LUCAS 22

 

El complot para matar a Jesús

(Mat. 26:1-5, 14-16; Mar. 14:1, 2, 10,11; Jn. 11:45-53)

      22:1 Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. – La muerte de Jesús se aproximaba. Los eventos que siguen pertenecen al relato del sufrimiento final de Jesús. Ya empieza "El principio del último acto de la tragedia" (WB). Dijo a sus discípulos: "sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua”, la fiesta principal de los judíos, celebrada el 14 de Nisán (el primer mes del año judaico). La pascua duró solamente un día, pero era seguida de siete días de la fiesta de los panes sin levadura, y a veces la palabra "pascua" se refería a las dos cosas.

      22:2  Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; -- Hech. 8:33, “no se le hizo justicia”. Jn. 11:47-53, “…desde aquel día acordaron matarle”; en este texto leemos la profecía de Caifás, sumo sacerdote, de que “nos conviene que un hombre muera por el pueblo”. Esta profecía era de Dios y tenía que ver con la muerte de Jesús como sacrificio por los pecados del mundo, pero Caifás la entendía desde el punto de vista político; es decir, viendo a Jesús como personaje peligroso, sería necesario ejecutarlo para el bienestar político de la nación. Para Caifás había solamente dos alternativas: acabar con Jesús, o de otro modo, ver la nación destruida, pero había otra alternativa, a saber, aceptar a Jesús como el Mesías y salvar la nación tanto política como espiritualmente. La ironía de este caso es lo siguiente: Caifás dice que Cristo tiene que morir para que la nación no sea destruida, pero la nación fue destruida en el año 70 precisamente porque los judíos rechazaron y crucificaron a Jesús.

      Según las palabras de Caifás Jesús ya estaba prejuzgado y condenado a morir mucho antes de ser juzgado por ellos. Por lo tanto, ¿qué se espera de ellos cuando “juzgan” a Jesús? En realidad, los que fueron juzgados en todo esto fueron los judíos y los romanos.

      Jesús fue “juzgado” (1) por Anás, el sumo sacerdote, según la ley de los judíos; (2) luego por Concilio con Caifás, el sumo sacerdote nombrado por Roma; (3) por Pilato; (4) por Herodes; y (5) otra vez por Pilato para la sentencia final.

      -- porque temían al pueblo. Según Mateo 26:3 se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás.  Los "principales sacerdotes" eran las cabezas de los veinticuatro cursos de sacerdotes que servían por turno en el templo. El sumo sacerdote (Caifás) era el presidente del concilio (sanedrín) que tenía autoridad para juzgar y condenar a los transgresores. Se reunieron para considerar cómo podrían destruir a Jesús, porque les había avergonzado públicamente (Mat. 21:45; Mat. 23). Reconocían que estaban perdiendo su control sobre la gente (Jn. 11:48, 53; 12:10, 11, 19). La "entrada triunfal" de Jesús indicaba su gran popularidad (Luc. 19:28-44). En varios argumentos Jesús les había dejado avergonzados, exponiéndoles como incapaces de defender su doctrina (Mat. 21, 22). No podían contestar palabra alguna cuando expuso su hipocresía (Mat. 23). Por eso estaban muy resentidos y resueltos a matarlo. Mat. 26:4, 5, “Tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús (es decir, para prender a Jesús y condenarle antes de que el pueblo pudiera levantar oposición fuerte), y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo”.

      Sin embargo, Jesús fue crucificado precisamente “durante la fiesta” de la Pascua, mostrando claramente que ni los romanos ni los judíos estaban en control de ese evento, sino que El mismo decidía todo. Cristo vino al mundo para dar su vida. Jn. 10, “18  Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”. Hasta que “su hora” llegara nadie podía hacer nada, pero ahora El mismo está listo a dar su vida, y siendo “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” iba a morir durante la Pascua.

      La gente creía que Jesús era, por lo menos, un profeta importante (Mat. 16:14) y algunos (mayormente los de Galilea) creían que era el Mesías. Los judíos de todas las naciones se reunían en Jerusalén para las fiestas anuales (compárese Hech. 2:5-10). Se ha sugerido que hasta tres millones de judíos estaban presentes durante la pascua, y frecuentemente había tumultos entre ellos.

      El temor de los líderes se expresa en Jn. 11:48, pero ignoraban el plan de Dios y la actitud sumisa de Jesús. Si Jesús hubiera permitido que Pedro usara su espada para iniciar un tumulto, los temores de los líderes se habrían realizado, pero Dios había escogido precisamente esa pascua para ofrecer sobre una cruz al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (Jn. 1:29; Isa. 53:10; 1 Jn. 2:2). Los judíos no querían ser responsables por un alboroto entre el pueblo, pero ¡estaban dispuestos a crucificar a su Mesías! (HLB). Estaban muy contentos cuando Judas ofreció entregar a Jesús y les fue conveniente llevar a cabo sus planes.

      El temor al pueblo era el obstáculo principal para los líderes (Mat. 21:46). Para los romanos la pascua era tiempo apropiado para ejecutar criminales para demostrar su poder sobre el pueblo.

      Jesús había hablado frecuentemente a sus apóstoles acerca de su muerte que se acercaba: Jn. 2:19; 3:14; 6:51; 10:11, 15; Mat. 9:15; 10:38; 12:40; 21:38. Abiertamente Jesús predijo su muerte: Mat. 16:21-23; 17:2; 20:17-19. También, aunque los líderes dijeron, "no durante la fiesta", precisamente durante esa fiesta Jesús iba a morir. Al decir que sería crucificado indica que su muerte sería llevada a cabo no por los judíos sino por los romanos.

      22:3  Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;  -- Juan 13:27, “Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto”. El entrar Satanás en Judas no tuvo nada que ver con el fenómeno de los endemoniados. Los demonios entraban en mucha gente sin su permiso, no para hacerles pecar, sino para atormentar y afligirles, dejándoles ciegos, sordos, mudos, paralizados, etc. Satanás entró en Judas con el permiso de Judas. En realidad Judas le dio una bienvenida calurosa. Véase Sant. 1:14. También entró en Ananías y Safira (Hech. 5:1-11) para moverles a mentir al Espíritu Santo. Satanás es el engañador. Primero confunde y engaña al hombre a través de sus deseos carnales, convenciéndole que será muy ventajoso desobedecer a Dios. Recuerde el caso de Eva (1 Tim. 2:14). Judas, al igual que Ananías y Safira, fueron engañados por las riquezas (Mat. 13:22). Confundió y engañó a David a través de su orgullo (1 Crón. 21:1); confundió y engañó a Pedro, convenciéndole que sería mejor “seguir de lejos” y calentarse “junto a unas brasas” del enemigo; luego estando en medio de los enemigos de Jesús le negó tres veces. ¿Cuántos miembros de la iglesia hacen lo mismo? Satanás confunde y engaña a mucha gente, cegando su entendimiento (2 Cor. 4:4) porque no aman la verdad, sino que quieren creer la mentira (la falsa doctrina), 2 Tes. 2:10-12. ¿Dónde obra Satanás? En los desobedientes, Efes. 2:2. Tiene muchos ministros religiosos (2 Cor. 11:13-15; 1 Tim. 4:1-3; 1 Jn. 4:1, 2) y a través del ministerio de éstos Satanás tiene muchos cautivos (2 Tim. 2:26).

      22:4  y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría. -- para ser crucificado. Jesús  especificó que no solamente “será muerto” (Mat. 16:21), sino que sería será crucificado (Mat. 26:2). Para esto sería necesario primero que fuera entregado a los romanos. Judas lo entregó a los judíos. Los judíos lo entregaron a los romanos. Sin embargo, la Biblia afirma que Jesús se entregó a sí mismo (Gál. 2:20; Efes. 5:2, 25), porque nadie podía tomar su vida. El voluntariamente se entregó a sus enemigos. También Pablo dice que fue entregado por nuestras transgresiones (Rom. 4:25); según esto nosotros tuvimos parte en entregarlo.

      22:5  Ellos se alegraron, y convinieron en darle dinero. – El pensamiento malo y carnal produce mucha alegría en los siervos de Satanás, pero la risa de los tales será convertida en el lloro y el crujir de dientes si no se arrepienten.  ¿Cuántos “siervos de Dios” se prestan para ser comprados con dinero? ¿Cuántos tienen la misma “convicción” que los que les pagan salario? Cuando son preguntados qué enseña la Escritura sobre cierto tema ¿cuántos dicen, “usted diga primero”?

      22:6  Y él se comprometió, y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del pueblo (sin que la gente lo advirtiera, LBLA, margen). -- Primero Judas se comprometió a ser apóstol de Jesús, y ahora se compromete a entregarle. ¡Cuántos hombres hoy en día se comprometen a oponerse a Jesús y a entregarlo a sus enemigos! En lugar de comprometerse a seguirle, se comprometen a negarle.

 

Institución de la cena del Señor

(Mat. 26:17-29; Mar. 14:12-25; Jn. 13:21-30; 1 Cor. 11:23-26)

      22:7  Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. -- La palabra original (pascua) no significa la fiesta, sino el cordero que fue sacrificado (Ex. 12:43; Núm. 9:11; Jn. 18:28, "comer la pascua"; 1 Cor. 5:7, "nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros").

      22:8  Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id (a la ciudad de Jerusalén; no podían comerla en otra parte), preparadnos la pascua para que la comamos. – Matar y asar el cordero, proveer pan sin levadura y hierbas amargas (Ex. 12:8).

      22:9  Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos?  10  El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare,  11  y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?  12  Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí.  13  Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. -- Encontraron la casa, compraron el cordero, lo llevaron al sacerdote. Este lo mató y roció la sangre conforme a la ley. Los residentes de Jerusalén abrían sus casas para huéspedes durante la fiesta.

      22:14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.  15  Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!  -- ¡Esta fue la última pascua! En esta ocasión Jesús y sus apóstoles participaron de dos cenas, la fiesta de la pascua y la institución de la cena del Señor.

      22:16  Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. – No dice que literalmente comería la pascua otra vez en el reino, sino que la pascua y las demás figuras y sombras de la ley serían cumplidas en Cristo mismo, nuestra Pascua (1 Cor. 5:6-8).

      22:17  Y habiendo tomado la copa, dio gracias, -- No hay texto alguno que enseñe o que implique que el nacimiento de Jesús se debiera recordarse para celebrarse. Lo que debe recordarse cada primer día de la semana es su muerte.

      El encabezado de este párrafo en la Biblia es "Institución de la cena del Señor". ¿Por qué se llama "cena del Señor"? 1 Cor. 11:20. También este acto se llama "beber el fruto de la vid" (ver. 29) y "el partir del pan" (Hech. 2:42; 20:7). De estas tres maneras la Biblia se refiere a este acto. Nos conviene a nosotros siempre usar estas expresiones bíblicas, mayormente cada primer día de la semana cuando celebramos este acto. Cada miembro de la iglesia debe acostumbrarse a estas tres expresiones bíblicas.

      Sin duda el pan usado por Jesús en esta ocasión era pan sin levadura. No hay autoridad para usar pan con levadura.

      -- dio gracias. Mat. 26:26, Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.  27  Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos”. La palabra “bendijo” equivale a  dio gracias. Obsérvese cómo estas dos expresiones se usan intercambiablemente: Mat. 26:26 dice “bendijo” pero el v. 27 dice “dio gracias”, al igual que Mar. 14:23. Según Lucas (22:17, 19), Jesús dio gracias por el pan y por la copa. Al hablar de este mismo acto, Pablo dice, "Bendecimos el pan" (1 Cor. 10:16) y dice que el Señor dio gracias por el pan (1 Cor 11:24). Cuando Jesús alimentó los 5000, según Mat. 14:19, "bendijo" el pan, pero al hablar del mismo evento, Jn. 6:11 dice que dio gracias por el pan; Mar. 8:6, dio gracias por el pan y bendijo los peces. ¿Eran dos actos distintos? Claro que no. El bendecir equivale al dar gracias. Estos textos indican que la palabra "bendecir" se usa alternativamente con "dar gracias"; la conclusión obvia es que debemos dar gracias por el pan y por la copa antes de participar de la cena. Desde luego, está bien dar gracias a Dios por la oportunidad o el privilegio de participar del pan y de la copa, y está bien pedir que Dios bendiga el pan y la copa, pero primero que todo, no dejemos de dar gracias por el pan y por la copa. Si solamente pedimos que Dios bendiga el pan o la copa no damos gracias por el pan y por la copa, sino solamente pedimos algo. Véase 1 Tim. 4:4, 5, la comida es bendecida o santificada con acción de gracias.

       -- y dijo: Tomad esto (la copa), y repartidlo entre vosotros; --  “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos (Mat. 26:27). La "copa" significa el contenido de la copa. Esta es otra figura, llamada metonimia (figura que consiste en designar una cosa con el nombre de otra). Se usa el nombre del recipiente para indicar su contenido. Deut. 28:5, “Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar”; dice “canasta” pero se refiere a la cosecha, lo que llena la canasta; dice “artesa de amasar” pero se refiere al pan. La copa es la bebida, el fruto de la vid. Los textos mismos lo indican claramente: Mat. 26:26-29, la copa “es mi sangre”, “este fruto de la vid”; lo mismo en Mar. 14:22-25; en Luc. 22:17 la copa se reparte (se divide); 1 Cor. 10:16, la copa es la comunión de la sangre de Cristo; la copa se bendice; en el ver. 21, se bebe; 1 Cor. 11:25, 26, se bebe. Compárense Jer. 49:12 (“los que no estaban condenados a beber el cáliz, beberán ciertamente”) y Ezeq. 23:32, (“Beberás el hondo y ancho cáliz de tu hermana”). El que no acepta esta verdad sencilla y obvia, de que Jesús emplea una figura y que la copa es el contenido, está obligado a enseñar también que “la mesa” de la cual todos participamos (1 Cor. 10:21) es una mesa literal, y otro elemento sagrado de la cena del Señor.

      Obsérvese que Jesús dice, “repartidlo”. Esta palabra significa “dividirlo” (es la misma palabra que usa cuando dice, “todo reino dividido contra sí mismo” (Luc. 11:17). Entonces, si Jesús hubiera hablado del recipiente mismo, el verbo “repartir” o “dividir” les habría obligado a quebrar el recipiente en pedazos para repartirlo entre ellos, pero Jesús no hablaba del recipiente sino de su contenido que sí podía ser repartido o dividido entre ellos. Este punto es importantísimo en la controversia con los que enseñan que debemos usar una sola copa (recipiente) para repartir la cena a todos en la congregación.

      Algunos insisten en que el recipiente del fruto de la vid es el tercer elemento de la cena, y que simboliza el nuevo pacto. Enseñan que cada persona que participe de la cena tiene que tocar sus labios a un solo recipiente para beber el fruto de la vid. Según este uso incorrecto de las Escrituras, Juan 4:12 (“¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?”) tendría que significar que cuando Jacob, sus hijos y sus ganados bebieron del pozo, todos tenían que tocar sus labios al pozo. El error de estos hermanos equivocados ilustra la necesidad de estudiar y entender el lenguaje figurado. Estos, al igual que el clero romano, los mormones y otros sectarios, han corrompido la cena del Señor. Con este error han dividido la iglesia del Señor.

      ¿Cómo podía Jesús dar gracias por la copa sabiendo lo que simbolizaba? Estaba enteramente confiado del triunfo a pesar de la agonía que iba a sufrir. Heb. 12:1, 2.

      22:18  porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. – “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mat. 26:29). La palabra "beber" significa comunión (compárese Apoc. 3:21). Luc. 22:15, "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios". Obsérvese que Jesús se refiere al "fruto de la vid"; no se convirtió en sangre cuando Jesús lo bendijo. Todavía era simplemente “fruto de la vid”. La expresión “aquel día” se refiere al tiempo o período del reino de Cristo, comenzando el día de Pentecostés y extendiendo hasta el fin del mundo; es el tiempo cuando Cristo está con su iglesia el primer día de la semana (Hech. 20:7) cuando se participa de la cena del Señor.

      22:19  Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. – Jesús no dice que el pan que partió llegó a ser literalmente su cuerpo. Si Cristo hubiera desaparecido en ese momento, tal vez habrían pensado que su cuerpo se había transformado en el pan, pero su cuerpo todavía estaba, y el pan se repartió y se comió. Por lo tanto, ellos no podían creer que el pan era su cuerpo literal. Compárese Mat. 13:38, 39, "el campo es el mundo; la buena semillas son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo". También  Gén. 41:26; Gál. 4:24; Jn. 15:1, 5. Frecuentemente Jesús empleaba lenguaje figurado. Esta figura se llama metáfora. No es simplemente una semejanza, sino una representación; por lo tanto, “esto es mi cuerpo” significa “representa mi cuerpo” y el fruto de la vid representa su sangre. Comemos el pan y bebemos la copa para obedecer el mandamiento de hacer esto en memoria de Cristo (véase también 1 Cor. 11:24). La cena no es un “sacramento”, sino un sencillo memorial, un recordatorio.

      Según la teología romana la bendición del pan y “vino” por el sacerdote transforma estos dos elementos en el cuerpo literal y la sangre literal de Cristo (esta doctrina se llama “transubstanciación”), de la cual fluye las bendiciones sacramentales de gracia, pero todo lo que encontramos en la Escritura acerca de la cena enseña que es un sencillo recordatorio de la muerte de Cristo. Pablo dice, 1 Cor. 11, “16  La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”; es decir, participamos de los beneficios de su muerte.

      No participamos de la cena del Señor para obtener la remisión de pecados, sino que simplemente nos recuerda de la muerte de Cristo, la sangre que fue derramada para el perdón de nuestros pecados. Cristo derramó su sangre (dio su vida) como sacrificio por nosotros. Ex. 24:8. Lev. 17:11.

      22:20  De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. –El Antiguo Pacto fue sellado con la sangre de animales (Ex. 24:3-12). Ese pacto fue perfectamente cumplido por Cristo y el Nuevo Pacto fue sellado con Su sangre.  

      En base a un concepto erróneo de este texto, los que prohíben el uso de copitas en la cena afirman que la “copa” (que para ellos es el recipiente) representa o simboliza el nuevo pacto; es decir, para los tales hay tres elementos de simbolismo: el pan, el fruto de la vid y el recipiente del fruto de la vid. Esta doctrina es falsa y pervierte y corrompe la doctrina de la cena del Señor. Lo que Lucas y Pablo dicen (“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”) es la misma cosa que Mateo y Marcos dicen:  “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mat. 26:28).

      Para remisión de los pecados. Es interesante comparar este versículo con Hech. 2:38, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. La expresión “para perdón de los pecados” de este texto es idéntica, palabra por palabra, en el griego (eis aphesin hamartion) con “para remisión de los pecados” en Mat. 26:28. Por lo tanto, si el bautismo no es para perdón de pecados (como enseñan casi todos los evangélicos), entonces Cristo no derramó su sangre para remisión de pecados. ¿Enseñan los evangélicos que Cristo no derramó su sangre para remisión de los pecados? Claro que no, pero sí enseñan que el bautismo no es para remisión de pecados. En esto son muy inconsecuentes y demuestran su prejuicio hacia el bautismo que, según Jesús, es para salvación (Mar. 16:16).

      22:21  Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad el Hijo del Hombre va, (muere, Sal. 39:13; "según está escrito de El, Sal. 41:9; Jn. 13:18; Isa. 53:4-9). Voluntariamente Jesús estaba poniendo su vida (Jn. 10:17; 15:13).

      -- según lo que está determinado; (Sal. 41:9; (Hech. 2:23) – Era el plan predeterminado de Dios; por eso el diablo no podía jactarse de victoria alguna. Lo que sucedió era según el plan de Dios, con la plena cooperación de Jesús. El diablo no le quitó la vida, pero Judas no era inocente. Tenía la misma culpa como si este acto no se hubiera predeterminado. No fue juzgado por lo que Dios había predeterminado, sino solamente por su propio acto.

      -- pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! – Mat. 26:21, “Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar”. Jn. 13:21, Jesús "se angustió en espíritu, y testificó y dijo: En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará". ¿Por qué dice esto? ¿Con qué propósito? Convenía que los apóstoles estuvieran prevenidos, pero ¿tenía algún propósito en cuanto a Judas mismo? Jesús tenía poder para detener a Judas. No lo hizo pero sí le dijo a él y a todos que El sabía los planes de Judas. La Biblia no explica el por qué de este anuncio, pero se puede ver que con esto Jesús le hizo enfrentar lo que pensaba hacer. Le detuvo por un rato, le hizo ver que El sabía lo que pensaba hacer, y esto le dio la oportunidad de reflexionar seriamente sobre sus hechos. Es como si le hubiera dicho: “Mira lo que está por hacer". El pensamiento serio acerca del pecado que pensamos cometer debe asustarnos y hacernos recapacitar. Si Judas hubiera aprovechado ese momento para reflexionar, seguramente no habría seguido con el plan. “Es mucho peor el pecado frío, calculado, indiferente, premeditado, que sabe a sangre fría lo que está haciendo, a quien se enfrenta con el horror del hecho, y con la mirada amante de Jesús, y sin embargo, elige su propio camino" (WB).

      ¿Supieron el plan de Judas los otros apóstoles? Parece que no. Parece que él logró llevar a cabo su plan a escondidas; pero no podía esconder sus planes de Jesús. Nada escapó de su noticia. Así también sucede con nosotros: a veces podemos esconder nuestros malos hechos de los hermanos, pero no de los ojos de Dios.

      -- ¡ay…! -- Lo que Jesús dice acerca de Judas muestra lo enorme del crimen y que este pecado resultaría en castigo (sufrimiento). Muchos hombres ricos y poderosos llevan vidas llenas de placeres, diversiones y toda clase de cosas que dan alegría al hombre, pero lo que Jesús dice acerca de Judas es muy apropiado para todos los hombres que mueren en pecado. Aquí cabe perfectamente el dicho: "no vale la pena".

      22:23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto. -- Fue una sorpresa y un golpe fuerte. Tenían sus debilidades y hasta esta fecha seguían discutiendo cuál sería el mayor en el reino, pero ¿entregar a Cristo? Jn. 13:22, "Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba". Así demostraron su inocencia; sinceramente ignoraban de qué Jesús hablaba. También indica su relación estrecha con Jesús. Humildemente preguntan sobre esto y examinan sus corazones, pero la pregunta, ¿Acaso soy yo, Señor? espera una respuesta negativa (¿verdad que no soy yo?). Eran capaces de desampararle (Mat. 26:56), pero no de entregarle. No sabían que Jesús hablaba de esa misma noche. Parece que no sospechaban a Judas.

      Mat. 26:23, “Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar”. El participar de esa cena con traición en el corazón era una violación de la comunión sagrada. Así es el énfasis: aun después de comer conmigo en este momento solemne, me entregará. Sal. 41:9. El plato contenía la salsa amarga de pasas, datos, higos mezclados con vinagre y otras especias.  Más de dos personas hacían esto (por eso, la pregunta de Judas), pero indicó a alguien cerca de Jesús. Juan 13:24-26 da información más explícita.

      Mateo 26:25, “Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho. Judas se sintió compelido a preguntar. Aquí se ve la hipocresía con conciencia cauterizada. La frase, "Tu lo has dicho" es una respuesta afirmativa ("es como tú dices" o "has dicho la verdad"). Entonces Satanás entra en Judas y él sale, Jn. 13:30. No estuvo presente cuando Jesús instituyó la cena del Señor.

 

La grandeza en el servicio (Mat. 20:25-28)

      2:24  Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. – Véase 9:46-48, notas. Sin duda los apóstoles pensaban que en el reino mesiánico habría oficiales mayores y otros menores, y querían los puestos más altos (compárese Mat. 20:21). Jesús les había dicho (9:23) que “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”, pero ellos no están pensando en negarse sino en exaltarse. ¿Cuántos discípulos siguen su ejemplo? Esta disputa continuaba hasta la misma noche cuando Jesús fue entregado-

      22:25  Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; -- De esta manera los hombres del mundo juzgan la grandeza. El “grande” en este mundo es hombre prominente y da órdenes a muchos hombres.

      “La verdadera nobleza, según el concepto de Jesús, no se determina por la notoriedad de uno ni por su control sobre otros hombres para manipularlos como quisiera. La razón primaria de esto es que, entre los hombres, el poder de regir sobre otros no implica necesariamente la habilidad de regir a sí mismo. Pero el hombre que pueda exitosamente servir a otros estando contento de hacer grandes a otros es el que tiene bajo control su propio espíritu también. Este rige sobre la ciudadela de su propia alma. (Prov. 16:32; 25:28)” (HF).

      22:26  mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, (9:47, “Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones”) llamando Jesús a un niño (lo opuesto de los dignatarios que los apóstoles querían llegar a ser), lo puso en medio de ellos,  3  y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis (“a no ser que os hayáis vuelto”, FL; devolver; dar vuelta en el camino para ir hacia la dirección opuesta; 22:32; Jn. 12:40; Hech. 3:19) y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 18: 17 – Para enfatizar este punto Jesús emplea el doble negativo, no entraréis de ninguna manera, porque hacerse como niños significa humillarse y los que no quieren humillarse y someterse a la voluntad de Cristo no entrarán en el reino. No solamente no seréis grandes en el reino, ni siquiera entraréis en el reino  (MRV). No hay “cristianos humildes” como si hubiera otros cristianos no humildes. Todo cristiano es humilde, pues si alguno no es humilde, no es cristiano.

      Desde luego, hay cualidades de niños que deben ser evitados (Mat. 11:16; 1 Cor. 14:20; Efes. 4:14; Heb. 5:13), pero la humildad es el punto principal bajo consideración en este texto. En esto “un niño es un dechado … de afectos tiernos, de confianza, humildad, docilidad, sencillez, prontitud para creer y obedecer … Orígenes sugiere la prontitud del niño para dejar el pesar, el temor y el enojo, y su descuido de las distinciones sociales entre sus compañeros”  (JAB). Otra cualidad que se debe imitar es que el niño depende enteramente de sus padres. “El niño, de naturaleza, es humilde en relación con las personas mayores” (ATR).

       “Siguiendo los pasos de su maestro quien se humilló a sí mismo (Fil. 2:5-8), el discípulo debe tener humildad en mente, palabras y hechos (Fil. 2:2)” (JPL). Mat. 5:3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”; estos son los humildes que reconocen que delante del Señor están en bancarrota espiritual y muy necesitados de la gracia de Dios. El que se humille al nivel del niño en su relación con otros es el mayor en el reino. Fil. 2:3; Rom. 12:3, 10,16.     

      -- y el que dirige, como el que sirve. -- Es importante recordar que los apóstoles que disputaban sobre la cuestión de quién sería el mayor aprendieron la lección que Jesús les enseñó y con toda humildad sirvieron al Señor y sus discípulos, dedicando y aun sacrificando su vida por la causa de Cristo. Es interesante observar que el apóstol Juan escribió el evangelio según Juan sin mencionar su propio nombre; más bien, él habló de Juan el bautizador como si no hubiera otro Juan (HF).

      Algunos ejemplos sobresalientes de la humildad son los siguientes: (1) el centurión, 8:5-13; (2) la mujer cananea, 15:21-28; (3) la mujer pecadora que lavó los pies de Jesús (Luc. 7:36-50); (4) María, cuando ungió a Jesús (Mar. 14:3-9).     La Biblia nos da muchos ejemplos de los que se hicieron grandes en el reino. Aparte de los apóstoles, profetas, evangelistas, etc. que sirvieron fielmente al Señor, también leemos de otros ejemplos como los siguientes: Dorcas, Hech. 9:36, 39; Febe, Aquila, Priscila, Rom. 16:1, 3, 4 (y varios otros en este capítulo); familia de Estéfanas, 1 Cor. 16:15, 16; Gayo, 3 Jn. 5, 6, etc. De los tales Pablo dice (Fil. 2:3, 4) que sus nombres están escritos en “el libro de la vida”. Esto indica claramente que los tales son grandes ante los ojos de Dios.

      -- y para dar su vida en rescate por muchos (Heb. 9:28). – Dio su vida para rescatarnos (redimirnos), 1 Ped. 1:18, 19.

      22:27  Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve. (Jn. 13:12-15). 28  Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.  29  Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí,  30  para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. -- Esta promesa se cumplió comenzando el día de Pentecostés cuando los apóstoles, como embajadores de Cristo (2 Cor. 5:20), ya bautizados con el Espíritu Santo (Hech. 1:4, 5; 2:1-4), ocuparon sus “tronos” en el sentido de ejercer autoridad en el nombre de Cristo. Pedro y los demás, inspirados por el Espíritu Santo, abrieron las puertas del reino al anunciar el evangelio en su plenitud y ofreciendo la salvación de Dios a los que se arrepintieran y fueran bautizados en el nombre de Jesucristo para el perdón de pecados (Hech. 2:38). Esto se confirma en Hech. 2:42. Los que fueron bautizados (v. 41) “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”. Al decir “doce tribus de Israel” Jesús hablaba de la totalidad del Israel de Dios, la iglesia (Gál. 6:16).

     

Jesús anuncia la negación de Pedro

(Mat. 26:31-35; Mar. 14:27-31; Jn. 13:36-38)

      22:31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;  32  pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.  33  El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. – Jn. 13:36, 37; 1 Cor. 10:12; Rom. 12:3. Jesús había dicho, "yo pongo mi vida" (Juan 10:17); Pedro dice, "pondré mi vida". Los apóstoles habían dejado todo para seguir a Jesús (Mat. 19:27; Mar. 10:28; Luc. 18:28); Pedro le había acompañado en el monte de transfiguración (Mat. 17:1-5); y ahora dice que está dispuesto a morir por Jesús. Pondría su vida, pero no como Cristo pondría la suya, pues no pensaba poner su vida sin pelear.

      Al estudiar este caso conviene que se observe lo que Jesús no dijo a Pedro o acerca de él. ¿Dijo Jesús en algún momento que Pedro era hipócrita? ¿Que era cobarde? Cuando prendieron a Jesús ¿huyó Pedro? ¿Se escondió? La respuesta a estas preguntas es negativa, porque en realidad Pedro hizo estas afirmaciones con toda sinceridad, la cual él demostró cuando Jesús fue prendido. No se puede negar que Pedro dio evidencia de que sí estaba dispuesto a pelear y a morir por Cristo (18:10, 11; Mat. 26:51, 52; Mar. 14:47; Luc. 22:50, 51). No siguió peleando (y no murió por Jesús en ese momento) porque Jesús le dijo que metiera su espada en su lugar.

      22:34  Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. – versículos 54-62. Al recordar estas palabras y ver la mirada de Jesús (v. 61), Pedro fue movido a llorar amargamente.

 

Bolsa, alforja y espada

      22:35  Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, (Mat. 10:9-10; Mar. 6:8-9; Luc. 9:3; 10:4.) ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.  36  Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.  – Aunque había peligros en el área donde habían ido predicando (10:30) bajo la Comisión Limitada (Mat. 10; Luc. 10), estaban entre su propio pueblo que les ofrecía hospitalidad. Era misión pacífica. Ahora habría más peligros para ellos cuando predicaban bajo la Gran Comisión (Mat. 28:19). Desde luego, no se usa la espada para llevar a cabo la obra del Señor ni para evitar persecuciones, pero sí deberían defenderse de los ladrones y asaltantes. Algunos piensan que Jesús habla de espada en sentido figurado, pero es tan literal como bolsa, alforja y capa. La espada que Pedro usó para cortar la oreja de Malco no era figurada.

      22:37  Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; (Isa. 53:12) porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento.  38  Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta. --  No está diciendo que dos espadas hubieran sido suficientes para todos los apóstoles en sus viajes. Más bien, con esta palabra Jesús termina la conversación. No conviene sacar conclusiones erróneas de estas palabras en cuanto al uso de la espada.

 

Jesús ora en Getsemaní (Mat. 26:36-46; Mar. 14:32-42)

      22:39  Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos (“llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní”, Mat. 26:36); y sus discípulos también le siguieron. 40  Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación (v. 46). – Jesús comprendía el peligro de la tentación del diablo, como también la debilidad del hombre. Si no oramos y velamos, hay peligro de entrar sin darnos cuenta en tentaciones que nos pueden destruir. "Velar" significa estar vigilante, mantenerse despierto, esperando tentaciones y pruebas y estando prevenidos (Mat. 24:43; 26:38, 40, 41). Compárense Hech. 20:31; 1 Cor. 16:13; Col. 4:2; 1 Tes. 5:6; Apoc. 3:2, 3; 16:15. "Orar" significa que no confiamos en nosotros mismos sino en Dios, y que necesitamos ayuda de El para encontrar la salida de toda tentación (1 Cor. 10:13) y para tener la fuerza espiritual para soportar toda prueba.

      22:41  Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,  42  diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. –  La palabra copa significa sufrimiento. Jesús dijo a Juan y Jacobo, Mat. 20, “23 de mi vaso beberéis”, porque ellos iban a sufrir por Cristo. Cristo  pidió que “aquella hora” pasara, que el Padre apartara de El esa copa, y su oración fue oída (Heb. 5:7). Juan 12, “27  Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora (para ser crucificado, v. 32, 33). Todo comentario sobre el v. 42 (“pasa de mi esta copa”) debe armonizar con lo que Jesús dice en Jn. 12:27. El nació para morir como sacrificio por los pecados del mundo.  Heb. 10:5, “me preparaste cuerpo” para poder morir como expiación por los pecados del hombre. Eso era su propósito, desde antes de venir al mundo. La Biblia no dice que en Getsemaní Cristo quería cancelar ese propósito.

      La Biblia habla del plan eterno de Dios para la redención del hombre. 1 Ped. 1:18-20; Efes. 3:11. Cristo había anunciado su muerte varias veces durante su ministerio personal, no como una posibilidad, sino como una realidad. Nunca estaba en duda su muerte. Mat. 16:21-23; 20:28; Jn. 1:29; 3:14; 8:28; 10:11, 17, 18; 12:32. Si alguno afirma que en Getsemaní Cristo tuvo cambio de parecer y que ya no quería llevar a cabo el plan de Dios, tiene que armonizar esta conclusión con todos estos textos. Jesús no se contradice a sí mismo.

      Además, todo comentario sobre el v. 42 debe armonizar con todo lo que Jesús mismo había dicho con respecto a los temas relacionados con su muerte (es decir, lo que El mismo estableció, prácticas basadas en su muerte y resurrección. Por ejemplo: El discipulado (Mat. 16:24). Si Jesús no hubiera llevado su cruz, este texto no tendría sentido. En este mismo capítulo, la cena del Señor (22:17-20); Jesús instituyó la cena del Señor diciendo, “Haced esto en memoria de mí”, es decir, de su muerte. ¿Pero si no hubiera muerto? Con toda confianza El dijo (Mat. 26:29), “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”. En Su muerte El venció a Satanás y estableció Su propio reino en el cual participamos con Jesús de la cena del Señor. El bautismo. Mat. 28:19, que es una sepultura y resurrección en imitación de El, Rom. 6:4. La iglesia.  Mat. 16:18; Hech. 20:28, “la cual él ganó por su propia sangre”.

      Nadie puede comprender a fondo ni la agonía de Jesús en Getsemaní ni en el Calvario. Por eso, nadie la puede explicar. El problema es que nosotros no podemos comprender a fondo los misterios de la encarnación ni los de la expiación, pero Jesucristo sí los comprendía. El había llegado a un momento de angustia que era hasta la muerte; es decir, la agonía que El sentía en esos momentos era lo suficientemente pesada como para matarlo a no ser por la ayuda del Padre. Su alma fue azotada de una manera que, para nosotros, era completamente incomprensible e indecible. Con toda insistencia, pues, Jesús rogaba al Padre que si fuera posible “pasase de él aquella hora” (Mar. 14:35), “aparta de mí esta copa” (Mar. 14:36) y fue oído (Heb. 5:7).

      -- pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras -- Jesucristo estaba completamente sumiso al Padre. El vino al mundo para hacer la voluntad del Padre, pero la Biblia no enseña que Cristo pedía que Dios cambiara el plan de salvación. Los comentarios de algunos implican que Jesús dudaba del plan divino y creía que tal vez hubiera otra manera de salvar al hombre, aunque El sabía que el plan que El vino a llevar a cabo fue hecho por Dios (Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo) desde antes de la fundación del mundo y que definitivamente era el único plan de salvación. No había y no hay plan alternativo u opcional.  Además, era un plan infalible. Dios no iba a fallar. Cristo no iba a fallar. Cristo no vino al mundo “para ver si podía salvarnos”; más bien, El vino para salvarnos y lo hizo. La idea de que pudiera haber otro plan es precisamente la esperanza falsa de millones de personas en la actualidad. Esperan – y esta es su esperanza y confianza – que en el día final Dios tenga otro plan para salvar a los que no hayan obedecido al evangelio. Esta es una esperanza vana.

      22:43  Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.  44  Y estando en agonía (igual en el griego, agonía, la única vez que aparece en el Nuevo Testamento; “una extrema tensión emocional y angustia”, (WEV), y estaba en tal agonía aun después de ser fortalecido por un ángel), oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.  – Es cierto que la palabra como se usa para comparar una cosa con otra y así se usa en muchos textos, pero autoridades médicas reconocen que bajo circunstancias de “extrema tensión emocional y angustia” la sangre puede salir del cuerpo como sudor. Si no había sangre en el sudor de Jesús, ¿por qué el médico Lucas compara el sudor -- que en sí puede ser gotas – con sangre? Jesús dijo que su alma estaba triste “hasta la muerte” (Mat. 26:38) y la agonía descrita por Lucas puede resultar en muerte.

      22:45  Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;  46  y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación. -- Jesús comprendía el peligro de la tentación del diablo, como también la debilidad del hombre. Si no oramos y velamos, hay peligro de entrar sin darnos cuenta en tentaciones que nos pueden destruir. "Velar" significa estar vigilante, mantenerse despierto, esperando tentaciones y pruebas y estando prevenidos (Mat. 24:43; Hech. 20:31; 1 Cor. 16:13; Col. 4:2; 1 Tes. 5:6; Apoc. 3:2, 3; 16:15). Oramos porque no confiamos en nosotros mismos sino en Dios, y sabemos que necesitamos ayuda de El para encontrar la salida de toda tentación (1 Cor. 10:13) y para tener la fuerza espiritual para soportar toda prueba.

 

Arresto de Jesús (Mat. 26:47-56; Mar. 14:43-50; Jn. 18:2-11)

      22:47   Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; -- La "turba” estaba compuesta de soldados (una cohorte o unidad militar romana, Juan 18:3, 12), la policía (guardia) del templo (Luc. 22:52), principales sacerdotes, y ancianos. Llevaban linternas, antorchas y armas (espadas, garrotes). ¿Por qué tanta gente y por qué llevaron armas? El número grande de hombres armados indica que temían a Jesús. Judas sabía mejor que nadie el poder de Jesús. Tal vez temieron que hubiera un grupo grande de discípulos para defender a Jesús. Recuérdese que en otras ocasiones habían pensado prender a Jesús y fallaron (Juan 7:45-47; 8:59; 10:39; véase también Luc. 4:30).

      Pero este "ejército" era totalmente innecesario e inútil. Si Jesús hubiera querido escapar, lo habría hecho (Luc. 4:30), pero estaba listo a entregarse y, por eso, sobraba "la multitud". ¿Acostumbraban los judíos llevar una "multitud" cuando salían para encontrar y matar al cordero para la pascua? Juan 18:4-9, Jesús les preguntó, "¿A quién buscáis?" No había ninguna necesidad de que Judas lo identificara con beso, porque Jesús "se adelantó" para identificarse solo. Dijeron, "A Jesús el Nazareno". El les dijo: Yo soy. Entonces "retrocedieron y cayeron a tierra". Esto indica que se asombraron por la majestad, dignidad y valentía de Jesús y que le tenían mucho temor. Es posible que al oír las palabras "Yo soy", reconocieron que Jesús se identificaba como Dios (Juan 8:24, 58).

      -- y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; -- Judas conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos. Además, Jesús sabía que Judas sabía esto. Jesús no se escondía; al contrario, estuvo en un lugar donde fácilmente podrían encontrarle. ¿Por qué explica que Judas era "uno de los doce"? Porque "Judas" era nombre muy común, y era necesario especificarlo. Esta explicación enfatiza lo inexcusable del acto: éste que era uno de los doce pero ya no está con ellos, sino que se ha aliado con los enemigos de Jesús y sirve de guía de ellos para prender a Jesús.

      -- y se acercó hasta Jesús para besarle.  48  Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? – Con un beso Judas entregó al Mesías. Jesús le llamó la atención a Judas y a todos que no le besó como discípulo sino como un traidor (Prov. 27:6). Se usaba el beso para saludar. Indicaba amistad y afecto. Judas no simplemente le besó, sino que "le besó efusivamente" (LBLA, margen; esta palabra se usa en Luc. 7: 38; 15:20; Hech. 20:37). A Judas se le olvidó que Jesús sabía los pensamientos del hombre, Juan 2:24, 25. El quebró todas las leyes del amor, de la fidelidad y lealtad y profanó el símbolo de amistad.

      Judas nunca se imaginaba que en esos momentos él estaba originando un proverbio universal: cualquier acto de traición se llama “el beso de Judas”.

      Según Mateo (26:50), “Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Jesús le hizo pensar en lo que hacía y reconocer que Jesús entendía perfectamente lo que hacía. La pregunta significa: "¡Quita la máscara!" Es probable que estas palabras tuvieran mucho que ver con la desesperación de Judas.

      Nuestro Señor Jesucristo fue prendido para que nosotros gozáramos de plena libertad (compárese 2 Cor. 8:9).

      22:49  Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?  50  Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. – Los discípulos tenían dos espadas (v. 38). Pedro tenía una de ellas (él que tenía la otra no era tan valiente o imprudente). Había dicho que estaba dispuesto a morir por Jesús (v. 33) y aquí muestra que era cierto lo que decía. Cuando preguntaron, "¿heriremos con espada?" Pedro -- siempre impulsivo -- no esperó la respuesta de Jesús, sino que sacó su espada y cortó la oreja del siervo del Sumo Sacerdote. Juan era conocido del sumo sacerdote (Juan 18:15, 16) y por eso sabía que el nombre de su siervo era Malco. Desde luego, Pedro no pensaba cortar la oreja de Malco (Juan 18:10), sino su cabeza.

      22:51  Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó.  – Seguramente muchos vieron este milagro, pero a pesar de ello, siguieron con su propósito de matar a Jesús.

      22:52  Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? -- La palabra "ladrón" significa más bien "bandido" (o bandolero, o salteador de caminos) que huyera de la justicia. Poco después Jesús fue crucificado entre dos criminales. Todo esto fue hecho para pintarlo como uno de los peores criminales que mereciera la muerte.

      22:53  Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas. – Lo que Jesús les dice indica que era inocente, porque si hubiera sido criminal en sentido alguno, le habrían prendido públicamente cuando estaba enseñando en el templo. Con esto Jesús les reprocha por su conducta inconsecuente y vergonzosa. Concluye diciendo, "mas esta es vuestra hora", es decir, en estos momentos ellos creían que eran muy victoriosos y que lograban su propósito, cuando en realidad estaban llevando a cabo el plan de Dios para salvarnos.

 

Pedro niega a Jesús

(Mat. 26:57, 58, 69-75; Mar. 14:53-54, 66-72; Jn. 18:12-18, 25-27)

      22:54  Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote (Mat. 26:57, “Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos”). – ¿A qué hora? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a media noche)? Parece que desvelaron esperando este momento. La casa del sumo sacerdote debería ser el santuario de protección para los oprimidos, pero en esta ocasión era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas: (1) juzgar crímenes capitales solamente de día (no en la noche); (2) no tener tal juicio durante alguna fiesta; (3) no terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) para comenzar el juicio se presentaba toda la evidencia para establecer la inocencia del acusado. Probablemente se reunieron al saber que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice el v. 66, "Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio", es decir, se reunió formalmente todo el concilio.

      Dice Jn. 18:13, 14, "le llevaron primeramente a Anás" (el sumo sacerdote según la ley de Moisés, pero quitado de su puesto por los romanos y su yerno Caifás servía en su lugar). Véase Jn. 11:49, 50, éste había dicho que "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca".

      -- Y Pedro le seguía de lejos.  55  Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. – Mat. 26:58, “se sentó con los alguaciles, para ver el fin”. Jn. 18:15-18 da un relato más amplio de la actividad de Pedro. Cuando Pedro llegó a la casa, ya habían cerrado la puerta, pero Juan "siendo conocido del sumo sacerdote" y habló con la portera para que Pedro también entrara. “Le seguía de lejos”. Sin duda esto tuvo mucho que ver con su negación. Por lo menos le siguió. Esto indica su amor por Jesús como también su preocupación por El, pero siguió de lejos indicando su temor y confusión. Hoy en día muchos miembros de la iglesia siguen a Jesús "de lejos". No quieren abandonar al Señor, pero aman el mundo y no quieren nada de crítica, burla ni otra forma de persecución. Por eso le siguen pero desde muy lejos y se calientan al fuego del enemigo. Por esta causa tropiezan y caen en muchos lazos del diablo. Podemos medir nuestra piedad y fidelidad por nuestro deseo de estar cerca de Cristo o por seguirle de lejos.

      Pedro se sentó con los alguaciles "para ver el fin". El apóstol tan potente llega a ser un mero espectador. Estaba sentado con los enemigos de Jesús. Jesús había dicho: "Velad y orad para que no entréis en tentación". En esos momentos muy críticos le convenía a Pedro velar y orar, y lo mismo se puede decir todos los días de nosotros, porque el mismo Pedro dijo después, "el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Ped. 5:8); él sabía esto mediante la experiencia personal.

      ¿Qué fin esperaba ver? Si hubiera recordado las palabras de Jesús en Mat. 16:21, etc. no habría estado nada confuso o perplejo ni sin el conocimiento de lo que sería el fin de todo aquello. Jesús había dicho repetidas veces lo que sería el fin, porque había explicado su muerte y resurrección, como también el establecimiento de su reino o iglesia, y la conversión tanto de gentiles como de judíos.

      22:56  Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 57  Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco.  – Pedro había confesado a Jesús como el Cristo (16:16, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”). Cuando Cristo preguntó “a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn. 6:67,68). El había estado muy confiado y seguro que nunca negaría a Cristo, v. 33. “No hay excusa posible por las infames negaciones de Pedro” (ATR), pero tampoco se puede negar que él  mostró su valentía cuando llegaron para prender a Jesús: “sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja” (26:51). Jesús no permitió que lo defendiera con espada, diciéndole, “Vuelve tu espada a su lugar”. Ahora le niega. Después se arrepintió de este mal y “lloró amargamente” (v. 75). Para nosotros es difícil (tal vez imposible) comprender la confusión que los apóstoles sentían en esos momentos. Hasta esa misma noche en que Jesús fue entregado todavía había disputa entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor en el reino (v. 24). Se habla mucho de la cobardía de Pedro y que había sido demasiado confiado, etc., pero si los apóstoles hubieran entendido y aceptado el significado de la muerte y resurrección de Jesús, es muy probable que su comportamiento habría sido muy diferente esa noche. No olvidemos su valor a partir del día de Pentecostés.

      22:58  Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.  59  Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. – Mar. 14:70, “porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos”. “Los galileos tenían dificultad con las guturales” (ATR) (la g, la j y la k son consonantes guturales).

      22:60  Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.  61  Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.  62  Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente. – Esa mirada tuvo mucho que ver con el cambio de Pedro y gracias a Dios no “salió, y fue y se ahorcó” como Judas (27:5), sino que se arrepintió con lágrimas amargas. La tristeza de Pedro es buen ejemplo de la tristeza que es según Dios que produce arrepentimiento para salvación, y la tristeza de Judas es ejemplo de la tristeza del mundo que lleva a la muerte, 2 Cor. 7:10.

 

Jesús escarnecido y azotado (Mat. 26:67, 68; Mar. 14:65)

      22:63  Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban;  64  y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?  65  Y decían otras muchas cosas injuriándole. – Con esta conducta los oficiales querían indicar que estaban insultados y ofendidos por lo que Jesús había dicho de sí mismo. Si un mero hombre profesa ser Dios, entonces es digno de tal tratamiento por haber blasfemado a Dios. Querían enfatizar que eran muy celosos y odiaban la blasfemia contra Dios. Por eso, perdieron todo sentimiento de dignidad y misericordia. En esta ocasión se muestra lo que le costó a Jesús confesar que El era el Hijo de Dios. Recuérdese 1 Ped. 2:23, 24.

 

Jesús ante el concilio

(Mat. 26:59-66; Mar. 14:55-64; Jn. 18:19-24)

      22:66  Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas (los que componían el sanedrín), y le trajeron al concilio, -- Ahora Jesús será formalmente condenado por el Sanedrín. Sabiendo que la acusación de blasfemia no llevaría peso con los romanos, ahora pervierten las palabras de Jesús para que tengan la apariencia de rebelión contra la autoridad de Roma.

      -- diciendo:  67  ¿Eres tú el Cristo? – Estaban resueltos a obligar a Jesús a testificar contra sí mismo

 (Mat. 26:63). Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68  y también si os preguntare, no me responderéis (como in 20:1-8; 41-44), ni me soltaréis. --  Prueba: Jn. 8:58, 59; 10:30, 31. No creyeron a Juan, no creyeron las obras de Jesús, ni siquiera creyeron sus propias Escrituras.  Desde luego, Jesús sabía que ellos no querían la verdad y, por eso, no importaba lo que El les dijera o preguntara. Así son los que son motivados no por la verdad sino por el prejuicio.

      En ese momento Jesús se humillaba a sí mismo al máximo, pero después lo verían sentado sobre su trono celestial para juzgar a estos mismos hombres. Caifás y sus socios estarán de pie delante de Cristo, el Juez, y darán cuenta de estos mismos hechos.

      22:69  Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. – Dan. 7:13, 14. En primer lugar era obvio al sanedrín que Jesús hablaba de sí mismo como el “Hijo del Hombre” y también conocían lo que dice Dan. 7:13, 14.

      22:70  Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. – es decir, “tiene razón en lo que dicen”. De esa manera El mismo confesó que era el Hijo de Dios (1 Tim. 6:13). Varios textos revelan que “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isa. 53:7), pero cuando se trataba de confesar su Deidad El hizo la “buena profesión”.

      22:71  Entonces (el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, Mat. 26:65, y) ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca. – Es decir, que había hablado blasfemia y que, por eso, no necesitaban oír más testimonio.

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