LUCAS 11

 
 


IV. ¿Qué implica la palabra "buscar"?

       A. Implica la oración sincera e intensa. "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego..." (Dan. 9:3).

       B. Implica el esfuerzo personal. Mat. 6:33, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia".

       C. Implica que sinceramente cooperamos con nuestra oración (que ponemos nuestra parte). Cuando oramos por el reino, nos ocupamos en los asuntos del reino para que avance. Cuando oramos "hágase tu voluntad", nos esforzamos por hacerla e insistir en que otros la hagan. Cuando pedimos el pan, trabajamos para aprovechar las provisiones hechas por Dios (El "pone los medios"). Antes de pedir el perdón, perdonamos a otros. Cuando pedimos que Dios no nos meta en tentaciones, las evitamos y huimos de ellas. Cuando pedimos la sanidad, hacemos todo lo posible por aprovechar la ayuda de médicos y medicina, que son bendiciones de Dios. Cuando pedimos el crecimiento espiritual, ponemos nuestra parte, estudiando la Biblia y siendo miembros activos de la iglesia.

       V. ¿Qué implica la palabra "llamar"?

       A. Implica la perseverancia en la oración, Luc. 11:5-8; 18:1-5. Ejemplos de esto son: Abraham, Gén. 19:32; Elías, Sant. 5:16-18; la mujer cananea, Mat. 15:27; Pablo, 2 Cor. 12:8; y Jesús, Mat. 26:44.

       B. La perseverancia en la oración se enseña en muchos textos: 1 Tes. 5:17; Col. 4:2; Rom. 12:12.

       C. El desaliento nos destruye espiritualmente. El diablo no tiene que seducirnos a cometer fornicación, etc. para destruirnos, porque basta con desanimarnos. Por eso Jesús nos enseña "la necesidad de orar siempre y no desmayar" (Luc. 18:1). 2 Cor. 4:1, 16, "no desmayamos".

       VI. "Recibe... halla... se le abrirá".

       A. El que cumple con los requisitos de la oración aceptable nunca quedará decepcionado cuando pide a Dios. Véanse Deut. 7:9; Josué 21:45; 1 Reyes 8:56; Neh. 1:5.

       B. Dios contesta nuestras oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la plena seguridad de que El nos oye si estamos en comunión con El, y que El nos ama y quiere ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2 Cor. 12:8), pero siempre nos da lo que pedimos o algo mejor que lo que pedimos (lo que es espiritualmente mejor para nosotros).

       11:11  ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?  12  ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?  13  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?  -- Jesús razona de lo menor a lo mayor. ¿Los padres terrenales abusarán de sus hijos? ¿Les engañarán? ¿Harán burla de ellos? Hay casos de padres abusivos, pero la mayoría de los padres quieren cosas buenas para sus hijos. Dios está aun más dispuesto que los padres terrenales a bendecir a sus hijos. "Vosotros, siendo malos", es decir, somos malos en el sentido de ser imperfectos (Rom. 3:23; 1 Jn. 1:8-10). Si nosotros -- hombres imperfectos -- sabemos dar buenas cosas a los hijos; entonces ¿cuánto más el Dios que es perfecto en conocimiento y poder y en su deseo de ayudar y bendecir a sus hijos dará buenas cosas a los que le pidan?

       Sant. 1:17, "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". ¡Toda cosa buena proviene de Dios! Nunca olvidemos esto. Cuando recibimos o gozamos de cualquier cosa buena, no digamos que tuvimos "buena suerte", sino que recibimos otra bendición de Dios. Nos da la vida abundante (Juan 10:10; Mar. 10:29, 30); nos bendice con toda bendición en Cristo (Efes. 1:3); nos bendice más allá de lo que podemos pedir o entender (Efes. 3:20); en fin, nos da las llaves a todos los recursos celestiales.

       Por lo tanto, "pedid... buscad... llamad".

       11:14  Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló. – Según Mateo 12:22 era ciego y mudo. Satanás hizo esto: dejó a este pobre hombre atormentado por un espíritu inmundo, ciego y mudo. Así es la obra de Satanás.

        -- y la gente se maravilló. No había otro milagro más impresionante que éste; la gente siempre "estaba atónita" al observarlo, pues era otra demostración clara de la supremacía de Jesús sobre Satanás. Por lo tanto, preguntan si este Jesús no podría ser el Mesías. Al hablar de El decían, "Hijo de David"; es decir, descendiente de David. Véase Mat. 12:23; Isa. 35:5. También compárese Jn. 7:31, "El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?" Los fariseos no creían porque no querían creer. No les convenía creer. La envidia de ellos (Mat. 27:18) impedía que aceptaran la verdad, pero la reacción espontánea de la gente común, gente que simplemente decía lo que pensaba de los milagros de Jesús, es evidencia clara de que Jesús mostraba atributos divinos. La pregunta implica respuesta negativa. Los milagros indicaban que Jesús bien podría ser el Mesías, pero no se presentaba ni obraba como el Mesías esperado por los judíos, porque éste debería ser un gran Conquistador, un glorioso Rey como David y Salomón.

       11:15  Pero algunos de ellos (los fariseos, Mat. 12:24) decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. -- La acusación de los fariseos fue acto de desesperación, pues reconocían que tenían que apagar el intenso interés del pueblo en los milagros de Jesús. La pregunta hecha por la gente era “puro veneno” para los fariseos. Viendo los milagros la gente podía llegar a la conclusión de que en verdad Jesús era enviado de Dios (véase Jn. 3:2). Si el pueblo se convenciera de esto, aceptarían a Jesús como su Maestro y rechazarían a los fariseos. Estos seguramente no tenían la actitud de Juan el bautista en cuanto a sus seguidores (véase Jn. 3:26,30). Los fariseos podían ver que ese movimiento ya estaba fuera de control, y tenían que hacer algo para impedirlo. Se dedicaban mucho a la investigación de cualquier líder popular (véase Jn. 1:19) para proteger su propia posición de liderazgo.

       La acusación fue sumamente ofensiva, despreciativa y odiosa (véase Mat. 10:25, le "llamaron Beelzebú"). Es probable que el nombre "Beelzebú" es corrupción de "Baal-zebub dios de Ekron", el dios inventado y adorado por los filisteos para protegerles de las moscas. Véase 2 Reyes 1:2,3,6,16. En alguna forma se identificaba en la mente de los judíos con Satanás, el príncipe de los demonios.  Habían dicho la misma cosa cuando Jesús echó fuera el demonio de otro mudo (Mat. 9:32-34). En esa ocasión también "la gente se maravillaba" y los fariseos se vieron en la necesidad de combatir la influencia de Jesús.

       Fue doble la acusación: (1) “Decían que tenía a Beelzebú", Mar. 3:22; que tenía demonio (Jn. 7:20; 8:48,52; 10:20, "demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?"). Decían lo mismo de Juan (Mat. 11:18), y con el mismo fin, para que la gente no les escuchara. (Es la táctica usada por los sectarios y aun por los hermanos institucionales que nos tildan de “legalistas”, "antis" y otros epítetos peores para que la gente no nos escuche); (2) que estaba aliado con Satanás. No podían negar que Jesús hacía milagros, ni tampoco podían atribuir estas maravillas a poderes meramente humanos. La evidencia de que Jesús obraba verdaderos milagros era muy clara e irrefutable (compárese Hech. 4:16), pero ellos sí podían poner en tela de juicio la fuente de ese poder, promoviendo la idea insensata de que Jesús obraba en liga con Satanás. Con esta táctica podían convencer al pueblo que aunque Jesús hacía milagros, no eran de Dios. No era cuestión de si El hacía milagros, sino de por qué autoridad los hacía. Creían los fariseos que habían dado una explicación que Jesús no podía refutar, ya que se trataba de fuerzas invisibles. Jesús reconoció la astucia de esta acusación y su posible efecto sobre el pueblo. Por lo tanto, tomó la molestia de refutarla rotundamente.

       Fue una idea sumamente absurda porque desde el principio Jesús obraba fervientemente en contra de Satanás, destruyendo su obra en toda manera posible. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Pero el triunfo sobresaliente de Jesús sobre Satanás era el milagro de echar fuera los demonios. ¿Por qué estaba endemoniado este hombre? ¿Quién era responsable? Satanás. ¿Quién le liberó de esa horrible miseria? Cristo. ¿Estos dos -- Satanás y Cristo -- estaban en liga el uno con el otro? ¿Uno haciendo y el otro deshaciendo lo que el primero hacía?

       En primer lugar, Satanás no destruye su propia obra; en segundo lugar, ¿desde cuándo hace buenas obras

       11:16  Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo. – 11:29, 30; Mateo16:1. Según Mateo 12:38, “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal”. Es obvio que “respondieron” a lo que Jesús decía en los versículos anteriores, pero no respondieron, sino que buscaron otra salida.

       ¿Que indica en cuanto a su carácter esta petición?  Los muchos milagros ya hechos por Jesús no eran suficientes para convencerles. "Tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Luc. 16:31); es decir, no eran sinceros y no querían ser persuadidos. No les faltó evidencia. Ya sobraba evidencia. Jesús ya había hecho muchos y distintos milagros. Como Nicodemo dijo, "Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él". Así es la admisión de un hombre sincero.

       ¿Qué clase de señal querían?  Luc. 11:26 dice "le pedían señal del cielo"; también Mat. 16:4. Querían alguna señal distinta de las que habían visto. Esto implica que ellos creían que los milagros que Jesús había hecho no eran señales "del cielo". Ejemplos de señales del cielo: (1) MOISES estuvo con Dios sobre el monte en medio de "truenos y relámpagos" (Ex. 19:16);  (2) A ISRAEL Dios les dio "pan del cielo", Jn. 6:31; (3) JOSUE hizo que el sol y la luna se detuvieran, Josué 10:12,13. (4) SAMUEL hizo venir truenos y granizo en el tiempo de la siega, 1 Sam. 12:17. (5) ELIAS llamó fuego del cielo (Luc. 9:54) y en otra  ocasión la lluvia descendió cuando oró, 1 Reyes 18:45. (6) ELISEO oró y su siervo vio "que el monte estaba  lleno de gente de a caballo y de carros de fuego" (2 Reyes 6:17).

       ¿Por qué pidieron señal del cielo? Ellos no querían creer. No querían ser convencidos. Ellos solamente querían ver más señales para criticarlas. Le tentaban. Querían atraparle. Siempre esperaban que Jesús fallara al intentar hacer una señal del cielo, pero Jesús era Dios infalible, no fallaba.

       11:17  Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, -- Mat. 9:4; Jn. 2:25; 21:17). Cristo llegó a ser hombre y vivió en la tierra pero no dejó de ser Dios omnisciente y omnipotente (todopoderoso). No tuvieron que hablar. No era necesario que expresaran sus pensamientos, porque El sabía los pensamientos de ellos. El entendía a profundidad los propósitos de ellos, y por eso la naturaleza de su acusación.

       -- les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. 18  Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, (   Mat. 12:26, “Y si Satanás echa fuera a Satanás) ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios. -- Si Satanás envía los demonios para tomar control de la gente para causar sufrimiento y miseria, y luego el mismo Satanás envía a Jesús para echar fuera aquellos mismos siervos obedientes de Satanás, entonces obra en contra de sí mismo. Tal proceder sería insensato y ¿quién acusa a Satanás de ser insensato? ¿Acaso los fariseos no sabían esto? ¿Eran insensatos ellos mismos? ¿Quién no sabe que un reino dividido contra sí mismo será pronto asolado? ¡Qué locura decir que Satanás echaba fuera a Satanás! Todos sabían que los espíritus inmundos venían de Satanás y que los endemoniados eran afligidos por él.

       Es probable que la respuesta correcta es que ellos dijeron esto por causa de su desesperación. ¿Qué otra cosa podían hacer? Jesús estaba destruyendo su influencia y, por eso, disminuyendo su control sobre el pueblo. No podían negar que Jesús hacía milagros, porque eran muchos, eran estupendos y maravillosos, y había muchos testigos. Entonces ¿qué hacer? Les quedaron solamente dos alternativas: (1) admitir que Jesús hacía milagros por el poder de Dios y humillarse delante de El, o (2) atribuir sus milagros al diablo, diciendo que Jesús estaba aliado con Satanás, comisionado por El y vestido de poder diabólico.

       Pero ¿no entendían lo ilógico de decir que Satanás echaba fuera a Satanás? Recuérdese que estaban desesperados y, por eso, no eran razonables. Así es la oposición contra Dios en toda época. Todo argumento contra Dios, contra Cristo, contra el evangelio, contra la iglesia, etc. es argumento ilógico. Sin embargo los falsos maestros no se preocupan por esto porque su único propósito es triunfar sobre la verdad, y para lograr su propósito emplean muchas asechanzas (Efes. 6:11) y armas carnales (2 Cor. 10:4).

       11:19  Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. -- Sus hijos eran sus discípulos, o seguidores, Mat.  22:15, 16. Compárese 2 Reyes 2:3, "hijos de los profetas". Seguramente los fariseos creían que sus discípulos lanzaban demonios por el poder de Dios (véase Mat. 7:22; 24:24). Hech. 19:13 habla de los "judíos, exorcistas ambulantes". Estos usaban encantos de varias clases para "echar fuera demonios". Josefo describe tales casos. Entonces ¿por qué condenaron a Jesús por hacer lo que, según ellos, sus discípulos hacían? El propósito de esta pregunta de Jesús fue para exponer aun más la inconsecuencia de los fariseos. Ellos atribuyeron la obra de sus “hijos” a Dios, y no a Satanás. Entonces ¿por qué decir que Jesús lanzaba demonios por Beelzebú?

       Por lo tanto, sus propios "hijos" (discípulos, seguidores) serían sus jueces. Si los "hijos" de los fariseos que profesaban lanzar demonios admitían que la acusación hecha por los fariseos era cierta, entonces se condenaban a sí mismos. Por el otro lado si decían que la acusación era falsa, entonces condenaban a sus maestros y vindicaban a Jesús. De todas maneras serían sus jueces.

       Compárese Mat. 21:23-27, otro ejemplo de esta clase de argumentación de Jesús por la cual sus oponentes habrían perdido, no obstante cómo contestaran.

       11:20  Mas si por el dedo de Dios (el Espíritu de Dios, Mat. 12:28) echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros. -- De todos los milagros hechos por Jesús parece que el echar fuera los demonios impresionaba más a la gente. Quedaron atónitos y maravillados, sumamente impresionados con esta señal. Jesús también hace caso especial de este milagro. Según El este fenómeno demostraba claramente "el dedo de Dios" (Luc. 11:20), o como dice Mateo, Jesús obraba "por el Espíritu de Dios" (Mat. 12:28). Por esta causa Jesús suena la alarma contra la blasfemia contra el Espíritu Santo (v. 32; Mar. 3:29,30).

       Por lo tanto, el reino de Dios había llegado porque el reino de Satanás estaba sufriendo mucha pérdida. Había solamente dos alternativas: (1) Jesús echaba fuera demonios por la autoridad de Satanás, conclusión ilógica y absurda, porque de esa manera Satanás hubiera trabajado en contra de sí mismo, cosa que él nunca hace. ¡Satanás es muy astuto, no es estúpido! (v. 25-27). (2) La otra alternativa, la única que les quedaba, fue que Jesús echaba fuera demonios por el dedo de Dios y, por lo tanto, el reino de Dios había llegado; es decir, los milagros demostraban que todo lo que El había anunciado acerca del reino era cierto. En ese caso les convenía a los judíos regocijarse grandemente al ver la demostración del poder de Dios sobre el poder de Satanás. Les convenía preparar sus corazones para recibir este reino que tenía tanto poder de hacer obras de misericordia entre la gente. Pero "los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn. 3:19).

       Esto presenta un pensamiento alarmante, porque indica que los fariseos, al observar la obra de Jesús, eran testigos de la presencia y el poder del mismo Dios a quién ellos profesaban servir. La llegada del Mesías sería también la llegada del reino de Dios anunciado por todos los profetas. En esto Jesús anticipa la llegada del reino el día de Pentecostés. El punto es que Dios ya estaba derrotando a Satanás como Jesús explica en los versículos que siguen.

       11:21  Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.  22  Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. -- El hombre fuerte representa el diablo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, El entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez, porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los siguientes textos: Luc. 10:18, hablando del ministerio de los setenta y cómo ellos podían echar fuera demonios, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo"; Jn. 12:31, "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera"; 16:33, "yo he vencido al mundo"; Col. 2:15, "triunfando sobre ellos en la cruz";  Efes. 4:8, "Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos" (LBLA); Heb. 2:14,15, "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los ... sujetos a servidumbre"; Apoc. 20:1-3, Satanás atado para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas maneras comenzando con las tentaciones de Mat. 4:1-11. Los que aceptan el evangelio de Cristo ya no se engañan.

       ¿Como se establece un reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero, tuvo que  triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino.

       Mateo 12:31-32 registra las siguientes palabras sobre este tema: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.  32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. Conviene dar un repaso sobre los versículos anteriores: (1) Jesús sana a un endemoniado, ciego y mudo, Mat. 12:22;  (2) La acusación blasfema de los fariseos, v. 24;  (3) La respuesta sencilla e irrefutable de Jesús, v. 25, 26; (4) ¿Por quién los echan vuestros hijos? v. 27; (5) Ha llegado a vosotros el reino de Dios, v. 28; (6) Primero hay que atar al hombre fuerte, v. 29; (7) No puede haber neutralidad. Ahora analizamos la blasfemia contra el Espíritu Santo como prueba o evidencia de la condición depravada de los fariseos.

       -- Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres -- La palabra "evangelio" significa "buenas nuevas"; es decir, por medio del evangelio de Jesucristo todo pecado será perdonado. Véanse los catálogos de pecados (Rom. 1:28-32; 1 Cor. 6:9-11; Gál. 5:19-21, etc.). Todos estos pecados serán perdonados por Dios si nos arrepentimos, confesamos a Cristo y somos bautizados para perdón de pecados. Los pecados de David (el codiciar, el adulterar, el matar) fueron perdonados. Los "muchos" pecados de la mujer de Luc. 7 fueron perdonados. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue perdonado. Saulo de Tarso persiguió a Jesús pero fue perdonado.

       Blasfemar significa "difamar o injuriar...cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniador". Este pecado cometido aun contra Jesús tenía y tiene perdón, v. 32. Le acusaban de ser glotón y borracho; decían que era samaritano (término muy insultante para cualquier judío), que estaba loco, y que blasfemaba cuando perdonaba pecados. Se describen aun aquellos que lo crucificaron como ignorantes (Luc. 23:34; Hech. 3:17; 13:27; 1 Cor. 2:8). Todos estos insultos, blasfemias e injurias recibieron perdón cuando los culpables obedecieron al evangelio.

       -- Pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada, --  Al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, v. 31,32. El v. 31 dice "blasfemia" y el v. 32 dice "hablar contra". El mismo texto explica la palabra "blasfemia". Mar. 3:29 dice "cualquiera que blasfeme contra el Espíritu".  Marcos 3:30 explica la blasfemia contra el Espíritu Santo: V. 31, "Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo". La blasfemia contra el Espíritu se refiere a lo que los fariseos acabaron de decir (Mat. 12:24), "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios". Marcos 3:22, "decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios". Lo que ellos decían no era simplemente una calumnia contra Jesús, sino una blasfemia contra el Espíritu Santo. Decían que el Espíritu Santo era Satanás (espíritu inmundo). ¡Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo!

       La obra del Espíritu Santo es atribuida a Satanás. Negaban los fariseos que Jesús hizo la gran obra de echar fuera los demonios por el poder del Espíritu Santo. Mas bien, según ellos, lo hizo por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios, o sea, Satanás mismo. Al decir esto hablaron o blasfemaron contra el Espíritu Santo, dando a entender que en realidad el Espíritu Santo era un espíritu inmundo.

       Dicen los carismáticos que hablamos contra el Espíritu cuando denunciamos sus "señales y prodigios mentirosos". Esta acusación es completamente necia y absurda. Al decir esto ellos demuestran su profunda ignorancia de las Escrituras (Mat. 22:29). Desde luego, no hablamos contra el Espíritu, sino probamos los espíritus, 1 Jn. 4:1,2.

       Al ver las obras de Jesús y al oír sus enseñanzas, los escribas y fariseos estuvieron en la misma presencia de Dios, pero indicaron que más bien estuvieron en la presencia de Satanás. No hay depravación más profunda que esta.

       -- ni en este siglo ni en el venidero, --  No hay la más mínima sugerencia en este texto de que haya manera de recibir el perdón de Dios después de morir. Recuérdese Luc. 16:23-31. Marcos 3:29, "no tiene jamás perdón, sino que es reo (culpable) de juicio eterno". Es claro, pues, que la expresión "ni en este siglo ni en el venidero" enfatiza el hecho de que nunca habrá perdón. La doctrina de un supuesto “Purgatorio” donde algunos sufren por un tiempo antes de ir al cielo es pura fábula (2 Tim. 4:4).

       11:23  El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. --        Jesús recogía. El vino al mundo para recoger a todas las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 10:6), pero los fariseos desparramaban (Mat. 9:36).

       No puede haber neutralidad. El pueblo tuvo que escoger entre la verdad de Jesús o la mentira de los fariseos. No podían ser neutrales. Si no ayudaban a Jesús, entonces favorecían a los fariseos. Todos los que rehúsan obedecer al evangelio, fuera lo que fuera su motivo, automáticamente ayudan a Satanás.

       ¡Cómo se engañan solas muchas personas! Creen que son neutrales. Piensan que no se oponen a Jesús y su obra, aunque no se ocupan en ella; aprueban y aun defienden la verdad, hablan muy bonito de la Biblia y de la iglesia, sin reconocer que en realidad se han puesto al lado del enemigo. La indiferencia no es meramente indiferencia, sino oposición. El creer solamente sin obedecer es resistencia contra Dios. Si no entregamos todo el corazón a Dios no le damos nada. ¡Que todos entiendan una cosa: la supuesta neutralidad es pura hostilidad contra Cristo!

       ¿Hay conflicto entre este texto y Mar. 9:40, "el que no es contra nosotros, por nosotros es"? De ninguna manera. En este texto Jesús enseña la tolerancia de otros discípulos. Condena la envidia y la rivalidad. No se trata de la neutralidad. En Mar. 9:40 se trata de juzgar al hermano, pero en este texto (Mat. 12:30) cada persona tiene que juzgar a sí mismo.

       11:24  Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí.  25  Y cuando llega, la halla barrida y adornada.  26  Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. – Esta parábola es un comentario sobre el v. 23 (“El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”). Era muy importante que sus discípulos (y los judíos en general) reconocieran la necesidad de escoger entre El y los fariseos. Todos tenían que examinar el fruto de cada "árbol". Tenían que examinar los dichos (enseñanzas, palabras en general) de ambos, para saber el carácter verdadero de cada quien. Porque ya era sumamente claro que el pueblo judío no podía aceptar y seguir a Jesús y también seguir escuchando a los fariseos y escribas. El momento de decisión ya había llegado. La blasfemia de ellos lo hizo aun más claro.

       Jesús enfatiza las consecuencias de descuidar sus enseñanzas. Se refiere a la tragedia de rechazar a Cristo y la salvación que ofrece con todas las bendiciones espirituales (Efes. 1:3). Este texto es la continuación de lo que Jesús dijo acerca de los escribas y fariseos. Había echado fuera el demonio de un hombre. Algunos de los fariseos blasfemaron contra el Espíritu Santo (diciendo que Jesús tenía espíritu inmundo). Otros pidieron señal del cielo. Jesús les llama  "generación mala y adúltera", y dice que los de Nínive y la reina del Sur se levantarán en el juicio para condenarles.

       Ahora sigue una ilustración que explica que la condición espiritual de esa generación seguiría de mal en peor a consecuencia de no aceptar a Jesús y sus enseñanzas. El espíritu inmundo sale del hombre. No dice que fue echado, sino que "sale". Parece ser acto voluntario. Anda por lugares secos, buscando reposo, no lo halla. Los demonios querían ocupar cuerpos. Véase Mt. 8:31.                   

       Vuelve a su casa desocupada, barrida, adornada. Su "casa" es el cuerpo del hombre que él había poseído. Esto indica que los demonios a veces volvían a entrar en un hombre después de salir o ser echados fuera de él. Mar. 9:25, Jesús dijo al demonio, "Sal de él, y no entres más en él". En este caso Jesús prohibió que el demonio volviera a tomar posesión del hombre. Las palabras "barrida y adornada" indican que la casa estaba bien preparada para ser ocupada por los demonios.

       Entonces trae otros siete espíritus inmundos peores que él. Esto indica que había comunicación entre los demonios. El número "siete" es número simbólico que significa “completo” (indicando toda clase de maldad). Era muy común en el vocabulario de los judíos. Nosotros diríamos "muchos". "Peores que él" indica que había grados de maldad entre los demonios. Algunos eran más depravados que otros. Véase Mar. 9:29, "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno". Este texto también indica que algunos eran peores (más feroces) que otros. El espíritu inmundo, ahora acompañado por otros siete peores que él entran en el hombre para morar allí y el postrer estado del hombre era peor que el primero.

       Así también acontecerá a esta mala generación. Primero son comparados con niños, y ahora con un endemoniado. En Mat. 11:16-19 Jesús comparó esa generación con niños que no podían ser complacidos por nadie. Ahora les compara con un hombre endemoniado. La lección enseñada claramente en este texto es que como la condición del hombre endemoniado se hizo peor, así también la condición de esa generación iría de mal en peor. "El postrer estado del aquel hombre viene a ser peor que el primero".

       ¿El demonio salió? Es difícil saber si la primera parte de esta ilustración (el demonio sale) significa algo acerca de la condición de los judíos de esa generación. Algunos creen que el salir del demonio se refiere a que los judíos dejaron la idolatría durante el cautiverio en Babilonia, pero eso no era experiencia de los judíos del primer siglo. Otros suponen que había algo de mejoramiento en aquellos días debido a la influencia de Juan y Jesús. Sería difícil reconocer algún cambio bueno en ellos, pero una cosa es cierta: los judíos, como nación, rechazaron a Jesús y aun lo crucificaron como criminal. También rechazaron el evangelio, y en su rebelión se sometían cada vez más a las malas influencias de Satanás.

       La casa "barrida, adornada" bien ilustra la actitud de los judíos hacia Jesús, y su plena rebelión abierta contra El; es decir, estaban dispuestos a recibir a Satanás (ocho y aun ocho mil demonios) para acabar con Jesús, el evangelio y la iglesia. De esta manera se preparaban a sí mismos para recibir a Satanás en su corazón para perseguir a Jesús y sus seguidores. Así, pues, dice Jesús que los judíos eran semejantes a un hombre poseído por muchos demonios. Dentro de otros cuarenta años, más o menos, la ciudad, el templo, y muchos de los judíos serían destruidos por los romanos.

       Hay lecciones en esto para nosotros.  No podemos ser neutrales. Hay solamente dos reinos, dos caminos y dos destinos. No hay campo neutral; es decir, es imposible ser neutral en cuanto a Cristo y el evangelio. Una casa vacía invita huéspedes nada agradables. Es imposible mantener un vacío espiritual. El alma del hombre simplemente no puede quedar vacía. ¿Nos deja vacíos nuestra religión? Hay peligro de que la "conversión" de algunos sea solamente la externa de ciertas reformas o enmiendas. Tal "conversión" no es genuina y no dura, pero la poca "religión" que los tales aceptaron es como una inoculación contra la religión verdadera de Jesús. Los tales creen y suponen que ya conocieron la verdad, que ya experimentaron la salvación y sus bendiciones, y no quieren saber más del evangelio. Con razón su condición posterior es peor que la condición original.

       Muchos textos nos enseñan a quitar lo malo y llenar la vida de lo bueno. 1 Ped. 2:1,2, “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,  2  desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Hay que desechar toda malicia, etc. como si fueran demonios, porque verdaderamente son del diablo, y llenar el corazón con la palabra de Dios que produce el crecimiento espiritual. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efes. 5:18). Es necesario despojarnos del viejo hombre, pero a la vez vestirnos del nuevo hombre (Efes. 4:22-32). Es necesario acabar con las obras de la carne, pero entonces llevar el fruto del Espíritu (Gál. 5:19-23). “Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Rom. 12:9). Todos los pecados mencionados en estos y los demás textos se pueden comparar con demonios que deben ser echados de la vida, pero entonces si no llenamos la vida de las cosas buenas enseñadas por Cristo, los demonios, ya multiplicados, volverán a “su casa”.

       Por lo tanto, no basta con simplemente echar fuera los "demonios" de la vida pasada. Es necesario llenar la vida con todas las cualidades preciosas de la vida cristiana. Este pensamiento se puede  observar en Rom. 6:3-7; 12:1,2 y en todos los textos que describen la conversión y la nueva vida en Cristo. Muchos dejan de beber alcohol, dejan de fumar tabaco, y dejan otros vicios y luego en poco tiempo vuelven a ellos. ¿Por qué? Porque no llenaron su mente y sus actividades con cosas buenas. Léase Fil. 4:8. La vida no acepta un "vacío". El vacío siempre se llena con algo.

       Es necesario echar fuera al diablo y entonces es necesario que Dios more en nosotros (para que Satanás no vuelva a vivir en nosotros). Dios permanece en nosotros, 1 Jn. 3:24; 4:12-16. Cristo está en nosotros, Rom. 8:10; "Cristo en vosotros", Col. 1:27; Efes. 3:17, "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". Habita Cristo "por la fe" en nosotros. Dicen algunos que "sienten" a Cristo en su corazón. Cristo no mora en nosotros en esa forma; no causa sensación física. Gál. 2:20, "vive Cristo en mí". El Espíritu Santo mora en nosotros, Rom. 8:9; 2 Tim. 1:14. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, 1 Cor. 6:19. Estos y otros muchos textos enseñan que DIOS (el Padre, el Hijo, y El Espíritu Santo) vive o mora en nosotros y que nosotros estamos "en" Cristo, permanecemos en Dios, etc. La Deidad habita o vive en su tabernáculo (su templo o iglesia), 2 Cor. 6:16. Dios habita en nosotros con tal que salgamos del mal. Tenemos que apartarnos de la contaminación del mundo para que Dios habite en nosotros. Hay que estudiar 2 Cor. 6:14 - 7:1 con mucho cuidado.

       ¿Qué significa esta gran bendición (de que Dios habita en su iglesia)? Significa la comunión con Dios. La palabra "comunión" significa "participación". Tenemos la dicha de participar en las cosas celestiales, las cosas de Dios. Por ejemplo, Heb. 6:4, "hechos partícipes del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:13, "la comunión del Espíritu Santo". Las palabras "participación" y "comunión" son idénticas). 2 Ped. 1:4-7 somos "participantes de la naturaleza divina" si añadimos a nuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, pie- dad, afecto fraternal y amor. Significa estar bajo el poder, dirección e influencia de Dios. Estamos "en" El, sostenemos una relación estrecha con El, vivimos "conectados" con El. Significa, pues, los efectos y bendiciones que recibimos de Dios. Los textos dicen que "Dios" (o Cristo, o El Espíritu Santo) mora (vive o permanece) en nosotros porque Dios es la fuente o causa de estos poderes y beneficios. En estos textos se emplea una figura de gramática en la cual la causa se pone por el efecto. Gozamos de los efectos de nuestra relación con Dios, y en lugar de hablar de los efectos o bendiciones se dice simplemente Dios (la causa o fuente de ellos). Es la figura llamada "metonimia" ("figura de retórica que consiste en designar una cosa con el nombre de otra, cuando están ambas reunidas por alguna relación").

       De otro modo, si Dios no mora en nosotros, entonces el diablo vuelve -- ahora más fortificado que nunca -- y será más difícil que nunca echarlo otra vez de nuestra vida.

       Es necesario ser “antis” pero más que antis. Insistimos en que tenemos que ser “conservadores” porque tenemos que retener o conservar “la forma (el patrón) de las palabras sanas” (2 Tim. 1:13). Sin embargo, esto no significa que solamente somos “antis”. Somos “anti” (en contra de) muchas cosas: la mundanalidad (el baile, la ropa deshonesta, la bebida social, etc.); la música instrumental en el culto; la centralización eclesiástica (iglesia patrocinadora, instituciones de iglesias de Cristo), y otros errores doctrinales. Podemos ser “antis” en todo sentido necesario y aun así fracasar, porque aparte de oponernos a toda forma de pecado, tenemos que estar “a favor de” predicar y practicar “todo el consejo de Dios (Hech. 20:27). Hay que ser negativos, pero también hay que ser positivos. Como dijo Dios al profeta Jeremías (1:10), “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.

       ¿Cómo está la condición de los que vuelven atrás? La Biblia enseña claramente que la condición espiritual de los discípulos de Cristo que vuelven atrás es peor de lo que era que cuando eran inconversos. 2 Ped. 2:20-22, "enredándose otra vez ...su postrer estado viene a ser peor que el primero". Heb. 6:4-6; 10:26-29. Fue imposible renovarlos al arrepentimiento porque rechazaron el sacrificio de Cristo.

       Los endemoniados eran víctimas involuntarias del diablo, pero Judas permitió que Satanás entrara en él (Jn. 13:27). También Ananías y Safira permitieron que Satanás llenaran su corazón para mentir a Dios (Hech. 5:3,4). También nosotros tenemos completo control sobre nuestro corazón. Si Satanás llena nuestro corazón, será con nuestro permiso.

       11:27  Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz (para que todos pudieran oírle) y le dijo (interrumpió la enseñanza de Jesús, pues quería alabarle: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.  – Sin duda esta mujer había escuchando atentamente lo que Jesús decía y también había observado sus obras maravillosas. Con mucha emoción quería alabar a Jesús de esta manera indirecta, alabando a su madre. Lo que ella dijo fue semejante a lo que dijo Elisabet (1:41, “Elisabet fue llena del Espíritu Santo,  42  y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”). Estaba cumpliendo la profecía de María misma (Luc. 1:48, “Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones”).

       11:28  Y él (El, empero, FL) dijo: Antes (menoun, más bien, FL; confirmatorio, es decir, no contradice lo que la mujer decía, pero correctivo, RCHL, porque presenta un contraste) bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. – Es bueno que las emociones sean movidas por las palabras y los hechos de Jesús, pero también hay que ser realistas. Muchas personas ofrecen servicios a Dios con exagerada emoción, a veces dando rienda suelta a las emociones. Desde luego, el evangelio nos debe afectar emocionalmente, pero Jesús quiere ver más que esto. Quiere ver una vida de obediencia. “Los buenos sentimientos no pueden ocupar el lugar de la fidelidad en la acción” (WB). Esta respuesta de Jesús “hace sentir a esa mujer que ella misma puede ser feliz como aquella cuya dicha acaba de celebrar” (B-S).

       “¡Cuán completamente ajeno es este sentimiento a la enseñanza de la Iglesia de Roma, la cual excomulgaría a cualquiera de sus miembros que se atreviera a hablar en el espíritu de este glorioso dicho!” (JFB). “Es inconcebible que, a pesar de la respuesta de Jesús, los intérpretes católicos se apoyen en las palabras de esta mujer para sancionar el culto de la virgen” (B-S).

       Lucas 8:19-21 enseña que el ser pariente espiritual de Jesús es más importante que el ser pariente físico. María misma hizo esto. Jesucristo era el Salvador de su propia madre, porque ella oyó y aceptó la palabra de Dios. Su relación física (materna) produjo una gran bendición, pero su relación espiritual produjo una bendición más grande. La bendición que recibió por creer en Jesús como el Hijo de Dios (1:45) y guardar su palabra (Hech. 1:14) era más grande que la bendición de ser la madre de Jesús. Si María no hubiera creído en la deidad de Jesús para seguirle como los demás discípulos, ¿habría sido bienaventurada?

       La palabra “guardar” (phulasso) “denota (a) guardar, vigilar, montar guardia… (b) guardar en el sentido de proteger, pe., … Jn. 17:12 …; metafóricamente, guardar una ley” (WEV). Según el significado básico de la palabra, pues, podemos concluir que debemos “guardar” la palabra en el corazón como un tesoro precioso” (RCHL). Si la guardamos de esa manera, entonces la guardaremos también en el sentido de obedecerla y practicarla.

       Muchos oyen la palabra pero no por eso son “bienaventurados” (dichosos, felices, bendecidos) porque no la guardan. 1 Sam. 15:22, 23; Mat. 7:21-27; Heb. 5:8, 9; Sant. 1:22; 2:14-26. Esto produce la verdadera felicidad. Jn. 13:17;

       El clero romano hace mal uso de los hermosos textos de Lucas 1 (42, 48), afirmando cosas de ella que jamás entró en la mente de ella. Decir que “María es madre de Dios” es blasfemia. Por muchas razones esta expresión católica es blasfemia. Es blasfemia contra Dios, contra Cristo y contra María misma. María nunca dijo ni hizo nada para elevarse a sí misma. Ella no tiene nada de culpa por esta blasfemia. Es pura invención humana y carnal. María era mujer "bendita" y "bienaventurada" (1:42,48) porque Dios la escogió para ser la madre de Jesús. Era mujer piadosa, y la última referencia a ella (Hech. 1:14) nos dice que ella estaba con los fieles discípulos esperando los grandes eventos del día de Pentecostés, pero ella no aspiraba competir con su Hijo.

       ¿No es cierto que debemos orar a María puesto que Jesús hará mucho caso a las peticiones de ella? La afirmación de que María es una mediadora que escucha oraciones dirigidas a ella para entonces rogar a Jesús es enseñanza humana. En primer lugar es doctrina falsa, no enseñada en las Escrituras. Además insulta a Jesús nuestro único mediador (1 Tim. 2:5).

       Cuando María y sus hijos se le acercaron a Jesús ¿suspendió su obra de enseñar para atender a su madre? Claro que no. Leemos en Juan 2:2-4 que María dijo a Jesús, "No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Dijo, literalmente, "¿Mujer, qué a ti y a mí?"). No es en ningún sentido lenguaje falto de respeto, pero sí refuta el dogma católico de que solamente pidiendo algo María Jesús atiende. La respuesta de Jesús, aunque del todo respetuosa, indica que María no estaría involucrada de ninguna manera en sus actos sobrenaturales.

       ¿Qué enseña Mat. 12:46-50 sobre este tema? ¿Qué dijo Jesús? Pregunta, "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" ¿Quién puede suponer que Jesús hubiera hablado así a "La Madre de Dios", "La Mediadora y Reina del Cielo"? Si Dios hubiera querido presentar a María como la persona a quién debemos dirigir las oraciones, ¿habría hablado así Jesús acerca de ella? La respuesta es muy obvia. Entonces, ¿por qué se supone que debemos orar a ella y que Jesús le hace caso ahora?

       Desde la niñez y juventud Jesús amaba y respetaba a su madre (2:41). Estaba sujeto a José y María. Es importante comentar que a Jesús nunca le faltó respeto por su madre. Juan 19:26,27. Aun en la cruz cuando estaba en tanta agonía se preocupó por el cuidado de ella, pero al meditar sobre la relación entre Jesús y su madre es importante recordar que cuando una mujer dijo, “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste”, El respondió, “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”.

       En este texto hay lecciones prácticas para nosotros. Siempre existe la tentación de dar preferencia a los de la familia física, pero recuérdese Mat. 10:34-39. Gál. 6:10, "hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe". ¿A quiénes debemos dar preferencia? ¿Cuántos hermanos débiles descuidan alguna reunión de la iglesia por atender a los familiares que llegan de visita? Esta práctica es violación clara de esta enseñanza. ¿Qué hacer en ese caso? Invitarles a acompañarles al servicio, y si no quieren, decirles, "Están en su casa, al rato venimos". En una ocasión expliqué esto a un hermano el cual me contestó: "Pero eso es como correrlos". Le contesté: "Entonces usted prefiere ofender a Cristo para no ofender la visita?" ¡Cómo se sienten afligidos los padres cuando sus hijos dejan la religión familiar! Muchos padres y otros familiares ponen mucha presión sobre los que piensen hacerlo. Les quieren avergonzar. Les acusan de ingratos, de no amar a sus padres, de ser chaqueteros y otras cosas peores. Pero es simplemente otro ejemplo del mismo problema: ¿A quién daremos preferencia, a Cristo o a la familia? Sin lugar a dudas, muchos miembros de la iglesia serán perdidos por dejar que padres, hermanos, tíos, primos y otros familiares exijan primer lugar en sus vidas. Es posible que a veces algunos padres y otros lo hagan con buenas intenciones, pero de todas maneras destruyen a sus seres queridos que han obedecido a Cristo. Mat. 8:21,22; 10:37.

       Hemos ganado una familia grande en Cristo. Muchas personas que obedecen al evangelio son rechazadas por su familia, pero entonces ganan una familia muy grande de hermanos en Cristo, Mar. 10:29,30. Somos parientes de  Jesús. ¡Somos su familia! ¡Es un honor tremendo! Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos (Heb. 2:11). Entonces, nunca nos avergoncemos de llamarnos hermanos de El.

       11:29  Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala (Mat. 12:39 agrega la palabra “adúltera” para enfatizar su infidelidad como la “esposa” de Dios, Jeremías 3:1; Ezeq. 16:15; Oseas 3:1); demanda señal (del cielo, 11:16), -- Esto indica que para ellos todas las señales que Jesús había hecho no eran suficientes, pero recuérdese que cuando Juan envió a sus discípulos a preguntar a Jesús si El era aquel “que había de venir” Jesús dijo, “Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.  Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, {Isaías 35:5-6} los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”; es decir, las señales que ya había hecho confirmaron que El estaba cumpliendo las profecías acerca del Mesías “que había de venir” (Mat. 11:2-5).

       Probablemente estos judíos pidieron señal del cielo porque creían que Jesús no podría hacer tal señal, y luego ellos podrían decir, “¿Ya ven ustedes, que él es falso”? Era generación mala porque no pidieron evidencia para creer, sino para criticar a Jesús. No sabían nada de la bienaventuranza que viene a “los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (v. 28).      

       Es pecado rechazar la evidencia como lo hacían éstos. No les interesaba la verdad sino la defensa de su prestigio e influencia sobre el pueblo. 1 Cor. 1:22, “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;  23  pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;  24  mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”

       --pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. – No quiere decir que ya no haría más milagros para probar que El era el Cristo, pero que de ninguna manera les daría la clase de señal que pedían (por ejemplo, como la que sugirieron Jacobo y Juan, 9:54), pero sí les daría una señal. Tampoco hizo señal cuando en otra ocasión se la pidieron (Mat. 16:1-4). Tampoco en Nazaret (Luc. 4:23). Tampoco para Herodes (Luc. 23:8). No haría la clase de milagro que ellos pidieron, pero les daría una verdadera señal que sería evidencia infalible que El era el Hijo de Dios, porque después de estar sepultado por tres días y tres noches resucitó de entre los muertos. Esta señal sería aun más convincente que la señal de Jonás, el tipo de Cristo, que dio evidencia amplia de que él había sido comisionado por Dios para predicar a los ninivitas (AB).

       Es interesante observar cómo Jesús confirma la historia del Antiguo Testamento, hablando de Abraham, de Moisés, de Daniel, de Jonás, etc. como personas históricas. Muchos incrédulos se refieren al Antiguo Testamento como mitos o leyendas de los judíos. Para Jesús el Antiguo Testamento era historia verídica.

       11:30  Porque así como Jonás fue señal (que fue dada) a los ninivitas (para probar que él había sido comisionado por Dios a predicarles), también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. – Jonás fue señal a los ninivitas porque cuando los marineros lo echaron al mar, estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches. Algunos piensan que los ninivitas ni siquiera se dieron cuenta de ese milagro, pero si no lo hubieran sabido, entonces Jonás no habría sido señal a ellos. La mera predicación no era señal. El milagro de estar tres días y tres noches en el vientre del gran pez y luego ser echado en tierra por el pez “fue señal a los ninivitas” y bien prefiguraba la estancia de Jesús por tres días y tres noches en el corazón de la tierra y luego ser resucitado de allí.

       Jonás salió del vientre del gran pez como si hubiera salido vivo de la tumba, así como Cristo salió vivo de la tumba (GRB). Esta señal era prueba de que Jonás era profeta enviado por Dios. De la misma manera Dios levantó a Jesús de entre los muertos para confirmar que le había enviado para ser el Salvador del mundo.

       Mateo 12:39, “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.  40  Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Como Jonás desapareció en el vientre del gran pez y de esa manera aparentemente terminó su obra, pero después de tres días y tres noches salió de allí para continuar su trabajo, así también Cristo desapareció en el corazón de la tierra y los judíos creyeron que ya habían acabado con El, pero después de tres días y tres noches El salió del sepulcro para continuar su obra (RCHL).

       11:31  La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres (no ANTHROPOS, “gente”, sino más bien con los andron,  “varones”: se refiere, pues, a los líderes de los judíos) de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, – En 1 Reyes 10:1-10 leemos de la visita de la reina de Sabá. Había oído de Salomón pero quería escucharle en persona. Para hacerlo hizo un viaje largo (entre mil y dos mil kilómetros), inconveniente y hasta peligroso, para hacerlo. Había pocos libros en aquellos tiempos y la manera mejor de saber de la famosa sabiduría de Salomón sería visitarlo y conversar con él. Por eso, esta mujer famosa se esforzó grandemente para escuchar a Salomón, un mero hombre que enseñaba principalmente sobre temas terrenales. Sin embargo, para los escribas y fariseos la verdad estaba cerca, pues cada día Jesús enseñaba en el templo (Mat. 26:55). Además, Jesús no era un mero hombre. Era Emanuel, Dios con nosotros. Había venido desde el cielo para llevar el mensaje a ellos. No tuvieron que hacer un viaje largo para tener acceso a Jesús, pues enseñaba a diario en sus sinagogas y en el templo.

       Salomón era muy honrado por esta reina del Sur, mientras que Cristo era muy deshonrado por los escribas y fariseos. La reina “vino a probarle con preguntas difíciles” (1 Reyes 10:1) y aceptó sus respuestas, mientras que los escribas y fariseos le hicieron preguntas capciosas a Jesús y no aceptaron la verdad que les enseñó. Ella era sincera y “le expuso todo lo que en su corazón tenía” (1 Reyes 10:2) pero los escribas y fariseos eran hipócritas y sólo querían destruir a Jesús. “Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase” (1 Reyes 10:3); compárense las preguntas hechas a Jesús sobre quién es el mayor en el reino (Mat. 18:1); sobre el matrimonio y el divorcio (Mat. 19:1-9); sobre la autoridad (Mat. 21:23); sobre la cuestión del tributo para César (Mat. 22:15-22); sobre la resurrección (Mat. 22:23-33); sobre qué hacer para heredar la vida eterna (Luc. 10:25-28); sobre quién es mi prójimo (Luc. 10:29-37), etc. Desde luego, sus respuestas era perfectas en todo sentido. De hecho, el Nuevo Testamento de Jesús contesta toda pregunta con respecto a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3; 2 Tim. 3:16, 17).

       Jesús dice que esta mujer “se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará”. ¿Por qué? La afirmación de Jesús de que los gentiles (como la reina de Sabá) podría juzgar a los judíos en el juicio final era muy ofensiva a los judíos, pero obsérvese el carácter y la actitud de esta mujer. Ella sincera y personalmente quería aprender la verdad. ¡Qué contraste con la actitud de los judíos!. Quería hacer su propia investigación, quería oír y ver por sí misma. Luego después de todo, dice, “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad” (1 Reyes 10:6, 7). Con razón, pues, se levantará en el juicio para condenar a los judíos (y a todos los demás) que rechazan a Cristo. Imagínese cómo hubiera sido la actitud de esta mujer si hubiera vivido en los días de Jesús. Si ella viajó entre mil y dos mil kilómetros para escuchar a Salomón, ¿cuántos kilómetros habría viajado para escuchar a Jesús? ¡Si  ella aprendió y con gozo aceptó la sabiduría de Salomón, cuánto más habría aprendido y aceptado con gozo la sabiduría de Jesús!

       -- y he aquí más que Salomón en este lugar. – En base a lo que se dice de Salomón en el Antiguo Testamento los judíos lo tenían en alta estima, pero los hechos y sabiduría de Salomón no se podían comparar con los hechos y sabiduría de Jesús y lo rechazaron.

Continúa

 
 

A la tercera parte

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