Capítulo 3

Resumen: Los gentiles son copartícipes del evangelio y de la obra de evange­lización encargada a Pablo, vers. 1:12. El desea que ellos comprendan la excelencia del plan de salvación, vers. 13-19. Ala­banza a Dios, vers. 20,21. En realidad todo el capítulo se puede considerar como la oración de Pablo para que seamos for­talecidos en Cristo por medio del conocimiento espiritual (vers. 3,4,18), y por la presencia del Espíritu y Cristo en nosotros (vers. 14-19). La sección desde el ver. 2 hasta el ver. 13 es un paréntesis.

          3:1 -- "Por esta causa yo Pablo, pri­sionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles". Pablo era prisionero (6:20, "embajador en cadenas"; Hech. 21:28,33; 28:17,20) por los gentiles, por predicar el evangelio glorioso de la cruz de Cristo que produce paz entre judíos y gentiles y los reconcilia a ambos en un mismo cuerpo. Por afirmar que los privilegios del evangelio pertenecen tanto al gentil como al judío, Pablo era prisionero.

          Cuando Pablo predicó esta verdad -- este evangelio "de paz" -- los judíos se llenaron de celos e incitaron a los ro­manos en contra de él. Obsérvese la con­ducta de los judíos en Hech. 22:17-24 cuando Pablo dijo que Dios le envió a él a los gentiles.

          Pero Pablo no quería que los her­manos desmayaran "a causa de mis tribu­laciones por vosotros" (v. 13). Siempre tenía mucha solicitud por los hermanos gentiles en este respecto. Para Pablo las cadenas no eran nada, pero tenía cuidado por los hermanos, para que nadie se es­candalizara a causa de sus prisiones.

          Lo que Pablo comienza a decir en el ver. 1 tocante a ser prisionero se continúa en el ver. 13. Los vers. 2-12 son un parén­tesis que explica más ampliamente el lla­mamiento de los gentiles y el conocimiento de Pablo del "misterio de Cristo". Esta expresión se refiere al hecho de que tanto los gentiles como los judíos son llamados por Dios para formar un solo cuerpo, que es la iglesia de Cristo (1:22,23; 2:16; 4:4).

          Los vers. 14-19 expresan el deseo fer­viente de Pablo de que ellos comprendan el evangelio "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (ver. 19). Termina el capítulo con una alabanza para Dios por su bondad y por la gloria de su plan de salvación.

          3:2 -- "si es que habéis oído", ("supuesto que habéis oído", Versión Moderna). Ellos sí habían oído. Pablo no expresa duda.

          -- "administración". ("dispensación", BAS). Véase Col. 1:25. Se refiere al minis­terio de Pablo, o sea, a su apostolado.

          3:3 -- "que por revelación me fue declarado". Véanse Gál. 1:11,12; 1 Cor. 15:1-4.

          -- "el misterio". Véase 1:9; 3:1. Sig­nifica la revelación divina con respecto al evan­gelio que era tanto para gentiles como para judíos. Estos siempre en­tendían que Dios tenía bendiciones para los gentiles, pero lo que nunca en­tendieron -- y lo que no querían aceptar -- fue que los gentiles serían aceptados como iguales a los judíos cuando obedecieran al evangelio, y esto sin guardar la ley de Moisés (y en especial, la circuncisión).

          Se requería una revelación especial (una visión) para que el apóstol Pedro di­jera, "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (Hech. 10:34,35).

          -- "antes lo he escrito brevemente" (1:9; 2:11-13).

          3:4 -- "Leyendo lo cual podéis enten­der cuál sea mi conocimiento en el miste­rio de Cristo". Las cartas de los apóstoles se leían públicamente (véanse Col. 4:16; 1 Tes. 5:27). Pablo quería que todos los hermanos entendiesen el evangelio (1:16-19; Col. 1:9; 2:2). El asegura que cuando se lea lo que él escribe, todos pueden en­tender. Además, él da este mandamiento: "no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor" (5:17).

          Los efesios quemaron sus libros de la magia (Hech. 19:19), y en esta carta Pablo les enseñó que deberían llenar su mente con la palabra de Dios (véase Col. 3:16). Los libros que enseñaban la magia sólo engañaban a los efesios, pero la palabra del evangelio les salvaba y les edificaba. Dijo Pablo a los ancianos de Efeso, "os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedifi­caros y daros herencia con todos los san­tificados" (Hech. 20:32).

          Es muy importante observar que la lec­tura de la palabra de Dios proporciona el conocimiento necesario para la sal­vación. La palabra "lectura" implica el en­tendimiento de las palabras empleadas. Desde luego, el que lee no entiende el mensaje de la Biblia si no entiende las palabras mismas. Pero toda persona que esté dispuesta a tomar la molestia de aprender el sentido de las palabras habladas por el Espíritu Santo, bien puede entender la voluntad de Dios. Las pa­labras inspiradas son fáciles de entender, pero si alguno no entiende ciertas pa­labras, debe consultar un diccionario castellano. (No es cuestión de conseguir diccionario bíblico -- aunque éstos son muy útiles -- sino un diccionario ordinario del idioma que se hable).

          3:5 -- "en otras generaciones no se dio a conocer". Esta revelación fue hecha so­lamente por los "apóstoles y profetas" del Nuevo Testamento. Por ejemplo, Hech. 10:34,35; 11:18; 15:12-29 son algunos tex­tos que revelan este misterio. La promesa fue dada en Gén. 12:1-3, y los israelitas la aceptaron, entendiendo que Dios tenía grandes bendiciones para los gentiles. Pero lo que nunca reconocieron y lo que no querían aceptar fue que los gentiles podían llegar a ser hijos de Dios a la par con los judíos por medio de aceptar el evangelio de Cristo, sin más nada.

          Los israelitas no entendieron "en otras generaciones" lo que Pablo explica en Rom. 2:26-29; Gál. 3:26-29; etc. Odia­ron a Pablo por enseñar tales cosas.

          -- "por el Espíritu". Como Jesús prometió en Juan 14:26; 16:13, el Espíritu Santo hablaría a través de los apóstoles para revelar toda la verdad.

          3:6 -- "coherederos" de todas las ben­diciones del pacto de la gracia, de "toda bendición espiritual en los lugares celes­tiales en Cristo". Bajo la dispensación de la gracia las bendiciones de Dios son para todos. Todo cristiano (tanto gentil como judío) es coheredero con todos los demás  cristianos. Dios no tiene bendiciones es­peciales para los judíos ahora. El prefijo "co" significa igualdad. Significa que Dios no hace acepción de personas. Los que enseñan que Dios tiene planes especiales para los judíos en algún supuesto "reino milenario" rechazan esta preciosa en­señanza de Pablo.

          -- "miembros del mismo cuerpo, co­partícipes de la promesa". Pablo emplea varios términos para dar énfasis a esta verdad. Lo que enseña es la igualdad es­piritual de los conversos gentiles con los conversos judíos.

          -- "en Cristo Jesús", no en el ju­daísmo, sino en el evangelio de  Jesús. Hechos 15 revela cómo los apóstoles y an­cianos se reunieron para darse cuenta de la reve­lación uniforme del Espíritu Santo con res­pecto a esto. Todos pudieron ver claramente que los hermanos gentiles no tenían y no tienen que circuncidarse y guardar la ley de Moisés para ser salvos. Esta gran bendición se halla exclusiva­mente "en Cristo Jesús", sin mezclar otra cosa. Estas bendiciones no se obtienen a través de la ley de Moisés, ni mucho menos a través de las buenas obras de las religiones humanas (véanse Mat. 15:8,9; Col. 2:20-23; Efes. 2:8,9; Tito 3:4,5, etc.).

          -- "fui hecho ministro". Pablo estudió bajo Gamaliel para ser rabí y líder en el judaísmo (Hech. 22:3; Gál. 1:14), pero Dios cambió los planes de este gran hom­bre (Hech. 22:15,21; Gál. 1:15,16).

          -- "según la operación de su poder", y no por la inclinación personal innata de Pablo. Este hombre fue verdaderamente llamado para ser apóstol de Cristo.

          3:8 -- "soy menos que el más pe­queño", incomparablemente el menor. Pablo siempre se sentía profundamente indigno de ser apóstol de Cristo. Nunca se le olvidó la gran misericordia de Dios al per­donarle haber sido "blasfemo, perseguidor e injuriador" (1 Tim. 1:13). No solamente le perdonó, sino también le hizo ministro y apóstol de Cristo. En 1 Cor. 15:8,9, dice, "y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios". La palabra "abortivo" se refiere, como indica el si­guiente versículo, al con­cepto tan humilde que Pablo tenía de sí mismo. Se usó esta expresión para indicar inferioridad, porque generalmente el niño abortivo (prematuro) era más pequeño y más dé­bil.

          En 2 Cor. 11:5 Pablo dice, "pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles", hablando no de los doce apóstoles, sino de los falsos apóstoles de Corinto (vers. 12,13).

          -- "esta gracia", su apostolado. En Gál. 2:7, Pablo dice, "vieron que me había sido encomendado el evangelio de la in­circuncisión"; luego agrega en el ver. 9, "y reconociendo la gracia que me había sido dada". Esto indica que la palabra "gracia" se refiere al apostolado que él recibió. También en 1 Cor. 7:25, dice, "doy mi parecer, como quien ha alcanzado miseri­cordia del Señor para ser fiel". En este texto también se refiere a su apostolado (1 Cor. 14:37).

          -- "inescrutable riqueza". Véase 1:7, no­tas. No se pueden explorar o medir, in­sondables (Rom. 11:33). Faltan palabras para describirlas. Las perfecciones de Je­sucristo (Col. 2:9) son un tesoro incon­mensurable, mayor que los tesoros del templo de Diana de los efesios, y aun mayor que las grandezas del templo de Salomón.

          3:9 -- "aclarar ..." ("hacer que todos los hombres vean", VM). Significa prender la luz, abrir los ojos a todos los hombres (1:18; Hech. 26:18,19; Col. 1:26).

          -- "dispensación", 3:2, notas.

          3:10 -- "para que la multiforme sabiduría", la sabiduría multilátera o grandemente diversificada, como los co­lores variados de un paisaje, o del arco iris.

          -- "sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales".

          "Así pues la iglesia viene siendo la uni­versidad para los ángeles y para cada santo un profesor" (Wuest). "No bastaba exhibirla (su sabiduría) por medio de la formación del sol, las estrellas, la tierra, los mares, las montañas, los diluvios. No era suficiente mostrarla por medio de la creación de seres inteligentes, ni por medio de la formación de mentes inmor­tales sobre la tierra ni por medio de los varios órdenes del mundo angélico. Había conceptos del carácter divino que podían obtenerse solamente en conexión con la redención del mundo". (Barnes).

          Los "principales y potestades" son los seres angélicos en sus varios órdenes. Heb. 1:14 dice, "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a fa­vor de los que serán herederos de la sal­vación?" Véanse también 1 Cor. 4:9 y Heb. 12:22. Los ángeles no solamente es­tán ministrando a los cristianos, sino tam­bién ellos mismos observan la multiforme sabiduría de Dios. 1 Ped., 1:12 se refiere al "evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mi­rar los ángeles" (con referencia a los tipos, sombras y profecías del Antiguo Testa­mento y su cumplimiento en el Nuevo Testamento).

          3:11 -- "propósito eterno", 1:4, notas.

          3:12 -- "seguridad y acceso con con­fianza". Hay seguridad porque hay acceso al trono de Dios por medio de Cristo. Véase 2:18, notas sobre la palabra "entrada". Dice Cristo (Juan 14:6), "Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". El es nuestro acceso al Padre. El es nuestro perfecto Mediador (1 Tim. 2:5; Heb. 2:18; 4:15,16).

          Tenemos seguridad "si andamos en luz", (1 Juan 1:7); es decir, si practicamos la verdad (1:6); si guardamos sus man­damientos (2:3); si guardamos su palabra (2:5); si andamos como El anduvo (2:6); si amamos a los hermanos (2:10); en fin, si permanecemos en El: "Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza" (2:28).

          3:13 -- "no desmayéis". Este versículo es la continuación del ver. 1. Compárese Fil. 1:12-14, notas. Los apóstoles se rego­cijaban en sus tribulaciones (Hech. 5:41; 16:24, 25; 2 Cor. 12:5,10; Col. 1:24), pero a los nuevos conversos les faltó la madurez. Pablo habla de su preocupación personal por todas las iglesias (2 Cor. 11:28), y nos exhorta frecuentemente a no desmayar (perder el valor, desanimarnos). Véanse 2 Cor. 4:1, 16; Gál. 6:9; 2 Tes. 2:13; Luc. 18:1.

          3:14 -- "Por esta causa". Por la gracia de Dios que salva tanto a los gentiles, como a los judíos, y por el exaltado privi­legio y honor de ser apóstol y ministro de los gen­tiles. "Por esta causa" se conecta di­rectamente con los vers. 1-13, e indirec­tamente con todo lo que ha dicho desde el principio de la carta. (Véase 1:15, comen­tario sobre "por esta causa".)

          -- "doblo mis rodillas". Véanse Luc. 22:41; Hech. 20:36 (otros ejemplos de orar de rodillas); otras posturas del cuerpo en la oración se observan en Mat. 20:20, 26, 27 ("se sentó a la mesa ... y bendijo"); Mat. 26:39 y Mar. 14:35, "se postró sobre su rostro"); Luc. 18:13, "estando en pie allá lejos" (VM); "de pie, y a cierta distancia" (BAS); 1 Tim. 2:8, "oren ... levantando manos". Es apropiado orar a Dios de rodillas, sentados, de pie, postra­dos y levantando manos; lo importante es la humildad y reverencia.

          3:15 -- "de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra". Es el Padre de quien vienen todas las bendi­ciones (Sant. 1:17), y es el Padre común de ángeles, y de todos los hombres, tanto de los gentiles como de los judíos. Es el "Padre de los espíritus" de todos (Heb. 12:9). Este pensamiento es muy signifi­cante, y necesario para que los judíos re­conocieran que los gentiles también "toman nombre" de Dios. Dios no es el Dios exclusivo de los judíos.

          3:16-19 -- Cinco peticiones:

          A. "para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

          B. para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraiga­dos y ci­mentados en amor,

          C. seáis plenamente capaces de com­prender con todos los san­tos cuál sea la anchura, la longitud, la pro­fundidad y la altura;

          D. y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,

          E. para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios".

          Es imposible comprender las riquezas de su gracia y el amor de Cristo si no es­tamos bien arraigados y cimentados en amor. "Pablo desea que los santos se car­guen con todo el voltaje de la fuerza todopoderosa de Dios que sean capacita­dos a llevar" (Bell).

          3:16 -- "riquezas de su gloria". Véanse 1:18; Fil. 4:19; Col. 1:27; Rom. 9:23. Estas riquezas no pueden medirse con medidas humanas.

          -- "fortalecidos con poder en el hom­bre interior", (2 Cor. 4:16), el espíritu, el corazón (la inteligencia, la voluntad, la conciencia, las emociones). Es importante que el hombre exterior (el hombre físico) sea fuerte y sano, pero es aun más impor­tante que el hombre interior sea fortale­cido. Hay muchos cristianos con cuerpos muy débiles y afligidos que son muy fuertes en "el hombre interior".

          3:17 -- "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". La palabra "habitar" (katakeo) sugiere la residencia permanente en contraste con paroikeo que significa una estadía temporánea. Cristo debe ser miembro permanente de nuestra casa, y no huésped de vistas cortas y eventuales. Su residencia depende en­teramente de nuestra fe, la fe que "es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Rom. 10:17). Por eso Pablo dice, "La pa­labra de Cristo more en abundancia en vosotros" (Col. 3:16). "Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre" (1 Juan 2:24). Cristo no habita en los corazones de los que no aceptan sus enseñanzas.

          Millones de carismáticos dicen que tienen a Cristo en sus corazones. Lo dicen repetidas veces en sus sermones, en sus canciones, y en sus escritos. Pero Cristo no habita en el corazón de nadie excepto por la fe basada en oír y en obedecer sus en­señanzas.

          Muchos dicen que la doctrina no im­porta, y no les interesa un estudio de­tenido de la palabra de Dios. No predican la importancia de obedecer al evangelio (1 Ped. 4:17,18; 2 Tes. 1:7-9). Para ellos el tener a Cristo en su corazón es asunto emocional que no tiene nada que ver con la doctrina bíblica de habitar Cristo por la fe en nuestros corazones.

          -- "arraigados", teniendo raíces fuertes; "arraigados y sobreedificados en él, y con­firmados en la fe, así como habéis sido en­señados, abundando en acciones de gra­cias" (Col. 2:7).

          -- "cimentados en amor", cosa tan nece­saria para unir a los judíos y los gentiles en el primer siglo, pero igualmente necesario para unificar a los hijos de Dios del tiempo presente. Hay gran diversificación entre nosotros en cuanto a cultura, habla, costumbres y mo­dos de pensar. Para que haya en realidad "un cuerpo" se requiere mucho amor bíblico. Pero el amor bíblico no es cosa de pura emoción y sentimiento. Significa que sinceramente procuremos el bien los unos de los otros, que busquemos la unidad, y que colaboremos por Cristo, dejando y olvidando la carnalidad mun­dana.

          3:18 -- "seáis plenamente capaces de comprender", eminentemente capaces. Es el objeto y propósito de habitar Cristo en nosotros. El mora o habita en nuestros corazones por medio de la fe que tenemos por haber oído y obedecido su Palabra, y nos hace plenamente capaces de com­prender el amor de Cristo demostrado en el evangelio. En esto vemos claramente la relación entre el habitar Cristo en nosotros y el comprender su voluntad. Cristo no mora en nosotros simplemente para darnos alguna emoción placentera en el corazón. Habrá gran gozo, sí, pero este gozo bíblico depende de la compren­sión y la aceptación de la voluntad (la en­señanza) de Cristo. De otro modo el supuesto gozo que tiene la gente es cosa hueca y falsa. La verdad es que mucho "gozo" que se observa en las reuniones de los carismáticos no tiene nada que ver con el gozo bíblico.

          La palabra "comprender" es un tér­mino que sugiere asirse de algo, tomar posesión de algo con la mente. Com­párese Fil. 3:12, "alcanzar" y "asir". Cuando la mente com­prende, toma pose­sión, de las grandes verdades del evangelio, esto produce una fuerza mayor en nuestras vidas. Hay fuerza en el conocimiento verdadero. "Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia ... Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia" (Prov. 4:5-7).

          -- "comprender con todos los santos". La verdad y su comprensión es para todos los santos. No es solamente para los judíos. No es solamente para los que reciben la bendición de la educación for­mal en las escuelas. No es para un supuesto "clérigo" (la Biblia no habla de "clérigos y laicos"). La palabra "iglesia" nunca significa un grupo elegido y selecto que interpreta la Biblia por otros. La ben­dición de comprender la voluntad de Dios no es un privilegio elitista. Es para todos los santos, y más que privilegio, es esen­cial.

          -- "la anchura, la longitud, la profun­didad y la altura", la medida rectangular, la comprensión madura (Heb. 5:12-14; Efes. 4:11-14). No conviene que el cris­tiano esté satisfecho con su entendimiento inicial de las doctrinas fundamentales, tales como el bautismo, el orden del culto, etc. Es imperativo que todos sigamos es­tudiando toda la vida las cosas que pertenecen a la salvación. ¡Qué contraste entre el lenguaje usado por Pablo en este texto y el conocimiento superficial de tan­tos miembros de la iglesia! Y no se trata de miembros nuevos, sino de hermanos que tienen muchos años en la iglesia.

          3:19 -- "el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento". No hay palabras ade­cuadas para escudriñar y describir este amor. Son riquezas "inescrutables", in­sondables. En este sentido "excede a todo conocimiento". Pero sí podemos conocer y entender lo que Dios nos dice acerca del amor de Cristo (3:3,4), y nuestra com­prensión crece con la experiencia de vivir por Cristo. Hay gran diferencia entre el conocer mentalmente y el conocer por la experiencia. En Rom. 12:2 Pablo dice, "transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que com­probéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta"; debemos comprobar o confirmar por la experiencia personal que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta para nosotros.

          Si andamos con Cristo, experimen­tando su poder en nuestra vida y gozando de sus bendiciones espirituales, compren­deremos cada vez mejor el verdadero significado del amor de Cristo "que excede a todo conocimiento".

          -- "para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios". A Pablo le gustaba la palabra "plenitud" (véanse 1:23; 4:13; Col. 1:19; 2:9; Gál.. 4:4; etc.). Es el clímax de sus peticiones, la última de las cinco de este texto. Es el deseo de Pablo de que seamos los recipientes de todo lo que Dios nos ofrece, todas las riquezas de su gracia. Es como la exhortación de 5:18, "sed llenos del Espíritu". Pablo no quiere que nos falte nada de las ricas provisiones espirituales de Dios.

  3:20,21 -- "Y a Aquel ... sea gloria en la iglesia en Cristo". El tema del libro bien se expresa en estos versículos. Dios recibe gloria por medio de la iglesia (3:10). Dios hace grandes cosas a través de su iglesia para la alabanza de su nombre. Pero esto depende del crecimiento espiritual de la iglesia (4:16). También depende de su pureza; debe ser iglesia gloriosa (5:27).

          -- "es poderoso para hacer todas las cosas". Puede conceder todas estas cinco peticiones y mucho mas.

          -- "según el poder que actúa en nosotros". Véase 1:19,20; 2:1-6. El poder que resucitó a Cristo nos levanta de la muerte espiritual y nos da vida espiritual. Este mismo poder obra en nosotros para producir "el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13). "Poderoso es el Señor para hacerle estar firme" al her­mano débil (Rom. 14:4). Debemos alabar siempre al Señor por su gran poder.

          -- "por todas las edades". A través de la sucesión interminable de las edades.

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