VL- La santificación completa. (La segunda obra de la gracia).

      A.- Proposición: Las Escrituras enseñan que después de ser per-donados los pecados pasados, el creyente en Cristo Jesús busca la segunda obra de gracia, que es la completa santificación lograda en el bautismo en el Espíritu Santo.

       “La completa santificación es la voluntad de Dios para todo creyente, y debe ser buscada fervientemente al andar en obedien­cia a la Palabra de Dios". (The Pentecostal Evangel, de las Asam­bleas de Dios). Heb. 12:14; 1 Ped. 1:15; 1 Tes. 5:23, 24; Mat. 5:48; Ef. 1:4; 5:26, 27; Col. 1:25, 29.

 

       B. Definición de la palabra "santificación".

       Quiere decir "separación o dedicación" ¡No indica perfección moral absoluta! (La perfección de que habla la Biblia, refiriéndose al hombre, es una perfección relativa, porque no seremos perfec­tos en sentido absoluto hasta que estemos con Dios).

 

       C. Ejemplos bíblicos de cosas santificadas.

       1. El monte Sinaí, Ex. 19:23.

       2. El tabernáculo, su altar y vasos, Ex. 40:9, 10.

       3. Una casa particular, Lev. 27:14.

       4. Una tierra o campo, Lev. 27:16, 17.

       5. Una reunión, Joel 2:16.

       6. El sábado, Neh. 9:14.

       Pregunta: ¿Eran estas cosas "perfectas"? ¿Puede haber monte perfecto? ¿O una tierra perfecta? ¿O una tienda perfecta? Así se ve que la palabra "santificar" no significa perfeccionar, sino separar o dedicar para cierto uso.

       En Ex. 13:2, leemos "santifícame todo primogénito, cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales: mío es". Según la definición de los "santificacionistas" (los que propagan la doctrina de la santifi­cación completa), esto significaría hacer perfectos a todo infante y a todo anima ¡borrando su "naturaleza adámica" con que nacieron! ¡Esto es absurdo! Pues este mandamiento es el de sepa­rar o dedicar el infante o el animal para el servicio de Dios. No tiene nada que ver con la perfección moral.

       D. - Consideraciones.

       1. 1 Ped. 3:15 ¿Quiere decir este versículo que debemos limpiar a Dios de todo pecado original?

       2. Jn. 17:17. Si somos santificados en el bautismo en el Espíritu Santo, luego se equivocó Cristo al decir que somos santificados por la palabra de Dios.

       3.- Hech. 20:32.

       (a)- los hijos de Dios reciben la herencia.

       (b)- los santificados reciben la herencia.

       (c)- por lo tanto, los hijos de Dios son los santificados.

       4.- Hech. 26:18.

       (a)- los santificados reciben la herencia.

       (b)- los perdonados reciben la herencia.

       (c)- por lo tanto, los perdonados son los santificados.

       5.- 1 Cor. 1:2.

       (a)- se dirigió Pablo a la iglesia de Corinto.

       (b)- se dirigió a los santificados.

       (c)- por lo tanto, la iglesia estaba santificada.

       6.- 1 Cor. 3:3.

       (a)- la iglesia de Corinto estaba santificada.

       (b)- la iglesia de Corinto llegó a ser carnal.

       (c)- por lo tanto, los santificados pueden llegar a ser car­nales.

       7.- 1 Cor. 7:1.

       (a)- la iglesia de Corinto estaba santificada.

       (b)- fue exhortada a limpiarse de toda inmundicia de carne y del espíritu.

       (c).- por lo tanto, los santificados pueden necesitar limpieza de espíritu.

       8. Todos los hombres pecan (1 Reyes 8:46; Ecles. 7:20; 1 Jn. 1:8). Dicen los santificacionistas que el santificado no puede pecar, porque su naturaleza adámica le fue quitada en el bautismo en el Espíritu Santo.

       9. Jn. 17:17 más 1 Ped. 1:22. Nuestra obediencia a la palabra de Dios nos purifica, o santifica (es decir, nos purifica de la man­cha del pecado y nos separa para el servicio de Dios). Un supuesto bautismo en el Espíritu Santo no limpia de nada. La sangre de Cristo nos limpia (1 Jn. 1:7).

       10. Pedro fue bautizado en el Espíritu Santo (Hech. 2), pero después fue reprendido por el apóstol Pablo por su pecado (Gál. 2:11-13). Así vemos que alguien bautizado en el Espíritu Santo puede pecar.

       11. El apóstol Juan fue bautizado en el Espíritu Santo, y des­pués escribió: "si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para que nos perdone..." (1 Jn. 1:9).

       12. Isa. 35:8, 9. Este pasaje es usado a veces por los santifica­cionistas. Cristo es el camino, Jn. 14:6. El que está en Cristo está salvo. 2 Tim. 2:10. Pero el salvo, el cristiano, aunque se halla en el camino que es Cristo, puede cesar de andar en ese camino.

 

 

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