Mateo 24

 

Introducción.

          A. Mat. 24 es un capítulo mal usado por muchos: algunos usan mal el libro de Génesis, diciendo que los seis días son períodos geológicos; algunos usan mal los Salmos, queriendo agregarlos al Nuevo Testamento; algunos usan mal la carta a los Romanos diciendo que ésta enseña la salvación por la fe sola y que contradice la carta de Santiago que dice que somos justificados por las obras; algunos usan mal el libro de Apocalipsis diciendo que este libro en­seña el premilennialismo. Así también algunos usan mal Mat. 24 diciendo que las señales mencionadas en este capí­tulo son para señalar la segunda venida de Cristo.

          B. Los televangelistas dicen que ahora mismo, al acercarnos al año 2000 d. de J. C., estos eventos están sucediendo delante de nuestros ojos. Hace poco el Sr. Billy Graham escribió un artículo que apareció en muchos dia­rios afirmando que las señales de Ma­teo 24 se refieren a la segunda venida de Cristo. Pero otro extremo -- otro abuso de Mateo 24 -- es la enseñanza del Sr. Max King, que profesa ser miembro de la iglesia de Cristo, que afirma que todo lo que Jesús dice en Mateo 24 y 25 se cumplió en el año 70 cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Estos creen que todo lo que se dice acerca de la segunda venida de Cristo, la resurrección, el juicio, el fin del mundo y la llegada de los cielos nuevos y la tierra nueva se cumplió en ese año. Esta enseñanza se llama Realized Eschatology. El hermano Bill H. Reeves ha escrito una refutación de este error titulado The Preterist View.

          C. Mat. 24 es la continuación de lo que Jesús dice en Mat. 23. En los dos capítulos El habla de esta generación (23:36; 24:34); del asolamiento del templo (23:38; 24:15); y de la persecu­ción de sus discípulos (23:34; 24:9).

          D. Jesús dice (Mat. 23:38), "Vuestra casa os es de­jada desierta", y luego ex­plica en Mat. 24 los detalles del asunto.

          24:1  Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.  2  Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada (Luc. 21:5, 6). -- La palabra "templo" aquí es hieron, el conjunto de los edificios sagrados. Mat. 21:23, Cristo "vino al templo", enseñó sobre la autoridad, enseñó las parábolas de los dos hijos, de los labradores malvados y de la fiesta de bodas, discutió las cuestiones del tri­buto y de la resurrección, dio énfasis al gran mandamiento de la ley, les pre­guntó de quién es hijo el Cristo y pro­nuncia los siete ayes, concluyendo con la predicción del asolamiento del tem­plo y una lamentación sobre ese evento.

          Entonces Jesús "salió del templo y se iba", porque ya no habría más dis­cusión con los judíos. Jesús había en­tregado su último discurso público y había terminado su obra de enseñar­les. Ahora ellos mismos eran respon­sables ante Dios por lo que sucediera en el futuro. Que sepamos Jesús nunca volvió al templo. Al salir Jesús del templo, la gloria de Dios se apartó del templo, como sucedió cuando los judíos se llevaron a Babilonia. Pronto todos los sacrificios y el sacerdocio habían de terminar.

          Los discípulos tenían mucho aprecio por el templo. "Se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo". Luc. 21:5, "Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas ..." ¿Por qué le mostraron el templo? ¿No lo habían visto antes? Sí, muchas veces, pero sin duda esto fue su reacción a lo que Jesús decía (Mat. 23:38, "vuestra casa os es dejada desierta"). Ellos estaban pen­sando en el papel tan importante del templo en el plan de Dios a través de los siglos, pero lo veían muy superfi­cialmente. Veían las piedras hermosas sin tomar en cuenta cómo la casa de Dios se había corrompido por los pecados del pueblo. No les convenía meditar sobre la belleza de las piedras del templo, sino sobre lo serio de la hipocresía que Jesús acabó de denun­ciar, sobre la corrupción del sacerdo­cio y sobre la indiferencia del pueblo hacia Dios. Por lo tanto, los discípulos no habían tomado en cuenta la necesi­dad del juicio de Dios sobre el templo.

          24:3  Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?  Según Marcos 13:3, "Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?" Lucas 21:7, "Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?" Aunque los discípulos tenían mucho aprecio por el templo y, sin duda, estaban confusos y perplejos, eran hombres sinceros y querían en­tender lo que Jesús les enseñaba; es decir, querían entender aunque la ver­dad estuviera en conflicto con sus ideas y deseos. No dijeron, "No nos gusta lo que dijiste y no queremos saber más"; aparentemente así eran los "discípulos" descritos en Juan 6:60, 66.

          --¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? -- Ellos querían saber "¿cuándo serán estas cosas?" (¿cuándo será destruido el templo?) pero ¿qué significa la pre­gunta acerca de la "venida" de Cristo (Mat. 23:39) y el "fin del siglo"? Probablemente es­tas dos preguntas son una sola pre­gunta. En los vers. 6 y 14 el "fin" se re­fiere a la destrucción de Jerusalén; por lo tanto, la "venida" de Cristo mencionada en este texto no necesariamente se refiere a la "segunda venida" de Cristo para destruir el universo (quemar la tierra) y juzgar al mundo, sino su "venida" en juicio para la des­trucción de Jerusalén (Mat. 23:38, 39). La expresión "fin del siglo" (o edad) no tiene nada que ver con la destrucción del universo, sino sola­mente con la consumación y termi­nación del presente orden o estado de las cosas (es decir, el judaísmo). Los judíos creían que el Mesías vendría para poner fin a "este siglo" para inaugurar el "siglo venidero". Es­tas expresiones se encuentran fre­cuentemente en el Talmud y otros es­critos judaicos.

          Recuérdese que aunque Jesús había dicho a sus apóstoles que era necesario que El muriera en Jerusalén y que resucitaría al tercer día, ellos no le entendían. Aun cuando El re­sucitó, todavía no creyeron (Mar. 16:14).

          Es cierto que Jesús había di­cho que pronto iría al Padre (Juan 7:33; 8:21), pero ¿qué sabían los após­toles de la segunda venida de Cristo?

          En Mat. 16:27, 28, cuando El habló de "venir" no se refirió a la se­gunda venida sino a una venida en esos días: "Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino". Este texto es paralelo con Mar. 9:1 y obviamente se refiere al establecimiento de su reino (su iglesia).

          En Mat. 10:22, 23 Jesús dice, "Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que per­severe hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra, porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer to­das las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre". Obviamente esta venida no se refiere a la segunda venida de Cristo para quemar la tierra y juzgar al mundo, porque tuvo que suceder en esos mismos días, antes de que los apóstoles acabaran de recorrer todas las ciudades de Israel. Jesús habla de perseverar hasta el fin pero no se refiere al fin del mundo sino hasta el fin (la destruc­ción) de Jerusalén.

          En esta misma ocasión (23:39) -- inmediatamente antes de la pre­gunta de los apóstoles -- Jesús había dicho, "He aquí vuestra casa os es dejada desierta" (23:38). Por lo tanto, probablemente para los discípu­los todos estos eventos vendrían al mismo tiempo, porque creían que el templo iba a durar hasta el fin del mundo. Sal. 78:69 dice, "Edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siem­pre", y todo el libro de Zacarías habla de Jerusalén y el templo como la resi­dencia permanente de Dios. No en­tendían la naturaleza espiritual de es­tas profecías; por eso, es posible que al saber que el templo sería destruido concluyeran que sería el fin del mundo.

          Los juicios de Dios aquí en la tierra apuntan hacia el juicio final. Muchos textos se refieren al diluvio (Mat. 24:37-39; Luc. 17:26, 27), a Sodoma y Gomorra (véase Judas 7) a los juicios sobre las naciones (incluyendo a Israel), etc., como ejemplos del juicio de Dios. Por eso, sin duda alguna el juicio sobre Jerusalén era tipo del juicio final de Dios. Sin embargo, es necesario obser­var el contexto de Mateo 24 y enten­der que aunque Jesús usó lenguaje general de juicio, habla en particular de la destrucción de Jerusalén. Habla del "fin" (ver. 6, 14), pero habla del fin de Jerusalén. Además, El dice en el ver. 34, "que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca"; es de­cir, el lenguaje apocalíptico de juicio de este capítulo (como en los vers. 27-31) no se refiere en su sentido pri­mario al fin del universo (2 Ped. 3:10), sino al fin de Jerusalén. El no pensaba venir en ese tiempo para acabar con la tierra, sino sola­mente con Jerusalén. Por lo contrario, Pablo dice que Cristo no iba a venir en ese tiempo (2 Tes. 2:1-3), pero El sí venía en juicio sobre Jerusalén du­rante esa misma generación, y no quería que sus discípulos se destruyeran junto con los demás judíos.  Por lo tanto, Mateo 24 no solamente tiene que ver con la preocupación de Jesús por la seguridad espiritual de sus dis­cípulos, sino también por su seguridad física.

          El discurso de Jesús que comienza en Mat. 23 y continúa hasta terminar el cap. 25 (Mateo no puso capítulos y versículos) comienza con las señales que precedieron la destrucción de Jerusalén y termina con la venida de Jesús para el juicio final y es difícil fijar un punto exacto y definido de división entre los dos temas, porque el Señor conecta estos dos temas, dando a entender que el juicio sobre Jerusalén es tipo del juicio final, y que las advertencias y exhortaciones referentes al primero también son apropiadas para el se­gundo.

          24:4  Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. -- Jesús revela las señales que iban a preceder la destrucción de Jerusalén y el fin del judaísmo. Mirad que nadie os engañe" (vers. 5, 11, 23-25). Esta primera frase de Jesús revela el propósito de todo lo que El dice en este capítulo entero: El quería proteger a sus discípulos. Quería que éstos estuvieran bien preparados y prevenidos para los eventos terribles que iban a suceder dentro de unos cuarenta años. Cualquier inter­pretación de Mateo 24 que no toma muy en serio el ver. 4 no puede ser expli­cación correcta del capítulo. Esto nos recuerda de las muchas teorías acerca de la interpretación de Apocalipsis, porque la mayoría de éstas no toman en cuenta la situación peligrosa de los discípulos que vivieron en esos mismos días, a fines del primer siglo. Por ejemplo, muchos "interpretan" Apo­calipsis hablando de dictadores como Hitler y Mussolini, o de la amenaza de los rusos, etc., pero ¿qué consuelo les hu­biera dado tales profecías a los hermanos del primer siglo en medio de persecución severa?

          Jesús quería que sus discípulos de esa misma época perseveraran. El sabía que serían expuestos a las prue­bas más terribles y que "el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (ver. 12, 13). Compárese Apoc. 2:10, "No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida". (La misma idea se ve en Apoc. 2:13; 12:11; 17:14).

          24:5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. -- Jesús no pensaba "venir" personalmente du­rante la vida de los apóstoles pero El sabía que sí "vendrían" falsos “cristos” y que engañarían a mucha gente deses­perada durante la "gran tribulación" (ver. 21-26). Compárense 2 Cor. 11:13; Gál. 1:7, 8; 1 Jn. 4:1; Apoc. 2:2, etcétera. Los discípulos que es­cucharon a los tales se perdieron.

          El templo fue destruido en el año 70 d. de J. C. Flavio Josefo, famoso historiador judío, escribió la historia de la guerra de los judíos contra los romanos y la ruina de Jerusalén. Este autor dice que du­rante la época antes del año 70, mu­chos hombres decían ser el Cristo. Por ejemplo, Hech. 5:36, 37 habla de Teu­das y Judas. Estos falsos “cristos” prometieron liberación de los ro­manos, y muchos se engañaron, les siguieron y fueron destruidos por los romanos. Así pues la historia confirma que esta profecía de Jesús se cumplió antes del año 70.

          24:6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; -- Josefo confirma esta profecía también, diciendo que había varias guerras en­tre los romanos y algunas naciones pe­queñas que querían liberarse del yugo de Roma. Recuérdese que las "guerras y rumores de guerras" mencionadas por Jesús iban a suceder durante esa misma generación (ver. 34). Los tele­vangelistas y otros evangélicos hablan de las guerras de la actualidad y dicen que esta profecía se está cumpliendo. Es cierto que en la actualidad hay guerras y rumores de guerras, pero no indican nada acerca de la venida de Cristo.

          -- y habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares -- La Biblia confirma que había hambres durante ese tiempo, Hech. 11:28. La historia secular ampliamente confirma esta profecía.

          24:8 Y todo esto será principio de dolores. -- Estas señales no apuntan ha­cia el fin, sino hacia el comienzo de dolores. Al saber de tales eventos sus discípulos deberían estar atentos  y prevenidos, concentrándose en las señales subsecuentes y finales que in­dicarían la "gran tribulación" (ver. 21). Las primeras señales serían como los dolores de parto (LBLA, margen).

          24:9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. -- La persecución severa de los cristianos fue otra de las señales (10:16-22). El libro de Hechos da evidencia amplia del cumplimiento de esta predicción (4:3-7; 5:18; 8:1-4; 11:19; 12:1-6; 13:50; 14:5), como tam­bién muchas referencias en las epístolas y en el Apocalipsis. Muchos cristianos murieron durante la persecución bajo Nerón.

          24:10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. -- Mateo 10:21, "El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir". Este sufrimiento no sería solamente físico, sino también emo­cional, porque nos hiere mucho cuando los seres amados nos odian y maltratan.

          24:11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; -- Véanse 2 Ped. 2:1; 1 Juan 4:1.

          24:12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. -- Algunos iban a apartarse de la fe. Véanse 2 Tim. 4:10, 16; Heb. 10:39, etcétera. Los que se enfriaron y apos­tataron no solamente perderían sus almas, sino que también ya no harían caso de estas señales y junto con los incrédulos serían destruidos por los romanos.

          24:13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. {10. 22.} ¿Hasta qué fin? ¿Será salvo de qué? En los vers. 6 y 14 Jesús habla del fin de Jerusalén; por lo tanto, la salvación del ver. 13 no se  re­fiere solamente a la salvación del alma, sino también de la salvación física. Los que se enfriaron y se apartaron de la fe se perdieron física y espiritualmente. También recuérdese que Jesús habla de muchos que serían muertos por la fe; éstos seguramente perseveraron hasta el "fin", porque el fin para ellos fue la muerte.

          24:14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. -- La última señal fue que "será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin". Véanse Col. 1:5, 6, 23; Rom. 10:18. Es­tas cartas fueron escritas antes del año 70 d. de J. C. Esta es una profecía maravillosa, porque Jesús acaba de hablar de falsos cristos y falsos maes­tros que engañarán a muchos discípu­los, que habrá persecuciones severas, que el amor de muchos se enfriará, pero no obstante todo esto el evange­lio sería predicado en todo el mundo.

          El fin se menciona en los versículos 3, 6, 13, 14.

          La destrucción del templo marcó el fin del judaísmo. Sin templo ya no podían ofrecer sacrificios. Ya no fun­cionaba el sacerdocio levítico. Ya no existió el estado político. La mayor parte de los judíos que escaparon de la muerte fueron esparcidos, muchos de ellos siendo vendidos a Egipto como esclavos. Este es el "fin" men­cionado en estos versículos.

          Ver. 6, "aún no es el fin". Las señales de los vers. 5, 6 eran señales preliminares. Al observar estas señales los discípulos deberían estar cada vez más prevenidos, sabiendo que el fin se acer­caba.

          Ver. 14, "entonces vendrá el fin" des­pués de las otras señales men­cionadas en los vers. 7-14. Recuérdese que en este contexto las señales no solamente incluían las guerras, pestes, etc., sino también los falsos cristos, fal­sos profetas, apostasías, y persecu­ciones. Al concluir esta lista de señales se menciona la señal final, es de­cir, que el evangelio sería predicado en todo el mundo y "entonces vendrá el fin". Pablo dice en Col. 1:5, 6, 23; Rom. 10:18 que el evangelio se había predi­cado a todas las naciones en esa época antes del año 70.

          24:15  Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel {Dan. 9. 27; 11. 31; 12. 11.} (el que lee, entienda), -- Esta expresión se refiere a la lle­gada de los ejércitos romanos. Luc. 21:20 es texto paralelo (se refiere a la misma cosa): "Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su des­trucción ha lle­gado". Al entrar los ejércitos paganos "en el lugar santo", fue una "abominación desoladora", porque profa­naron el templo.

          24:16  entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. --  Jesús habló de estas varias señales para que los discípulos pudieran escapar de los romanos. Según Josefo, el general Tito, des­pués de profanar el templo, por al­guna causa desconocida, retiró sus tropas por un tiempo breve antes de poner sitio a la ciudad. Dice que du­rante ese tiempo huyeron muchos judíos; sin duda, entre ese número eran muchos cristianos.

          -- huyan a los montes, para esconderse en las cuevas, etc. Véase Luc. 21:21.

          24: 17  El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;     18  y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. {Luc. 17. 31.} -- huir con toda ur­gencia, sin demorar para recoger po­sesiones, etc. Véase Luc. 17:30, 31. Al­gunos aplican estos versículos al fin del mundo, pero recuérdese lo que Pablo dice en 1 Cor. 15:51, 52 que los vivos serán "transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta". En cuanto a la venida de Cristo en el Día Final no tiene sentido decir, "El que esté en la azotea, no des­cienda para tomar algo de su casa, etc."

          24:19  Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!  20  Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21  porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.  --  Cuando Cristo venga la segunda vez, la tierra será quemada (2 Ped. 3:10) y no importará si mujeres estén encinta, si viene en el invierno, o en día sábado, pero estos eran factores muy importantes con respecto a su huida de Jerusalén cuando los ro­manos la sitiaron. La gran tribulación sería única, incomparable. Véase Luc. 21:23, 24. La descripción de Josefo es muy gráfica. Compárese Deut. 28:20, 21, 32, 49, 53-57; esa profecía se cumplió según 2 Reyes 6:28, 29 y Mat. 24:21.

          -- Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de re­poso. -- En el día de reposo cerraban las puertas de la ciudad.

          24:23  Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.  24  Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.  25  Ya os lo he dicho antes.  26  Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.  27  Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. {Luc. 17. 23-24.}  28  Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. {Luc. 17. 37.} -- Recuérdese que algunos textos (p. ej. 10:23; 16:27) que hablan de la venida de Cristo no se re­fieren a la segunda venida de Cristo (su venida en el Día Final). Algunos dicen que la palabra parousía, usada en los ver. 3, 27, 37, 39, siempre indica la segunda venida (la venida final) de Cristo, pero Sant. 5:7, 8 dice, "tened paciencia hasta la venida (parousia) del Señor ... la venida del Señor se acerca", usando la palabra engiken la cual fue usada por Juan cuando anun­ció que el reino se acercaba (Mat. 3:2). Este texto se refiere a su venida en la per­sona de los romanos para castigar a los judíos y para poner fin a la persecu­ción incitada por ellos. Esta carta fue escrita a principios de la década de los 60, poco antes de la destrucción de Jerusalén. Por eso, Santiago dice que "la venida del Señor se acerca" La venida final del Señor no se acer­caba en aquel entonces (véase 2 Tes. 2:1, 2), sino que su venida se acercaba para acabar con Jerusalén y el ju­daísmo. El significado de la palabra venida depende del contexto.

          Heb. 10:25, 37, "cuanto veis que aquel día se acerca" se refiere al mismo evento. Es probable que esta carta fuera escrita poco antes del año 70. En este texto vemos la importancia de reu­nirnos para estimularnos los unos a los otros "al amor y a las buenas obras". Muchos han descuidado su gran salvación y han caído (Heb. 2:1, 2; 6:4). Compárese Apoc. 2:5 ("vendré pronto"); 3:11, etc.

          Por eso, se entiende mejor el sig­nificado de la pregunta, "¿qué señal habrá de tu venida", al comparar los textos equivalentes en Marcos y Lucas. Mar. 13:4, "¿qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?" Luc. 21:7, "¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?" Sin duda Mateo, Marcos y Lucas registran la misma pregunta, y se refiere a la des­trucción de Jerusalén. Por eso, la venida de Cristo (Mat. 24:3) no necesariamente se refiere a la segunda venida (su venida final), sino a su venida para destruir Jerusalén. Por lo menos, no se refiere exclusivamente a la segunda venida.

          Además, esto se confirma en Mat. 24:27, 28, "Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hom­bre". Cristo no vino a escondidas, sino en la forma más abierta y pública, como el relámpago, ver. 27, cuando trajo los ejércitos de Roma. Luc. 17:30, 31 es muy claro: "Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquel día el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no des­cienda a tomarlos". No se puede negar que "aquel día" se refiere a la destruc­ción de Jerusalén, porque es cuando los discípulos deberían huir a los montes.

          La venida final de Cristo será como el relámpago, pero esta profecía no se refiere a la segunda venida de Cristo, sino que se cumplió durante ese tiempo (ver. 34, "no pasará esta ge­neración hasta que todo esto acon­tezca"). Hay varios versículos en Ma­teo 24 y textos paralelos que son apropiados para describir algún as­pecto de la segunda venida de Cristo, pero tienen su aplicación primaria en la venida de Cristo en el año 70 para castigar a los judíos.

          El ver. 28 es un proverbio cono­cido: "dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas (los buitres, LBLA)". Los zopilotes son atraídos por el cuerpo muerto. Jerusalén estaba muy corrupta -- como un cuerpo muerto -- y, por eso, atraía su propia destrucción.

          24:29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.  – Este es lenguaje de la intervención divina en asuntos terrenales: El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las es­trellas caerán del cielo: este lenguaje se refiere a la caída del judaísmo. Jesús enfatiza el tiempo de esto: iba a ocurrir "inmediatamente después de la tribu­lación". Por eso, no se refiere al fin del mundo. Es obvio que Jesús usa lenguaje figurado. El sol, la luna, y las estrellas sim­bolizan los gobiernos, gobernantes y au­toridades. Jesús se refiere a las au­toridades del judaísmo que iban a caer. El mismo lenguaje se usa en Isa. 13:9-13, 19, acerca de la caída de Babilonia; se usa en Isa. 34:4 para des­cribir la ira de Dios contra las na­ciones; se usa en Ezeq. 32:7 con res­pecto a la caída de Egipto. Véanse también Jer. 15:9; Joel 2:10, 30, 31 (Heb. 3:4); 3:15 (Heb. 4:15); Amós 8:9, 10; Hageo 2:6, 21; Heb. 12:26-28; Apoc. 6:12, 13.

          24:30  Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.  -- Este texto no se refiere a la se­gunda venida de Cristo, porque en el ver. 34 dice, "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca". Por lo tanto, es lenguaje figurado y tiene que ver con la exaltación del poder de Cristo sobre las ruinas del judaísmo. El sol, la luna y las estrellas del judaísmo caerán y la señal del Hijo del Hombre apare­cerá en el cielo. Cae el poder judaico y se levanta el poder de Cristo. Es ver­dad que Cristo clavó la ley a la cruz, y que el día de Pentecostés se proclamó como rey, pero hasta el año 70 los judíos siguieron con su poder e in­fluencia sobre el pueblo. Jesús repitió este lenguaje en Mateo 26:64, "desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo". Esos mismos judíos iban a ver la venida de Jesús en juicio en el año 70.

          Recuérdese que Jesús puede venir sin venir en su propia persona. En Juan 14:18 Jesús dice a los após­toles, "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros", pero no vino en persona sino vino a través del Espíritu Santo.

          Las nubes es una expresión figu­rada que se refiere a la interven­ción de Dios para juzgar y castigar. Isa. 19:1, "Profecía sobre Egipto. He aquí Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto". Sal. 104:3, "El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento". Véanse también Sal. 97:1-5; Zac. 9:14.

          24:31  Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.  – Otra vez es importante recordar lo que dice el ver. 34, "que no pasará esta generación hasta que todo esto acon­tezca". La palabra ángel es palabra grie­ga sin traducir; es decir, la traducción de la palabra (angelos) es "mensajero". El contexto dice si es mensajero divino o mensajero humano. Cuando se tra­duce esta palabra el texto dice men­sajero, Mat. 11:10; Luc. 7:24; 9:52; Sant. 2:25. El contexto de Mat. 24:31 indica que son mensajeros humanos que llevan el evangelio para juntar a los escogidos (los que obedecen al evangelio). El significado, pues, de este ver­sículo es que al caer el judaísmo -- el principal perseguidor de la iglesia -- el evangelio tendría gran éxito.

          24:32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33  Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.  -- Los discípulos de Cristo podrían entender estas señales para poder estar preparados para la venida de los romanos. Es fácil saber que el verano está llegando al ver la hoja de la higuera. Igualmente sus discípulos podían ver las señales nombradas por Jesús para saber cuándo estaba cerca la destrucción de Jerusalén y, por lo tanto, podían estar prevenidos.

          24:34  De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. -- Podían estar seguros de que ese evento sucedería en esos mismos días, durante la vida de muchos de ellos (en menos de 40 años). Algunos dicen que la palabra generación significa la raza judaica; es decir, que estas cosas iban a suceder antes de que la raza judaica dejara de existir, pero esta explicación no es lógica. Según esto, Jesús decía que los judíos iban a sufrir todas estas cosas, pero que su raza no dejaría de existir hasta que todas estas cosas les aconteciera. Esta frase no tiene sentido, y Jesús nunca hablaba así, sino que El usó la palabra generación como se usa en Mat. 1:17; 11:16; 12:38-45; 16:4; 17:17; 23:36 (obsérvese que en este último texto Jesús no solamente dice "esta generación", sino también dice, "vosotros", v. 35).

          24:35  El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. – Aunque este lenguaje es muy cierto en cuanto al cumplimiento de las promesas de Dios, también debe recordarse que este lenguaje se usa para hablar de la remoción del sistema judaico. Compárese Isa. 51:6, "Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir"; este lenguaje se refiere al cambio que ven­drá a Sion: "cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Je­hová" (v. 3). El tema de la carta a los Hebreos es la remoción de las cosas del primer pacto para hacer lugar para las cosas del nuevo pacto. Véase Heb. 12:26-28, "Aún una vez, y conmoveré no sola­mente la tierra, sino también el cielo ... así que, recibiendo nosotros un reino incon­movible ..."

          Lo que Jesús dice desde el ver. 35 fue para exhortar a sus discípulos a estar preparados, pero igualmente sirve para exhortar a todos sus dis­cípulos de cualquier época sobre lo mismo. Ellos deberían estar preparados porque su venida en juicio sobre los judíos no era algo esperado, sino de gran sorpresa.

          Algunos co­mentaristas dicen que estos versículos se refieren exclusivamente a la segunda venida de Cristo, pero compárense Mat. 24:37-39 con Luc. 17:26-27: Luc. 17:21, 23 corresponde a Mat. 24:26; Luc. 17:24 corresponde a Mat. 24:27; Luc. 17:37 corresponde a Mat. 24:37; Luc. 17:31 corresponde a Mat. 24:17; Luc. 17:35 corresponde a Mat. 24:41; Luc. 17:36 corresponde a Mat. 24:40; y Luc. 17:37 corresponde a Mat. 24:28.

          Una razón por la que algunos insisten en que Mat. 24:35sig. se refiere exclusivamente a la segunda venida de Cristo es para combatir la enseñanza del Sr. Max King, de que todas las profecías de los eventos finales (la segunda venida de Cristo, la resurrección, el fin del mundo, etc.) se cumplieron en el año 70 cuando los romanos destruyeron a Jerusalén (véase Introducción, B). Esta doctrina contradice una infinidad de textos en todo el Nuevo Testamento acerca de los eventos finales (p. ej., Hech. 1:9-11; 1 Tes. 4:13-18; 1 Cor. 15:50-57).

          Sin embargo, para oponerse a esa falsa doctrina no conviene negar el hecho muy obvio de lo que Lucas dice. Algunos comentaristas (incluyendo a varios hermanos) insisten en que Luc. 17:31 (“En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás”) se refiere a la segunda venida de Cristo, pero ¿cómo podría el que esté en la azotea descender a sacar cosas de la casa cuando “todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Cor. 15:51, 52)?

          Jesús habló acerca de Noé y Lot (Luc 17:25-28) y entonces dijo, Luc.17: 31, "En aquel día el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no des­cienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás". Por eso, los dis­cípulos de aquel tiempo deberían recordar el ejemplo de Noé y el dilu­vio, y el ejemplo de Lot, porque era necesario que ellos también estuvieran prevenidos para escapar de la destrucción de Jerusalén.

          24:36  Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. – Aunque "el día" ("aquel día", La Biblia de las Américas) ge­neralmente se refiere al Día del Juicio Final, y seguramente es cierto que “del día y la hora” de la segunda venida de Cristo nadie sabe (1 Tes. 5:1-3; 2 Ped. 3:10), también es cierto que, aunque Jesús les había dado las señales de los versículos 5-15, los dis­cípulos no sabían precisamente en qué día o en qué hora los romanos vendrían y, por lo tanto, tenían que estar siempre preparados.

          Dice Mar. 13:32 que ni el Hijo sabe y, por esto, algunos niegan la omnisciencia de Cristo, pero muchos textos claramente afirman la Deidad de Jesús y si era Deidad (Dios) entonces era omnisciente (9:4, “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos”; véanse también 12:25; Luc. 5:22; 11:17; solamente Dios sabe los pensamientos del hombre; Jn. 2:24, 25 -- solamente Dios sabe lo que hay en el hombre, pero Jesús sabía lo que había en el hombre). Parece que los que usan Mar. 13:32 para negar la omnisciencia de Cristo no se dan cuenta de que al mismo tiempo niegan la omnisciencia del Espíritu Santo; el texto dice que "nadie sabe ... sino el Padre"; por eso ¿no es omnisciente el Espíritu Santo? Las tres personas de la Deidad son uno pero cada Persona de la Deidad tiene su papel que desempeñar y los "tiempos o las sazones" el Padre ha puesto "en su sola potestad", Hech. 1:7.

          Aunque Jesús les especificó a sus discípulos varias señales que ellos podían ver porque iban a suceder du­rante su vida, no les dijo el tiempo exacto, porque el Padre no lo había revelado (compárese Hech. 1:6, 7). Por lo tanto, tenían que perseverar y siempre estar prevenidos. No sabemos ni el día ni la hora de su segunda venida porque vendrá como ladrón en la noche (1 Tes. 5:1-3; 2 Ped. 3:10).

          24:37  Mas como en los días de Noé, {Gén. 6. 5-8.} así será la venida del Hijo del Hombre.  38  Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,  39  y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, {Gén. 7. 6-24.} así será también la venida del Hijo del Hombre. --  Luc. 17:28 "como fue en los días de Lot".  En estos textos paralelos Lu­cas habla de Noé y Lot y dice, "Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. En aquél día el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos". Por lo tanto, Noé y Lot sirvieron de ejemplos para los discípulos de aquel tiempo, y seguramente sirven de ejemplos para nosotros. Además, aparte de estar preparados para la segunda venida de Cristo, debemos estar listos para la muerte, porque cuando la muerte nos sorprenda, es el fin del mundo para nosotros.

          24:40  Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.  41  Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.  – En todos los juicios de Dios ha habido (y siempre habrá) se­paración de los fieles y los infieles: cuando el dilu­vio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la destrucción de Jerusalén, y segura­mente cuando venga el juicio final. Este texto se halla también en Luc. 17:34-36 y se refiere a la separación de los prepara­dos y los no preparados cuando Jerusalén fue destruida, pero es ilus­tración muy apta de la separación final (véase Mat. 25:31-46).

          24:42  Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.  43  Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.  44  Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. -- Sabían que era necesario cuidar de la casa para que el ladrón no la minara (véase 6:19, notas). Véase Luc. 12:39-40, Jesús usaba esta ilustración en distintas ocasiones para enseñar la necesidad de estar siempre preparados.

          24: 45  ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? -- La palabra fiel indica que el siervo cree en su maestro, que su pa­labra es buena, y que su servicio es digno. La palabra prudente indica que el siervo es un fiel mayordomo, ha­ciendo uso correcto de los recursos dejados a su cargo. Este siervo era puesto como mayordomo sobre la casa (familia) de su señor para proveer el alimento diario de los demás siervos y dirigir la casa en todo durante la ausencia del señor. Les dio su alimento "a tiempo", es decir, según las horas indicadas por el señor, como si éste estuviera presente. No descuidó su obligación diciendo, "el señor está ausente" o "mi señor tarda en venir", etc.

          Jesús enseña la necesidad de la preparación, refiriendo una sencilla parábola, pero hay una semejanza en­tre esta parábola y las obligaciones de los ancianos (pastores) de una iglesia local, porque éstos cuidan de la casa del Señor. Los maestros y evan­gelistas dan alimento a los siervos del Señor; así es que este texto tiene una exhortación fuerte para ellos también. Deben dar solamente el alimento que su Señor provee, la sana doctrina (la saludable), "a tiempo", es decir, cumplidamente, con toda constancia y fidelidad.

          La fidelidad y la prudencia de este siervo tenía que ver con su res­ponsabilidad hacia sus consiervos. El señor le puso sobre su casa, pero el ver. 49 habla de sus "consiervos"; por lo tanto, este siervo se puede comparar con los ancianos que son obispos pero también son siervos. No podemos hablar de nuestra preparación para el encuentro con el Señor sin mencionar nuestro deber hacia nuestros hermanos.

          24:46  Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. -- El señor le puso sobre su casa y salió. Por un tiempo estaba ausente. Esta es la prueba verdadera de la fi­delidad y de la prudencia: ¿qué hace­mos por el Señor durante su ausencia de nosotros? Compárese el compor­tamiento de los niños cuando no están los padres, el comportamiento de los trabajadores cuando no está el patrón, etc.

          Al venir el Señor, el mayordomo no debe estar hablando acerca de hacer su voluntad, sino haciendo su voluntad. La única manera de gozar de esta bendición es hacer su voluntad con constancia, 1 Cor. 15:58.

          Compárese Apoc. 14:13. No solamente son bienaventurados los que mueren en el campo de batalla (como Esteban, Jacobo y muchos otros), sino también los que mueren en el campo de servicio (arando, sembrando, cultivando, re­gando) (MH).

          24:47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. -- Heb. 6:10, "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún". Nos honrará el Señor como Faraón exaltó a José cuando éste había mostrado su fidelidad en todo, Gén. 39:3sig.; 41:33-44. Hemos visto lec­ciones en este texto para los ancianos y evangelistas pero, desde luego, éstos nunca serán exaltados sobre otros; sin embargo, este lenguaje y el de Mat. 25:21, 23 indica que a los que el Señor encuentre fieles les dará honra y re­compensa.

          24:48 Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; 49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y beber con los borrachos --

La causa principal de su rebelión contra su señor fue que él dijo, "Mi señor tarda en venir", pero el problema era que no sabía cuánto tiempo tar­daría. Sin duda esta es una causa principal de la maldad hoy en día; la gente no cree que el Señor vendrá pronto (ni siquiera durante su vida). Véase 2 Ped. 3:3, 4, 9, 15. Compárese también Exodo 32:1, "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido".

          No habrá señales que anuncien la segunda venida de Cristo y, por lo tanto, hay mucho peligro en suponer que el Señor tardará su venida por un tiempo largo indefinido. Dice Pedro que el Señor tarda en venir porque es paciente y nos da tiempo para arrepentirnos y prepararnos (2 Ped. 3:9).

          ¿Qué pasa si los siervos de Dios no recuerdan que el Señor puede venir en cualquier momento? Comienzan a maltratar a sus consiervos (los unos a los otros), Gál. 5:15, 19-21; Efes. 4:31; Sant. 4:11; 5:9, etcétera. Al hacer esto este mayordomo infiel no quiere im­poner la voluntad de su señor, sino su propia voluntad, y comienza a ser abu­sivo de sus consiervos para que le es­tén sujetos.

          ¿Cómo se mide nuestra fidelidad y prudencia hacia el Señor? Por nuestra actitud y conducta hacia nuestros con­siervos. Mat.. 10:40-42; 18:6; 25:34-46.

          Los que consumen alcohol pier­den la sensibilidad y son aun más abu­sivos. A veces los hermanos rebeldes, déspotas e imponentes no solamente vuelven a la tomada, sino también a la fornicación y otros vicios. Los tales profesaban ser muy fuertes, muy estrictos y muy exigentes -- como si tuvieran mucho celo por el Señor y la voluntad de Dios – pero en realidad eran prepotentes y solamente querían imponer su voluntad sobre los otros.

          24:50 vendrá el señor de aquel siervo. -- ¡Que todos tomen nota de esto! ¡El Señor vendrá! Además, ven­drá "en día que éste no espera, y a la hora que no sabe".

          24:51 y lo castigará duramente (LBLA, margen, "lo cortará en dos", 2 Sam. 12:31; Heb. 11:37), y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. -- El siervo fiel y prudente fue ben­decido, y el siervo malo fue castigado. Será cortado en dos, y será condenado con los peores pecadores.

          En este texto y en las parábolas de las diez vírgenes y los talentos algún personaje importante está ausente por un tiempo, y luego vuelve cuando no es esperado, 24:48-50; 25:5, 6; 25:19; Marcos 13:35, 36; 1 Tes. 5:1-3; 2 Ped. 3:10; Apoc. 3:3; 16:15. Muchos se engañan solos creyendo que la demora del Señor les da licencia para continuar en el pecado. Tal idea les llevará a un destino trágico. ¡Cuidado con la palabra mañana! Satanás convence a muchos que Dios no existe. A otros convence de que no es necesario obedecer al evangelio. A otros convence de que no hay infierno. Pero la mayoría de los que son ganados por Satanás se ganan con la creencia de que no hay urgencia, que todavía hay mucho tiempo y, por eso, que se puede obedecer "un día de estos".

          Estas parábolas sobre la preparación nos enseñan lecciones importantes:

          1. Hasta que venga aquel personaje importante, ciertas personas tienen cierta responsabilidad: 24:45; 25:1; 25:16, 27.

          2. Los fieles reciben alguna recompensa y los infieles son castigados: 24:47, 51; 25:10, 12; 25:21, 23. 26-30.

          3. Por lo tanto: Los que esperan deben tener actitud vigilante, ser cumplidos, preparados. Rom. 13:11-14; 2 Tim. 4:8; Heb. 9:28.

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