19:1 Habiendo
entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un
varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico -
la Biblia no dice ni
implica que Zaqueo había ganado su riqueza por medios fraudulentos o
extorsioncitas.
19:3
procuraba ver quién era Jesús; --
Jn. 12:21. Obviamente había oído mucho de El. ¿Sabía
que uno de los apóstoles, Mateo, había sido publicano? ¿Había oído de la
parábola del fariseo y el publicano?
-- pero
no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. –
Como dice Barclay, “Para él,
mezclarse con la multitud era algo que requería valor, porque más de uno
buscaría la oportunidad de darle un golpe o patear o empujar a este
pequeño publicano. Eran una oportunidad que no se podía dejar pasar. Ese
día Zaqueo podía resultar lleno de moretones y lastimaduras. No podía ver
– la multitud se deleitaba en estorbárselo”.
19: 4
Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro
(“La morera-higuera”, ATR) para
verle; porque había de pasar por allí. – Zaqueo es un buen ejemplo de
cómo vencer obstáculos y desventajas. También es buen ejemplo de lo que
los hombres importantes y famosos deberían estar dispuestos a hacer para
acercarse a Jesús. Jesús dice (Mat. 7:7), “buscad y hallaréis”. ¿Qué
habríamos hecho para poder ver a Jesús?
19:5
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo:
Zaqueo, -- Nadie
tuvo que decirle su nombre; El conoce los nombres de todos y también donde
viven, cuál es su ocupación, etc. Aun conoce los pensamientos de los
hombres, Jn. 2:24, 25; Mat. 9:4; 12:25; 22:18; 24:25; Mar. 2:8; 5:30;
Luc. 5:22; 6:8, 9:47. Estos textos muestran claramente que Jesús era
Dios omnisciente aquí en la tierra. Algunos de los que profesan
ser predicadores del evangelio puro y miembros de la iglesia de Cristo
enseñan que aquí en la tierra Jesús nunca usó, nunca exhibió, nunca
manifestó ningún atributo divino! Tales hombres deben dejar de
predicar a Cristo. ¿Cómo pueden cuando ellos mismos no lo conocen?
-- date
prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6
Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos
murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. –
Para ellos si un
hombre era publicano, era por eso un pecador.
19:8
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de
mis bienes doy a los pobres; --
Algunos eruditos dicen que Zaqueo está defendiéndose de la
murmuración de la gente, afirmando que su práctica era dar la mitad de sus
ganancias a los pobres (pero las versiones que usamos no dicen “ganancias”
sino “bienes”). Otros concluyen que la palabra doy, tiempo presente,
ha de entenderse como futuro; es decir, que desde ese momento eso sería su
práctica. Dice “doy”; no dice que ya había dado la mitad de sus bienes (propiedades)
a los pobres, sino que en ese momento estaba decidido a hacerlo.
-- si
en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. –
Dice “se lo devuelvo”,
tiempo presente, pero si él creía no era culpable de tal práctica, ¿por
qué mencionarla? Parece que está diciendo que desde ese momento eso sería
su práctica, porque en algunos textos la palabra si significa
“puesto que” (compárese Fil. 2:1; 4:8). Compárese la ley de Ex.
22:1, “Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por
aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas”. Si la
mayor parte de la riqueza de Zaqueo se hubiera ganado de manera
fraudulenta, no le habría sido posible devolverlo cuadruplicado.
¿Cuántas
personas arrepentidas toman en cuenta la restitución? No hay otra cosa que
muestre más claramente el arrepentimiento verdadero. Por ejemplo, el
hombre que haya robado dinero, se arrepiente y se bautiza para perdón de
pecados, ¿no tiene obligación alguna de pagar lo que robó? “Pero, ya lo
gasté todo”. ¿Por eso, queda libre de obligación?
¿Herodes
no estaba obligado a devolver a la mujer que había robado de su hermano?
Muchas personas que se casan, se divorcian y se vuelven a casar, piensan
que sólo tienen que “arrepentirse” y luego pueden quedarse con la segunda
(o tercera o cuarta) mujer. ¿Dios acepta esto? Mat. 19:9; Rom. 7:2, 3.
19:9
Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él
también es hijo de Abraham. –
Era de las ovejas perdidas de Israel a quienes Jesús fue
enviado (Mat. 10:5, 6; 15:24).
19:10
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
– Mat. 18:11; 1 Tim.
1:15; Luc. 15.
19:11
Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto
estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se
manifestaría inmediatamente. – Es decir, visiblemente. 17:20, 21.
Creían que al llegar el reino de Cristo, los romanos serían expulsados y
que los judíos serían grandemente bendecidos. Jesús habla esta parábola
para refutar tales esperanzas vanas. El establecimiento del reino de
Cristo no sería un gran triunfo para los judíos como nación o raza.
19:12
Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino
– Dan. 7:13, 14 es una profecía que describe lo que pasó cuando Jesús
ascendió al Padre después de su resurrección: “le fue dado dominio, gloria
y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su
dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será
destruido”. Esta profecía se cumplió cuando Jesús ascendió al Padre y
envió al Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés (Hech.
2:1-4) para predicar el evangelio de salvación. Pedro mismo explica que de
esa manera Cristo estaba reinando sobre el trono de David, Hech. 2:29-36.
Por eso,
Jesús no iba a establecer un reino que “se manifestaría inmediatamente”
como los judíos esperaba, porque su reino no es de este mundo (Jn. 18:36).
Su reino fue establecido el día de Pentecostés (Mat. 3:2; Mar. 9:1; Luc.
24:49; Hech. 1:4, 5, 8; 2:1-4, 16, 17.) Por eso, Su iglesia fue
establecida el día de Pentecostés (Hech. 2:47). Jesús había dicho,
“edificaré mi iglesia” (Mat. 16:18) y comenzando el día de Pentecostés el
Nuevo Testamento habla de la iglesia como ya existente (Hech. 2:47; 5:11;
8:3, etc.)
-- y
volver. – Se refiere
a la segunda venida de Cristo. Esta parábola dice que habría un intervalo
entre el tiempo cuando el “hombre noble” se fue para recibir su reino y el
tiempo de su retorno, pero implica que no será de mucha duración. En
realidad puede regresar en cualquier momento (1 Tes. 5:1-3).
19:13 Y llamando a diez siervos suyos, les
dio diez minas, (moneda que correspondía a 100 dracmas) y les dijo:
Negociad entre tanto que vengo. – El sueño dorado de los judíos era
de que al venir el Mesías para expulsar a sus enemigos, ellos podrían
llevar una vida tranquila e inactiva, como en los días de Salomón
cuando “Judá e Israel vivieron seguros, cada uno bajo su parra y bajo su
higuera” (1 Reyes 4:25). No esperaban a un Rey que no estaría físicamente
presente con ellos, y no estaban pensando en tener que “negociar” con sus
bienes hasta que regresara.
Los
siervos de Cristo deben trabajar hasta que El vuelva. “Negociad” con el
propósito de aumentar el valor de lo que recibieron. ¿Cómo “negociar” en
el servicio de Cristo? Serle fieles, trabajando en su reino para llevar
fruto para la gloria de Dios (Jn. 15:8).
19:14
Pero sus conciudadanos (ciudadanos, LBLA) le aborrecían, --
Aparte de sus siervos el Rey tiene
“ciudadanos”, súbditos que deben someterse a El.
-- y
enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre
nosotros. – Esto
indica que Jesús sería rechazado por los judíos. Gritaron “No tenemos más
rey que César” (Jn. 19:15) y “No escribas: Rey de los judíos” (Jn. 19:21).
Por extensión sus enemigos incluyen al mundo entero de los desobedientes.
Los que desobedecen a Cristo simplemente no quieren que El reine sobre
ellos. Muchos de los desobedientes no están entregados a los vicios
comunes, sino que simplemente quieren hacer su propia voluntad. Quieren
hacer lo que quieren hacer. Quieren usar su tiempo, su dinero, su energía,
sus talentos, etc. como les conviene a ellos. Por ejemplo, el
primer día de la semana es el día del Señor, pero los desobedientes
quieren usar el día para sí mismos, descansando, pescando, paseándose,
visitando amigos y parientes, etc. Estos son tan rebeldes como los más
viciados. Tienen esto en común: no quieren que el Señor reine sobre ellos.
19:15
Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él
a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que
había negociado cada uno. –
Antes de juzgar y castigar a los enemigos él llama a los
suyos a dar cuenta de su mayordomía. 1 Ped. 4:17, el juicio comienza por
la casa de Dios.
19:16
Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
(El fiel y diligente
cristiano de mucha habilidad) 17 El le dijo: Está bien, buen siervo;
por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
18 Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. –
(El fiel y diligente cristiano de menos habilidad) 19 Y también a éste
dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20 Vino otro, diciendo: Señor,
aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; -- Creía
que el no hacer mal era suficiente. 21 porque tuve miedo
de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y
siegas lo que no sembraste. –
Le acusa de aprovecharse de sus siervos, recibiendo
beneficios de su trabajo sin tomarlos en cuenta. Sin embargo, el
tratamiento de los siervos anteriores (vv. 17, 19) desmiente esta
acusación.
Tal
acusación contra Jesús sería totalmente absurda; ¿quién podría, con
honestidad, acusarle de tal cosa? Este hombre representa a los siervos
infieles que echan la culpa de su negligencia y desobediencia sobre otros.
No quiere ser fiel pero no quiere aceptar que es infiel y siempre quiere
justificarse a sí mismo.
En toda época y en todo
país las excusas sobran. Véanse 9:59-61; 14:18-20-
19:22
Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que
yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no
sembré; -- Podría
ser pregunta o dicho con sarcasmo. Seguramente tal acusación no describe a
Cristo en ningún sentido. 23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en
el banco (o sea, con los cambistas), para que al volver yo, lo
hubiera recibido con los intereses? 24 Y dijo a los que estaban
presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
25 Ellos le dijeron: Señor, tiene diez
minas. 26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al
que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
(Mat. 13:12; Mar. 4:25; Luc. 8:18)
– Si no queremos perder lo que tenemos, hay que utilizarlo bien y
siempre avanzar y lograr más. El pecado de no hacer es tan
condenable como los de hacer la maldad. Sant. 4:17.
19: 27
Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre
ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí. –
El rey que fue rechazado volverá con
poder para juzgar. Esto fue cumplido primero en la destrucción de
Jerusalén, la cual era tipo del juicio final. Este juicio suena severo
pero en realidad no se puede comparar con el castigo en el infierno
mencionado tantas veces por Jesús y los apóstoles.
19:28
Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que
llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los
Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de
enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual
ningún hombre ha montado jamás; --
Compárense Núm. 19:2; Deut. 21:3; 1 Sam. 6:7. Véase 1 Reyes
1:33-35, “montad a Salomón mi hijo en mi mula”.
--
desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo
desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. –
Es posible que esto indique
que Jesús ya había hecho este arreglo, pero también es enteramente posible
que esto sea otra manifestación de su
omnisciencia.
19:32
Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33 Y
cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el
pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. –
La entrada triunfal de Jesús
estaba bien planificada.
19:35
Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino,
subieron a Jesús encima. –
Jesús era el Rey de los judíos.
Como dijo el profeta Zacarías (9:9),
“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he
aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un
asno, sobre un pollino hijo de asna”. Pero Jesús no entró en la ciudad
como militar para conquistar a los romanos. Éstos no enviaron soldados
para evitar la entrada triunfal de Jesús. No lo temieron. No creían que
era amenaza para ellos. Más bien, el Cordero de Dios que quita los pecados
del mundo (Jn. 1:29) voluntariamente y con toda valentía se acerca a los
que iban a clavarlo en la cruz.
19:36
Y a su paso tendían sus mantos por el camino.
(2 Reyes 9:13) 37 Cuando llegaban
ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los
discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas
las maravillas que habían visto, -- Estas eran señales que confirmaban
que El era el Mesías (Luc. 4:18; 7:21).
19:38
diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el
cielo, y gloria en las alturas! –
Jn. 6:14, 15; Deut. 18:15. Creían que ahora seguramente
Jesús ocuparía su trono como el esperado y anhelado Mesías. Estos no
hablaban de la paz que Jesús trae al mundo pecador. ¿Dónde estuvieron
éstos cuando muchos gritaron, “¡Crucifíquele!”? ¿Es posible que algunos de
estas personas que
19:39
Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro,
reprende a tus discípulos. –
Eran muy orgullosos y celosos. Querían que el pueblo
solamente alabaran a ellos. No les gustó nada la fama e influencia de
Cristo sobre el pueblo. Pilato sabía que por la envidia le había entregado
(Mat. 27:18).
19:40
El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras
clamarían. – Jesús
sabía que no haría lo que la multitud esperaba. Entonces, ¿por qué entró
en la ciudad de esta manera? Para cumplir la profecía acerca de cómo el
Mesías iba a entrar la ciudad (Sal. 118:26; Zac. 9:9). Jesús confesó
públicamente que El era el Hijo de David, el Mesías, delante de los
líderes de los judíos, Luc. 22:66-71. Esta verdad llegó a su colmo en la
inscripción en la cruz (Luc. 23:38).
En cuanto
a la entrada tan pública de Jesús, recuérdese que según Jn. 11:57 había
“precio” sobre la cabeza de Jesús. En tal caso cualquier otro hubiera
entrado la ciudad a escondidas, pero Jesús entró de la manera más pública
para manifestarse como el Mesías.
19:41
Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
(la palabra usada por Lucas
indica profunda tristeza, 7:38. Compárense Mat. 23:37; Jn. 11:35. Hay
contraste aquí entre la jubilación de la multitud y las lágrimas de Jesús
(B-S). Lloró sobre Jerusalén porque, siendo Dios, podía ver claramente la
destrucción de Jerusalén descrita aquí y en 21:20-24
como si fuera historia en lugar de profecía.
19:42
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que
es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. – Hech. 3:17,
“Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también
vuestros gobernantes”. 1 Cor. 2:8. Sin embargo, no conocían porque no
querían. Mat. 23:37.
19:43
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado
(Jesús predice el
sitio formal), y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y
te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti
piedra sobre piedra, -- 17:20-37; 21:5-36; Mat. 24; Mar. 13.
Estas
palabras de Jesús suenan como las de los profetas (Isa. 29:3; 37:33; Ezeq.
4:1-3) que hablaron acerca de la destrucción de Jerusalén por los
babilonios.
-- por
cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. –
Dios descendió del cielo para
“visitarles” y no lo conocían.
19:45
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y
compraban en él, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración;
mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. –
Jesús hizo esto dos veces. Jn. 2:14:22
registra la primera vez y los sinópticos registran esta segunda vez. Mat
21:12; Mar. 11:15. No
entró en el lugar santo. El templo (santuario) no era sitio donde la gente
se congregara para adorar como lo hace la iglesia ahora. Solamente
entraban en el lugar santo los sacerdotes; Jesús no entró porque no era
sacerdote según el orden de Aarón, (era de la tribu de Judá). Tampoco
entró Jesús en el lugar santísimo (solamente el sumo sacerdote entraba, y
éste solamente una vez por año). En el templo había varios atrios, pero la
palabra templo (hieron)
incluía los atrios y cámaras, etc., todo lo que estaba encerrado dentro de
la muralla del templo. En el atrio de los israelitas solamente entraban
varones israelitas. Había también atrio de las mujeres, y el atrio de los
gentiles. El atrio de los gentiles era el sitio ocupado por los
vendedores. En este atrio entraba cualquiera. Por lo tanto, los gentiles
estaban completamente despreciados por el negocio escandaloso de los
judíos avaros. Mar. 11:16, Jesús “no consentía que nadie atravesase el
templo llevando utensilio alguno”; esto indica que esta parte del templo
había llegado a ser una vía pública para cargar utensilios de aceite,
vino, etc. ¿Qué esperanza había de que los gentiles creyentes (p. ej.,
Cornelio) pudieran adorar a Dios?
-- y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas
de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; -- Lev.
14:22; Luc. 2:24, sacrificio ofrecido por los pobres. Esta práctica
comenzó como una práctica inocente de beneficio para los que venían de
lejos al templo, y no era práctico traer animales y palomas, pero abrió la
puerta para los avaros y llegó a ser una condición escandalosa como
descrita aquí. Ahora en lugar de recibir beneficio, los pobres eran
víctimas de la avaricia de los vendedores. El impuesto del templo era
medio ciclo y los peregrinos tenían que cambiar su dinero para pagarlo.
¿Por qué los
echó fuera? ¿Por qué volcó las mesas de los cambistas? Porque eran hombres
fraudulentos (ladrones) que cobraban doble o triple por las palomas. ¿Por
qué no las compraban en otra parte? Porque tenían que ser sin defecto, y
los “inspectores” rechazaban las palomas que se compraban en otra parte,
de esta manera obligándoles a comprar en el templo. Tenían que ofrecer
sacrificios “autorizados” por los “ladrones”. Todos (los sacerdotes,
oficiales del templo, comerciantes) estaban involucrados en la
conspiración de robar la gente. Fue un verdadero monopolio.
Jesús entró,
pues, en su propia casa y la limpió. Era la pascua y El quitaba la vieja
levadura (1 Cor. 5:8). En esto vemos el poder y autoridad de Jesús. Cf.
Juan 18:6. Habló con voz de autoridad, voz de mando.
¿Por qué no
lo resistieron? Jesús tuvo el derecho de hacerlo; la conciencia de los
culpables les condenaba (si es que todavía tenía conciencia). También la
gente apoyaba a Jesús (esto ocurrió después de la entrada triunfal),
porque sabían que Jesús era, por lo menos, un profeta y creían que un
profeta tenía mucha autoridad.
21:13 y
les dijo: Escrito está: -- otra vez vemos la fuerza de las Escrituras.
Jesús siempre citaba textos bíblicos. Esto indicaba que Dios Mismo era su
autoridad.
-- Mi
casa, casa de oración será llamada (“mi casa será llamada casa de
oración para todos los pueblos”, Isa. 56:7); mas vosotros la habéis
hecho cueva de ladrones. – Hay gran contraste entre “casa de oración”
y “cueva de ladrones”. Compárense 2 Cor. 2:17; Ezeq. 34:2; 1 Tim. 6:5; 2
Ped. 2:3. Así es hoy en día. El mundo religioso hace mercadería del
evangelio. Muchos pastores y evangelistas enfatizan lo material mucho más
que lo espiritual.
La práctica
de los judíos que profanaban el templo es repetida ahora por muchas
iglesias: La Iglesia Católica Romana tiene sus reliquias sagradas, cintas
con inscripciones, velas de colores, crucifijos decorados, botellas con
agua santa (agua del Jordán). Los evangélicos (1) hablan sin cesar de
ofrendas, de diezmos, de recaudar fondos para su salario y sus proyectos
(tienen número incalculable de ofrendas especiales); en cuanto al diezmo,
cualquier estudiante sincero (como los de Berea, Hech. 17:11) sabe que el
diezmo pertenece a la ley de Moisés (Lev. 27:30-34; Núm. 18:21; Deut.
14:22-29, etc.) pero los líderes religiosos lo imponen sobre sus
feligreses como si fuera ley de Cristo; (2) venden pasteles, tacos,
tamales, ropa, etc. para sufragar gastos; (3) piden ayuda de los
comerciantes (y de todos en la calle); (4) venden pañuelos y otros
artículos “ungidos” (bendecidos) por el pastor; (5) los televangelistas
animan a la gente a escribir sus enfermedades, etc. en un papel para
enviárselos, siempre con su ofrenda, para que oren por ellos; (5) en las
campañas usan tácticas psicológicas de las más vergonzosas para sacar
dinero de la gente; (6) venden discos, casetes, y toda clase de literatura
(como “Atalaya” y “Despertad”); (7) todos saben de los juegos de bingo y
rifas de las iglesias católicas, pero los evangélicos tienen sus rifas
también; (8) celebran fiestas y programas de toda clase con orquestas,
coros y toda clase de diversión, compitiendo con el teatro mundano, etc.
(la lista es interminable). (Algunos de estos puntos tomados del estudio
“Mercaderes del sectarismo” por Dewayne Shappley H.).
Recuérdese
siempre la actitud de Jesús ante tales actividades. Jn. 2, “15 Y haciendo
un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos”. Como Pablo dice en
Rom. 16:18, “no sirven a nuestro Señor Jesucristo sino a sus propios
vientres” y como dice Judas 11, “se lanzaron por lucro en el error de
Balaam”.
¿Qué enseña
la Biblia? 1 Cor. 16, “2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros
ponga aparte algo, según haya prosperado”; 2 Cor. 9, “7 Cada uno dé como
propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama
al dador alegre”. Léase 2 Cor. 8:1-5 para ver el espíritu generoso que
Dios quiere ver en sus hijos.
19:47
Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los
escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Y no
hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso
oyéndole. –
“Presenta a toda la nación (excepto los líderes en el versículo 47)
pendientes de las palabras de Jesús como si estuvieran suspendidos en el
aire, una atención arrebatada que enfurecía a estos mismos líderes” (ATR).
Procuraban
matarle pero no pudieron hacerlo porque aunque su tiempo se acercaba,
todavía no había llegado.