PERDIDO

Introducción.

      A. Luc. 19:10, “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Condenado, necesita perdón; esclavo, necesita liberación; muerto, necesita regeneración.

      B. Mat. 18:11-14, los “perdidos” son como ovejas descarriadas.

      C. No nos gusta perder cosas de valor: por eso utilizamos candados, rejas, cinturón de seguridad, alarmas. Asegurar = hacer seguro, estar sin cuidado.

      D. Muchos han perdido $ - inversiones, ahorros. Un niño perdido causa mucha alarma. Perder la salud es una verdadera tragedia. Aun más serio es perder la vida … pero mil veces MÁS SERIO es perder el alma. Mat. 16:26.

I. EL ALMA ES LA POSESIÓN MÁS VALIOSA DEL HOMBRE. Jesús murió para salvarla, 1 Ped. 1:18, 19. Mucho más importante que esta vida, Mat. 10:28. ¿Qué tan valiosa fue la sangre de Cristo? Esto nos hace ver el valor del alma, porque El murió para salvarla.

II. SI EL HOMBRE PIERDE EL ALMA, PIERDE TODO, 1 Tim. 6:7, 8. Por rico que sea, al morir el hombre deja todo. No lleva nada consigo. Esto sucede a todos, pues todos van a perder todas sus posesiones materiales. Entonces, si pierde su alma también, su pérdida es TOTAL.

III. SI EL HOMBRE PIERDE EL ALMA, CAUSA QUE OTROS SE PIERDAN. Nadie va solo al cielo y no va solo al infierno, porque toda vida tiene su influencia, sea para bien o para mal.

          A. Balaam, Núm. 25:1-5; Apoc. 2:14. Hizo que Israel pecara.    

          B. 1 Reyes 14:16, Jeroboam pecó, hizo que Israel pecara.

          C. Amós 2:12, “vosotros disteis de beber vino a los nazareos”.

          D. Mat. 18:6, “cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”.

          E. Los padres hacen que sus hijos pequen por no ponerles el buen ejemplo y por no instruir y disciplinarles. Efes. 6:4.

          F. Muchos maridos hacen que sus esposas pequen.

          G. Desde luego, todos son responsables de sus acciones, pero lo que afirmamos es que muchas personas ejercen una fuerte influencia o un fuerte control sobre otras vidas, poniendo tropiezos delante de ellos (como Jesús dice) y causando que se pierdan.

IV. SI EL HOMBRE PIERDE EL ALMA, PIERDE LA MEJOR VIDA EN ESTE MUNDO. Los que viven en pecados viven perdidos ahora mismo y se roban a sí mismos de las muchas bendiciones espirituales que Cristo nos trajo.

          A. Juan 10:10, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

          B. 1 Ped. 3:10,11, “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño. Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala”.

          C. 1 Tim. 4:8, “la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura”.

          D. Mat. 5:5, “Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra”, no durante el “milenio” sino ahora mismo.

          E. 1 Cor. 3:21 “todo es vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro”.

V. SI EL HOMBRE PIERDE EL ALMA, PIERDE EL HOGAR CELESTIAL DEL ALMA.

          A. Jn. 14:3, “si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”. Este pensamiento alarmante debe mover y motivar a todos a buscar la salvación de su alma.

          B. Apoc. 21:4, “El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”.  Nada de dolor, nada de enfermedades, nada de tristeza porque ya no habrá pecado en el cielo. En esta vida uno puede ser librado de la culpa del pecado y del dominio del pecado, pero en el cielo seremos librados de la presencia del pecado y todas sus consecuencias. Habrá completo alivio de todo problema, toda tentación, toda prueba.

          C. Apoc. 2:7 se llama “el paraíso de Dios”. Paraíso = hermoso parque. Medite en el más hermoso parque que haya conocido y cómo sería no simplemente visitarlo, sino también vivir allí. Esta promesa significa contentamiento perfecto. No habría ningún deseo de estar en otra parte, no habrá ansiedad acerca del futuro. Habrá perfecta tranquilidad en la primavera perpetua de la eternidad.

          D. Apoc. 21, 22, Ciudad hermosa, de piedras preciosas. Y no habrá candados y otros medios de seguridad. Con razón Jesús dice, Mat. 6:20, acumular tesoros en el cielo que no serán robados.

          E. Apoc. 14:1-5, reunión de los 144,000, es decir, todos los redimidos del mundo desde el principio -- Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, los apóstoles y Timoteo, Tito, etc., como también los santos que hemos conocido personalmente -- todos cantando el nuevo cántico de Moisés y el Cordero. Nunca separados otra vez, reunidos para siempre.

VI. SI EL HOMBRE PIERDE EL ALMA, NO SÓLO PIERDE EL CIELO, SINO QUE TAMBIÉN TENDRÁ QUE SUFRIR PARA SIEMPRE EN EL INFIERNO.

          A. Muchos creen que los perdidos simplemente dejan de existir o que serán aniquilados, o que habrá segunda oportunidad durante un supuesto “milenio” o “purgatorio”, etc., pero todo esto es falsa esperanza.

          B. Mat  8:12, “serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. ¿Qué sabemos de tal sufrimiento? Hablamos del “dolor insoportable”, pero tenemos morfina y otras medicinas para aliviar en gran parte el “dolor insoportable”, pero en el infierno no habrá nada de alivio. El fuego no se apaga. El hombre jamás ha conocido una agonía que se pueda comparar con el sufrimiento en el infierno.

          C. Mat. 13:42, “los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Todos saben cómo el fuego causa horrible dolor y sufrimiento. El brazo o el rostro quemados son desfigurados, afeados. Hay hospitales especiales para víctimas de quemaduras en San Antonio y Galveston, Texas; los pacientes en estos hospitales nos pueden decir bastante de lo horrible, lo inexpresable de esa prueba.

          La gente HUYE del edificio encendido, pero millones están corriendo con ganas hacia el fuego del infierno, como si no fuera nada que temer.

          “HORNO DE FUEGO”, “LAGO DE FUEGO”. El SUPLICIO de la horca, de la silla eléctrica, del pelotón de fusilamiento – nada de esto se puede comparar con el castigo eterno, porque estos castigos dan muerte inmediatamente, pero el agudo dolor del infierno ES INTERMINABLE. 

          D. Mat. 25:30, “echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Creo que todos han visto películas de varios instrumentos y formas de TORTURA que causan vivo dolor. Imagínese cómo será en el infierno. “Allí será el lloro y el crujir de dientes”. El remordimiento mismo (el pesar interno) será tortura, porque estarán conscientes recordando sus muchas oportunidades de obtener el perdón de Dios para no llegar a tal lugar.

          E. Mat. 25:46, “estos irán al castigo eterno”. La mente humana no es capaz de comprender la palabra “eterno”. Si el castigo fuera de 100 años, habiendo sufrido por 99 años, se podría decir, “me falta un año más”, pero el infierno es castigo perpetuo, interminable. Pensemos en los dolores que la humanidad conoce (dolores de parto, quemaduras, torturas) y nos preguntemos, “¿Si tal sufrimiento fuera sin fin, interminable …?”

          F. Mar. 9:48, “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga”. La palabra “infierno” (geénna) viene del “Valle de Tofet” (o “Valle de Hinom”), donde los judíos quemaban su basura. Era, pues, lugar de putrefacción continua, una peste horrible. Jesús emplea este término para describir el lugar del tormento eterno, lugar pestífero, lugar totalmente oscuro.

          La existencia en ese lugar será en extremo miserable y desesperante. En esta vida aunque uno sufra de una enfermedad incurable, sabe que en la resurrección tendrá un cuerpo nuevo, pero en el infierno no habrá esa esperanza, pues será interminable.

CONCLUSIÓN.

          A. Nadie tiene que perder su alma. Cristo murió para salvar el alma de todos. 1 Jn. 2:1, 2.

          B. Hagamos, pues, todo lo necesario – obedecer al evangelio, ser fieles -- para evitar el castigo eterno.

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