El evangelio es consejo de Dios

(Hech. 20:27 y la carta a los Efesios)

(Véase también el sermón, "El pueblo de Dios"   )

I. El evangelio de Cristo es conforme al propósito eterno que Dios hizo en Cristo.

          A. Cristo murió conforme al consejo de Dios. Hech. 2:23, "Jesús nazareno ... a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis".

          B. Esto era el consejo de Dios antes de los tiempos de los siglos. 2 Tim. 1:9, "Según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Señor Jesucristo".

          C. El evangelio fue predestinado antes de los siglos. 1 Cor. 2:7, "Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos".

                   1. El misterio fue que por medio del evangelio Dios salvaría también a los gentiles; es decir, que sin llegar a ser judíos (ser circuncidarse, guardar la ley) gozarían de todos los honores y privilegios como hijos de Dios.

                   2. Véase explicación de este misterio en Efes. 3:5, 6.

II. Fuimos escogidos por Cristo antes de la fundación del mundo.

          A. Efes. 1:4, "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él".

                   1. La elección de Dios no es la predestinación arbitraria del calvinismo, sino la elección en él, en Cristo Jesús, por medio del evangelio.

                   2. Dios escogió o eligió un pueblo, una clase de personas, como Pablo explica: "para que fuésemos santos y sin mancha".

                   3. 2 Tes. 2:13, 14, Pablo da gracias de que "Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio".

                   4. De modo que los que obedecen al evangelio son los llamados o escogidos de Dios.

          B. Efes. 1:11, 12, "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria".

III. El consejo o propósito de Dios es que seamos redimidos y purificados por la sangre de Cristo.

          A. Efes. 1:7, "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados"

          B. Luc. 7:30, "Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios (propósitos, LBLA) de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan". Así también los que rechazan el evangelio de Cristo rechazan los designios (el consejo o propósito) de Dios.

IV. El consejo o propósito de Dios es que seamos reconciliados en un cuerpo.

          A. Efes. 2:16, "y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos (judíos y gentiles) en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades".

          B. Efes. 4:4, hay un solo cuerpo (iglesia, 1:22, 23). No hay cuerpo (iglesia) para judíos y otro cuerpo (iglesia) para gentiles. No hay cuerpo para ricos, otro para pobres, uno para los de una raza y otro para otra, uno para blancos y otro para negritos, etc.

V.  El consejo o propósito de Dios es que los santos hagan buenas obras.

          A. Efes. 2:8, 9, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto (la salvación) no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras (obras buenas que "hubiéramos hecho" en el mundo, Tito 3:5, para merecer la salvación y no tener que obedecer al evangelio), para que nadie se gloríe" (si el hombre pudiera salvarse solo, sin necesitar el perdón de Dios, podría jactarse; su salvación no sería por gracia o perdón, sino como deuda, Rom. 4:4). Por lo tanto, aquellas obras buenas (como los de Cornelio) no nos podían salvar, y tuvimos que aceptar a Cristo y obedecer al evangelio.

          B. Pero ahora, como cristianos, hacemos buenas obras. Efes. 2:10, "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras" (Tito 3:1, 8; Sant. 2:24; Mat. 25:35, 36; Gál. 5:6, etc.)

          C. Dios es glorificado cuando llevamos fruto (Jn. 15:8).

VI. El consejo o propósito de Dios es que los santos sean edificados en el cuerpo.

          A. Efes. 4:11-16, el crecimiento se realiza cuando cada miembro pone su parte para la edificación del cuerpo.

          B. Col. 2:7, "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe".

VII. El consejo o propósito de Dios es que los santos se santifiquen en el Señor.

          A. Efes. 4:17, "ya no andéis como los otros gentiles".

          B. Efes. 4:22-32,, despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo hombre.

          C. Porque somos predestinados para ser santos (Efes. 1:4), para ser transformados a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

VIII. El consejo o propósito de Dios es que los santos sean fuertes en el Señor.

          A. Para hacerlo deben llevar toda la armadura de Dios, Efes. 6:10-19.

          B. Fil. 4:13, "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

IX. El consejo lo propósito de Dios es que su pueblo esté para siempre con El en el Hogar Celestial.

          A. Juan 14:1-3, "para que donde yo estoy, vosotros también estéis".

          B. Juan 17:24, "Quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo".

          C. Su pueblo le alaba ahora (Efes. 1:6, 12, 14; 3:21) y se prepara para poder alabarle para siempre.

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