Violencia Doméstica

          El editorial del diario San Antonio Express-News (11/25/94) insiste en que la ciudad tome pasos decisivos para corregir el problema de la violencia doméstica, pero no se atreve a proponer el único remedio infalible. El editorial se cita para ilustrar la debilidad de todo esfuerzo humano para corregir problemas que no tienen solución humana.

          El hogar es de origen divino y tiene que ser gobernado por Dios. Los hombres pueden hacer leyes, castigar a los que cometen crímenes domésticos, pero al hacerlo no curan la enfermedad, sino solamente los síntomas de ella. ¿Cómo se corrige el problema de la violencia doméstica? El Fundador del matrimonio y el hogar nos dice cómo evitar la violencia doméstica.

          "Pero el gobierno no es la iglesia". Entonces, ¿qué? ¿El gobierno ni siquiera puede explicar a los ciudadanos la única solución del problema?

          ¿Qué dice Dios a la esposa? "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor... la mujer respete a su marido" (Efesios 5:22-24, 33). La mujer que está sujeta a su marido y lo respeta no será culpable de la violencia doméstica.

          ¿Qué dice Dios al marido? "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella... los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia ... Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo" (Efesios 5:24, 28-29, 33). Desde luego, el hombre que practica esta enseñanza nunca será cruel ni abusivo con su familia (Colosenses 3:19). Los esposos que aceptan el orden divino ni siquiera usarán palabras violentas (gritería, maldiciones, amenazas).

          ¿Qué dice Dios a los hijos? "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra" (Efesios 6:1-3). Los hijos que practican esta enseñanza de Dios no serán culpables de la violencia doméstica.

          ¿Quién no sabe esto? Washington lo sabe. Austin lo sabe. San Antonio lo sabe. Entonces, ¿por qué tienen vergüenza o temor de decirlo? Nuestro Señor Jesucristo dice, "El que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo de Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (Marcos 8:38).

          Si en verdad la gobernación de esta ciudad quiere remediar el problema de la violencia doméstica, ¿por qué no recuerdan a la gente de esta instrucción? Se contestará, "Pero este problema no es religioso sino del gobierno civil". Entonces, ¿a los que dirigen la ciudad no les interesa la verdad? ¿No creen en Dios? ¿Son ateos? ¿No entienden que lo que Dios dice es verdad y la única realidad del asunto tratado?

          ¡He aquí un plan perfecto para corregir el problema de la violencia doméstica! La ciudad no puede despachar la policía a cada hogar para obligar a los esposos, padres e hijos a que practiquen esta enseñanza, pero ¿no pueden al menos ser honestos y explicar a la gente que el plan divino es el único remedio? No hay otra realidad. Por lo tanto, los responsables deben decir la verdad o, de otro modo, deben admitir públicamente que el problema no tiene solución y que irá de mal en peor no obstante lo que la ciudad haga.

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