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"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado"

2 Timoteo 2:l5


 

 

 

Regla número uno:
Estudiar con
ahínco

 

El tiempo total no es el único criterio

 

La preparación del maestro:
La programación de la clase

 

La preparación para:
La historia
Las epístolas
Los estudios temáticos

 

Empezar a organizar
La materia aprendida
Las actividades

 

          Hasta aquí, hemos deplorado la ignorancia encontrada en muchas congregaciones y los métodos mediocres de enseñanza, los cuales en parte son responsables del problema. Hemos enfatizado la necesidad de verdaderos maestros buenos que tengan un claro reconocimiento de la meta principal ante ellos. Hemos rogado a los maestros de todo lugar que vuelvan a la enseñanza básica de la Biblia, y hemos discutido la selección de un tema para enseñar en una clase.

          Las lecciones que restan tratarán sobre la presentación de la lección, después que el tema haya sido seleccionado. No importa qué tan bueno el tema sea, no será de ningún valor si el maestro no conoce la información que él ha de presentar. Y, no importa lo bien que él conozca su material, aún seguiría siendo inútil, si no puede impartir la información a sus oyentes de tal modo que llegue a ser parte de la reserva del conocimiento permanente de cada uno de sus estudiantes.

          Primero, nos enfocaremos en la preparación propia de cada maestro antes de la clase, y luego sobre la presentación de la lección. Después de eso habrá capítulos que enfaticen necesidades y problemas específicos que se encuentran en los grupos de diferentes edades. Y luego, el último capitulo del libro analizará los métodos usados por Jesús el Maestro de los maestros.

          ¿Qué hace usted cuando le informan que ha de enseñar el próximo trimestre? ¿Cómo empieza a estudiar? ¿Cómo decide qué porciones del material presentará a su grupo de cierta edad en particular? ¿Cómo prepara usted los planes para las lecciones y las hojas para las actividades? ¿Cuán importante es comenzar a prepararlos con anticipación?

Regla número 1 ‑ Estudie con ahínco

          A través de nuestro estudio, hemos dicho que enseñar una clase de la Biblia no es fácil. Requiere un esfuerzo diligente. Usted no ha preparado su lección si sólo ha leído el manual del maestro, completando unas pocas preguntas en un cuaderno de trabajo, o tomado cinco minutos para leer un capítulo en su Biblia. No hay nada que substituya al estudio genuino. Ni los equipos caros ni las hermosas ayudas visuales ocultarán la ignorancia de un maestro. Sin conocimiento, no hay substancia en nuestra presentación. La clase no es de más valor que un regalo de cumpleaños envuelto hermosamente pero sin nada adentro.

          Hay preguntas que responder en cada tema que usted prepara para enseñar: ¿Cómo encaja este pasaje o tema en todo el programa de la redención? ¿Qué significa cada palabra en el pasaje? ¿Cómo debo pronunciar las palabras? ¿Hay otros pasajes en la Biblia que se relacionan con éste? ¿Cómo les ayudará la presentación de esta lección a mis estudiantes a que crezcan en su madurez espiritual?

          Se ha dicho que usted debería saber cuarenta veces más acerca de su tema de lo que tendría tiempo de enseñar al presentarla. Si usted es un maestro relativamente nuevo, entonces tal vez no haya tenido tiempo para formar un cimiento suficientemente amplio de conocimiento para saber "cuarenta veces más" de lo que necesite. No permita que eso le desanime al punto de darse por vencido. Siga trabajando y fije como meta personal llegar a tener un cimiento amplio de conocimiento, pero este trimestre, aprenda el material que enseñará este trimestre. Trabaje con mucho empeño en preparar su material para cada período de clases. Estudie para que usted mismo retenga la información, luego estudie arduamente de nuevo para su próxima clase. Mientras usted se prepara lo suficientemente para enseñar a otros, aumentará enormemente su propio conocimiento. No permita que el nuevo conocimiento que usted ha adquirido recientemente se pierda. Repase para retener la nueva información en la mente (sus estudiantes tendrán que repasar también o ellos olvidarán) y edifique lecciones futuras sobre el fundamento recientemente ampliado.

          Recuerde, cuando usted acepta la responsabilidad de enseñar una clase -‑ no importa cuán jóvenes o cuán viejos los estudiantes sean -‑ usted ha aceptado al menos una responsabilidad parcial por las almas de aquellos estudiantes. Es un crimen llamarse a sí mismo maestro si usted no tiene nada que enseñar.


El tiempo que se emplee no es el único criterio


          Dedicar tiempo a estudiar no necesariamente garantiza que habrá buen conocimiento de la Biblia. Venga, seamos como espías de la oficina de un "Estudiante Diligente":

          Podemos decir que é1 es un Estudiante Diligente porque tiene una hermosa biblioteca. Hay libros en tres paredes en repisas que llegan desde el piso hasta el techo. De hecho, él tiene un montón de libros sobre el escritorio listos para su estudio esta mañana.

          Bien, él está por comenzar. El toma su Biblia (es la edición más nueva de la mejor Biblia de estudio disponible). La lección de esta semana comienza con el versículo dieciséis del capítulo cinco del libro X. El comienza la lectura con el versículo l6 (aunque no es el principio de una frase) y lee el resto del capítulo, en unos tres minutos. Sin embargo, é1 está seguro que no cubrirá tanto. El sólo cubrió los versículos l4 y l5 la semana pasada.

          Ahora deja su Biblia a un lado y toma su Nuevo Testamento en griego. E1 escribe cada palabra que encontró en los versículos 16 y 17, anotando exactamente la forma que cada palabra tiene. Luego, él abre el Léxico Thayer y laboriosamente escribe el significado de cada palabra en griego que se utiliza. Hasta aquí él ha estado estudiando diligentemente cerca de 45 minutos. Su mente está sintiéndose cansada, pero él debe trabajar más. Todavía hay comentarios que leer.

          El primer comentario que selecciona, es uno conciso y corto. Tiene sólo tres páginas de notas sobre los versículos l5 al 2l. Su autor no es muy erudito. El autor apenas menciona el griego, y él no sacó ningunas lecciones de aplicación práctica para hoy en día. El siguiente comentario es mejor. Tiene seis páginas. Expone algunos pensamientos buenos. Nuestro Estudiante Diligente ha dejado el Comentario Grandegrueso para el último porque es su favorito. Tiene 34 páginas en letra pequeña sobre el capítulo 5. El lee minuciosamente la sección entera saboreando cada palabra.

          Finalmente él termina. Nuestro Estudiante Diligente suspira profundamente, mira su reloj y se da cuenta que él ha estado estudiando por dos horas y media. Eso es suficiente estudio por hoy. El va a su clase sintiéndose bien satisfecho. El “enseña” los versículos l6 y l7. La campanilla suena justo cuando él está listo para introducir el versículo l8. Eso está muy bien, sin embargo, porque él no esperaba llegar más lejos que eso (sin preocuparse que el versículo 16 comenzaba en el medio de una frase y aún no estaba completa al término del versículo 17). Su lección fue “profunda” porque é1 dijo tanto a su clase "sobre” el pasaje.

          ¿Vé usted algo desconcertante en ese método de estudio? Yo temo que tales escenas se repitan cada semana en los estudios de los predicadores a través de la nación. Ciertamente es fácil ver algunos enormes problemas aquí.

          El problema más serio es que nuestro Estudiante Diligente pasó tres minutos leyendo el texto bíblico y dos horas y 27 minutos leyendo obras que los hombres han escrito acerca de la Biblia. Hay algo fuera de proporción. Sus hábitos de estudio indican que él cree la vieja doctrina que dice que un pecador debe tener una obra directa de gracia en su corazón antes de que pueda comprender la Biblia.

          Por favor no me mal entienda. Ninguna de esas ayudas que yo mencioné es pecaminosa. El estudio del idioma para indagar las definiciones correctas de las palabras del original es bueno. Una gran parte de mi tiempo ha sido ocupada en estudiar el griego y el hebreo. Tal estudio puede enriquecer grandemente la comprensión del inglés. Los comentarios también son de mucha ayuda. El punto es que la relación de tiempo distribuido a cada una de esas cosas no está en proporción con el tiempo empleado en la lectura de la Escritura misma, meditando sobre el pasaje y absorbiendo su mensaje. Muy a menudo nuestro estudio es tal que no asimilamos el conocimiento; sólo preparamos notas abundantes que pensamos leer a la clase. Cuando terminamos, ni la clase ni el maestro han aprendido el material.

          Al menos el 75% de la Biblia puede ser comprendida relativamente de manera fácil. Si usted estuviera leyendo cualquier otro libro en el mundo, usted buscaría la definición de sólo las palabras del texto que usted no comprendiera. E1 capítulo típico de la Biblia tiene sólo unas pocas palabras que no se encuentran en nuestro vocabulario normal. La mayoría de las palabras con dificultad, la tienen sólo porque la versión más común de la Biblia (la Versión King James) fue traducida en el año l6ll y, por lo tanto, usa palabras que son arcaicas. Casi todos los libros de historia -‑ l9 de los 66 libros ‑- pueden ser entendidos después de una lectura cuidadosa del texto. E1 propósito principal de aprovechar la ayuda de otros libros es aumentar nuestra conciencia de las circunstancias políticas y sociales del día en que los eventos ocurrieron, e informarnos sobre la geografía y otros hechos físicos acerca de la región mencionada.

          La Biblia es el mejor comentario sobre sí misma, aun en los libros más difíciles. Volvamos a nuestro caso hipotético. Nuestro Estudiante Diligente comenzó a leer en el versículo l6. El no se molestó en leer la primera parte del capítulo. El ni siquiera empezó con el principio de la frase, mucho menos con el principio del párrafo, el comienzo del pensamiento. Toda su preparación y estudio giraron alrededor de sólo una porción de una frase. ¿Cómo sería posible que alguien comprendiera una parte de una frase de algún libro que ha sido sacada de su contexto?

          No estudiaríamos de esa manera ninguna otra cosa en este mundo. Si se nos diera un texto de historia que aprender, leeríamos todo el capítulo sobre la Guerra Civil. Si el tema fuera más complicado, como cálculo, tal vez tendríamos que analizar detenidamente un problema en particular, pero la mejor manera para aprender a resolver el problema sería leer las instrucciones al comienzo de la página. Si eso no fuera suficiente, volveríamos al trabajo del día anterior para ver si hubo un punto que pasamos por alto que arrojara luz en el problema difíci1 de la lección. No me ayudaría a resolver este problema tomar un 1ibro de historia, ni siquiera un libro sobre la historia de cálculo. Si usted abre ese mismo libro de cálculo y toma un problema al azar, las oportunidades para poder resolverlo serían bastante reducidas. Se requeriría un conocimiento completo de todo el tema sobre cálculo para poder resolverlo. Pero un estudio diario y cuidadoso, edificándose siempre sobre el estudio del día anterior, nos prepararía para solucionar algún problema difíci1 cuando se nos presentara. De hecho, podría ser que para ese tiempo no parezca difíci1 en absoluto.

          De la misma manera, cualquier pasaje de la Biblia se hace más difíci1 de comprender si se saca de su contexto. Si la lección de la semana pasada terminó con el versículo 15, entonces ese versículo debería haber terminado un pensamiento en particular. Para comenzar con el versículo l6 en la lección actual, revise los puntos hechos en los capítulos anteriores del libro, y luego repase los puntos específicos que se hacen en este capítulo que conducen al punto que está por hacerse. Luego cubra lo suficiente del material nuevo en la clase para completar el siguiente punto principal que el autor hacía. Cualquier otro uso del texto tergiversa el mensaje del escritor original, y recuerde, que el escritor original fue inspirado por el Espíritu Santo.


Una clase de entrenamiento para maestros


          Como mencionamos en el capítulo 6, una de las cosas más valiosas que una congregación puede hacer por sus maestros es tener una clase en la cual estudien el material que próximamente van a enseñar. Algunas congregaciones que están tratando de mejorar su programa de enseñanza por medio de coordinar sus clases, están usando esta idea. A los maestros se les comunica anticipadamente cuándo les toca enseñar y qué parte de la Biblia ha de ser incluida en su trimestre. Luego ellos estudian en una clase la cual estaría un trimestre adelantada de las otras clases. En esa clase estudian la porción exacta que van a enseñar. Se pueden hacer sugerencias acerca de las maneras de presentar la información efectivamente, pero el énfasis está en la información misma.

          La idea de preparar a los maestros antes de que enseñen es excelente, pero que funcione bien dependerá de cada maestro individualmente. Si los maestros entran a tomar su clase esperando ser alimentados a cucharadas, entonces le será de muy poco valor. Si, por otra parte, ellos van allí dispuestos a aprender todo lo que sea posible, entonces será una gran oportunidad. Justamente como todas las otras oportunidades de la vida, el valor que se derive de ellas depende de si el individuo las usa efectivamente.

          Escuche atentamente en la clase de entrenamiento para maestros si usted tiene la oportunidad de estar en una, y trate de aprender todas las lecciones presentadas que podrían pasar desapercibidas a la primera lectura. Esta es su oportunidad de profundizar y aumentar su propio conocimiento de la Biblia, aun si usted aprende información la cual sus niños todavía no están listos para oír. Si se reparte un bosquejo, tome tiempo para aprenderlo. Servirá como un esqueleto sobre el cual usted podrá ir organizando los hechos que vaya aprendiendo. El factor básico es: Estudiar diligentemente. Este es el tiempo que usted tiene para la investigación del tema.

          Si usted tiene la oportunidad de estar en una buena clase de entrenamiento para maestros, aunque usted no vaya a estar enseñando el material en un futuro inmediato, dese tiempo para estudiarlo diligentemente ahora. Si en esta oportunidad usted estudia diligentemente todo el material, habrá aumentado enormemente su conocimiento, y se dará cuenta que la próxima vez que lo estudie, será mucho más fácil aprender los detalles necesarios para enseñar una clase.


Escojan maestros con anticipación


          Si hay en la congregación donde usted asiste un programa de estudio cuidadosamente planificado, o si usted mismo tiene que escoger la materia que enseñar, de cualquier manera usted debe hacer su propio estudio cuidadoso. Si hay una clase especial para ayudar a los maestros, o si usted tiene que estudiar solo, de cualquier manera hay trabajo que hacer. La clase es una ayuda, pero su propio conocimiento crecerá sobre la base de su propio estudio. Si usted se da cuenta un trimestre o más por adelantado de cuándo tendrá que enseñar, y lo que será su tema, o si se entera el miércoles en la noche que comenzará una clase el domingo por la mañana, es necesario prepararse. No hay atajo que tomar.

          Obviamente, es mucho mejor si usted se entera por adelantado cuándo y qué enseñará, porque tendrá más tiempo para prepararse, pero no deje de hacerlo porque tenga poco tiempo. Si es poco, ponga énfasis en el estudio mismo. Las hojas de trabajo y las ayudas visuales son buenas, pero tener una información básica que impartir es absolutamente esencial.

          Comprenda que usted tendrá doble trabajo en cualquier trimestre que no tuviera la oportunidad de prepararse de antemano. Si se entera unos pocos días antes de que comience una clase, entonces no tendrá tiempo para prepararse de la manera que vamos a sugerir en este capítulo. Usted estará tratando de ponerse al corriente todo el trimestre. Es posible hacer un moderadamente buen trabajo aun en esas circunstancias, pero si usted ha probado las dos maneras, ciertamente estará de acuerdo que le ayuda prepararse de antemano. Por lo tanto, esa es la manera que vamos a describir en este capítulo. Con mucha frecuencia, la razón por la cual comenzamos a pedir que se nos dé un cuaderno de trabajo o algunas hojas de actividades, es porque estamos tratando de encontrar una muleta para evitar el trabajo agotador de un genuino estudio.


¿Cómo me preparo?


¿Es historia?

          ¿Pero cómo estudio efectivamente? Al comenzar para prepararse para el trabajo del trimestre, examine el tema que estudiará. Si es una porción específica de historia que ha de estudiarse (como debe ser si usted está preparándose para enseñar a los jóvenes) entonces examine el punto de partida y el punto final. Considere cómo se relaciona con el programa general de la historia bíblica, y ocúpese leyendo su Biblia desde ese punto. Al repartirse en la clase de preparación para maestros cualquier material de estudio adicional, o al repasar usted el material ya preparado para la clase que enseñará, estúdielo cuidadosamente, comparándolo con el texto de la Biblia. Aprenda lo que está pasando en la historia bíblica.

 

No hay fórmula mágica. No hay atajo que tomar.

 

          Si le toca a usted preparar planes de lecciones para su clase, no se preocupe por ellos al comenzar su estudio. Su primera responsabilidad como maestro es estar seguro que usted ha aprendido minuciosamente el material que ha de enseñar. Es imposible enseñar algo que usted no sabe, ¡sea la Biblia o el cocinar pan de maíz! Lea la información de su Biblia, y entonces léala toda otra vez. El número de veces que necesite leer toda la porción dependerá de cuán familiarizado esté con esta parte en particular de la historia bíblica. Si es una porción que es casi nueva para usted, entonces, necesitará leerla varias veces. No hay fórmula mágica. No hay atajo que tomar.

          Medite sobre lo que usted ha leído mientras se ocupa en el trabajo del día. “Empápese” en ello. Medite en el flujo de acontecimientos. Trate de ver la estructura de toda la unidad de estudio: ¿Qué está pasando en toda esta unidad? ¿Cómo encaja en la estructura de toda la historia bíblica? ¿Quiénes son los personajes en esta unidad? ¿Sabemos algo de algún libro anterior acerca de estos personajes? ¿Qué hizo cada uno de ellos en la historia? ¿Cuáles son los nombres de la gente? Estas personas fueron tan reales como nosotros, y ellos tuvieron nombres individuales tal como nosotros los tenemos, así que aprenda cómo pronunciar sus nombres, como aprendería a pronunciar el nombre de alguna persona que acaba de conocer. Los signos diacríticos en los nombres bíblicos funcionan exactamente del mismo modo que en todas las otras palabras de nuestro vocabulario. ¿Por qué respondió cada uno de los personajes de la manera que lo hizo? ¿Cómo les convenía a cada uno responder? ¿Qué cambios podrían haber sido hechos si sus actitudes y respuestas hubieran sido diferentes?

          Empiece tratando de narrarse la historia a sí mismo a grandes rasgos. Trate de incluir en su mente tantos detalles como le sea posible. Si tiene dificultad en recordar los detalles, vuelva y léalo todo de nuevo. Estas primeras lecturas deben ser de porciones moderadamente largas. Lea más de un capítulo, observe la corriente de eventos a través de un período de tiempo. Si ha de enseñar el Génesis, lea todo el libro. Si ha de enseñar la vida de Cristo esta vez, planee leer los cuatro evangelios antes de concluir, pero en lugar de leer todo el libro de Mateo y todo el libro de Marcos, lea el primer capítulo de cada libro y vea por usted mismo qué historia viene primero. Luego prosiga el estudio a través de todo el período, observándolo unirse. Después de comenzar a ver la estructura de toda la sección, tome tiempo para redactar un bosquejo amplio de toda la unidad.

¿Es una epístola?

          ¿Se encuentra la porción que usted va a enseñar en una epístola? Si es así, se escribió originalmente como carta a un individuo o a un grupo de individuos. ¿Cuál es el mensaje central de la epístola? ¿Por qué pensó el escritor que esta carta era necesaria? ¿Qué lección primordial estaba enseñando a sus lectores? Primero, lea y vuelva a leer toda la epístola. Lea el libro en más de una versión. Haga un bosquejo con los puntos principales de todo el libro. No es necesario usar un estilo de bosquejo formal para el propósito de estudiar. Sólo anote los puntos principales, y luego vuelva y complete los subpuntos bajo cada punto principal que anotó. La diferencia principal entre bosquejar la historia y bosquejar una epístola es que en la historia usted está registrando los acontecimientos que sucedieron, y en las epístolas está registrando argumentos que el escritor hizo para probar algún punto doctrinal, con subpuntos para comprobar cada argumento. Los acontecimientos son más fáciles de bosquejar y narrar que los argumentos. Por esta razón yo recomiendo que los maestros principiantes comiencen a enseñar con los libros de historia, pero las epístolas pueden ser bosquejadas también. Se hacen distintos puntos y argumentos en cada libro. En lugar de ir alistando la secuencia de los acontecimientos, se irá alistando la secuencia de las ideas.

          Fíjese en la puntuación. Estudie el material en frases completas, párrafos completos, pensamientos completos. El apóstol Pablo a menudo usaba frases muy largas en sus epístolas. Por ejemplo, en el primer versículo de Efesios 3, él comienza hablando con una oración que hace por los gentiles. Luego él se interrumpe a sí mismo para recordar a sus lectores que a él se le había dado la tarea especial de llevar el evangelio a los gentiles. Es en el versículo l4 que finalmente vuelve a la oración que había empezado en el versículo primero. Su oración era de que los gentiles estuvieran fortalecidos en el hombre interior, que Cristo habitara en sus corazones por fe, y que ellos pudieran conocer y comprender el amor de Dios. ¿Ve usted cómo un estudio del libro de Efesios puede ser enriquecido cuando observamos la puntuación y la estructura de la frase y vemos lo que Pablo estaba realmente diciendo?

¿Es un estudio temático?

          ¿Es el estudio un estudio temático? Si es así, busque en una concordancia cada pasaje de la Biblia que se relaciona con el tema. Casi seguramente usted no querrá usar todos esos pasajes en su presentación, pero si omite un versículo sobre el tema puede ser que omita un punto muy importante que el Espíritu Santo incluyó para nosotros. Déjeme ilustrarlo mostrando un error que muchos de nuestros amigos denominacionales hacen en su estudio del tema de la salvación. Ellos toman un versículo como Juan 3:16, el cual dice que "... para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna", y basan su esperanza de la salvación en la fe sola. Pronto les decimos que necesitan examinar otros versículos sobre el tema, porque están omitiendo requisitos para la salvación que no están mencionados en ese versículo. No importa qué tema sea, debemos estar seguros de no cometer el mismo error. Por lo tanto, haga un estudio global de su tema antes de decidir que está listo para enseñarlo.

          Después de encontrar todos los pasajes sobre el tema, tome la información y organícela en unos pocos puntos lógicos, y fáciles de comprender. Planee citar sólo dos o tres versículos claros para mostrar cada punto. Para entonces usted habrá preparado y simplificado la información que ha descubierto en su estudio de tal modo que sus oyentes puedan fácilmente comprenderla y recordarla.


Comience a organizar el material aprendido


          Aunque vaya a usar un cuaderno de trabajo preparado con las lecciones ya planificadas y actividades ya preparadas, usted necesita estudiar y organizar para que sea enseñado exactamente de la manera que estamos describiendo. La mayoría de los cuadernos de trabajo disponibles son algo deficientes en el material que incluyen. Usted es responsable del material que enseña y por el material disponible para sus alumnos, para que lo aprendan. Usted no puede decir que su clase tiene que ser mediocre simplemente porque le han dado un cuaderno de trabajo mediocre. Use cualquier hoja de actividades del cuaderno que sea útil, pero organice la información que ha de ser cubierta, y enseñe esa información. Eso es lo que nos incumbe como maestros.

          Después que usted mismo comience a sentirse cómodo con el material, vuelva y dele todo otro vistazo, pero esta vez marque las porciones en particular que sus alumnos están listos para aprender. Marque cada historia que ellos puedan comprender. Podría ser que usted tenga que clasificar el material más tarde al tratar de acomodarlo al tiempo disponible, pero por ahora no omita ninguna historia que esté al alcance del nivel de los niños.

          Si usted tiene a los más pequeños, entonces escogerá sólo las historias más prominentes para enseñar. Los más pequeños no pueden aprender la sección entera, pero no hay razón por la cual a ellos no se les pueda narrar, en secuencia, algunas de las historias de la Biblia en ese período. No hay ningún período de la Biblia que no incluya algo que ellos puedan comprender y amar. Ya hemos aconsejado a los maestros que omitan de su programa de estudio para los niños, estudios detallados de las epístolas, los profetas, y los libros de poesía. Aquellas porciones serían demasiado difíciles para los pequeños, pero el resto de la Biblia es historia. Ellos pueden aprender las historias simples de cada unidad. Aunque usted tenga los más pequeños, no descuide su propio estudio. Usted necesita saber mucho más de lo que ellos están listos para aprender. Algún día daremos cuenta a Dios por nuestro propio conocimiento, de manera que es urgente que estudiemos diligentemente cada vez que tengamos la oportunidad.

          Para cuando los pequeños tengan cuatro y cinco años de edad, ellos pueden aprender a poner las historias de una unidad en orden cronológico, aun cuando todavía habrá algunas historias que serán demasiado difíciles para ellos. Por ejemplo, a ellos les gusta oír de los milagros de Jesús y de la mayoría de las parábolas, pero ellos no comprenderán los sermones de Jesús a los oficiales judíos sobre su Deidad. Deje aquellas lecciones hasta que sean más grandes, pero los niños pueden aprender que este hombre Jesús fue una persona muy especial. El era el Hijo de Dios, y por lo tanto, tan poderoso como Dios, tan sabio como Dios, y en toda manera como Dios.

          Si su clase está compuesta de los grados del primero al tercero, todavía habrá algunos sermones o historias que ellos no comprenderán. Si usted puede simplificar el sermón, destacando los puntos principales que se hacen, puede incluirlos al narrar las porciones que ellos pueden comprender. Hasta aquí debe haber muy poco que se haya omitido, si este es un libro de historia del Nuevo Testamento o del Antiguo Testamento.

          Si sus estudiantes son del cuarto grado o mayores, usted puede omitir este paso de escoger qué porciones incluir y cuáles omitir (con tal que sea historia; los libros más difíciles todavía no son apropiados). La manera en la cual usted decide qué porción enseñar en seguida es observar el siguiente versículo. ¿Qué dice? Habrá aún algunas porciones que tendrán que ser simplificadas y explicadas, pero los alumnos necesitan tanto las partes que ponen a trabajar al máximo su comprensión como las partes más fáciles. El trabajo de usted será estudiar el material lo suficiente para poder poner la información en el vocabulario de ellos. Es sorprendente cuán a menudo un pasaje difícil se resuelve solo en unos pocos puntos importantes cuando usted realmente lo examina.

 


Comience a planear actividades


          Si usted ha estado utilizando su tiempo sabiamente, entonces a estas alturas estará llegando a familiarizarse con su material. Al avanzar debiera haberse formado en su mente algunas ideas con respecto a las maneras de enseñar varias secciones. Ahora es tiempo de ordenar esas ideas en forma concreta. Todavía no es tiempo de dividir el material en lecciones específicas, pero sí es tiempo de comenzar a darle a la unidad una forma definitiva. A estas alturas, usted no está seguro cuánto tiempo ocupará para presentar cada historia, de manera que no puede dividirla en lecciones. Al preparar hojas de trabajo, ayudas visuales, etc. puede distinguir entre las porciones que requerirán más tiempo para la presentación y las que se pueden presentar rápidamente.

          Vuelva al punto inicial del estudio y empiece a buscar ideas que pueda desarrollar. Usted ya ha pensado en la estructura de la unidad entera. Ahora es tiempo de preguntarse: ¿Qué estaré tratando de enfatizar a través de la unidad? Esta debe ser la idea a desarrollar en su tablero de materiales. Esta es la idea que usted quiere que sus estudiantes tengan presente durante la unidad entera. Los pequeños necesitan que su tablero de materiales tenga dibujos, porque ellos todavía comprenden mejor a nivel visual que a nivel verbal. Al pasar los años, los alumnos necesitarán más palabras que dibujos. A los pequeños todavía les gusta que el tablero de materiales se vea hermoso, pero el énfasis (¡a cualquier edad!) ha de estar, por su propio bien, en el valor de la enseñanza más que en la belleza de los materiales o dibujos.

          Seguramente, a usted se le habrán ocurrido algunas actividades al aprender las historias. Tal vez al avanzar en el estudio haya apuntado unas cuantas ideas. Ahora es tiempo de comenzar a organizarlas. Al preparar una actividad o ayuda visual, se le ocurrirá otra que ayudará con otra historia. No se preocupe en este punto sobre el hacer las actividades en orden cronológico. A1 principio organice las ideas que vienen a la mente con facilidad. Ya que el preparar, y luego usar en el salón de clases, el trabajo escrito se llevan tanto tiempo, usted no querrá una hoja de actividad escrita para cada historia en la unidad.

          Después que haya preparado las primeras actividades o ayudas visuales que se le hayan venido a la mente, vuelva y asegúrese de haber meditado cómo va a presentar cada una de las historias sobresalientes. Para entonces podría tener suficiente trabajo escrito ya preparado. No debería planificar más de un proyecto para cada período de clase, si sus estudiantes son del segundo grado o más bajo. Esto significa que cada lección puede tener una historia acompañada por alguna actividad escrita, más dos o tres porciones cortas que no irán acompañadas de ninguna actividad escrita. De hecho, habrá algunas lecciones que se enseñarán mejor sin ningún tipo de trabajo escrito. Si hay buen material para el franelógrafo u otra valiosa ayuda visual disponible para una historia, úsela y omita el trabajo escrito en esa ocasión. No se sienta obligada a preparar trabajos escritos para cada clase. Hay muchas maneras efectivas para enseñar. Personalmente, no me gusta usar actividades escritas de ningún tipo hasta que los niños lean y escriban con la fluidez suficiente para usar la lectura y la escritura como técnicas para el aprendizaje bíblico (lo cual significa de segundo grado o en adelante).

          Después que los niños tengan la edad suficiente para preguntas regulares, las cuales responderán con sus Biblias, serán elaboradas pocas preguntas sobre cada porción de la unidad. Todavía habrá algunas ayudas visuales que preparar en forma de diagramas, pero la mayor parte del trabajo en esta fase de preparación será la elaboración de preguntas de acuerdo al nivel de sus estudiantes.

          Este asunto de organizar las actividades como lo hemos descrito no es tan fácil como pudiera parecer a simple vista. Después que terminemos de estudiar sobre cómo el maestro debería prepararse para enseñar una clase, vamos a estudiar los niveles de desarrollo y cómo se debe preparar el trabajo para cada nivel. Por el momento, digamos simplemente que del primer grado y para abajo deberían tener hojas de trabajo con dibujos, con muy pocas palabras. Para cuando estén en el segundo grado, los alumnos pueden responder preguntas simples donde se requiere que reconozcan la respuesta correcta de un grupo de opciones, pues no pueden deletrear las palabras necesarias a menos que puedan verlas escritas en alguna parte. Para cuando estén en el tercer grado, ellos podrán contestar preguntas simples que responderán al observar algún material que tengan allí mismo delante de ellos. Actividades de correspondencia o de opción múltiple todavía funcionan mejor. Para cuando estén en el cuarto grado, sus hojas de actividades deben ser casi todas en forma de preguntas, con algunas variaciones en el estilo de las preguntas. Ellos ahora pueden ir a sus Biblias para buscar respuestas simples. Para cuando estén en la escuela secundaria el tiempo para las actividades lindas o ingeniosas se habrá terminado. En realidad se sienten insultados si usted ha tratado de hacer que sus tareas sean un tanto infantiles.

          Ahora que usted tiene las actividades listas, divida toda la sección en lecciones. Tenga una historia principal (o tema) para cada lección, más otra historia más corta para completar el tiempo disponible. Planee cómo presentará cada sección de la lección. Haga planes de variar sus métodos de presentación para que ni usted ni sus estudiantes caigan en una rutina aburrida. Ahora haga un bosquejo simple (el plan de la lección) del plan que tiene para la presentación de cada clase.


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          Usted será un maestro muy afortunado si tiene todo el trabajo de la preparación completo antes de comenzar su trimestre. El método de estudio descrito en este capítulo es mucho más detallado de lo que la mayoría de nosotros acostumbramos cuando nos preparamos para enseñar una clase bíblica. Pero el no utilizar este método es una vergüenza, porque es uno de los pasos más importantes de todos. E1 tipo de estudio descrito es la manera en la que aprendemos la materia que hemos de enseñar, no simplemente una manera de llenar el tiempo que se nos ha dado. Si a usted se le hubiera asignado la tarea de enseñar un curso a nivel universitaria, sufriría un ataque antes de que la primera clase comenzara si no hubiera tenido tiempo para leer y estudiar el libro de texto minuciosamente. ¿Es pues menos importante conocer a fondo el tema de una clase bíblica que el de un curso universitario?

 

 


 

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