Levítico 26

Introducción. Moisés les habla de las bendiciones de la obediencia y las conse­cuencias de la desobediencia. Com­párense Ex. 23:20-33; Deut. 28.

 

      26:1 -- "ídolos", eleelim, cosas de nada. 1 Cor. 8:4, en contraste con Elohim, Dios. Compárese Ex. 20:4; Deut. 5:8.

      -- "escultura ... estatua", sean de dioses ajenos o de Jehová, Deut. 4:15, 16. En Ex. 32:4 el becerro de oro representó a Je­hová. "Israel, ahí tienes a tu dios, el que te ha sacado de la tierra de Egipto" (Versión Nacar-Colunga). La Versión Valera Re­visada dice "dioses" porque la palabra es plural (recuérdese Gén. 1:26, "dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen"), pero se traduce en forma singular al referirse a Jehová.

 

      26:4 -- "lluvias en su tiempo", "la tem­prana y la tardía", Deut. 11:14; Jer. 5:24; Joel 2:23; Oseas 6:3; Sant. 5:7. La lluvia temprana era la del otoño y la tardía la de la primavera. En este texto y en muchos otros, Dios prometió cuidar de ellos si fueran fieles a El. Canaán podía ser para ellos un verdadero paraíso, pero todo de­pendía de la fidelidad del pueblo.

      A. Es importante observar que estas bendiciones eran físicas (literales): lluvia en su tiempo, buenas cosechas, protección de los enemigos, nada de las enfer­medades que conocieron en Egipto, etc. Ex. 23:25-28; Deut. 7:13-16; 28:1-14.

      B. Ezeq. 34:23-26 habla de las bendi­ciones que el Mesías ("mi siervo David") traería: "... y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán".

 

      26:5 -- "Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la se­mentera ..." Esta es una promesa de gran prosperidad. Trabajarían la cosecha del grano y maíz hasta el tiempo de la vendimia (cosecha de la uva), que en turno extendería hasta el tiempo de sem­brar. De esta manera, "comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra".

     

      26:6 -- "paz en la tierra", paz literal, sin guerra. Podrían dormir tranquilos, Sal. 3:5; 4:8.

 

      26:8 -- Véanse Deut. 32:30; Josué 23:10; Isa. 30:17.

 

      26:9 -- "afirmaré mi pacto", es decir, es­tas bendiciones y promesas serían la parte de Dios y El prometió cumplirlas.

 

      26:10 -- Siempre habría suficiente, y aun tendrían que quitar lo añejo para dar lugar para las nuevas cosechas.

 

      26:11, 12 -- Dios seguirá con ellos y será su Dios en Canaán como lo era en el de­sierto.

 

      26:13 -- Ezeq. 34:27 hace aplicación es­piritual de esta promesa; es decir, esta misma promesa tiene su cumplimiento bajo la ley de Cristo. Véase el ver. 4, no­tas. Las coyundas del yugo en Egipto se refiere a la opresión de los israelitas. Cuando Dios las rompió (sacando al pueblo de Egipto), entonces ellos pudieron andar con el rostro erguido (con la cabeza levantada, Versión Moderna). Véanse también Deut. 28:48; Isa. 9:3; 10:27; 14:25. Al recordar lo que Dios había hecho y lo que prometía hacer, los israelitas deberían serle fieles. La bondad de Dios nos guía hacia la obediencia (Rom. 2:4). Pero si no eran fieles, los vers. 14-46 explican las consecuencias de la desobediencia que tendrían que sufrir. "Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios", Rom. 11:22.

 

      26:14-17 -- "Pero si no me oyereis, ni hiciereis ... desdeñareis ..."

      A. Muchos ni siquiera oyen la voz de Dios. "Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: oye, Israel, los estatutos y decretos ..." (Deut. 5:1). La fe viene por el oír, Rom. 10:17. "¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra" (Juan 8:43). "Mirad, pues, cómo oís" (Luc. 8:18).

      B. No oyeron los israelitas porque no amaron la ley, sino que la "menospreciaron", ver. 15. "Oíd, ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Is­rael: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo? Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo ..." (Miq. 3:1, 2). "... aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová" (Prov. 1:29).

      C. Este capítulo no habla, pues, de los pecados de ignorancia o debilidad, sino de una actitud pecaminosa hacia la ley de Dios.

      D. Por ser desobedientes tendrían que esperar "terror" en lugar de "paz" (tranquilidad); "extenuación y calentura" ("tisis y fiebre que consuman los ojos", La Biblia de las Américas). Véase Deut. 28:28, las mismas dos enfermedades se mencionan ("Que consuman los ojos y atormentan el alma").

 

      26:18-20 -- "Y si aun con estas cosas no me oyereis ..." Los castigos de Dios tienen el propósito sano de hacernos recapacitar y corregirnos, pero no hay esperanza para las personas que no aprovechan tales co­rrecciones. Prov. 1:24-33; Apoc. 9:20, 21.

      -- "Yo volveré a castigaros siete veces más ...", es decir, por un tiempo indefinido. El número "7" es un número completo. Compárese Luc. 17:4.

      -- "la soberbia de vuestro orgullo", la causa del mal. ¿De dónde vino su orgullo? ¿No vino por causa de la prosperidad que Dios les dio? Vers. 4, 5, etc. Cuando Dios nos prospera debemos agradecerle con toda humildad, pero lamentablemente muchos se enaltecen. Por lo tanto, para castigarles, Dios les dice que ya no habrá más prosperidad; ahora, en lugar de lluvia "en su tiempo", su cielo sería "como hie­rro"; en lugar de "la tierra rendirá sus pro­ductos", sería "vuestra tierra como bronce" (véase Deut. 28:23; Hageo 1:2-10). Su tra­bajo (arando, sembrando, cultivando, etc.) sería en vano, porque "vuestra tierra no dará su producto". Ellos tenían que segar lo que sembraban (Gál. 6:7, 8; Heb. 2:1-3; 12:25).

 

      26:21, 22 -- Esta tercera amonestación les advirtió de la destrucción por las fieras. Ex. 23:29; Deut. 32:24; 2 Reyes 17:25; Isa. 13:21, 22.

 

      26:23-26 -- La cuarta amonestación habla de la "espada vengadora" y la "pestilencia". Al aumentar su hostilidad contra Dios, amontonaban más calami­dades sobre sí mismos. La pestilencia siempre sigue a la guerra, como también la escasez de pan.

      -- "Cuando yo os quebrante el sustento del pan", es decir, cuando terminara su fuente de comida para que sufrieran necesidad.

      -- "cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno". Normalmente cada familia tenía su propio horno, un horno para cada mujer, pero por la escasez del pan, diez mujeres podían cocer para diez familias en un solo horno. ¿Por qué calentar tantos hornos si no había pan?

      -- "pan por peso", lenguaje que significa falta de comida. Compárese Ezeq. 4:16, 17. Cuando había escasez de pan, tenía que ser pesado para que cada familia recibiera su porción.

 

      26:27-39 -- la última amonestación: la tierra será asolada y el pueblo esparcido y completamente inquietado.

 

      26:29 -- "Y comeréis la carne de vuestros hijos".

      A. Esta profecía se cumplió varias ve­ces: en Samaria, 2 Reyes 6:28, 29; en Jerusalén, Lam. 2:20; 4:10; y otra vez, según el historiador Josefo, en el año 70 d. de J. C., cuando los romanos pusieron sitio a ella.

      B. Seguramente los seres humanos que hacen esto se han reducido a lo más ex­tremo de la miseria.

 

      26:30 -- "lugares altos", usados para adorar a los dioses falsos, Núm. 22:41; 33:52; Deut. 12:2; Josué 13:17.

      A. Las "imágenes" de este texto son del dios del sol (Isa. 17:8; 2 Crón. 14:5; 34:7).

      B. Los cuerpos muertos de los israelitas serían mezclados con las formas que­bradas de sus ídolos (cuerpos muertos) que no les ayudaron. ¡Qué desprecio tanto para los ídolos como para sus adoradores! Compárese Ezeq. 6:4, 5.

 

      26:31 -- No solamente los ídolos sino vuestras ciudades serán destruidos y aso­lados. Jer. 4:7; 9:11; Ezeq. 6:6; 12:20; Neh. 2:7.

      -- "no oleré la fragancia de vuestro suave perfume". 2:2 dice, hablando de la ofrenda, "lo hará arder sobre el altar para memo­rial; ofrenda encendida es, de olor grato a Jehová"; 1:9 dice, "holocausto es, ofrenda de olor grato para Jehová".

      A. Los holocaustos y ofrendas eran muy agradables a Dios cuando el pueblo los ofrecía sinceramente con toda fideli­dad, pero cuando se entregaban a los pecados y la idolatría, Dios no los quería, y no evitarían el castigo de Dios. Amós 5:21.

      B. Los cristianos ofrecen sacrificios es­pirituales (Fil. 4:18; Heb. 13:15, 16), pero tienen que ser ofrecidos con toda sinceri­dad (1 Cor. 5:8). Dios no acepta el culto de hipócritas (Mat. 15:8, 9). La religión es vana si no refrenamos la lengua (Sant. 1:26).

 

      26:32 -- Jer. 18:16, "para poner su tierra en desolación, objeto de burla perpetua; todo aquel que pasare por ella se asom­brará, y meneará la cabeza". (También Jer. 19:8).

 

      26:33 -- Véase Ezeq. 5:2, 12; 12:14.

      A. Mat. 23:37, 38 hablando de otra des­trucción de Jerusalén, Jesús dice, "He aquí vuestra casa os es dejada desierta". Esta profecía se cumplió el año 70 del primer siglo.

      B. Luc. 21:6, 20, "Jerusalén rodeada de ejércitos" (romanos), 23, 24, "y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será ho­llada por los gentiles".

 

      26:34 -- "Entonces la tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté aso­lada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará en­tonces ..."

      A. El ver. 2 dice, "Guardad mis días de reposo ..." Ellos, por la avaricia, no lo hicieron y la pena de su avaricia era que serían desterrados. De esa manera la tierra tendría su reposo.

      B. Compárese Jer. 34:17, "Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su compañero; he aquí que yo promulgo li­bertad, dice Jehová, a la espada y a la pestilencia y al hambre ..." La ley de Dios siempre se obedece, de una manera u otra. La justicia de Dios siempre es vindi­cada.

      C. El cumplimiento de esta profecía (Lev. 26:34, 35) se puede leer en 2 Crón. 36:17-21, "... para que se cumpliese la pa­labra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de re­poso; porque todo el tiempo de su aso­lamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos" en Babilonia.

 

      26:35-37 -- Deut. 28:65-67. Compárese el valor de ellos cuando Dios estaba con ellos, vers. 7, 8. La timidez y la cobardía no son cualidades de los hijos fieles de Dios. Si alguno es perseguido aun por el sonido de una hoja, debe de estar deses­perado: "corazón temeroso, y desfalleci­miento de ojos, y tristeza de alma" (Deut. 28:65).

 

      26:38 -- "pereceréis" hasta arrepentirse. Los versículos subsecuentes hablan de la salvación de los que se humillaron. Hubo remanente, pero el fin de los que persisten en el pecado es la perdición.

 

      26:39 -- "y por la iniquidad de sus padres". Los hijos sufren las consecuencias de ella, y también sufren la culpa si persis­ten ellos mismos en los pecados de sus padres, como hacían muchos israelitas.

 

      26:40-46 -- "Y confesarán su iniquidad ... y ... yo no los desecharé". (Ver. 44).

      -- "prevaricación" significa transgresión.

      -- "anduvieron ... en oposición ... yo tam­bién habré andado en contra de ellos ..." Si nos oponemos a Dios, El andará en contra de nosotros; la decisión es nuestra.

      -- "reconocerán su pecado". Es intere­sante observar que la palabra traducida "reconocer" en este texto es la palabra traducida "gozar" en el ver. 34. Estos no solamente reconocieron su pecado, sino también reconocieron y aceptaron con gozo la corrección necesaria para humi­llarlos. Su corazón incircunciso por fin se humilló como resultado de los castigos severos de Dios. Lo reconocieron y lo aceptaron con gusto, porque después de arrepentirse, podían gozar del perdón y de las bendiciones de Dios. "La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra El" (Miq. 7:9).

      -- "Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob". Ex. 6:5, 6; Sal. 106:45. Significa que ahora Dios puede proporcionarles las bendiciones prometidas a Abraham, Isaac y Jacob, porque se habían restaurado a su favor. "Me acordaré, y haré memoria de la tierra". Pero luego repite: "la tierra será abandonada por ellos, y gozará sus días de reposo" (vers. 34, 35).

      -- "yo no los desecharé", porque siempre habrá un remanente. A través de la histo­ria del pueblo de Abraham, aunque a ve­ces su existencia se amenazaba, siempre se salvó un remanente. Sin embargo, debemos tener presente que sin estos juicios de Dios no hubiera sido ni siquiera un remanente. Dice Pablo (Rom. 9:29, ci­tando Isa. 1:9), "Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes". Podemos agregar que sin los juicios y castigos de Dios, no se hubieran humillado algunos para confesar sus pecados. Pero algunos se dieron cuenta, reconocieron (con gozo) la justicia de Dios en castigarles, se hu­millaron delante de El y fueron salvos. Es­tos eran el "pequeño resto" que se salvó. Estos regresaron a su tierra después de los 70 años en Babilonia.

 

 

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