El Cristo Desechado

Introducción:

    A. Isa. 53:3-6, "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores". Con estas palabras el profeta Isaías describe a Cristo. Habla del futuro como si fuera historia.

    B. 1 Ped. 1:11, el Espíritu "anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo".

    C. Isaías se considera tanto "evangelista" como profeta porque él habla mucho de Cristo y de su reino.

I. El Cristo Menospreciado, Mat. 21:33-39.

    A. El "hijo" no fue respetado. En esta parábola la viña representa el pueblo de Dios que El había plantado. La cuidó bien, "la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre".

    B. "La arrendó a unos labradores"; es decir, dejó encargados de su pueblo a los an­cianos, sacerdotes, etc. para proveer di­rección responsable. Dios dejó todo en orden. No les faltó nada a su pueblo

    C. "Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos", cosa natural y justa. El dueño de una viña debe esperar frutos por haber invertido dinero y tra­bajo.

    D. Pero golpearon, maltrataron y apedrearon a sus siervos (los profetas, véase Mat. 23:31, 34, 35). Dios es muy paciente, muy sufrido; sigue enviando a otros profetas, pero "hicieron con ellos de la misma ma­nera". Despreciaron la bondad de Dios (Rom. 2:4).

    E. "Finalmente, les envi su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo". El hijo lleva más autoridad que los siervos. Si respetan al hijo, todo el propósito del dueño será realizado. Se evitará el castigo. Pero ¿cuál fue la actitud de ellos hacia el hijo? ¿Cómo lo trataron? Dijeron, "Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderé­monos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron"

        1. Heb. 13:12, Cristo "padeció fuera de la puerta".

        2. Juan 1:11, Cristo vino a lo suyo (el universo que El creó), y los suyos (los is­ralitas) no lo recibieron, sino lo recha­zaron

        3. Mat. 21:45, "Oyendo sus parábo­las los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos".

II. "Pedisteis Que Se Os Diese Un Homicida, Y Matasteis Al Autor De La Vida" (Hech. 3:14, 15).

    A. Pilato quiso soltar a Jesús porque pudo ver que era inocente. "Sabía que por envidia le habían entregado" (Mat. 27:18). Además, "su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él" (ver. 19).

    B. Pilato quiso aprovechar una costumbre bien reconocida de soltar cada año a un preso. Pero hubo problema: no pudo escoger él mismo a quién soltar, sino tuvo que soltar al que el pueblo pidiera. Pero él sí pro­puso a dos hombres, sabiendo que el con­traste entre los dos sería muy obvio. "¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?" "Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta" (Mar. 15:7); "Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio" (Luc. 23:19).

    C. Seguramente -- habrá pensado Pilato -- el pueblo pedirá a Cristo en lugar de pedir a este criminal Barrabás, este homicida sedi­cioso. "Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida" (Hech. 3:14, 15)

    D. Pilato les dijo: "¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¿Sea crucificado! (Mat. 27:22). Bajo circunstan­cias ordinarias la gente considera al ladrón y homicida como enemigo del pueblo, pero en esta ocasión lo favorece. Dan la preferencia al enemigo del pueblo y quieren destruir al mejor amigo del pueblo. Sueltan al hombre que mató y crucificaron al que daba vida (resucitó li­teralmente a algunos muertos). Sueltan al que les robaba, y crucifican al que les en­riquecía.

    E. El domingo de esa misma semana "la mul­titud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba atrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! (Mat. 21:8, 9). Y ahora la multitud grita, "¡Crucifícale!" ¿Hubo entre estos últimos algunos de los que decían ¡Hosanna!?

    F. Así se cumplió la palabra del profeta Isaías, el que escribió el futuro como si hubiera sido historia.

III. Falsos Cristos Preferidos.

    A. Juan 5:43, "Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis". Compárese Mat. 24:24.

    B. Dice Jesús que los judíos preferían un "Cristo" falso, uno que venía en su propio nombre (por su propia autoridad, no enviado por Dios). El ver. 40 dice, "y no queréis venir a mí para que tengáis vida". He aquí el problema: "no queréis". No había falta de evidencia ni de prueba para confirmar todo lo que Jesús decía de sí mismo (Jn. 5:30-47; 20:30,31). Sobraban señales. Sus credenciales eran más que adecuadas. Pero todo esto no ayudó a los judíos que no querían creer. Ellos esperaban otra clase de Mesías, un Mesías militar quien les li­braría del yugo de Roma y darles otra vez la independencia política. Querían volver a los días victoriosos y gloriosos de David y Salomón (o de los Macabeos).

    C. 1 Jn. 4:1, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo". Tenemos la regla perfecta, la perfecta revelación de Dios (2 Tim. 3:16, 17; 1 Jn. 2:20, 27; 4:6). Toda persona sincera puede saber la verdad pero si no hay voluntad, si alguno no tiene el deseo de examinar e investigar, ¿qué esperanza hay de salvación para él? Si alguna persona no ama la verdad, entonces el falso maestro es tan bueno para él como el maestro fiel. No le importa. El falso será aceptado y el verdadero rechazado. Es cuestión de vo­luntad y de actitud hacia la verdad de Dios.

    D. La persona que no quiere aprender, que no quiere emplear su inteligencia para distin­guir entre la verdad y el error no lleva ninguna ventaja sobre la persona que esta enferma mentalmente y no puede entender. El que no quiere ver no lleva ventaja so­bre el ciego. El que no quiere oír no lleva ventaja sobre el sordo.

    E. Por lo tanto, la persona que no tiene un fuerte deseo de saber la diferencia en­tre Cristo y los falsos cristos, entre la ver­dad y el error, está bajo el control del ad­versario, Satanás.

IV. Los Angeles Le Adoran, Pero Los Hombres Le Rechazan.

    A. Léase Luc. 2:13, 14.

    B. Heb. 1:6, "Y otra vez, cuando intro­duce al Primogénito (Cristo) en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios". Deben leerse con cuidado los primeros dos capítulos de Hebreos sobre este tema. También véase 1 Ped. 3:22.

    C. Pero, aunque los ángeles le adoran, los hombres lo rechazan. Juan 1:11, "los suyos no le recibieron". Los judíos eran "los suyos", los de su propio pueblo. El nació del linaje judío, de la tribu de Judá, de la familia de David. Se llama "hijo de David". ¿Quién no recibe a los suyos? Todos deben dar la bienvenida a "los suyos", pero los judíos no recibieron al Hijo de David.

    D. Así vemos que el Mesías profetizado por Isaías fue desechado, despreciado, experimentado en quebranto, precisa­mente como el profeta dijo. Jesucristo se ve como objeto de desprecio, varón de dolores. Los culpables de esto fueron los fariseos, los saduceos, los herodianos, los escribas y los ancianos. Fue rechazado por los ricos y los grandes, y ahora es recha­zado por los hombres de toda tribu y lengua.

Al Estudio Anterior: Si El Grano De Trigo No Cae En La Tierra Y Muere, Queda Solo
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: El Cristo Desechado (2)