LUCAS 3

 

Predicación de Juan

      3:1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, -- Lucas explica exactamente cuándo Juan empezó su ministerio. Cuando se reporta algún evento importante es necesario fijar la fecha, el lugar y otros detalles relevantes. El profeta Daniel dijo (2:44) que el reino del Mesías (Cristo) sería establecido durante el tiempo del cuarto reino mundial (el romano). “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.

      -- siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea (dos gobernantes que tendrían mucho que ver con Jesús y su obra), y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,  2  y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, -- Nadie puede dudar en cuanto al tiempo del ministerio de Jesús porque de una manera muy precisa y exacta Lucas lo establece en este texto. Nombra tanto los líderes del judaísmo como también los líderes políticos. Estos detalles confirman lo correcto (lo histórico) del relato de Lucas. Si hubiera sido falso (impostor), no habría dado tantos detalles específicos que fácilmente podrían ser investigados. Es como si Lucas hubiera mencionado todos estos oficiales y fechas para animar a Teófilo o a cualquier otro a investigar el asunto por sí mismo.

      Anás y Caifás tuvieron mucho que ver con la conspiración contra Jesús (Mat. 26:3; Juan 11:49; 18:13; Hechos 4:6).

      -- vino palabra de Dios  a Juan, – Este es lenguaje común en los libros proféticos (por ej., Jer. 1:2), porque Juan era profeta. “Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta” (Luc. 7:26). Jesús preguntó a los líderes de los judíos acerca del bautismo de Juan. “El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” (Mat. 21:25). Lucas (7:29, 30) explica que el bautismo de Juan era según los designios de Dios.

      Según Mat. 3:1, Juan era  “el bautista”; Mar. 1:4 dice, “el que bautizaba”.

      -- hijo de Zacarías (como explicado en el capítulo 1), en el desierto (1:80; Mat. 3:1, “desierto de Judea”; Mar. 1:4). Su mensaje fue, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 3:2). El ministerio de Juan era sumamente importante, pues él introducía el reino de Dios a los judíos.

      3:3  Y él fue por toda la región contigua al Jordán, – Predicaba cerca del Río Jordán, porque allí bautizaba. Juan 3:23, “Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados”. Muchísimos predicadores de iglesias establecidas por los hombres no necesitan estar cerca de ningún río ni arroyo ni pila de agua, porque dicen que no creen el la “salvación de agua”. El argumento de ellos es contra Juan y Cristo.

      -- predicando el bautismo – la inmersión o sumersión. Por eso Juan bautizaba en el Río Jordán porque sumergía a la gente. Juan 3:23, “muchas aguas”. No se necesita “muchas aguas” para la aspersión  (rociamiento); Hechos 8:38, “descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”; Mateo 3:16,” Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”; Rom. 6:4, “somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo”. Los que rechazan la inmersión y practican el rociamiento rechazan estos textos claros revelados por el Espíritu Santo.      

      Comentaristas sectarios dicen que ya existió el bautismo. Dicen que se bautizaban los prosélitos, como si Juan hubiera adoptado una práctica común. Esto no es cierto. La ley requería lavamientos de personas inmundas (Lev. 14, 15, 16). De estos Heb. 9:10 habla, pero la ley no requería tal cosa para prosélitos. Por la tradición judía esta práctica fue agregada, como el llamado bautizo infantil fue agregado a la práctica bíblica de bautizar a los creyentes penitentes. En realidad el bautismo de prosélitos ni siquiera se menciona hasta el tercer siglo. Varios autores como Josefo hablan de prosélitos pero no hablan del bautismo de ellos (JWM).

      -- del arrepentimiento – Significa un cambio radical de corazón que lleva al cambio de vida. Al llegar a su bautismo el pueblo confesaba sus pecados. Esto debería indicar que iban a dejar sus pecados y seguir el camino del Señor. Pablo dice que la tristeza según Dios lleva al arrepentimiento. 2 Cor. 7:10. Precisamente aquí está el problema con muchas “conversiones”. No hay genuino arrepentimiento porque no hay genuina tristeza por los pecados. Cuando alguno llega a Jesús con la tristeza mostrada por la mujer de Lucas 7:44, hay esperanza de una sincera conversión. (“Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos”.) También para los que imitan a Pedro. Mat. 26:75, “Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”. Pero lamentablemente muchos creen que sus pecados son insignificantes (“veniales” en lugar de “mortales”),  y que no requieren mucha tristeza. Parece que algunos creen que sus pecados son más respetables que los de otros y que la iglesia debe sentirse muy agradecida por tenerlos por miembros. 

      Heb. 1:9, “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. Rom. 12:9, “Aborreced lo malo, seguid lo bueno”. Esta es la regla infalible a seguir si queremos ser victoriosos sobre el pecado. Debemos imitar a Jesús y aborrecer, odiar, todo pecado, y no solamente unos cuantos como la homosexualidad, borrachera y drogadicción. ¿Cuántos aborrecen el pecado de mirar a una mujer para codiciarla? Algunos hermanos creen que seguramente aun Jesús tenía este problema, porque no creen Heb. 1:9.

      Para muchos es difícil arrepentirse porque aceptan el concepto calvinista que “es humano equivocarse y pecar”. Como dice Guillermo Hendriksen (comentando Luc. 3:4-6), “el corazón de la gente, inclinado por naturaleza a todo mal”.  Esto implica que el hombre, por ser hombre, es corrupto y tiene que pecar o por lo menos tiene que querer pecar, pero Dios hizo al hombre a su imagen y no lo hizo corrupto. Dios forma el espíritu en el hombre (Zac. 12:1), y no lo forma corrupto.

      -- para perdón de pecados, -- eis aphesin hamartion.  Mar. 1:4, “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”. Hechos 2:37, “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?  38  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. El Sr. A. T. Robertson, comentarista excelente sobre la mayor parte del Nuevo Testamento, dice que el bautismo no es para obtener el perdón de los pecados, sino que es simplemente un símbolo. El cree que en la salvación por la fe sola. Sin embargo, al comentar la misma frase – palabra por palabra, eis aphesin hamartion – en Mateo 26:28 (“porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”), Robertson dice lo siguiente: “El tenía un concepto muy concreto de su muerte en la cruz, como base del perdón de los pecados. El propósito del derramamiento de su sangre del Nuevo Pacto era precisamente el de remitir (perdonar) pecados” (énfasis agregado). Los que enseñan error nunca son consecuentes. Al comentar un texto contradicen lo que dicen sobre otro texto.

      El perdón de los pecados es un pensamiento muy alentador. Compárense Sal. 103:12, “Cuanto está lejos el oriente del occidente,  Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”; Miq. 7:19, “El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”; Heb. 8:12, “Porque seré propicio a sus injusticias,  Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”; véase también Lev. 16:20-22.

      3:4  como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías (40:4, 5) que dice:  Voz del que clama en el desierto:  Preparad el camino del Señor;  Enderezad sus sendas.  5  Todo valle se rellenará,   Y se bajará todo monte y collado; (Sant. 1:9, “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;  10  pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba”);  Los caminos torcidos serán enderezados,  Y los caminos ásperos allanados; -- Esta profecía de Isaías tenía su aplicación primaria en el retorno de los judíos de Babilonia, pero tenía significado aun más importante con respecto al ministerio de Juan como precursor de Cristo. La figura se basa en la costumbre antigua de preparar el camino para la llegada de algún monarca u otro personaje muy importante. En estos casos el pueblo literalmente enderezaba sendas y caminos torcidos, quitaba piedras del camino, etc. A veces los que sembraban quitaban piedras de sus campos y las echaban en los caminos y sendas. Isa. 62:10, “Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos”.

      En este contexto los fariseos y saduceos eran como “montes” que deberían ser bajados, los pecadores y despreciados deberían ser levantados, y los publicanos y soldados enderezados, pero la aplicación es general (JWM).

      ¡Cómo son torcidos los caminos que llevan al corazón del hombre! El arrepentimiento los endereza. El arrepentimiento quita los obstáculos del camino (en este contexto los obstáculos mencionados en los versículos 10-14) para que uno sea un verdadero hijo de Dios.

      3:6  Y verá toda carne (todo el mundo, otra de las varias referencias de Lucas a lo universal del evangelio) la salvación de Dios. – Pero para ver la salvación de Dios es necesario el arrepentimiento, el mensaje central de Juan y también proclamado por Jesús (Mat. 4:17).

      3:7  Y decía (tiempo imperfecto, seguía diciéndolo) a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! -- Mat. 3:7-10; 12:34; 23:33; muchos de los líderes de los judíos, los que eran enemigos de Juan, Jesús y los apóstoles estaban llenos de engaño, malicia y “veneno”. La serpiente es emblema del diablo (Gén. 3:1; Apoc. 12:9; 20:2), y Jesús dijo que los líderes rebeldes eran hijos del diablo (Juan 8:44). Dice Luc. 1:80, Juan “estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel” y seguramente conocía muy bien todas las víboras del desierto. Recuérdese la experiencia de Pablo. Hech. 28:3. La figura de víboras es una ilustración muy apropiada. El pecado es puro veneno y es muy contagioso. Los envenenados se dedican a envenenar a otros. Tito 3:3. Satanás es llamado una serpiente (Apoc. 12:9; 20:2).

      -- ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? – Juan predicaba la manera de escapar de la ira de Dios, pero los que quisieran aceptar esta salvación tenían que ser sinceros. No deberían pensar que el bautismo que Juan practicaba era un mero rito externo que no afectaría su forma de vida.

       Para “huir de la ira venidera” tenemos que huir del pecado. 1 Cor. 6:18; 10:14; 2 Tim. 2:22.

      3:8  Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento (v. 10-14), -- Los que se someten al bautismo deben entender que no están obedeciendo un mero acto externo sin significado. Es indispensable que haya sincero cambio de corazón (arrepentimiento) con el propósito firme de tener el cambio de vida requerido por el Señor. El arrepentimiento es el cambio de corazón y este cambio lleva a otro, el cambio de vida. Sin estos cambios nadie puede huir de la ira venidera.

      --  y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: -- ¡Juan destruye sus excusas aun antes de que pudieran concebirlas, mucho menos hablarlas! El dice que no deberían ni siquiera comenzar a pensar tal cosa. Una tienda de comida tuvo problemas con respecto al estacionamiento de los clientes y en un sitio donde llegaban vehículos para cargar y descargar mercancía pusieron un aviso para el público que decía “Ni siquiera piensen en estacionarse aquí”. Es lo que Juan decía y es un consejo excelente para todos, porque si ni siquiera comenzamos a decir dentro de nosotros los pretextos y excusas que comúnmente se hacen, podremos evitar muchos males. No comencéis a decir dentro de vosotros mismos, “no puedo asistir a la reunión porque…”

      -- Tenemos a Abraham por padre; (Mat. 3: 9,10; Jn. 8:33) porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. – Si Dios solamente quisiera tener “miembros” en su iglesia, bien podría levantarlos “aun de estas piedras”, pero El quiere gente arrepentida que lleve fruto de arrepentimiento. El quiere gente cambiada.

      3:9  Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. (Mat. 3:10; 7:19). Juan no habla de árboles en general (p. ej., árboles frondosos), sino de árboles frutales, que para mucha gente casi son los únicos de importancia.  Juan emplea lenguaje muy vivo. Usa figura tras figura para enfatizar su mensaje. Habla de víboras, árboles, hachas, la correa del calzado, aventador, era y quemar paja. Todas son imágenes bien ilustrativas.

      3:10  Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? (es decir, para llevar fruto digno del arrepentimiento). Que sepamos los fariseos y saduceos no hicieron esta pregunta.

      3:11  Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas (la prenda interior), dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. – Esta enseñanza tiene aplicación amplia. Significa que el hijo de Dios debe ser benévolo. Lucas 6:38. Compárese Hech. 4:32, 36, 37. Según esto el primer fruto del arrepentimiento es la benevolencia, el espíritu de compartir. Efes. 4:28. 2 Cor. 8:9.

      3:12  Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, (7:29) y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos?  13  El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.  – Esto era la tentación más grande para los publicanos. Aunque ellos mismos eran judíos, algunos de ellos se aprovechaban de sus hermanos judíos. Eran odiados por los judíos no solamente porque recaudaban los impuestos romanos, sino que también muchos eran fraudulentos (practicaban la extorsión). Compárese la actitud de Zaqueo. Lucas 19:8, “si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”. Pero es importante observar que Jesús no condena el oficio mismo de recaudar fondos para el gobierno, sino solamente el abuso. Mat. 22:17-21; Rom. 13:7.

      3:14  También le preguntaron unos soldados (“Algunos de estos soldados actuaban como policía para proteger a los publicanos. Pero frecuentemente eran rudos y crueles” (ATR), diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: o hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; -- No calumniar a nadie para poder quitarle sus propiedades. Siempre había peligro de que los publicanos y soldados abusaran de su autoridad para la ganancia personal. Este es un problema común; por eso, esta enseñanza tiene amplia aplicación:

       (1) No solamente soldados sino todos los oficiales del gobierno pueden abusar del pueblo a quiénes deberían servir. Muchos oficiales del gobierno se aprovechan de su poder para enriquecerse. El rey David tomó ventaja de Urías porque quería su esposa (2 Sam. 11:4, 11). Salomón cayó en el error de exigir impuestos excesivos para sus propósitos personales (1 Reyes 12:4). Se oye frecuentemente de la “brutalidad policiaco” y no siempre son falsas acusaciones. 

      (2) Desde la niñez y juventud algunos se aprovechan de otros por tener alguna ventaja sobre los demás (por ser más grandes, más inteligentes, más ricos, etc.)

      (3) Líderes religiosos toman ventaja del pueblo. Ezeq. 34:3 denuncia a los pastores de Israel que tomaban ventaja de las ovejas. 1 Ped. 5:2,3. Los ancianos son tentados a aprovecharse de su posición. Jesús dijo que los líderes religiosos eran abusivos. Mateo 23:4; 23:14. Muchos se quejan de las “cargas” impuestas por los sacerdotes católicos, pues cobran por todo servicio, y muchos pastores evangélicos son muy opresivos exigiendo diezmos y ofrendas. Los “testigos del Atalaya” y mormones son esclavos de sistemas religiosos abusivos (se jactan de hacer obra personal porque tocan puertas pero en realidad esto no es voluntario sino obligatorio).

      (4) Los más “inteligentes” son a veces abusivos de los menos preparados, aplicándoles epítetos ofensivos.

      (5) Los ricos se aprovechan de los pobres. Sant. 2:6.

      (6) Hay maridos que abusan de sus esposas. Toman ventajas de sus esposas porque son más grandes y fuertes físicamente y también porque en muchos casos las esposas son dependientes de ellos. Muchas esposas sufren mucho abuso para que los hijos tengan los dos padres. Col. 3:19; 1 Ped. 3:7.

      (7) Hay padres que abusan de sus hijos. Efes. 6:4. Los provocan a ira de varias maneras: usar fuerza excesiva al castigarlos; ser injustos hacia ellos; ser parciales; ser inconsecuentes en la disciplina, etc.

      (8) También hay hijos que abusan mucho de la bondad de sus padres. Efes. 6:1-3. Recuérdese cómo Lot se aprovechó de la bondad de Abraham (Gén. 13:11).

      Los cristianos no solamente no deben tomar ventaja de otros, sino que por el contrario deben ser sufridos. 1 Cor. 6:7, 8. Para evitar el mal de abusar de otros debemos obedecer lo que Pablo dice en Rom. 12:3, y también en Filipenses 2:3.

      Pablo es un buen ejemplo para todos. 2 Cor. 7:2. Más bien, Pablo se sacrificaba a sí mismo para el beneficio de los hermanos. El explica en la primera carta a los corintios (cap. 9) los derechos que él tenía como apóstol, pero agrega, “Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo”. En la segunda carta (2 Cor. 12:15) dice, “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos”.

      Pablo era un apóstol de Cristo, pero nunca abusó de ese exaltado honor. El dice a los corintios, “de nadie hemos tomado ventaja” (2 Cor. 7:2). El no abusó de su autoridad.  

      -- y contentaos con vuestro salario. – Buen consejo para todos los obreros. De otro modo pueden caer en varias tentaciones. Tito 2:9, 10. Uno de los frutos del arrepentimiento es el contentamiento, porque esta virtud indica gratitud hacia Dios. ¿Qué tan agradecidos con Dios son los que viven murmurando y quejándose en cuanto a su estado económico? El descontento provoca opresión y violencia.

      3:15  Como el pueblo estaba en expectativa, –  del advenimiento del Mesías. El yugo de Roma era muy pesada, y la corrupción de los fariseos, escribas, saduceos, sacerdotes y herodianos producían en el pueblo un fuerte deseo y anhelo por la venida del Mesías. Al observar que tan sinceramente anhelaban la venida de Cristo, debemos preguntarnos qué tan ansiosamente estamos esperando la segunda venida de Cristo. ¿Estamos “en expectativa” como aquellos judíos del primer siglo antes de venir Cristo la primera vez?  2 Tim. 4:8; Apoc. 22:20.

      Jesús describe la condición de los que no aman su venida. Mat. 24:37-39. Pablo dice que la venida de Cristo será para los no preparados como los dolores de parto. 1 Tes. 5:1-5. Los hijos de luz están “en expectativa” de la venida del Señor y cuando venga no estarán llenos de terror; más bien, anhelan su venida. Están listos, preparados, sabiendo que les espera la corona de vida.

      Todos pueden medir su fe y esperanza por medio de este pensamiento: ¿En verdad amamos la venida del Señor y estamos “en expectativa” de su retorno? ¿o estamos pensando “ojalá que no venga ahora porque todavía no estoy preparado”?

      -- preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, -- Compárese Juan 1:19-34. Juan llevaba a cabo una gran reformación. Llevaba una vida consagrada y predicaba un mensaje fuerte y exigente. Por eso, algunos creían que aunque no hacía milagros tal vez él era el Cristo. Jesús habló de la “restauración” efectuada por Juan. Mat. 17:11-13.

      3:16  respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, -- Malaquías 3:1. Malaquías conecta estrechamente la venida de Juan y la de Jesús.

      -- de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado (sandalias); -- El desatar la correa de las sandalias del huésped era el trabajo del más humilde siervo; por eso, el lenguaje de Juan dice, “Yo no soy digno ni siquiera de ser el siervo de Jesús”. Mat. 3:13,14..

      Estos textos revelan otra marca de la grandeza de Juan, la humildad. Entendía y aceptaba su lugar subordinado en el plan de Dios. “Nada es más conmovedor ni más instructivo que la profunda humildad, el renunciamiento absoluto con los que rehusó Juan para sí mismo la confianza y los homenajes del pueblo, a fin de llevarlos por completo hacia Aquel que anunciaba como el Salvador del mundo” (B-S).

      -- él os bautizará en Espíritu Santo – Joel 2:28, 29. Antes de ascender al cielo Jesús dijo a los apóstoles, “Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hech. 1:5). Diez días después, el día de Pentecostés, se cumplió esta profecía (Hech. 2:1-4) y Pedro lo explicó diciendo “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hech. 2:16; 11:16, 17. En estos textos la Biblia misma usa la palabra “bautizar” con respecto al Espíritu Santo; de esta manera tenemos la explicación bíblica de esta promesa de Juan.

      y fuego. – Puesto que los apóstoles fueron bautizados en el Espíritu Santo el día de Pentecostés, muchos conectan este fuego con Hech. 2:3, “y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos”, pero el “fuego” de Luc. 3:16 debe ser explicado en su contexto. Según el ver. 9 Juan dice, “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego”, y luego en el ver. 17 otra vez habla del fuego del castigo. Por eso, el “fuego” de este texto se refiere al castigo eterno en el infierno.

      3:17  Su aventador está en su mano (listo para ser usado), y limpiará su era (recogiendo la paja), y recogerá el trigo en su granero,– De todas las descripciones de Dios en la toda la Biblia la más común es la de Juez. Juan emplea una ilustración bien conocida por el pueblo. Las gavillas de grano son trilladas por bueyes para separar el grano de los tallos. Con aventador (horqueta o pala) se avienta al aire para que el viento lleve el tamo y el grano se cae sobre la era para ser llevado al granero.

      -- y quemará la paja (Sal. 1:4; Mal. 4:1; después del juicio nunca se mezclará la paja con el trigo) en fuego que nunca se apagará. – Mar. 9:43, 44; Apoc. 14:11.

      Muchos textos hablan del castigo en fuego. Mat. 5:22; 10:28; 13:42; 25:41; Mar. 9:43-48; Luc. 16:24; 2 Tes. 1:8; Apoc. 20:14; 21:8.

      Los testigos de El Atalaya y otros materialistas y modernistas niegan la realidad del castigo en fuego. Enseñan que los malos serán “aniquilados” o que habrá otra oportunidad para ellos, o alguna forma de “purgatorio” para que después de algún tiempo de sufrimiento los condenados sean restaurados, pero es imposible armonizar tales conceptos con lo que dicen Juan, Jesús y los apóstoles. Por lo tanto, en lugar de negar esta verdad nos conviene aprovechar la salvación que Cristo nos trajo para escapar de la ira de Dios. Los testigos de El Atalaya  hacen burla de la doctrina de Cristo diciendo que el hombre no permite la tortura de un perro y, por eso, razonan que sería imposible que el Dios de amor y misericordia  permitiera la tortura de los seres humanos en el infierno. Sin embargo, recuérdese que los que hablan así no conocen a Dios. Hablan constantemente de “Jehová” pero no conocen a Jehová y blasfeman contra Cristo, enseñando que El es una “cosa” creada (véase su “traducción” de Col. 1:16, 17, 20). Ellos creen en dos “dioses” (Juan 1:1). Si hablan así de Cristo, ¿qué se espera cuando hablan de la doctrina de Cristo?  No entienden el evangelio. No saben lo que es gracia y misericordia. Tampoco toman en serio el pecado. No entienden que el pecado debe ser castigado, y que si el hombre rechaza a Cristo y el evangelio, entonces todavía sigue bajo la ira de Dios y tendrá que sufrir por sus pecados. Cristo murió en la cruz para que nadie tuviera que sufrir en el infierno, pero el infierno fue preparado para el diablo y sus ángeles (Mat. 25:41).

      Algunos se consuelan con el pensamiento de que el cuerpo no puede estar quemando sin fin porque el fuego lo consumiría, pero a estos se les olvida que el cuerpo humano “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (1 Cor. 15:44); es decir, el cuerpo que sufrirá eternamente no es este cuerpo físico, sino el cuerpo espiritual que el hombre recibe al resucitar de los muertos. Nos conviene tomar muy en serio la enseñanza de Jesús en Lucas 16:23,  “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.  24  Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. No sería nada juicioso acusar a Jesús de exagerar. Lo más indicado es que creamos y tomemos muy en serio sus palabras.

      Si los hombres se pudieran convencer de esta doctrina (del dolor eterno en el infierno), de una vez obedecerían al evangelio y llevarían vidas consagradas a Dios. ¿Quién en verdad quiere sufrir tanto en un lugar en el que solamente se oye el “lloro y crujir de dientes” (Mat. 25:30)? ¿Quién en verdad quiere sufrir un dolor interminable? No solamente por horas, o por días, o por años sino para siempre (en la eternidad no hay tiempo). Los dolores de parto son tremendos pero son pasajeros. En el infierno, sin embargo, el dolor no será pasajero. ¿A qué mujer le gustaría sufrir los dolores de parto eternamente y el ser torturado en fuego será mucho más doloroso que el dolor de parto.

      Los dolores de una enfermedad terminal (como el cáncer) duran a veces por meses y aun por años, pero ni siquiera esto se puede comparar con el dolor del infierno que nunca termina. Además, en esta vida aun para los dolores más agudos hay medicina fuerte (p. ej., la morfina), pero en el infierno no habrá ningún alivio. Apoc. 14:11, “no tienen reposo”.

      Pero el problema es que muy pocos creen esta doctrina. Aun los cristianos no la dan la importancia que merece, porque una fuerte convicción con respecto al castigo eterno nos motivaría fuertemente para ser más fieles, más apartados del mundo y más activos en la obra el Señor.

      Otro sufrimiento horrible será el remordimiento. Al mismo tiempo los que sufren en el infierno estarán recordando que durante la vida tenían muchas oportunidades de obedecer al evangelio. Recordarán las muchas invitaciones que rechazaron. Estarán pensando que hubiera sido posible estar en el cielo sin dolor alguno, sin lágrimas de ninguna clase, gozando la vida eterna. Cuantas veces en esta vida lamentamos algún descuido diciendo “oh, si hubiera hecho tal o cual cosa”, o “si no hubiera hecho tal cosa”. Imagínese la agonía del remordimiento más severo eternamente.

      3:18  Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo. – ¿Predicar el arrepentimiento como lo hizo Juan era predicar buenas nuevas? Sí, porque el arrepentirse es una bendición (un favor) de Dios, Hech. 11:18. Otra pregunta: ¿Predicar los juicios de Dios sobre los que no se arrepienten es predicar buenas nuevas? Se incluye enfáticamente en el mensaje del evangelio del Nuevo Testamento, y los que profesan predicar el evangelio sin predicar el castigo del pecado pervierten el evangelio (Gál. 1:8, 9).

      3:19  Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho, -- En esto Juan cumple lo que el ángel Gabriel dijo a Zacarías (Luc. 1:17), que Juan “irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías”. No sólo reprendió a los fariseos y saduceos que venían a su bautismo (Mat. 3:7-10), sino que sin parcialidad (1 Tim. 5:21) también reprendió al rey Herodes, aunque entendía que por ese motivo el rey podía matarlo.

      Mateo 14:4, “le decía” (no una sola vez, sino repetidas veces) que no era lícito “tenerla” (estar casado con ella) porque el marido de Herodías todavía vivía (Rom. 7:2, 3), y aparte de eso, la unión de Herodes y Herodías era incesto.  Lev. 18:16; 20:21.

      3:20  sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.  – Mar. 6:19,20. Herodes, hombre sin convicción y movido por la pura conveniencia, estaba entre la espada y la pared. Sabía que Juan era varón justo y santo y le escuchaba de buena gana, pero si su perplejidad indicaba que consideraba la posibilidad de arrepentirse, no tenía suficiente fuerza para hacerlo, pues por todo lado había problemas y no veía salida. Temía a Juan, temía al pueblo y sobre todo temía a su esposa.

      Mateo 14:6 -- Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, (Mar. 6:21, Pero venido un día oportuno -- para Herodías, pues le acechaba, y deseaba matarle, y no podía, Mar. 6:19) la hija (misma, LBLA; parece que otras personas ya habían danzado) de Herodías (y Felipe; según Josefo ella se llamaba Salomé) danzó en medio, y agradó a Herodes (y a los que estaban con él a la mesa, Mar. 6:22),  (tales danzas indecentes, con sus movimientos exóticos, eran del todo voluptuosas, sensuales, seductoras) 7  por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. -- “Aquellos en quienes las pasiones y el lujo han destruido el dominio de ellos mismos, en un momento de capricho dirán y harán lo que en un momento de juicio lamentarán amargamente” (JFB). 8  Ella, instruida primero por su madre, dijo:  (Mar. 6:25, Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey, LBLA; para evitar que él tuviera tiempo para cambio de mente) Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. – No la quiero mañana sino ¡ahora mismo! No quería correr el riesgo de que el rey se olvidara del juramento hecho delante de varios testigos. Herodías quería aprovechar al máximo esa oportunidad dorada de acabar con las palabras de Juan que tanto le molestaban y enfurecían. Quería la cabeza de Juan en un plato para que su madre tuviera la plena seguridad de que su atormentador ya no vivía. 9  Entonces el rey se entristeció; -- Pero fue la tristeza del mundo (2 Cor. 7:10). Herodes cometió un error grave pero con valor podría haber evitado otro peor. Había manera de corregir su juramento necio. Todavía sabía que Juan era hombre justo y santo y que le había escuchado con buena gana (Mar. 6:20). También sabía que si él concediera la petición de la hija de Herodías tal acto sería homicidio. “Se puede alegar que la forma de salir del dilema era haber dicho a Salomé: ‘Prometí favorecerte con un regalo, no te prometí cometer un crimen’. O también, ‘Yo te prometí un regalo a ti, no a tu madre”. Lo mejor hubiera sido: ‘Ahora veo que pequé al hacer esta promesa, por lo tanto me retracto’. Pero a Herodes le faltaban el valor, la humildad, y quizás también la sobriedad o claridad mental como para considerar tales respuestas. Para él era de suprema importancia el juramento hecho en presencia de los invitados y la necesidad de no desprestigiarse delante de ellos” (GH). pero a causa del juramento (como si el no cumplir con el juramento necio sería peor que el cometer homicidio), y de los que estaban con él a la mesa, (la presión de complacer a los malos compañeros es una de las pruebas más grandes, 1 Cor. 15:33; por esta causa muchos rechazan a Cristo y el evangelio) mandó que se la diesen, -- Este lenguaje implica que los compañeros no hubieran aprobado el curso de conducta correcto, sino que por causa de ellos fue impulsado a llevar a cabo el crimen.  10  y ordenó decapitar a Juan en la cárcel.  11  Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre. -- Ahora no sólo eran adúlteros, sino también homicidas. Con este crimen hicieron callar la voz de Juan, pero ¿qué ganaron? ¿Ya no era cierto lo que Juan les decía acerca de su vida pecaminosa? ¿Qué lograron, pues, con su crimen? Todavía eran adúlteros. Ahora son más que adúlteros, porque agregaron otro pecado: el homicidio. Todavía no era lícito que Herodes tuviera la mujer de Felipe su hermano. Además, su conciencia era más intranquila que nunca, pues ahora cree que Juan ha resucitado en la persona de Jesús. Los tales hombres mueren mil muertes.

 

Bautismo de Jesús

(Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-11)

      3: 21  Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; -- Jesús enseñó que el bautismo de Juan era del cielo (21:25, 32), y que era según "los designios" ("los propósitos" LBLA) de Dios (7:29, 30). Mateo 3:14 dice que Juan se le oponía. Nunca hubiera esperado tal cosa, porque él sabia, por lo menos, del maravilloso nacimiento de Jesús, y es muy probable que sabía mucho acerca de su vida.  Lucas (1:36-45) describe la amistad entre la madre de Juan y la madre de Jesús. Elisabet, siendo parienta de Marta, sin duda contaba a Juan lo que ella sabía acerca de Jesús. Aunque Juan no tenía hasta ese momento confirmación divina de que Jesús era el Cristo (Juan 1:31-34), él "se le oponía" cuando llegó para ser bautizado de él, pues creía que tal acto seria muy humillante para Jesús. No convenía que Jesús se bautizara sin comentario como si fuera un pecador (JWM). La protesta de Juan era necesaria para evitar esto.

      Juan dijo, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”  ¿Jesús quiso ser bautizado? ¿Cómo fue posible que el perfecto Jesús quien nunca pecó (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22) viniera a Juan para ser bautizado? Según el pensar de Juan, hubiera sido más apropiado que Jesús lo bautizara a él, indicando de esta manera otra vez su humildad. Para dar énfasis a lo que dice, emplea pronombres enfáticos. Esta actitud humilde de Juan muestra que él estaba bien calificado para predicar a la gente acerca del pecado y el perdón. Recuérdese que Juan escuchaba diariamente las confesiones de mucha gente. No hacían "confesión auricular" a Juan, sino confesiones públicas, pero Juan las oía, y habría aceptado con gusto que Jesús lo bautizara a él.

      Juan quería bautizar a los fariseos, saduceos e intérpretes de la ley (sólo que se arrepintieran) y no siempre podía (Luc. 7:30), y no quería bautizar a Jesús, pero éste insistió en que lo hiciera. La humildad de Juan se ve claramente en esta ocasión, pero léase con cuidado lo que Jesús dice de él en Mat. 11:7-15.  Son palabras impresionantes de alabanza de este gran profeta de Dios.

      Mateo 3:15, “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Con estas palabras Jesús le convenció. La palabra "cumplir" significa ejecutar plenamente. Lo que Jesús dice aquí sirve para confirmar aun más que el bautismo de Juan no era de los hombres, sino del cielo (Mat. 21:25); que era conforme a los designios (propósitos, LBLA) de Dios (Luc. 7:30). Lucas dice (7:29) "Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron (a Juan), justificaron a Dios (reconocieron la justicia de Dios, LBLA), bautizándose con el bautismo de Juan". El bautismo tuvo que ver con la "justicia" de Dios. Todo el pueblo -- aun los publicanos -- aceptaron el plan y las demandas de Dios. Admitieron que era justo y correcto que ellos se arrepintieran y se bautizaran para remisión de pecados.  Dios era justo en lo que El requería, y cuando ellos aceptaron este plan de Dios se hicieron justos (perdonados). Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron la justicia de Dios. Rechazaron sus designios" (propósito) de salvarles de sus pecados. No querían admitir que eran pecadores. Confiaban en ser el pueblo especial de Dios (judíos, hijos de Abraham, según la carne).

      Ahora bien, Jesús no tenía pecado, pero era muy importante que El apoyara la justicia de Dios (el plan de Dios para la salvación). Dice el Sal. 119:172 "todos sus mandamientos son justicia". Desde el tiempo de su niñez (Luc. 2:51) Jesús estaba sujeto. Aunque era Hijo de Dios, aprendió la obediencia. Guardó perfectamente la ley de Moisés, bajo la cual nació y bajo la cual vivió y murió. El bautismo de Juan no era parte de la ley de Moisés, pero era un precepto de Dios dado por su profeta. El bautismo de Juan (al igual que el bautismo de la gran comisión que es para nosotros, Mat. 28:19) fue uno de los mandamientos positivos de Dios que para tanta gente no importan. Cristo estaba resuelto a obedecer este mandamiento positivo de Dios. Iba a mostrar la obediencia absoluta, aunque no tenía pecados. En lugar de buscar excusas para no bautizarse (como hacen millones ahora) El hizo caso omiso de la "salida" lógica que El tenia ("No tengo pecados; ¿por qué voy a bautizarme?"), como también de la oposición fuerte de Juan, insistiendo en que "conviene que cumplamos toda justicia". ¡Qué ejemplo tan glorioso ha dejado para nosotros!

      Mateo 3:16, “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”. Desde luego, la inferencia necesaria es que Jesús había bajado al agua; es decir, que estuvo en el agua. Si se dice que alguna persona sale de la casa, o de la ciudad, da a entender que estuvo en la casa o ciudad. Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos (Hech. 13:13); se infiere, pues, que estaban en Pafos. Festo "subió de Cesarea" (Hech. 25:1); se supone, pues, que estaba en Cesarea. Si alguno dice "Déjame sacar la paja de tu ojo" (Mat. 7:4), se concluye que la paja está en el ojo. Si el demonio "salió del muchacho" (Mat. 17:18), claro está que el demonio estaba en el muchacho. Se dan estas sencillas ilustraciones para ilustrar que Jesús, como las demás personas bautizadas por Juan, descendió al agua, que estaba dentro del agua, y no parado en la ribera entre las cañas. Es verdad que aun así la gente podía haberse parado en agua hasta las rodillas y que Juan podía haber derramado agua sobre sus cabezas, pero ¿para qué bajar al río para hacer esto? No se requiere un río para la aspersión. "Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados" (Jn. 3:23). ¿Por qué ir a un lugar donde había "muchas aguas" para simplemente rociar unas cuantas gotas (o aun derramar un vaso de agua) sobre su cabeza? Tal práctica no tendría sentido alguno.

      Todo esto, combinado con la definición de la palabra baptizo (sumergir, zambullir, inmergir), nos lleva a la conclusión de que tanto Jesús como el resto del pueblo fueron sepultados. Esta conclusión es ineludible. Felipe y el eunuco descendieron al agua, y cuando el eunuco fue bautizado, subieron del agua. Pablo explica que el bautismo es una sepultura y una resurrección (Rom. 6:4; Col. 2:12). La secuencia, pues, es (1) descender o bajar al agua, (2) bautizar o sepultar y resucitar, y (3) subir del agua. Este es el ejemplo de lo que es el bautismo verdadero, dejado por el Señor Jesús.

      Un comentario más: nosotros no somos bautizados simplemente para imitar a Jesús. El no fue bautizado para obtener la remisión de pecados, porque El no tenía pecados, pero nosotros sí tenemos pecados; así es que nosotros somos bautizados para la remisión de pecados como los demás que llegaron al bautismo de Juan (Mar. 1:4; Luc. 3:3), y como la gente que fue bautizada el día de Pentecostés (Hech. 2:38).

      -- y orando, el cielo se abrió, -- Isa. 64:1; Ezeq. 1:1; Jn. 1:51; Hech. 7:56; Apoc. 4:1; los cielos abren para alguna revelación de Dios.

      3:22  y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. -- Isa. 11:2; 61:1-3; Juan el bautista dijo, "Yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo" (Jn. 1:33), es decir, el Cristo, el Hijo de Dios.

      Jesús dijo, "Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" (12:28). Pedro dijo (Hech. 10:38), "Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret". En base a estos textos algunos enseñan que aquí en la tierra Cristo nunca mostró ningún atributo divino. Dicen que El era Dios, pero que el único poder o autoridad que El usaba aquí en la tierra era lo que recibió del Padre o del Espíritu Santo, y que en esto era igual a los apóstoles.

      El hecho de que Cristo recibió poder del Padre y del Espíritu Santo sólo significa que había perfecta unidad en la Deidad, que Jesús, el carpintero de Nazaret, era en realidad la perfecta manifestación del Padre (Jn. 8:19; 14:9; 12:45). Era muy necesario que Jesús se identificara perfectamente con el Padre y con el Espíritu Santo, porque para la gente El era simplemente un hombre como los apóstoles (Mat. 13:55, 56). Sin embargo, recuérdese que Cristo usó o mostró los atributos de Dios (1) siendo adorado, 4:10 (cuando Cornelio “adoró” a Pedro, éste le dijo, “Levántate, pues yo mismo también soy hombre,” pero Jesús nunca dijo esto a los que se postraban delante de El para adorarle); (2) Jesús perdonaba pecados diciendo “tus pecados te son perdonados,” palabras que los apóstoles nunca pronunciaron; y (3) siendo Dios Jesucristo conocía los pensamientos de los hombres (9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17; Jn. 2:24, 25). Estos son solamente tres de los ejemplos que claramente indican que Jesús sí usó o mostró atributos divinos.

       Por lo tanto, "no os engañéis" con respecto a la Deidad de Cristo. Estos textos dicen que El recibió poder del Espíritu Santo, pero obsérvese lo que Juan dice: "Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré" (16:7). ¡Cristo envió al Espíritu Santo! Entonces ¿debemos enseñar que Cristo es superior al Espíritu Santo? Claro que no. ¡Muchos textos enfatizan la unidad y la identidad de las tres personas de la Deidad!

      Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo son tres personas distintas: en esta ocasión el Hijo fue bautizado, el Padre habló desde el cielo, y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús. Son tres personas, pero son uno en su propósito y obra.

      El Espíritu descendió "en forma corporal" (Luc. 3:22). Los autores no dicen que el Espíritu Santo vino en la forma de paloma, sino que descendió como paloma. Tomó una forma corporal, visible. Cristo lo vio. También Juan lo vio (Jn. 1:31-34).

      En otra ocasión la voz del cielo dijo la misma cosa (Mat. 17:5) y luego agregó: "a él oíd". No se puede negar que la obediencia de Jesús en el bautismo era un evento muy importante, porque los cielos abrieron, el Espíritu Santo descendió y venía sobre Cristo, y una voz de los cielos anunció, "Este es mi Hijo amado en quien me he complacido" (LBLA). Si Jesús no se hubiera sujetado a la "justicia de Dios", siendo bautizado de Juan, ¿habría acontecido este fenómeno? Ahora cuando alguno es bautizado, los cielos no se abrirán, ni descenderá el Espíritu Santo, ni habrá voz de los cielos, pero algo sumamente importante sucede: el bautizado recibe el perdón de los pecados, es recibido por Dios como hijo, se añade a la iglesia (Hech. 2:47), es bautizado en el un cuerpo (1 Cor. 12:13), es trasladado al reino de Cristo (Col. 1:13).

 

 

Genealogía de Jesús (Mat. 1:1-17)

      3:23  Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, -- Compárese Núm. 4:2, “Toma la cuenta de los hijos de Coat de entre los hijos de Leví, por sus familias, según las casas de sus padres,  3  de edad de treinta años arriba hasta cincuenta años, todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión”.

      -- hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, -- La palabra “hijo” puede significar descendiente en tales genealogías.

      Para probar que Jesús de Nazaret era el Mesías, Mateo estableció primero que Jesús de Nazaret era del linaje de Abraham (Gén. 12:3; 22:18; Gál. 3:16) y de David (2 Sam. 7:12; Sal. 89:29; 132:11; Luc. 1:32,33); por eso, da principio al libro con la genealogía de Jesús.

      Ha habido mucha discusión acerca de la diferencia entre la lista de los antepasados de Jesús según Mateo y la lista según Lucas (3:23-38), pero no hay provecho en un examen minucioso de estas listas de nombres, porque en el primer siglo no había duda ni disputa acerca de la genealogía de Jesús. Los enemigos de Jesús hicieron muchas acusaciones contra El, pero nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. El linaje de David está registrado en las Escrituras (Rut 4:18-22; 1 Crón. 1:1-4, 24-28; 2:1-15) y cualquier persona interesada podía averiguarlo. Todo judío podía saber su propia genealogía (el historiador Josefo encontró la suya en los registros públicos); Pablo sabía que él era de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5). Así pues, las dos listas eran comprensibles y satisfactorias para los judíos.

      Conviene recordar este detalle con el fin de disipar cualquier supuesta discrepancia o contradicción entre las dos listas. Si por cualquier motivo Mateo o Lucas hubieran escrito una genealogía incorrecta o contradictoria, los eruditos la habrían denunciado. Los que estudian esta genealogía ahora, no siempre toman en cuenta cómo los antiguos registraban sus genealogías; p. ej., (1) no siempre aclaraban si el que engendró era el padre inmediato o el antepasado, pues el hebreo no hablaba de nietos, bisnietos, etc.; (2) algunos se han fijado en la omisión de nombres, pero el propósito de Mateo y Lucas no fue nombrar a todos los antepasados; (3) se estudia y se discute también sobre Jeconías y sus hermanos, como también sobre Salatiel y Zorobabel (Mat. 1:11, 12), etc., pero recuérdese que nada de eso fue problema para los judíos del primer siglo y, por consiguiente, no debe ser problema para nosotros.

      Varios comentaristas proponen argumentos para probar que Jesús no era solamente el heredero del trono de David a través de un linaje legal, o sea, a través de José, sino que literalmente era descendiente de David a través de María. Luc. 3:23 dice, "Jesús... hijo, según se creía, de José, hijo de Elí"; "Esto puede significar que Jesús era nieto de Elí, o que José era contado como hijo de Elí por ser su yerno" (JWM). Hay argumentos y teorías acerca de estas dos listas pero no conviene que haya desavenencia en el estudio de estos textos en alguna clase bíblica, porque todo se basa en suposiciones. Es mejor hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla.

      En cuanto a lo que Pablo dijo acerca de "genealogías interminables" (1 Tim. 1:4), los judíos "tomaban un nombre de una lista genealógica (por ejemplo, del Génesis, 1 Crónicas, Esdras o Nehemías), y a partir de él formaban una bella historia. Estos adornos interminables que se agregaban al relato sagrado eran parte” de las actividades de la sinagoga (GH), pero no tenían nada que ver con la genealogía de Jesús.

      Aunque muchos creen, pues, que Lucas da la genealogía de Jesús a través de María, sería muy difícil probarlo. Como dice el comentarista Meyers,  “Si Lucas hubiera pensado que Elí era el padre de María, habría sabido cómo expresarlo” (HAWM). Recuérdese que lo más importante es que los enemigos de Jesús nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. Aunque nosotros no comprendemos exactamente cómo los judíos registraban su genealogía, ningún enemigo de Jesús criticó los registros de Mateo y Lucas.

      3:24  hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,  25  hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai, 26  hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,  27  hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,  28  hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,  29  hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat,  30  hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim,  31  hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán,  32  hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón,  33  hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá,  34  hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor,  35  hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala,  36  hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec,  37  hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán,  38  hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

      Al conectar Jesús con Adán Lucas muestra otra vez su propósito de presentar a Jesús no solamente como el Salvador de los judíos sino también como el Salvador de todo el mundo.

 

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