Las cuestiones básicas de la presente controversia

                   En esta sección del estudio enfocamos la atención en al­gunos de los temas más básicos de esta controversia, con el propósito adicional de exponer y eliminar lo insignificante e in­consecuente de algunos argumentos de los hermanos liberales.  Se admite libremente que en este tratado hay mucha repeti­ción, pero como Pablo dice, "A mí no me es molesto el es­cribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro" (Filipenses 3:1). También Pedro dice, "Por esto, no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confir­mados en la verdad pre­sente" (2 Pedro 1:12).

                   ¿Que son las cuestiones más importantes de esta controver­sia?  Precisamente ¿de qué se trata esta división en la iglesia? En primer lugar, observemos algunas cuestiones falsas que se han metido en la controversia.


 No son cuestiones de:

          A. Opiniones.  Los hermanos liberales dicen que todas las cues­tiones tratadas en esta controversia son asuntos de opinión como los de Romanos 14.  Dicen que hacemos leyes donde la Biblia no hace leyes, por imponer opiniones como si fueran leyes.  Pero la organización y la obra de la iglesia no son asuntos de opinión.  Si fuera así, entonces no sería correcto oponernos a las formas de gobierno, las organizaciones, y las sociedades de las varias de­nominaciones.  Además si el gobierno y la obra de la iglesia son asuntos de opinión, entonces también lo es el culto de la iglesia.  El uso de instrumentos musicales en el culto tam­bién sería asunto de opinión.  Pero estas cuestiones son asuntos de fe.

          B. Métodos.  Dicen los hermanos liberales que sus innova­ciones son simplemente métodos o medios de hacer la obra. Todas sus instituciones (escuelas, clínicas, etc.) son métodos, según ellos.

                   1. Preguntamos: ¿Una organización es simplemente un método? ¿Un orfanato es simplemente un método? ¿Una em­presa que ocupa y desocupa personal y administra millones de dólares cada año es simplemente un método?

                   2. ¿Las empresas del mundo son métodos? Aunque se han establecido muchas empresas que se pueden comparar con las del mundo en tamaño, en la cantidad de dinero admi­nistrado, en per­sonal, etc., de todas maneras insisten los her­manos liberales en que son simplemente métodos empleados por las iglesias.

                   3. Pero el cambiar la etiqueta no cambia la mercancía.  El caballo se puede llamar vaca, pero no por eso deja de ser ca­ballo.

                   4. ¿Es bueno o malo el árbol? Si la lógica de estos her­manos fuera correcta, entonces la Sociedad Misionera de la Iglesia Cris­tiana sería simplemente un método, como son todas las demás or­ganizaciones sectarias.  Es necesario ser conse­cuente; las so­ciedades religiosas son buenas o son malas, y si las sociedades de las iglesias de Cristo son buenas, entonces las so­ciedades de las iglesias sectarias son buenas también.  Si las so­ciedades de las igle­sias sectarias no son bíblicas, entonces tam­poco son bíblicas las so­ciedades de las iglesias de Cristo.

          C. Buenas obras.  Un concepto común entre los hermanos li­berales es que si se hace una "buena obra", nadie debe opo­nerse a ella.  Se cita Tito 3:1, "que estén dispuestos a toda buena obra", y se aplica aun a la práctica de enviar dinero de la colecta a las uni­versidades establecidas que son empresas pri­vadas y que son en un noventa por ciento seculares.  El opo­nerse a tales prácticas se con­sidera como oposición a buenas obras.

                   1. ¿A qué nos oponemos? No es cuestión de oponernos a buenas obras, sino de oponernos a las organizaciones humanas es­tablecidas por las iglesias de Cristo para hacer buenas obras.

                   2. Más celo que ciencia (Rom. 10:3). Es necesario ser sin­cero y admitir que algunos hermanos con más celo que ciencia bíblica van más allá de lo que está escrito (1 Ped. 4:11), encar­gando a la iglesia con "buenas obras" no designadas por Dios.

          D. Ayudar a los necesitados (huérfanos, viudas, enfermos).  Una de las acusaciones más feas hechas contra nosotros es que no estamos dispuestos a ayudar a los necesitados.  Nos pintan como personas con corazones de piedra, diciendo que no quere­mos ayudar a los pobres huerfanitos.  Pero no es cuestión de ayudar a los indigentes.

          E. Predicar por radio, televisión.  Cuando condenamos el error de centralizar los fondos de muchas iglesias para que és­tas funcio­nen como una sola para predicar  a través de una ca­dena nacional o internacional de radio y televisión, nos acusan de ser enemigos de la predicación por radio y televisión. La cuestión que nos divide no tiene nada que ver con predicar por radio y televisión.  Pode­mos utilizar todo medio disponible.

          F. Participar voluntariamente.  Creen los hermanos liberales que todas las iglesias pueden centralizar sus fondos en una igle­sia patrocinadora o en una institución porque lo hacen volun­tariamente.  Pero las iglesias -- al igual que los cristianos -- come­ten toda clase de falta voluntariamente.  La buena volun­tad hu­mana no convierte una práctica errónea en práctica aceptable.  Lo que cuenta es la voluntad de Dios, y no la buena voluntad de las iglesias.

          G. Comprar servicios.  Existe mucha confusión en la mente de los hermanos liberales en cuanto a comprar servicios.  No pueden ver la distinción entre el comprar servicios y el con­tribuir a una empresa.  La iglesia puede comprar mercancía o servicios no im­porta la empresa que los venda; por ejemplo, una congregación puede pagar los gastos de hospital de uno de sus miembros o de otro santo necesitado o puede comprar co­mida, ropa, etc. para ellos.  Fuera mucho mejor en la mayoría de los casos darles a los necesitados el dinero, pero hay casos en que la iglesia se encarga de la compra o del pago.  Pero la igle­sia no hace donativos al hos­pital, ni al hotel, tienda de comida u otra institución servicial. Hay gran diferencia entre el comprar mercancía o pagar por servicios rendidos y el contribuir dinero a la institución o empresa que ofrezca la mercancía o servicio.

          H. Lo que el individuo puede hacer.  Algunos dicen que "la iglesia puede hacer lo que el individuo puede hacer".  Por lo tanto, los hermanos liberales tienen salones de recreo, campa­mentos, equipos de béisbol (y de otros deportes), y en varias congrega­ciones tienen sus Centros Familiares para toda clase de diversión y actividad social.  Hay desacuerdos fuertes entre los mismos her­manos liberales sobre tales actividades.

                   1.  Algunos deberes de la iglesia coinciden con los del individuo; por ejemplo, en la adoración, en la enseñanza, en la benevolencia, etc.  Pero muchos deberes de la iglesia y del indi­viduo se distinguen; por ejemplo, en 1 Timoteo 5:16, "Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas".

                   2.  Es muy obvio en Gálatas 6:10 y en Santiago 1:27 (por el texto y por el contexto) que estos son deberes del individuo, y no tienen nada que ver con el uso de la colecta de la congre­gación.

                   3.  Cada individuo tiene sus obligaciones hacia su familia, ha­cia el gobierno, hacia su negocio, y hacia su prójimo.  La con­gregación no sostiene la misma relación hacia el gobierno, por ejemplo, que el individuo sostiene (el individuo paga impuestos al gobierno de Estados Unidos, la iglesia no).  La iglesia no puede disciplinar a los hijos de los miembros.  Hay gran dife­rencia entre los deberes del individuo y los de la congregación.

                   4.  Por lo tanto, el cristiano puede cooperar con donativos con proyectos netamente seculares; por ejemplo, puede con­tribuir a la Cruz Roja, a las varias sociedades que combaten en­fermedades, etc., pero la colecta de la congregación no es para tales propósitos. Por lo tanto, es obvio que la iglesia no puede hacer (con su ofrenda) lo que el individuo puede hacer. Los que afirman que sí no pueden sostener su proposición con textos bíbli­cos.

 

 

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