El ministerio de sufrimiento

2 Corintios 4:7-18

Introducción.

            A. Mat. 10:24, “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25  Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Con estas palabras Jesús envió a los apóstoles a predicar a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Les habló de lo que iban a sufrir por Su nombre.

            B. Hech. 9:15, “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;  16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.” Así dijo el Señor a Ananías acerca de Saulo de Tarso. Lucas registra muchos de los sufrimientos de Pablo (Hech. 21-28).

            C. En la segunda carta de Pablo a los corintios leemos de su ministerio de sufrimiento.

I. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro.

            A. El “tesoro” es el evangelio y los “vasos de barro” son los apóstoles que lo llevaban a todas las naciones.

            B. Los “vasos de barro” eran los vasos comunes que se usaban en todos los hogares. No eran costosos ni elegantes. Más bien eran frágiles y frecuentemente se quebraban.

            C. ¿Por qué depositar un tesoro tan precioso en vasos tan comunes y frágiles?

                        1. Seguramente los hombres no actúan de esta manera.

                        2. Pero recordemos Isa. 55:8, “8  Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.  9  Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

                        3. También 1 Cor. 1:26, “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;  27  sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;  28  y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,  29  a fin de que nadie se jacte en su presencia”.

II. Para que la excelencia (la extraordinaria grandeza, LBLA) del poder sea de Dios, y no de nosotros.

            A. Hay un contraste grande entre “tesoro” (el evangelio, la extraordinaria grandeza del poder de Dios) y los “vasos” tan frágiles de barro (no sólo hombres, sino hombres que ante los ojos del mundo eran insignificantes). ¿Quién no puede ver este contraste tan significativo?

            B. Pero si Cristo hubiera escogido a príncipes y ricos para ser sus apóstoles, entonces sin duda el éxito del evangelio no se habría atribuido a Dios, sino a estos hombres “tan importantes”, pero en realidad los apóstoles escogidos por Cristo eran hombres comunes (p. ej., cuatro de ellos eran pescadores).

III. Aparte de ser hombres no famosos, se veían aun más “débiles” porque sufrían mucho.  Sin embargo, superaban las pruebas, porque gozaban de la ayuda de Dios.

            A. 4:8, “que estamos atribulados (prensados como uvas) en todo, mas no angustiados (no agobiados, LBLA; estrechados, estar en un lugar angosto, ATR; aplastados, FL)”

            B. 4:8, “en apuros (apurados, LBLA, FL, perplejos), mas no desesperados (estar totalmente sin carente de camino … sin rumbo, sin recursos”. “Un juego de palabras sumamente eficaz aquí” (ATR; WEV): aporoumenoi, pero no exaporoumenoi.

            C. 4:9, “perseguidos, mas no desamparados”, Mat. 27:46;  (dejar atrás, dejados en medio del conflicto, ATR), pero Jesús había dicho, Mat. 28:20, “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Fil. 4:13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Desde luego, Pablo y los otros apóstoles no pudieron haber soportado tantas pruebas sin la ayuda continua de Cristo. Hech. 23:11, “el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (véase también Hech. 27:23, 24).

            D. 4:9, “derribados”, Hech. 14:19, “Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto”; “pero no destruidos”. ¡Cuántas veces estaba Pablo a la misma “puerta” de la muerte! La muerte era su “compañera” durante su ministerio. Verdaderamente era un “ministerio de sufrimiento”.

            E. 4:10, “llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús”.

                        1. Este lenguaje no es figurado, pues llevaban literalmente en sus cuerpos los golpes, azotes y heridas “de Jesús” (11:24-28).

                        2. 1 Cor. 15:31, “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero”.

                        3. Fil. 3:10, “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”.

                        4. Por lo tanto, todo lo que él está mencionando en los vers. 8 y 9 era en realidad una participación de los sufrimientos de Jesús. Tenían “comunión” o participación con Cristo en esto. 

            F. El sufrimiento de los apóstoles cumplía las palabras de Jesús: Jn. 15:18-21.

IV. ¿Con qué propósito sufrían los apóstoles de esa manera?

            A. 4:10, “para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. En el sufrimiento de los apóstoles por Cristo, la vida de Jesús se manifestaba. Se exhibió la muerte de Jesús en sus cuerpos, para poder exhibir la vida de Jesús. Los judíos y romanos lo crucificaron, pero El vivía, no sólo en el cielo a la diestra de Dios, sino también en sus apóstoles y en todos sus discípulos.

            B. 4:11,  Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal

            C. 4:12,  De manera que la muerte actúa en nosotros (pues eran simplemente vasos frágiles de barro), y en vosotros la vida”. No la “vida” de Jn. 10:17, 18, sino la vida de Jn. 14:6, pues Cristo es el Autor de la vida que fue publicada por el ministerio de los apóstoles.

Conclusión.

            A. ¿Cuándo recibieron esta vida los corintios? Hech. 18:10, “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados”. Después del bautismo, “nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Cor. 3:18). Esta es la vida de la cual Pablo habla.

            B. Esto siempre era el gran objetivo. Los apóstoles no sufrían en vano. No murieron en vano. Ellos perdieron su vida para hallarla. Mat. 10:39 “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”. Y a través de este ministerio en el cual la muerte actuaba en los apóstoles, la vida actuaba en los que fueron convertidos a Cristo por ese ministerio.

            C. El sufrimiento de su ministerio (descrito en los vers. 8, 9) continuaba durante toda su vida. Estaban continuamente atribulados, apurados, perseguidos y derribados, pero este ministerio de sufrimiento continuamente producía vida para los que fueron convertidos. “Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros” (4:15).

            D. 4:13, “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, {Sal. 116:10, la muerte era la compañera de David también} nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,  14  sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros”.

Al Estudio Anterior: El ministerio glorioso - 2 Corintios 3:7-11
Sermones Index
Al Siguiente Estudio: El ministerio de esperanza - 2 Corintios 4:16 - 5:10