¿POR QUÉ MUCHOS NO OBEDECEN Y PERSEVERAN?

¡PORQUE NO SON BUENOS OYENTES!

 

La Parábola de las Cuatro Clases de Oyentes (REVISADO)

Mateo 13:1-9; 18-23; Marcos 4:1-20;  Lucas 8:4-15

 

Introducción:

      A. Esta parábola nos enseña que la semilla del reino es la palabra de Dios (Lucas 8:11). Nos enseña que hay varias clases de oyentes y que es indispensable que seamos buenos oyentes. No hay salvación si no oímos y obedecemos la palabra de Dios. Por eso nos urge sembrar la semilla porque “la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Cristo”, Romanos 10:17.

      B. Esta parábola describe cuatro clases de terreno en las que cae la semilla sembrada. Se llama común­mente "la parábola del sembrador", pero el énfasis no está sobre el sembrador, sino sobre las varias clases de terreno que reciben la semilla. El sembrador (predicador) puede ser bueno o malo, elocuente o aburrido, pero de todas maneras los resultados dependerán en gran manera de los oyentes mismos. Jesús es el Maestro Perfecto, pero no logró convertir a todo el mundo.

      C. Jesús entendía perfectamente (y nos conviene entender) que los oyentes deberían examinarse. Marcos 6:6, “Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos” y esta parábola les ayuda a los incrédulos a entender por qué ellos no creen y obedecen al Señor.

      D. Una de las lecciones de esta parábola es para ilustrar que la palabra de Dios no siempre produce los mismos resultados en todo caso. ¿Por qué? Porque los corazones del pueblo son diferentes.

      E. Las cuatro clases de terreno son cuatro clases de oyentes. La parábola enseña la responsabilidad de oír la palabra, porque por el oír viene la fe (Romanos 10:17). Jesús bien sabía que la semilla no puede germinar y producir en toda clase de corazón humano.

      F. Multitudes le seguían a veces, pero ¿con qué motivo? Algu­nos le seguían por curiosidad, algunos buscaban panes y peces, algunos tenían motivos políticos y revolucionarios, y otros eran sinceros.

      G. En esta parábola Jesús les presenta un retrato de ellos mismos; pone delante de sus ojos el espejo para que pudieran ver cómo eran (qué clase de oyentes eran). Les cuenta una historia acerca de ellos mismos y de cómo ellos oyen la palabra. ¿Cómo recibirían su enseñanza? En la misma forma en que los varios terrenos de Judea recibían la semilla del sembrador.

 

I. Mateo 13:4, “Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y la comieron”. Mateo 13:19, “Cuando alguno oye la palaba del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón (Lucas 8:12, “para que no crean y se salven”). Este es el que fue sembrado junto al camino”.

      A. Tal persona oye el evangelio pero no responde. Tiene corazón "pavimentado". Estos oyentes son los que permiten que sus corazones sean "pavimentados" (endurecidos) por todos los sucesos y actividades de esta vida. Su vida ha sido fuertemente afectada e influenciada por los asuntos de la vida diaria: el empleo, la familia, los planes, las bodas, los funerales, los crímenes y docenas de otras cosas.

      B. Estos tienen corazones desatentos, insensibles, preocupa­dos e indiferentes en cuanto a los asuntos espirituales. Su intelecto está lleno de prejuicio, la conciencia cauteri­zada y la voluntad perversa. No pone atención a la palabra de Cristo.

      C. Satanás cree en el poder de la palabra de Dios y entiende perfectamente que “la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Cristo”. Por eso, no hay nada que tema más. No quiere que nadie permita la palabra entre en el corazón. No quiere que la gente oiga. Si oye, no quiere que crea. Si cree, no quiere que obedezca. Si alguien muestra interés en obedecerla Satanás le anima a posponer la obediencia. Por eso hace todo lo posible por quitar la palabra como las aves comen la semilla que caiga sobre el terreno duro. Arrebata la palabra con miles de distracciones. Presenta el error como tan bueno o mejor que la verdad. Presenta ante la atención del hombre toda clase de intereses terrenales, no necesariamente malos en sí, pero simplemente demandan la atención y esta clase de corazón no recibe la palabra.

      D. Habiendo evitado que la persona oiga la palabra para creer en Cristo, evita también que esa persona se arrepienta de sus pecados. Evita que confiese su fe en Cristo como el Hijo de Dios. Evita que sea bautizado para el perdón de sus pecados (Hechos 2:38).

      E. Si falla en su esfuerzo de evitar que la persona oiga el evangelio le quiere convencer que no la acepte, pero si ve que la persona sí la acepta y cree en Cristo le quiere convencer que con la fe sola se salvará y que no tiene que ser bautizado.

      F. Así es que dondequiera que la palabra sea predicada esta semilla será hollada, y las aves del cielo la comerán, Lucas 8:5. No hace impresión sobre la mente del oyente.

      G. ¿Qué se puede hacer para ayudar a los tales? Desde luego, la palabra es muy poderosa (Hebreos 4:12; Jeremías 23:29). A veces la tribulación prepara el "terreno" para recibir la semilla.

 

II. Mateo 13:5, “Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía mucha raíz, se secó (porque no tenía humedad, Lucas 8:6) … Mateo 13:20, “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción  o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

      A. En este caso la semilla cae sobre una capa delgada de tierra sobre la roca sólida, donde no hay humedad. Brota pronto pero no puede echar raíces.

      B. Colosenses 2:6, 7, “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”. Efesios 3:16, 17, es necesario ser “ fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones … arraigados y cimentados en amor”.

      C. El punto clave es que PRONTO brota y PRONTO muere. Es cuestión de recibir LUEGO y entonces caer LUEGO.

      D. Este oyente es muy deficiente en lo espiritual. Más bien, es superficial, emocional, impresionable, impulsivo. Obedece con gozo pero es gozo pasajero. No obedece por convicción. Oye un sermón bonito y obedece. Los amigos obedecen, por eso él también obedece. Tal vez obedece durante una "campaña emocionante" (le gustaron los himnos y los hermanos fueron muy amables, querían ver bautismos, etc.).

      E. No calcula gastos, Lucas 14:25-33. Solamente ve los elementos placenteros y agradables del servicio religioso, lo amable de los miembros, su amistad, pero no considera la cruz que debe llevar. No toma en cuenta la oposición que encontrará.

      F. Obedece, pero no se acerca a Dios en oración y con lectura bíblica, no es debidamente activo en la iglesia, no se fortifica, no se confirma (Hechos 14:22). No tiene fe fuerte, esperanza viva ni amor ferviente.

      G. Vienen persecuciones, tribulaciones, críticas, burlas, pruebas, las cuales deben fortalecerle (Romanos 5:3-5) y acercarlo a Dios, pero más bien le alejan de Dios y le hacen tropezar.

 

III. Mateo 13:7, “Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron… Mateo 13:22, “El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas (y los placeres de la vida, Lucas 8:14) ahogan la palabra, y se hace infructuosa”.

      A. Esta persona oyó y obedeció al evangelio pero no se confirmó en la fe. Había espinos no solamente en la tierra sino también en su corazón. No los quitó cuando obedeció.

      B. Los espinos absorben toda la humedad y fertilidad para sí, y ex­cluyen de la planta la luz y el aire. Por eso, el creci­miento es retardado e impedido.

      C. El afán de este siglo ahoga la palabra. Según Mateo 6:24-34 no es necesario el afán porque nuestro Padre sabe nuestras necesidades. Es prohibido porque es vano, no logra nada bueno.

      D. El afán estorba y evita el crecimiento espiritual. La persona descrita por esta figura no asiste a los servicios y clases bíblicas fielmente, no adora a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24). No tiene tiempo para leer la Biblia ni para orar a Dios y deja que su alma muera de hambre. Piensa que lo primero es trabajar y ganarse la vida pero Jesús dice, “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33).

      E. Por eso, Cristo y los apóstoles nos advierten de lo dañoso del afán. Lucas 10:41; 21:34; Filipenses 4:6; 1 Pedro 5:7. La ansiedad indica falta de fe en Dios. Indica una preocupación excesiva por los asuntos de esta vida, y una falta de interés en cosas espirituales. El afán de este siglo no quiere decir vicios, sino una preocupación excesiva por tales asuntos como el empleo, el negocio, la educación, y los problemas ordinarios de la vida.

      F. El engaño de las riquezas. 1 Timoteo 6:9,10; Mar. 10:34. La prosperidad es más peligrosa que la pobreza. Recuérdese Proverbios 30:8,9. Hay gran peligro de abusar de la "tarjeta plástica", el hacer muchas compras y así comprometerse más allá de sus posibili­dades, y luego viene un afán abrumador. Esta práctica bien ilus­tra el amor al dinero (cosas materiales). Muchos (y entre ellos se encuentran hermanos) se entrampan con deudas que nunca pueden pagar. Esta práctica bien puede ser una forma de mentira y de robo, porque prometen pagar lo que no pueden pagar. La avaricia es idola­tría según Colosenses 3:5. Las riquezas engañan. No producen lo que prometen. Eclesiastés 5:10-13.

      G. Los placeres de la vida no dan la satisfacción que prometen. Eclesiastés 2.

      H. Estos espinos producen el doble ánimo. Santiago 1:8; 4:8.

 

IV. Mateo 13:8, “Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno … Mateo 13:23, Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, (Lucas 8:15, son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída)  y da fruto (Lucas 8:15, con perseverancia); y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”.

      A. La buena tierra representa la persona con corazón bueno y recto. Es tierra fértil, limpia (preparada), húmeda, buena, como Samaria (Juan 4:35-37; Hechos 8:5-12); los 3000 en el día de Pentecostés (Hechos 2:41); el eunuco (Hechos 8:35-39); Saulo de Tarso (Hechos 9:18; 22:16; 26:19); Cornelio (Hechos 10:33,48); Lidia (Hechos 16:13-15); el carcelero (Hechos 16:30-34); los corintios (Hechos 18:10); y los efesios (Hechos 19:1-5).

      B. Oye la palabra, la entiende, la recibe (Marcos 4:20), la obedece y lleva fruto.

      C. Lucas 8:15, "Son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia". Es el corazón bueno que puede ser conmovido por las grandes verdades del evangelio, y que celosamente las guarda.

      D. Oye la palabra atentamente, la estudia, la entiende y la obedece no importa quién la predique, ni con qué motivos la predique, ni quién más la obedezca, ni cuántas ofensas vengan.

      E. Esta parábola nos enseña que no solamente es necesario que uno obedezca al evangelio. También debe llevar fruto para glorificar a Dios (Juan 15:1-8).

 

CONCLUSIÓN:

      A. La que cayó en buena tierra no es como la que cayó junto al camino, porque sí entiende. No es que tenga intelecto superior, sino ATENCIÓN superior.

      B. No es como la que cayó en la capa delgada de tierra sobre una piedra, porque sí echa raíces y no es vencida por las pruebas de la vida.

      C. No es como la que cayó entre espinos, porque evita el afán y el engaño de las cosas materiales.

      D. Es la única que lleva fruto, "algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta".

      E. Muchos quieren culpar al "sembrador" (predicador) por el poco fruto que se lleva en la obra, pero Jesús culpa también a los oyentes. La lección es que cada quien debe examinar cuidado­samente su corazón.