Orar: ¿Por qué pedir si no hay milagros?

Introducción.

      A.          1 Tes. 5:17, “Orad sin cesar”. Luc. 18:1, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. El orar es mandamiento. Es parte de la voluntad de Dios, la ley de Dios. La Biblia nos enseña cómo orar, y debemos orar de acuerdo a la voluntad de Dios. No conviene pedir (1) que los maestros hayan preparado sus lecciones (si no las han preparado, ¿qué puede hacer Dios por ellos?); (2) que todos hayan sacado mucho provecho del servicio (pues, ya se acabó y si no sacaron provecho, ¿qué puede hacer Dios?); (4) que apresure los pasos de los que no han llegado (¿que Dios les haga correr? o si vienen en autos ¿que violen la ley no respetando el límite de velocidad?). Muchas oraciones no son bien pensadas.

      B. El orar incluye el pedir. Jn. 15:7, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Si somos pámpanos (sarmientos) en la vid de Cristo, entonces se nos aplica este texto (1-6).

      C. ¿Es para todos los hijos de Dios este privilegio o fue limitado a la época de obras milagrosas? ¿Está limitada la respuesta de Dios a lo milagroso? ¿Dónde dice la Biblia que Dios tiene que hacer un milagro para contestar la oración de sus hijos? Jesús nos dice que debemos orar, “líbranos del mal” (Mat. 6:13), y Dios lo hace, pero no es milagroso, porque ocurre de acuerdo a su ley espiritual (Mat. 4:4, 6, 10, 11; 1 Cor. 10:13; Sal.119:11; Col. 3:16). Santiago nos dice que debemos pedir la sabiduría pero nuestra recepción de ella no es un milagro. Jesús oró por los pecadores (Luc. 23:34), pero fueron convertidos según la ley espiritual y no fue un milagro. Debemos orar por los enfermos pero Jesús dice (Mat. 9:12) que los enfermos tienen necesidad de médico.

      D. ¿Interviene Dios a favor de sus hijos sin hacer milagros o trata Dios a todos los hombres de la misma manera sin dar atención especial a sus hijos? ¿Deben los cristianos pedir la ayuda de Dios?

      E. Mal. 3:13, los judíos decían “no hay diferencia entre buenos y malos”. “14  Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?  15  Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon … 18  Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.

I. ¿Puede y quiere Dios ayudarnos si no hace milagros?

      A. A través de la Biblia leemos de milagros pero ¿cuál es la relación entre éstos y las peticiones del pueblo de Dios? Si Dios no obra milagros, ¿será porque no puede obrar de otra manera o porque ya no se preocupa por sus hijos? ¿Ya no obra por nosotros? ¿Dios no está cerca de nosotros? ¿No ayuda de manera especial a sus hijos?

      B. El propósito de los dones milagros del NT se explica en Mar. 16:20; Hech. 14:3; Heb. 12:3. Confirmaron la palabra y ya lo hicieron y se acabaron (1 Cor. 13:8-10).

          1. La Biblia no nos promete a nosotros que Dios hará milagros para ayudarnos, pero tampoco prometió ayudar a sus discípulos del primer siglo de esa manera. Mat. 10:30, “Pues aun vuestros cabellos están todos contados”. ¿Con esto promete que nadie podría lastimar o hacer daño a sus apóstoles? Léanse los versículos anteriores.

          2. Durante el tiempo de estos milagros había hermanos enfermos, 1 Tim. 5:23; 4:20. (También es posible que el aguijón de Pablo fuera físico, 2 Cor. 12:7, 8). Esto demuestra que aun cuando había milagros no eran para el beneficio físico de los discípulos de Cristo. No eran para acomodar a los hermanos.  Pero,  ¿no deberían los hermanos de ese tiempo orar por estos hermanos enfermos? ¿Deberían pedir milagro de sanidad sabiendo que eso no fue el propósito de los milagros? Si Dios no obraba milagro en ese caso, ¿sería apropiado pedir por ellos?

      C. La Biblia explica que Dios siempre ha ayudado a su pueblo sin hacer milagros:

          1. Santiago 5:16, “La oración eficaz del justo puede mucho.  17  Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18  Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”. ¿Vino la lluvia de un cielo limpio? Si hubiera sido milagro, ¿qué necesidad habría de una nube que venía del mar? ¿De dónde viene la lluvia? Si la lluvia hubiera venido sin nube, habría sido milagro, pero ¿de dónde vino la lluvia? De una nube, que vino del mar.

          2. 2 Sam. 16:23, “Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón”. 2 Sam. 15:31, “Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel”. Absalón pidió que Ahitofel diera su consejo. 2 Sam. 16:20, “Entonces dijo Absalón a Ahitofel: Dad vuestro consejo sobre lo que debemos hacer”. Ahitofel dio su consejo. Entonces Absalón pidió a Husai qué se debería hacer (Husai había sido enviado secretamente por David para derrotar o deshacer el consejo de Ahitofel, 2 Sam. 15:32-34). 2 Sam. 17:7, “Entonces Husai dijo a Absalón: El consejo que ha dado esta vez Ahitofel no es bueno”. Entonces él dio su consejo. “Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón” (2 Sam. 17:14). Entonces Husai envió palabra a David acerca del consejo tomado y le aconsejó lo que él debería hacer (2 Sam. 17:15, 16). David tuvo que hacer lo que podía, pero Dios se encargó del asunto para que los esfuerzos de David tuvieran éxito. Pero si la Biblia no hubiera revelado que la mano de Dios estaba guiando el asunto, ¿quién lo habría sabido? Viéndolo humanamente la gente diría “qué buena suerte tuvo David”.

          3. 2 Reyes 20:1, “1  En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.  2  Entonces él volvió su rostro a la pared y oró a Jehová y dijo:  3  Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro.  4  Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:  5  Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó”. Desde luego, Dios puede sanar milagrosamente, pero este texto indica que Dios bendijo medios naturales. Si lo hubiera sanado milagrosamente, Ezequías se habría levantado inmediatamente para seguir su trabajo (compárese Mat. 8:15, la suegra de Pedro), pero el texto dice que al tercer día subiría a la casa de Jehová. Cuando oramos por los enfermos no estamos pidiendo un milagro. Toda sanidad es divina.

          4. Neh. 1:11, “Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey”. Nehemías no pidió que Dios edificara las murallas de Jerusalén milagrosamente, sino que el rey de Persia le diera gracia para conceder lo que él quería. ¿Lo hizo Dios? El capítulo 2 explica cómo Dios le contestó la oración. El rey le pregunta por qué estaba triste y cuando le explicó el problema, “me lo concedió el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí” (2:8). No hubo milagro pero Dios concedió lo que Nehemías pidió.

          5. Hech. 18:9-10, 12-17. La promesa de Dios de su protección fue sobrenatural, pero para cumplir su promesa no se hizo ningún milagro. Si la Biblia no hubiera explicado que Dios le prometió su protección, alguien podría leer el relato pensando “Qué bueno que en Corinto no le hicieron nada a Pablo. ¡Qué afortunado estaba!”

      D. ¿Cómo lo hace? El no explica y no es necesario que sepamos. No puedo explicar cómo Dios contesta la oración, pero yo sé que lo hace. Pero lo importante es que creamos que Dios no nos desampara (Heb. 13:5). Deut. 29:29, “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”. Nosotros andamos por fe y no por vista. Si entendiéramos todas las obras de Dios, andaríamos por vista y no por fe.

          1. La Biblia no explica cómo Dios obra al proveer para sus hijos y para llevar a cabo sus propósitos, pero si creemos la Biblia, creemos que El sí obra y que El sí cuida de su pueblo.

          2. Dios estaba con Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué. Dios estaba dirigiendo la historia. Gén. 31:7, “y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal”. ¿Puede explicar esto? Yo no. ¿Cómo podía Potifar ver que Dios estaba con José? Gén. 39:3, “Todo lo que hacía, Jehová lo hacía prosperar”. ¿Cómo? Esto no se explica. José entendía que todos los pasos de la historia de su vida fueron dirigidos por Dios (Gén. 50:20, “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”). Es obvio que la vida de Moisés era dirigida paso por paso por Dios, pero ¿cómo se explica? ¿Cómo se explica la maravillosa historia del rescate de los judíos en el tiempo de Ester? ¿Qué hacía Dios para que Ester fuera escogida para ser reina de Persia para salvar a su pueblo? La Biblia no explica. Ester 4:14, “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”

          3. Dios dirigía todo paso de la historia de Israel (Sal. 105).

II. ¿Qué es un milagro?

      A. Una explicación sencilla es que cuando Dios hace milagro se suspende alguna “ley natural”. P. ej., cuando Jesús anduvo sobre el agua, se suspendió la ley de la gravedad. Pero Dios obra a través de las leyes naturales (que son leyes de Dios) sin suspenderlas? La insensatez del hombre le convence que él ha descubierto todas las “leyes naturales”, que ya lo sabe todo, pero esto no es cierto. Para poder tener todo conocimiento del universo tendría que poseer una mente infinita, como la de Dios. Dios es el Creador y el Director del universo. Neh. 9:6, “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran”.

      B. Algunos hacen diosa de las leyes naturales (en inglés se dice “Mother Nature”, como si las “leyes naturales” fueran nuestra “madre”). Este concepto hace de las “layes naturales” una fuerza independiente y autoexistente para eliminar a Dios. Pero si hay una ley, es necesario que haya legislador. Dios es el Legislador que hace las “leyes naturales”.

      C. Tampoco acepta el cristiano el concepto de que Dios simplemente hizo algunas leyes para gobernar el universo, que puso todo en “piloto automático”,  y que ahora El no hace nada. La Biblia no enseña esto. El obra por medio de estas leyes que El mismo hizo. Dios sí obra, pero no tiene que hacer milagros para llevar a cabo su propósito. Pero al decir que Dios obra a través de sus leyes “naturales”, no estamos diciendo que nosotros siempre podemos entender cómo El obra.

III. ¿Cuida Dios de los inconversos de la misma manera que cuida de sus hijos? ¿No hay cuidado especial ni protección especial de parte de Dios para sus hijos? Hay muchísimos textos bíblicos que nos aseguran que Dios tiene cuidado especial de los que le temen y sirven. ¿Estas promesas no son para nosotros?

      A. Mat. 5:45, “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. ¿No hay bendiciones especiales, pues, para los hijos de Dios? ¿Bendice a todos los hombres de la misma manera?

      B. Hech. 14:16, “En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos;  17  si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones”. Hech. 17:25, “él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas … 28  Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”.

      C. Dios hace salir su sol sobre todos y hace llover sobre todos. Siempre Dios ha bendecido a todos los hombres, dándoles lluvias y tiempos fructíferos. Da a todos vida y aliento y todas las cosas. Entonces, ¿por qué orar? ¿Hará caso de nuestras peticiones? Si no hace milagros, ¿lo hace todo por ley natural y para todos? ¿Cuida Dios a toda la humanidad de la misma forma que cuida de sus hijos? Fil. 4:6; Heb. 13:5; 1 Ped. 5:7.

IV. Textos que hablan de orar, pedir, etc.

      Al leer estos textos haremos algunas preguntas: ¿se requiere milagro para que Dios nos conceda estas peticiones? ¿Cuida Dios de su hijos de manera especial o sólo reciben éstos los beneficios que Dios da a todos los demás?

      Mat. 5:44, “y orad por los que os ultrajan y os persiguen”; Hech. 7:60, “Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. ¿No debemos orar por los enemigos ahora? Al hacerlo, ¿pedimos milagro? ¿Cómo puede Dios contestar esta petición? ¿Qué hace Dios por nuestros enemigos?

      Mat. 6:10, “Venga tu reino.  Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Ya vino el reino, ¿pero no es correcto orar “hágase tu voluntad”?

      Mat. 6:11, “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.  12  Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.  13  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. ¿Nosotros no podemos decir esto? ¿Debe el cristiano pedir cosas materiales? No esperamos maná del cielo, ni que Jesús multiplique los panes y peces ni que haya pesca milagrosa ahora, pero ¿no debemos pedir el pan de cada día? ¿Pensamos que no hay que pedirlo porque El lo da a todos igualmente? ¿Que Dios cuida de nosotros sólo de la manera que cuida de los demás? Heb. 13:5, “de manera que podemos decir confiadamente:  El Señor es mi ayudador”. ¿Ayuda a los inconversos de la misma manera que ayuda a sus hijos? Pero si no hace milagros ¿cómo es que no nos desampara? Desde luego, entendemos que el Señor nos da el pan condicionalmente; es decir, tenemos que trabajar (2 Tes. 3:10), pero alguien puede preguntar, “Si tengo que trabajar por el pan, ¿por qué pedirlo a Dios? Pedimos esto para que Dios nos conceda la salud y que bendiga nuestros esfuerzos en el negocio o empleo, porque aunque seamos cumplidos en todo, la salud es una cosa delicada que se puede perder, y no hay seguridad de nada en el mundo de negocios ni mucho menos en el empleo. Muchas cosas amenazan nuestra vida y el pan cotidiano.

      Mat. 6:33, “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Si buscamos primeramente el reino de Dios y su justicia, ¿nos bendice solamente como bendice a los inconversos? Mal. 3:10, “Traed todos los diezmos al alfolí  y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Ahora el Señor no requiere el diezmo pero si obedecemos 1 Cor. 16:2 (ofrendar según Dios nos haya prosperado), ¿no promete Dios bendecirnos? 2 Cor. 9:7-11. ¿No tiene aplicación ahora Mat. 6:33?

      Mat. 7:7, “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  8  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.  9  ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?  10  ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?  11  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” ¿Es para nosotros este texto o solamente para los discípulos del primer siglo cuando había milagros? ¿Se contestaron todas las oraciones de los santos del primer siglo milagrosamente?

      Mat. 24:20, “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo”. Al pedir esto, ¿pedían milagro los discípulos del primer siglo? ¿Cómo evitaría Dios que la huida de los discípulos no fuera en invierno o en día de reposo? ¿Tenía Dios algún control sobre los movimientos del ejército romano? ¿No es esto un ejemplo para que nosotros pidamos la seguridad al viajar? Rom. 1:9, “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones,  10  rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros”. ¿Requería esto un milagro? ¿No debemos pedir a Dios que nos conceda un “próspero viaje” para llegar a otro país para predicar?

      Mat. 9:38, “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. ¿Es correcto que hagamos esto nosotros? ¿Cómo levanta el Señor más obreros? ¿Por qué pedir esto si no hay milagros? ¿Había necesidad de obreros solamente en el primer siglo?

      Mat. 26:41, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. ¿Podemos y debemos pedir esto nosotros? Si lo pedimos, ¿estamos pidiendo milagro? Si no, y si Dios ayuda en esto, ¿cómo lo hace? (Esto equivale a “líbranos del mal”; ¿cómo nos libra del mal? P. ej., 1 Cor. 10:13; Col. 3:16; Sal. 119:11; Mat. 4:1-11, “Escrito está”).

      Hech. 12:5, “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”. ¿Debemos orar por los hermanos perseguidos? ¿Puede Dios ayudarles sin hacer milagro?

      Rom. 10:1, “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación”. ¿Debemos orar por los pecadores ahora? Al hacerlo, ¿qué esperamos de Dios? ¿Qué puede El hacer? Compárense Luc. 23:34; Hech. 2:38-40.

      Rom. 15:30, “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,  31  para que sea librado de los rebeldes que están en Judea (véase también 2 Tes. 3:1, 2), y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta;  32  para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros”. Al pedir todo esto, ¿pedían milagro los hermanos romanos? ¿Qué efecto tendrían sus oraciones sobre los rebeldes de Judea? ¿sobre la aceptación de los judíos de la ofrenda que les llevaba Pablo? ¿Cómo obra Dios en tales cosas?  

      2 Cor. 12:7, “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;  8  respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9  Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. ¿Pidió milagro Pablo? Para quitar el aguijón de Pablo, ¿se hubiera requerido un milagro? Si Dios hubiera querido quitárselo, ¿cómo lo habría hecho?

      2 Cor. 13:7, “Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis”. ¿Por qué pedir esto? ¿No tenían los corintios libre albedrío? ¿Había alguna posibilidad de que Dios obrara milagro sobre la voluntad de ellos? Dios obra por medio de sus enseñanzas. Efes. 6:17, “la espada del Espíritu es la palabra de Dios”. Efes. 6:1-3; 1 Ped. 3:10-12; Efes. 1:3; lo que la Palabra de Dios hace Dios hace. El obra a través de su Palabra.

      Efes. 6:18, “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;  19  y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,  20  por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar”. ¿Se debe orar hoy en día por los predicadores, que hablemos con denuedo la palabra? Col. 4:3, “orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo”. ¿Es correcto orar a Dios para que nos abra puertas para la palabra?

      Fil. 1:9, “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento,  10  para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,  11  llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. ¿Cómo haría esto Dios? Dios obra por medio de su palabra y los filipenses deberían estudiarla y aplicarla en sus vidas. ¿Por qué, pues, pedirle a Dios que el amor de ellos abundara más y más en ciencia y en todo conocimiento? ¿Qué esperaba Pablo de Dios? ¿Por qué no simplemente insistir en que los filipenses estudiaran y obedecieran? ¿Cómo les ayudaría Dios en este asunto?

      Fil. 4:6, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. ¿Es para nosotros este mandamiento? ¿Qué es lo que podemos pedir?

      1 Tes. 3:10, “Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios,  10  orando de noche y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe?” ¿Esperaba Pablo un milagro para poder ver su rostro? Si no se requería milagro, obraría Dios a través de “leyes naturales” o cómo?

      1 Tes. 5:23, “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Debemos pedir a Dios por el espíritu, alma y cuerpo de los hermanos?

      1 Tes. 5:25, “Hermanos, orad por nosotros”. ¿No debemos orar los unos por los otros ahora?

      2 Tes. 1:11, “Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder”. ¿Qué podría Dios hacer para que los hermanos fueran dignos de su llamamiento y para cumplir todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder? ¿Se requería poder milagroso para esto? ¿Podemos nosotros hacer la misma petición por los hermanos ahora? ¿Debemos hacerlo?

      1 Tim. 2:1, “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;  2  por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. ¿Que quiénes hicieran rogativas, etc.? ¿Nada más los del primero siglo? ¿Debemos orar por los gobernantes ahora? ¿Por qué? ¿Qué hará Dios? Si El hace algo, ¿cómo lo hace? ¿Obra milagros para hacer cambios en el gobierno?

          A. Compárese Daniel 4:17, “La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”. ¿Cómo lo hacía? ¿Todavía lo hace? ¿Sería correcto pedir que Dios quitara rey o presidente en cierto país y levantar a otro en su lugar para el bien del pueblo?

          B. Muchos textos enseñan que Dios siempre ha sido el Rey de las naciones. Sal. 22:28; Sal. 47; Jer. 10:6,7. Ahora Cristo es Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 19:15, 16). Por falta de justicia una nación cae (Sal. 9:17; Prov. 14:34; Gén. 18:32; Jonás 3).

      Filemón 22, “Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido”. ¿Se requería milagro para que Dios diera libertad a Pablo?

      Santiago 1:5, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. ¿Es para nosotros este mandamiento? Si nos da sabiduría, ¿cómo lo hace?

      Santiago 4:3, “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. ¿Por qué no dice Santiago, “Pedid vosotros que vivís en esta época de milagros?” Si pedimos y no recibimos ¿es porqué no vivimos en el primer siglo?

      1 Ped. 3:12, “Porque los ojos del Señor están sobre los justos,  Y sus oídos atentos a sus oraciones;  Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal”. ¿Ahora también? ¿Está su rostro contra aquellos que hacen el mal? ¿Cómo?

      1 Jn. 3:22, “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”. 1 Jn. 5:14, “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.  15  Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

      3 Jn. 2, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. El aguijón de Pablo estaba en “su carne” y pidió a Dios que se lo quitara. Al orar por los enfermos no tenemos que explicar al Señor cómo El debería sanarlos. Toda sanidad es divina. Toda la ciencia médica es Dios. El sabe cómo curar.

Conclusión.

      A. Sin duda alguna, los santos de toda época deben orar a Dios y esto incluye alabanzas, peticiones, súplicas, rogativas, intercesiones con muchas acciones de gracias.

      B. ¿Cómo nos contesta Dios? Algunos textos nos ayudan a entender esto, pero andamos por fe y no por vista. Yo sé que Dios nos oye y nos contesta, pero no puedo explicar cómo El obra. Las cosas secretas (no reveladas) pertenecen a Dios (Deut. 29:29).

      C. La Biblia no enseña en ninguna parte que Dios obra solamente de manera milagrosa. Aun cuando Dios hacía milagros, no tuvo que hacer milagros para contestar las peticiones de sus hijos.

      D. Por último, recordemos lo que dice el apóstol Pedro. 2 Ped. 1:3, “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,  4  por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina”. Pedro no se refiere a la promesa del bautismo con el Espíritu Santo, ni de los dones milagrosos. Más bien, se refiere a las muchas promesas de Dios en cuanto a bendiciones para su pueblo, como las de la primera carta. Si estas “preciosas y grandísimas promesas” no son para nosotros hoy en día, tampoco podemos participar de la naturaleza divina.

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