Hechos 5

 

5:1 -- Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, -- ¡Pero! Aquí se ve el contraste entre Bernabé y Ananías, entre la fidelidad y el pecado. Recuérdese que tanto Caín como Abel trajeron ofrendas al Señor; así también tanto Ananías como Bernabé vendieron una propiedad para hacer ofrenda al Señor. Cuando el hijo de Dios siembra la buena semilla, el hijo del diablo siembra cizaña. Este texto registra el primer pecado en la iglesia, la primera cizaña, la primera mancha y arruga (Efes. 5:27).

          ¡Qué amor y benevolencia fueron demostrados en el cap. 4:32-37! ¡Qué lástima que fuera necesario agregar este "pero"! Lucas habla de la hermosa sinceridad de los discípulos y luego habla de la insinceridad de esta pareja. La hipocresía es la imitación de la piedad; es como un billete falso. Esta pareja aparentaba generosidad para compartir la aprobación de los generosos, pero no eran generosos.

          Desde aquellos primeros días de la iglesia y hasta el fin del mundo los nombres de Bernabé y Ananías se han recordado y serán recordados. Bernabé es recordado por sus buenos hechos y Ananías es recordado por su hipocresía. Bernabé quería glorificar a Dios, y Ananías quería la gloria de los hombres.

 

5:2 -- y sustrajo del precio (se quedó con {parte} del precio, LBLA) -- Sin duda los hermanos mencionados en 2:45; 4:34, 35 fueron elogiados porque su generosidad fue apreciada por muchos hermanos. Bernabé se menciona por nombre y probablemente otros fueron mencionados aun públicamente. Por eso Ananías y Safira buscaron fama por su liberalidad pero su liberalidad fue muy hueca, fue solamente una palabra y no una realidad. Querían la fama que Bernabé recibió pero no querían hacer el sacrificio que Bernabé hizo.

          -- sabiéndolo también su mujer; -- Safira estaba de acuerdo con Ananías en este asunto. Era cómplice de su marido:       "sabiéndolo también tu mujer"; dice el ver. 9 que se pusieron de acuerdo en esto (lo pensaban, lo platicaban, tenían un plan, un acuerdo). El papel de la mujer -- según el plan de Dios -- se describe en Gén. 2:18; no debe ser "cómplice" del marido en el mal, sino una "ayuda idónea". ¡Cuántas mujeres se ponen de acuerdo con sus maridos en lo malo! Recuérdese Josué 24:15; no debe haber un acuerdo para hacer maldad sino para hacer la voluntad de Dios. Safira no protestaba y tal vez ella misma concibiera el plan. Ignoramos los detalles de lo que Safira hubiera pensado, dicho o hecho, pero este caso triste bien ilustra la importancia del papel de la esposa. La Biblia enseña que la mujer debe estar sujeta al marido (Efes. 5:22-24), pero cuando ella se da cuenta que su marido anda mal, debe protestar. La mujer cristiana no debe siempre decir, "está bien lo que tú pienses y lo que tú quieras hacer"; tal vez sí, tal vez no.

          -- trayendo sólo una parte, lo puso a los pies de los apóstoles. -- No pecó Ananías al vender la propiedad y quedarse con una parte del dinero, sino al mentir, diciendo que lo que dio era todo el precio de la propiedad. La avaricia no les dejaba dar todo el precio. Recuérdese 1 Tim. 6:10.

          Querían recibir alabanza por su benevolencia, pero también querían quedarse con una parte del dinero. La palabra traducida "se quedó con" o "sustrajo" significa "defraudar" (Tito 2:10, hurtar). Había choque entre estas dos cosas: el deseo de recibir la aprobación de los hombres y el amor al dinero (1 Tim. 6:10). Pero no parece que fueron movidos por el espíritu de benevolencia.

          Podemos cometer el pecado de Ananías y Safira hoy en día, no solamente con respecto a la ofrenda, sino también con respecto al uso del tiempo, talento, energía etc., porque podemos profesar que damos lo mejor al Maestro cuando en realidad estamos "quedándonos" con una gran parte de estas cosas para nuestro propio uso. "Todo a Cristo yo me rindo ... "

 

5:3 -- Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? -- Satanás ya había atacado a la iglesia por medio del concilio (Hech. 4), y ahora la ataca a través de los que estaban dentro de la iglesia.

          "¿Por qué ha llenado Satanás tu corazón?" Compárense Gén. 3:1-3; Juan 8:44, 45; 13:27. Su corazón estaba "lleno" de avaricia y orgullo y con el deseo de engañar; estaba resuelto a hacerlo. Sant. 1:14, "cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión (con­cupiscencia)". El corazón de Ananías no pertenecía a Cristo sino a Satanás. Voluntariamente se lo prestó para que lo llenara con avaricia y engaño, y llegó a ser siervo del pecado (Rom. 6:16). Ananías y Safira ofrecieron a Dios la obra de Satanás.

          Dice Efes. 5:18, "Sed llenos del Espíritu", es decir, estar plenamente bajo la influencia del Espíritu, estar bajo su control. La palabra "morar" indica la misma cosa: Rom. 7:17, "el pecado que mora en mí"; 8:9, "el Espíritu de Dios que mora en vosotros"; Apoc. 3:13, "donde mora Satanás".

          En Hechos 2 y 3 observamos el plan predeterminado de Dios y el libre albedrío de los judíos y en este caso vemos el poder de Satanás y el libre albedrío de esta pareja. Es interesante observar las dos acusaciones: "¿por qué ha llenado Satanás tu corazón?" (ver. 3), y "¿por qué pusiste (concebiste) este asunto en tu corazón?" (ver. 4). Lo que hicieron Ananías y Safira fue obra de Satanás, pero Pedro no reprende a Satanás sino a ellos; es decir, ellos son reprendidos por hacer lo que Satanás hizo. Ananías era responsable por su conducta porque Satanás no tiene poder alguno sobre el hombre sin su plena cooperación. El hombre puede resistir a Satanás (Sant. 4:7; 1 Ped. 5:9).

          Dios conoce los secretos del corazón y juzga no solamente los hechos sino el propósito del corazón (Sal. 139; Mat. 6:1-18; Mat 23; Rom. 2:16; Heb. 4:12, 13). Jesucristo podía -- por su propio poder -- leer los pensamientos de los hombres (Jn. 2:24, 25; Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17, etc.), pero Pedro no podía -- por su propio poder -- leer los pensamientos de los hombres, sino que en esta ocasión el Espíritu Santo le concedió tal poder.

          Dicen los testigos del Atalaya que el Espíritu Santo no es Dios, sino una "fuerza" como la electricidad, pero Ananías mintió al Espíritu Santo, y no es posible mentir a la electricidad. El Espíritu Santo es una persona; la Biblia describe las características que lo identifican como persona (oye, habla, etc.)

         

5:4 -- Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? -- Este texto demuestra claramente que no había mandamiento de que Ananías vendiera su propiedad, ni tampoco que el ofrendara lo que recibió de la venta. Los que vendieron sus propiedades voluntariamente lo hicieron, y los que entregaron el dinero a los apóstoles voluntariamente lo hicieron.

          Dios no quiere nuestra propiedad sino nuestro corazón. Los discípulos no estaban obligados a vender su propiedad, y aun después de vender su propiedad no estaban obligados a dar el precio al Señor. Todo era voluntario.

          -- ¿Por qué pusiste (concebiste, LBLA) esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. -- José dijo, "¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Gén. 39:9). David dijo, "Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos" (Sal. 51:4). ¿Puede el hombre engañar a Dios o escapar de Dios? Sal. 139:1-4.

          En el ver. 3 Pedro le acusa a Ananías de mentir al Espíritu Santo y en el ver. 4 dice que ha mentido a Dios. La inferencia necesaria que debemos sacar de estos dos versículos es que el Espíritu Santo es Dios. Compárese Efes. 4:30, "no entristezcáis al Espíritu Santo".

 

5:5 -- Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró; y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron (supieron, LBLA). --

          Un comentarista (F. F. Bruce) dice que Cristo no hubiera actuado hacia pecadores como lo hizo Pedro en esta ocasión, pero Pedro no fue quien mató a Ananías. El mismo lenguaje que indica juicio divino se encuentra en 12:23 (el caso de Herodes). Tampoco sufrió Ananías un ataque cardiaco ordinario como algunos modernistas suponen. Sin lugar a dudas, él se asustó cuando reconoció que su fraude estaba expuesto, pero su muerte fue un milagro. Este castigo era de Dios. El pecado de Ananías y Safira era levadura mala en la iglesia y Dios la quitó de una vez. Recuérdense Gál. 6:7; Heb. 10:31. Este pecado fue concebido en secreto pero expuesto públicamente (aunque no fueron expuestos por el testimonio humano, sino por la omnisciencia de Dios).

          Josué 7 narra el pecado "secreto" de Acán que fue castigado con muerte cuando Israel apenas entraba en la tierra prometida; esto sirvió de ejemplo para la nación joven. Asimismo Hech. 5:1-11 narra el pecado "secreto" de Ananías y Safira y su debido castigo para servir de ejemplo para la iglesia joven.

          Es el primer caso de disciplina en la iglesia. La iglesia no puede practicar esta clase de disciplina, pero sí tiene que practicar la disciplina enseñada en Mat. 18:15-17; Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3, etc. La disciplina es necesaria; Juan 15:2, "limpia" quiere decir "podar"; 1 Cor. 5:5, 6. Por lo tanto, al matar a Ananías y Safira, Dios limpió a la iglesia.

          Si el pecado de Ananías y Safira no se hubiera expuesto inmediatamente se habría dejado la impresión en la gente que el Espíritu Santo puede ser engañado (porque seguramente tarde o temprano se hubiera descubierto el fraude). "Y vino gran temor sobre toda la iglesia" (ver. 11). El pecado en la iglesia debe ser corregido.

          El resultado de esta disciplina era muy positivo: "vino un gran temor sobre todos los que lo supieron" (ver. 5); "Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas" (ver. 11). La disciplina bíblica tiene el mismo efecto ahora. Nadie respeta a la iglesia que no la practica. Si este pecado se hubiera dejado sin castigo, el nombre de Jesús se habría blasfemado entre los incrédulos.

          1 Ped. 4:17, "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios".

 

5:6  -- Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. -- En tal caso de castigo divino, no se permitió el luto (compárense Lev. 10:1-7; Josué 7:16-25). Ni siquiera se avisó a su esposa.

 

5:7 -- Pasado un lapso de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. -- ¿Estaría preocupada por la demora de su marido? Al llegar a la reunión, ¿esperaría ser honrada por la iglesia por la ofrenda que hicieron?

 

5:8     -- Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. -- En ese momento la pregunta de Pedro fue la oportunidad para que Safira confesara su pecado para salvar su vida y su alma, pero no se arrepintió de la mentira y tuvo que sufrir la consecuencia. Recuérdese Apoc. 21:8.

 

5:9-10 -- Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar (poner a prueba, LBLA) al Espíritu del Señor? --        La Versión Valera dice "tentar", pero "poner a prueba" expresa más correctamente lo que se hizo, porque pusieron a prueba el poder de Dios de conocer los pensamientos del hombre. Si alguien les hubiera preguntado de antemano si podían engañar al Espíritu Santo, probablemente habrían dicho que no, pero no aceptaron que los apóstoles eran inspirados por el Espíritu Santo. Ananías y Safira cometieron el error serio de no reconocer el poder del Espíritu Santo en los apóstoles. Muchísimos religiosos cometen el mismo error ahora: al no tomar en serio la doctrina apostólica (Hech. 2:42; 1 Jn. 4:6) y el ejemplo apostólico (1 Cor. 4:16; Fil. 4:9), insultan al Espíritu Santo que enseña a través de los apóstoles.

          -- He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. -- Ananías y Safira se unieron en el matrimonio, en la religión, en el pecado, en la muerte, en la sepultura y en la eternidad (Frank L. Cox). La mujer de Ananías se llamó "Safira" pero ella no era la joya sugerida por su nombre, sino que estaba de acuerdo con su marido en la maldad.

          Ananías y Safira se pusieron de acuerdo; por lo tanto, ella compartía la responsabilidad y la culpa del pecado, y también indica que su pecado era deliberado.

          Sal. 5:6, "Destruyes a los que hablan falsedad".

          No había nada de ceremonia. Parece que se sepultaron con la ropa que llevaban. Que sepamos no había nada de luto (compárese Lev. 10:5, 6; Josué 7:25). Lamentablemente en algunas ocasiones hoy en día al morir el miembro de la iglesia más mundano, se le ofrecen muchas flores y elogios; hay un servicio bonito y emotivo en la funeraria y otro en el panteón.

 

5:11 -- "Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron (supieron, LBLA) estas cosas". -- Hay hermanos que piensan que si se practica la disciplina la iglesia será destruida, pero aquí vemos claramente que la disciplina funciona (es exitosa). También el caso de disciplina en la iglesia de Corinto lo demuestra (1 Cor. 5 y 2 Cor. 2:6, 7; 7:11). Véase Deut. 21:18-21. El gobierno civil tiene la obligación de ejecutar criminales (Rom. 13:3, 4) pero muchísimos ciudadanos gritan que es crueldad y que no funciona, que no logra nada, pero si el homicida es ejecutado ¿cómo volverá a cometer otro homicidio?

          La muerte de esta pareja causó gran temor, pero otro motivo fue que el pueblo reconoció el significado verdadero de la inspiración de los apóstoles. Los juicios de Dios deben despertar gran temor en nosotros también. Jesús denunció la hipocresía (Mat. 23), y ahora Dios claramente demuestra que la hipocresía no será tolerada en la iglesia. Este caso bien ilustra el juicio "en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio" (Rom. 2:16)

          Recuérdese que este pecado tuvo que ver con la ofrenda. Ananías y Safira representaron mal su ofrenda a Dios. Trataron de engañar a los apóstoles y otros cristianos. Querían la reputación de ser muy generosos como los otros (cap. 4:32-37) cuando no fue así. La lección es obvia y la advertencia debe ser clara: participamos de ese mismo mal si representamos mal lo que ganemos y lo que ofrendamos para tener la reputación de ser generosos. Si alguno dice, "Esto es todo lo que puedo ofrendar" o "Estoy dando según Dios me ha prosperado", debe ser la verdad, porque Cristo se fija en nuestra ofrenda. Compárese Mar. 12:41, "Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca". También 2 Cor. 9:6, 7 enseña que no debemos dar "de mala gana ni por obligación". Dios todavía conoce el corazón de sus hijos. Dios no nos castiga ahora como castigó a Ananías y Safira, pero El se fija en todo y en el día final todos nuestros hechos serán manifiestos.

          Este texto presenta el lado severo de Dios (Rom. 11:22), que es desconocido por la mayoría de la gente. "Entonces todo Israel oirá y temerá, y nunca volverá a hacer tal maldad en medio de ti" (Deut. 13:11; 17:13; 19:20; 21:21).

          Si hubiera milagros hoy en día, habría milagros como éste y el de Hech. 13:11. Dios no solamente sanaba enfermos, sino que también castigaba a los infieles. Así es la naturaleza de los milagros verdaderos.

          Este texto nos enseña claramente que el Espíritu Santo conoce el corazón de todo miembro de la iglesia. Por eso la membresía en la iglesia no vale nada si no hay sinceridad en el corazón; los insinceros están bajo la ira de Dios.

 

5:12 -- Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios entre el pueblo; -- Esto no indica que de repente los apóstoles tuviesen más poder, sino que el pueblo tenía más fe y ánimo para llevar a sus enfermos a los apóstoles para que los sanaran.

          Dios sigue contestando su oración (4:30). Los milagros eran las credenciales de los apóstoles (2 Cor. 12:15). La iglesia de aquel tiempo no tenía toda la revelación escrita (el Nuevo Testamento); por eso, la inspiración estaba en los hombres, pero ahora está en las Escrituras. Dios castiga a los infieles, pero tiene gran misericordia para los humildes. Si se preguntara a muchos religiosos acerca de su opinión de estos milagros, dirían que los milagros de sanidad eran muy bonitos y preferibles al milagro de matar a dos miembros, pero ante los ojos de Dios el milagro de castigar era tan necesario e importante como los milagros benévolos.

          Cuando el pecado de algún miembro se tolera, la iglesia está manchada y Dios no le puede bendecir. Compárese Josué 7:1-5. Pero se puede ver los efectos positivos de la disciplina: Dios les bendice ricamente (muchas señales y prodigios, muchos milagros de sanidad); promovió la unidad entre los hermanos; fueron respetados aun más, y hubo más crecimiento (ver. 13).

          Si hoy en día la disciplina no produce fruto positivo, ¿cuál será la causa? (1) tal vez porque los miembros de la congregación que practica la disciplina no sean maduros y espirituales sino carnales; (2) tal vez porque no haya respeto por los ancianos o varones que la llevan a cabo; (3) otra causa es la falta de consecuencia, es decir, a ciertos miembros se les disciplina y a otros no, o ciertos pecados se condenan y otros no. Si la disciplina no se lleva a cabo conforme a la enseñanza bíblica sobre el tema (según los textos bíblicos), no tendrá resultados positivos.

          -- y estaban todos unánimes -- 1:14; 2:46; 4:24. Aunque los gobernantes les hubieran amenazado y prohibido que hablaran en el nombre de Jesús, seguían predicando este nombre y seguían haciendo milagros en su nombre.

          -- en el pórtico de Salomón (2:43). -- ¿Dónde estaban? ¿Se escondían? Por el contrario, estaban en el lugar más público. Por algún tiempo los discípulos de Cristo seguían de costumbre reuniéndose en el templo para adorar y para enseñar.

 

5:13 -- De los demás, -- tal vez algunos que hubieran disputado con los apóstoles.

          -- ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. -- Casi siempre cuando hay algún movimiento nuevo y emotivo, hay personas que se unen al grupo. Pero no fue así en esa ocasión, ni tampoco ahora cuando la iglesia es fiel en la práctica de la disciplina. Los que son como Ananías y Safira que no quieren hacer la voluntad de Dios se alejan de los cristianos; no quieren asociarse con ellos (Jn. 3:19-21). Parece que la mayoría del pueblo (dice Lucas "el pueblo") alababa a la iglesia. Por eso, "los demás" eran los que no les favorecían; éstos no se atrevían a juntarse con ellos por temor (o por vergüenza). Posiblemente algunos de ellos simpatizaban con los apóstoles, su enseñanza y práctica (como algunos sacerdotes creían en Jesús, Jn. 12:42), pero no tenían la humildad o el valor necesarios para obedecer. Podían ver claramente que no convenía el discipulado falso y que la iglesia de Cristo no era buen lugar para hipócritas. Tampoco se animaban los enemigos a entrar en la iglesia para espiar y hacer daño como miembros.

          Sin embargo, los humildes los alababan (compárese Mar. 12:37). Había más respeto y más temor, porque ya sabían que pecadores como Ananías y Safira serían castigados. Los de afuera estaban pensando, "Aquí está un pueblo que no tolera el pecado". Debe haber respeto y temor en cada iglesia de Cristo.

          Muchos libros se escriben sobre "la obra personal" y casi todas las iglesias de Cristo quieren convertir más gente. Este versículo nos da la regla número uno: que todos los miembros sean fieles para que los de afuera respeten la iglesia. Desde luego, muchos de los que respetan la iglesia no obedecen al evangelio, pero si no hay respeto por la iglesia, nadie obedecerá.

 

5:14 -- Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; -- Lucas ya dejó de usar números (2:41; 4:4) y dice simplemente "multitud". Había dicho (4:4) que "el número de los varones era como cinco mil" (4:4), pero ahora dice, "gran número así de hombres como de mujeres". Incluye las mujeres en 1:14 y también menciona que hombres y mujeres fueron perseguidos (8:3) y que se bautizaban hombres y mujeres (8:12).

          Hay hermanos que no creen en la disciplina; creen que tal acción resultará en perder miembros y visitantes. Por eso, toda iglesia debe tomar muy en sincero estos buenos resultados de la disciplina bíblica. El podar es necesario (Jn. 15:2, "limpiar" significa "podar").

          ¿Se añadían a la iglesia personas que solamente creían y no se bautizaron? Los obedientes se llaman "discípulos", "hermanos", "fieles", "cristianos", "santos", "creyentes" (1 Tim. 4:12), etc. Estos son los obedientes que se añadían a la iglesia (Hech. 2:47) o se trasladaban al reino (Col. 1:13). La disciplina sirvió también para convencer a la gente a que se arrepintiera y se bautizara para perdón de pecados (2:38; 3:19). Los sinceros estaban pensando, "Dios está con esta iglesia; el pecado no se tolera. Yo quiero ser salvo y quiero llevar una vida santa y por eso quiero formar parte de este grupo. Yo sé que me ayudarán a crecer espiritualmente porque son gente bien sincera". Pero los que solamente buscaban una religión de conveniencia no se acercaban.

 

5:15 -- tanto (a tal punto, LBLA) -- ahora había más ánimo, más fe, más confianza, más deseo de acercarse a los apóstoles.

          -- que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. -- La gente tenía mucha confianza en los apóstoles y les interesaba el contacto con ellos, que Pedro tocara a sus enfermos o, a lo menos, que su sombra cayese sobre alguno de ellos. Si Dios hubiera visto su conducta como pura superstición, habría pronunciado -- a través de Pedro -- alguna palabra de exhortación o corrección, pero no fue así. En cuanto a la sombra de Pedro, compárense Mat. 9:20; Mar. 6: 56; Jn. 9:5; Hech. 19:12. Si la ropa de Jesús y Pablo o la sombra de Pedro sanaba, fue por la voluntad de Dios y no por haber virtud en tales artículos. No es necesario menospreciar la importancia de la sombra de Pedro y la ropa de Pablo y Jesús, porque aun los apóstoles mismos eran simplemente instrumentos en las manos del Señor para sanar. No había poder en la sombra de Pedro, pero tampoco había poder en Pedro mismo aparte del poder que el Señor le había conferido.

          Este hecho no apoya en lo más mínimo la práctica de piadosamente conservar las supuestas reliquias (por ej., huesos de santos, astillas de la cruz). 

 

5:16 -- Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; -- Estos milagros indican que el Señor siguió concediendo la petición de la iglesia (4:30). La fama de los apóstoles se extendía a otros pueblos. Este texto repite el papel de los espíritus inmundos: atormentaban. Obsérvese la distinción entre "enfermos" y "atormentados". La misma distinción se observa en Mat. 4:24; 10:1; etc.

          En la actualidad no existen en la tierra espíritus inmundos o demonios como los que afligieron al pueblo en el primer siglo (ni mucho menos hombres que los puedan echar fuera) y, por eso, no hay enfermedades causadas por espíritus inmundos. El diablo sí entra al hombre ahora pero no sin el permiso del hombre. Satanás sigue entrando en los hombres como entró en Judas y en Ananías, pero en el primer siglo los demonios (espíritus inmundos enviados por Satanás) entraron en la gente contra su voluntad y les atormentaban, afligiéndoles en muchas maneras (dejándoles ciegos, mudos, etc.) y también dándoles poder sobrenatural (como aquél endemoniado que no podía amarrarse con cadenas, Mar. 5:1-20).

          -- y todos eran sanados. --      He aquí la gran diferencia entre la obra de sanar de los apóstoles y la supuesta sanidad de los modernos: "y todos eran sanados". Los apóstoles no despidieron a las personas que ellos no podían sanar diciendo que éstas no fueron sanadas porque les faltó la fe. Nadie volvió a su casa decepcionado.

          En la actualidad hay campañas para "sanar" gente, pero la característica principal de ellas es su fracaso en no sanar. En este texto la gente llegó a los apóstoles y éstos los sanaron. ¡Sanaron a todos! (Ya no había fracasos como en Mat. 17:16). Pero hoy en día los "sanadores" usan una tienda de campaña muy grande (o alquilan un salón grande), entrevistan a la gente para seleccionar a quienes "sanar" y a quienes no y sobre todo para despojarles de su dinero. En muchísimos casos después de la campaña de "sanidad" los "sanados" vuelven a sus camas y sillas de ruedas, o se llevan otra vez al hospital o a la clínica donde estaban antes de llegar la campaña, y los que tiraron muletas buscan otras. Todos estos "sanadores" son fraudulentos. No quitan las enfermedades de la gente sino solamente su dinero. "Comercian con la palabra de Dios" (2 Cor. 2:17, LBLA).

 

5:17 -- Entonces levantándose el sumo sacerdote (Caifás Mat. 26:57), y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos (4:1, 2), -- Recuérdese que éstos rechazaban la resurrección (23:8), y el tema principal de los apóstoles era la resurrección de Jesucristo. Por esta causa los saduceos estaban enfurecidos contra los apóstoles.

          -- se llenaron de celos -- (4:2; 13:45). Los saduceos podían ver la mano que escribía sobre la pared, "Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto" (Dan. 4:5, 27), porque si el pueblo aceptara la resurrección de Cristo, entonces la casa de los saduceos caería de su propio peso. Por eso, se llenaron de celos por causa del gran éxito de la obra de los apóstoles, y también porque las órdenes que habían entregado a los apóstoles fueron totalmente ignoradas. Muchos sanaron. Muchos obedecieron al evangelio y posiblemente algunos de los sacerdotes mismos (6:7).

          Los apóstoles trabajaban bajo la gracia de Dios pero tenían que afrontar la malicia del infierno. Los apóstoles se llenaron del Espíritu Santo, pero sus enemigos se llenaron del espíritu satánico y, por eso, se llenaron de celos y también de odio. El celo de estos judíos no se puede comparar con el celo de Pablo (2 Cor. 11:2). El problema era que los apóstoles habían ganado el favor del pueblo (5:12-16) y, por eso, el control y la influencia de los gobernantes disminuían. Desde luego, todos los judíos que se convertían a Cristo, creían en la resurrección; por eso, el número de los saduceos se reducía. El éxito del evangelio siempre provoca a los incrédulos y falsos maestros, pero éstos no molestan a una iglesia muerta.

 

5:18 -- y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. -- ¿Cuántos apóstoles fueron prendidos? El texto no dice; solamente habla de Pedro y Juan. Aunque seguramente los apóstoles no estaban sorprendidos por esta acción, fue una noche oscura y triste para ellos, pero también lo era para los gobernantes, porque éstos tenían que formular alguna acusación contra los apóstoles. ¿Qué podrían decir? ¿Cuál sería la reacción del pueblo?

 

5:19, 20 -- Mas (pero, LBLA) -- Obsérvese el "pero" que tantas veces indica la intervención del Señor en pro de sus siervos. Las fuerzas del diablo obraban en contra de los apóstoles "pero" las fuerzas de Dios obraban en su favor.

          -- un ángel del Señor (Heb. 1:14, los ángeles son "espíritus ministradores"), abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, -- El Señor puede abrir cualquier cárcel del diablo que nos detenga y puede quebrar cualquier cadena con que nos amarre. Decían los saduceos que no hay ángeles, pero dice Lucas que un ángel abrió las puertas de la cárcel. La cárcel vacía nos recuerda de la tumba vacía. Otra cárcel quedó vacía en la ciudad de Filipos (Hech. 16:26). Seguramente esta experiencia fortaleció aun más la fe de los apóstoles, porque podían reconocer que nadie ni nada podía impedir que continuaran su obra (Juan 19:11).

          -- dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo  -- No fueron sueltos para su seguridad; salen de un lugar de peligro pero entran en otro. No deberían esconderse o huir, sino volver al lugar más público (como dijo Pablo al rey Agripa, "no se ha hecho esto en algún rincón", 26:26), lugar de peligro para ellos. Cuando Dios nos libra de la "cárcel" (de aflicciones o dificultades), lo hace para que podamos servirle.

          Los ángeles no predican el evangelio a la gente; por eso, el ángel soltó a los apóstoles y les dijo: "anunciad", como Jesús les había dicho (Mat. 28:19).

          -- todas las palabras de esta vida. -- (Jn. 6:68). "Anunciad" aunque les persigan otra vez. "Anunciad" "todo el consejo de Dios" (20:20, 27); "Anunciad" la vida verdadera hecha posible por la resurrección de Cristo (la vida abundante, Jn. 10:10). Esta es la "vida" que, según los saduceos, no existe. Esta es la vida que no puede confinarse en alguna cárcel (2 Tim. 2:9).

          Los apóstoles eran "vasos de barro", frágiles y destructibles en cuanto a su vida física, pero llevaban el tesoro del evangelio. De esta manera "la excelencia del poder" no era de los hombres, sino de Dios.

          Un comentarista dice que la palabra ángel puede ser traducida mensajero y, por eso, el que abrió las puertas pudiera haber sido ángel u hombre (que la palabra griega permite tal interpretación). Pero ¡qué curioso que el mensajero dijera a los apóstoles que volvieran al templo para predicar el evangelio!

          Aquí está otro ejemplo de cómo la oración de la iglesia (4:30) fue contestada.

 

5:21 -- Habiendo oído esto, entraron de mañana (al amanecer, LBLA) en el templo y enseñaban. -- Fue necesario aprovechar el buen interés (y ánimo) del pueblo; por eso, entraron temprano al templo para seguir predicando a los primeros que llegaran. Sin duda predicaron con aun más ánimo porque habían visto nuevamente que Dios es más fuerte que los hombres.

          -- Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio, y a todos los ancianos (senado, LBLA) de los hijos de Israel, y enviaron (órdenes, LBLA) a la cárcel para que fuesen traídos. -- Probablemente Lucas emplea la palabra senado para el beneficio de Teófilo y otros griegos que no estaban acostumbrados a la palabra Sanedrín (concilio).

 

5:22, 23 -- Pero cuando llegaron los alguaciles, no los encontraron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. -- Compárese el milagro de 16:26, puertas abiertas, etc. Estos milagros nos recuerdan del milagro de la tumba vacía de Jesús. En el caso de los guardias no había negligencia o descuido: la cárcel estaba cerrada y los guardias estaban de pie ante las puertas. Todo estaba en orden, excepto que ya no había apóstoles adentro. Compárese 12:6.

 

5:24 -- Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban (se quedaron muy perplejos, LBLA) -- Les convenía a los oficiales temer a Dios y preocuparse por su rebelión contra El, pero solamente "dudaban" o estaban "perplejos" y ansiosos, porque no podían explicar este fenómeno. ¿Qué clase de gente será ésta que ni siquiera se puede confinar dentro de una cárcel? Pero ¿cómo es posible que estuvieran perplejos después de admitir (4:16) el milagro de la curación del cojo y después de saber de los muchos otros milagros (5:12-16). ¿Qué se requiere para que tales hombres dejen de dudar? En su ciega rebelión persistían en luchar contra Dios, aunque su corazón estuviera lleno de dudas. Obviamente tenían el corazón endurecido y la conciencia cauterizada (1 Tim. 4:2; Efes. 4:18; Rom. 2:5; Heb. 3:7, 8).

          -- en que vendría a parar aquello (en qué terminaría aquello, LBLA). Les convenía preguntar, ¿qué hará Dios con nosotros? pero se preocupaban por su autoridad sobre la gente, y por la popularidad de los apóstoles.    ¿En qué terminó aquello? En cuanto al progreso del evangelio, el resto de Hechos lo describe. En cuanto al "fin" de ellos, Mat. 24 bien lo describe. ¿Qué hará Dios con personas que siguen luchando contra El a pesar de tantas manifestaciones de su poder? (Jn. 11:47; 12:10-12, 37).

         

5:25 -- Pero viniendo uno les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. -- El Señor dio a los judíos señal tras señal para vencer su incredulidad, pero después de todas, sus corazones quedaron endurecidos (compárese Heb. 3:7-11).

 

5:26 -- Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, -- ¿Cómo trata la policía al que escapa de la cárcel? ¿No le castigará? Le preguntará, "¿cómo escapó?" Investigarán el asunto para saber a quién deberían culpar. Pero el capitán no preguntó a los apóstoles, "¿cómo escaparon ustedes?" ¿Por qué no? Todo esto claramente demuestra que estos oficiales no querían saber la verdad, ni tampoco practicar la justicia, sino que fueron movidos por la pura conveniencia. ¿Por qué no usaron de violencia? Estos con todo gusto hubieran empleado la violencia, pero el pueblo estaba muy voluble y podía causar un tumulto en cualquier momento, porque obviamente Dios había puesto en libertad a los apóstoles y los gobernantes se atreven a prenderles otra vez. Es una maravilla que no hubiera alboroto.

          -- porque temían ser apedreados por el pueblo. -- Seguramente los oficiales observaban mucha agitación en el rostro del pueblo. ¿Apedreados por quiénes? ¿por los discípulos? No, sino por su propio pueblo, los judíos inconversos. ¡Qué hombres más perversos! Después de otro milagro, persisten en su rebelión contra Dios: vuelven a prender a los apóstoles. ¡No temen a Dios, sino al pueblo! Compárese 12:19, Herodes mató a todos los soldados en lugar de reconocer que Dios había intervenido para libertar a Pedro. Temían, porque eran cobardes.

         

5:27, 28 -- Cuando los trajeron los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. -- ¡Cómo aborrecían a Jesús! No querían ni siquiera pronunciar su nombre! Dicen, "ese nombre" y "ese hombre". No querían ensuciar su boca con el nombre "Jesús".

          ¡Qué buen testimonio en cuanto al éxito de la predicación de los apóstoles! Hicieron dos acusaciones: (1) Desobedecieron al concilio; y (2) culparon al concilio de haber derramado sangre inocente. Pedro glorifica el nombre de Jesús, pero los oficiales ni siquiera quieren pronunciar el nombre de Jesús; dicen "este hombre". Aquí está la actitud común del pecador: no quiere que nadie le acuse de su pecado o crimen. Con muchas ganas los judíos habían derramado sangre inocente, pero ahora están muy resentidos cuando son acusados de ello.

          La primera acusación se contesta en el ver. 29. En cuanto a la segunda, ¿no recuerdan estos hombres lo que habían dicho poco antes acerca de la sangre de Jesús? "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25 ). ¿Por qué el cambio de parecer? Porque cuando pronunciaron esas palabras no se imaginaban que Jesús resucitaría de entre los muertos, sino que creían que ya estaban acabando con El para siempre. Pero la resurrección de Jesús causó un gran problema para ellos, y ahora cantan otro refrán. ¡Los acusadores ahora son los acusados!

          Una prueba principal que confirma que ellos habían derramado sangre inocente fue la resurrección de Jesucristo, porque si Jesús hubiera sido un criminal, ¡Dios no lo habría resucitado de los muertos!

          Es interesante observar que lo que dicen aquí indica que en cuanto a la muerte de Jesús, alguien tenía culpa, porque la expresión "echar la sangre sobre" indica una muerte injusta. Judas reconoció esto: "Yo he pecado entregando sangre inocente" (Mat. 27:4). Si Cristo hubiera sido un criminal, según la acusación de los gobernantes, entonces, nadie tendría culpa con respecto a su muerte. No se habla de echar sobre alguien la sangre de criminales, porque es justo su castigo, pero si la sangre de Cristo se echa sobre alguien, entonces esto indica que El era inocente y que su muerte fue injusta.

          La conducta de los oficiales bien ilustra lo que Pablo dice en 2 Tim. 3:13 ("los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor"). No podían escapar de la sentencia de que eran culpables de la sangre de Cristo, pero en lugar de arrepentirse y obtener el perdón de Dios, iban de mal en peor tratando de destruir a los apóstoles de Cristo (querían derramar más sangre inocente).

          Es pecado aborrecer a los judíos, como lo hacen muchos. Siempre han sido una raza perseguida y a veces en forma muy exagerada y escandalosa. Los cristianos deben desear una sola cosa: su salvación (Rom. 10:1, 2); como dice Pedro en esta misma ocasión: "para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados" (ver. 31). Sin embargo, el Nuevo Testamento afirma con toda claridad el papel de los judíos en cuanto a la muerte de Jesús, y todo esfuerzo hecho hoy en día para negar su culpa es absurdo.

 

5:29 -- Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. -- No les quedó a los del concilio medio alguno para callar a los apóstoles. Simplemente no podían intimidar a estos testigos de la resurrección de Jesús. Aunque los hubieran matado, aun esto no los habría callado, porque como Abel, muertos todavía hubieran seguido hablando (Heb. 11:4). Había llegado otra etapa y el concilio no lo podía evitar.

          Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El concilio creía esto, pero no aceptaban que la obra de los apóstoles era obediencia a Dios.

          Si hubiera sido la voluntad de Dios, Pedro podría haber dividido el concilio como lo hizo Pablo (23:6-9), porque podría haber explicado que un ángel le había libertado y, en tal caso, los fariseos del concilio le habrían apoyado como apoyaron a Pablo en semejante caso.

          Otra vez se observa en la conducta de Pedro un contraste fuerte entre su valentía ahora y su pasada cobardía al haber negado a Cristo.

 

5:30 -- El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, -- La palabra levantó aquí corresponde a 3:22 "os levantará profeta".

          -- a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. -- La palabra madero corresponde a su uso en Deut. 21:23. Pablo cita este texto para enfatizar que "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)" (Gál. 3:13). También empleó este término en su sermón en Antioquía de Pisidia ("Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro" (13:29), y Pedro lo usó en su primera carta ("quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero", 1 Ped. 2:24).

 

5:31 -- A éste, Dios ha exaltado con (a, LBLA) su diestra por Príncipe (véase 3:15, notas) y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. -- El arrepentimiento es un mandamiento (Luc. 13:3, 5; Hech. 2:38; 17:30, 31), pero también es un privilegio, es un don de Dios (11:18). Todo el proceso de nuestra obediencia a Dios es pura misericordia, es un honor, un privilegio y una bendición muy grande. ¿Cómo puede alguno resistir estos mandamientos? ¿Cómo pueden las iglesias evangélicas rechazar el bautismo?

          Pedro no solamente presentó defensa, sino que predicó el evangelio para convertir a sus jueces. Así fue la práctica de Pablo cada vez que hizo su defensa (capítulos 22, 24, 26).

 

5:32, 33 -- Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. Ellos oyendo esto, se enfurecían (se sintieron profundamente ofendidos, LBLA, margen, aserrados) y querían matarlos. -- No se sintieron compungidos de corazón, o heridos en la conciencia, (2:37), sino profundamente ofendidos y enojados. Iban de mal en peor. Al principio, estaban "resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos" (4:2) y "les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente" (4:3). Entonces estuvieron muy perplejos "diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar" (4:16). "Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre" (4:17). Luego otra vez (5:18) "echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública" y cuando el ángel les soltó y siguieron predicando, "dudaban en qué vendría a parar aquello" (5:24), pero volvieron a reprender a los apóstoles por llenar la ciudad con su doctrina. Entonces respondieron los apóstoles que "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (5:29) y volvieron a acusar a los oficiales de haber crucificado a Jesús y les recordaron que Dios ofrece perdón a los que se arrepienten.

          Esto fue el colmo. Ya no aguantaron más. Se volvieron locos de ira y furia. La palabra traducida se enfurecían "significa serrar a través, dividir mediante una sierra ... ser cortado a través mentalmente, verse desgarrado por una ofensa, quedar cortado hasta el corazón" (Vine). Dice la versión Valera (1977), "se sentían heridos en lo más vivo". Por eso, como en el caso de Esteban (7:54), su único pensamiento era matarlos. Ya no les quedaba otra alternativa.

 

5:34 -- Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel (22:3), doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, -- Para poder matar a los apóstoles los saduceos fanáticos necesitaban del apoyo de los miembros fariseos, pero el fariseo principal habló con el propósito de apaciguarlos.

 

5:35, 36 -- y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. -- Según Josefo hubo una revolución dirigida por un tal Teudas, pero en el año 44 d. de J. C.; por eso, algunos ponen en tela de juicio este relato de Lucas pero, en primer lugar, este detalle no fue relato directamente de Lucas, sino que él relata lo que Gamaliel dijo; por eso, éste se refirió a otra revolución que ya había ocurrido. Según el mismo Josefo había muchísimas revoluciones  ("10,000 desórdenes") y el nombre Teudas era nombre común. Los que se atreven a criticar a Lucas deben investigar ampliamente antes de hablar o escribir, porque Lucas era un historiador súper cuidadoso y exacto.

 

5:37 -- Después de éste, se levantó Judas el Galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. -- Los zelotes eran los sucesores de este Judas quien creía que el pagar impuestos a Roma era acto traicionero.

 

5:38 -- Y ahora os digo: Apartaos de (no tengáis nada que ver con, LBLA) estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá, -- Desde luego, Gamaliel no era un discípulo de Cristo y su consejo no es bueno en cuanto a falsos maestros. Muchos textos nos obligan a exponer el error y denunciar a los falsos maestros.

 

5:39 -- pero si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios. -- Los fariseos creían en dejar muchos asuntos en manos de Dios. Aunque Gamaliel sabía que un milagro se había hecho (4:16), y que los apóstoles eran representantes de Jesucristo (4:13), que sepamos no se convirtió a Cristo. Entonces ¿qué tan sabio era? (Mat. 7:23-27). A menos que él creyera que los apóstoles obraban por el poder de Beelzebú (Mat. 19:24), sabía que era "de Dios". ¿Por qué no aceptó la evidencia? Esto demuestra lo muy arraigado del concepto de los judíos de que ellos eran el pueblo escogido de Dios, que todas las bendiciones de Dios serían derramadas sobre ellos o por medio de ellos y, por eso, que no tenían que aceptar el evangelio de Cristo.

 

5:40 -- Y convinieron con él (aceptaron su consejo, LBLA); y llamando a los apóstoles, después de azotarlos (1 Cor. 4:9), les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. -- Deut. 25:3 dice, "Se podrá dar cuarenta azotes, no más". (De esto Pablo dice, "De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno", 2 Cor. 11:24). Esto fue un castigo severo y cruel -- a veces fatal --, pero aparentemente se contentaron con esto y dejaron la idea de matarlos. Sin duda los apóstoles se acordaron de lo que Jesús había dicho (Mat. 10:17-28).

 

5:41 -- Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. -- Mat. 5:10-12; Col. 1:24; 1 Ped. 2:20-23; 4:15, 16. Salieron con cuerpos golpeados pero con corazones alegres. Es la primera vez que los discípulos de Jesús compartían su sufrimiento físico. Y salieron gozosos. McGarvey dice que tal vez el hecho de tener tal gozo haya sido más sorprendente que sus milagros.

 

5:42 -- Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo (a Jesús como el Cristo, LBLA). -- Esto parece indicar que los apóstoles, con sus cuerpos lacerados y magullados, inmediatamente continuaban su obra de llenar Jerusalén con su doctrina, porque el espíritu contento y gozoso soporta mucha aflicción física.

 

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