La Herencia del Cristiano, 1 Pedro 1:3, 4

 

Introducción

v  1 Ped. 1:4, “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.

v  Heb. 10:34, “Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.  35  No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón”.

 

I. Es llamada “recompensa”.

v  Mat. 5:12, “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón (recompensa) es grande en los cielos”.

v  Rom. 8:18, “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.

v  Heb. 11:6, “Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que le buscan”.

v  Col. 3:23, “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;  24  sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.

v  2 Jn. 8, “Tened cuidado para que no perdáis lo que hemos logrado, sino que recibáis abundante recompensa”.

 

II. No es como “deuda”. Dios no está obligado a perdonarnos y darnos herencia. Todo es por gracia.

v  Pero esto no significa que los fieles no son “dignos” porque dice Apoc. 3:4, “tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”.

v  Apoc. 19:8, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.

 

III. Conceptos erróneos.

v  Los que aceptan la teología calvinista repiten como loros que “somos pecadores”, “pecamos todo el tiempo”, “pecamos porque somos hombres (humanos)”, “no somos dignos de nada”. El calvinismo (pecado original, elección incondicional, expiación limitada, gracia irresistible, perseverancia de los santos) es doctrina falsa en los cinco puntos. El concepto de “recompensa” les inquieta.

v  1 Ped. 2:9, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

v  Somos la “creación”, la obra de Dios. Somos hijos de Dios. No somos pecadores, sino santos.

v  2 Cor. 4:17, “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria5:1  Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”.

 

IV. Salvación es gratis, Rom. 6:23, la dádiva de Dios. Por eso, ¿el hombre no hace nada? ¿Dios lo hace todo? ¿La salvación es incondicional? Claro que no. Desde Génesis hasta Apocalipsis la Biblia enseña que el hombre tiene que obedecer y ser fiel a Dios para obtener la salvación. Es “dádiva” porque el hombre no puede procurar (proveer) la salvación, pero el hombre es responsable ante Dios y tiene que aceptar lo que Dios le ofrece y lo acepta al obedecerle.

v  Luc. 14:28, “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?”

v  ¿Gastos para qué? ¿No es gratis la salvación? ¿No es “dádiva de Dios”? Sí, es gratis, pero es don que cuesta todo.

v  V. 33, “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”

v  No es por “fe sola” (como dicen los credos de iglesias evangélicas). Marcos 16:16, “el que creyere y fuere bautizado será salvo”. Hechos 2:38, “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Muchos pastores y evangelistas enseñan erróneamente que Pedro se dirige a dos grupos de personas (los que se arrepienten para perdón y otros que se bautizan no para perdón). Tales falsos maestros tuercen la Escritura (2 Ped. 3:16), no hay dos grupos. “Arrepentíos ( vosotros)” y “bautícese cada uno de vosotros”. Hay solamente un grupo de “vosotros” en este texto y 3000 de ellos simplemente se arrepintieron y fueron bautizados para perdón de sus pecados, y siendo salvos fueron añadidos a la iglesia (v. 47), la única iglesia que hay, la de Cristo.

 

V. Esperamos la herencia. Los israelitas esperaban “la tierra prometida” y pelearon muchas batallas para tomar posesión de su herencia. Pero nuestra herencia no es terrenal.

v  1 Cor. 15:19, “Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima”. La herencia terrenal más grande no se compara con la celestial.

 

VI. Importancia de nuestra herencia. Rom. 8:24, “en esperanza fuimos salvos”. 1 Tes. 5:8, “con la esperanza de salvación como yelmo”. Nos motiva a ser obedientes y fieles.

v  Nos da paz y tranquilidad (vence el afán). Nos da fuerza para soportar pruebas, para resolver problemas, y para resistir tentaciones.

v  La esperanza fija nuestros ojos en Jesús (Heb. 12:2) y nos transforma cada vez más a su imagen y semejanza (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

 

VII. ¿Quiénes son los 144,000? Apoc.14:1-5. “Y oí una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas”.

v  V. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono… y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido redimidos de la tierra”. Los 144,000 = los redimidos.

v  V. 4 Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. Los 144,000 = los rescatados.

v  La gran reunión. Apoc. 7:9, “vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos”.

v  La Nueva Jerusalén. Apoc. 21:2-4, “Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo…

v  V. 4, Dios “enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”.

v  No será “ciudad” como la conocemos. No habrá tiendas, oficinas, semáforos, rascacielos, mucho menos hospitales o funerarias – sino una gran asamblea de los redimidos.

 

VIII. Será herencia incorruptible. Mat. 6:20, “Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”.

v  1 Ped. 1:3, 4, “según su gran misericordia, (Dios) nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros”.

v  Apoc. 2:7, “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”. Pensemos en parques hermosos que conocemos.

v  Apoc. 21:23, “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”.

v  Apoc. 21:25, “Sus puertas nunca serán cerradas de día (pues allí no habrá noche)”.

 

IX. Apoc. 22:2, “Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán”. ¿Qué clase de servicio?

v  No se ha revelado, pero el servicio requerido ahora nos prepara para el servicio celestial. Asistir, adorar con gozo y gratitud, servir a Dios según sus enseñanzas.

v  Visitar y ayudar a los hermanos y otros; si no, no estaremos preparados para el cielo. Evangelizar, llevar el evangelio a los perdidos; de otro modo no estaremos preparados.

v  Si no nos gusta servir al Señor aquí en la tierra, no estaremos preparados para servir al Señor en el cielo.

 

X. Vida eterna. Esta es la verdad más incomprensible. Simplemente no somos capaces de comprender tal concepto. ¡NO TIENE FIN!

v  Rom. 2:6, “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7  vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad”.

v  Gál. 6:8, “el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

v  Mat. 25:46 “Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.

v  No por “largo tiempo”. Cuando Cristo venga, será el fin de lo que se llama “tiempo”. “Eterno” no es “tiempo”.

v  Tratar de imaginar la vida.. sin reloj, sin calendario, sin tinieblas, sin cambio de estaciones; sin medir el “tiempo”.

v  Tratar de imaginar el no envejecer. Nada de arrugas, canas, debilidades, dolencias. ¡Un mundo sin medicina! ¡Sin calmantes! (Tampoco habrá calmantes en el infierno).

 

XI. ¿Cómo están los muertos ahora? Fil. 1:23, “pues de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.”

v  Pero Luc. 16:24, “estoy atormentado en esta llama”. Peor que los dolores más severos del cáncer y otras enfermedades terminales. Sin morfina.

v  ¿Para los fieles será mejor en qué sentido? En todo sentido. Reposo, tranquilidad, sumamente contento, gozoso en extremo, no falta nada.

v  El espíritu está librado del cuerpo corruptible con sus enfermedades y de todos los demás problemas de esta vida.

v  1 Tes. 4:17, “Luego nosotros los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. “En casa” para siempre.

v  Tendremos nuevos cuerpos, pero no tendremos nuevos espíritus. El espíritu – la persona verdadera – no muere. Es eterna (“en la imagen de Dios”). Por eso, estar seguros que estamos preparados para aquel día. Mat. 25:1-13, que el Señor no diga, “no os conozco”.