Es usted Teófilo?

(Sermón sobre Hechos de los Apóstoles)

      Esta pregunta me la hizo recientemente un mormón (uno de los "élderes jóvenes"). En su esfuerzo vehemente por destruir la importan­cia de la Biblia, enseñó que ella no tiene apli­cación ahora excepto en ciertos puntos que, al estilo mormón de torcerla, parezca apoyar doc­trina mormona.

      ¿Es usted Teófilo? Si no, entonces, según los mormones, el libro de Hechos no le propor­ciona ningún beneficio, porque no fue escrita a usted y no es para usted.

¿El Nuevo Testamento sin Hechos?

      Pero ¿cómo sería el Nuevo Testamento sin el libro de Hechos? ¡Qué incompleto!

      En los libros que registran la vida de Cristo hay muchas promesas:

      1. Mateo 3:11, "el que viene tras mí ... os bautizará en Espíritu Santo". Pero no encon­tramos el cumplimiento de esta promesa en Mateo, sino en Hechos capítulo 2.

      2. Mateo 16:18, 19 "sobre esta roca edifi­caré mi iglesia". Pero no encontramos el cumplimiento de esta promesa en Mateo, sino en Hechos 2.

      3. Marcos 9:1 "De cierto os digo que hay al­gunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder". En los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan hay varios textos que hablan de la promesa del poder, pero no en­contramos el cumplimiento de esta promesa en ellos, sino en Hechos. En estos libros leemos de la promesa de la venida del reino (Marcos 1:15 dice, "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;" véanse también Mateo 3:2; 10:7; Lucas 10:9; 23:51).

      4. Juan 14:25, 26, "el Consolador, el Es­píritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho". Esta promesa se repite en Juan 15:26; 16:7-15; Luc. 24:49, pero no encontramos el cumplimiento de esta promesa en los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento, sino en el quinto (Hechos).

Ahora léanse las epístolas

      Al leer las epístolas encontramos estas promesas ya cumplidas. El reino ya existe (Col. 1:23; Heb. 12:8; 1 Tes. 2:12). Las cartas no dicen que debemos orar, "venga tu reino" (Mateo 6:10), porque ya vino. Pero ¿cuándo vino?

      El Espíritu Santo ahora está guiando a los apóstoles a toda verdad (2 Ped. 1:3; 2 Tim. 3:16, 17; Judas 3), pero ¿cuándo vino el Espíritu Santo? ¿cuándo vino el poder de lo alto? Las epístolas no dicen.

      Estas epístolas se dirigen a las iglesias (1 Cor. 1:1, 2; etc.), pero ¿cuándo se estableció la iglesia? ¿dónde? ¿cómo? ¿dónde hallamos la información sobre este asunto tan importante?

La gran comisión

      En Mateo 28:18-20 Jesús dice, "Toda potes­tad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y haced discípulos a todas las na­ciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he man­dado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén". (Marcos 16:15, 16; Lucas 24:46-49).

      Al leer las cartas es muy obvio que este mandamiento se ha llevado a cabo, que los apóstoles han ido a todas las naciones, predi­cando el evangelio (Romanos 10:10-17; Col. 1:23). Pero, ¿cuándo comenzaron? ¿Dónde es­tán los detalles?

      Lucas 24:49 dice, "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto". ¿Qué hicieron? El libro de Lucas termina con estas palabras.

El libro indispensable

      Se infiere entonces que hay un libro indis­pensable para contestar nuestras muchas pre­guntas y para decirnos del cumplimiento de muchas promesas encontradas en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y no explicadas en las epístolas.

      Es interesante saber que el mismo Lucas escribió el libro de Hechos de los Apóstoles, el quinto libro del Nuevo Testamento. El comienza este libro con las palabras siguientes: "En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de to­das las cosas que Jesús comenzó a hacer y a en­señar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había es­cogido" (Hechos 1:1, 2). En el v. 4 él repite lo que dijo en Lucas 24:49; enfatiza la promesa dada por Juan (acerca del bautismo en el Es­píritu Santo) en el v. 5; da los detalles de la as­censión de Jesús en los vv. 9-11; y la selección de Matías en los vv. 12-16.

Hechos de los Apóstoles (2)
Obras del Espíritu Santo
La iglesia (el reino)

      Muchas promesas encontradas en los li­bros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan se cumplen en este capítulo: los apóstoles fueron bautizados en el Espíritu Santo (1-4) y con este poder el reino vino (Marcos 9:1; Lucas 24:49; Hechos 1:8). Leemos del establecimiento de la iglesia que Jesús prometió edificar (Mat. 16:18). Pedro y los apóstoles tenían las llaves para abrir las puertas del reino, (Mateo 16:19; 18:18); es decir, predicaron el evangelio, anun­ciando los requisitos necesarios para entrar en el reino. (Compárese Lucas 11:52, el mal uso de las llaves del conocimiento de la voluntad de Dios).

Hechos 1:8
 Jerusalén, Judea, Samaria
y hasta lo último de la tierra

      Dice Cristo a los apóstoles poco antes de ascender al cielo: "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hech. 1:8).

      Así observamos los hechos (las obras) de los apóstoles en Jerusalén y en toda Judea en los capítulos 2-7. En el cap. 8 el evangelio se lleva a los samaritanos. En el cap. 10 vemos que los gentiles (Cornelio y su casa) oyen el evangelio por primera vez, y lo obedecen. Luego comen­zando en el cap. 13 Pablo, Bernabé y sus com­pañeros hacen sus viajes largos llevando el evangelio hasta "lo último de la tierra". "Desde Jerusalén ... hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo" (Rom. 15:19).

Otros asuntos muy importantes

      Aparte de la venida del Espíritu Santo, el establecimiento y crecimiento de la iglesia (o sea el reino), también leemos en este libro de la persecución severa contra la iglesia. Pero se observa que todas estas cosas contrarias se convirtieron en oportunidades (8:4; 11:19). Desde el cap. 21 hasta el 28 leemos de Pablo como prisionero, "mas la palabra de Dios no está presa" (2 Tim. 2:9). Sus prisiones le dieron la oportunidad de predicar a concilios de judíos y paganos, a gobernadores y a reyes.

      Los ejemplos o casos de conversión en este libro son modelos para nosotros. En estos ve­mos claramente el plan de Dios para nuestra salvación. Estúdiense detenidamente los siguientes capítulos: 2, 8, 9 (22, 26), 10, 16, 18, y 19.

      Mucho se aprende en este libro tocante al culto a Dios: 2:42, 47; 4:23-31; 20:7, 8, 36-38.

      El Señor nos proporciona el dechado para la obra de benevolencia (sea del individuo o de la congregación (2:44, 45; 4:32-37; 6:1-7; 9:36-39; 11:27-30).

¿Es usted Teófilo?

      Es posible que sí. No se puede afirmar con toda confianza que esta palabra se refiera a cierto hombre; la palabra quiere decir "amador de Dios" y toda persona que ama a Dios obe­dece las instrucciones del libro de los Hechos. Pero si "Teófilo" era hombre en particular, también los corintios eran personas en particular, pero las cartas para ellos fueron dirigidas a "la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser san­tos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor". Por lo tanto, este libro importantísimo debe ser estudiado por todos. Desde luego, los mormones no tienen in­terés en hacerlo, pero es una guía indispen­sable para la verdadera iglesia de Cristo.

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