“Te encargo solemnemente”

2 Timoteo 4:1

Introducción.

            A. “Te encarezco” = te encargo solemnemente.

            B. 1 Tim. 5:21, “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”. 2 Tim. 2:2, “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.

I. Delante de Dios y del Señor Jesucristo

            A. Que juzgará a los vivos y a los muertos – 1 Tes. 4:16, 17. Un día pronto todos seremos juzgados. Nuestra obra será comprobada. Pablo le encarga, pues, en vista del juicio final. Mat. 25:31-46; 2 Cor. 5:10. Es muy obvio en los escritos de Pablo que este pensamiento siempre estaba en su mente.

                        1. Rom. 2:5, “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,  6  el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7  vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,  8  pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;  9  tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,  10  pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;  11  porque no hay acepción de personas para con Dios”. V. 16, “en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”.

                        2. Hech. 17:30, “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;  31  por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”; Hech. 10:42, “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”.

                        3. 1 Cor. 4:3-5, “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.  4  Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.  5  Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”.

                        4. Véanse también 1 Tes. 4:15-17; Apoc. 20:11-13.

            B. en (por, LBLA) su manifestación (epifaneia)“La aparición del emperador en cualquier lugar era su epifaneia. Obviamente cuando el emperador debía visitar cualquier lugar, todo se ponía en perfecto orden. Se barrían y adornaban las calles, se ponía todo el trabajo al día. Se blanqueaba y decoraba la ciudad para que estuviera lista para la epifaneia del emperador” (WB).

                        1. 1 Tim. 6:14, “que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo”; Tito 2:13, “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”.

                        2. Esta palabra se usa también de su primera venida (1 Tim. 3:16; 2 Tim. 1:10).

            C. y en (por, LBLA) su reino – 4:18, “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial”; 2 Ped. 1:10, “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.  11  Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Este texto no dice que Cristo vendrá para establecer su reino, pues ya lo estableció en su primera venida (Col. 1:13; 1 Cor. 15:24-26).

II. Que prediques la palabra –

            A. “Predicar” es ser proclamador o heraldo del mensaje del rey. Hech. 8:5, “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo … 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres … 35  Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.  36  Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?  37  Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.  38  Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”. El evangelista debe proclamar toda la verdad (Hech. 20:20, 27). Debe predicar Mat. 16:24, “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. El evangelio contiene hechos que creer, mandamientos que obedecer y promesas que gozar.

            B. 2 Tim. 2:15, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

            C. 1 Ped. 4:11, “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”. 2 Tim. 3:16, 17.

            D. Es interesante observar términos sinónimos con “palabra” en Hech. 13:5, “la palabra de Dios”; 13:7, “la palabra de Dios”; 13:8, “la fe”; 13:10, “los caminos rectos”; 13:12, “la doctrina del Señor”.

            E. Algunos hacen distinción falsa entre “el evangelio” y “la doctrina”, diciendo que evangelio significa las buenas nuevas acerca de Cristo (1 Cor. 15:1-4), proclamadas en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, mientras que doctrina es lo que se enseñaba después del día de Pentecostés. Dicen esto para afirmar que se puede tener comunión con todos los que creen en Cristo aunque estemos bien divididos en cuanto a doctrina. La Biblia no hace tal distinción. Por ej., 1 Tim. 1:10, 11, “la sana doctrina … según el glorioso evangelio”.

            F. ¿Qué significa “predicar la palabra”? Léase el resto del versículo. ¿Qué predicaron los profetas (por ej., Jonás), Noé, Juan el bautista y los apóstoles? ¿Qué predicó Felipe? (Hech. 8:5, 12).

III. El encargo:

            A. Que instes (insiste, LBLA) a tiempo y fuera de tiempo – Rom. 12:11, “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;  12  gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. El evangelista fiel busca oportunidades para predicar la palabra, como “Judas buscaba oportunidad para entregarle” (Mar. 14:11). Recuérdese que para la mayoría de los hombres no hay tiempo oportuno para oír el evangelio. Hech. 24:25, “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Felix se espantó y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré”. Sin embargo, para la verdad no hay tiempo inoportuno. El evangelista debe poner su vida y su enseñanza bajo la dirección del Espíritu Santo por medio de las Escrituras (3:16,17) y siempre estar alerta y listo para llevar a cabo su obra (HAWM).

            B. Redarguye, elencho, 3:16. Convencer de culpa. Poner en evidencia, hacer que el pecador se dé cuenta de su pecado, que está en el camino equivocado. Redargüir significa obligar al hombre a verse tal cual es (WB). Jesús preguntó, “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Jn. 8:46. “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele (redarguye, elencho) estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”, Mat. 18:15; “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas (redargüidas, elencho), Jn. 3:20; “Y cuando él venga, convencerá (redargüirá, elencho) al mundo de pecado, de justicia y de juicio”, Jn. 16:8. También significa refutar, reprender: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas (redargüidlas, elencho), Efes. 5:11.

            C. Reprende. epitimao. Jesús reprendió a los espíritus inmundos (Mat. 17:18, etc.), el viento ( Mat. 8:26), la fiebre, (Luc. 4:39) y a los discípulos (Mar. 8:33; Luc. 9:55).Tito 2:15, “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (desde luego, cuando alguno reprende ahora, debe ser con la plena autoridad de textos bíblicos bien usados, y no por la autoridad de la opinión humana);  Mat. 16:22, Pedro comenzó a reconvenirle, pero en turno él mismo fue reprendido por el Señor: “23  Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”; Mateo 23 es un ejemplo claro de la reprensión de parte de Jesús de la hipocresía de los fariseos y escribas;  Hech. 5:3, “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?  4  Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios”; Hech. 13:10, “¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?”; Hech. 13:46, “Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; más puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”.

            Otra palabra semejante es “resistir”. Por ej., Gál. 2:11, “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar”.

            El pecado nos aleja de Dios (Isa. 59:1, 2); es necesario, pues, que todos se den cuenta de su gravedad. El pecado no debe ser emblanquecido sino expuesto y reprendido.

            Es necesario reprender de la manera más directa y aun severamente al que rehúse arrepentirse de sus pecados.

            D. Exhorta – Anima a que obedezcan, que actúen, que sean fieles. 1 Tes. 2:7, “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.  8  Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos”; 2:11, “así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros”. Véanse Heb. 3:12; 13:22.

            E. Con toda paciencia (longanimidad, extremada paciencia, paciencia sin límites) – 3:10, “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad”. “Crisóstomo dice que es la gracia del hombre que pidiéndose vengar no lo hace; del que es lento para la ira. Lo que más ilumina su significado es su uso muy común en el Nuevo Testamento con respecto a la actitud de Dios y de Jesús hacia los hombres (Rom. 2:4; 9:22; 1 Tim. 1:18; 1 Pedro 3:20). Si Dios hubiera sido hombre, hace tiempo que hubiera levantado su mano para destruir este mundo; pero tiene tal paciencia que soporta todos nuestros pecados y no nos desecha. En nuestras vidas, en nuestra actitud y nuestros tratos con nuestros semejantes debemos reproducir esta actitud de Dios hacia nosotros, de amor, tolerancia, perdón y paciencia” (WB). De esto habla Pedro en 2 Ped. 3:15, “Y tened entendido que la paciencia (longanimidad) de nuestro Señor es para salvación”.

            Véanse también 2 Cor. 6:6; Col. 1:11; 3:12; Gál. 5:22; Efes. 4:2.

            F. y doctrina – Siempre enseñando y aplicando la Palabra. Muchas exhortaciones no llevan peso porque no son doctrina, no son textos bíblicos, sino solamente las palabras del que hable. Lamentablemente hay hermanos que “predican” muchos sermones sin casi nada de Biblia. Es el puro hablar de ellos. Hay hermanos que tienen el “don” de hablar. Tienen un vocabulario sin límite, y pueden en cualquier momento, sin previo aviso, hablar sobre mil temas, pero ¿qué dicen? ¿qué tanto edifican? Aun reprenden sin usar textos bíblicos, pero ¿qué clase de reprensión es? ¡Que toda la predicación, reprensión y exhortación sea con doctrina!

            G. ¿Con qué propósito? Para salvar almas, para rescatar del error. Mat. 18:15; Gál. 6:1; Sant. 5:19, 20. No queremos que el pecador se desespere, sino que entienda que el camino del Señor es mucho mejor que su camino equivocado. Si el predicador o maestro sólo quiere reprender para poder cortar de comunión, no tiene el espíritu de Cristo. Cristo y los apóstoles enseñaban, predicaban, reprendían, y exhortaban para salvar y edificar almas.

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