Juan 7

         

7:1 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos (los líderes) procuraban matarle. -- 5:18. Cuando Juan dice "los judíos", sin más explicación, el término tiene sentido hostil. Desde luego, los apóstoles y muchos de los discípulos de Jesús eran judíos, pero cuando Juan escribió este libro (probablemente a fines del primer siglo) la palabra judíos indicaba los judíos inconversos y opuestos al evangelio. Los judíos obedientes se llamaban cristianos.

 

7:2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; -- Deut. 16:13; Lev. 23:34, 43, una de las tres fiestas solemnes de los judíos. Cada año todo varón judío había de subir a Jerusalén para las fiestas de la Pascua, del Pentecostés y de los Tabernáculos. "Esta fiesta recibió su nombre de la costumbre de morar en cabañas de enramadas durante su celebración (Lv. 23:40-42) ... Esta fiesta, que cerraba el ciclo de solemnidades (Lv. 23:39, 43), se celebraba en el mes séptimo del año religioso, cuando finalizaban las cosechas y la vendimia ... Las cabañas de enramadas y las tiendas debían recordar la vendimia, pero más aún la vida nómada a través del desierto (Lv. 23:43)" (Vila).

          Al comparar este libro con los sinópticos se puede ver que durante el periodo entre la Pascua y la fiesta de los Tabernáculos ocurrieron los eventos de Mat. 15-18; Mar. 7-9; y Luc. 9:18-50 .

 

7:3 y le dijeron sus hermanos: -- 2:12; no sus discípulos sino sus medio hermanos, "Jacobo, José, Simón y Judas", Mat. 13:53-55. Algunos dicen que estos "hermanos" eran primos hermanos, hijos de Alfeo y la hermana de la madre de Jesús, pero los hermanos de Jesús no "creían en él", mientras que "Jacobo hijo de Alfeo ... y Judas hermano de Jacobo" (Hech. 1:13; Jn. 14:22) eran apóstoles de Cristo.

          -- Sal de aquí, y vete a Judea, -- el centro del judaísmo, el lugar lógico para manifestarse como el Mesías.

          -- para que también tus discípulos vean las obras que haces. -- Querían que Jesús subiera a la fiesta de los tabernáculos y que públicamente obrara milagros. Desde el punto de vista mundano su sugerencia era buena.

 

7:4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto (en público, LBLA). -- Para ellos el trabajo de Jesús en Galilea era obra secreta.

          -- Si estas cosas haces, -- La palabra "si" indica su incredulidad. De esta manera habló el diablo (Mat. 4:3, 6), con el cual en ese momento ellos estaban aliados al no creer en Jesús.

          -- manifiéstate al mundo. -- Es decir, en Jerusalén, ahora, durante la fiesta de los tabernáculos. En las tres fiestas solemnes los judíos de todas las naciones se reunían en Jerusalén (compárese Hech. 2:5-10, la fiesta de Pentecostés). La idea de los hermanos de Jesús fue que si en realidad El era el Mesías, debería, como un político ambicioso, aprovechar la ocasión para hacer señales. De esa manera sería manifestado al mundo judío.

 

7:5 Porque ni aun sus hermanos creían en él. -- Si la teoría del clero romano acerca de los hermanos de Jesús es correcta, entonces sus primos hermanos (hijos de Alfeo) eran apóstoles incrédulos. Mar. 3:21, "Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí". Gracias a Dios, sus hermanos llegaron a ser sus discípulos, Hech. 1:14.

 

7:6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, -- Faltaban seis meses más para que su tiempo (hora) llegara. Su hora llegó cuando llegó la siguiente Pascua. Jesús había demostrado su deidad (Mat. 16:16; Jn. 1:49; 6:69), pero su tiempo u hora fue cuando el odio de los judíos llegó a su colmo y lograron que los romanos lo crucificaran.

          -- mas vuestro tiempo siempre está presto. -- No importa cuando ellos subieran a Jerusalén, porque los judíos no los buscaban para darles muerte (5:18). Todavía no habían rompido con la jerarquía de Jerusalén.

7:7 No puede el mundo aborreceros a vosotros; -- Porque eran incrédulos como los demás que eran del "mundo". El mundo ama a los suyos (15:18, 23, 24), pero aborrece a los que reprenden sus pecados. Isaías, Jeremías y los otros profetas fueron perseguidos porque denunciaron al pueblo de Israel, comenzando con los líderes de la nación.

          -- mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. -- 3:19-21.

 

7:8 Subid vosotros a la fiesta; -- No convenía que Jesús acompañara a sus hermanos por causa de la actitud de ellos con respecto a la manera en la que El debería manifestarse. Después fue (7:10), como ellos habían sugerido, aunque no abiertamente, ni con el propósito sugerido por ellos.

          -- yo no subo todavía -- No dice "no subo", sino que "no subo todavía"; La Biblia de las Américas no dice "todavía", pero la evidencia es muy fuerte para incluirla, y el contexto lo requiere: véanse los versículos 10 y 14 ("A la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba". Si Cristo hubiera aceptado el consejo de sus hermanos, tal manifestación habría precipitado una fuerte campaña de parte de los judíos para matarlo. La manera y el tiempo de la subida de Jesús no provocaron tal campaña. Jesucristo siempre controlaba los eventos y El sabía perfectamente cómo y cuándo hacer las cosas que resultarían en su muerte; es decir, El iba a dar su vida, pero no de acuerdo con el plan humano sino de acuerdo con el plan divino.

          -- a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. -- Compárense 2:4; 7:30; 8:20; 10:39; 12:23, 27; 13:1; 17:1; Luc. 9:51. En la hora predeterminada por el Padre (Hech. 2:23) Jesús había de dar su vida por los pecados del mundo, pero los judíos no podían hacer llegar su hora más pronto. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo" (10:17, 18).

 

7:9, 10 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. -- No fue con sus hermanos, porque obviamente ellos esperaban alguna manifestación pública de su poder. Después El y sus apóstoles entraron, pero sin publicidad.

 

7:11 Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? -- No les gustó pronunciar el nombre Jesús de Nazaret. Hablan de El como "aquél" (como "ese tipo"), palabra despreciativa. Obsérvese que Juan emplea el tiempo imperfecto, seguían buscándole y preguntando ¿Dónde está? Cuando Jesús sanó al paralítico de Betesda, hubo un encuentro entre El y los judíos acerca de sanar en el día de reposo (cap. 5). En el discurso después de ese evento, Jesús pronunció un discurso en el cual les reprendió por no aceptar el testimonio del Padre, de Juan el bautista, de las obras que Cristo hizo, de las Escrituras y de Moisés. Ahora querían encontrarle para resolver el problema que tenían con El.

 

7:12 Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo (extravía a la gente, LBLA). -- La verdad causa división entre la gente. Compárense Mat. 10:34-37; Hech. 13:45, 48. ¿Por qué dijeron que Jesús extravía a la gente? Un ejemplo de esto se ve en Mat. 15:1-9; es decir, conducía a la gente fuera de las tradiciones humanas para que anduviera en la verdad.

 

7:13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo a los judíos. -- Los judíos lo habían denunciado y decían que si alguien confesara a Jesús como el Cristo, el tal sería expulsado de la sinagoga (9:22; 12:42; 19:38). Por eso, Jesús dijo, "Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" Mar. 8:38.

 

7:14 Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. -- No hizo lo que sus hermanos sugirieron, porque no hizo milagros, sino que simplemente seguía enseñando. Al subir al templo a la mitad de la fiesta, su llegada llamó menos la atención de la gente.

 

7:15 Y se maravillaban los judíos, -- La llegada de Jesús "a la mitad de la fiesta" y su manera de enseñar dejó confusos y perplejos a los judíos. No sabían qué hacer con El.

          -- diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? -- Es decir, ¿cómo puede alguno saber algo si no lo aprendió de nosotros? Aun cuando Jesús tenía doce años de edad, sus padres "le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas" (Luc. 2:46, 47). Jesús no había estudiado en las escuelas de los rabinos y según los judíos, sin tal preparación formal, no tenía autoridad para enseñar, pero Nicodemo le llamó "Rabí" (3:2). El conocimiento de Jesús era divino. "Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?" (Mat. 21:23). Los doce apóstoles tampoco estudiaron en las escuelas de los rabinos, sino en la de Jesús (Hech. 4:13). Pablo estudió a los pies de Gamaliel (Hech. 22:3; 26:24), pero recibió su educación principal del cielo (Gál. 1:11, 12).

 

7:16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. -- La enseñanza de Jesús no era de alguna escuela y ni siquiera era de El como si fuera independiente del Padre. El y el Padre eran uno (10:30). Aunque Pablo estudió en una escuela, él afirmó enfáticamente que el evangelio que él predicaba vino del cielo (Gál. 1:11, 12).

          Jesús sigue repitiendo el tema introducido en el capítulo cinco (5:19) de que "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente".

7:17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. -- Véase 3:19-21. El entendimiento del hombre no depende solamente de su inteligencia, sino también de su disposición de hacer la voluntad de Dios. Los judíos podían estar seguros que la doctrina de Cristo era la doctrina del Padre, con tal que tuvieran el sincero deseo de hacer la voluntad de Dios. El que no quiere hacer la voluntad de Dios no aprenderá la verdad. El obstáculo principal en el trabajo de enseñar el evangelio a la gente es su falta de deseo de hacer la voluntad de Dios (5:39, 40; Mat. 23:37; Rom. 1:21, 28). La enseñanza principal de la parábola del sembrador tiene que ver con las cuatro clases de terreno, es decir, cuatro clases de oyentes.

          Este texto (7:17) indica que los que desean hacer la voluntad de Dios pueden entenderla. Como Jesús explica en la parábola del sembrador, para poder entender y obedecer al evangelio lo importante es que tengamos corazones puros y dispuestos a recibirlo ("los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia" Luc. 8:15). Si algunos son incapaces de entender el evangelio, entonces no es para todos, pero Cristo murió por todos y mandó que los apóstoles predicaran el evangelio a todos. Cristo no sufrió en vano.

          En toda nación la tendencia humana es la de simplemente seguir la creencia y religión que se recibe de los padres sin investigar y pensar cada quien por sí mismo. ¡Esta es una verdadera tragedia! Los mismos que aceptarán la religión de sus padres no siguen en las pisadas de ellos en muchas otras cosas (p. ej., en asuntos del negocio o de la política).

 

7:18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. -- Jesús no habló por su propia cuenta, como si fuera independiente del Padre, con un mensaje personal que no estuviera de acuerdo con la voluntad del Padre o que contradijera la enseñanza del Padre. Si lo hubiera hecho, no habría buscado la gloria del Padre sino su propia gloria, pero Cristo era verdadero y en El no había injusticia, porque había perfecta armonía entre la enseñanza de El y la voluntad del Padre; de hecho, era una sola voluntad, y una sola enseñanza.

 

7:19 ¿No os dio Moisés la ley (en este caso, la circuncisión, ver. 22, 23) y ninguno de vosotros cumple la ley. -- Como El lo explica en los ver. 22, 23.

          --       ¿Por qué procuráis matarme? -- Decían que querían dar muerte a Jesús por haber quebrantado el día de reposo cuando sanó al enfermo (5:8), pero ellos mismos practicaban la circuncisión en el día de reposo (porque circuncidaban al octavo día aunque fuera el séptimo día). Entonces, ¿por qué procuraban matar a Jesús?

 

7:20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; -- Parece que la multitud, los que no vivían en Jerusalén y habían llegado a la fiesta de los tabernáculos, no se daban cuenta de cómo los judíos odiaban a Jesús por causa de la sanidad del paralítico en el día de reposo. Ignoraban que "los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios" (5:18). Creían, pues, que Jesús hablaba así por causa de alguna depresión profunda, como la que caracterizaban a los endemoniados, cuya conducta no era racional. Suponían que Jesús sufría una paranoia, una manía persecutoria (complejo de persecución). Esta acusación equivalía a decir que estaba loco (compárese Mar. 3:21). (Pero los de Jerusalén sí sabían, 7:25).

          -- ¿quién procura matarte? -- En ese momento no había turba, ni soldados ni armas. No había evidencia física de que los judíos quisieran dar muerte a Jesús.

 

7:21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice (5:8), y todos os maravilláis. -- Jesús no contestó a los que le acusaban de estar loco. Se puede notar también que por lo pronto Jesús deja a un lado el tema del complot de los judíos de matarlo, y fija la atención de la gente en lo que provocó tanta enemistad contra El (la sanidad del inválido de Betesda).

 

7:22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres, Gén. 17:9-14, 23-27; 21:4); y en el día de reposo circuncidáis al hombre (16:21). -- Jesús introduce este argumento para mostrarles lo débil de su acusación contra El. La ley requería que circuncidaran a sus hijos al octavo día (Lev. 12:3), aunque el octavo día cayera en el día de reposo. Todos los judíos aceptaban esta excepción de la ley del día de reposo, aunque decían que no se podía dar ninguna atención médica en el día de reposo a menos que la vida peligrara. ¿La vida del niño incircunciso peligraba? Claro que no. Entonces, ¿por qué quebrantaban el día de reposo para circuncidarlo? Porque era mandamiento. Entonces ¿no era mandamiento amar y ayudar al prójimo como lo hizo Jesús?

          Jesús explica (Mat. 2:27) que "El día de reposo fue hecho por causa del hombre (para el beneficio del hombre), y no el hombre por causa del día de reposo (el hombre no fue creado para que guardara el día de reposo)".

          Los judíos aceptaban otras excepciones del cuarto mandamiento. Por ejemplo:

          (1) "¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?" (Mateo 12:3, 4). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que David quebrantó la ley con respecto a los panes de la proposición, pero que no pecó.

          (2) "¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?" (Mateo 12:5). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los sacerdotes trabajaban cada día de reposo, pero que en ello no pecaban.

          (3) Jesús sanó a la mujer que andaba encorvada y que no se podía enderezar. Cuando el principal de la sinagoga se enojó y prohibió que la gente fuera sanada en el día de reposo, Jesús le dijo: "Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios" (Luc. 13:10-17). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los que trabajaban llevando sus animales a beber no pecaban al hacerlo.

          (4) Jesús sanó a un hombre hidrópico en el día de reposo. Les preguntó, "¿Es lícito sanar en el día de reposo? Mas ellos callaron. Y él tomándole, le sanó, y le despidió. Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? Y no le podían replicar a estas cosas" (Luc. 14:5). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que los que sacaban a su animal del pozo en el día de reposo trabajaban, pero que no pecaban al hacerlo.

          (5) "Moisés os dio la circuncisión ... y en el día de reposo circuncidáis al hombre" (Jn. 7:22). Los judíos estaban de acuerdo con Jesús de que era correcto que el sacerdote circuncidara al hombre al octavo día de su vida, aunque fuera en el día de reposo.

          ¿Dieron muerte a David y sus compañeros por comer el pan de la proposición? ¿Daban muerte a los sacerdotes cuando profanaban el día de reposo)? ¿Daban muerte a los que sacaban sus animales del pozo en el día de reposo? ¿Daban muerte a los desataban sus animales para llevarlos a beber? ¿Daban muerte a los sacerdotes que circuncidaban en el día de reposo? Si no, entonces ¿por qué querían dar muerte a Jesús por sanar a los enfermos en el día de reposo?

          Jesús enseñó a sus discípulos a guardar la ley de Moisés. "De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos" (Mat. 5:19. Pero Jesús no hacía caso de las tradiciones de los judíos (Mat. 15:8, 9), p. ej., ignoraba las más de treinta "leyes" (restricciones) necias con respecto al día de reposo.

          "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo" (5:17). El Padre trabaja todos los días, haciendo que el sol salga y que las lluvias caigan y muchísimas otras cosas para cuidar de su creación. Al sanar a los enfermos Jesús hacía la obra del Padre (9:19).

          -- circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); -- ¡Este texto demuestra que la circuncisión era una ley más antigua que la ley del día de reposo! Jesús dice que la circuncisión no era ley de Moisés, sino de los padres, pero no dice esto acerca del día de reposo, porque, como dice Neh. 9:13, 14, "Y sobre el monte de Sinaí descendiste, ... y les ordenaste el día de reposo".

 

7:23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? -- 5:8. Jesús les hizo ver su inconsecuencia, porque si ellos quebrantaban el día de reposo al circuncidar a sus hijos para el propósito de la purificación legal, ¿por qué se enojaron cuando Jesús hizo completamente sano al enfermo en el día de reposo? Véase 7:22, notas; compárense los argumentos semejantes de Jesús sobre el mismo tema en Mat. 12:1-8; Luc. 13:10-17; 14:1-6.

 

7:24 No juzguéis según las apariencias (1 Sam. 16:7), sino juzgad con justo juicio. -- Creían que Jesús quebrantaba el día de reposo, pero no tomaban en cuenta la  obra de Dios (5:17), ni la misericordia de Dios (Mat. 12:7; Mat. 23:23). Jesús quebrantó la ley del día de reposo exactamente como los sacerdotes lo profanaban cada semana al ofrecer sacrificios (y no tenían culpa, Mat. 12:5), y al circuncidar en el día de reposo (y no tenían culpa). También Jesús quebrantaba el día de reposo como lo hacían los que desataban a sus animales para llevarlos a beber, o los sacaban del poco en el día de reposo (y no tenían culpa).

          Al ver que los sacerdotes trabajaban cada sábado, si hubieran juzgado "según las apariencias", habrían dicho que estaban pecando. De esa manera juzgaban "según las apariencias" a Jesús.

          Obsérvese que aquí Jesús da el mandamiento de "juzgad con justo juicio". ¿Por qué dijo Jesús en Mat. 7:1, "No juzguéis, para que no seáis juzgados"? En este texto (Mat. 7:1) Jesús condena el juzgar con hipocresía (Mat. 7:3-5). En el mismo capítulo (7:15-20) Jesús requiere que se juzgue a los falsos maestros. También lo requiere en Jn. 10:4, 5. Pablo (el Espíritu Santo) lo requiere en Rom. 16:17, 18. Juan lo requiere en 1 Jn. 4:1-3; 2 Jn. 7-11. Los hijos de Dios han de juzgar a los ángeles (1 Cor. 6:3).

 

7:25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? -- Estos no eran como la multitud que se había reunido para la fiesta y que ignoraba el plan de los judíos de dar muerte a Jesús (7:20).

 

7:26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. -- ¿Cómo se explica la indecisión de los judíos? ¿No pensaban dar muerte a Jesús? ¿Habrán quedado completamente derrotados por los argumentos de Jesús? Lo que Jesús dijo (7:19-24) era una fuerte refutación para los judíos. ¿Por qué no le dijeron nada? No les convenía decir nada, porque Jesús había ganado todo argumento. Siempre les dejaba callados (Luc. 14:6, "no le podían replicar a estas cosas"; Mat. 22:22, la cuestión del tributo: "Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron"; Mat. 22:33, la pregunta sobre la resurrección: "Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina"; Mat. 22:46, ¿De quién es Hijo el Cristo? "Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más".

          -- ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? -- 1 Cor. 2:8 habla de la sabiduría de Dios, "la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria".

          Lo que los gobernantes decidieron era muy importante para la gente, porque todos sabían que si confesaban a Jesús serían expulsados de la sinagoga (7:13; 7:48; 9:22; 9:34; 12:42).

 

7:27 Pero éste, sabemos de dónde es; -- Creían que ya sabían todo en cuanto a sus antecedentes. "Su arrogancia, al afirmar que sabían todo acerca de Jesús, y luego atreviéndose a hacer de su supuesto conocimiento la base de su rechazo de Cristo como el Mesías, es un ejemplo de la autodecepción y orgullo humanos sin par en la historia del mundo" (JBC).

          -- mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. -- La expectación popular era que el Cristo aparecería al templo de repente, espectacular y de manera misteriosa. Por eso, Jesús no calificaba, porque todos sabían de dónde venía, quiénes eran sus familiares, etc. "Una frase rabínica decía: 'Tres son las cosas que vienen sin que nadie las espere: el Mesías, la buena suerte y un escorpión'. El Mesías aparecería en la misma forma imprevista y asombrosa en que un hombre tropieza con la buena suerte o pisa un escorpión escondido" (WB). Posiblemente esta idea se ha basado en Mal. 3:1, "vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis", pero los principales sacerdotes y los escribas del pueblo dijeron (correctamente) que el Cristo había de nacer "En Belén de Judea" (Mat. 2:4-6. Las Escrituras explicaron muchas cosas acerca de la venida del Cristo (p. ej., Gén. 49:10; Isa. 40:3; 9:1, 2; Miqueas 4:1-5; 5:2; Zac. 9:1).

          Los argumentos de los judíos en contra de Jesús no eran válidos. Por ejemplo:

          -- (1) decían que el origen del Mesías sería un misterio; pero ellos no entendían sus palabras cuando les decía que había descendido del Padre.

          -- (2) insistían en que ningún profeta había salido de Galilea, pero Jesús era de Nazaret y Jonás de Gat-hefer, un pueblo cerca de Nazaret.

          -- (3) insistían en que Elías tenía que venir primero, pero no querían aceptar que Elías ya había venido en la persona de Juan el bautista (Mat. 11:14).

 

7:28, 29 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; -- En un sentido lo conocían: 6:42, "Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?"; es cierto que ellos sabían que Jesús era de Nazaret y es cierto que conocían a su familia, pero Jesús no vino solamente de Nazaret, sino que descendió del Padre y en este sentido, no lo conocían: 8:19, "Ni a mí conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais". Véanse también 8:58; 14:9; y otros dichos de Jesús acerca de sí mismo que la gente no entendía. No tenían conocimiento que les diera el derecho de negar que Jesús había venido del Padre.

          -- y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. -- 5:19, 30. El conocimiento que la gente tenía de Jesús era conocimiento demasiado superficial. Conocer su nombre, saber que era de Nazaret, que era carpintero, etc. no era suficiente, porque no había venido por su propia cuenta; El que le envió tiene existencia verdadera, y "él me envió". De El descendió, y a El volvería.

 

7:30 Entonces procuraban prenderle; -- Ya no simplemente por quebrantar el día de reposo, sino por la blasfemia. Desde ahora en adelante esta es la acusación lanzada contra El.

          -- pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. -- Parece que fueron detenidos no solamente por la aceptación de Jesús entre los muchos que asistían a la fiesta, sino que, aparte de ese factor, por una fuerza divina que los restringía. Cristo había de terminar su obra; los enemigos, por malignos que hubieran sido, no podían evitarlo.

 

7:31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace? -- No podían dejar de creer en Jesús, porque creían que las señales que El hacía eran insuperables, y que esto era prueba de que era el Cristo. Compárese Mat. 11:1-6; para convencer a Juan el bautista Jesús habló de las obras que El había hecho para cumplir las profecías que hablaban de El.

          Sin duda los judíos de muchas naciones, convencidos de que Jesús era el Mesías, lo habrían aceptado a no ser por la oposición de los líderes.

 

7:32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen. -- La gente murmuraba en el sentido de comentar favorablemente acerca de Jesús. Esto irritó a los fariseos, y se sentían presionados a prenderle debido a la creciente popularidad de Jesús. Ya no les convenía esperar más tiempo.

 

7:33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. -- Dentro de seis meses, en la siguiente Pascua, iba a poner su vida para volverla a tomar (Jn. 10:17), voluntariamente sujetándose a la crucifixión. Al tercer día resucitaría y después de estar con sus apóstoles por cuarenta días ascendería al Padre. Hasta ese tiempo los judíos no podían hacer nada contra Jesús. En esta fiesta (la de los Tabernáculos) Jesús todavía no pondría su vida, y no se la podrían quitar.

 

7:34 Me buscaréis, y no me hallaréis; -- Mat. 24:23-28. Afanosamente lo buscarían en los días de la Gran Tribulación descrita en Mat. 24, en Mar. 13, y en Luc. 17 y 21, siempre aferrados a su esperanza falsa de que un Mesías político vendría para librarles de sus enemigos.

          -- y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. -- (8:24). Este es uno de los pensamientos más abrumadores que la mente humana pudiera contemplar, a saber, que la mayoría del pueblo de Dios, los descendientes físicos de Abraham, no pueden estar con Dios, pero esta es la triste realidad en cuanto a quienes no aceptan a Cristo. "El entendimiento de ellos se embotó" (2 Cor. 3:14; Mat. 13:15) y, por eso, no juzgan a sí mismos dignos de la vida eterna (Hech. 13:46).

 

7:35, 36 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? -- Los judíos que vivían fuera de Palestina eran designados como la diáspora, los dispersos. No se imaginaban que en verdad Cristo, a través de sus apóstoles, predicaría no solamente a los dispersos sino también a todas las naciones. Ellos dijeron mucho más de lo que entendían (11:50, 51).

          -- ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; -- Jesús había dicho, "Buscad y hallaréis" (Mat. 7:7), pero ahora dice "Me buscaréis y no me hallaréis". ¿Hay conflicto aquí? Recuérdese Isa. 55:6, "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado". Por eso, buscad y hallaréis, con tal que aprovechen la oportunidad, redimiendo el tiempo (Efes. 5:16). El tiempo es corto (1 Cor. 7:29). El límite de oportunidades no es simplemente el tiempo, porque el corazón de los que rechazan oportunidades e invitaciones se endurece.

          -- y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir? -- (8:24). Esto demuestra que no podían simplemente hacer caso omiso de lo que Jesús decía. Les molestaba. Seguían discutiendo entre sí para tener alguna comprensión de sus palabras. La confusión y la frustración son condiciones mentales que siempre caracterizan a los que no aman y no aceptan la verdad.

 

7:37 En el último y gran día de la fiesta, -- Compárese Zac. 14:16-19, el gozo del pueblo de Dios bajo el reinado del Mesías.

          -- Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, -- Entre los deseos más fuertes del ser humano están la sed (Apoc. 22:17), el hambre (Mat. 5:6) y el descanso (Mat. 11:28-30). Verdaderamente Jesús suple todas nuestras necesidades: 4:14; 6:33-35; 53-56; 11:25; 14:6, etc.

          -- venga a mí y beba. -- 4:14, "el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna"; Isa. 55:1, "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche"

          "El carácter gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos, particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar. Entonces eran cantadas las palabras de Isaías 12:3: Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fue expresada" (JFB).

 

7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura (compárense 5:39, 46, 47; 7:22), de su interior (lit. vientre, LBLA, margen) correrán ríos de agua viva. -- Conceptos semejantes se encuentran en muchos textos, basándose tal vez en el agua que Dios hizo salir de la roca en Horeb. Sal. 105:41, "Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río". Isa. 55:1; 58:11; Zac. 13:1; 14:8; Ezeq. 47:1, 12; Joel 3:18. Parece indicar que no solamente recibimos grandes beneficios para nuestra propia alma, sino que también llegamos a ser fuente de vida o canal de bendición para apagar la sed de otros. Ríos de agua viva corren de las iglesias de Cristo cuando los miembros se exhortan unos a otros con himnos y cánticos espirituales, y cuando oran, enseñan y participan en los demás actos espirituales enseñados por el Espíritu Santo, y cuando llevan el evangelio a otros por medio de su buen ejemplo y la enseñanza de la sana doctrina.

 

7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. -- 14:26; 15:26; 16:5-14; Hech. 1:4, 8; 2:1-4, 37, 38; 5:32; Rom. 8:9, etc. El ver. 39 es la explicación inspirada de los vers. 37, 38. Primero, Cristo murió, fue sepultado, resucitó y ascendió al cielo para ser exaltado y glorificado; entonces envió al Espíritu Santo. "Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís" (Hech. 2:33). La promesa del Espíritu Santo se cumplió el día de Pentecostés cuando el poder desde lo alto vino sobre los apóstoles (Hech. 2:1-4). Entonces éstos predicaron el evangelio, diciendo a la gente, "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo ... Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hech. 2:36, 38).

          Desde luego, esa misma gente que le escuchaba en esa ocasión fue invitada a venir a El. Ellos, al igual que la samaritana, pudieron beber del agua "que yo le daré" para no tener sed jamás. A todo el mundo Cristo ofrece el pan de vida y el agua de vida.

 

7:40 - 43 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras (7:16sig; 7:28sig; 7:33sig), decían: Verdaderamente éste es el profeta. (1:15; Deut. 18:15, el profeta anunciado por Moisés (el Mesías). Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? (1:46). ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? (Por haber sido criado en Nazaret parece que la gente suponía que El había nacido allí. Si ni siquiera sabían que Jesús nació en Belén ¿sabrían en verdad de dónde venía? 7:27. La "investigación" que mucha gente hace de la Biblia es muy superficial. El Libro de Mormón dice que Jesús nació en Jerusalén). Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. (Cristo es el Príncipe de paz para los que le obedecen, pero véase Mat. 10:34-37).

 

7:44 - 46 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. (7:30; 5:16, 18; 17:1; 8:20; 10:39, etc. Jesús dijo a Pilato , "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba", 19:11). Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? (7:32. Ahora, oficialmente, pensaban prenderle. Ya terminaba la fiesta y Jesús saldría de la ciudad). Los alguaciles (la policía del templo) respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! -- Es cierto que el intento de prenderle hubiera sido peligroso, puesto que muchos creían en Jesús, pero el temor del pueblo no fue la razón de no prenderle. Además, estos alguaciles sabían que serían reprendidos (o peor) por los principales sacerdotes y fariseos por no prenderle, pero aunque recibieron una orden explícita de prenderle, fueron restringidos por la autoridad, majestad y poder de la enseñanza de Jesús. ¡Qué testimonio tan significativo de hombres sin prejuicio! Prácticamente admitían que Jesús era divino. Su testimonio indicó que Jesús no era un mero hombre. Nunca había hablado un mero hombre como El enseñaba. En otras ocasiones la presencia y la manera de hablar o de hacer de Jesús causaron reacciones semejantes (18:6; Luc. 5:8). Obsérvese con cuidado que estos no fueron impresionados por las obras de Jesús (15:24), sino por sus palabras (6:63). Habló con toda autoridad (Mat. 7:28, 29; Luc. 7:6-8). Parece que reconocían que Jesús tenía más autoridad que el Sanedrín.

 

7:47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? -- (Mat. 27:63). Pero ¿cómo podían los mismos oficiales del Sanedrín ser engañados? ¿No podía el Sanedrín enseñar a los suyos para que no fueran engañados?

          Estos eran los oficiales que cumplían la voluntad del Sanedrín, pero los miembros de este augusto concilio no fueron impresionados por el testimonio de los alguaciles. ¿Por qué no había confianza entre ellos? Ni siquiera preguntaron por qué Jesús les había impresionado tanto. No pidieron la prueba de lo que decían, sino que, llenos de odio y envidia, simplemente les acusaron de haber sido engañados. Su actitud en esta ocasión bien ilustra lo que Jesús dijo de ellos en Mat. 15:14, pues obviamente eran guías ciegos. ¿Cómo, pues, podían guiar a sus propios oficiales?

          Pero surge la pregunta, ¿por qué no les enviaron otra vez insistiendo en que prendieran a Jesús? ¿Qué pasó con la autoridad del Sanedrín? Dieron una orden, los alguaciles no les obedecieron y entonces, ¿qué pasó? ¡Solamente les dijeron que habían sido engañados!

 

7:48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? -- Es decir, que nadie se atreva a creer en Jesús hasta que los gobernantes lo autoricen. Véase Rom. 12:3. ¿Cuántas veces dijo Jesús que los que se exaltan a sí mismos serán humillados? Por causa de la arrogancia del clero romano muchos católicos renuncian a la fe de sus padres. Por causa de la arrogancia de los líderes sectarios muchos de sus miembros investigan las Escrituras por su propia cuenta y llegan al conocimiento de la verdad. Por causa de la arrogancia de los hermanos liberales, muchos de sus miembros se disgustan con ellos y comienzan a preguntar acerca de los "antis" que se oponen a la centralización de fondos, al institucionalismo, y a las perversiones de la doctrina de Cristo sobre el divorcio y segundas nupcias.

          Algunos gobernantes sí creyeron (12:42), pero tenían temor de confesarle. Según estos fariseos, el criterio infalible para el pueblo era el juicio de los gobernantes o de los fariseos. Lo que ellos pensaran o dijeran debía ser la palabra final y la gente no debía pensar por sí misma. La enseñanza de Jesús era (para ellos) herejía porque difería de la de ellos.

 

7:49 Mas esta gente (multitud, LBLA) que no sabe la ley, -- Si la gente no sabía la ley, ¿de quién era la culpa? Les tocó a los fariseos y escribas enseñarles la ley. ¿Por qué no lo hicieron?

          La multitud que asistía a la fiesta (mayormente, la gente de Galilea) era despreciada, y ahora aun más porque algunos de ellos hablaban favorablemente de Jesús (7:12, 28) y aun creían en El (7:31). Creían que tales personas, por ignorar la ley y por estar confusos, escuchaban a Jesús.

          -- maldita es. -- ¿Los fariseos maldecían a la gente por no saber la ley? No, sino porque escuchaban a Jesús y creían en El (9:22). Muchos de estos "malditos" llegaron a ser verdaderos discípulos de Cristo (Luc. 4:18; Mar. 12:37; 1 Cor. 1:26-29).

          Muchos hombres, llenos de orgullo intelectual, creen que los que creen en Cristo son de los más ignorantes.

 

7:50 Les dijo Nicodemo (uno de los gobernantes que obviamente no compartía el espíritu malvado de los otros), el que vino a él de noche (antes, LBLA; 3:1, 2), el cual era uno de ellos: -- Miembro del Sanedrín, pero no enteramente "uno de ellos" por haber escuchado a Jesús y por creer que, por lo menos, había sido enviado por Dios.

 

7:51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? -- Esta es una pregunta retórica que no espera respuesta; es decir, la respuesta es obvia. Nadie podía negar que así era la ley.

          Nicodemo no afirmó sino que preguntó. El preguntar, en lugar de afirmar, no debilita la fuerza de sus palabras. Jesús hizo preguntas como medio eficaz de enseñar.

          En esos momentos los fariseos se elevaban a sí mismos por encima de la ignorante ("maldita") multitud que no sabía la ley, dando a entender que como líderes ellos eran estudiantes e intérpretes diligentes de la ley, pero "uno de ellos" mismos tuvo que recordarles que o no sabían la ley, o que voluntariamente la quebraron, pues condenaron a Jesús sin cargo formal y sin oír su defensa. Ni siquiera sabían lo que El había hecho. Con razón Nicodemo protestó contra tal injusticia.

          La ley demandaba que se practicara la justicia: Ex. 23:1, 2; Lev. 19:15, 16; Deut. 1:16; 19:15, 18. La Suprema Corte de los judíos abiertamente la violaba.

 

7:52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? -- ¿Qué están diciendo? ¿Que solamente los de Galilea se atreverían a hablar de las obligaciones legales del Concilio? ¿Los demás aceptarán cualquier cosa que decida o haga el Concilio, a pesar de ser ilegal? ¿Los de Galilea no tienen derecho a un juicio justo e imparcial?

          No fue posible refutar lo que Nicodemo dijo; por eso, contestaron con insulto y desprecio. Es como si hubieran dicho, "Nicodemo, ¿quieres ser incluido en el número de los malditos?" Muchos -- incluso miembros de la iglesia -- no han entendido que el burlarse no refuta argumentos.

          En ese momento Nicodemo tuvo la oportunidad de decir que Jesús era "un maestro enviado por Dios" (3:2), pero que sepamos no lo dijo. Mat. 10:32, 33; Mar. 8:38.

          -- Escudriña y ve (convéncete) que de Galilea nunca se ha levantado profeta. -- 1:46. Nicodemo, ¿eres tú ignorante como los demás? Pero Jonás (2 Reyes 14:25) era de Galilea, y probablemente Oseas y Nahúm. ¿Quién, pues, era el ignorante?

 

7:53 Cada uno se fue a su casa; -- sin haber logrado su propósito de prender a Jesús. Tenían que esperar más tiempo, pero su decisión de dar muerte a Jesús ya fue hecha hacía dieciocho meses (5:18), y no dejarían de buscar el momento oportuno para ejecutarle.

 

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