20:1 Sucedió un
día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio,
llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, --
un comité o grupo
oficial del Sanedrín o Concilio. Ahora empiezan los cinco debates
principales entre Jesús y los líderes religiosos.
20:2
y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o
quién es el que te ha dado esta autoridad? –
Estos hombres augustos sí tenían
autoridad, pues representaban la Corte Suprema del pueblo. Tenían a su
cargo el control y regulación de los asuntos del templo. Tenían el derecho
de pedir los credenciales de cualquier maestro. Tenían la obligación de
probar a los que profesaban ser profetas (Deut. 13:1-3; 18:22). ¿Acaso
querían estos líderes proteger al pueblo de un falso maestro? Desafiaron a
Jesús, pues, que dijera al pueblo con qué autoridad El hacía “estas cosas”
(aceptar la alabanza de los que clamaban que El era el Hijo de David,
limpiar el templo, sanar gente, enseñar).
Estos
líderes reconocían la gran influencia que Jesús tenía con la gente (Mar.
11:18; Luc. 19:48) y, sin duda, querían convencer al pueblo que Jesús
obraba sin autoridad alguna. También, como siempre, le hacían preguntas
con la esperanza de que pudieran acusarle de blasfemar.
20:3
Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta;
(Jesús frecuentemente
contestaba preguntas con preguntas, Mat. 12:11; 15:3) respondedme: 4
El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? --
Toda doctrina y práctica
religiosas deben ser examinadas con esta pregunta: ¿es del cielo o de los
hombres? Desde luego, hay una infinidad de doctrinas y prácticas
religiosas que no son del cielo, porque son mandamientos de los hombres
(15:9). Al hablar Jesús del “bautismo de Juan” se refería al ministerio de
Juan. Tal vez los líderes de los judíos hubieran aceptado el bautismo de
Juan como otro lavamiento (otro acto de purificación), pero eso no fue el
problema. No querían aceptar la predicación de Juan sobre la necesidad del
arrepentimiento para seguir a Jesús de Nazaret como el Mesías.
¿Qué tuvo
que ver el bautismo de Juan con la pregunta de los judíos sobre la
autoridad de Jesús? Las dos cosas están íntimamente conectadas. Juan
testificaba claramente que Jesús era el Mesías y que era mucho más grande
que él. Por lo tanto, si los judíos admitieran que el ministerio de Juan
era autorizado por Dios, tenían que admitir que Jesús era el Mesías. Pero
al rechazar a Juan cuando todo el mundo lo tenía por profeta, estos
oficiales demostraban su prejuicio y ceguedad. También rechazaron los
designios de Dios (Luc. 7:29,30). Por lo tanto, ¿con qué propósito debería
Jesús contestar la pregunta de ellos acerca de la autoridad? Obviamente no
eran competentes para juzgar el tema
20:5
Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá:
¿Por qué, pues, no le creísteis? 6 Y si decimos, de los hombres, todo el
pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. –
¿Qué discutían? ¿La
verdad? ¿Querían saber la verdad? ¿Querían saber si Juan era profeta o no?
Buscaron su propia conveniencia. Jesús les puso en un dilema y cualquier
respuesta que le hicieran no les habría servido bien. "Si decimos, del
cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?" lo que dijo acerca de
Cristo. No podían aceptar que Juan fue enviado
por Dios, sin admitir lo que Juan decía acerca de Jesús.
No temieron
a Dios, sino solamente al pueblo. La única cosa importante para ellos era
su propia conveniencia. Tenían que defender a toda costa su posición como
líderes del pueblo. Luc. 20:6, "nos apedreará". Era asunto serio. El
pueblo no tuvo miedo de apedrear a sus oficiales.
20:7 Y
respondieron que no sabían de dónde fuese. –
Estos oficiales contestaban cualquier
pregunta religiosa, acerca de la ley y las tradiciones; estaban obligados
a saber.
20:8
Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas
cosas. –
Ellos podían
inspeccionar credenciales humanos, pero eran totalmente incapaces de
juzgar credenciales divinos. Por ser tan carnales, no estaban nada
preparados para juzgar cosas espirituales.
20: 9
Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: --
Esta es una de las parábolas de Jesús
que son alegorías, pues los personajes de la parábola representan a
ciertas personas.
--
Un hombre plantó una viña,
(compárese Isa. 5:1-2) la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho
tiempo. 10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le
diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le
enviaron con las manos vacías. 11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos
a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías12
Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera,
herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi
hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. 14 Mas los
labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero;
venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. 15 Y le echaron fuera
de la viña, y le mataron. Isa. 5:1-11 habla de esta viña que Dios
había plantado. A través de los años Dios envió a sus siervos los profetas,
esperando recibir fruto de su viña, pero fueron perseguidos (Mat. 23:34;
Luc. 6:23). Por último envió a su Hijo y lo crucificaron. El v. 19 dice
que “comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola.
-- ¿Qué,
pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos
labradores, y dará su viña a otros. – El primer cumplimiento de esta
profecía fue en el año 70 del primer siglo, pero se cumplirá en sentido
completo en el Día Final.
Jesús habla
primero de la viña del Señor (Isa. 5), y entonces deja esa figura y en los
siguientes versículos habla de la construcción de un edificio. En las dos
figuras El habla del rechazamiento del Mesías por los judíos. Pablo emplea
estas dos figuras en 1 Cor. 3:9.
--
Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! – “¡Que no suceda!”
(Lacueva).
20:17
Pero él, mirándolos,
("fijamente" LBLA) dijo: ¿Qué, pues, es lo
que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a
ser cabeza del ángulo (Sal. 118:22)? –
este salmo está citado también en Hech. 4:11;
Rom. 9:33; 1 Ped. 2:7) –
Esta enseñanza era para el Sanedrín, los
líderes del pueblo, pero también para todo el pueblo. "¿Nunca leísteis en
las Escrituras?" "¿Ni aun esta escritura habéis leído"? (Mar. 12:10). Al
hacerles esta pregunta era como si Jesús hubiera dicho, "Ustedes se jactan
de su conocimiento, ¿no han leído el Sal. 118:22?" La piedra principal no
solamente es parte integral del fundamento que apoya el edificio, sino
también la piedra que unificaba las paredes y da forma a todo el edificio.
Todas las demás piedras del edificio tienen que ajustarse y acomodarse a
la piedra principal. Los judíos rechazaron a Cristo, el Personaje más
importante del mundo.
Jesucristo
siempre apelaba a las Escrituras: Mat. 4:4, 7, 10; 12:3; 19:4; 21:16;
22:29, 40; Luc. 4:21; 6:3; 10:26; 24:44; Jn. 5:39; 10:35; etc. Estas son
las Escrituras del Antiguo Testamento, las Escrituras de los judíos (Rom.
3:2). Las Escrituras de los judíos estaban compuestas de veintidós libros,
el número que corresponde al alfabeto hebreo (juntaron varios libros en un
libro; por ejemplo, los libros de Samuel y Reyes), pero los treinta y
nueve libros del Antiguo Testamento nuestro y los veintidós libros del
Antiguo Testamento de los judíos son los mismos. Jesús apeló, pues, a la
misma autoridad que los judíos aceptaban y, por lo tanto, estaban
obligados a aceptar lo que El les decía, basándose en las Escrituras, pero
los principales sacerdotes y fariseos no solamente rechazaron a Juan el
bautista y a Cristo, sino que también ignoraron (rechazaron) sus propias
Escrituras. Los escribas y "doctores de la ley" estaban obligados a
explicar esta profecía y su cumplimiento, pero ¿qué habían dicho sobre
ella? La pregunta de Jesús indica que la ignoraban porque no le daban
importancia. Ellos eran los edificadores del templo de Dios, pero
ignoraban el plano del Arquitecto, y rechazaron la piedra principal del
fundamento.
Sal. 118:22,
23. Esta profecía precede el texto que dice "Bendito el que viene en el
nombre de Jehová". Durante "la entrada triunfal" de Jesús, el pueblo citó
el Salmo 118:26, pero no entendieron el Sal. 118:22. "El que viene en el
nombre de Jehová" es "la piedra que desecharon los edificadores" que "ha
venido a ser cabeza del ángulo". Pedro citó este mismo texto cuando
predicó al sanedrín (Hech. 4:11) y cuando escribió su primera carta (2:7).
En el mismo texto (ver. 6), citando Isa. 28:16, Pedro dice, "He aquí pongo
en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que
creyere en él, no será avergonzado". La principal piedra del ángulo para
un templo tiene que ser piedra enorme, muy especial (escogida), preparada
(elaborada y probada) y, por lo tanto, muy preciosa (costosa, de gran
precio). Esta piedra gobierna todos los ángulos y líneas del edificio. La
profecía del Sal. 118:22 habla del concepto que los líderes de los judíos
tenían del reino, un concepto que no incluyó a Jesucristo. Los principales
sacerdotes y fariseos se representan como edificadores que tratan de
levantar las paredes del templo de Dios, pero en lugar de ser arquitectos
peritos como Pablo (1 Cor. 3:10), eran más bien edificadores ineptos
porque no pudieron unir las piedras en la esquina por haber rechazado la
piedra principal del ángulo que estaba preparada (cortada) especialmente
para ese propósito. La piedra del ángulo es la piedra principal del
fundamento, pero los judíos estaban resueltos a construir el templo de
Dios sin la piedra del ángulo. Esta piedra tan importante estaba delante
de sus ojos. Podían verla todos los días, pero optaron por rechazarla y
seguir en su esfuerzo de construir el templo de Dios sin esa piedra
principal del fundamento.
20:18
Todo el que cayere sobre aquella piedra,
(el que persista en su rebelión contra
Cristo)
será
quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
(“moler hasta volver en polvo”,
ATR), figura de la devastación realizada en el juicio final.
-- El que
creyere, no se apresure -- ("no será perturbado", LBLA). Dice
Pedro, "no será avergonzado". No huirá avergonzado porque su fe está bien
fundada. No estará decepcionado. El fin para los que tropiezan en esta
piedra (los desobedientes) ha sido, es y siempre será la tristeza amarga.
A
través del libro de Mateo se han visto claramente las razones por las que
esta "piedra" fue rechazada. La rechazaron por lo humilde de Jesús (Mat.
13:55-57), porque El condenó sus tradiciones (Mat. 15:1-12), porque El
condenó su hipocresía (Mat. 23), porque le tenían envidia (Mat. 27:18),
etc.
Sin
embargo, los líderes de los judíos no solamente rechazaron a Jesús, sino
que también querían acabar con El; querían eliminarlo completamente para
que la gente no le viera ni oyera más y para que El dejara de molestarles.
Pero al rechazarlo ellos hicieron precisamente lo que no querían hacer; es
decir, lo establecieron como la piedra principal del ángulo. Dios vindicó
esa piedra rechazada (Cristo) haciéndole la cabeza del ángulo, porque
cuando Cristo murió y resucitó al tercer día para ser nuestro Salvador,
entonces ascendió a su trono a la diestra de Dios para ser "Señor y
Cristo". Cuando los judíos crucificaron a Jesús por manos de los romanos,
cumplieron el plan de Dios de que Jesús fuera el sacrificio por los
pecados del mundo, y luego cuando ascendió al cielo llegó a ser nuestro
Sumo Sacerdote o Mediador (Hech. 13:27; Heb. 4:14-15; 7:15-28; 9:11-28).
Cristo
es la perfecta piedra del ángulo porque como todas las piedras son unidas
por la piedra del ángulo, así también en Cristo están reconciliados
(unidos) todos en un cuerpo (Efes. 2:14-16).
-- El
Señor ha hecho esto. -- Cuando los judíos crucificaron a Cristo, ellos
solamente pensaron hacerle mal, pero la muerte de Jesús ocurrió para
efectuar la salvación del mundo. La cruz de Cristo es el fundamento de Su
reino o iglesia (Hech. 2:22-24; 3:17, 18).
-- Y es
cosa maravillosa a nuestros ojos. -- Todo aspecto del plan glorioso de
Dios para nuestra redención es maravilloso.
20:19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano
en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta
parábola; pero temieron al pueblo. –
Compárese Mat. 21:41, 45. Se condenaron a sí mismos,
admitiendo que aquellos
labradores (que representaban a ellos mismos) eran “malos” y que deberían
ser destruidos. Esto es precisamente lo que les pasó en el año 70 d. de JC
cuando los romanos sitiaron la ciudad de Jerusalén, la quemaron y
destruyeron a muchos judíos.
Jesús ya
había explicado uno de los propósitos de las parábolas (13:13), pero aquí
vemos otro propósito; es decir, al oír estas parábolas, los líderes de los
judíos “entendieron que hablaba de ellos” y, desde luego, tenían razón.
20:20
Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de
sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del
gobernador.
-- -
"consultaron" ("deliberaron", LBLA);
querían formular alguna estrategia eficaz como lo hacen los militares para
derrotar a sus enemigos. Lucas 20:19 agrega que "los principales
sacerdotes y los escribas" estaban involucrados en esta maniobra;
("sorprenderle", "pagideuo,
entrampar, poner lazos o trampas", WEV). Los fariseos no descansarían
hasta que hubieran crucificado a Jesús. Quedaban bien asustados por la
fama e influencia de Jesús después de la resurrección de Lázaro (Jn.
11:48-53), y estaban resueltos a acabar con esa amenaza a su poder sobre
el pueblo. Además estaban enfurecidos por las parábolas en las que Jesús
pintaba una imagen tan clara de la conducta y condenación de ellos.
Algunos
abogados tratan de enredar a los testigos para que éstos se contradigan y
desacrediten su testimonio. No les hacen preguntas para obtener
información, sino para proponerles dilemas de los cuales no pueden
escapar. Tales interrogadores exigen que el testigo conteste sus preguntas
con una sola palabra, que sí, o que no, cuando muchas veces no es posible
responder así. Tales preguntas no se hacen con sinceridad, sino para poner
trampas.
20:21
Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas
rectamente, que siempre decía lo correcto)
y que no haces acepción de persona (literalmente, que no se fijara
en el rostro de nadie, que decía la misma cosa a todos), sino que
enseñas el camino de Dios con verdad (que era sincero, que decía lo
que pensaba, EGT) –
“De esta manera, su veracidad irreprochable, su exhibición
verídica del ‘camino de Dios’, su desatención a la oposición humana y a
las distinciones de rango y poder, rasgos distintivos de carácter que
deberían provocar admiración, trataron de usar como instrumentos para su
destrucción” (JWM).
20:22
¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? -- –
La palabra “dilema” se define de la
siguiente manera: “Argumento que presenta al adversario una alternativa de
dos proposiciones tales que resulte confundido cualquiera que sea la
suposición que escoja” (Larousse); es decir, cualquier respuesta a tal
argumento no será favorable para el que responda, sino que le dejará
involucrado en problemas de alguna clase. Hablando en forma general,
cuando uno confronta un dilema, no hay salida buena. Algunos hablan de los
dos “cuernos” de un dilema; los discípulos de los fariseos querían
“colgar” a Jesús en uno de los cuernos del dilema propuesto por ellos.
Querían que Jesús les diera una sencilla respuesta de que sí o que no,
pero Jesús no cayó en su trampa; no había dilema para El. ¿Cuáles fueron –
según el plan de ellos – las dos alternativas o opciones de Jesús?
(1) Que si
contestara que sí deben pagar los impuestos, entonces iba a perder
su popularidad, porque los judíos, siendo súbditos de los romanos, tenían
que pagarles impuestos, pero de muy mala gana. Si Jesús hubiera dicho que
sí es necesario pagar los impuestos, entonces los fariseos le habrían
acusado de traidor a la nación de Israel, y habrían enfatizado que el
verdadero Mesías nunca habría dicho tal cosa porque al contrario éste
quitaría el yugo de Roma. Gamaliel dijo que “se levantó Judas el galileo,
en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo”, Hech. 5:37.
Esto ocurrió “en los días del censo” que tuvo que ver con la imposición de
impuestos romanos que causó tanto resentimiento entre los judíos. La
oposición al impuesto romano fue la causa de otra insurrección de los
judíos en el año 66 d. de J. C., de la cual resultó la destrucción de
Jerusalén en el año 70. Entonces, “Si respondía afirmativamente, se
estaría alejando de una gran cantidad de judíos devotos y patriotas” (GH).
(2) Que si
contestara que no deben pagar los impuestos, entonces los
herodianos habrían ido directamente a Pilato con esas noticias y éste, en
turno, habría enviado soldados de una vez para prender a Jesús como
sedicioso y alborotador. Los judíos le acusaron falsamente (Luc. 23:2,
“que prohíbe dar tributo a César”). Jesús no prohibió tal cosa.
Los fariseos
creían, pues, que cualquier respuesta dada por Jesús le sería muy
problemática, sea con los judíos o con los romanos. Es lo que fariseos
deseaban. Para ellos no había otra alternativa. Creían que podían pintar a
Jesús como rebelde contra Roma o, de otro modo, como traidor contra la
nación de Israel. Lo que ellos ignoraban era que verdaderamente había otra
alternativa, porque los judíos podían someterse a los romanos y pagar los
impuestos y al mismo tiempo mantener su fidelidad a Dios. Los cristianos
tienen la misma alternativa (Rom. 13:1-7; 1 Ped. 2:13-17).
20:23
Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
– --
Jesús mostró en esta oportunidad
exactamente lo que significa ser no solamente “sencillos como palomas”,
sino también “prudentes como serpientes”. Estaba dispuesto a contestar
esta pregunta importante (muchos judíos sinceros querían saber la
respuesta), pero antes de contestarla, era necesario exponer la hipocresía
y malicia de los fariseos. Su fingida admiración de Jesús era hipocresía,
y su fingida lealtad a César (Jn. 19:15) también era hipocresía.
En varias
ocasiones Jesús demostró su omnisciencia al manifestar que El sabía
los pensamientos de la gente (Mateo 9:4; 12:25; 22:18; Luc. 5:22; 11:17);
por eso, estaban sin excusa estos que llegaron a Jesús fingiendo la piedad
y proponiendo una pregunta tan capciosa.
20:24
Mostradme la moneda. – --
la moneda romana de plata con la cual se paga el impuesto romano. Mar.
12:15, “Traedme la moneda para que la vea”; o más bien, para que
ellos se fijaran en ella, porque esa misma moneda llevaba prueba
irrefutable de lo que Jesús iba a decir en ese momento. Jesús, el perfecto
Maestro, otra vez les dio una lección objetiva. Compárense Mat. 18:2;
21:19; Jn. 13:5, etc.
-- ¿De
quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo
que es de Dios. --
La palabra “dar” es “apodidomi
… entregar de vuelta, devolver , pagar lo que se debe”. El dinero
que usaban los judíos era de César; por lo tanto, deberían devolvérselo.
Sin embargo, la imagen de Dios está grabada en nosotros mismos (Gén. 1:26,
27) y, por lo tanto, debemos devolver nuestra vida a El (ver. 37). Estaba
grabada en la moneda la imagen de la cabeza de César, y la inscripción
decía, “Tiberio César, el hijo Augusto del Augusto Divino”. Los fariseos
no querían ni siquiera mencionar la inscripción tan odiosa a los judíos,
porque proclamaba la divinidad del emperador. La respuesta de Jesús quiere
decir que “había de negarle la honra divina que el emperador pretend`´ia
merecer y que sólo es debida a Dios … el emperador debe recibir lo que le
es debido, no debe recibir más que eso; eso es, no debe recibir el honor
divino que pretende. Al mismo tiempo, Dios debe recibir toda la
gloria y el honor” (GH).
La moneda
con su inscripción daba prueba de que el gobierno romano estaba
establecido en esa tierra. Los judíos usaban la moneda romana, y aceptaban
los beneficios ofrecidos por el gobierno romano, pero no querían pagar el
impuesto. Lo que Jesús les dijo implicaba que si los judíos usaban el
dinero de César, era justo que pagaran el impuesto a César, pero agrega
que debemos dar a Dios lo que es de Dios, afirmando así la soberanía
absoluta de Dios. (Además, la practica de
devolver a Dios lo que es de Dios destruye la idolatría).
Esta
enseñanza se explica más ampliamente en Rom. 13:1-7 y 1 Ped. 2:13-17. El
gobierno civil ha recibido la autoridad que tiene de Dios, Jn. 19:11. Los
“testigos” del Atalaya enseñan que no se puede saludar la bandera de su
patria, pero en esto como en muchas otras cosas demuestran su rebelión
contra la palabra de Dios. El único problema para la conciencia del
cristiano sería que el gobierno exigiera algo que contradijera la voluntad
de Dios y en ese caso el cristiano tiene que ser fiel a Dios, cueste lo
que cueste (Hech. 4:19; 5:29).
No había,
pues, ningún dilema para Jesús. La primera parte de su respuesta
agradó a los herodianos y la última parte de su respuesta agradó a los
judíos.
20:26
Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que
maravillados de su respuesta, callaron. –
Se maravillaron de que Jesús descubriera
inmediatamente la trampa de ellos, de que escapara tan fácilmente del
supuesto dilema propuesto por ellos, de que no promoviera la revolución
contra los romanos aunque El mismo pensaba establecer su reino, y de que
El no fuera afectado por la lisonjería. Seguramente en ese momento se
acabó la esperanza de muchos judíos de que Cristo fuera el Mesías militar
tan deseado.
20:27
Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber
resurrección, --
Hech. 23, “8 Porque los
saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu”. Desde
luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb. 1:14) y
no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la
resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las
Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Ex. 3:6; Ecl. 12:7;
Zac. 12:1; 1 Tes. 5:23; Sant. 2:26, etc.).
-- le
preguntaron, 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de
alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case
con ella, y levante descendencia a su hermano. (Deut. 25:5) 29
Hubo, pues, siete hermanos; -- “dos maridos hubieran sido suficientes
para demostrar el punto de vista de los saduceos. Pero siete hacen que la
historia sea más interesante y podría hacer que la historia de la
resurrección resultase aun más absurda” (GH).
-- y el
primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30 Y la tomó el segundo, el cual
también murió sin hijos. 31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y
murieron sin dejar descendencia. 32 Finalmente murió también la mujer.
33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los
siete la tuvieron por mujer?
– –
Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y
probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin
lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun
para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la
resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos
cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de
sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico.
Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deut. 25:5 de
alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.
20:34
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y
se dan en casamiento; 35 mas los que fueren tenidos por dignos de
alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan,
ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir, pues son
iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la
resurrección. -- Mateo
22:29 “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las
Escrituras y el poder de Dios”. Si los saduceos hubieran “leído” este
texto de las Escrituras (Ex. 3:6, 15, 16; 4:5; Gén. 26:24; 28:13), habrían
aprendido que Abraham, Isaac y Jacob aún viven, pues ni siquiera
los saduceos afirmarían que Dios es Dios de los muertos. ¿No habían leído
Ex. 3:6; Sal. 16:9-11; Dan. 12:2, 3? ¿No creían que 1 Reyes 17:22; 2 Reyes
4:35; 13:21 hablan de la resurrección literal del cuerpo?
Ignoraban
las Escrituras, y torcían las que usaban. Deut. 25:5 obligaba a los
israelitas a perpetuar las familias de cada tribu. Dios no quería que
desapareciera el nombre (linaje) de ningún israelita, pero no había nada
en esa ley que enseñara o implicara que habría matrimonio después de la
muerte porque la vida eterna significa que ya no habrá muerte. En esta
vida el matrimonio es necesario porque los hombres mueren y es necesaria
la procreación para reemplazar a los muertos, pero “en la resurrección ni
se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios
en el cielo”. Los saduceos mostraban su ignorancia de las Escrituras
cuando enseñaban que si hubiera resurrección, las relaciones humanas
tendrían que continuar como aquí en la tierra. Es cierto que Jesús aclara
bien esta cuestión, pero las Escrituras del Antiguo Testamento no
enseñaban tal doctrina. Los saduceos mostraban su ignorancia, pues, porque
“introducen una premisa falsa, una que es absolutamente ajena a Moisés, es
decir, que en el otro mundo, las mismas condiciones prevalecen que existen
en este mundo” (RCHL).
Los
“mormones” cometen el mismo error que los saduceos porque enseñan el
matrimonial celestial. Practican “matrimonios de templo para tiempo y
eternidad”. Son saduceos modernos. (Los testigos del Atalaya también son
saduceos porque niegan la existencia del espíritu). Los mormones enseñan
que la relación matrimonial continúa en la vida eterna para multiplicar la
raza humana. Por esa razón se casan en su templo para solemnizar el
matrimonio para la eternidad, no solamente con una mujer sino con varias.
(Véanse Doctrinas y convenios, sección 132; también Mormonism –
Shadow or Reality? 455sig.,; 475, sobre las ceremonias en el templo).
(De esta doctrina carnal de los mormones, se puede concluir lógicamente
que la “esperanza” de la devota mormona es la de estar eternamente
embarazada).
También los
saduceos ignoraban el poder de Dios, suponiendo que si hubiera
resurrección Dios tendría que resucitar al cuerpo con las mismas
características que tiene en este mundo. En esto estaban equivocados,
porque en la resurrección seremos como los ángeles. No habrá matrimonio
porque ya no habrá “varón y hembra” (Gén. 1:27), y no se casan para tener
hijos porque nadie muere. En la resurrección abandonamos tales
características humanas y tendremos las cualidades de espíritu que
pertenecen a los ángeles de Dios.
Luego, por
su propia autoridad, Jesús afirma explícitamente que “en la
resurrección ni se casan ni se darán en casamiento, sino serán como los
ángeles de Dios en el cielo”.
20:37
Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en
el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de
Isaac y Dios de Jacob.
(Ex. 3:6) 38 Porque Dios no es Dios de muertos, sino
de vivos, pues para él todos viven. – El texto que Jesús citó es del
“Pentateuco, el mismísimo libro que los saduceos estimaban superior a
todos los demás” (GH).
20:39
Respondiéndole algunos de los escribas
(que eran fariseos y creían en la resurrección),
dijeron: Maestro, bien has dicho. –
Si los patriarcas viven, entonces hay vida después de la
muerte, pero el espíritu no está completo sin cuerpo. Cuando el hombre
muere está sin cuerpo y por eso “desnudo”, pero “no quisiéramos ser
desnudados, sino revestidos” (2 Cor. 5:3, 4). Los saduceos no podían
refutar este argumento. Tuvieron que admitir que la prueba de la
existencia del espíritu humano aparte del cuerpo era prueba también de la
realidad de la resurrección (JWM).
20:40
Y no osaron preguntarle nada más. –
De esta manera terminaron los interrogantes. ¿Para qué
seguir preguntándole si cada vez que le hicieron preguntas quedaron
avergonzados? Sus preguntas revelaron que no eran sinceros, pero en
realidad esto ayudó la causa de Cristo. Las controversias entre Cristo y
los líderes religiosos eran pruebas intelectuales. Jesús había hecho
muchos milagros en Galilea y aun en Judea para dar amplia evidencia de que
El es el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31). Con razón, pues, en estos días
finales de su vida daba prueba de su superioridad de conocimiento,
intelectualidad y capacidad como debatista.
20:41
Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42
Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi
Señor: Siéntate a mi diestra, 43 Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies.
(Sal. 110:1) –
Este lenguaje indica que el Hijo de
David sería el Señor, con poder, honor y gloria (Hech. 2:34; Efes. 1:20)
hasta que tuviera a sus enemigos bajo sujeción (Sal. 2:9,12; Heb. 10:13; 1
Cor. 15:25). Todos los enemigos de Cristo que se levanten contra El serán
sojuzgados.
20:44
David, pues, le llama Señor;
(por eso, el Mesías tenía que estar en existencia en
ese entonces) ¿cómo entonces es su hijo?
-- Esta es una
pregunta sencilla, pero tenía significado profundo. Si el Cristo era el
hijo de David y al mismo tiempo el Señor de David, entonces tuvo que ser
no solamente humano, sino también divino. Nació de mujer (del linaje de
David) pero, siendo Dios, era Señor y Maestro.
Jesús ya
había confundido a los fariseos y saduceos y ahora El mismo tomó la
ofensiva haciéndoles una pregunta que no se atreverían a contestar. Lo
hizo para exponer su ignorancia del significado de las profecías del
Antiguo Testamento, para humillarlos y, de esa manera, para disminuir la
confianza que la gente tenía en ellos como guías. También les hizo esta
pregunta para hacerles reconocer la naturaleza verdadera del Mesías; es
decir, que el Hijo de David era superior a David mismo, porque su
descendiente era su Señor. Esta pregunta no es exactamente como la de Mat.
16:13, " ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" No pregunta
qué dicen o qué piensan de Jesús (su persona, su obra), sino "¿Cuál es
vuestra opinión sobre el Cristo (el Mesías)?" (LBLA), mayormente en cuanto
a su genealogía.
Tiene que
ver con el concepto de la gente de su Mesías venidero. Es una pregunta
específica: "¿De quién es hijo?" Contestaron, "de David" (Mat. 1:1; 2 Sam.
7:13; Sal. 78:68-72; 89:3, 20-37). El Mesías es Personaje divino.
Los judíos no creían esto, y no querían creerlo. Solamente querían un
Mesías político, un rey nacional, que venciera a sus enemigos y exaltar en
toda manera posible a la nación de Israel, devolviéndola a la gloria que
gozaba bajo el reinado de David y Salomón. Por lo tanto, aunque Jesús
hacía muchos milagros, el pueblo no quería creer en su divinidad. Sin
embargo, la gente sí llamaba a Jesús "Hijo de David", Mat. 9:27; 12:23;
15:22; 20:30; 21:9.
20:45
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los
escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en
las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros
asientos en las cenas; --
Pues ensanchan sus filacterias, --
(“Hebreo, ‘señal’, ‘recuerdo’).
Interpretando literalmente Ex. 13:9, 16; Dt. 6:8; 11:18, se escribían en
tiras de pergamino algunos preceptos de la ley; estos preceptos se
encerraban en cajitas que eran atadas al brazo izquierdo o a la frente con
filacterias o lazos. Jesús criticó que los fariseos hicieran las
filacterias llamativamente anchas (Mt. 23:5).Mucha gente piadosa de su
tiempo llevaba las filacterias no sólo para la oración, sino durante todo
el día … llegaron a convertirse en una especie de amuletos contra toda
clase de amenazas y por ello Cristo echa en cara a los fariseos el hecho
de que ‘ensanchen tanto sus filacterias’, o sea, que extreman la
celebración externa de los actos de piedad” (Dicc. V-E). (Deut. 6:6, 8
dice, “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; …
8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre
tus ojos”.
-- y
extienden los flecos de sus mantos; --
Núm. 15, “38 Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas en
los bordes de sus vestidos” (también Deut. 22:12, “Te harás flecos en las
cuatro puntas de tu manto con que te cubras”). Estos servían para recordar
al pueblo de su relación con Dios y sus leyes, que ellos eran su pueblo
escogido, pero la ley no especificaba lo largo de los flecos. Los
fariseos, movidos por el orgullo y el deseo de ser reconocidos como muy
piadosos, alargaban los flecos. De esa manera, en lugar de cumplir el
propósito original de Dios, llegaban a ser exhibición de su orgullo y su
deseo de ser alabado por los demás.
23:6 y
aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas, -- (Mar. 12:38, 39; Luc. 11:43; 14:78-11; 20:46). Este
problema existía en la iglesia también (Sant. 2:1-4).
23:7 y
las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis padre
vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en
los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo. –
La explicación de Jesús identifica el mal de llevar títulos
como el usurpar a Dios como Padre y a Cristo como Maestro. Desde luego,
hay maestros en la iglesia (Hech. 13:1; Heb. 5:12; 1 Tim. 3:2; 2 Tim.
1:11), y por implicación Pablo se refiere a sí mismo como el padre de los
corintios (1 Cor. 4:15), pero lo que se condena es el uso de títulos
religiosos. Pablo nunca se refiere a sí mismo como Padre Pablo, y
nunca llamó a los otros apóstoles el Padre Pedro o el Padre Juan, mucho
menos el Reverendo Padre fulano de tal. El uso de tales títulos entre los
que profesan ser seguidores de Cristo es innegablemente una marca de
apostasía.
20:47
que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones;
éstos recibirán mayor condenación. --
Las "casas" de las viudas significa su
propiedad y posesiones. Lucas dice que los fariseos eran "avaros" (Lucas
16:14). En Mat. 23:14 se ve un ejemplo de esa avaricia. Significa que
ellos defraudaban a las viudas. Éstos conspiraban con los hijos de sus
madres viudas para ganar la herencia (HLB). Convencían a las viudas y a
otros pobres a entregar la administración de su propiedad a ellos como
guardianes y luego se aprovechaban de este arreglo para defraudarles.
Entonces para evitar que los tales sospecharan su conducta perversa, se
dedicaban a largas oraciones (hasta tres horas de duración, incluyendo el
tiempo de meditación) (AB).
Los escribas
y fariseos eran típicos de todo el comercialismo en el mundo religioso.
Después de los primeros siglos se desarrolló el sistema comercial de la
iglesia romana. La iglesia mormona es riquísima, más rica que muchas
empresas principales de Los Estados Unidos. Los testigos del Atalaya
abusan de todos sus "publicadores" y otros, no pagándoles por su trabajo,
sino exigiendo cada vez más ventas para enriquecer la organización. Los
televangelistas defraudan a sus feligreses de multiplicados millones de
dólares. Televisan fotos de niños hambrientos, moscas y familias sin casas
para pedir dinero, pero los directores de estos proyectos viven en
mansiones y llevan vidas de puro lujo. Todos los tales darán cuenta al
Señor por los abusos de la religión de Cristo (1 Tim. 6:5).