Hermanos en Cristo

      En el Nuevo Testamento la palabra, "hermano", se usa mucho.  En la concordan­cia se halla una lista muy larga de los textos donde se emplea esta palabra. El apóstol Pablo usa el término "hermano" 133 veces; por ejem­plo, "Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano ..."

      En Mateo 12:46-50 Cristo introduce su sig­nificado preciso: "Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos esta­ban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano ha­cia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la vo­luntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre".

      Jesús enseña que la relación espiritual es más importante que la relación carnal, y la relación con Cristo se establece solamente por medio de hacer la voluntad de Dios: "todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano .. "

Hermanos de raza

      Pero ¿qué diremos de los "hermanos" de raza? ¿No es correcto llamarles "hermanos"? Si se entiende que así se usa, bien, pero ¿es así? ¿Entienden otros que así se está usando la pa­labra?

      Los apóstoles no solamente empleaban la palabra con referencia a esta relación carnal con los judíos, sino también sostenían la relación de hermanos en la misma religión, la religión entregada por Dios mismo por medio de Moisés en el Monte Sinaí. Era la religión del Antiguo Testamento, una religión divina. Es cierto que dicha religión ya se cumplió y se quitó, pero es importante recordar que en base a esta relación llamaron "hermanos" a los otros judíos. Dice Pablo, "Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación" (Hech. 13:26). Por ser los judíos los hijos del linaje de Abraham (y de esta manera eran "hermanos" y "parientes según la carne", Rom. 9:3), habían de recibir la salvación por medio de Cristo, la "simiente de Abraham", Gál. 3:16.

      No existe en la actualidad tal relación. Los únicos que deben ser llamados "hermanos" por los cristianos son los que por la obediencia al evangelio han llegado a ser hijos de Dios y, por consiguiente, "hermanos en Cristo" de los demás que han hecho lo mismo.

      Si se llama "hermano" al visitante incon­verso -- por ejemplo, algún evangélico -- se es­tará usando incorrectamente la palabra y producirá confusión. Cuando asisten a nuestras reuniones los evangélicos y otros de buena vo­luntad (los que "simpatizan”), queremos recibirlos bien y algunos hermanos les dicen "hermanos" para complacerles, y tratan de jus­tificar la práctica diciendo "Bueno, son her­manos de raza", pero la palabra "hermano" se usa en la Biblia en sentido espiritual, y la gente inconversa no puede menos que entenderla así. Si éstos son llamados "hermanos", entenderán que ya son nuestros hermanos antes de obede­cer al evangelio. Al entrar en la asamblea los miembros de la iglesia les decimos "hermanos"; entonces llegan los visitantes -- por ejemplo, miembros de la Iglesia Bautista u otra iglesia evangélica -- y también a ellos les salu­dan algunos como "hermanos". Recuérdese que es­tos creen que ya son salvos, y si les decimos "hermanos", creerán que también nosotros los consideramos como salvos.

Para no ofenderlos

      Es cierto que si no les llamamos "hermanos" se pueden ofender. Sin embargo, recuérdese que la ofensa es el resultado de la predicación de la verdad (o de la práctica de ella) que hace distinción entre el evangelio puro y algún "evangelio nuevo" de los hombres. ¿Debemos cambiar la predicación para no ofender a los visitantes? Tampoco debemos llamarles "hermanos", porque esto tiene el efecto de cancelar la predicación de la verdad.

      Si decimos "hermano" al miembro de la iglesia de Cristo, y "Señor" al visitante que no es miembro, éste se da cuenta de la diferencia entre él y los miembros de la iglesia verdadera. Es cierto que a veces preguntarán, "Y a mí, ¿por qué no me llama 'hermano'? Yo también soy salvo, soy cristiano, y miembro de la iglesia X". Es cierto que se puede ofender, pero esto deja abierta la puerta para contestar sus pre­guntas y explicarle la diferencia entre el error y la verdad, para que llegue a ser "hermano" en verdad.

Pierde su significado

      Si usamos la palabra "hermano" en sentido de hermanos de raza o en otro sentido en un ambiente religioso -- en la asamblea, en una clase o estudio bíblico, saludando o despidiéndonos -- entonces el significado bíblico de la palabra "hermano" se habrá reducido para significar simplemente "amigo", cosa des­conocida en el Nuevo Testamento. Esta pa­labra indica una relación alta y sublime, y no conviene robarle la riqueza de su significado. Se usa para especificar a los que verdadera­mente son hijos de Dios, y no simplemente visi­tantes que simpatizan con la verdad. Dios es nuestro Padre y somos hermanos de todos los que han obedecido al mismo evangelio de Nues­tro Señor Jesucristo.

      Lucas, siendo gentil, nunca se refiere a los judíos inconversos como "hermanos", sino que em­plea el término exclusivamente con referencia a los hermanos en Cristo. Nosotros también somos gentiles y no sostenemos ninguna relación religiosa con personas inconversas, aunque sean de la misma nación, raza o color.

      Por lo tanto, debemos recordar que los in­conversos no son nuestros hermanos y no debemos llamarles hermanos. "¿Quiénes son mis hermanos? ... todo aquel que hace la volun­tad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano".

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