El gran clímax de la obra de Jesús en
la tierra es su resurrección y ascensión al cielo. Jesús “fue declarado
Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección
de entre los muertos” (Rom. 1:4). 1 Cor. 15:16, “Si los muertos no
resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra
fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que
durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos
en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
24:1
El primer día de la semana, --
Los cuatro escritores (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) dicen
“el primer día de la semana”. El v. 13 dice que “el mismo día” los dos
discípulos iban a Emaús. Entonces el v. 21 dice que “hoy es ya el tercer
día que esto ha acontecido”. Por lo tanto, “el primer día”, “el mismo día”,
era el “tercer día”. Además, el “tercer día” equivale a “después de tres
días” (Mat. 27:63, “después de tres días”; v. 64, “hasta el tercer día”).
En este día Jesús resucitó. Por eso, la iglesia de Cristo se reúne el
primer día para adorar a Dios. Hech. 2:47, la iglesia fue establecida el
primer día de la semana; Hech 20:7, los discípulos celebraban la cena del
Señor el primer día de la semana; 1 Cor. 16:2, y ofrendaba el primer día
de la semana.
-- muy
de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que
habían preparado (23:56; tenían prisa porque “En este clima en
particular, la descomposición del cuerpo era muy rápida”, GH), y
algunas otras mujeres con ellas. (No dice que vinieron “gozosas”.
Todavía estaban muy tristes). 2 Y hallaron removida (corrida, FL)
la piedra del sepulcro -- Mat. 28:2, “Y hubo un gran terremoto;
porque en ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la
piedra, y se sentó sobre ella”. Esta gran piedra (Mar. 16:4) era una rueda
que corrió en una ranura y cubrió la entrada del sepulcro. Se rodaba a la
izquierda para abrirse, pero el ángel la quitó de su ranura y se sentó
sobre ella.). No quitó la piedra para que Jesús saliera, sino para que la
gente pudiera ver que la tumba estaba vacía. El cuerpo resucitado de
Cristo no fue impedido ni por paredes o puertas (v. 36) ni por esta piedra.
24:3 y
entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. –
¿Cómo se explica la tumba vacía?
(1)¿Que
Jesús no estaba muerto? ¿Qué no murió sino que se desmayó? Recuérdense los
detalles: fue azotado, sus manos y pies fueron clavados a la cruz, y su
costado fue abierto con lanza. También recuérdese que Jesús no fue
sepultado por los discípulos, sino por José y Nicodemo (miembros del
Concilio de los judíos). ¿Quién puede creer que estos hombres eminentes
sepultarían a un hombre vivo?
(2) ¿Los
apóstoles robaron el cuerpo? En primer lugar, ¿con qué propósito lo
hubieran robado? ¿Qué harían con un cuerpo muerto? Si hubieran dicho que “resucitó”,
la gente habría preguntado, ¿dónde está? Pero véase Mat. 27:62-66. Los
judíos hicieron todo lo posible por evitar esto. La tumba estaba sellada,
una gran piedra fue puesta a la entrada del sepulcro y, por último, una
guardia romana vigilaba el sepulcro. Mat. 28:2, 3, 11, la experiencia de
los guardas confirmó que los apóstoles no robaron el cuerpo. El v. 11 dice
que “unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los
principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido”; es decir,
les contaron la verdad de lo que ocurrió (versículos 2, 3). Después, ya
pagados por los judíos, contaron la mentira de que “sus discípulos
vinieron de noche, y lo hurtaron”. Lo absurdo de este testimonio se ve
también en el hecho de que “lo hurtaron, estando nosotros dormidos”. ¿Se
acepta el testimonio de los que testifican de lo que pasó cuando estaban
dormidos? Por eso, no sólo los discípulos, sino también los romanos y
judíos estaban bien enterados de la tumba vacía.
(3) ¿Los
judíos quitaron el cuerpo? Recuerde Mat 27:62-62, lo querían en el
sepulcro. ¿Con qué propósito lo hubieran quitado? ¿Sin la ayuda de los
soldados?
(4) ¿Era
la resurrección de Jesús una mera alucinación (imaginación) de los
apóstoles? ¿Todos tenían la misma alucinación? ¿Durante 40 días?
(5) ¿Los
apóstoles eran muy crédulos? ¿Tanto querían la resurrección que se
convencieron de una mentira? Cuando las mujeres que habían visto a Jesús
lo contaron a los apóstoles, “les parecían locura las palabras de ellas”
(Luc. 24:11). ¿Eran crédulos? ¿Querían creer que Jesús resucitó? Todo lo
contrario. Creían que era un caso perdido. Luc 24:21, “Pero nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora,
además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”.
Recuérdese el caso de Tomás, Jn. 20:24-28. Pero en lugar de dañar su
testimonio esto les ayuda. Eran hombres confusos y tímidos, sí,
pero eran hombres humildes, sinceros, de carácter bueno y noble. De esto
nunca hubo duda.
¿Es
competente su testimonio? Estaban con El por más de tres años, día y noche.
Oían sus enseñanzas, y veían sus milagros. Y luego, cuando resucitó de
entre los muertos les apareció durante 40 días. 1 Cor. 15:5-8; Hech.
10:40, 41. Por último, los apóstoles eran testigos de la ascensión
de Jesús, Hech. 1:9-11.
(6) Muchos
propagan mentiras por la recompensa material, pero ¿qué ganaron los
apóstoles? ¿Se hicieron ricos? Hech. 3:6, “No tengo plata ni oro”.
(7) ¿Los
apóstoles dieron su vida por una mentira? ¿Cómo se explica que fueron
azotados, encarcelados y aun muertos por su testimonio? Nunca se
retractaron de su testimonio. La resurrección era el tema central de la
predicación de los apóstoles, a través de Hechos de los Apóstoles. ¡Es la
esperanza de nosotros!
24:4
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a
ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;--
Mat. 28:3, 5, un ángel; Marcos 16:5,
un joven; Juan 20:12, dos ángeles. Obviamente no hubo conspiración entre
los escritores para decir la misma cosa. El énfasis no se pone sobre
cuántos ángeles, sino en lo que decía uno de ellos o lo que decían
los dos. Aparecieron como “varones”. La Biblia no habla de ángeles “femeninos”,
ni de ángeles “niños”.
24:5 y
como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron
(no necesariamente hablaron
los dos las mismas palabras al mismo instante; uno de ellos podía hablar
por los dos (Mat. 28:5-7): ¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive? – Esta es una de las preguntas más significativas que
jamás se haya hecho.
24:6
No está aquí, sino que ha resucitado. –
Dios resucitó a Cristo, Mat. 16:21;
17:23; 26:32; Rom. 6:4; 8:11; pero también era acto de Cristo mismo (Mar.
9:31; Luc. 18:33; Jn. 10:17, 18).
--
Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, 7 diciendo:
Es necesario (vv. 7,
26, 46) que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres
pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. (Mat.
16:21; 17:22-23; 20:18-19; Mar. 8:31; 9:31; 10:33-34; Luc. 9:22; 18:31-33)
24:8
Entonces ellas se acordaron de sus palabras, --
No solamente recordaron sus palabras,
sino que ahora las podían interpretar correctamente. Cuando Jesús las
hablaba “en Galilea”, no podían conectar la profecía con la realidad, pero
ahora sí podían.
24:9 y
volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a
todos los demás. –
Habían pensado que después de ungir el cuerpo de Jesús, saldrían llorando
y lamentando su muerte, pero imagínese el gozo que sentían al contar
“estas cosas” a los apóstoles. En ese día sobraron “las especias
aromáticas que habían preparado”. 10 Eran María
Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas,
quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
24:11
Mas a ellos les parecían locura
(disparates, LBLA; como un delirio, FL; un desvarío, VM)
las palabras de ellas, y no las creían. – Obviamente las mujeres
habían tenido alguna experiencia interesante y tal vez extraordinaria,
pero los apóstoles creían que ellas se dejaban llevar por las emociones.
Para ellos hasta ese momento la resurrección de Jesús simplemente no era “razonable”.
Con razón cuando “se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a
la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no
habían creído a los que le habían visto resucitado” (Mar. 16:14). Pero a
pesar de todo esto, algunos dicen que los apóstoles aceptaron la
resurrección de Jesús porque eran muy ingenuos y crédulos. En lugar de eso,
en realidad no querían convencerse ni siquiera con el testimonio de
testigos. Se requería evidencia y más evidencia para convencerlos.
Esto viene siendo una de las pruebas más convincentes de la resurrección.
Los
apóstoles eran testigos de la resurrección de otros (Lázaro, el hijo de la
viuda de Naín, la hija de Jairo). ¿Por qué era tan difícil creer en la
resurrección de Jesús? Dudo que el problema haya sido el mero hecho de una
resurrección. Más bien, el problema para ellos se basaba en su concepto
del Mesías. Su muerte les dejó completamente confusos y perplejos. Primero,
creían que sería un gran Conquistador. Entonces, esta esperanza fue
derribada cuando Jesús fue crucificado. Con el cuerpo de Jesús fueron
sepultados también todos sus conceptos del Mesías, la esperanza de su
reino glorioso y de su liberación de los romanos. Definitivamente la
muerte de Jesús fue el fin de todo. Se habían rendido totalmente a
la desesperación. Si en verdad Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios, ¿por
qué murió? Y ahora muerto, ¿para qué hablar de su resurrección? ¿Para qué?
Si todo el plan fracasó, ¿qué significado o importancia tendría su
resurrección?
Por esta
razón la tarea principal de Jesús no era simplemente convencerlos que El
era el mismo Jesús de antes, sino que tuvo que convencerlos con las
Escrituras que su muerte era necesaria, que estaba inseparablemente
conectada con la misión del Mesías.
24:12
Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los
lienzos solos, -- La
palabra solos tiene gran significado. Estaban solos porque
el cuerpo que habían cubierto ya no estaba, pues había salido de ellos y
estaban solos. ¡Qué escena más estupenda e impresionante! El
relato más amplio de esto se ve en Jn. 20:6, “llegó Simón Pedro tras él, y
entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7 y el sudario,
que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino
enrollado en un lugar aparte”; es decir, encontró orden. Si ladrones
hubieran quitado el cuerpo, no habrían tomado el tiempo para dejar los
lienzos y el sudario “enrollado en un lugar aparte”.
-- y se
fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
13 Y he aquí, dos de ellos
(Mar. 16:12) iban el mismo
día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.
14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se
acercó, y caminaba con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados,
para que no le conociesen. – La conversación de Cristo con ellos (la
explicación de las Escrituras) sería en ese momento de más provecho si no
lo reconocieran. El v. 30 dice que, estando Cristo “sentado con ellos a la
mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les
fueron abiertos los ojos, y le reconocieron”. La Biblia no explica esto y
no conviene especular en cuanto a cómo sus ojos “estaban velados” y cómo
después “le reconocieron”. Estos textos no fueron escritos para contestar
toda pregunta que pudiéramos hacer sobre la naturaleza exacta del cuerpo
resucitado de Jesús. Aunque los apóstoles podían ver y palpar que era de
“carne y huesos” (v. 39), aprendemos en Mar. 16:12, “después apareció en
otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo”. Compárese
el v. 36, “Jesús se puso en medio de ellos”. Debemos concentrarnos en la
cosa importantísima: la resurrección corporal de Jesús. El fenómeno
que estamos observando (ojos velados, ojos abiertos, se desapareció de su
vista, se puso en medio de ellos, etc.) indica claramente que aunque
Cristo resucitó corporalmente, El era diferente y, obviamente, no había
resucitado para volver a la misma clase de vida que llevaba antes de morir.
No resucitó para enseñar y predicar en las sinagogas y en el templo.
24:17
Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras
camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se
llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no
has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? –
Muchos judíos se
congregaban en Jerusalén para la Pascua. Compárese Hech. 2:9-11. Eran
forasteros o extranjeros porque no eran de Palestina. 19
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno,
que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de
todo el pueblo; -- Dicen que Jesús era un profeta. No podían
creer que era el Mesías porque creían que no sería posible matar al Mesías.
24:20
y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a
sentencia de muerte, y le crucificaron. –
No acusaron a los romanos, sino a
líderes de los judíos. Hoy en día se oye de vez en cuando de los que
quieren negar esto, pero ¿qué dice Mat. 27:25? “Su sangre sea sobre
nosotros, y sobre nuestros hijos”. Pablo dice lo mismo 1 Tes. 2:14-16).
“Esto no es antisemitismo. Simplemente es una reflexión acertada de un
hecho histórico” (GH).
24:21
Pero nosotros esperábamos
(tiempo pasado, no esperamos sino esperábamos) que
él era el que había de redimir a Israel (de los romanos); y ahora,
además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. 22
Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros (Mat.
28:1-7; Jn. 20:12), las que antes del día fueron al sepulcro; 23 y
como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto
visión de ángeles (Jn. 20:12 “vio a dos ángeles”), quienes dijeron
que él vive. 24
Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las
mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
24:25
Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo
lo que los profetas han dicho! –
Por causa de sus conceptos erróneos del Mesías y su reino,
no examinaron bien la evidencia que se les presentaba. Era muy importante
que los discípulos fueran persuadidos por las Escrituras, y no solamente
por los sentidos.
24:26
¿No era necesario
(v. 46) que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
– Por eso, en lugar de pensar que su muerte era prueba de que no era
el Mesías, por el contrario, era una de las pruebas principales de que sí
lo era. Para ellos la muerte de Cristo era muy inconsecuente con su gloria,
pero Jesús explica que su muerte era precisamente el camino a la gloria.
(1) Era
necesario que el Cristo padeciera porque “Dios es amor” (1 Jn. 4:16),
“no queriendo que ninguno perezca” (2 Ped. 3:9); por eso, “ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna” (Jn. 3:16); (2) Era necesario que el Cristo
entrara en su gloria (Jn. 17:5; Fil. 2:9-11); (3) Era necesario que
la Escritura se cumpliera (no podía fallar); (4) Era necesario que
se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones, comenzando desde Jerusalén (v. 47).
24:27
Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. –
Cristo se encuentra en el
Antiguo Testamento.
Los judíos leían los escritos de Moisés y los profetas cada sábado. Habían
leído Isaías 53, que claramente predice la muerte del Mesías, muchas veces.
¿Por qué no podían entender estas Escrituras? “El problema de los líderes
religiosos de los días de Jesús era que, en general, al leer el Antiguo
Testamento veían sólo la gloria y victoria del Mesías y no veían el hecho
de que la senda para alcanzar estas bendiciones era una de sufrimiento. A
veces llegaban incluso a aplicar al Mesías las referencias (en Is.
52:13- 53:12) a la gloria del Siervo, pero a Israel las
referencias a los sufrimientos del Siervo” (GH); es decir, ellos
simplemente no querían aceptar que su Mesías tendría que sufrir, porque
fervientemente anhelaban un Mesías conquistador como David su padre.
Querían tener la gloria para su nación como en los días de David y Salomón.
Por lo tanto, cuando el verdadero Mesías, Jesús de Nazaret, estaba entre
ellos lo rechazaron. Véase Hech. 13:27-31.
24:28
Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos
(esperaba la invitación de
ellos; compárense Mar- 6:48; Apoc. 3:20). 29 Mas ellos le obligaron
a quedarse (14:23; Hech. 16:15), diciendo: Quédate con nosotros,
porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse
con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó
el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. – Esta conducta no era la
ordinaria, pues Jesús hace el papel de anfitrión en lugar de el de
huésped.
24:31
Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron
(véanse notas sobre el v. 16);
mas él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No
ardía nuestro corazón en nosotros (expresión de emoción extraordinaria,
Salmo 39:3; Jer. 20:9), mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos
abría las Escrituras? – Ahora estos discípulos que estaban
desesperanzados vuelven a tener esperanza. Habiendo sido tan desanimados,
ahora son fervientes en espíritu. ¿Se puede decir que los corazones de los
primeros conversos (los tres mil, los samaritanos, el eunuco, Saulo,
Cornelio, Lidia, el carcelero) ardían cuando escuchaban la
predicación del evangelio? ¿Cuántos corazones arden cuando les
predicamos la palabra de salvación?
24:33
Y levantándose en la misma hora
(¿habiendo cenado o sin cenar?), volvieron a Jerusalén,
-- Aunque “se hace tarde, y el día ya ha declinado” “en la misma hora”
hacen este viaje de unos diez kilómetros para compartir las buenas nuevas
con los apóstoles, como lo habían hecho las mujeres. Compárese Jn.
1:41-45.
-- y
hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que
decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón
(1 Cor. 15:5). –
El mismo día que Jesús resucitó fue visto por las siguientes personas:
Jn. 20:14, María Magdalena; Mat. 28:9, las mujeres cuando fueron a
avisar a los apóstoles; Pedro, v. 34; los dos discípulos que iban a Emaús;
y ahora el grupo de apóstoles.
24:35
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino,
y cómo le habían reconocido al partir el pan. 36 Mientras ellos aún
hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos,
(Juan 20:19, “estando las puertas
cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de
los judíos, vino Jesús, y puesto en medio”) y les dijo: Paz a vosotros.
– No llegó para reprenderles, sino para pronunciar una bendición sobre
ellos.
24:37
Entonces, (aunque
habían dicho, “Ha resucitado el Señor verdaderamente” estaban) espantados
y atemorizados, pensaban que veían espíritu. (Compárese Mat. 14:26.
¿Es posible ver un espíritu? Dios no permite que los espíritus de
los muertos vuelvan a la tierra para hablar con los vivos, 16:31). 38
Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón
estos pensamientos? 39 Mirad mis manos y mis pies, (esto implica que
tanto los pies como las manos fueron clavados a la cruz, Sal. 22:16)
que yo mismo soy; palpad (1 Jn. 1:3), y ved; porque un espíritu no
tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies (Jn. 20:20, “y el costado”). – Jn.
20:17, Jesús le dijo (a María Magdalena): “No me toques (no me detengas,
RVR90), porque aún no he subido a mi Padre”. La palabra tocar
traduce el verbo hapto y
según el Diccionario Vine, significa “aferrarse a, asirse de, Jn. 20:17”.
Nadie
puede dar una descripción exacta del cuerpo resucitado de Jesús. Aceptamos
por fe todo texto que habla de sus apariciones, que le podían ver, oír y
palpar, que comía, etc. y dejamos de lado toda especulación. Jesús dice
palpad, porque si los apóstoles solamente hubieran visto a
Jesús, podrían comenzar a tener dudas otra vez pensando, como en esta
ocasión, que era aparición de un espíritu. Al ver, oír y palpar,
¿cómo podrían después dudar? Esto era muy impresionante
24:41
Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían
(compárese Gén. 45:26), y estaban
maravillados, -- Tales textos muestran lo muy humano que eran
los apóstoles. “Cuando Jesús expiró la situación parecía irremediablemente
perdida. Era el fin. Jesús ya no estaba. Había muerto. Creer ahora que él
de veras estaba parado en medio de ellos vivo y sano era casi imposible.
¿Era un espíritu lo que estaban viendo? Un momento se decían, ‘Debe
ser Jesús. ¡Qué maravilla!’ Y en el momento siguiente ‘es demasiado bueno
para ser verdad. Debe ser un espíritu’” (GH).
Algunos de
los que rechazan la resurrección de Jesús han dicho que los apóstoles
robaron el cuerpo de Jesús y decían que resucitó, pero, por el contrario,
ellos decían repetidas veces que no resucitó.
-- les
dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces le dieron parte de un pez
asado, y un panal de miel. 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos. –
Era de suma
importancia que Jesús convenciera a los apóstoles de su resurrección
corporal. No podrían salir predicando el evangelio si no estaban
plenamente convencidos de esto. No podían predicar al resucitado Cristo
como fantasma o un espíritu. Podían ver y palpar sus manos y
pies y como colmo “comió delante de ellos”. Era el mismo Jesús que murió
en la cruz. No es posible palpar a un espíritu. Tampoco puede un espíritu
comer. Hech. 1:3, “se presentó vivo con muchas pruebas indubitables”.
24:44
Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros:
-- Repetidas veces
les decía que iba a padecer, morir y resucitar. Al decir “estando aún
vosotros” indica que ahora no estará con ellos como antes. Durante más de
tres años estaba con ellos físicamente, día y noche, y siempre
estaría con ellos (Mat. 28:20), pero no físicamente.
-- que era necesario
(véase el v. 26, notas) que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos (de esta manera los judíos dividían el
Antiguo Testamento). 45 Entonces les abrió el entendimiento (Hech.
16:14; Efes. 1:18), para que comprendiesen las Escrituras (2 Cor.
3:15, “hasta el día de hoy, cada vez que se lee a Moisés, un velo está
puesto sobre sus corazones”);
46 y les dijo: Así está escrito, y así fue
necesario que el Cristo padeciese,
(Salmo 22; Isa. 53:1-12) y resucitase de los muertos al
tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones (no solamente a los judíos,
Hech. 1:6), – Como era necesario que Cristo muriera,
resucitara y entrara en su gloria, también era necesario que este mensaje
de salvación se predicara. Así es el plan de Dios. Gran parte del
mundo religioso cree en “experiencias de gracia”. Creen que de alguna
forma Dios toca el corazón del hombre aparte de la predicación del
evangelio para regenerarlo. Esta teología falsa niega que es
necesario que el mensaje de salvación se predique en todas las
naciones.
Esta es la
versión de Lucas de la Gran Comisión (Mat. 28:19; Mar. 16:15). El primer
sermón fue predicado en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2). Pedro
explicó lo que tenían que hacer para ser salvos, Hech. 2:48, y tres mil
personas fueron bautizadas para el perdón de sus pecados. El v. 47 dice,
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
Jesús había dicho a Pedro, “Y a ti te daré las llaves del reino de los
cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo
lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mat. 16:19).
Es lo que hizo el día de Pentecostés. Todos los apóstoles ataban y
desataban cuando predicaban el evangelio (Mat. 18:18). 2 ¡Ay de
vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la
ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo
impedisteis” (Luc. 11:52). Todo predicador de la Palabra debe tener mucho
cuidado de cometer ese mal al usar las llaves de las Escrituras (2 Tim.
2:15; 2 Ped. 3:16).
-- comenzando desde Jerusalén, -- Isa.
2:3, “de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.” Mat.
28:16, “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús
les había ordenado”. Aunque Jesús había predicado mucho en Galilea, la
predicación de los apóstoles bajo la Gran Comisión no había de comenzar en
Galilea, sino en Jerusalén, donde había sido crucificado y donde la
oposición sería severa. Hech. 1:8. El primer lugar donde el Señor ofrece
su gracia y perdón es aquí mismo donde había exagerada maldad.
En el
día de Pentecostés (Hechos 2): se estableció la iglesia (el reino de
Cristo), Mat. 16:18, 19; Hechos 2:47; Col. 1:13); se comenzó la última
dispensación, la “perfecta ley de la libertad” (Sant. 1:25), porque la ley
de Moisés fue clavada en la cruz, (Col. 2:14); Cristo comenzó a reinar
sobre el trono de David (Hech. 2:29-36), los apóstoles ocuparon sus doce
tronos para juzgar las doce tribus de Israel (el Israel de Dios, la
iglesia, Gál. 6:16; Mat. 19:28) por medio de su enseñanza inspirada por el
Espíritu Santo, Hech. 2:42; la predicación de los apóstoles bajo la Gran
Comisión (Mat. 28:19) comenzó.
24:48
Y vosotros sois testigos de estas cosas. –
Eran verdaderos testigos. Los
que aplican esta palabra a los que hoy en día evangelizan le quitan
su significado y desprecian la obra de los apóstoles. Hay un grupo
“religioso” que enseña que Cristo no era Dios sino un dios, un
ser creado y, aunque blasfeman a Cristo, profesan ser testigos de
Jehová (más bien, son testigos contra Jehová). Los apóstoles testificaban
lo que habían visto y oído. Véanse Juan 15:27; Hech. 1:8, “recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra”. Obsérvense las palabras testigos, testificar
y testimonio como se usan a través del libro de Hechos, como
también en las epístolas. Para justificar el uso de estos términos en la
actualidad algunos dicen, “Pero solamente las usamos en sentido secundario”.
No se usaban en sentido secundario en el Nuevo Testamento y cuando
se usan ahora de esa manera se minimiza la fuerza del testimonio de
los verdaderos testigos de Cristo.
24:49
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder
desde lo alto. – El
Espíritu Santo era la “promesa de mi Padre” y el “poder desde lo alto”,
Mat. 3:11; Jn. 14:26; 15:25; 16:7-13; Hech. 1:4, 8; 2:1-4. Desde luego,
los apóstoles no podían haber llevado a cabo la Gran Comisión sin esta
ayuda divina.
24:50 Y los sacó fuera hasta Betania
(un lugar favorito de Jesús,
hogar de sus amados discípulos Lázaro, Marta y María, Jn. 11:5; 12:1-8;
Luc. 10:38-42; el lugar exacto era “el monte que se llama del Olivar” (Hech.
1:12), y alzando sus manos, los bendijo. 51 Y aconteció que
bendiciéndolos (Jn. 13:1, “habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el fin”), se separó
de ellos, y fue llevado arriba al cielo. --
Hech. 1:9-11. Jesús “se separó de
ellos”, pero lo vieron: “así vendrá como le habéis visto ir al
cielo”. No era necesario que los apóstoles observaran la resurrección
misma de Jesús, porque al verlo vivo durante cuarenta días tenían plena
evidencia de esa resurrección. Sin embargo, era muy necesario que ellos
observaran su ascensión. No hubiera sido nada apropiado que Cristo
simplemente desapareciera. El dijo varias veces que volvería al
Padre y ahora los apóstoles son testigos oculares de ese gran ascenso.
Así
terminó para siempre su obra personal aquí en la tierra. No hay texto
alguno que diga que algún día volverá a caminar sobre la tierra. Cuando
venga la segunda vez, los muertos serán resucitados y los vivos serán
arrebatados y cambiados para siempre estar con Cristo (1 Tes. 4:13-18; 1
Cor. 15:50-55) y la tierra será quemada (2 Ped. 3:10).
24:52
Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; --
Jn. 16:5, 6 “Pero ahora voy al que me envió … porque os he dicho estas
cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón”. Sin embargo, ahora cuando
Cristo los dejó, aunque dejados solos volvieron “con gran gozo”.
24:53
y estaban siempre en el templo
(Hech. 1:12, probablemente el “aposento alto” pertenecía a alguno de los
edificios del templo), alabando y bendiciendo a Dios. Amén. – Lucas
explica en su segundo libro (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1) que
mientras esperaba al Espíritu Santo, escogieron a otro apóstol para tomar
el lugar de Judas. Ahora están en Jerusalén, no para predicar todavía,
sino para esperar “al Espíritu Santo”.