Cisternas rotas que no retienen agua

      Jeremías 2:13, "Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua".

      Parece que Jeremías está hablando a la presente generación, porque los hombres siguen en estos dos males: dejan a Dios e in­ventan sus propios sistemas que no son más que substitutos humanos que no sirven.

La justicia humana

      El que ignora la justicia de Dios que se ob­tiene por medio de la fe y la obediencia deja a Cristo, la fuente de agua viva, y en su lugar cava para sí una cisterna rota que no retiene agua, porque quiere establecer su propia justi­cia. Pablo dijo (Rom. 10:3), "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios". Dijo también (Filipenses 3:9) que él de­seaba ser hallado en Cristo, teniendo la justicia que es de Dios por la fe.

      El que procura justificarse por su vida recta y moral sin obedecer al evangelio es cul­pable de procurar establecer su propia justicia. El tal no hace caso a la cruz de Cristo, sino la ignora. Está diciendo por su vida que no nece­sita la sangre de Cristo.

      "La justicia que es de Dios por la fe" es la justicia que Dios atribuye al hombre perdo­nado, al cual no imputa pecado (sino le per­dona) (Rom. 4:7, 8). Pablo es un ejemplo de esto. El obedeció el evangelio (Hechos 22:16), y Dios le perdonó. Si usted sigue el ejemplo de Pablo (1 Cor. 11:1), usted también tendrá la jus­ticia de Dios, por fe en su Hijo Cristo Jesús.

      Pero el individuo que confía en su morali­dad, su propia justicia, y rehúsa obedecer el evangelio, no confía en la cruz de Cristo.

Los credos y la moralidad

      Toda secta tiene su credo que la gobierna. Los hombres no están satisfechos con la "fuente de agua viva" de Dios, las Sagradas Es­crituras. Las dejan y cavan para sí cisternas ro­tas que no retienen agua. Por ejemplo:

      1. El catolicismo. ¡He aquí su "ley moral"! La jerarquía romana se ha atrevido a dejar la fuente de agua viva, y observe usted lo que ofrece al mundo como código moral. ¿Qué pecado se condena? ¿Qué se le prohibe al católico? ¿Cuál es su concepto, por ejemplo, de los pecados de tomar o de bailar, prácticas que destruyen tantas vidas?

      2. El metodismo. Los que viven en McAllen, Texas, no tienen que ir a la cantina para bailar; puede ir a los sitios de reunión de los metodistas o de los mormones. Hace unos meses platiqué con un joven con un ojo morado, y me explicó que la noche anterior él fue al baile patrocinado por la Iglesia Metodista, y que de esto resultó un pleito con otro joven. ¡Qué sistema religioso! Provee fa­cilidades para satisfacer y gratificar los deseos carnales de sus jóvenes.

      3. El mormonismo. Su fundador famoso, José Smith, murió habiendo pasado sus últimas horas tomando, fumando y tratando de matar a otros, nada más que su pistola falló (según el Journal of History, p. 410, octubre de 1918). Este es el hombre que rechazó la fuente de agua viva, las Sagradas Escrituras, para dar al mundo el Libro de Mormón, La Perla de Gran Precio y otros libros.

      Un fiel mormón no puede tomar una Coca Cola ni una taza de café, pero sí puede bailar (la misma iglesia los patrocina).

      Los mormones enseñan casa por casa, lle­vando la Biblia, pero la llevan solamente para destruir la fe de los que creen que solamente la Biblia es inspirada. Hermano, si usted no piensa enseñar a los "Elderes" que le visiten, entonces es recomendable que no les admitan en su casa (2 Juan 9-11). Los mormones no pueden convertir ni una persona al mor­monismo sin destruir su confianza en la Biblia, diciéndole que no fue traducida correctamente.

      Y lo absurdo es que ellos quieren sustituir la Biblia con las "joyas literarias" que su fun­dador entregó al mundo. ¡Y qué substituto! Una Cisterna Rota.

Dentro de la iglesia

      Aun más seria es la misma actitud de parte de nuestros propios hermanos. Condenamos con severidad las prácticas y las doctrinas de los católicos, "testigos", mormones y otros gru­pos religioso, porque estos rechazan a la Biblia como la Corte Suprema en cuestiones de fe y práctica.

      Pero entonces los hermanos liberales cometen el mismo error, porque para justificar sus prácticas humanas, dejan la fuente de agua viva, y cavan para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

      Siempre hemos predicado que cualquier cosa que enseñemos o practiquemos debe ser autorizada por las Escrituras (1) por medio de una declaración explícita, o (2) por medio de algún mandamiento claro o (3) por medio de un ejemplo apostólico, o (4) por medio de al­guna inferencia necesaria. Esto es correcto y seguro. Pero ahora los hermanos liberales manifiestan mucha indiferencia hacia la autori­dad bíblica, diciendo que estos no son los únicos medios de descubrir la verdad. Critican la impor­tancia de los ejemplos apostólicos, y dicen que la inferencia necesaria es solamente razo­namiento humano. Este cambio de actitud de parte de ellos se debe a su deseo de justificar las prácticas sectarias que han adoptado.

      Estos hermanos se han dedicado a trans­formar la iglesia de Cristo en otra denomi­nación que obre por medio de instituciones humanas. No están satisfechos con la fuente de agua viva, sino quieren cisternas rotas que no retienen agua. Son como los israelitas que querían ser como las "naciones".

      La iglesia debe hacer su propia obra de en­señar, de ministrar y de evangelizar, pero mu­chos hermanos no lo quieren así. No quieren que la iglesia haga su propia obra, sino que la iglesia obre por medio de instituciones hu­manas e iglesias patrocinadoras.

      Dios no autoriza tales cosas, pero así hacen las denominaciones. Entre las sectas, cada de­nominación tiene sus escuelas, sus hospitales o clínicas, sus asilos para huérfanos y ancianos, sus casas de publicación, y otras instituciones. Las congregaciones locales -- con la ofrenda y con varios métodos humanos de reunir fondos -- sostienen estas instituciones. Las denomina­ciones hacen su obra (de enseñar, ministrar o evangelizar) por medio de estas instituciones.

      Muchos predicadores, ancianos y otros miembros de las iglesias de Cristo, han insistido en que las iglesias de Cristo hagan lo mismo; es decir, que las muchas congregaciones locales hagan la obra del Señor por medio de las clíni­cas, las escuelas, los asilos y otras instituciones e iglesias patrocinadoras. Creen que todas es­tas organizaciones hacen "una buena obra".

      No es malo establecer escuelas, clínicas, asilos, etc. como empresa privada, pero no es obra de la iglesia. Como dice Pablo con respecto a los deberes individuales, "no sea car­gada la iglesia" 1 Tim. 5:16. La iglesia local tiene su obligación y debe cumplir con ella, pero la iglesia local no debe pagar alguna institución cierta cantidad de dinero cada mes para que ésta haga la obra de aquélla.

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