Me suspendieron el salario

      La iglesia que me ha sostenido fielmente por dos años se llama Jefferson church of Christ (de San Antonio, Texas). Anteriormente me habían ayudado con una parte del salario. Pero esta ayuda ya se acabó. Me han sus­pendido el salario.

      ¿Por qué terminaron su ayuda? ¿He per­vertido el evangelio? ¿Ya no predico la ver­dad? ¿No creo la enseñanza apostólica? ¿Por qué quería suspender la ayuda económica después de proveerla con todo ánimo durante varios años? Durante este tiempo me han di­cho personalmente y me han escrito cartas manifestando su interés en la obra que hago. En el mes de julio me invitaron a visitarles y reafirmaron su interés en la obra. Me dieron buena ropa para ser distribuida entre her­manos necesitados aquí en McAllen (Texas). Un hermano me dio una buena máquina de es­cribir para la obra de preparar jóvenes para la obra. Cuando les presenté el reporte de mi tra­bajo en julio no había ninguna palabra de desaprobación.

      Pero a pesar de todo esto, a pesar del he­cho de que ni una vez durante varios años habían dicho que quisieran descontinuar su apoyo, de repente recibí en septiembre una carta que me avisó que ya no podrían ayu­darme en el año 1956.

      ¿Qué pasó? ¿Perdieron muchos miem­bros? ¿Ya no había dinero para seguir ayudán­dome? No, nada de eso.

      Es que el día 14 de agosto me invitaron a San Antonio a predicar. Por la tarde en junta especial siete hermanos (no tienen ancianos) se congregaron. Querían saber algo acerca de mis convicciones. No tenían duda en cuanto a mi predicación de la sana doctrina. No era cuestión del plan de salvación, ni de los actos de culto. No era cuestión de cómo vivir como cristianos. ¿De qué, pues, se trató?

      Hemos escrito varios artículos en El Instructor (periódico publicado por el hermano Bill Reeves y este servidor), discutiendo el peligro de otra apostasía como las dos pasadas de las cuales resultó la formación de La Iglesia Católica Romana y La Iglesia Cristiana. Los mismos errores que produjeron esas apostasías se han metido otra vez en el cuerpo de Cristo. Hace cien años hubo división en la iglesia por causa de la adición de instrumentos de música en el culto y por la adición de la Sociedad Mi­sionera por la cual las iglesias podían unirse para la evangelización del mundo. El error de esa Sociedad Misionera es la de unirse todas las iglesias en un cuerpo eclesiástico para que la iglesia universal opere por medio de tal or­ganización.

      Los predicadores y otros miembros de las iglesias de Cristo siempre hemos rechazado este error. Hemos dicho que la iglesia local es la única organización por la cual la iglesia obra. Hemos insistido en que "la iglesia sea la igle­sia". Si el Señor hubiera querido que la iglesia universal funcionara en tal capacidad, nos habría dado su organización, y hubiera descrito sus oficios y sus obras. Pero Cristo es la única cabeza de la iglesia universal. La iglesia local tiene organización (Hech. 14:23; 20:28; Fil. 1:1), pero la iglesia universal no tiene organi­zación. No hay ancianos y diáconos de la iglesia universal.

      Pero los hermanos liberales quieren organizar la iglesia universal. Establecen instituciones o iglesias patrocinadoras para que muchas igle­sias (todas las iglesias) hagan obras a través de ellas. Esta práctica es una violación de Las Es­crituras.

      Muchos hermanos quieren imitar a las sec­tas, como los israelitas querían ser como las na­ciones (1 Sam. 8:5). Las denominaciones tienen sus hospitales, sociedades misioneras, progra­mas nacionales de radio, escuelas, y toda clase de institución, organización y arreglos humanos por los cuales todas sus iglesias pueden fun­cionar como iglesia universal. Pero los her­manos liberales se olvidan de que las sectas tienen su gobierno eclesiástico universal. Tienen sus jerarquías. Tienen oficiales desig­nados para dirigir cada institución y cada orga­nización de su denominación. ¿Quieren nuestros hermanos tal gobierno humano? La iglesia verdadera tiene solamente el sencillo gobierno de cada iglesia local.

      Nuestros hermanos liberales saben esto, y viendo su dilema han decretado algunos de ellos que las instituciones (por ejemplo, or­fanatos y asilos para ancianos) deben ser di­rigidas por los ancianos de alguna iglesia. Este error -- esta perversión, innovación, e imitación de las sectas -- está dividiendo otra vez el cuerpo de Cristo.

      He aquí algunos ejemplos concretos: (1) la iglesia llamada Broadway church of Christ de Lubbock, Texas, recibe dinero de muchas igle­sias y dirige la obra en Alemania. Los ancianos que fueron ordenados por el Espíritu Santo para dirigir la iglesia Broadway supervisa la obra de evangelizar en Alemania. Esta iglesia ha llegado a ser una sociedad misionera y los ancianos son la junta directiva de ella. No son en tal capacidad ancianos de una iglesia de Cristo, porque el Nuevo Testamento desconoce tal cosa. (2) La iglesia llamada Highland church of Christ de Abilene, Texas, recibe dinero (miles de dólares) de más de mil iglesias para su programa nacional de radio. Estos hermanos han dejado su sencillo oficio de supervisar el rebaño (Hech. 20:28; Heb. 13:17) porque ahora son directores de una so­ciedad misionera. Han establecido una organi­zación extensa que no tiene nada que ver con ancianos y diáconos en el sentido bíblico. Esta organización tiene su propio nombre (The Herald of Truth), sus propias oficinas y su pro­pio tesorero. Los ancianos ocupan y desocupan personal, hacen contratos en el mundo comer­cial para la producción y distribución de sus programas radiales y funcionan como cualquier mesa directiva sobre alguna empresa. Este proyecto es muy popular y ha sido la causa principal de la división entre las iglesias de Cristo en esta época. (3) La organización de asilos para niños y ancianos es práctica que ha existido por más tiempo, pero hasta ahora ha sido más insignificante. Sin embargo, última­mente ha habido gran aumento de estas orga­nizaciones. Algunas están bajo mesa directiva y otras están bajo los ancianos de alguna iglesia, pero no hay diferencia esencial entre ellas. Los ancianos son escogidos para dirigir la obra de una iglesia local, pero algunos de ellos han lle­gado a ser directores de esfuerzos no de la igle­sia local, sino de la iglesia universal. Los or­fanatos reciben dinero de miles de congrega­ciones y son simplemente sociedades benévolas.

      Algunos hermanos creen que las universi­dades (tales como Abilene Christian College o David Lipscomb College), como también es­cuelas secundarias y primarias, deben recibir fondos de las iglesias. Pero afortunadamente la mayoría de los hermanos reconocen que esto no es correcto, sino que tales escuelas deben ser sostenidas exclusivamente por individuos y no por iglesias. Sin embargo, muchos de estos mismos hermanos abogan por el sostenimiento de orfanatorios de los fondos de las iglesias aunque sean organizados exactamente como las escuelas; es decir, con mesa directiva, su­perintendente, tesorero, etc.

      Podemos ver claramente que el Nuevo Testamento presenta la iglesia local, con sus ancianos y diáconos, como la única organi­zación por la cual la iglesia debe funcionar. Es imposible probar con la Biblia que la iglesia debería obrar a través de colegios, hospitales, casas editoriales, asilos para huérfanos y an­cianos y otras instituciones. Los hermanos que desean establecer tales instituciones como em­presas privadas bien pueden hacerlo. Pero los fondos de la iglesia son para ayudar a los santos necesitados (1 Cor. 16:1-4) y para predicar el evangelio (Fil. 4:15,16).

      Me opongo, pues, a las innovaciones que corrompen el gobierno de la iglesia. Me opongo a la práctica de unificar a todas las igle­sias de Cristo a través de instituciones hu­manas, y cuando los hermanos de San Antonio me preguntaron acerca de estas cosas, así les contesté con toda franqueza. Sí, me opongo a estos arreglos humanos. Amado hermano, usted también se opondrá a ellos si usted examina bien su base humana y su consecuen­cia. El fruto de este movimiento ha sido muy amargo. La iglesia se ha dividido y muchos hermanos están en error.

      Recuérdese que todos estamos de acuerdo en cuanto al plan de salvación, el culto y aun en cuanto a tener ancianos y diáconos en cada iglesia; es decir, estamos unidos en cuanto a la iglesia misma. Sobre esta base ha habido unidad. Cuando yo comencé a predicar en el año 1943 no existía esta división. Ahora me opongo a las innovaciones modernas y me sus­penden el salario. Me abandonaron en la obra que ellos mismos aprobaban en todo aspecto. Vemos, pues, que la obra de sencillamente predicar el evangelio a los perdidos y la obra de edificar hermanos ya no basta. Aparte de esto tenemos que predicar y apoyar todos los arreglos humanos que algún hermano o alguna iglesia invente; de otro modo no quieren tener comunión con nosotros. Si me ayudan, tengo que dar mi aprobación a las prácticas de ellos, prácticas que no se hallan en la Biblia. Me obligan a decir que alguna cosa es bíblica aunque no tenga ninguna aprobación en la Biblia.

      Algunos hermanos hispanos pensarán (y han dicho), "Pero ¿para qué nos estorba con los problemas de la obra de habla inglesa? es­tos problemas no nos tocan a nosotros en países latinos". No lo crea usted, mi hermano. No se engañe de esta manera. ¿Cuántos predi­cadores hispanos reciben salario de los her­manos de los Estados Unidos? ¿No importa cómo seamos sostenidos? ¿No importa que haya innovaciones con tal que seamos ayuda­dos? ¿Usted seguirá ciegamente a los her­manos liberales sin estudiar la cuestión? Si ellos organizan y sostienen tales sociedades mi­sioneras y benévolas para las iglesias hispanas, ¿las aceptarán sin hacer preguntas? ¿Nos con­formaremos no obstante las innovaciones que se introduzcan en la iglesia? Desde luego, si la respuesta es afirmativa, entonces somos seguidores ciegos de guías ciegos. Además, no somos fieles evangelistas, sino simplemente asalariados.

      Les ruego que no acepten ningún arreglo que es simplemente una institución humana que pretenda hacer la obra de la iglesia. Que todo colegio, hospital, clínica, casa de publi­cación, etc. sean proyectos de los individuos in­teresados, y que sean reconocidas como insti­tuciones humanas que no deben recibir ayuda de los fondos de las iglesias. Que la iglesia no sea cargada con tales cosas.

      En estos días las iglesias pequeñas son menospreciadas. Aunque tengan ancianos y diáconos, éstos son a veces hermanos pobres y humildes con poca experiencia en el mundo comercial. Por eso, los hermanos ambiciosos dicen que los ancianos de las iglesias pequeñas no tienen mucha visión y que no hacen casi nada. ¿Por qué se atreven algunos a criticar a los ancianos de iglesias más pequeñas como, por ejemplo, las iglesias rurales y de pueblos pequeños? Porque así preparan el terreno para que las iglesias pequeñas envíen sus contribu­ciones a las iglesias grandes y ambiciosas que han establecido instituciones o que se han constituido en iglesias patrocinadoras. Los an­cianos sobre alguna iglesia patrocinadora o al­guna institución son alabados como hombres de visión y de experiencia. Se supone que son hermanos de mucha sabiduría, pero no es la de Dios sino netamente humana. Toda iglesia de Cristo es importante y los ancianos de las igle­sias más pequeñas son tan importantes como los ancianos de las iglesias más grandes.

      Soy puesto, pues, por la defensa del camino revelado en el Nuevo Testamento. Si algunos hermanos no me quieren ayudar en tal obra, es cosa de ellos. Afortunadamente hay hermanos fieles que sí quieren ayudar a los que defienden la verdad.

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