Salmo 119

      El Salmo 119 es el Salmo más largo y el capítulo más largo en la Biblia. Consta de 176 versículos y estos se dividen en 22 secciones de ocho versículos cada sección. El encabezado de cada sección es una letra del alfabeto hebreo. En la versión hebrea cada frase comienza con la letra que es el encabezado de la sección. Esto facilitaba al hebreo la memorización del salmo.

      El tema de este salmo es la ley de Dios como la única regla de vida.

      El propósito del salmo es la exaltación de la palabra de Dios. Es el tesoro más grande en el mundo. Nos conviene exaltarla en nuestra vida. La Biblia es menospreciada hoy día en todas partes del mundo y en muchas maneras (por ejemplo, por la prensa, por las escuelas, por el cine y la televisión, y aun por las igle­sias). La mayoría de los profesores y alumnos en los seminarios religiosos no creen que la Biblia es inspirada, que Jesús nació de una vir­gen, que hizo milagros y resucitó de los muer­tos. En Los Estados Unidos se prohibe que se lea la Biblia en las escuelas públicas, pero se enseña la evolución desde el jardín de niños hasta la universidad.

      Lo más lamentable es que aun algunos de nuestros hermanos en Cristo están perdiendo su fe en la autoridad de Biblia. Dicen algunos que la Biblia no es libro autoritario; no creen que es "esa clase de libro".

      Por lo tanto, vemos lo urgente de estudiar este excelente salmo que exalta la palabra de Dios. Afirma que la palabra de Dios es el camino de Dios, Sus testimonios, Sus man­damientos, Sus preceptos, Sus dichos, Sus juicios, Su justicia, Sus estatutos, y Su verdad.

      En este estudio del salmo se presentan tres pensamientos: (1) La exaltación de la palabra de Dios; (2) Nuestra responsabilidad hacia la palabra de Dios; y (3) Las bendiciones recibidas por los que aman y siguen la palabra de Dios.

I. La exaltación de la palabra de Dios.

      A. La ley de Dios. V. 1, "Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová". La palabra de Dios es una ley, y si no guardamos Su ley, no somos Sus hijos y no somos salvos. Muchos quieren libertad. En Es­tados Unidos hay muchas manifestaciones políticas (algunas ilegales) para levantar protestas contra el gobierno. Se practica lo que se llama "la desobediencia civil" (si es desobe­diencia, no es civil, sino rebelión). Muchos gri­tan "libertad", pero vivimos bajo ley, la ley del gobierno, de la escuela o del hogar. Sobre todo vivimos bajo la ley de Dios. Los que se rebelan contra la ley del gobierno se rebelan también contra la ley de Dios (Rom. 13:1-7). Las mu­jeres que se rebelan contra sus maridos se re­belan contra la ley de Dios (Efes. 5:22-32).

      1. Sant. 1:25, "Mas el que mira atenta­mente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventu­rado en lo que hace". Vivimos bajo la "perfecta ley" de Cristo. Véanse Rom. 8:2, "la ley del Es­píritu de vida en Cristo Jesús"; 1 Cor. 9:21, es­tando "bajo la ley de Cristo".

      2. No vivimos bajo la ley de Moisés (Col. 2:14; Heb. 7:12; 10:9). No debemos estar suje­tos a las tradiciones de los hombres (Mat. 15:8,9; Col. 2:8,20-23).

      B. La verdad. V. 86, "Todos tus man­damientos son verdad". V. 151, "La suma de tu palabra es verdad".

      1. Nada de fábulas. 2 Ped. 1:16, "no ... siguiendo fábulas artificiosas, sino como ha­biendo visto con nuestros propios ojos su ma­jestad".

      2. La palabra "verdad" significa lo que es conforme a la realidad. Cuando la Biblia habla de la creación del universo, dice la verdad (la realidad). El testimonio de la Biblia es con­forme al hecho de las cosas. Cuando habla del diluvio, de la destrucción de Sodoma y Go­morra, de Jonás y el gran pez, del nacimiento y la resurrección de Jesús, dice la verdad, porque estos son hechos históricos. El hombre no puede negar ningún detalle de lo que la Biblia dice. Rom. 3:4, "antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso".

      3. Qué lástima que no sea posible enseñar la palabra de Dios en las escuelas públicas. Se permite que se niegue y se haga burla de la Biblia, pero no se permite que sea enseñada como verdad en esta nación "cristiana". La evolución se puede enseñar, pero la Biblia no.

      C. Es fiel. V. 138, "Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles".

      1. Cuando la Biblia habla de Adán y Eva, es fiel, porque cuando éstos desobedecieron la prohibición de Dios, se cumplió la palabra de Dios que les dijo que si comían del fruto pro­hibido morirían.

      2. Cuando la Biblia habla del diluvio, es fiel, porque Dios prometió destruir la tierra con agua y lo hizo.

      3. Cuando la Biblia habla de las promesas hechas a Abraham (Gén. 12:1-3), es fiel, porque esas promesas se cumplieron al pie de la letra. Conforme a esas promesas Dios le­vantó de los descendientes de Abraham una gran nación, les dio la tierra de Canaán, y en la simiente de Abraham (Cristo) todas las na­ciones han sido bendecidas.

      4. También la Biblia es fiel cuando dice, "El que creyere y fuere bautizado será salvo, y el que no creyere será condenado" (Mar. 16:16).

      D. Es amplia. V. 96, "Amplio sobremanera es tu mandamiento"

      1. Mat. 7:14 dice que el camino es angosto. ¿Por qué dice Sal. 119:96 que el mandamiento de Dios es amplio? Esta palabra indica su per­fección.

      2. La palabra de Dios contiene instrucción e información acerca de todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3). Explica todas las circunstancias de la vida. Con la palabra de Dios como guía podemos resolver todos los problemas de la vida. "Toda la Escri­tura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea per­fecto, enteramente preparado (equipado) para toda buena obra".

      E. Es permanente en los cielos. V. 89,91, "Para siempre, oh Jehová, permanece Tu pa­labra en los cielos ... Por tu ordenación subsis­ten todas las cosas hasta hoy". La palabra de Dios está grabada o registrada en los cielos.

      1. Mat. 16:19, Jesús dice a Pedro, "todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos"; lo repite a todos los apóstoles (Mat. 18:18). Los apóstoles fueron guiados por el Espíritu Santo a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13) y, por lo tanto, lo que enseñaron, comenzando el día de Pentecostés cuando fueron bautizados en el Espíritu Santo, fue el mensaje divino, la palabra de Dios que estaba grabada o registrada en los cielos. El mensaje del cielo es el mensaje entregado por los após­toles inspirados.

      2. Las doctrinas humanas son revisadas y cambiadas continuamente. Todas las denomi­naciones revisan y corrigen de vez en cuando sus credos. La Iglesia Católica Romana ha "modernizado" varias doctrinas. Vemos, pues, que las doctrinas de los hombres no son per­manentes, pero la palabra de Dios no necesita de revisiones. "Para siempre, oh Jehová, per­manece tu palabra en los cielos".

      F. Es maravillosa. V. 129, "Maravillosos son tus testimonios; por tanto los ha guardado mi alma".

      1. Son maravillosos porque son apropiados para nuestra vida diaria, para el tiempo de prueba (cuando hay adversidades, aflicciones, sufrimientos por cualquier causa), y también para el tiempo de la prosperidad.

      2. Son maravillosos para guiarnos en crear a nuestros hijos, en dirigirnos en el empleo o en los negocios, y en cumplir con todas nuestras responsabilidades en esta vida. La palabra de Dios nos guía en hacer decisiones buenas. Nos da buen discernimiento. Nos da la sabiduría "que es de lo alto", la sabiduría que es pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (Sant. 3:17).

      3. Con razón el v. 105 dice, "Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino".

II. Nuestra responsabilidad.

      A. Debemos andar en ella. V. 1, "Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová". Juan 14:6, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Debemos andar con­forme a la palabra de Cristo. Somos peregrinos en este mundo, y tenemos que seguir el mapa que Dios nos ha facilitado. V. 19, "forastero soy yo en la tierra". Véase 1 Ped. 1:17; 2:11.

      B. Buscar a Dios con todo el corazón. V. 2, "Bienaventurados los que guardan tus testimo­nios, y con todo el corazón le buscan". V. 10, "Con todo mi corazón te he buscado. No me dejes desviarme de tus mandamientos". V. 31, "Me he apegado a tus testimonios". V. 34, "Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón".

      C. Alabar a Dios. V. 7, "Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus jus­tos juicios". El que en verdad aprecia la ley de Dios, el que sinceramente quiere exaltarla, de­sea también alabar a Dios. V. 62, "A me­dianoche me levanto para alabarte".

      D. Los jóvenes también son responsables delante de Dios. V. 9, "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

      1. Los jóvenes han sido víctimas de muchos líderes ambiciosos. Los comunistas se interesan mucho en la juventud. Muchos movimientos indignos buscan talento entre los jóvenes. Dios quiere ganar el corazón de los jóvenes para el bien de ellos (Efes. 6:3, "para que te vaya bien"). Los quiere bendecir.

      2. 1 Reyes 2:4, David dice a Salomón, "Si tus hijos guardaren mi camino, andando de­lante de mí con verdad, de todo su corazón y toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel". De la misma manera si en­señamos fielmente a nuestros hijos, la causa de Cristo será estimada como importante por ellos y también por sus hijos.

      E. Debemos estudiar y entender la pa­labra. V. 34, "Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón".

      1. Dios nos da el entendimiento, pero tenemos que poner nuestra parte (Juan. 5:39; Hech. 17:11; Efes. 5:17; Col. 3:15).

      2. El tiempo dedicado al estudio bíblico por la mayoría de los miembros de la iglesia es muy corto. Es limitado por el trabajo, por la es­cuela, por los deportes, otras diversiones y las muchas actividades de la vida. Lamentable­mente hay hermanos que no asisten fielmente a las reuniones de la iglesia.

      3. Como consecuencia de esta negligencia, muchos no pueden decir como David, "de tu ley no me he olvidado" (v. 153), ni tampoco pueden decir, "en mi corazón he guardado (atesorado) tus dichos, para no pecar contra ti" (v. 11).

      F. Enseñarla. V. 46, "Hablaré de tus testi­monios delante de reyes, y no me avergonzaré". V. 172, "Hablará mi lengua tus dichos porque todos tus mandamientos son justicia". Haremos esto si estamos preocupados por los perdidos como lo era Pablo (Rom. 10:1). V. 136, "Ríos de agua descendieron de mis ojos porque no guardaban tu ley". ¿Cuántos hermanos han derramado ríos de agua por los perdidos?

      G. Ser compañeros de los fieles. V. 63, "Compañero soy de todos los que temen y guardan tus mandamientos". Tenemos esto en común con los hermanos fieles y esto nos hace unidos.

      1. Todos los que temen a Dios y guardan sus mandamientos son miembros de la iglesia y todos son hermanos en Cristo.

      2. A los del mundo ya los dejamos. Ya no somos compañeros de los sectarios. Ellos ya no nos quieren, y no tenemos comunión con ellos. Como los judíos consideraban a Pablo como traidor, así nos consideran algunos de nuestros compañeros anteriores. Pero, gracias a Dios, ahora tenemos una familia nueva. Véase Mar. 10:29,30.

      H. Aborrecer lo malo. V. 104, "De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira". Todo camino falso es aborrecido por Dios, y el que ama la ley de Dios también aborrece todo camino falso. Cristo aborrece la doctrina falsa, Apoc. 2:6.

III. Las bendiciones dadas por Dios a los que estiman su palabra y la siguen.

      A. La felicidad. V. 1, "Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová". Todos quieren la felicidad, pero la mayoría no sabe dónde y cómo hallarla. La buscan en los placeres mundanos, en el servicio a Mamón, en la popularidad, en la política, etc. y nunca la hallan. La persona feliz es la que oye y estudia la palabra de Dios, y la sigue de corazón. En el hogar feliz la Biblia es leída y enseñada con el fin de practicarla.

      B. La limpieza espiritual. V. 9, "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Cuando cometemos pecado, la única manera de corregirnos y limpiar nuestro camino es obedecer la palabra de Dios. Véanse Hech. 22:16; 1 Ped. 1:22, "habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad".

      C. La libertad. V. 45, "Y andaré en liber­tad, porque busqué tus mandamientos". Juan. 8:32, "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". ¿Libres de qué? ¿Qué significa la liber­tad? Cuando obedecemos la palabra de Dios, quedamos libres de la culpa y del dominio del pecado, y libres de la ignorancia y las supersti­ciones que dominaban nuestra mente. En la obediencia nos  despojamos de nuestra vida pasada.

      D. Estar cerca de Dios. V. 151, "Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos son verdad". Piénselo bien, Dios está tan cerca como su Biblia. Al leer la palabra de Dios, es­tamos cerca de Dios. Dios y Su palabra son in­separables.

      E. El consuelo. V. 50, "Ella es mi consuelo en mi aflicción". V. 71, "Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatu­tos". La humillación sirve de bendición si nos lleva a aprender los estatutos de Dios. Hay personas que por causa de su aflicción se alejan más de Dios (algunos culpan a Dios por su aflicción), pero los que aprecian y exaltan la palabra de Dios se acercan más a Dios en la hora de aflicción, y la palabra es su gran con­suelo.

      F. La paz. V. 165, "Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo". Fil. 4:7, "y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".

      G. Nos hace sabios. V. 98,99, "Me has he­cho más sabio que mis enemigos con tus man­damientos ... Más que todos mis enseñadores he entendido". La persona que tiene pleno conocimiento de la palabra de Dios puede en­frentar a cualquier oponente. Es más sabio que sus maestros.

      H. La esperanza. V. 49, "Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has he­cho esperar". Muchos dicen que quieren y piensan ir al cielo pero ¿cuál es la base de su esperanza? La única esperanza verdadera se basa en aprender, amar, apreciar y obedecer la palabra de Dios.

Conclusión:

      A. V. 18, "Abre mis ojos y miraré las ma­ravillas de tu ley". Espero que este estudio nos haya ayudado a abrir nuestros ojos para apre­ciar más las maravillas de la ley de Dios.

      B. Recordemos siempre el v. 11, "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti".

      (El hno. Robert Jackson, de Nashville, Ten­nessee, predicó una serie de cinco sermones en San Antonio, Texas, sobre este salmo. El hno. Bill Reeves oyó los sermones, me  envió copia de sus notas, y han servido como la base de este sermón, uno de mis favoritos.)

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