FRUTO DEL ESPIRITU: PAZ

Introducción.

      A. No hay posesión más valiosa que la paz en el alma. El anhelo del hombre es vivir tranquilo. Y es lo que Dios quiere. Es lo que Jesús nos da. Isa. 9:6, “Príncipe de paz”. Luc. 2:14, “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace”. Juan 16:33, “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Col. 3:15, “Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones”.

       B. Mat. 11:28, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Esta es la descripción muy adecuada del mundo de pecado, decepción, violencia, etc. Isa. 48:22, “no hay paz para los malos, dijo Jehová”.

      C. Vivir con constante agitación de espíritu produce toda clase de problemas. Así son los del mundo pero cristianos son diferentes. Tienen paz en el alma.

      D. Sobre todo la falta de paz en el alma indica falta de fe en Dios y falta de espiritualidad. Indica que todavía andamos conforme a la carne y no conforme al Espíritu.  Rom. 8:5.

      E. Tener paz en el alma no es la ausencia de conflicto y problemas, sino tranquilidad de mente a pesar de conflictos y problemas. El cristiano puede tener paz y tranquilidad aun durante la tormenta más severa.

 

I. Para tener la paz verdadera en el alma es necesario obedecer a Dios. Rom. 5:1, “habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Esta justificación se describe en Rom. 6:3-7, 17, 18. Al obedecer al evangelio (oír, creer, arrepentirse, confesar, bautizado), tenemos paz con Dios. Quiere decir que El nos ha perdonado y ahora no hay enemistad porque nos ha reconciliado por medio del evangelio de Cristo (el evangelio de paz).

          A. Sal. 119:165, “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar”.

          B. Isa. 26:3, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado. El cristiano goza de una calma como la calma descrita en Mat. 8:26 cuando Cristo calmó la tempestad.

          C. Isa. 32:17, “El efecto de la justicia será paz; el resultado de la justicia será tranquilidad y seguridad para siempre”. Isa. 48:18, “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar”.

          D. Rom. 8:6, “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz”.

          E. Gál. 5:22, “Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe”.

          F. Gál. 6:16, “Para todos los que anden según esta regla, paz y misericordia sean sobre ellos, y sobre el Israel de Dios”.

          G. Sal. 29:11, “El Señor dará fuerza a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz”.

          H. Job 22:21, “Vuelva ahora en amistad con El, y tendrás paz”.

 

II. Muchos dicen “Paz, paz” cuando no hay paz. Jer. 6:14.

          A. En lugar de paz hay enemistad con Dios si no la obedecemos. Col. 1:21, antes de obedecer somos “extraños y enemigos” de Dios.

          B. La paz de muchos se basa en religiones falsas: Mat. 7:21-23; 15:8, 9.

          C. Muchos se sienten tranquilos y confiados creyendo que son bautizados con el Espíritu Santo, que hablan en lenguas, que pueden sanar milagrosamente, que habrá un rapto secreto y un reino de mil años, que pueden bautizarse por sus antepasados, que habrá matrimonio celestial, que habrá un nuevo mundo con niños jugando con fieras, que habrá un purgatorio del cual pueden escapar después de muchas misas, etc. Todo esto es como dice Jeremías (dicen “Paz, paz y no hay paz”). Todas estas cosas se esperan en vano.

          D. También miembros de la iglesia de Cristo están diciendo “Paz, paz cuando no hay paz” si no son fieles, dando lo mejor al Maestro, buscando primeramente el reino de Dios y su justicia.

 

III. Para tener paz en el alma es necesario tener conciencia limpia.

          A. 1 Tim. 1:5, “Pero el propósito del mandamiento es el amor que procede de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida”.

          B. 1 Ped. 3:21, “Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo”. Es imposible tener paz en el alma si no hay conciencia limpia.”

          C. Hech. 24:16, “Y por esto yo me esfuerzo siempre por tener una conciencia sin remordimiento delante de Dios y los hombres”.

          D. 1 Tim. 1:19, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”.

          E. Rom. 14:23, “Pero el que duda al respecto, es condenado si come, porque no lo hace con fe. Pues todo lo que no proviene de fe es pecado”. Es pecado violar la conciencia.

          F. 1 Jn. 3:21, “Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios”.

          G. Es cierto que la conciencia no es guía infalible, pero nosotros hemos aprendido la voluntad de Dios y la conciencia nos exhorta a ser fieles y cumplidos en el servicio a Dios. Si no lo hacemos, es imposible tener paz en el alma.

          H. El remordimiento (“inquietud, pesar interno que queda después de ejecutada una mala acción”) destruye la paz en el alma. Gén. 42:22; Mat. 26:75; 27:3, 4. Pero Dios ofrece perdón y esto quita ese sentido de culpa que nos inquieta.

 

IV. Para tener paz en el alma es necesario estar contento.   

          A. Fil. 4:11, “he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación”. No podemos tener paz en el alma si no aprendemos a contentarnos en cualquier situación de vida.

          B. 1 Tim. 6:8, “si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos”. Aquí está la causa de mucha intranquilidad en el alma. Queremos mucho más posesiones que lo que sea lo básico y lo necesario.

          C. Heb. 13:5, “Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis”. La avaricia (el amor al dinero y cosas materiales) es el enemigo de la paz en el alma.

          D. Una fuente principal del afán, la ansiedad, la preocupación, etc. que tenemos es porque no estamos contentos con lo que Dios nos da y con lo que Él ha hecho por nosotros.

          E. El empleo es problema para muchos: no es satisfactorio, hay problemas con el patrón (exigente, chueco) o con los clientes, las horas son excesivas, el pago no es adecuado. El cristiano no debe resignar su vida y dejar que el patrón la controle. El no es el dueño de su vida, menos de su alma. Se aplica Mat.10:28.

 

V. Para tener paz en el alma es necesario evitar todo afán.

          A. Mat. 6:24-34. Si debemos evitar el afán con respecto a lo más básico (qué comer, que vestir), ¡cuánto más debemos evitar el afán con respecto a lo demás.

          B. Problemas económicos. La mayor parte de ellos se evitan si aceptamos 1 Tim. 6:8; Heb. 13:5.

          C. Las deudas pueden ser el enemigo número uno de la paz. El fácil crédito es muy tramposo. Todos los negocios regalan tarjetas de crédito a todos (aun a los jóvenes) para que sean obligados a ellos. La tarjeta es carnada y el anzuelo le pesca y le consume. Esto produce mucho afán. Destruye la paz del alma. El remedio es usar dominio propio, evitar la avaricia, estar contento con menos, aceptar un estilo de vida más sencillo, evitar el malgastar, no pensar que tiene que comprar toda cosa que los hijos pidan (por más que griten).

          D. Luc. 10:42, “Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas”. Muchas mujeres se sienten atrapadas y esclavizadas por su familia porque tanto los maridos como los hijos sólo producen trabajo para ellas y no les ayudan. No cuidan su habitación, no cuidan su ropa, tiran ropa en el piso, tiran toallas mojadas en el piso del baño, no limpian el baño, no ayudan en la cocina, no ayudan con el lavamiento de ropa, etc. La mujer que sufra tales injusticias debe culpar solamente a una persona: a sí misma. Ella tiene la culpa porque lo permite. Lo tolera. La familia es abusiva y ella lo permite.

          E. La salud. Esta bien puede ser la causa principal del afán que destruye la paz del alma de muchos. ¿Qué hacer pues? Cuidarla. Dieta. Ejercicio. Evitar vicios (fumar, tomar). No comer con exceso. Cuidar el peso. Procurar tener buena salud, pero recuerde 2 Cor. 4:16 – 5:4. También estar preparado para emergencias, operaciones no esperadas. En Estados Unidos los que no califican para Medicare o Medicaid deben comprar el seguro de hospital. Es carísimo pero el costo de hospital es aun más horrible y le puede inundar con deudas que le destruyan por muchos años. Algunos creen que la iglesia debe encargarse de tales gastos médicos de los miembros, pero la ofrenda no es como pago del seguro.

          F. Seres queridos son otra causa de afán e intranquilidad, su condición física, financiera o espiritual. ¿Debemos dejar que esto suceda? Dios no quiere que sus hijos vivan con espíritus agitados, ansiosos, turbulentos, no importa la causa de ello. Hagamos lo que podamos por los seres queridos y aceptar que no podemos vivir sus vidas y no podemos obedecer por ellos. Y otra cosa: nunca dejar que los problemas, las preocupaciones y ansiedades con relación a los seres queridos nos estorben en nuestro servicio a Dios. Uno podría volverse loco pensando en algún ser querido, pero ¿qué gana con eso? Eso no ayuda a nadie y nosotros quedamos debilitados y aun incapacitados en el servicio de Dios. Recuerde 1 Cor. 7:29-31.

          G. Otra causa del afán es que no estamos haciendo todo lo que pudiéramos hacer por el Señor en la obra personal. Este afán tiene un remedio muy sencillo: ¡Hágalo!

 

VI. Para tener paz en el alma hay que organizar o programar el tiempo.

          A. Dios nos da tiempo para todo lo necesario. Hay tiempo para trabajar, tiempo para comer, tiempo para descansar y dormir y sin faltar tiempo para adorar a Dios y estudiar la Biblia.

          B. Mucha paz se pierde si el empleo consume la vida. Desde luego, el empleo secular ocupa gran parte del día, pero cuando pasa el límite razonable, ya no permite una vida normal (vida con la familia y tiempo para la iglesia). Llega a ser el amo cruel y destruye la paz en el alma.

          C. También podría haber otra cosa que consuma demasiado tiempo: dormir, pasearse, platicar (en persona o por teléfono), deportes, televisión, computadora, etc.

          D. Lo importante es que en lugar “agonizar” (quejarse, “no hay tiempo”), hay que “organizar” el tiempo, dando prioridad a Dios en todo.

VII. Para tener paz en el alma es necesario buscar la paz con otros. Mat. 5:9, “Dichosos los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Vivimos en un mundo de conflictos: en el hogar, en la iglesia, en el gobierno, en el mundo industrial y comercial y en toda categoría de la sociedad.

          A. 1 Ped. 3:11, “Apártese del mal y haga el bien. Busque la paz y sígala”.

          B. Rom. 14:19, “Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Hay actitudes, palabras y hechos que no contribuyen a la paz sino a los problemas. En este contexto lo que no contribuye a la paz es la actitud egoísta de insistir en sus derechos. Véase 1 Cor. 9, Pablo tenía el derecho de casarse, recibir salario, etc., pero véase el v. 12. 1 Cor. 10:33, “yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos”.

          C. 1 Tes. 5:13, “Vivid en paz los unos con los otros”.

          D. Gál. 5:20-21, las obras de la carne destruyen la paz entre hermanos: enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias…

          E. Efes. 2:14-17, “Él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de {los} mandamientos {expresados} en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo {así} la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad, Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para vosotros que estabais lejos y paz para los que estaban cerca”.

          F. Fil. 2:3, 4, “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Haciendo esto tendremos paz nosotros mismos.

          G. Efes. 4:1-3, “Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.

          H. Efes. 4:31, 32, “Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo”. Si no perdonamos a otros, Dios no nos perdona a nosotros y sin su perdón es imposible tener paz en el alma. Prov. 19:11. Además el “odiador” está dejando que el “odiado” controle su vida.

          I. Prov. 19:11, “La discreción del hombre le hace lento para la ira, y su gloria es pasar por alto una ofensa”. Recuerde 1 Ped. 4:8, “Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados”.

          J. 1 Cor. 8:10-12, estar dispuesto a no aprovechar alguna libertad para promover la paz. Rom. 14:19. ¿Qué tanto le aprovecha a hombre salirse con la suya si esto promueve odio y disensión?

          K. Rom.12:18, “Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres.” Si tenemos paz con otros tenemos paz en el alma. Conviene cultivar un carácter, agradable y amigable, para poder llevarse bien con otros, y mayormente con hermanos porque esto produce paz en nuestra propia alma.

                   1. Mat. 10:34-37, el conflicto con algunos es inevitable.

                   2. No ofender a Dios para estar en paz con el hombre.

                   3. No violar la conciencia para estar en paz con otros.

                   4. “En cuanto a vosotros dependa”; es decir, no paguéis mal por mal, procurado lo bueno…No os venguéis vosotros mismos sino ayudar al enemigo.

          L. Prov. 16:32, “Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad”. No hay paz en el alma de la persona que no domina su espíritu. Varios proverbios enseñan la importancia de ser “lento para la ira” (14:29; 15:18; 19:11). Es más fácil dominar el enemigo de afuera que el enemigo de adentro.

          M. El resentimiento destruye la paz del alma. El resentimiento es el ungüento para los sentimientos que es peor que la herida o enfermedad misma.

VIII. Los que tienen paz con Dios tienen paz en su alma aun durante tiempos difíciles.

          A. Mat. 5:10-12, cuando hay persecución. 1 Ped. 4:12-16.

          B. 2 Cor. 12:10, cuando hay necesidades. “Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.

          C. Sant. 1:2-4, cuando hay pruebas.

          D. Recuerde cómo Jesús dormía durante la tormenta. Mat. 8:23-27.

Conclusión.

          A. Fil. 4:6, 7, “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

          B. Núm. 6:24 'El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz.'"

          C. La vida que trae paz al alma es la vida que tiene el propósito noble de servir y agradar a Dios. La vida de millones es una cáscara vacía. Sólo viven para divertirse bailando, tomando, riendo locamente. Nunca envidiar a los tales.

          D. Recordemos 2 Cor. 8:9. Agregar que Cristo sufrió angustias para que tengamos paz.

          E. 2 Tes. 1:7, “y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego”.

          F. Apoc. 14:13, “Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: "Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor." Sí -- dice el Espíritu -- para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos”.