¿Quién me redarguye de pecado?

      "¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?" Jn. 8:46. La vida y conducta de Jesús siempre lo apoyaba en Su obra. Así debe ser con nosotros.

      Dijo Pablo (Hech. 20:33), "Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado". En esta ocasión y otras Pablo habla con toda franqueza acerca de su vida personal. Se hacían muchas acusaciones contra él, pero podía contestar, "ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan" (Hech. 24:13). La vida de Pablo apo­yaba su predicación.

      1 Tim. 4:12, "Ninguno tenga en poco tu ju­ventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, en conducta, amor, espíritu, fe y pureza". Así fue el consejo que Pablo dio a Timoteo. ¿Cómo puede un joven predicador evitar que otros lo desprecien? Predicar la ver­dad, la sana doctrina, sin comprometerse con el error, y llevar una vida irreprensible. Si hace estas dos cosas, ¿qué pueden decir sus opo­nentes? La crítica sería hueca, y los que le criti­can serán avergonzados. Los hermanos fieles aprecian mucho la predicación y la obra del fiel joven predicador.

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