Los Brazos Eternos - Deut. 33:27

Introducción.

     A. ¿Qué piensa usted de las palabras "independencia", "confianza en sí mismo" y "autosuficiencia"? ¿No son conceptos re­comendables?

            1. 2 Tes. 3:10,11; Efes. 4:28 enseñan la importancia de trabajar y proveer para nosotros y otros. La flojera se condena.

2. Gál. 6:5 "Cada uno llevará su propia carga".

     B. Pero al mismo tiempo pueden ser espiritualmente conceptos peligrosos. Dios no quiere que seamos indepen­dientes de El. Muchos se sienten muy satisfechos consigo mismos y no dependen de Dios para nada.

     C. Los cristianos más fieles pueden caer en el error de poner demasiada confianza en sí mismos y dejar de confiar en la gracia de Dios. Hay dos extremos: el calvinismo pone toda la responsabilidad de nuestra salvación en las manos de Dios; y el legalismo obliga al hombre a salvarse solo.

I. Muchos Casos Bíblicos Nos Recuerdan Que Debemos Depender De Dios.

     A. Muchísimos textos (mayormente en Los Salmos, en Proverbios, y en los libros de los profetas) nos enseñan a con­fiar no en nosotros mismos ni en los hombres, sino en Dios.

     B. Ex. 16:3,4 ¿Qué tanto maná les dio? Para un solo día. ¿Por qué? Tuvieron que levantarse y recordar cada día que Dios les daría su pan de cada día.

         1. Mat. 6:11, "El pan nuestro de cada día dánoslo hoy".

          2. No dice "pan para una semana" o "pan para un mes".

     C. Jueces 7:1-7, Gedeón tuvo que pe­lear contra los madianitas. Tuvo 32,000 soldados. Dios dijo, "vuelvan los temerosos". Quedaron 10,000. Dijo Dios, "Aún es mucho el pueblo". Otra prueba: los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca. "Con estos 300 que lamieron el agua os salvaré".

        1. Pero después de volver los temerosos quedaron 10,000 valientes. ¿Por qué no quiso Dios que estos pe­learan?

        2. V. 2, "Es mucho para que yo en­tregue a los madianitas". Dirán "mi mano me ha salvado". Es decir, hubieran pen­sado que solos, y con su valentía y su fuerza militar habían ganado la batalla.

       3. Dios quería que Gedeón pusiera toda su confianza en El, y no en soldados y armas. Lección valiosa para nosotros.

     D. 1 Sam. 17:4-11, 26,32-37. ¿Por qué temieron los israelitas y David no?

          1. Ellos pensaban en lo que ellos mismos podían hacer contra el gigante.

          2. David no confiaba en sí mismo, sino en el poder de Dios. Como Dios lo había rescatado en otras ocasiones, lo haría otra vez.

     E. Mat. 6:25-33, debemos confiar en Dios, y no ser ansiosos.

1. ¿Debemos trabajar? Efes. 4:28; 2 Tes. 3:10,11; Rom. 12:11.

2. Pero solos no podemos producir el pan de cada día. Dios nos lo da. Hace

que el sol salga. Manda las lluvias. Hace que la tierra fructifique. Nos da la salud y la fuerza para trabajar. Nos da el empleo. El pone los medios.

           3. Por lo tanto, debemos buscar primeramente el reino de Dios, y Su justicia (Mat. 6:33), y no solamente tra­bajar por el pan que perece, sino también por el pan que permanece para vida eterna (Jn. 6:27).

II. Otra Pregunta Importante: ¿Cuál Es El Enemigo Principal De La Confianza En

Dios? ¿Cuál Es La Cosa Que Estorba Más Que Nada?

A. ¿Falta de fe?, ¿falta de amor?, ¿falta de gratitud?

     B. Tal vez el enemigo número uno es la abundancia, la prosperidad.

     C. Recuérdese lo que Dios dijo en Deut. 6:10-12. Es lo mismo ahora.

     D. Es una gran ironía. Parece imposi­ble y contradictorio. Pero es cierto que las mismas bendiciones de Dios nos apartan de Dios. Es decir, dejamos que tales cosas nos aparten de Dios. Depende de nuestra actitud hacia ellas.

     E. Los que están en el peligro más grande de olvidarse de Dios son los que están rodeados de bendiciones materiales, porque confían en sus riquezas (Sal. 49:6-10; Prov. 11:28; Mar. 10:24).

1. No hay otro tema que ocupe más espacio en las páginas del Nuevo Testamento

que el tema de nuestra ma­yordomía. Hay muchos textos sobre la necesidad de administrar fielmente los bienes y recursos que Dios nos regala.

           2. ¿Cuántos textos habrá en el N. T. sobre el dar?, ¿sobre el ofrendar?,

Dios no es pobre, no es un mendigante, pero bien sabe que las cosas materiales nos alejan de El si no las usamos para Su gloria.

            3. Uno de los textos que deben ser leídos, predicados y practicados es 1 Tim. 6:6-10,17-19, porque en realidad muchos ignoran este gran peligro.

III. ¿Por Quién Debemos Orar? ¿Quién Más Que Nadie Necesita Nuestra Oración?

     A. ¿Los enfermos?, ¿Los pobres? , ¿Los hermanos débiles?, ¿Los perdidos?

     B. Sí, todos estos necesitan mi oración. Pero más que nadie yo mismo necesito mis oraciones (como también las de mis hermanos). Usted mismo necesita sus propias oraciones. Debemos orar por nosotros mismos, porque necesitamos ur­gentemente la ayuda de Dios.

     C. Luc. 18:9-14 ¿Confiaba en Dios el fariseo?, ¿Lo necesitaba? , ¿Qué pidió de

Dios? Léase el texto otra vez: ¿qué pidió?, ¿qué buscaba de Dios? Nada en absoluto. ¿Pidió perdón? No pidió nada.

     D. Ahora compárese Mat. 6:9-13: ¿Pedimos algo?, ¿algo para nosotros mis­mos?,

pedimos por el reino; pedimos que se haga la voluntad de Dios; pedimos el pan de cada día; pedimos el perdón como nosotros perdonamos a otros; pedimos la dirección, que Dios nos guíe y que no nos mete en tentación; y alabamos a Dios por su grandeza y por sus muchos favores.

     E. Esta oración nos enseña mucho acerca de confiar en Dios.

IV. Las Aflicciones, Los Sufrimientos, Las Tribulaciones Pueden Ser Una Gran

Bendición Para Nuestras Almas.

     A. Ya hemos visto que el enemigo número uno del alma es la abundancia o la prosperidad porque nos engaña y nos hace confiar en nosotros mismos. Asimismo

las tribulaciones nos hacen clamar a Dios.

     B. Cuando perdemos la salud, el em­pleo, alguna propiedad, u otra cosa de valor y estima, somos obligados a buscar la ayuda de Dios. Reconocemos que no somos tan autosuficientes. No somos tan independientes como creíamos.

     C. La aflicción puede ser la bendición número uno de nuestra vida:

          1. Luc. 15:14 "Y comenzó a faltarle..." Aquí empezó la bendición que le hizo "volver en sí". No fue una catástrofe, sino una bendición. Lo paró y le hizo meditar en el hogar que había dejado, donde había abundancia de pan.

          2. 2 Cor. 4:16 Se gasta el hombre ex­terior, pero el interior se renueva más y más. En esta manera Dios nos prepara para el hogar celestial.

          3. Hay muchos hermanos afligidos (ciegos, cojos, enfermos, pobres) que confían diariamente en Dios para su fuerza.

          4. 2 Cor. 12:8-10 Dios no quitó el aguijón pero le dijo "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la de­bilidad". Pablo aceptó con gozo la volun­tad de Dios y dijo: "cuando soy débil, en­tonces soy fuerte".

          5. Sal. 119:67,71 "Antes que fuera yo humillado, andaba descarriado; mas

ahora guardo tu palabra...Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus es­tatutos".

     D. Los predicadores se desaniman a veces. Hay pocos bautismos, poco crecimiento en la iglesia y abundan los problemas. Trabajamos pero pensamos que no da resultados positivos.

         1. Esto nos sirve para que recordemos 1 Cor. 3:5-8. Somos simplemente siervos de Dios. Uno planta, otro riega, Dios da el crecimiento.

         2. Lo importante es que uno sea fiel (1 Cor. 4:1,2), recordando que todo lo que uno reciba es del Señor y es para Su uso y para Su gloria.

         3. Isa. 55:10,11 nos promete que la Palabra de Dios no le vuelve a el vacía, sino que como la lluvia y la nieve, Su Pa­labra desciende del cielo y hace lo que Dios quiere. Nunca es en vano la obra de Dios, 1 Cor. 15:58.

V. ¡Qué Grandes Bendiciones Cuando Confiamos En Dios!

     A. Vivimos mas agradecidos. La grati­tud en sí es una gran bendición. Los ingratos son los más infelices del mundo.

          1. Luc. 12:16-21 ¿Tuvo gratitud este hombre?, ¿Estuvo pensando en lo que Dios le había dado? Dice "mis frutos", "mis graneros", y "mis bienes".

          2. Dan. 4:30 Nabucodonosor, el rey de Babilonia, dijo, "¿no es ésta la gran Ba­bilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?" En toda la Biblia no hay dicho mas arrogante. "Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: a ti se te dice, rey Nabucodonosor: el reino ha sido quitado de ti".

              a. La actitud de este rey antiguo existe entre muchos gobernantes, cabezas de empresas y otros hombres eminentes: "yo edifiqué", "mi poder", "mi influencia", "mi dinero", etc.

             b. Dios los mira. Los oye. Su reacción ahora es la misma que observamos

en este texto bíblico. Los que se exaltan serán humillados.

     B. Otra bendición muy importante es que nuestra fe crece cuando ponemos nuestra confianza en Dios. Una fe fuerte es una gran bendición, porque nos puede sostener durante las tormentas de la vida.

     C. Otra bendición es la esperanza, Rom. 8:24; Heb. 6:18,19; 1 Tes. 5:8. La persona que confía sólo en sí misma no tiene esperanza, y en cualquier problema se siente desesperado, y no hay quien le consuele.

Conclusión:

     A. ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Somos como el fariseo que no pidió nada?

     B. ¿Somos como el rico que no le dio gracias, sino confiaba totalmente en sus bienes? Léase otra vez con cuidado Sal. 49:6-10. También Prov. 11:28.

     C. ¿Somos como el rey de Babilonia, pensando que por medio de nuestro dinero, nuestra educación o nuestra in­fluencia podemos hacer grandes cosas, y que por eso no necesitamos buscar a Dios? Sería bueno leer Sal. 44:6-8, "Porque no confiaré en mi arco, ni mi es­pada me salvará...En Dios nos gloriaremos todo el tiempo".

     D. ¿Hemos dejado que la abundancia de las cosas materiales que Dios nos ha dado nos aleje de Dios?, ¿nos han hecho olvidar que la fuente de estas bendiciones es Dios (Sant. 1:17)?

     E. ¿Cuál es nuestra actitud cuando sufrimos tribulaciones? ¿Somos como la mujer de Job que quería renunciar a Dios ("Maldice a Dios, y muérete")?

     F. Prov. 28:26 dice "El que confía en su propio corazón es necio". Pero esto es precisamente lo que hacen muchas per­sonas: confían en sus propios pensamientos y aun en sus sentimientos. Rehúsan estudiar y razonar. Aceptan lo que sus líderes religiosos (el sacerdote, el pastor) les dicen. Creen que su conciencia es una guía infalible.

     G. Grabemos en el corazón lo que dice Deut. 33:27, "El eterno Dios es tu

refugio, y acá abajo los brazos eternos".

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