17:1 Dijo Jesús
a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel
por quien vienen! –
Recuérdese Luc. 15:1, 2. Los fariseos y los escribas hacían todo lo
posible por impedir que los “publicanos y pecadores” escucharan a Cristo
para ser salvos. Compárense Mat. 18:5-7;
Mar. 14:21; Rom. 14:13. El mundo está lleno de maldad (1 Jn.
5:19) y los hombres malvados hacen todo lo posible por obligar a todos a
imitarlo. ¡Ay de aquel que enseñe error doctrinal (Mat. 15:8,
9,14)! Los padres que son miembros de iglesias humanas enseñan y guían a
sus hijos en ese mismo camino. El ejemplo mundano de los padres es
tropiezo para los hijos. La mayoría de los hijos siguen el mal ejemplo de
sus padres. Si el padre toma, fuma y maldice, es probable que los hijos
hagan lo mismo.
17:2
Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le
arrojase al mar – En
sus notas sobre Mateo 18:6, 7, Adam Clarke cita ciertas obras para probar
que en la antigua Grecia esto era el modo de castigo para ciertos
criminales.
-- que
hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. –
es decir,
uno de sus discípulos (Mateo 11:25).
Hacer tropezar es lo opuesto de recibir, Mateo 18:5. Los discípulos de
Cristo deben ser “recibidos” y no deben ser tentados a pecar. Hacer
tropezar quiere decir causar o inducir a pecar, (Mat. 13:41, “los que
sirven de tropiezo”). Hay muchos textos bíblicos que hablan de este mal:
Isa. 57:14; 1 Sam. 2:24; 1 Reyes 14;16; Amós 2:12; Mal. 2:8; Mat. 5:32;
Hech. 20:30; Rom. 14:13; Rom. 16:17; 1 Cor. 8:9-13; Apoc. 2:14. Los que
hacen tropezar a otros aman el pecado, tienen su deleite en el pecado,
aborrecen la santidad. “Con frecuencia los hombres malos piensan que es
muy divertido inducir a un cristiano a pecar … se divierten inmensamente y
quedan satisfechos. Semejantes personas deben acordarse de estas solemnes
y terribles palabras del Salvador compasivo” (JAB). El castigo de estos
será peor que la muerte de ahogado.
Cristianos
se esfuerzan para ganar discípulos y a veces sus labores no llevan mucho
fruto, pero es de suma importancia que no se haga nada para hacer tropezar
“a uno de estos pequeñitos”. Si no podemos convertir a otros, por lo
menos, “decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano” (Rom.
14:13).
17:3
Mirad por vosotros mismos
(Tened cuidado, esto es algo que muchos descuidan). Si
tu hermano pecare contra ti, repréndele; (Mar. 8:33; Luc. 9:55) --
El que sepa que su hermano ha cometido un pecado, con amor debe
llamarle la atención a lo que hecho, pedir explicación, y exhortarle a
arrepentirse para evitar las consecuencias de su acción o descuido. Si el
hermano peca contra nosotros, esto acarrea una responsabilidad para
nosotros. No podemos simplemente decir, “está bien, no importa, no le
voy a hacer caso, etc.” En tal caso uno está obligado a hacer algo,
porque está en juego la salvación (o la perdición) del hermano. Por eso,
el pecado no se debe tratar como si no existiera. El ofendido debe
reprender al ofensor, no simplemente por estar ofendido y para desahogarse,
sino con el propósito de producir el arrepentimiento en el hermano.
Esto requiere valentía, pero sobre todo requiere el amor hacia el hermano.
-- y si
se arrepintiere (esto
indica que la reprensión fue exitosa), perdónale. 4 Y si siete veces
al día pecare contra ti (no necesariamente cometiendo el mismo pecado),
y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. –
Compárese Lev. 16:14, el número “siete” es un número completo. El
perdonar debe corresponder al arrepentimiento.
Compárese Mateo 18:21. Los rabinos
dijeron “hasta tres”, y Pedro creía que él era muy generoso diciendo
“hasta siete”. Sin embargo, Jesús enseña que sus discípulos deben estar
siempre dispuestos a perdonar (5:7; 43-48; 6:12, 14). El perdonar no tiene
límite. ¿Queremos que Dios ponga límite a las veces que nos perdona?
Recuérdese la parábola larga de Mat. 18:20-35. Véanse también 2 Cor.
2:5-11; Mat. 5:23, 24; Efes. 4:31, 32; Col. 3:12.
Es cierto
que el perdonar depende del arrepentimiento, pero el ofendido debe tener
corazón muy dispuesto a perdonar; es decir, si el ofensor no quiere
arrepentirse, eso no justifica que el ofendido guarde rencor (diciendo o
pensando, “pero ése no se arrepiente”). La actitud correcta es la del
padre del hijo pródigo quien anhelaba el arrepentimiento de su hijo
(Luc. 15:20-24).
17:5
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. –
Jesús les había reprendido por su
“poca fe” (Mat. 8:26; 14:31; 17:19-21). Se requiere una “fe grande” (extraordinaria)
para evitar tropiezos (v. 1) y para poder reprender y perdonar (v. 2, 3).
Probablemente no tenían concepto alguno del perdonar sin límite. Se
requiere una fe fuerte (“grande”) para obedecer tales mandamientos. Muchos
no lo hacen. Para poder aumentar la fe es necesario reconocer la falta de
ella (2 Cor. 13:5; Gál.6:3; 1 Cor. 10:12) y tener el sincero deseo de
tener una fe grande (Mat. 15:28). Es necesario reconocer lo que la fe
puede hacer. Para muchos es muy difícil reprender e imposible perdonar.
Una fe fuerte convierte lo imposible en lo posible.
Rom.
10:17, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
Por lo tanto, entre más uno oye y estudia la Palabra más crecerá su fe,
pero ¿cuánto tiempo dedican los miembros de la iglesia a la sincera
lectura (estudio) de las Escrituras? Algunos ni siquiera asisten a todos
los servicios y clases bíblicas de la iglesia. ¿Cuántos de estos tendrán
estudio bíblico en el hogar?
17:6
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais
decir a este sicómoro
(morera negra): Desarráigate, y plántate en el mar; y os
obedecería. – Según esto ellos mismos podrían aumentar su fe. Es
necesario ejercitar la fe para que crezca. Jesús no habla solamente
de la fe en Dios, sino también de la fe que los apóstoles deberían tener
para ejercitar el poder (la autoridad) que Jesús les dio (véase Mat. 10:1,
8; Luc. 10:19; Hech. 3:1-6). No siempre tenían la fe necesaria para
utilizar el poder que tenían. Ejemplo: Mateo 17:16. El Señor le dio poder
a Pedro para caminar sobre el agua pero se hundió por causa de su poca fe
(Mateo 14:29, 30).
Lo mismo
podía suceder con ellos (y con nosotros) con respecto a la fe no milagrosa,
porque para que crezca y sea fuerte, es necesario que sea
ejercitada.
17: 7
¿Quién (empero, FL) de vosotros, teniendo un siervo que ara (1 Cor.
3:9) o apacienta ganado (Jn. 21:15), al volver él del campo,
luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? – Es significativa la palabra
“empero” porque este texto está conectado con el que precede. Los
apóstoles podían hacer milagros y lograr grandes cosas por el Señor, pero
no por eso deberían exaltarse (Rom. 12:3, 16; Gál. 6:3). Ya les sobró ese
espíritu y, por eso, había rivalidad entre ellos en cuanto a cuál sería el
mayor en el reino (Mat. 18:1-4). Recuérdese la pregunta de Pedro (Mat.
19:27), “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué,
pues, tendremos?” Siendo esclavos de Cristo, no es posible hacer más de lo
que es el deber.
17: 8
¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya
comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? 9 ¿Acaso da gracias
al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. 10 Así
también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado,
decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. – “¿Traerá
el hombre provecho a Dios?” (Job. 22:2). Tales siervos no podrían
quejarse, porque si ellos hubieran sido amos en lugar de siervos, harían
la misma cosa. El punto es que así funciona el arreglo amo-siervo.
Los
fariseos estimaban grandemente su propia justicia (Luc. 18:9-14). Asimismo
el catolicismo enseña que ciertas personas muy piadosas pueden tener un
banco o tesoro de méritos que pueden beneficiar a otros. Estas
obras se llaman “obras de supererogación” (“acción ejecutada sobre
o además de la obligación”, Larousse). Lucas 17:10 refuta esta falsa
teoría. 1 Cor. 4:7, “¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido?” Nadie debe exaltarse a sí mismo por sus logros religiosos. 1
Cor. 9:15, “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme;
porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”.
Nadie puede merecer el cielo.
La palabra
“inútiles” no significa que su servicio no valía (2 Tim. 2:21), sino que
nuestro servicio nunca podría ser “excesivo” o digno de alabanza especial
como servicio más allá de su deber.
Este texto
es uno de los favoritos de los que promueven la “gracia sola” o la “fe
sola”, pero hay un detalle que deben tomar muy en serio. Según el
calvinismo, el que no hace nada sino que solamente confía en Cristo
es el verdadero cristiano e hijo de Dios, pero si el siervo de Cristo que
hace absolutamente todo lo que el Señor requiere es salvo por
gracia, ¿cuál será la esperanza de aquel que no hace nada? Si
el que hace todo es inútil, ¿qué será el que no hace nada? Si el
evangélico meditará sobre esto un poco, le quitará el sueño.
Desde
luego, Jesús, como nuestro Amo, es muy benévolo y bondadoso hacia nosotros
(19:17-19, etc.), pero no por eso debemos olvidar que esos favores son la
expresión de su gracia. Nosotros, por nuestra parte, debemos evitar la
jactancia. Por fieles que seamos, no es posible poner a Dios bajo
obligación a nosotros. Aun el que recibió los cinco talentos y trajo otros
cinco no podía jactarse, porque solamente aprovechó lo que había
recibido de otro (Mat. 25:16, 20). No podía ser más que un “buen
siervo y fiel”.
17:11
Yendo Jesús a Jerusalén
(9:51; 13:22), pasaba entre Samaria y Galilea.
12 Y al entrar en una aldea, le salieron
al encuentro diez hombres leprosos, --
Véase 5:12, Notas, para una
descripción de la lepra. Estos no podían entrar en los pueblos, pero
frecuentemente se encontraban cerca de las puertas mendigando pan. Dice
Juan 4:9 que “judíos y samaritanos no se tratan entre sí”, pero estos diez
leprosos estaban unidos en su miseria. En un sentido todos los afligidos
son “hermanos”, reducidos al mismo nivel.
-- los
cuales se pararon de lejos –
Porque estaban inmundos, Lev. 13:45; Núm. 5:2; 2 Reyes
15:5. Esto bien ilustra cómo el pecado hace inmundos a todos. Estaban
aislados. El pecado nos separa de Dios (Isa. 59:1, 2).
17:13
y alzaron la voz,
(era difícil hacer esto, porque la lepra hizo daño a la voz) diciendo:
¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! – Probablemente sabían
del leproso de 5:12 y tal vez otros (Mat. 11:5). No era necesario
especificar lo que querían porque su condición era muy obvia; no
simplemente pedían pan. Alzaron la voz para pedir ayuda porque creían que
Jesús les podía limpiar de la lepra. No lo hicieron en voz baja. Alzaron
la voz como hombres desesperados, pues no había remedio humano para esa
aflicción (2 Reyes 5:7).
17:14
Cuando él los vio, (Jesús
siempre estaba listo a sanar) les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes
(Lev. 13:1-6;14:1-32; Luc. 5:14). Ya fueron limpiados de la lepra por
Jesús, pero era necesario que el sacerdote los examinara y darles un
certificado de su limpieza legal, para que pudieran volver a sus
familias.
-- Y
aconteció que mientras iban
(mostrando su fe por su obediencia, Sant. 2:18), fueron
limpiados. –Si no hubieran ido como Jesús mandó, no habrían recibido
la limpieza. Así fue con Naamán el leproso sirio. Si no hubiera descendido
al Río Jordán, según el mandamiento del profeta Eliseo, no habría sanado
de su lepra (2 Reyes 5:10-14). De la misma manera somos limpiados del
pecado al cumplir con el mandamiento de Jesús (Mar. 16:16; Hech. 2:38).
Si estos
leprosos hubieran sido instruidos por muchos pastores y evangelistas sobre
la “fe sola”, habrían tenido un debate allí en el camino sobre la
necesidad de “ir”. Bien podrían haber argumentado, “Pero, no conviene eso,
porque no seremos limpiados por obras sino por la fe sola. Mejor quedarnos
parados aquí en el camino simplemente creyendo en Jesús para que
desaparezca la lepra, y luego como señal de nuestra limpieza
podemos ir”. Si esto no suena razonable, ¿por qué se cree razonable,
lógico y bíblico, enseñar que cuando Jesús manda el bautismo para ser
salvos (Marcos 16:16) o para tener los pecados perdonados (Hech. 2:38), no
debe ser obedecido? ¿Cuál es la diferencia entre el “ir” y el “bautizarse”?
Si el ir no es obra, tampoco lo es el
bautismo.
17:15
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando
a Dios a gran voz, --
El v. 13 dice que “alzaron la voz” para pedir ayuda y éste,
al ser limpiado de la lepra, “a gran voz” (sin duda con voz más fuerte)
glorificó a Dios. Es muy normal alzar la voz a Dios para pedir sus favores,
pero ¿alzamos la voz también para agradecerle y alabarlo por su
misericordia cuando conseguimos nuestras peticiones?
17:16
y se postró rostro en tierra a sus pies
(podía acercarse porque sabía que ya
no era leproso), dándole gracias; y éste era samaritano. – Ningún
judío hubiera esperado que algún samaritano odiado tendría gratitud
hacia un judío. Era un extranjero que no sabía nada de las grandes
bendiciones que los judíos recibían de Dios, pero en este caso el
samaritano era el único que expresó gratitud.
17:17
Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los
nueve, ¿dónde están? –
Seguramente eran muy felices. Ya podían regresar con sus
familias. Sin lugar a dudas eran muy alegres, pero no
agradecidos. Eran de los peores ingratos. ¿Esperaban para ver si la
limpieza era verdadera y duradera? ¿Pensaban regresar después para
agradecer a Jesús? ¿Pensaban que sin la ayuda de Jesús habrían sanado con
el tiempo? ¿Dieron gloria al sacerdote que les dio el certificado de
limpieza? ¿Pensaban que cualquier rabí pudiera haberlo hecho? ¿Ya estando
limpios otra vez no querían asociarse con aquel samaritano que volvió a
Jesús para darle gracias?
¿Dónde
estuvieron? En la profunda miseria y aflicción. ¿Dónde están ahora?
Felices pero no agradecidos. ¿Dónde estarán en el juicio final?
17:18
¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? --
En esta ocasión,
como en la parábola del buen samaritano (Luc. 10:25-37) la conducta de un
samaritano expuso la mala actitud de los judíos. El samaritano alzó la voz
para pedir y alzó la voz para dar gracias. Los demás alzaron la voz para
pedir, pero no dieron gracias ni en voz baja. “Los nueve” representan la
ingratitud hacia las buenas obras de Jesús. También representan a los
“millones” que a diario reciben vida, salud y múltiples bendiciones de la
mano de Dios pero son como los animales que no levantan el rostro hacia el
cielo para dar gracias a Dios. ¿Dónde están los nueve? Estuvieron muy
cerca del Gran Médico cuando estuvieron afligidos, pero ahora que están
sanos están ausentes. En su aflicción los nueve gritaban a Cristo; y
cuando les limpió, ¿alzaron la voz otra vez para expresar su gratitud? No.
Simplemente callaron.
Otros ejemplos de ingratos: Gén. 31:6, 7;
38-42; 40:14, 23; Exodo 17:1-4; 2 Sam. 15:6, 30. Dice el Salmo 103:2,
“Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios”.
Salmo 116:12, “Qué daré al SEÑOR por todos sus beneficios para conmigo?” 2
Cor. 9:15, “Gracias a Dios por su don inefable”.
17:19
Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado (sanado, LBLA). –
El verbo
sozo se traduce “salvar” y
también “sanar”, pero ¿por qué decir a éste que “tu fe te ha
sanado”? Si solamente tuvo en mente la sanidad, ¿por qué no dijo “la
fe de ustedes, los diez leprosos, les ha sanado”?
17:20
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les
respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, --
con “señales visibles”,
LBLA. No vendría con manifestaciones políticas (Mat. 12:19), con la
organización de un ejército y campañas militares, con la delineación de
fronteras, etc. Jn. 18:36; 2 Cor. 10:3-5; Efes. 6:10-19.
17:21
ni dirán: Helo aquí, o helo allí
(así se hablaba de falsos cristos, Mat. 24:23, 24;
compárese Hech. 5:36, 37); porque he aquí el reino de Dios está entre
vosotros. – Esta expresión puede significar que el reino estaba en
medio de ellos porque Cristo el Rey estaba con ellos, o mejor, puede
referirse a la naturaleza espiritual e interna del reinado de Cristo (Jn.
18:36). Sin embargo, esta expresión no significa que el reino es meramente
la condición espiritual del corazón. No es simplemente una buena
disposición. Jesús no dice que el reino entra en el hombre, sino que el
hombre entra en el reino, Jn. 3:5.
17:22
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los
días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. –
En medio de persecución y tribulación
(Mat. 24:9-13; Luc. 21:12-19) desearían su presencia personal como
Libertador. Compárese 19:43, 44, “vendrán días sobre ti, cuando tus
enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te
estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no
dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu
visitación”.
17:23
Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. –
Jesús sabía que vendrían
falsos “cristos”. Compárese Mat. 24:23-27. Dice el v. 26, “Así que, si os
dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los
aposentos, no lo creáis”. Entre el tiempo de la ascensión de Cristo al
cielo y la destrucción de Jerusalén en el año 70 había varios que se
levantaron para engañar al pueblo judío (y aun a algunos de los cristianos,
Mat. 24:24). Véase Hech. 5:36, 37.
17:24
Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del
cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. –Mat.
24:27, 28, "Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra
hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre".
Cristo no vino a escondidas, sino en la forma más abierta y pública,
como el relámpago, ver. 27, cuando trajo los ejércitos de Roma. Los
versículos 30, 31 dicen: "Así será el día en que el Hijo del Hombre se
manifieste. En aquel día el que esté en la azotea, y sus bienes en
casa, no descienda a tomarlos". No se puede negar que "aquel día" se
refiere a la destrucción de Jerusalén, porque “el que esté en la azotea”
cuando Cristo venga la segunda vez no puede hacer nada. “Todos
seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán
incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Cor. 15:51, 52).
La venida
final de Cristo será como el relámpago, pero esta profecía no se
refiere a la segunda venida de Cristo, porque Luc. 17:23, 24 dice lo mismo
que Mat. 24:26, 27 y Mat. 24:34 dice, "no pasará esta generación hasta que
todo esto acontezca". Es obvio que hay varios versículos de Luc. 17 que
son iguales a versículos en Mateo 24. Luc. 17:36 – Mat. 24:37; Luc. 17:35
– Mat. 24:41; Luc. 17:36 – Mat. 24: 40; Luc. 17:37 – Mat. 24:28. Hay
varios versículos en Mateo 24 y textos paralelos que son apropiados para
describir algún aspecto de la segunda venida de Cristo, pero tienen su
aplicación primaria en la venida de Cristo en el año 70 para castigar
a los judíos.
Es obvio,
pues, que el juicio sobre Jerusalén en el año 70 era tipo del
juicio final. Por eso, las referencias a los días de Noé y Lot, etc. se
pueden aplicar a los dos eventos.
17:25
Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta
generación. – Esto
indica que la predicción del versículo anterior se refiere a la venida de
Cristo en la persona de los romanos para destruir la ciudad de Jerusalén.
No está diciendo que tendrá que sufrir y ser desechado antes de su
segunda venida en el fin del mundo. Desde luego, esto es muy cierto,
pero se refiere a su sufrimiento antes de la destrucción de Jerusalén que
fue el castigo que los judíos recibieron por haber rechazado a Cristo.
Muchos textos bíblicos hablan del rechazamiento del evangelio y del reino
de Cristo: Luc. 23:18-21; Juan 19:15; Hech. 3:13-15; 7:51, 52; 13:46;
28:25-28, etc.
17:26
Como fue en los días de Noé,
(Gén. 6:5-8) así también será en los días del Hijo del Hombre. 27
Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, (es decir,
continuaban en todas las actividades normales de esta vida terrenal
sin hacer caso de las advertencias de Noé acerca del diluvio venidero. El
pueblo simplemente no podía creer que vendría tal catástrofe, porque día
con día todo seguía igual. Dice el apóstol Pedro en su segunda carta, 3:3,
“En los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias
concupiscencias, 4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?
Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas
permanecen así como desde el principio de la creación. 5 Estos ignoran
voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de
Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua
subsiste, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; 7
pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la
misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la
perdición de los hombres impíos”.
--
hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó
a todos (Gén.
7:6-24). Los descendientes de los antediluvianos abundan en la tierra
ahora.
17: 28
Asimismo como sucedió en los días de Lot;
(Gén. 18:20—19:25) comían, bebían,
compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 mas el día en que Lot
salió de Sodoma, llovió (Gén. 19:24, “Entonces Jehová hizo llover
sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los
cielos”) del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. – 2 Ped.
2:5, 6; Judas 7, 14, 15 habla de la iniquidad de Sodoma y del juicio de
Dios sobre ellos. Obsérvese que Jesucristo habla de Noé y de Lot y
estos acontecimientos como históricos. No hablaba de fábulas o
leyendas.
17:30
Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. –
Así era cuando Cristo vino en la
persona del general de los ejércitos de Roma para poner sitio a la ciudad
de Jerusalén en el año 70 del primer siglo, y así será en su segunda
venida. Como ocurrió en los días de Noé y Lot, así será cuando Cristo
vuelva. Los hombres estarán llevando a cabo los negocios del día y
haciendo planes para el día de mañana sin tomar en cuenta las promesas y
amenazas del Señor. Muchos textos hablan de esto: Mat. 24:44; Luc. 12:39;
1 Tes. 5:1-3; 2 Ped. 3:10, 11; Apoc. 3:3; 16:15. Será día de castigo, 2
Tes. 1:6-10.
17:31
En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda
a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. --
Mat. 24:16, “entonces los que
estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no
descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no
vuelva atrás para tomar su capa”;
Mar. 13:15-16; Luc. 21:21. Luc. 21:32 dice “En verdad os digo que no
pasará esta generación hasta que todo {esto} suceda” (lo mismo que Mat.
24:34).
17:32 Acordaos de la mujer de Lot.
-- Gén. 19:17, “Escapa por tu vida; no mires tras ti. 26 Entonces la
mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal”.
Así fue que aparte de la destrucción de la ciudad, también se destruyó la
esposa, porque su corazón todavía estaba en Sodoma y miró atrás y llegó a
ser monumento de las consecuencias de la desobediencia.
En estos textos paralelos Lucas
habla de Noé y Lot y dice, "Así será el día en que el Hijo del
Hombre se manifieste. En aquél día el que esté en la azotea, y sus
bienes en casa, no descienda a tomarlos". Por lo tanto, Noé y Lot
sirvieron de ejemplos para los discípulos de aquel tiempo, y seguramente
sirven de ejemplos para nosotros. Además, aparte de estar preparados para
la segunda venida de Cristo, debemos estar listos para la muerte, porque
cuando la muerte nos sorprenda, es el fin del mundo para nosotros.
17:33
Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda,
la salvará. -- En
varias ocasiones Jesús dijo esto: Mat. 10:39; 16:25; Mar. 8:35; Luc. 9:24;
Jn. 12:25.
17:34
Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado,
y el otro será dejado. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una
será tomada, y la otra dejada. 36 Dos estarán en el campo; el uno será
tomado, y el otro dejado. –
En todos los juicios de Dios ha habido (y siempre habrá)
separación de personas que parecen semejantes, pero los fieles
serán separados de los infieles: cuando el diluvio, la destrucción de
Sodoma y Gomorra, la destrucción de Jerusalén, y seguramente cuando venga
el juicio final. Se refiere a la separación de los preparados de entre los
no preparados cuando Jerusalén fue destruida, pero es ilustración muy apta
de la separación final (véase Mat. 25:31-46).
Este
lenguaje se ha adaptado para enseñar la teoría fantasiosa del “rapto
secreto”. Se dice que Cristo vendrá para “arrebatar” a los justos para que
escapen de “la gran tribulación” que durará siete años, y que después de
esos siete años, descenderá con todos los justos, los arrebatados y los
resucitados, para reinar por mil años en Jerusalén. Tales teorías son
puras fábulas, sin base alguna en las Escrituras. El único arrebatamiento
del cual la Biblia habla se describe en 1 Tesal. 4:13-18 pero los
arrebatados no estarán con Cristo por siete años sino para siempre y Pablo
no dice nada de “gran tribulación”, ni de “Armagedón”, etc.
17:37
Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? El les dijo: Donde estuviere el
cuerpo, allí se juntarán también las águilas. --
Este es un proverbio conocido:
"dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas
(los buitres, LBLA)". Los zopilotes son atraídos por el cuerpo muerto.
Jerusalén estaba muy corrupta -- como un cuerpo muerto -- y, por eso,
atraía su propia destrucción. Así será también en el fin del mundo, la
corrupción de los que viven en pecado atraerá su castigo.