Someteos los Unos a los Otros

Efesios 5:21

I. Someteos a Dios.

A.    Necesario para la salvación. Sant. 4:7, "Someteos, pues, a Dios". 1 Ped. 5:6, "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo".

B.     Implica la obediencia. La sumisión a Dios significa la obediencia a su voluntad. Mat. 16:24, "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame". Negarse a sí mismo significa someter la voluntad a Cristo y seguir su voluntad.

C.    Requiere la sumisión a otros. Pero Efes. 5:21 indica que la sujeción a Dios requiere que nos sometamos también los unos a los otros. "Someteos unos a otros en el temor de Dios".

II. ¿Someternos En Qué Sentido Unos a Otros?

A.   En el contexto. Efes. 5:21 introduce el tema de la sujeción de la mujer a su marido (5: 22-24); la sujeción de los hijos a sus padres (6:1-3); y la sujeción de los siervos a sus amos (6:5-8).

B.   En el sentido de imitar. 1 Cor. 16:15,16, "Hermanos, ya sabéis que la fa­milia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al ser-vicio de los santos. Os ruego que os su­jetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan". Debemos sujetarnos a los tales en el sentido de humillarnos y seguir su buen ejemplo de servir a otros.

C.   En el sentido de preferir. Fil. 12:10, "en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros". Honramos al hermano dán­dole preferencia, en lugar de insistir en que se haga la voluntad de nosotros. El hermano humilde (sumiso) honra y con­sidera a sus hermanos en Cristo. En lugar de buscar primer lugar y jefatura sobre los hermanos para poder imponer nuestra propia voluntad (como lo hizo Diótrefes, 3 Jn. 9), más bien buscamos alguna manera de servirles.

D.   El ejemplo de Pablo. No ha habido otro mero hombre más importante que el apóstol Pablo, pero él siguió el ejemplo de Jesucristo en humillarse delante de otros. Cuando los judaizantes querían circunci­dar a Tito y a otros hermanos gentiles, dice Pablo, "a los cuales ni por un mo­mento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros", pero dice en 1 Cor. 9:19-23, "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número ... Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos". Estos dos textos bien ilus­tran la manera en que no debemos someternos a otros y la manera en que debemos someternos a otros.

III. ¿Quiénes Deben Someterse?

A. Los maridos. En Efes. 5:22-24 Pablo enseña que las esposas deben sujetarse a sus maridos, pero entonces requiere que los maridos amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. El marido es la cabeza (director, supervisor) de su familia, pero está obligado a "entregarse" a su familia en servicio humilde para cuidar de ella. "Si alguno no provee para los suyos, y ma­yormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo" (1 Tim. 5:8). El marido es cabeza pero Pablo dice, "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos (o amargos) con ellas". 1 Ped. 3:7, "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida". Estos textos indican que aunque el marido es la cabeza de la familia, también es el siervo de la familia.

B.      Los ancianos. Heb. 13:17 dice, "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta". ¿Por qué deben los miembros sujetarse a los pastores (ancianos)? Porque ellos ve­lan por las almas de los miembros. Es un trabajo -- un servicio -- muy importante. "No teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey" (1 Ped. 5:3). Los ancianos (obispos, pastores) no son "señores", sino siervos de la iglesia.

C.          Cristo el perfecto ejemplo. Cristo es la Cabeza de la iglesia -- "éste es Señor de todos" -- pero vino al mundo para ser el siervo de todos. "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mat. 20:28). "Luego puso agua en un le-brillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos" (Jn. 13:5). Hizo el trabajo de los siervos aunque es Dios el Hijo. Aquí está la perfecta armonía entre la autori­dad y la humildad (el servicio). Recuérdese siempre que la única grandeza verdadera se halla en el servicio.

Conclusión.

A.   El requisito primordial. No será nada difícil que los ancianos, los evangelistas, los maridos, los amos y todos los her­manos se sometan unos a otros si se hu­millan para ser como niños (Mat. 18:3,4), para ser como siervos (Mat. 20:25-28) y si nadie tiene más alto concepto de sí que el que debe tener (Rom. 12:3).

B.   1 Ped. 5:6, "Humillaos, pues, bayo la poderosa mano de Dios". Si hacemos esto, nos será fácil obedecer lo que Pablo dice en Efes. 5:21, "Someteos unos a otros en el temor de Dios".

 

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