Entonces el mayordomo dijo para sí: --
Podía ver lo difícil de su situación. No
se engañó solo. Podía ver que le esperaba la ruina si no hacía algo y
pronto. Muchos se engañan solos, diciendo que todo está bien aun cuando
les espera la ruina, pero aunque este mayordomo mentía al amo y a los
deudores él decía la verdad “para sí”.
-- ¿Qué
haré? – Estudiaba su
caso, tomando muy en serio lo que el amo le decía, pero tuvo que formar un
plan y llevarlo a cabo con toda diligencia porque el amo le pedía los
libros. Tuvo que entregarlos cuanto antes. Comenzó a reflexionar
seriamente, tomando en cuenta los medios de vida disponibles para él, tomó
una decisión y la llevó a cabo. Al hacerlo nos enseña una lección
sobresaliente sobre la urgencia de la cuestión de dar cuenta a nuestro
Señor, y también sobre la necesidad de la diligencia que demos mostrar al
prepararnos para el Día Final.
De esta
manera todos deben pensar, meditar, reflexionar – con toda sobriedad –
sobre el futuro y el juicio que nos espera. Todos deben pensar
seriamente y esforzarse para asegurar su bienestar futuro. Esta es la
lección principal de esta parábola.
-- Porque
mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo
(probablemente era muy débil físicamente
debido a su vida lujosa y sedentaria); mendigar, me da vergüenza --
Estaba orgulloso por haberse exaltado sobre otros. Entonces ¿qué
podría hacer? Consideraba cuidadosamente sus opciones o
alternativas. Tomaba en cuenta sus limitaciones y posibilidades.
16:4 Ya
sé lo que haré – Ya
estaba decidido, resuelto. No se engañó a sí mismo ni por un momento. De
una vez lo haría. Si los “hijos de luz” estuviéramos tan decididos y
resueltos todos los días en nuestros planes para servir a Señor, seríamos
mucho más exitosos en su obra.
-- para
que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban
(los deudores de mi amo) en sus
casas. – Concibe un plan para asegurar su futuro: hacerme
amigos de los deudores de mi amo para que me reciban en sus casas. El
todavía era el mayordomo. Para el momento no tenía hambre. En ese momento
todavía estaba bien, pero reconocía que en poco tiempo no tendría nada.
Así son todos los hombres. Muy pronto las paredes de esta vida se
derrumbarán. “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos
sacar” (1 Tim. 6:7). ¿Qué haremos entonces? Este hombre dijo, “Ya sé lo
que haré”. ¿Sabemos nosotros lo que haremos? También muy pronto a nosotros
se nos quitará la mayordomía. ¿Qué haremos nosotros?
16:5 Y
llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto
debes a mi amo? –
Algunos creen que los deudores eran comerciantes, pero probablemente eran
inquilinos o arrendatarios que pagaban sus deudas con los mismos productos
que cosechaban. Si hubieran sido comerciantes, probablemente la deuda
habría sido cierta cantidad de dinero.
16:6 El
dijo: Cien barriles
(de unos 37 litros cada uno, FL) de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta,
siéntate pronto (lit., inmediatamente), y escribe cincuenta. 16:7 Después
dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas (de unos 370
litros cada una, FL) de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe
ochenta. – Éste no era como los muchos que libremente admiten que sí
van a morir, que sí van a perder todo, que sí deben prepararse, etc. ..
¡pero! Más bien, éste era hombre de acción y no simplemente de
palabras. El formó un plan y entonces lo llevó a cabo. Hay
millones que saben que deben prepararse para el futuro, pero van al
sepulcro sin mover el dedo para hacer lo que saben.
¡Qué plan tan astuto! ¡Qué
hombre más sagaz y astuto! El verdaderamente hizo preparación para el
futuro. ¿Qué fue el plan? Obviamente él diseño del plan era conseguir el
favor de los que debían algo a “mi amo”. El guardaba libros sobre los
trámites del negocio y, por eso, estaba en la posición de manipular las
cuentas. El plan era comprometer a los deudores de su amo. Los puso
bajo obligación a él, para que cuando él fuera quitado de su mayordomía,
ellos – por temor o con sentimiento de gratitud – lo recibieran en sus
casas para que no tuviera que cavar ni mendigar. El defraudaba a su amo,
pero este mayordomo astuto involucraba a los deudores en el fraude. Iba a
convertir a los deudores de su amo en deudores de él también,
pero sobre todo serían sus amigos.
“Pronto”.
“Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe …” Es asunto urgente.
Es asunto importante, serio. No convenía posponer el negocio. No había
otra cosa más importante o más urgente. Le daba prioridad, pues estaba en
juego su futuro. Nosotros también tendremos que dar cuenta y no sabemos
cuándo (1 Tes. 5:1-3). Hoy es el día de salvación (2 Cor. 6:2). Nos urge
tener nuestros libros listos en cualquier momento para la revisión final (Apoc.
20:10-15).
Aquí se
presentan solamente dos ejemplos, pero recuérdese que él llamó “a cada uno
de los deudores de su amo”. No llamó solamente a dos o tres, sino “a cada
uno”. Hizo preparación completa. Aprovechó al máximo su
oportunidad. No sabemos cuántos deudores había, pero sin duda eran un
número considerable y con ello podía emplumar su nido para el resto de su
vida. El, de veras, hizo su agosto.
16:8 Y
alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; --
Desde luego, no alabó la
deshonestidad del mayordomo. No le alaba por su conducta fraudulenta. Sin
embargo, siendo hombre de negocios no podía menos que reconocer lo muy
astuto y sagaz del plan del mayordomo. Era tremendo. Alaba su destreza, su
astucia, su audacia. En cuanto a prácticas mundanas fue un plan magnífico
porque daba resultados muy positivos para él. Logró su propósito.
Aseguró su futuro. Ahora al ser quitado de su mayordomía él sería
recibido en las casas de sus “amigos”.
-- porque
los hijos de este siglo --
1 Jn. 2:15, 16; los que “se conducen según el espíritu y
las máximas que en él reinan, Ef. 2:2”, B-S. Este mayordomo injusto era
típico de “los hijos de este siglo”; no son impedidos por su conciencia.
No les molesta lo inmoral o lo chueco de sus tratos). Los “hijos de este
siglo” (los mundanos) viven solamente dentro de los horizontes de este
mundo; piensan que no hay otro mundo después de esta vida terrenal.
-- son
más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. – Los
del mundo son más “sagaces” (sabios) que muchos miembros de la iglesia (1)
porque son más activos y más diligentes en sus negocios para ganar dinero
que muchos miembros de la iglesia; (2) porque están dispuestos a
dedicar mucho tiempo a los asuntos terrenales
(¿cuánto tiempo dedican los miembros de la iglesia a los asuntos del
reino?); (3) porque están más resueltos que muchos miembros de la
iglesia; no permiten los problemas y dificultades les desvíen de su
propósito de ganar dinero, fama y poder en esta vida; (4) porque hacen
sacrificios más grandes, sabiendo que esto es necesario para lograr su
propósito de ser exitoso en este mundo.
Mat.
5:14; Efes. 5:8. “Los ‘mártires del diablo’, en su prudencia mañosa,
frecuentemente avergüenzan a los santos” (JWM). Mat. 10, “16 He aquí, yo
os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como
serpientes, y sencillos como palomas”. La palabra traducida “prudentes” en
Mat. 10:16 es la misma que se traduce “sagaces” aquí.
¿Jesús quiere que sus
discípulos sean enseñados por los del mundo?
¿Qué nos pueden enseñar los mundanos?
Mucho, por lo menos en cuanto a la importancia de prepararnos y asegurar
nuestro futuro. En realidad, como Jesús explica en esta ocasión, los del
mundo nos dejan avergonzados. Los del mundo “saben” ciertas cosas y actúan
con toda diligencia de acuerdo con lo que entienden. Los hijos de luz
saben ciertas cosas, pero no muestran la misma diligencia aunque dicen que
están ocupados en los asuntos más importantes del mundo.
Este
es el pensamiento principal de la parábola. Esta es la lección que Jesús
enseña. El mayordomo era “sagaz”, prudente, sensato, en cuanto a
asegurar su futuro en esta vida. Era prudente porque ganó amigos que
le recibirían en sus casas.
Desde luego,
él no es ejemplo para nosotros en sus hechos fraudulentos, sino en su
propósito firme de hacer los necesarios preparativos para asegurar su
bienestar. ¿Cuántos miembros de la iglesia buscan primeramente el
reino de Dios y su justicia? (Mat. 6:33). ¿Cuántos son detenidos por los
deportes, los negocios, el empleo, los amigos y familiares, etc. y
descuidan los asuntos del reino, los asuntos más importantes del mundo? De
esta manera muestran lo que Jesús dice, que los del mundo son más sagaces
(prudentes, precavidos, sensatos, con una sensatez práctica) que los hijos
de luz.
Los
cristianos son descritos como “hijos de luz” (1 Tes. 5:5) porque la luz
(la iluminación, el conocimiento, la piedad) es una característica
dominante de su vida. Sabemos la verdad. Sabemos quiénes somos (1 Ped.
2:9). Entendemos que esta vida es muy corta (1 Cor. 7:29) y que pronto
tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía. Sin embargo, ¿qué tan
“sagaces” somos en nuestra preparación para “aquel día”? ¿Qué tan
juiciosos somos en el uso de los bienes de este mundo? 1 Cor. 7:29-32. Los
“hijos de luz” están supuestamente menos amarrados al mundo. ¿Somos como
aquel mayordomo injusto que aprovechaba al máximo su oportunidad para
asegurar su futuro?
Este
mayordomo estaba muy decidido y muy diligente para llevar a cabo sus
planes. ¿Qué tan diligentes somos? Fil. 2:12. ¿O somos como los de Heb.
5:11,12; 6:12?
16:9 Y
yo os digo: Ganad amigos
por medio de las riquezas injustas (inestables, transitorias,
engañosas), -- El hombre de esta parábola era mayordomo; nosotros
también somos mayordomos. Estaba encargado de los bienes y negocios de
otro; nosotros también estamos encargados de los bienes y negocios de
otro. El hizo amigos por medio de las riquezas injustas; nosotros también
debemos hacernos amigos por medio de las riquezas injustas.
“Las
posesiones mundanas son la mayordomía del cristiano. Si las ha malgastado
en la autoindulgencia, debe escuchar la advertencia de esta parábola y
ocuparlas en obras útiles y de misericordia, para que cuando la mayordomía
se le quite, podrá haber obtenido para sí un refugio futuro” (JWM).
¿Las
riquezas son injustas? ¿Son malas? El dinero en sí mismo no es ni
bueno ni malo, pero las riquezas se consideran “injustas” por varias
razones: (1) porque comúnmente son la causa e instrumento de maldad;
(2) porque engañan (Mat. 13:22); es decir, nos hacen pensar que
somos sus dueños cuando en la mayoría de los casos las riquezas son dueños
de los que las “poseen” y engañan porque “prometen” la felicidad cuando en
realidad en lugar de producir la felicidad más bien causan muchos temores
y preocupaciones; (3) porque lo que mueve mucha gente hacia las riquezas
es la avaricia, lo cual es idolatría (Col. 3:5); (4) porque muchas
veces los que rodean a los que poseen riquezas son falsos amigos;
(5) porque sus dueños son tentados fuertemente a no confiar en Dios
sino en ellas; (6) porque comúnmente producen la soberbia en
sus dueños; (7) porque, en fin, para muchos las riquezas son el enemigo
número uno del alma.
“En lugar de
considerarse como administradores que le darán cuenta, (la mayor parte de
los hombres) se constituyen en verdaderos poseedores de ellas, y olvidando
su responsabilidad, acumulan esos bienes en su avaricia, los exhiben para
fomentar su orgullo, o bien los disipan para satisfacer sus pasiones”
(B-S).
Como el
mayordomo subordinó a los deudores de su amo y les hizo sus amigos, así
también los discípulos de Cristo deben subordinar las riquezas para que no
sean enemigos sino amigos. Prov. 3, “9 Honra a Jehová con tus bienes, Y
con las primicias de todos tus frutos”; 1 Tim. 6:17-19; Fil. 4:17.
-- para
que cuando éstas falten,
(cuando morimos éstas faltan porque como Pablo dice, 1 Tim
6, “7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos
sacar”) os reciban en las moradas eternas. – Las riquezas van a
faltar. Son provisionales, temporáneas. Prov. 23, “4 No te afanes por
hacerte rico; Sé prudente, y desiste. 5 ¿Has de poner tus ojos en las
riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y
volarán al cielo”. Como el amo llamó a cuentas a este mayordomo todos
seremos llamados a dar cuenta a Dios en el Día Final. Muchos textos hablan
de esto. Véanse Mat. 24:45-51; 25:19; 2 Cor. 5:10.
¿Quiénes son
los nos recibirán en las moradas eternas? Obviamente en este contexto son
los “amigos”. Algunos comentaristas dicen que son los ayudados y
beneficiados. Otros dicen que son los ángeles. Otros dicen que es Dios y
Cristo. Según Mat. 25:35-40 Cristo se identifica con sus discípulos
pobres, enfermos, encarcelados, diciendo que los que ayudan a éstos le
ayudan a El. Como dice McGarvey, solamente en sentido secundario y
subordinado se puede decir que éstos nos recibirán. También se puede
agregar el pensamiento de que muchos de los que son ayudados por los
cristianos ni siquiera son salvos, porque como el buen samaritano (Luc.
10:33) cada discípulo debe ayudar al necesitado, sea hermano o no. Desde
luego, estos no nos recibirán en las moradas eternas. ¿Quiénes recibieron
al ladrón en la cruz?
No hay que
preocuparnos mucho sobre “quienes” nos recibirán, porque estos “amigos”
corresponden a los “amigos” que ganó el mayordomo injusto. El
pensamiento principal es que si “ganamos amigos” por medio de las riquezas
injustas tendremos tesoro en el cielo (Mat. 6:19-21; 25:40; Luc.
6:35,36,38; 12:33,34; 14:33; 1 Tim. 6:17,18).
El buen samaritano había
aprendido esta lección (Luc. 10:25-37), y hay buenos ejemplos de
discípulos de Jesús que siguieron la enseñanza de Luc. 16:9 al pie de la
letra: Luc. 18:28; Hech. 2:44, 45; 4:32. Los macedonios nos han dejado un
buen ejemplo (2 Cor. 8:3-5). También la casa de Estéfanas (1 Cor. 16:15,
16). Estos ganaron amigos por medio de las riquezas, para que cuando
éstas faltaran, les recibirían en las moradas eternas. Los
“amigos” son, pues, el tesoro que nos espera y en un sentido nos
recibirá, nos dará la bienvenida “en las moradas eternas”.
Algunos
comentaristas se preocupan de que alguien piense que el cristiano podría
“comprar” su entrada en las moradas eternas. Enfatizan mucho que no
podemos merecer la vida eterna, y por más que uno ofrende, contribuya,
regale, comparta, etc. esto no tiene nada que ver con su salvación porque
somos salvos por gracia, como si el cristiano más estúpido no entendiera
que somos salvos por gracia (la cruz de Cristo). ¿Cómo puede alguien
profesar ser cristiano sin creer en la cruz de Cristo? El hermano más
ingenuo entiende que Dios provee la salvación porque todos saben Jn.
3:16.
Sin embargo,
parece que los evangélicos más estudiados y eruditos en las Escrituras no
son capaces de entender que aunque Dios nos salva de balde, nadie será
salvo si no acepta la salvación. Y ¿cómo la aceptamos?
La aceptamos por obedecer al evangelio de Cristo (Mat. 28:19; Mar. 16:16;
Luc. 13:3, 5; Mat. 10:32,33; Hech. 2:38) y por vivir de acuerdo con los
mandamientos de Cristo y los apóstoles – y esto incluye el ganarnos amigos
por medio de las riquezas injustas.
Es cierto
que no podemos “comprar” la salvación. Sin embargo, si alguien lee esta
parábola (y muchos otros textos relacionados) y simplemente no puede
entender que el uso apropiado de los bienes materiales tiene mucho que
ver con nuestra salvación, entonces tal persona no es capaz de
entender nada y sin duda Dios tendrá misericordia de él. Sin embargo, si
alguien “no puede” entenderlo debido a su fanatizado prejuicio contra la
obediencia al evangelio y las buenas obras que nos justifican (Sant.
2:24), es otra cosa. Con la obediencia y buenas obras nadie merece nada (Luc.
17:10), pero sin ellas nadie acepta la salvación, la fe está
muerta, y el resultado es la perdición (Sant. 2:26).
¿Qué tan
sagaces y prudentes somos nosotros en el uso y administración de nuestros
bienes?
16:10 El
que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; --
Dios no se fija en la cantidad, sino
en el corazón (2 Cor. 9:7).
-- y el
que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 16:11 Pues
si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo
verdadero? – Si no
somos fieles mayordomos del dinero que Dios nos “presta”, nadie nos dará
las riquezas verdaderas, porque en ese caso no tendríamos tesoro en el
cielo (no habría “amigos” para recibirnos en las moradas eternas).
Estos dos
versículos van juntos; obsérvese que el v. 11 comienza con “pues”
(“entonces”, FL; “por tanto”, LBLA). Comúnmente el v. 10 se
cita para probar que lo que Dios busca no es la cantidad de la ofrenda,
sino la condición del corazón. Aunque esto no es el punto del texto, es
muy cierto como vemos en Mar. 12, “43 Entonces llamando a sus discípulos,
les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los
que han echado en el arca; 44 porque todos han echado de lo que les
sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”.
Esta mujer era fiel “en lo muy poco”. “En la administración de las
pequeñas propiedades que nos son encargadas en la tierra revelamos nuestra
disposición y temperamento como mayordomos tan claramente como si fuéramos
dueños de la mitad del universo” (JWM).
Las riquezas injustas no son
verdaderas. No son dignas de confianza. Son engañosas. Sin embargo, nos
esperan riquezas que nunca nos dejarán decepcionadas. 1 Ped. 1, “3
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande
misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección
de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.
Pablo describe las riquezas verdaderas (2 Cor. 4:18).
16:12 Y
si en lo ajeno no fuisteis fieles, --
Este versículo continúa el pensamiento
de los dos anteriores. “Lo muy poco” es “lo ajeno”, lo que no pertenece a
nosotros. Las riquezas de este mundo no pertenecen a sus “dueños” sino a
Dios (1 Crón. 29:14). Aquí todos – aun los más ricos – son simplemente
mayordomos. Hay cambio de dueños en cada generación. Ahora tenemos las
escrituras de nuestras casas y otras propiedades, pero mañana alguien más
las tendrá. Todos los dueños – de cualquier generación -- darán cuenta a
Dios, el verdadero dueño de todo. En cualquier momento Dios puede
llamarnos a dar cuenta (Luc. 12:20).
-- ¿quién
os dará lo que es vuestro?
Nadie, porque si no ganamos “amigos” por medio del dinero,
no habrá quien nos reciba en las moradas eternas.
El tesoro
que tenemos en el cielo no es “lo ajeno”, pues en verdad es nuestro. No es
“nuestro” en el sentido de haberlo “merecido”, sino que se llama “nuestro”
porque será posesión permanente. No será revocado. Nunca se nos
quitará.
16:13
Ningún siervo puede servir a dos señores; --
(“No dice ‘no debéis’ sino ‘no
podéis’”. Es como tratar de virar a la izquierda y a la derecha al
mismo tiempo. Algunos lo han intentado: Ananías y Safira, Demas, Judas. No
resulta” GH). En este contexto los dos señores son Dios y el Mamón. Es
posible profesar que Dios es nuestro Señor y de corazón servir a Mamón,
pero si alguno hace esto se engaña solo porque no puede tener dos
verdaderos señores.
-- porque
o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. {Gr. [Mamón.]} --
Mamón (la personificación de
las riquezas) es otro maestro. Está en competencia con Dios. Es imposible
psicológicamente amar a los dos al mismo tiempo. “Ello tendría que
entenderse como de un servicio simultáneo a señores cuyas exigencias son
incompatibles las del uno con las del otro … Estos son, eminentemente dos
señores que demandan, cada uno, la devoción total del hombre” (GRB).
16:14 Y
oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se
burlaban de él (23:35).
– “Se burlaban” traduce el verbo que significa “girar la nariz arriba
a, tratar con desprecio” (WEV); “volvieron sus narices contra él” (GRB).
“De modo que se había herido su orgullo. Jesús había puesto el dedo en la
llaga” (GH). Al despreciarlo sin duda decían que Jesús les tenía envidia,
pues El era un pobre carpintero. ¿Qué sabría un hombre pobre del uso
correcto de riquezas?
16:15
Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos
delante de los hombres; --
En este caso el hombre se elige a sí mismo como su propio
juez y, desde luego, está justificado, inocente, no culpable. ¡A qué
criminal no le gustaría remover el verdadero juez para poder juzgarse a
sí mismo!
-- mas
Dios conoce vuestros corazones (véase Mat. 23); porque lo que los
hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. – Hay dos
juicios diferentes: lo que uno piensa de sí mismo, y lo que Dios piensa.
Para Dios la justicia fingida es repugnante.
16:16 La
ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es
anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. –
Véase Mat. 11:12; Jn. 6:15.
16:17
Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde
de la ley. – Véase
Mat. 5:17-19. Dice el comentarista Guillermo Hendriksen que “la ley
moral retiene su fuerza”, pero Jesús no habla de “ley moral”. El dice
simplemente “la ley”. No hizo distinción entre ley moral y ley ceremonial
como lo hacen los adventistas y otros evangélicos.
16:18
Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se
casa con la repudiada del marido, adultera.
(Mat. 5:32; 19:9; Mar. 10:11-12; Rom. 7:2, 3; 1 Cor. 7:10-11).
–
Marcos 10:7
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, 8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino
uno (Gén. 2:24). 9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre”. Malaquías 2:16, “Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece
el repudio”. Por eso, el
matrimonio es un arreglo permanente.
El Nuevo
Testamento emplea tres verbos que significan la misma cosa:
choridzo, separar (Marcos
10:9; 1 Cor. 7:10, 15); apoluo,
repudiar (Luc. 16:18); aphiemi,
dejar, abandonar (1 Cor. 7:12). Algunos hacen distinción entre
separarse y repudiar, pero lo que se prohíbe y lo que se debe
enfatizar es el mal de separar lo que Dios juntó. Muchos solamente ven el
divorcio formal y legal en estos textos. Al leerlos sólo ven abogados,
jueces y papeleo, pero básicamente no existen tales cosas en estos tres
verbos; es decir, hay mucho repudio aparte del divorcio formal y legal.
Por ejemplo, 1 Cor. 7:4, 5. El desobedecer este texto es repudio e incluso
bien puede hacer que una pareja cometa el adulterio (Mat. 5:32) aunque tal
enajenación no llegue al tribunal humano.
¿Por qué
aborrece Dios el repudio? (1) Porque separa lo que Dios junta. (2) No hace
“una sola carne” sino dos. (3) Destruye la protección contra el pecado
sexual. (4) Destruye el hogar y hace mucho daño a los hijos. En fin, acaba
con todos los beneficios del matrimonio. En fin, la
separación (el repudio) destruye los beneficios del matrimonio? (1) El
compañerismo, Gén. 2:18; (2) Satisfacer los deseos sexuales de los
dos (para evitar la fornicación, 1 Cor. 7:1-9; Prov. 5:15-19 (3)
La procreación. Gén. 1:28; Salmo 127:3; 1 Tim. 2:15; 5:14.
¿Cuáles son algunos de los
problemas más comunes que causan la enajenación y separación de esposos?
(1) No recordar sus votos de
dejar a otros y ser fieles y leales hasta que la muerte los separe.
(2) El problema principal es
que muchos esposos no se aman el uno al otro según la definición correcta
de la palabra “amar” (Efes. 5:25, 28; Col. 3:19; 1 Ped. 3:7; 1 Cor.
13:4-7). El único amor que conocen es el amor romántico y, por eso,
fácilmente se enamoran de otros. El pecado más común de los maridos es
que no aman a sus esposas porque ellas no les agradan. Tienen la actitud
de “Sí, yo le voy a amar si ella comienza a amarme. Seré bueno con ella
cuando ella comience a ser buena conmigo”. El amar mandado por
Pablo (el Espíritu Santo) no es de esa clase. Más bien, significa amar a
la esposa simplemente porque ella es su esposa. Significa siempre ser
bueno con ella, siempre tener buena voluntad hacia ella, no obstante cómo
ella sea.
Aquí está un detalle muy
importante: el hombre escogió a cierta mujer para ser su esposa. El
lo hizo. Nadie lo hizo por él. Nadie le forzó a escogerla. De su propia
voluntad la escogió. La quería para su esposa. Si ahora está convencido
que cometió un grave error, es un error que él mismo cometió y, por eso,
tiene que aceptarlo sin culpar a ella y otros. Debe ser hombre maduro
y responsable delante de Dios y siempre ser bueno con ella, y amarla (1)
como Cristo amó a la iglesia, y (2) amarla como ama a su propio cuerpo.
Dicen los hombres, e incluso
hermanos, “Pero usted no se imagina cómo es ella”. Lo que tales hombres
deben entender es que aunque ella sea prima hermana del diablo, ya es su
esposa. Usted la escogió, y Dios los juntó, y le dice que debe amarla, y
que usted no se puede divorciar de ella excepto por la causa de
fornicación (Mat. 19:9). Así también la esposa debe amar a su marido.
Me dijo un hermano, “Pero usted
no se imagina cómo es dormir con una mujer que no se baña”.
(3) El
marido no es cabeza, la mujer no está sujeta.
(4)
Problemas económicos.
(5)
Problemas con familiares (suegros, cuñados).
(6)
Desacuerdos sobre la crianza y disciplina de los hijos.
(7) Falta de
madurez.
(8) En fin,
la carnalidad (Gál. 5:19-21).
La mujer repudiada debe estudiar estos textos con
mucho cuidado, porque aunque sea mujer repudiada ella no debe repudiar
a su marido. Esta es una prueba dura. El hombre que repudie a su
esposa la humilla, la avergüenza, la deja con hijos que ella tendrá que
criar sola, la deja con problemas económicos, y todo esto produce en
muchas mujeres repudiadas un espíritu amargado. Guardan rencor. Están muy
resentidas y resulta que ellas también odian y repudian a sus maridos.
Los rechazan y los denuncian. En tal caso el repudio es mutuo.
Tales mujeres deben recordar lo que Pablo dice en 1
Cor. 7:10, 11. Deben buscar por todo medio la reconciliación con sus
maridos. Si él vuelve arrepentido, debe aceptarlo.
¿Hacemos votos de fidelidad o promesas mentirosas?
Deut. 23:21-23, Prov. 2:17; Ecles. 5:4, Mal. 2:14. La luna de miel
debe ser perpetua. El cariño debe durar todos los días desde y
noviazgo y las bodas hasta la muerte. Es importante que los esposos
expresen su amor el uno al otro todos los días en palabras y en hechos.
Que todos los días digan “te amo” el uno al otro, y entonces ¡mostrarlo en
las acciones!
El compromiso hecho en el
matrimonio es serio. No es que “Yo lo haré si tú lo harás”; no es que “Si
tú estás sujeta y me obedece, te amaré”; “si tú me amas estaré sujeta a
ti”.
En este
texto (Luc. 16:18) el caso de la mujer es paralelo con el caso del
marido. Si el marido repudia a su mujer y se casa con otra mujer,
adultera. Si la mujer que repudia a su marido (Mar. 10:12) o si ella es
repudiada por su marido y vuelve a casarse, adultera. Según la enseñanza
de algunos, la segunda parte del versículo 18 tiene que ser después
de la primera parte, pero no se debe añadir palabras al texto. Jesús no
dice “y después de eso”, sino simplemente “y”. No hay secuencia en el
texto. Marcos 10:11, 12 lo hace bien claro: Jesús simplemente presenta el
caso del marido que repudia a su mujer, y el caso de la mujer que repudia
a su marido. Ni uno ni otro puede volverse a casar porque todavía están
ligados el uno al otro (Rom. 7:2, 3). Este texto en Lucas no trata del
repudio por causa de la fornicación (Mat. 15:32; 19:9).
16:19
Había un hombre rico, --
Los fariseos se burlaban de Jesús (v. 14) porque no les
gustó la enseñanza sobre la riqueza. Ahora escucharán algo muy alarmante
sobre el fin de los ricos irresponsables. Obsérvese que este rico no es
acusado de ningún vicio y no se acusa de haber cometido crimen para
acumular su riqueza.
-- que se
vestía de púrpura y de lino fino, –
“Obtener la tintura púrpura de un molusco era un proceso
muy costoso. Por tanto, no es sorprendente que una túnica de púrpura … con
frecuencia fuera reservada para la realeza … Además de sus túnicas de
púrpura, este hombre usaba ropas interiores de lino fino” GH.
-- y
hacía cada día (no de
vez en cuando) banquete con esplendidez (celebrando cada día fiestas
con esplendidez, LBLA). Este rico llevaba al máximo una vida lujosa.
Los reyes y otros hombres eminentes y muy ricos se vestían “de púrpura y
de lino fino”.
16:20
Había también un mendigo
(LBLA dice “pobre”, pero el significado original es
“mendigo”, ATR) llamado Lázaro, – Este relato no es llamado
“parábola”, ni por Jesús ni por Lucas. Jesús habla de cierto hombre
llamado “Lázaro”; los personajes de las parábolas no tienen nombres. Más
bien Jesús abre la cortina momentáneamente para que los ricos puedan ver
la consecuencia de su avaricia. Sin embargo, las parábolas no son cuentos
ni fábulas; no hay nada de ficción en ellas).
-- que
estaba echado (tirado)
a la puerta de aquél, -- No había “asistencia pública” como la que
existe en varios países ahora; compárese Hech. 3:2. Las enseñanzas de
Cristo han producido el espíritu de compasión en muchos, que en turno ha
producido la asistencia pública, como también clínicas, hospitales y
asilos de toda clase para ayudar a los necesitados.
-- lleno
de llagas, -- no solamente estaba muy pobre, sino que también el texto
indica que estaba cojo – “estaba echado a la puerta” – y tenía úlceras.
16:21 y
ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y le lamían las llagas. – La descripción de Lázaro
presenta un contraste agudo entre los dos hombres. El comer migajas era
como comer restos o basura, algo sin valor ante los ojos del rico; por
eso, en realidad el rico no le dio nada de valor. Los que rodeaban al rico
eran sus compañeros, amigos o siervos, pero los que rodeaban a Lázaro y le
ayudaban eran perros, compañeros de su miseria. Esto enfatiza lo
profundo de su pobreza.
16:22
Aconteció que murió el mendigo
(¿fue sepultado? No sabemos, pero en realidad eso no era
importante, porque el cuerpo muerto vuelve a la tierra de donde vino; lo
importante es ¿qué pasa con el espíritu? Ecles. 12:7, vuelve a Dios quien
lo dio) , y fue llevado (el mendigo, “El -- porque el alma
del hombre o su espíritu es la verdadera persona – fue llevado”, GH)
por los ángeles (Heb. 1:14; esto es tan literal como su muerte)
al seno de Abraham (13:28; compárese Jn. 1:18; 13:25, como Juan estaba
“recostado cerca del pecho de Jesús”, así también Lázaro estaba recostado
en el “seno de Abraham”. Así los judíos describían el estado feliz
de los fieles; para ellos no había honor más grande que su relación con
Abraham (Mat. 3:9).
Es muy
importante aclarar y enfatizar que Lázaro no fue salvo por ser pobre y el
rico no fue perdido por ser rico. Este capítulo enseña el mal de abusar de
riquezas, de ser mayordomos infieles de los bienes materiales. El dinero
no es malo en sí; lo que se condena es “amor al dinero” (1 Tim. 6:10).
Tampoco es buena en sí la pobreza. Los que promueven la “redistribución”
de riquezas (comunismo) no hallarán ningún apoyo en la Biblia. Muchos
hermanos y hermanas usan su dinero sabiamente para proveer salarios para
predicadores, para ayudar a los necesitados y para hacer toda clase de
buenas obras de acuerdo a la voluntad de Dios. Estos ganan amigos por
medio de las riquezas injustas y por ellos serán recibidos en moradas
eternas (v. 9).
-- y
murió también el rico
(todos mueren; la muerte es universal e imparcial), y fue sepultado
(imagínese con qué pompa y elegancia).
16:23 Y
en el Hades – El Hades
es la morada de los espíritus después de la muerte. El término mismo
(Hades) no indica si los espíritus están en reposo o en tormento, pero las
explicaciones del texto nos hacen ver que en este lugar los perdidos
sufren y los fieles se consuelan (compárense Luc. 23:43; Hech. 2:27).
Algunos enseñan que cuando Jesús vació murió El vació el Hades y que los
perdidos van directamente al infierno y que los salvos van directamente al
cielo, pero esta teoría contradice Mat. 25:46 y Hech. 2:34.
La Biblia no
enseña que al morir el hombre duerme inconscientemente por miles de años;
más bien, este texto indica que inmediatamente empieza el sufrimiento de
los perdidos, como también el gozo de los fieles.
Este rico no
se hizo amigos de las riquezas injustas. Aquí está la consecuencia y la
tragedia de malgastar los bienes de esta vida. El hijo pródigo malgastaba
su herencia pero se arrepintió; este rico malgastaba sus bienes y no se
arrepintió. Este rico presenta un ejemplo de la actitud de los fariseos
(16:14, 15) y ahora se ve la consecuencia de esa clase de vida. Había sido
engañado y cegado por sus riquezas y, por eso, no estaba preparado para el
juicio de Dios.
Al oír esto
sin duda los judíos (aun los discípulos) quedaron asombrados, porque el
concepto común entre los judíos era de que la riqueza implicaba el gran
favor de Dios. Es cierto que Dios nos prospera (1 Cor. 16:2). Deut. 8:18,
“acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las
riquezas”. Sin embargo, la mera posesión de riquezas no es prueba del
favor de Dios.
-- alzó
sus ojos, estando en tormentos
(su cuerpo murió pero su espíritu no murió; está consciente
y está sufriendo), y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
16:24 Entonces él, dando voces (ahora el rico se convierte en mendigo
desdichado, haciendo súplicas), dijo: Padre Abraham (¿era verdadero
hijo de Abraham? Mat. 3:8; Jn. 8:37-44), ten misericordia de mí, --
¿Qué tanta misericordia había mostrado? Sant. 2:13. Recuérdese que este
rico hacía precisamente como hacían los fariseos que eran avaros (v. 14).
Obviamente Jesús está diciendo a los fariseos que esta es precisamente la
consecuencia que ustedes también van a sufrir si no se arrepienten.
-- y
envía a Lázaro (¿le
debía por las migajas?) para que moje la punta de su dedo
en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado
(en agonía, LBLA) en
esta llama. – No hay sufrimiento más terrible que esto. El castigo de
los perdidos se describe como el sufrimiento más extremo que el hombre
conoce, el ser quemado en fuego. El rico ya no estaba en el cuerpo. Era
espíritu sin cuerpo esperando el juicio final. Por eso, algunos dicen que
la llama no era literal porque la llama no quema el espíritu. Nadie en la
tierra conoce esta llama. Dios es todopoderoso y puede crear llama de toda
clase. ¿Qué sabemos de la llama de Ex. 3:2 que no consumía la zarza? ¿Qué
sabemos de llama que no se apaga? No sé nada de tal llama y no quiero
saber. Los que dicen que la llama no es “literal” quieren disminuir lo
terrible del castigo; dicen que es lenguaje figurado, que la llama es puro
simbolismo. Esta clase de “interpretación” es muy peligrosa. Nos conviene
aceptar lo que Jesús dice sin “explicaciones” que en realidad niegan lo
que dice.
Durante su
vida gozaba de toda clase de comida y bebida, pero ahora sólo pide un
favor muy pequeño. Lo insignificante de su pedido indica lo enorme de su
sufrimiento. Lázaro solamente deseaba migajas y ahora el rico solamente
pide que su lengua sea refrescada.
16:25
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate --
Al morir perdemos el cuerpo pero no
perdemos la memoria, y el remordimiento aumenta terriblemente el
sufrimiento, recordando la vida pasada y lo que pudiera haber hecho. Aun
en esta vida todos hemos experimentado esto. Cuántas veces hemos dicho,
“Oh, si hubiera tenido más cuidado”, “Oh, si no lo hubiera hecho o si no
lo hubiera dicho”. Podemos obedecer al Señor y obtener su perdón pero
tenemos que hacerlo durante la vida. De otro modo, tendremos que
sufrir el remordimiento eterno. ¡Imagínese! Durante toda la
eternidad el hombre perdido no tiene nada que hacer excepto sufrir con
remordimiento las torturas del infierno.
-- que
recibiste tus bienes en tu vida, -- No solamente recibió muchos
bienes, pero los había malgastado para satisfacer sus propios apetitos. No
era fiel en lo poco. No se hizo amigos de las riquezas injustas.
-- y
Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú
atormentado.
16:26
Además de todo esto, una gran sima está puesta
(“Sima … una abertura extendida …
Está puesta .. . Una grieta permanente”, ATR) entre nosotros y
vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros
(para administrar alivio), no pueden, ni de allá pasar acá. – La
muerte sella el destino del hombre. Al morir va a su lugar (Hech. 1:25) y
no cruza fronteras – no vuelve al mundo, y si va al Hades no cruza la gran
sima para ir al paraíso. La Biblia no enseña que
el hombre tendrá una segunda oportunidad. El concepto del “Purgatorio” es
completamente antibíblico.
Durante su
vida el rico podía haber cruzado la sima entre él y Lázaro. Solamente
tenía que humillarse y vencer el orgullo. Ahora, sin embargo, es imposible
cruzar la “gran sima” que estaba puesta entre ellos. El juicio de Dios es
irrevocable. No hay nada de purgatorio u otra clase de segunda
oportunidad. Por lo tanto, nos conviene cruzar cualquier sima durante la
vida para llegar a los que necesitan nuestra ayuda, sea en lo material o
en lo espiritual.
16: 27
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi
padre (no se atreve a
pedir permiso para ir él mismo, porque ya estaba convencido que nadie
podría cruzar esa sima grande que para siempre separa a los salvos de los
perdidos), 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a
fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. – “El
inventa un nuevo medio de gracia para sus hermanos, uno que Dios debería
haber usado para él (el rico) … él sabe mejor que Dios cómo salvarlos y
culpa a Dios por su terrible destino” (RCHL). Lo que el rico dice aquí
implica que si Dios le hubiera enviado algún mensajero de entre los
muertos, él se habría arrepentido para no llegar a este lugar. El creía
que el plan de Dios no servía, que sería mejor enviar mensajeros de entre
los muertos para asustar a los perdidos contándoles los horrores
del tormento de los perdidos.
El rico se
preocupa por sus cinco hermanos. ¿Y qué pensaba de los demás que vivían de
la misma manera descuidada? Primero muestra su egoísmo pensando en su
propia miseria y luego manifiesta su egoísmo pensando solamente en sus
hermanos, JBC.
Pero el
punto principal del texto es que los fariseos y todos los demás que aman
el dinero deberían escuchar a este rico en su miseria. En efecto él les
está rogando a que se arrepientan para no llegar a ese lugar de tormento.
Esta
petición del rico muestra una falta de confianza en la palabra de Dios y
sus escogidos mensajeros. El rico creía equivocadamente que algún
mensajero de entre los muertos sería escuchado por sus hermanos, pero
Jesús resucitó de entre los muertos y la mayoría de la gente no le
escucha. Aunque El apareció a sus discípulos, otros sabían de su
resurrección (Mat. 28:11-15; Hech. 17:31). Además, cuando levantó a Lázaro
(de Betania) de entre los muertos, algunos de los judíos aun querían
matarlo para que la gente no escuchara su testimonio (Jn. 12:10).
Este texto
contiene una lección muy valiosa para las personas que dicen que no
quieren obedecer al evangelio “porque mis padres y otros familiares
murieron sin obedecer”. Si los seres queridos de uno están sufriendo en el
Hades, ninguno de ellos quiere que su pariente vivo les siga a ese lugar.
16:29 Y
Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen
(Jn. 1:45; 5:39-46; Lucas 24:27);
óiganlos. – Ellos tenían las Escrituras; por eso, no les faltaba nada.
Habían tenido amplia oportunidad de estar advertidos del peligro que les
esperaba.
16:30 El
entonces dijo: No, padre Abraham;
pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. –
Se atreve a contradecir a Abraham con respecto a la autoridad de las
Escrituras. Así piensan millones: que la Biblia no es suficiente para
persuadir a los perdidos, sino que debe haber fenómeno sobrenatural,
apariciones, visiones, sueños e infinidad de prodigios. Recuérdese lo que
Pablo dice en Rom. 1, “20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno
poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo,
siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa”. Cuánto más los judíos podían conocerle y saber su voluntad, pues
“les ha sido confiada la palabra de Dios” (Rom. 3:2).
El rico
dice, “se arrepentirán”. “Había creído que el arrepentimiento era algo que
otros necesitaban, pero no todos” (ATR).
16:31
Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán (ni
siquiera se persuadirán, mucho menos arrepentirse) aunque alguno se
levantare de los muertos. – Dirían que no estaba muerto, que era un
mentiroso o que estaba loco, etc. Esta petición del rico implica que si
algún mensajero de entre los muertos le hubiera advertido a él, no habría
llegado a este lugar de tormento, pero él estaba en tormentos porque no
hizo caso a la palabra de Dios para ser persuadido en cuanto al uso
correcto de sus bienes. Estaba en el Hades porque no se arrepintió.
Además, si sus hermanos seguían en sus paso en este mundo, le seguirían
también al Hades.
La respuesta
de Dios a lo que el rico dice se encuentra en 2 Tim. 3, “16 Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. El problema del
rico (como también el problema de millones de personas hoy en día) no
tiene que ver con la falta de enseñanza, sino con la falta de voluntad.
Hay mucha
evidencia de que los milagros más estupendos no pueden convencer a muchos
incrédulos (Luc. 6:10, 11). El rey Saúl no se arrepintió cuando vio a
Samuel “resucitado”.; Jn. 9:13-27, ¿cuántos fariseos creyeron cuando abrió
los ojos de un hombre ciego desde el nacimiento? Cuando Jesús levantó a
Lázaro de Betania (Jn. 11:46-53), los líderes de los judíos querían
matarlo (Jn. 12:9, 10).
“La simple
realidad es que si los hombres poseen la verdad de la palabra de Dios, y
si, dondequiera que miren, hay tristeza que consolar, necesidad que
suplir, dolor que remediar, y ello no los mueve a la compasión y la
acción, nada los cambiará” (WB).