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Presentación de la lección

 

 

 

 

La Caperucita Roja

 

 

Planifique la presentación

 

 

Planifique material extra

 

 

Muestre entusiasmo

 

 

Presente el punto primario

 

 

Reglas generales:
Métodos
Ayudas

 

 

Usted es el maestro

 

 

 

 

La Caperucita Roja
en nuestros modernos salones de clases

          Imagine una niña pequeña que se dirige hacia usted con pasos suaves aprisionado un libro entre sus manos. Le mira con su barbilla baja y sus ojos suplicantes. ¿Quién podría resistirse?

          Usted se sienta y comienza a leer con su mejor voz narrativa.

          Había una vez, una pequeña niña que vivía sola con su mamá en las afueras de un bosque. La mamá de Caperucita le amaba mucho y eran muy felices.

          Un día la mamá de Caperucita le dijo, "Caperucita, tu abuelita está enferma en cama. Le he preparado galletitas, por favor lleva esta canasta con galletitas a su casa". Y puso en manos de Caperucita una canasta enorme.

          Luego su madre le advirtió, "ten cuidado y no hables con extraños por el camino".

          La pequeña niña salió por el sendero llevando su canasta con galletas. Pronto llegó a donde había flores. Eran muy hermosas. Ella dejó su canasta a un lado y comenzó a recoger flores. Se le olvidó completamente la advertencia de su madre hasta que escuchó un fuerte "grrr” detrás de un arbusto ...

          Hasta aquí la historia ha captado la atención de todos, tanto de ancianos como de jóvenes. Pero llevemos esta misma historia al local de la iglesia. Podría ir como sigue:

          "La madre de Caperucita preparó algunas galletitas para la abuelita. ¿No fue eso algo dulce? Debemos ser amables con nuestra abuelita ¿no es así, niños? ¿Cómo puedes hacer tú, Pepito, para ser amable con tu abuelita? Con lo cual Pepito informa a la clase que él no tiene abuelita. La maestra se compadece hasta que se da cuenta que en realidad Pepito no tiene abuelita; ¡él tiene una Nana!

          E1 hilo desgarrador de la historia se retoma y ahora encontramos que Caperucita se encamina a casa de su abuelita. "¿No fue la Caperucita roja buueena? Todos debemos ser buenos y compartir nuestros juguetes y ..."

          Y así continúa la historia .... Y de esta manera habríamos enseñado la aplicación práctica de la historia.¿Verdad? ¡No, por favor! Porque en realidad lo que hemos hecho es apagar la historia, al ahogar a los niños con trivialidades, y al dejar en su mente la idea de que la clase bíblica es aburrida.

          Las clases de los de más edad no son mejores. En estas el escenario sería como sigue:

          El maestro lee: "Había una vez". Bill, ¿tienes tú un comentario sobre esto?"

          Bill responde, "Bueno, me parece a mí que dice lo que significa y significa lo que dice". Luego él da una mirada a su alrededor, chupándose las encías con vasta satisfacción por su respuesta ingeniosa.

          Entonces el maestro hace su comentario: "Algunos dicen que la expresión, "Había una vez" significa que en realidad nunca sucedió, pero yo no sé de dónde sacan eso. Probablemente sí ocurrió, pero no sabemos cuándo o dónde. ¿Tiene alguien más un comentario?"

          Después que se oigan nueve comentarios casi idénticos, la clase avanza hacia el hecho de que “la pequeña niña vivió sola con su madre en las afueras de un bosque". Punto tras punto, la clase discute: (1) qué tan pequeña era la niña, (2) por qué ella y su mamá vivían solas, y (3) ellas vivían en las afueras de qué bosque.

          La campana suena antes de terminar la discusión del bosque, así que el maestro les dice que comenzarán con este punto la próxima semana.

          Deliberadamente escogimos una historia no religiosa para enfocar nuestro punto sobre cómo se debería enseñar una narración, porque las iglesias han enseñado la Biblia de este modo por tanto tiempo que el punto podría perderse si hubiéramos usado una historia de la Biblia como ejemplo. El uso de la historia de la Caperucita Roja ilustra cuán distorsionados son nuestros métodos de enseñar el relato bíblico.

          Aun si el proceder de la clase es mejor y la información más confiable, la suposición es la misma. Decimos: "Todos saben el relato; yo necesito decir lo que los eruditos han descubierto sobre esto." Pero investigue si esto es verdad. La gente no sabe los relatos que nunca les han sido enseñados. La erudición bíblica no debe oscurecer el relato bíblico, sino realzarlo. Cuando decimos tanto “sobre” la Biblia, perdemos la Biblia misma.

          Hay muchos aspectos en este asunto de ser buenos maestros. Hasta aquí hemos estado enfatizando la piedra del fundamento de la pirámide de la enseñanza; eso es, estudiar su material para que pueda estar bien calificado para enseñar. Pero en este capítulo, avancemos a la segunda piedra en la pirámide, que es el presentar la lección a sus oyentes. Muchos maestros preparan excelente información, y luego matan de aburrimiento a sus oyentes con sus presentaciones. Usted no habrá logrado su meta hasta que haya tomado toda la información que ha aprendido y la haya hecho cobrar vida ante sus estudiantes, haciendo que conmueva sus corazones con su belleza. Es en nuestra presentación de la lección donde ganamos o perdemos los corazones de nuestros oyentes.

          El asunto de la presentación de la lección incluye todas las cosas que pasan dentro de una sala de clases en un día cualquiera. Ahora la materia ha sido seleccionada y cuidadosamente preparada; todas las ayudas visuales y el trabajo escrito han sido preparados; el bosquejo para ese día está firmemente grabado en su mente, llegó la hora de ejecutar su plan. Recuerde que si sus oyentes no han aprendido más para cuando la clase se termine, entonces usted, realmente, no les enseñó nada. Usted sólo produjo ruidos con su garganta. Por lo tanto, este aspecto es fundamental en cuanto a si logramos llegar a nuestra meta o no.

 

 

Planifique la presentación de su lección


          Una vez que haya estudiado su material completamente hasta el punto de que lo sepa al dedillo, es el momento de hacer las planificaciones específicas para que lo presente en su clase. Por supuesto, usted ya debería tener en mente planes generales en cuanto al estilo de la presentación, pero ahora es el momento de hacer planes específicos. No deje a la ventura el método de la presentación.

          Pregúntese, específicamente, ¿Cómo pienso presentar el material? ¿Lo contaré como una historia? ¿Pienso invitar a los estudiantes a participar, o será una conferencia? ¿Qué ayudas pienso utilizar para ilustrar mis puntos? ¿Cómo pienso repasar el material que he enseñado?

          Escriba un plan completo de la lección para ayudarle a analizar lo bien que usted ha estado planificando y usando el tiempo disponible. No hay nada complejo o misterioso acerca del plan de la lección. Es sólo un bosquejo del material que piensa presentar en cierta clase.

          Al comenzar a enseñar, se le exige a una maestra de la escuela que entregue diariamente y por escrito el plan de la lección que ha de enseñar cada día. Esto le ayuda a la maestra para que aprenda a planificar el material que pudiera presentar dentro del tiempo disponible para su clase. También asegura que ella haya preparado el material cuidadosamente, que haya hecho un bosquejo que la guiará y la mantendrá en el camino correcto mientras esté enseñando, y que no haya olvidado algún punto o actividad importantes que pensara incluir.

          El escribir un plan para la lección puede en sí mismo consumir mucho tiempo. Esa es la razón por la que maestros de más experiencia por lo general dejan de escribirlo después que puedan conducir una clase eficientemente sin tener tal plan escrito en frente de ellos. Si usted ha tomado tiempo para redactar un plan para de lección o no, esto no es importante en sí mismo, pero la preparación de un plan de algún tipo es importante.

          Muchos maestros de las escuelas públicas no hacen planificaciones específicas para la clase, y su descuido es evidente a la clase. Está cerca el tiempo que la campana suena para el primer período, y el maestro se apresura a entrar a la sala de descanso de los maestros donde é1 dejó su libro de texto de historia ayer; agarra el libro y con toda prisa va la clase. No ha leído el capítulo para la lección de hoy desde el año pasado, pero él recuerda algo de la Guerra de la Revolución, ¡así que, él puede improvisar sin ningún problema! El llega a la clase y les echa unos detalles vagos de información, y luego se siente casi aliviado cuando uno de los muchachos le pregunta si vio el partido anoche. En la primera pausa de los relatos del juego de pelota, él les dice a los estudiantes que respondan las preguntas al final del capítulo. Luego se reclina en su silla y deja que pasen el resto del período trabajando en las tareas.

          Del mismo modo, el maestro de la Biblia llega a su casa del trabajo, con prisa coge su Biblia, y rápidamente lee el capítulo antes de ir rumbo a la clase. El no ha tomado tiempo para pensar qué es lo que en realidad el pasaje dice; é1 no ha meditado cómo puede simplificar el material para que los estudiantes puedan ver el punto del pasaje; tampoco ha pensado sobre cómo presentar la información de una forma interesante. El coge el cuaderno de trabajo y comienza la clase preguntando sobre cuál fue la última pregunta de la clase de la semana pasada. Y así va la clase … ¡Otro típico día aburrido!

          Usted necesita saber exactamente en donde su lección comienza y donde usted piensa terminar. Usted necesita planificar exactamente cómo va a presentar esta porción de información en particular para que se pueda comprender y recordar. Usted necesita saber exactamente qué tipo de actividades de repaso piensa usar en la presente lección. Además, usted necesita tener material extra preparado en caso que sus actividades principales no sean lo suficientemente extensas como pensaba, o si la campana se demora en tocar. Cada minuto del tiempo ha de ser planificado. Es cierto que tal vez sus planes no vayan exactamente como usted esperaba, y que tenga que ser lo suficientemente flexible para acomodarse a cualquier circunstancia que se presente, pero el plan debe estar bien hecho. Su próximo plan de lección comienza exactamente donde usted quedó en la presente lección, aun si ese punto no es donde usted esperó que fuera cuando hizo su proyectado plan para la unidad.

          Los planes escritos para las clases pueden ser muy simples o muy complejos. Escoja el estilo que más le guste. El plan de lección es primeramente para el beneficio de usted. Le ayuda a recordar la preparación que usted ha hecho. Para cuando yo haya estudiado cabalmente, no quiero tomar tiempo para completar un plan detallado para la lección, pero eso no significa que yo no tengo el plan en la mente. Una pequeña nota para mí es todo lo que necesito en ese punto.


Planifique material extra


          Una importante parte del plan de lección frecuentemente se descuida. Esa es el material extra que usted mantiene en reserva para los días en que tiene más tiempo del que esperaba. Todos los maestros han tenido la experiencia de pensar que están bien preparados, pero se dieron cuenta que la lección o las actividades tomaron menos tiempo de lo que pensaban. Cinco minutos pueden parecer como una eternidad para maestros y alumnos si es que no hay nada que hacer. Planifique más material y más actividades de lo que pensaba tener tiempo para usar. Deje que los alumnos salgan de la clase sintiendo como si hay mucho más que esperar, "sólo que la clase durara más tiempo ". Eso es mucho mejor para él que preguntarse por qué tener clases tan largas si hay tan poco que aprender. Toda la Biblia está esperando. Es imposible que usted cubra todo lo que el alumno necesite; por eso, llene el tiempo hasta el borde.

          Esto es lo que quiero decir: Prepare la porción del texto de la Biblia que usted piensa cubrir. Planifique sus actividades y el repaso de esa sección. Luego deliberadamente estudie el próximo párrafo o historia lo suficiente como para estar listo para incluirlo si es que hay más tiempo de lo que usted pensaba. Si usted está enseñando el material en secuencia como debería hacer, la preparación extra no será una pérdida si usted no tiene tiempo para usar el material, porque el estudio simplemente servirá como un trabajo preliminar para la próxima clase.

          O, si usted está enseñando los relatos del evangelio, hay muchísimas historias breves en la vida de Cristo. Tenga una lista de algunas de aquellas breves historias (milagros o parábolas). Prepare su lección como siempre con sus ayudas visuales, sus hojas de actividades, o lo que sea que esté usando en la presente lección. Preséntelo como si fuera a tomar todo el período. Si la campana suena en ese momento, está bien. Si no, enseñe alguna de aquellas breves historias. Si aún hay un poco de tiempo, incluya otra. Es casi seguro que la campana sonará justamente en el medio de una de las historias y usted tendrá que terminarla rápidamente. Es mucho mejor que el niño salga del salón de clases deseando que hubiera más tiempo para terminar la historia.


Demuestre entusiasmo


          Practique la presentación de su material antes de ir a la clase, mayormente si usted es una maestra sin experiencia o si está tratando de cambiar su método. Si no sabe su historia lo suficientemente bien para hacer que la gente "cobre vida", entonces comience todo de nuevo y estudie con más cuidado. El niño comenzará a aplicar las lecciones en su propia vida cuando él comience a familiarizarse con aquellos personajes en la Biblia. Su propia fe crece cuando él ve por qué ellos fallaron o tuvieron éxito en agradar a Dios. Es preciso que el niño vea que aquellos nombres de la Biblia se convierten en verdaderos seres humanos. Usted, como la maestra, es el eslabón entre la palabra escrita y la comprensión favorable del niño de la historia. ¡No le fallen a él!

          Deje que sus estudiantes vean sólo una reacción favorable hacia la lección. Nunca diga a una clase, "esta porción es aburrida". No hay ningún capítulo aburrido en la Biblia, sino sólo ¡algunos que son difíciles! Usted estúdielo diligentemente lo suficiente para hacer que la lección sea fascinante para usted, y luego sus oyentes sentirán lo mismo que usted.

          Mantenga el contacto visual con sus estudiantes. Ya hemos dicho que un período de escuchar la lectura del léxico de Thayer es aburrido, y hemos dicho que verlo a usted leer de sus notas es aburrido. Conozca su material lo suficiente para poder narrarlo sin estar pendiente a las notas de su estudio. Considere detalles específicos de la Escritura con sus estudiantes, pero hágalo de un modo que ellos estén involucrados en el proceso de pensar. Ayúdelos a ver que cierto detalle en particular está allí, o que cierto argumento en particular se usa en el pasaje. Sus estudiantes podrán concentrarse mejor en lo que se está diciendo si usted está manteniendo el contacto visual con ellos durante el período.

          Si el material, tal como el libro de Romanos, es difícil para entender, podría ser ventajoso psicológicamente para usted admitir a su clase que es difícil, pero luego apresúrese a decirles que usted piensa cubrirlo paso a paso, y que ellos podrán comprender cada punto al llegar a él. A veces la gente casi cierra su mente a un estudio, porque en el pasado lo han encontrado difícil. Temen que sean incapaces de comprenderlo. En tales casos, ellos necesitan la confianza de que el maestro y los estudiantes van a trabajar juntos y tener éxito juntos.

          Si usted no puede entusiasmarse por el material que enseña, o cambie el material o renuncie a la clase. No arruine una porción de la Escritura para sus estudiantes por su propia actitud negativa.


Presente el punto principal


          ¿Por qué Dios quería incluir esta historia en particular en nuestra Biblia? ¿Qué punto ilustraba Pablo cuando él mencionó a Abraham en este pasaje en particular? Puede ser que yo vea el nombre "Abraham" y pensar en una historia predilecta sobre él. Puede ser que hable del día que su rasgo hospitalario permitió que visitara con ángeles (Gén. l8). Esa es una gran historia, y el ejemplo de hospitalidad es uno que necesitamos imitar, pero podría ser que de ninguna manera esa fuera la lección que Pablo estaba enseñando. Si no la fuera, entonces ¡no he enseñado la porción de la Escritura que yo pretendí estar enseñando! Sólo usé el pasaje como un trampolín para enseñar una lección que quise enseñar.

          Cuando tuve la oportunidad de enseñar el libro de Deuteronomio por primera vez, me pregunté por qué Moisés mencionaba los mismos acontecimientos una y otra vez. Me parecía muy repetitivo. Luego me di cuenta que no había hecho bien mi tarea. Cada vez que él mencionaba el becerro de oro que los israelitas habían hecho hacía casi cuarenta años, el hacía un punto específico acerca de él. Para cuando hubiera enseñado Deuteronomio la segunda y tercera vez, me había enamorado del libro. Los grandes sermones que Moisés predicó son maravillosos. Son lecciones poderosas para todas las generaciones. Cuando yo utilicé sus ilustraciones para hacer los puntos que él hacía, las lecciones fueron mucho más grandiosas de las que yo hubiera pensado presentar.

          No permita nunca que la definición de una palabra o de un concepto le distraiga de la lección principal que enseña. Por ejemplo, cierto libro de entrenamiento para maestros sugiere que los maestros jueguen un juego con los niños para ilustrar la ceguera, para que de esa manera puedan ellos comprender la historia de Jesús sanando a un ciego. Ya hemos enfatizado la necesidad de ayudar a los niños a comprender las palabras en la historia, así que yo estoy de acuerdo si los niños son demasiado pequeños para comprender la ceguera, entonces ellos necesitan experimentar la ceguera por unos momentos. Ellos necesitan comprender la gratitud que el hombre ciego sintió. ¡Pero tenga cuidado! ¿Ve usted que sería muy fácil tomar tanto tiempo con el "juego del ciego" que no podría narrar completamente su historia o enfatizar la lección? El niño puede salir de su clase con un sentimiento que ser ciego es terrible (¡o que fue divertido jugar el juego del ciego!) en lugar de salir con el reconocimiento realzado del poder y Deidad de Cristo que pudo realizar tal milagro.

          Otro ejemplo de perder el punto principal está en los métodos complejos de dramatizar una historia. Sería muy divertido para los alumnos y la maestra venir a clase, con el disfraz de un período en particular, para dramatizar la historia de José y sus hermanos, pero ¿vé usted que el celo y el odio de los hermanos y el perdón manifestado por José son lecciones que son de todas las generaciones? ¿Vé usted que disfraz sería insignificante? En realidad tales cosas podrían impedir que nos demos cuenta de que en nuestra sociedad nosotros podemos tener celos también.

          O podríamos pasar muchas horas coloreando una "muralla" de cartulina para ilustrar las murallas de Jericó que cayeron. ¿Ve usted que la lección de la fe que los israelitas demostraron es más importante que cómo aquellas murallas se veían? Un simple modelo de una antigua ciudad canaanita podría ayudar a los niños visualizar una muralla de una fortaleza de esos días, pero asegúrese de que el tiempo ocupado en preparar el modelo esté directamente proporcional a la importancia del punto que ilustrará.

          Otra forma de perder el punto principal de una lección es buscar alguna manera para insertar un sermón sobre una queja predilecta que uno tenga. Permítame ilustrar. Hay muchos problemas que nuestros jóvenes enfrentan hoy: las drogas están siempre disponibles; la fornicación está en todas partes. Hay influencia lasciva dondequiera que miren. La historia de David y Betsabé (2 Sam. 11‑12) nos provee una excelente oportunidad para detenernos y advertir a los jóvenes que la fornicación puede hacer tropezar aun a la mejor de las personas si no están vigilantes. Al llegar a Gálatas 5:l9‑2l, es una oportunidad excelente para advertir contra las palabras lujuriosas en tantas canciones modernas, o demostrar que muchos de los conciertos de rock de nuestros días competirían con las orgías de los días de Roma. Pero el día que un maestro incluya una denuncia del “punk rock” en la historia de Abraham ofreciendo a Isaac sobre el altar (Gén.22 ), él sólo insulta a sus oyentes. Ellos tomarán los puntos como una implicación que él piensa que todos los jóvenes son unos delincuentes que deben ser reprendidos en toda ocasión.

          Los jóvenes son inteligentes. Ellos saben si el punto cabe en la lección o si el maestro ha buscado una oportunidad para condenar su generación como si todos fueran delincuentes juveniles. Los jóvenes necesitan la lección de fe para confrontar pruebas que la historia de Abraham enseña, tan ciertamente como cualquier adulto la haya necesitado. Si uno enseña la lección que Dios quería enseñar en cada pasaje, y si está resuelto a enseñar todo el consejo de Dios, habrá tiempo para cada lección necesitada sin que uno introduzca en los pasajes pensamientos que no caben en ellos.

          Frecuentemente se dice de alguien, "¡Es sorprendente cuánto él sacó de ese pequeño versículo!" La verdad es que cuando un maestro pasa tres semanas enseñando un solo versículo, él no está sacando material “de” dicho versículo; más bien, él está poniendo material “en” dicho versículo. El está introduciendo ideas que están sólo remotamente incluidas en el pasaje bajo consideración. En lugar de analizar Juan 3:16 para tratar extensivamente de Dios, sería mucho mejor hacerlo en un estudio de Hechos 17, en el cual el sermón de Pablo es sobre el tema del Dios del cielo y la tierra.

          Recuerde que Dios nunca desperdició espacio. Su providencia ha preservado la información y las lecciones que El pensaba que necesitábamos conocer. Por lo tanto, necesitamos incluir cada porción de la Biblia, y necesitamos estar seguros que encontramos en cada porción que estudiamos las lecciones que El quería que estudiáramos.

          Mi experiencia es que muchos están más inclinadas a decir lo que ellos "piensan", sacado de los muy oscuros archivos de su dudosa memoria, que para examinar el pasaje bajo consideración y sacar su significado verdadero. Entrene a su clase para que examinen el texto. Ayúdelos a ver lo que el pasaje dice. Ayúdelos a ver que las frases y los párrafos se relacionan entre sí.


Reglas generales sobre los métodos


          (l) Utilice un método que funcione de forma adecuada con el grupo que tenga. Algunos métodos, tales como libros de historia bíblica, funcionan bien con un niño, pero no con un grupo. A los niños más pequeños les gustan mucho las historias en el franelógrafo, mientras que los de más edad serían insultados por tal método. A los niños pequeños les gusta cantar los coritos de niños, mientras que a los de más edad les daría vergüenza hacerlo. Un niño chico podría disfrutar dibujando a David matando al gigante, pero uno mayor se preocuparía de la forma del arte involucrado y consideraría esto una tarea muy difícil.

 

          (2) Utilice un método que funcione ahora, con un grupo en particular. Podría ser que el método que se usó el año pasado no funcione ahora. Si en la clase usted tiene un estudiante que no lee bien, evite la lectura oral. Un estudiante que apenas ha comenzado el primer año de escuela en septiembre, no puede escribir bien, por lo menos hasta a fines del año, así que use un método que no requiera que el niño escriba. Algunos niños se deleitan en repetir las historias presentadas en el franelógrafo, mientras que otros de ninguna manera pueden hacerlo sin llegar a ser ruidosos y desordenados. Tal vez usted diga que "ellos piden que hagamos esto o aquello", pero si no es el mejor método para promover el aprendizaje verdadero, no ceda a sus caprichos, sino que ¡simplemente haga que el mejor método sea el más interesante!

 

          (3) Dé un repaso general del material primero, luego enfoque la atención en los detalles. Esto es lo apropiado para las clases de cualquier edad. ¿Cómo se relaciona esta historia en particular con la historia global de la Biblia? Repase este pensamiento cada semana. Que el repaso de la lección de la semana pasada unifique la información, para que el alumno vea un pensamiento conectado. Entonces usted está listo para los detalles de la presente lección.

          ¿Cómo enseñaría a alguien la descripción de un elefante? ¿Le dejaría primero mirar a través de un microscopio una célula de la piel, o le mostraría un retrato de todo el animal?

 

          (4) Excepto en raras ocasiones, utilice un método que no requiera tareas fuera del salón de clases hasta los últimos grados de la enseñanza primaria,. Desde luego, no hay un pasaje de la Escritura que se pueda citar para probar este punto. Como muchas otras cosas en este libro, esta afirmación se basa en la observación de qué métodos funcionan o no. Discutiremos esta idea más al estudiar las características de los diferentes grupos según su edad.

          Los niños olvidan sus tareas. Es difícil que un niño del segundo grado recuerde su tarea de la escuela que se la da un día para que la traiga el día siguiente. Usted está pidiendo que el niño recuerde su tarea por una semana entera. Naturalmente, mientras más tiempo un niño se exponga a un hecho lo más probable es que lo recuerde; así que, el estudio en casa sí es una ventaja, pero en algunas cosas debemos ser realistas. Yo lo considero una pérdida de tiempo precioso, como también psicológicamente depresivo, que una maestra pase los primeros cinco minutos del período reprendiendo a los niños por no hacer sus tareas. Al escoger otro método, ella puede usar cada momento que tiene disponible para la enseñanza positiva.

          Un niño pequeño está totalmente incapaz de leer su Biblia por sí mismo. El tendrá que estar en el cuarto grado o mayor antes que pueda leer el texto de la Biblia lo suficientemente fluido para comprender el significado del pasaje. Por lo tanto, cuando usted le da una tarea a un niño, en realidad la habrá dado a los padres. El padre tendrá que recordar qué tarea es, aunque él no estuvo en el salón de clases cuando usted estuvo explicando lo que había de hacerse; tendrá que recordar para decirle a su hijo que él debe hacer su tarea; y debe hacerse el tiempo de sentarse con su hijo para ayudarlo a hacerla. Luego el padre tendrá que tomar tiempo durante aquellos últimos momentos agitados antes de partir al servicio para asegurarse de que el niño lleve consigo su tarea. El niño pequeño todavía no es capaz de recordar de llevar consigo su tarea aun cuando ésta esté terminada.

          Los padres tienen una responsabilidad seria de enseñar en casa, pero la porción en particular de la Biblia que ellos escojan enseñar en un momento dado es cosa de ellos y no de usted. Con mucha frecuencia los maestros piensan que es su tarea vigilar a los padres. Podría ser que nos complazca regañar a los padres al darle al niño una mala anotación por no hacer alguna tarea de la cual él no tiene memoria. Anime a los padres a enseñar en casa, pero no espere que ellos hagan el trabajo de usted.

          Hay maneras en las cuales los maestros y los padres pueden cooperar en la enseñanza sin las tareas específicas de semana a semana. Al principio de cada trimestre considere el plan de dar a los padres un bosquejo general del material que usted piensa cubrir. Por ejemplo, podría enviarles una nota diciendo, "Estamos listos para el libro de Jueces. Espero cubrir los quince jueces en las próximas quince semanas. Estaremos aprendiendo a alistar los jueces (incluye la lista de los nombres en el orden exacto en lo cual serán practicados en la clase). Estaremos aprendiendo las historias de cada uno. Apreciaría su ayuda en enseñarle a su hijo la lista de los nombres, en revisar las historias que él escucha en clase, y en completar los detalles que no podremos cubrir en clase." De esa manera el padre puede repasar la lista de los nombres mientras ellos van juntos a la tienda de comestibles, o puede preguntar a su niño sobre los jueces mientras ellos se sirven la comida los domingos, pero no hay ningún pedazo de papel que el padre deba guardar hasta la próxima semana.

          Esta regla cambia al crecer el niño. Para cuando él esté en los últimos años de la enseñanza primaria, él será capaz de aprender por sí solo. El necesita aprender la responsabilidad personal de aprender la voluntad de Dios por sí mismo. Todavía será necesaria la cooperación de los padres para ayudar a los niños a aceptar esa responsabilidad, pero a estas alturas el niño tiene suficiente edad y capacidad para hacer el trabajo por sí mismo, después que los padres le hayan recordado que lo haga.

 

          (5) No esté satisfecho con el conocimiento superficial. Repase cada semana. ¿Cuánto están reteniendo los niños desde la semana pasada y la anterior? ¿Cuán bien conocen los detalles de la presente lección? Los alumnos deberían ser capaces de responder preguntas sobre cada detalle antes de que termine la presente lección. Ellos olvidarán algunos detalles para la próxima clase, pero deberían tener una buena comprensión de la historia general contada. Y si no, usted realmente no la enseñó. ¡Si no hay aprendizaje, no hay enseñanza! El aprendizaje y la enseñanza son dos caras de la misma moneda.

 

          (6) Si los alumnos no están aprendiendo el material que usted presenta, no los padres sino usted tiene la culpa. Es tarea personal de usted enseñar el material que usted ha escogido. Si el grupo no está aprendiendo, entonces dé una crítica mirada a sí misma.

 

a) ¿Estoy ofreciendo algo de valor, o solamente trivialidades?

b) ¿Es el material que presento el más apropiado según la edad y conocimiento bíblico de ellos?

c) ¿Estoy tratando de enseñar más de lo que ellos son capaces de comprender en el presente estado de su desarrollo? o ¿estoy incluyendo demasiada poca información y, por eso, tengo que llenar el tiempo con tanto trabajo trivial que ellos olvidan la historia corta que se les contó.

d) ¿Estoy usando un método apropiado a su edad y habilidad?

e) ¿Conozco el material lo suficientemente bien para enseñarlo?

f) ¿Tengo bajo control a los niños para que puedan prestar atención?

g) ¿Estoy presentando la lección de manera interesante lo suficiente para que presten atención?

h) ¿Estoy repasando el material detalladamente lo suficiente para que puedan mantener los hechos frescos en su memoria?


Reglas generales sobre las ayudas visuales y escritas


          Ya que todo nuestro propósito es enseñar la Biblia, cualquier cosa que nos ayude a hacer entender a los estudiantes puede ser valiosa. Las ayudas visuales o los trabajos escritos pueden reforzar la enseñanza. Sin embargo, toda ayuda que se considere debe reunir ciertas normas antes de que se use.

          Asegúrese de que la ayuda le sirva para presentar el punto principal de la lección. No la use sólo para llenar el tiempo, para entretenimiento, ni para un énfasis de los puntos secundarios en lugar de la lección principal del día. ¿Qué lección quería el Espíritu Santo que yo aprendiera? Este es el punto que necesita énfasis. El tiempo es muy limitado en el salón de clases y el tiempo para su propia preparación es muy breve también. Por lo tanto, seleccione el método en particular por el cual usted puede enseñar lo más posible a su grupo en el tiempo disponible. Recuerde que usted tiene sólo unos 30 minutos cada semana para ayudar a esos alumnos a prepararse para llegar al cielo. Nunca olvide su objetivo.

          La preparación de algunas ayudas visuales es demasiado costosa, o el uso de ellas consume demasiado tiempo. La preparación de algunas ayudas visuales requiere más tiempo de lo que valen. Si los niños pueden aprender el punto tan bien con un método más fácil, entonces no se sienta obligada a preparar una ayuda visual llamativa sólo por el amor al "color". Algunas ayudas, tales como el disfraz, en realidad distraen del punto principal. Las acciones de la gente fueron mucho más importantes que el vestuario que llevaban.

          Algunas ayudas visuales (por ejemplo, la masa de juego) no son efectivas, porque en la mente del niño se asocian demasiado con el jugar. Un modelo de masa de juego podría ayudar al niño a aprender alguna historia en particular, pero aun así sería mucho mejor que la maestra mostrara el modelo en vez de tomar el tiempo para que cada niño hiciera su propio modelo. El trabajar con la masa de juego causa desorden porque es un poco pegajoso; el dejar que cada niño haga su propio modelo consume mucho tiempo; y generalmente es usado en juego en lugar de en la adoración.

          Una ayuda es exactamente eso, una ayuda para aprender; no es toda la lección. Usted es la maestra, no la autora de algún libro de historia de la Biblia o de algún cuaderno de trabajo, o la artista de algún hermoso cuadro (aun si ese autor o artista es brillante). Los cuadernos de trabajo son bosquejos del material que ha de ser enseñado. Algunas maestras se quejan diciendo, "Esta lección sólo requiere cinco minutos, así que los niños sólo conversan después de eso". Cualquier maestra que hiciera tal afirmación estaría dejando que la ayuda sea el maestro. Todo lo que esa maestra ha hecho es leer el bosquejo en voz alta en la clase. El bosquejo que el predicador medio lleva al púlpito podría leerse en voz alta en dos o tres minutos, pero la mayoría de los predicadores toman ese bosquejo pequeño y completan un sermón de 45 minutos. Así que, Maestras, tomen su bosquejo en el cuaderno de trabajo y de él lleven a cabo una completa y rica lección. Hay materiales excelentes disponibles, pero nunca permita que su lección sea los pensamientos de otros recalentados por usted.

          Recuerde que las ayudas visuales y escritas son llamativas. Pueden reforzar el aprendizaje. Pero nunca nos dejemos pensar que son necesarias. Las historias bíblicas son fascinantes si se narran bien. Los niños no necesitan estar entretenidos para mantenerse fieles, aun en esta era tecnológica de computadoras y televisión. Ellos necesitan hechos en las que puedan basar su fe. E1 evangelio todavía es el poder de Dios para salvación (Rom. l:l6). Todavía la fe viene por oír la palabra de Dios (Rom. 10:17).

          Analice el material que encuentre. Léalo cuidadosamente antes de usarlo. Podría ser que el manual de la maestra y el cuaderno de trabajo (aun aquellos publicados por nuestros hermanos) completamente fallen en captar la lección principal del pasaje. Usted dará cuenta a Dios por lo que enseña, no importa quien haya publicado el material. Por lo tanto, hágase usted misma estas (y tal vez otras) preguntas antes de usar cualquier material.

 

      a. ¿Es correcta la información?

b. ¿Está enseñando la Biblia o dichos triviales?

c. ¿Ha llegado el autor al corazón de la verdad bíblica en el pasaje?

d. ¿Es el material tan consumidor de tiempo que impide mi enseñanza?

e. ¿Es el material que se necesita para esta clase en este momento?

f. ¿Está funcionando el material? ¿Están mis alumnos en realidad aprendiendo?

g. ¿Estoy yo confiando demasiado en el material o, estoy haciendo mi propio estudio y dejando que el material sea un refuerzo para mi lección?

h. ¿Tengo en mente ciertas metas? ¿Para dónde voy? ¿Estoy yo en realidad tratando de enseñar esta porción de la Biblia, o sólo estoy tratando de terminar este cuaderno de trabajo?

i. ¿Por qué estoy usando este material en particular? ¿Es porque es de valor genuino, o es sólo una muletilla fácil para que yo no tenga que estudiar lo que enseño?

         

          Si el material bajo consideración no llega a las alturas de las normas apropiadas, no lo use. Su tarea es demasiado importante para que haga eso. Las ayudas visuales son demasiado efectivas para ser usadas si están enseñando el error, o distraen de la lección..


Usted es el maestro


          Si a usted le han pedido enseñar una clase en particular, entonces se da por sentado que los varones de la congregación piensan que usted tiene la sabiduría para enseñar esa clase. Por lo tanto, acepte el desafío con valentía. No tema de emplear algún método aun si éste nunca se ha usado. No vacile en aumentar las tareas y aceptar enseñar más de lo que se está enseñando en los otros salones de clases. Sea la mejor maestra que usted es capaz de ser, sin importar si alguna otra maestra en la congregación se esté esforzando o no. En poco tiempo sus alumnos estarán más avanzados que los de las otras clases. Si los varones de la congregación tienen la actitud apropiada, ellos apreciarán el esfuerzo extra que se ha tomado por su parte y aplaudirán el aumento del conocimiento en los alumnos. Aun si otros no tienen buenas actitudes, y aun si usted nunca recibe algún agradecimiento por el esfuerzo adicional hecho, usted tendrá la satisfacción personal de saber que ha ayudado a algunos alumnos en particular a crecer.

          A veces los maestros tienen temor de aceptar el lugar de autoridad que la palabra "maestro" implica. Ellos dirigen sus clases como si fueran los que conducen un foro público en lugar de quienes imparten información. Esto sucede muy a menudo en las clases de los adultos a través de la nación. Una clase no se considera "buena" a menos que haya mucha participación, sin importar cuán ignorantes o alejados del tema sean los comentarios.

          Pruebe un experimento. Siéntese calladamente durante la próxima clase de adultos en donde usted sea un estudiante. Escuche cuidadosamente los comentarios que se hacen. ¿Está el maestro impartiendo la información que él ha aprendido, o es solamente el que dirige la discusión? ¿Ha sido leído un versículo y luego ignorado mientras varios en turno hablan "de cuán buenos debemos ser" hasta que todos hayan dicho algo y luego el versículo que viene se lee y el proceso se repite? ¿Hay quejas que se lanzan al aire y que se discuten fuerte y acaloradamente? Si usted fuera un invitado, un no cristiano, dejaría dicha clase con un conocimiento enriquecido del pasaje de la Escritura que supuestamente estaban enseñando, o se iría muy confundido y tal vez insultado por los comentarios hechos?

          Si le pidieran enseñar una clase, fuera de adultos o de jóvenes, y le pidieran estudiar diligentemente para aprender el valioso material que sus estudiantes necesitan aprender, y si usted ha estudiado lo suficiente, entonces usted sabe mucho más acerca de la lección para hoy que la mayoría de los oyentes que generalmente se sienten satisfechos si le han dado al pasaje una lectura rápida. Si usted no tiene información valiosa que impartir, entonces usted no merece el título de maestro.

          Invite a la clase a participar. Haga preguntas para ayudar a los estudiantes a sacar las conclusiones del texto de la Biblia. Haga preguntas para repasar y enlazar la lección de hoy con las lecciones que preceden. Haga preguntas para enfatizar el razonamiento que el autor utilizó para probar el punto que él estaba haciendo. Pero la conversación casual en una clase es raramente de valor. Comentarios ignorantes y sin estudio cuando mucho son inútiles, y probablemente engañosos y dañinos. Al escribir a los predicadores jóvenes, el apóstol Pablo les advertía, "... Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas" y "... evita las cuestiones necias y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho" (2 Tim. 2:23; Tito 3:9). Los maestros necesitan aquellas instrucciones tanto como Timoteo y Tito las necesitaban hace muchos años.

          No deje que la clase salga del tema bajo consideración. A menudo las preguntas hechas por algún oyente sacan a la clase del punto principal bajo consideración a un pensamiento tangencial. Este pensamiento tangencial puede ser bueno para ser considerado en otra ocasión, pero eso no es la lección de hoy. Responda la pregunta concisamente, y rápidamente atraiga la atención de nuevo al punto principal. Recuerde, usted es el maestro. Usted es el responsable por dónde la lección de hoy esté dirigiéndose. Muchas clases se han arruinado porque el maestro fue demasiado cobarde para decir, "volvamos a nuestro punto principal".

          Muévase rápidamente de un punto al otro. Desde luego el maestro debe tratar cierto punto lo suficiente para asegurarse de que se entiende, pero luego es tiempo de avanzar al siguiente punto del pasaje. La repetición innecesaria ya sea por el maestro o por los miembros de la clase es una pérdida de tiempo. Si el maestro se mueve lo suficientemente rápido del punto que ha sido establecido al siguiente en el pasaje, entonces no habrá tiempo para que se hagan comentarios inútiles y vanos. Es tarea del maestro que la clase avance. No olvide su objetivo aun en una clase de adultos. Usted está tratando de ayudar aquellas almas para llegar al cielo y su tiempo es muy limitado.

          El maestro no es descortés cuando corta una discusión inútil y avanza hacia información valiosa. Está meramente tomando la posición de autoridad que se le pidió aceptar cuando pidieron que enseñara la clase.


Tarea:

1. Redacte un plan completo para una lección. Diga exactamente cómo piensa ocupar cada minuto durante su clase esta semana. Diga qué parte de la unidad de estudio piensa cubrir. Diga exactamente cómo piensa presentar el material. Diga qué ayudas estará usando y cómo éstas realzarán su presentación. Describa los métodos de repaso que estará usando. Diga qué tipo de participación de la clase piensa tener y exactamente cómo piensa controlarla para guiar la clase en la dirección que planeó.

2. Escriba un breve bosquejo de toda la unidad de estudio para este trimestre. ¿Cómo cabe la lección de esta semana en la unidad general? ¿Está avanzando según un curso de estudio ya planificado, o es el paso según una medida sin planificación y a la suerte?

 


 

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