1 Tesalonicenses 2

 

2:1 Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana; -- En este capítulo Pablo habla de la conducta de él y sus compañeros entre los tesalonicenses. El practicaba lo que dijo a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Tim. 4:16). De esto podemos deducir que sus detractores decían que Pablo y sus compañeros habían buscado influencia y poder, que eran imponentes, que huyeron cuando más los necesitaban, que no regresaron para visitarles, indicando así que no los amaban y, por eso, que no eran dignos de confianza. Compárense 1 Cor. 4:10-16; 2 Cor. 6:3-10.

          -- sabéis -- Ellos habían tenido la oportunidad de conocerles. Frecuentemente Pablo apelaba a su conducta y a lo que sus oyentes o lectores ya sabían de él; véase, por ejemplo, Hech. 20:18.

          -- visita – Les “visitó” para predicarles el evangelio. Este debe ser el propósito principal de las visitas de los predicadores hoy en día. Esta palabra se puede traducir entrada (LBLA, margen).

          -- no resultó vana – Sin fruto, inútil, sin provecho, sin éxito.

 

2:2  pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, (Hech. 16:19-24) como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición. La palabra ultrajado quiere decir maltratado, tratado injustamente, tratamiento no merecido, contrario a la ley romana. Al hablar del tratamiento injusto que recibió en Filipos, no lo hace buscando simpatía, sino para establecer la verdad importante de que aun después de sufrir tal persecución, estaban dispuestos a sujetarse a semejante tratamiento en Tesalónica. A pesar de tales persecuciones llegaron a Tesalónica y siguieron predicando el mismo evangelio.

          -- denuedo … en medio de gran oposición --  (Hech. 17:1-9). La palabra oposición indica conflicto, una lucha (Col. 2:1). Se usa en conexión con los juegos griegos. Las luchas de Pablo se comparan con las luchas intensivas de los atletas (1 Cor. 9:24-27). Se requería denuedo de parte de Pablo para que la oposición no le hiciera callar. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7).

 

2:3  Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, -- Les predicaron con sinceridad, con propósitos sanos y nobles, pues de todo corazón querían convertirles de los ídolos para que sirvieran al Dios Vivo (1:9, 10). Compárense otros textos que hablan de la sinceridad del ministerio de Pablo en contraste con el de los que tenían propósitos carnales (2 Cor. 2:17; 4:1, 2; Gál. 4:7). La predicación del evangelio puro con el propósito de salvar almas no lleva a la impureza. La actitud de Pablo bien se expresa en 2 Cor. 12:15, “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas”. La predicación de la verdad de parte de un evangelista sincero, que tiene buena conciencia, tiene mucha fuerza.

         

2:4  sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos (1 Cor. 9:16-17); no como para agradar a los hombres, (Gál. 1:10; Jn. 5:44) sino a Dios, que prueba nuestros corazones (Apoc. 2:23, Heb. 4:13). Les predicaron sólo el mensaje que Dios les había dado; no lo cambiaron para agradar a los hombres (2 Tim. 4:3, 4).

 

2:5  Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia (ni con pretexto para lucrar, LBLA); Dios es testigo; -- No usaron palabras lisonjeras para consentir y complacer a los hombres en su pecado y error. No complacía a los que tenían “comezón de oír” cosas placenteras en lugar de ser reprendidos por sus pecados (2 Tim. 4:3). No eran como los pastores falsos descritos por Jesús (Jn. 10:12, 13). No comerciaban con la palabra de Dios (2 Cor. 2:17, LBLA).

          Los hermanos de Tesalónica eran testigos de la actuación de Pablo y sus compañeros, y Dios era Testigo de su corazón (el propósito que los movía y motivaba). Si Pablo hubiera usado palabras lisonjeras, no habría tenido enemigos. Los predicadores que usan palabras lisonjeras minimizan los pecados y deberes de los hermanos y, al hacerlo, minimizan también los peligros que amenazan sus almas.

          En Apoc. 2 y 3 Jesús se dirige a las siete iglesias de Asia. Estas cartas son buenos ejemplos de alabar lo bueno y reprender lo malo. Jesús alaba la fidelidad y expone la debilidad y condena el error. Lo importante es que se diga la verdad, sea lo que sea.

 

2:6  ni buscamos gloria de los hombres (Jn. 5:41, 44; 12:42, 43; Gál. 1:10); ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo (1 Cor. 9:1-15). Pablo tuvo el derecho de recibir salario, pues “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado” (1 Cor. 9:14, 15). El dijo a los ancianos de Efeso, “Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hech. 20:34, 35).

 

2:7Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. -- Hay circunstancias que requieren la vara (Mat. 23; Hech. 2:22, 23; 3:17-19; 13:10; 1 Cor. 4:21), pero entre los tesalonicenses Pablo y sus compañeros eran como una madre que cuida sus propios hijos. De esta manera cuidaban a los hermanos tiernos (5:14; 2 Tim. 2:24). La mansedumbre está compuesta de dos cosas: la fuerza y la gentileza. Moisés (Núm. 12:3), Cristo (Mat. 11:29) y Pablo eran muy mansos. Para Pablo los nuevos hermanos de Tesalónica no eran hijastros, sino sus propios hijos.

 

2:8  Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; -- Jn. 15:13; 1 Jn. 3:16. Pablo estaba dispuesto a morir por el evangelio (“¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”, Hech. 21:13).

          También él y sus compañeros estaban dispuestos a morir por los tesalonicenses. ¿Por qué, pues, huyeron? En primer lugar, porque Jesús lo había mandado: “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” (Mat. 10:23). Además, por la presencia de estos evangelistas se cernía un gran peligro sobre los mismos tesalonicenses. Por consiguiente, su huida era necesaria porque en esa situación ya no había esperanza de lograr ningún propósito en pro del evangelio. Esteban y Jacobo murieron por la fe porque no les quedaba la alternativa de huir, pero a Pablo y sus compañeros sí. Cuando fuere la voluntad del Señor, Pablo daría su vida por el evangelio, pero primero tendría mucho trabajo que hacer. Durante la turba en Tesalónica su “hora” no había llegado.

          -- porque habéis llegado a sernos muy queridos (Fil. 1:8). --  ¿En cuántas iglesias existe esta clase de amor entre hermanos? Tantos hermanos se impacientan y se enojan y en lugar de entregar sus vidas unos por otros, a veces parece que prefieren quitar la vida el uno al otro. “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros” (Gál. 5:15).

 

2:9  Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga (1 Cor. 4:12; 2 Cor. 6:5; 11:23); cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. -- Hech. 18:3; 20:34. Les puso el buen ejemplo de trabajar con sus manos (4:11; 2 Tes. 3:6-10; Efes. 4:28). Hoy en día parece que algunos piensan que si no reciben sostenimiento para predicar el evangelio “a tiempo completo”, casi no pueden hacer nada por el Señor, pero Pablo no razonaba así, sino que “trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a” los hermanos, él lograba mil veces más que cualquier predicador de “tiempo completo”.

 

2:10  Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa (consagrada o dedicada), justa (actuando conforme a la norma divina) e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; -- Todo cristiano (y sobre todo, todo evangelista) debe imitar a Pablo en estas tres cosas, para estar bien con Dios y para tener influencia positiva con otros. Las palabras que hablamos con los familiares, vecinos y otros conocidos serán huecas si no están acompañadas por estas tres cosas. El ministerio de ellos era sin reproche. Cuántas iglesias han sido destruidas por predicadores infieles, contenciosos, imponentes, desobligados y carnales. Algunos no toman en serio sus compromisos financieros, pues no reconocen que no sólo la fornicación destruye su reputación, sino también la irresponsabilidad económica . Todo evangelista debe ser “ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Tim. 4:12). En cuanto a los ancianos, Pedro dice, “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Ped. 5:2, 3). No podemos enseñar lo que no sabemos y no podemos compartir lo que no poseemos.

 

2:11  así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, -- Pablo y sus compañeros les habían engendrado con el evangelio (1 Cor. 4:15; 1 Ped. 1:23-25), y llevan a cabo un ministerio de exhortación (5:14; Heb. 12:12, 13; 2 Cor. 5:18-20). ¿Cómo trata el padre a su hijo a quien ama? No con despotismo, sino con ternura.

 

2:12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, -- Les habla del gran honor de andar como es digno de Dios su privilegio exaltado y del deber que resulta de ese honor. Debemos andar como es digno de Dios, dándole el honor que merece. Recuérdese la exhortación de Mal. 1:6-8, “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos”.

          Varios textos (Col. 1:10; 2 Tes. 1:5, 11; Efes. 4:1) indican que los cristianos sí pueden andar como es digno de Dios, pues si Dios lo requiere, es posible hacerlo. El hombre no merece la salvación, pero Dios requiere que su comportamiento sea digno de Dios y del evangelio. Ante los ojos de Dios los cristianos son un pueblo especial y exaltado (1 Ped. 2:9, 10). La iglesia es la esposa de Cristo (Efes. 5:26, 27; 2 Cor. 11:2; Apoc. 19:7). Dice Apoc. 3:4 dice, “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”. También Apoc. 19:10 dice, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Al hablar de lo indigno que somos, debemos tener cuidado de no exagerar el asunto, porque la iglesia es la esposa de Cristo. ¿Qué clase de marido acepta que alguien menosprecie a su esposa?

          -- que os llamó a su reino y gloria. -- No al reino material esperado por los discípulos (Mat. 18:1-3; 20:21), sino al reino espiritual de su amado Hijo (Col. 1:13). Para entrar en este reino es necesario nacer otra vez (Jn. 3:5). Entonces, después de vivir unos cuantos años aquí en la tierra, participando de la naturaleza divina para transformarnos a la imagen de Dios, “os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 1:4-11).

 

2:13  Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, -- 1:3, “acordándonos ... de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo”; así pues, el fruto que llevaban mostraba que habían recibido la palabra como la palabra de Dios. Parece que algunos en Tesalónica ponían en tela de juicio la predicación de Pablo, pero cuando los tesalonicenses recibieron el evangelio como la palabra de Dios daban evidencia de que Pablo predicaba la verdad. No la recibieron como si fuera una hueca filosofía (Col. 2:8; compárese 1 Cor. 2:1-5). No se fijaron sólo en el ministerio humano, sino en la verdadera naturaleza del mensaje. Los enemigos querían destruir la fe de los tesalonicenses, pero éstos estaban dispuestos a sufrir persecución por Cristo y de esta manera mostraban que su fe era genuina (GH). Los que reciben la palabra como si fuera la palabra del hombre no perseveran. Los únicos que pueden llevar la armadura del soldado cristiano (Efes. 6:10-19) son los que reciben la palabra como es en verdad, la palabra de Dios.

          Muchos maestros religiosos enseñan los mandamientos de los hombres diciendo, “Así dice la palabra de Dios”, pero qué triste es cuando el evangelio puro, la sana doctrina entregada por los inspirados apóstoles, se considera como si fuera un mensaje humano y no divino.

          Parece que algunos no reciben la palabra como la palabra de Dios, sino como la palabra de sus padres, porque su religión parece ser más tradicional que de convicción personal. Otros la reciben como la palabra de hombres porque piensan que la pueden pasar por alto, ignorar y desobedecer (“Pensabas que de cierto sería yo como tú”, Sal. 50:21). Aun otros la reciben como la palabra de hombres porque la acomodan a sus propias creencias; es decir, sólo buscan textos de prueba para confirmar el credo de su propia religión (una religión no revelada por las Escrituras).

          Los tesalonicenses la recibieron según es en verdad, la palabra de Dios, la obedecieron y como Pablo dice (1:3), mostraban su obediencia en la obra de su fe, en el trabajo de su amor y en la constancia de su esperanza. También la mostraron al divulgar la palabra extensamente.

          -- la cual actúa (obra, LBLA) en vosotros los creyentes. -- El verbo obrar (energeo) es una de las palabras favoritas de Pablo. “Así la palabra lleva consigo su propio testimonio, como la luz, como el calor, como la vida, como toda otra fuerza” (B-S).        En Tesalónica Dios obró por medio de su palabra (1) para instruirles y que abandonaran sus pecados e ídolos, convirtiéndose al Dios Vivo (1:9, 10), (2) para que con conciencia purificada y despierta se transformaran a la imagen de Cristo (Rom. 12:1, 2; 8:29; 2 Cor. 3:18; Gál. 5:22, 23; Efes. 4:22-24; 2 Ped. 1:4), (3) para que fueran motivados a soportar pruebas y (4) y para que tuvieran la fuerza espiritual para llevar a cabo la obra del Señor. ¿Puede hacer tales obras la palabra del hombre?

          Dios obra en nosotros: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:13); “para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa (obra) poderosamente en mí” (Col. 1:28, 29); “Y el Dios de paz ... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo (obrando) él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Heb. 13:20, 21).

          No sólo Dios, sino también Satanás obra. Cuando vivimos en el mundo “las pasiones pecaminosas ... obraban en nuestros miembros” (Rom. 7:5); “el espíritu que ahora opera (obra) en los hijos de desobediencia” (Efes. 2:2).

          En cuanto a los dones del Espíritu Santo, “hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace (obra) todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Cor. 12:6); después de enumerar los dones Pablo dice, “Pero todas estas cosas las hace (obra) uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Cor. 12:11); “si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir (que obra al soportar, LBLA) las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Cor. 1:6); “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gál. 5:6); “obra todas las cosas según el designio (conforme al consejo, LBLA) de su voluntad” (Efes. 1:11); “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa (obra) en nosotros” (Efes. 3:20). Santiago nos recuerda que “La oración eficaz del justo puede mucho” (Sant. 5:16) (Lit., Mucha fuerza tiene una petición de un justo obrando eficazmente; es decir, obrando con energía, con poder activo y eficaz).

          La palabra de Dios tiene gran energía. Tiene poder activo. Hace grandes cosas en nuestras vidas. Por esta razón asistimos a los servicios en los cuales se predica la sana doctrina, y escuchamos atentamente para que la palabra penetre en el corazón  (“deja penetrar la luz”) y obre en nuestra vida los efectos que Dios quiere. También asistimos a las clases bíblicas, y estudiamos la Biblia todos los días, porque si no recibimos la palabra en nuestra mente, no puede obrar. La Biblia cerrada sobre la mesa no obra nada.

          David Lipscomb hizo la siguiente lista de cómo la palabra obra:

          1. Por medio de la palabra el nuevo nacimiento es llevado a cabo (1 Ped. 1:23).

          2. Por medio de ella el alma se salva (Sant. 1:21).

          3. Por medio de ella somos santificados (Jn. 17:17).

          4. La palabra prevalece poderosamente (Hech. 19:20); (p. ej., en el primer siglo prevalecía contra el judaísmo, la idolatría, la filosofía humana, la superstición, etc.)

          5. Obra como una semilla (Mar. 4:26, 27); tiene poder en sí para producir.

          6. Es viva y eficaz (Heb. 4:12).

          7. Es como un fuego contra lo que es falso (Jer. 23:29); (p. ej., para exponer la falsa doctrina, para exponer la hipocresía, para llevar a cabo la disciplina, etc.)

          8. Es como un martillo contra lo que es fuerte (Jer. 23:29).

          9. Es la luz en medio de las tinieblas (Sal. 119:105).

          10. Es la única arma en la lucha cristiana (Efes. 6:17).

 

2:14  Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea (1:6); -- Los judíos pensaban que sus sinagogas eran iglesias de Dios (asambleas; compárese Hech. 7:38, “la congregación (ekklesia) en el desierto”, pero las iglesias de Dios son las iglesias de Cristo (Rom. 16:16), pues Cristo es Dios (Jn. 1:1; 8:58; Rom. 9:5; Tito 2:13; Heb. 1:8; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20).

          Las iglesias de Judea fueron establecidas por los doce apóstoles, pero Pablo expresa su gran aprecio por ellas.

          -- pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, -- Hech. 17:5. El libro de Hechos revela que los judíos eran los enemigos del evangelio que con más amargura lo atacaban. Al observar que los gentiles aceptaban el evangelio, los judíos se llenaban de celos y malicia (Hech. 13:44, 45). En realidad, como los judíos eran los perseguidores de las iglesias de Judea, así también los judíos eran los perseguidores de las iglesias de los gentiles, pues en varios pueblos, los gentiles fueron excitados e instigados por los judíos para que persiguieran a la iglesia. Hech. 13:50; 14:2, 19; 17:13.

          El sufrir es una marca de identidad del verdadero discípulo de Cristo (Jn. 15:20; 16:33; 2 Tim. 3:12). Satanás persigue a la iglesia porque odia a Cristo. La iglesia de Tesalónica era semejante a las iglesias de Judea que eran verdaderas iglesias del Señor y por esa causa eran perseguidas. Pablo estaba bien enterado de la persecución de las iglesias de Judea, porque por algún tiempo él mismo era uno de los perseguidores principales (Hech. 9:1, 13; Gál. 1:13).

 

2:15, 16  los cuales mataron al Señor Jesús -- (Hech. 2:22, 23; 3:13-15). Hoy en día muchos quieren minimizar la culpa de los judíos, echándola en Pilato y los romanos, pero recuérdese  Mat. 27:25, “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”. Desde luego, no estaban solos en este crimen, pues Judas participó, los romanos participaron y, desde luego, todos los hombres, siendo pecadores, tuvimos gran parte en ese evento. Al matarlo llevaron a cabo el plan de Dios para nuestra redención (Hech. 2.22, 23). Si estaban dispuestos a matar a su propio Mesías, entonces con más razón perseguirían a los discípulos de El.

          -- y a sus propios profetas, -- Mat. 21:33-40; 23:29-37; Hech. 7:52. Mataron a los profetas pero no por eso invalidaron su mensaje.

          -- y a nosotros nos expulsaron; -- Hech. 17:5-10. Como instigaron a Pilato en contra de Jesús, así también instigaron a los gentiles en contra de Pablo y sus compañeros.

          -- y no agradan a Dios, -- Jn. 16:2; Rom. 10:2.

          -- y se oponen a todos los hombres, -- ¿cómo? impidiéndonos (lit., prohibiéndonos, LBLA, margen) hablar a los gentiles para que éstos se salven; -- No sólo rechazaron a Pablo y sus compañeros, sino que también se negaron a permitir que los gentiles les escucharan. No sólo no querían entrar en el reino ellos mismos, sino que prohibieron que otros entraran. No querían participar de la gracia de Dios; pero tampoco querían que los gentiles lo hicieran. A través de los años los judíos han odiado a las otras naciones y razas.  De manera clara y enfática Lucas describe la profunda hostilidad de los judíos (p. ej., Hech. 13:45; 18:6). En cada pueblo y en cada oportunidad se oponían a Pablo y a su obra de evangelizar a los gentiles. La única esperanza para la salvación de los gentiles es el evangelio (Rom. 1:16), pero los judíos estaban bien resueltos a impedir su salvación. “Recorréis mar y tierra para hacer un prosélito” (Mat. 23:15); es decir, querían que los gentiles llegaran a ser judíos, pero de ninguna manera aceptaron que llegaran a ser simplemente cristianos.

          Jesús les había dicho, “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis” (Luc. 11:52). Están condenados doblemente, primero por sus propios pecados, y segundo por llevar la sangre de otros en sus manos al prohibir que oyeran el evangelio (RCHL).

          Esta afirmación de Pablo acerca de la obra diabólica de los judíos “no tiene paralelo en los escritos de Pablo” (FFB). Lo que dice aquí no contradice lo que dice en Rom. 9:1-5; 10:1-2; más bien, lo que dice a los tesalonicenses hace aun más extraordinario lo que dice a los romanos.

          Jesús denuncia a los que ponen tropiezos delante de sus discípulos: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mat. 18:6). En cualquier país uno de los actos principales de la guerrilla es el hacer explotar puentes y destruir caminos, porque este es el medio más efectivo para arruinar la economía. Figuradamente esto es lo que los judíos hicieron y es lo que todos los falsos maestros hacen.

          -- así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo. –“¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!” (Mat. 22:32). Compárese Gén. 15:16, “aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”; en el tiempo de Josué llegó a su colmo. De esa manera Pablo dice que los judíos estaban bajo la ira de Dios (Mat. 21:43; 22:7; 23:38; 24:15-22).

          Por siglos los judíos habían sido rebeldes contra Dios, y al crucificar a Cristo llenaron la medida de (llenaban hasta el borde) sus pecados (“el resultado natural debido a los continuos pecados” ATR). “Siempre ciegos y obstinados, los judíos llenaron la medida de sus pecados por su tratamiento de Cristo y los apóstoles” (MV). Para Pablo el impedir que los apóstoles predicaran el evangelio a los gentiles fue el colmo de las transgresiones de los judíos.

 

2:17  Pero nosotros, hermanos, separados (aporphanizo, literalmente, siendo huérfanos, ATR; como padres despojados de sus hijos) de vosotros por un poco de tiempo, de vista (lit., rostro, LBLA, margen) pero no de corazón (Col. 2:5; 1 Cor. 5:3), tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro (estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostro, LBLA); -- Recuérdese que “su impaciencia por saber cómo les iba le hizo enviarles a Timoteo, con la noticia de su preocupación porque su fe se fortaleciera en medio de la aflicción. El informe de Timoteo sobre su bienestar y constancia lo llenó de gozo y de renovadas ansias de verlos una vez más” (JFB).

          Pablo sentía afecto por ellos como el que existe entre padres e hijos (2:7, 11). Para muchos el no ver a alguien es tenerlo fuera del corazón, pero no es así entre los cristianos. Amamos a los hermanos y queremos visitarles y estar juntos. Estamos separados de hermanos muy amados. Nos gustaría estar con los hermanos de diferentes partes de México, Centro América, Sudamérica, el Caribe, España y otras partes, pero no es posible. Por esta causa nos esforzamos todos por reunirnos un día en el hogar de eterno día para nunca estar separados los unos de los otros.

 

2:18  por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó. -- En otra ocasión el plan de Pablo fue cambiado por Dios (Hech. 16:6, 7), pero en esto Satanás estorbó. “La palabra que usa (egkoptein) es la palabra técnica que expresa el bloqueo de un tramo de carretera para frenar la marcha de una expedición. La obra de Satanás es arrojar obstáculos en el camino del cristiano, y nuestra tarea es superarlos” (WB); “Este verbo se emplea de cortar una carretera, de hacer impasable un camino. Así, Pablo acusa a Satanás de cortarle el camino” (ATR). “Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros” (Rom. 15:22). Pablo no explica de qué manera Satanás le estorbó, pero si hubiera regresado a Tesalónica, sin duda las autoridades lo habrían buscado, y no sólo Pablo sino otros hermanos habrían tenido dificultades (recuérdese Hech. 17:9, obtuvieron “fianza de Jasón y de los demás” antes de soltarlos). Es posible que hubiera habido otros factores, pero nos basta recordar que en Tesalónica Satanás estaba bien listo en la persona de los judíos para impedir su retorno.

 

2:19  Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida (parusía)? -- Sigue enfatizando su amor y aprecio por ellos y que sinceramente quería verlos. La palabra stefanos se usaba para la corona del vencedor militar o deportista. “Cuando un rey o conquistador acudía de visita se le daba una guirnalda de gloria” (ATR). La palabra parusía se usaba para hablar de la visita oficial de algún rey, príncipe, etc. y Pablo la usa para hablar de la segunda venida de Cristo.

 

2:20  Vosotros sois nuestra gloria y gozo. – No sólo en aquel día cuando Cristo venga, sino en ese mismo tiempo, y continuamente. No había posesiones materiales ni honores terrenales que pudieran darle semejante “gloria y gozo”.

 

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