IV. ¿Qué implica la palabra
"buscar"?
A. Implica la oración
sincera e intensa. "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en
oración y ruego..." (Dan. 9:3).
B. Implica el esfuerzo
personal. Mat. 6:33, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia".
C. Implica que
sinceramente cooperamos con nuestra oración (que ponemos nuestra parte).
Cuando oramos por el reino, nos ocupamos en los asuntos del reino para que
avance. Cuando oramos "hágase tu voluntad", nos esforzamos por hacerla e
insistir en que otros la hagan. Cuando pedimos el pan, trabajamos para
aprovechar las provisiones hechas por Dios (El "pone los medios"). Antes
de pedir el perdón, perdonamos a otros. Cuando pedimos que Dios no nos
meta en tentaciones, las evitamos y huimos de ellas. Cuando pedimos la
sanidad, hacemos todo lo posible por aprovechar la ayuda de médicos y
medicina, que son bendiciones de Dios. Cuando pedimos el crecimiento
espiritual, ponemos nuestra parte, estudiando la Biblia y siendo miembros
activos de la iglesia.
V. ¿Qué implica la
palabra "llamar"?
A. Implica la
perseverancia en la oración, Luc. 11:5-8; 18:1-5. Ejemplos de esto
son: Abraham, Gén. 19:32; Elías, Sant. 5:16-18; la mujer cananea, Mat.
15:27; Pablo, 2 Cor. 12:8; y Jesús, Mat. 26:44.
B. La perseverancia en la
oración se enseña en muchos textos: 1 Tes. 5:17; Col. 4:2; Rom. 12:12.
C. El desaliento nos
destruye espiritualmente. El diablo no tiene que seducirnos a cometer
fornicación, etc. para destruirnos, porque basta con desanimarnos. Por eso
Jesús nos enseña "la necesidad de orar siempre y no desmayar" (Luc. 18:1).
2 Cor. 4:1, 16, "no desmayamos".
VI. "Recibe... halla...
se le abrirá".
A. El que cumple con los
requisitos de la oración aceptable nunca quedará decepcionado cuando pide
a Dios. Véanse Deut. 7:9; Josué 21:45; 1 Reyes 8:56; Neh. 1:5.
B. Dios contesta nuestras
oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la plena seguridad
de que El nos oye si estamos en comunión con El, y que El nos ama y quiere
ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2 Cor. 12:8),
pero siempre nos da lo que pedimos o algo mejor que lo que pedimos (lo que
es espiritualmente mejor para nosotros).
11:11 ¿Qué padre de
vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en
lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le
dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan? --
Jesús razona de lo menor a lo mayor. ¿Los padres terrenales abusarán de
sus hijos? ¿Les engañarán? ¿Harán burla de ellos? Hay casos de padres
abusivos, pero la mayoría de los padres quieren cosas buenas para sus
hijos. Dios está aun más dispuesto que los padres terrenales a bendecir a
sus hijos. "Vosotros, siendo malos", es decir, somos malos en el sentido
de ser imperfectos (Rom. 3:23; 1 Jn. 1:8-10). Si nosotros -- hombres
imperfectos -- sabemos dar buenas cosas a los hijos; entonces ¿cuánto más
el Dios que es perfecto en conocimiento y poder y en su deseo de ayudar y
bendecir a sus hijos dará buenas cosas a los que le pidan?
Sant. 1:17, "Toda buena
dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto del Padre de las luces, en
el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". ¡Toda cosa buena proviene
de Dios! Nunca olvidemos esto. Cuando recibimos o gozamos de cualquier
cosa buena, no digamos que tuvimos "buena suerte", sino que recibimos otra
bendición de Dios. Nos da la vida abundante (Juan 10:10; Mar. 10:29, 30);
nos bendice con toda bendición en Cristo (Efes. 1:3); nos bendice más allá
de lo que podemos pedir o entender (Efes. 3:20); en fin, nos da las llaves
a todos los recursos celestiales.
Por lo tanto, "pedid...
buscad... llamad".
11:14 Estaba Jesús
echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio,
el mudo habló; y la gente se maravilló. –
Según Mateo 12:22
era ciego y mudo. Satanás hizo esto: dejó a
este pobre hombre atormentado por un espíritu inmundo, ciego y mudo. Así
es la obra de Satanás.
--
y la gente se maravilló.
No había otro milagro más impresionante que
éste; la gente siempre "estaba atónita" al observarlo, pues era otra
demostración clara de la supremacía de Jesús sobre Satanás. Por lo tanto,
preguntan si este Jesús no podría ser el Mesías. Al hablar de El decían,
"Hijo de David"; es decir, descendiente de David. Véase Mat. 12:23; Isa.
35:5. También compárese Jn. 7:31, "El Cristo, cuando venga, ¿hará más
señales que las que éste hace?" Los fariseos no creían porque no querían
creer. No les convenía creer. La envidia de ellos (Mat. 27:18) impedía que
aceptaran la verdad, pero la reacción espontánea de la gente común, gente
que simplemente decía lo que pensaba de los milagros de Jesús, es
evidencia clara de que Jesús mostraba atributos divinos. La pregunta
implica respuesta negativa. Los milagros indicaban que Jesús bien podría
ser el Mesías, pero no se presentaba ni obraba como el Mesías esperado por
los judíos, porque éste debería ser un gran Conquistador, un glorioso Rey
como David y Salomón.
11:15
Pero algunos de ellos (los
fariseos, Mat. 12:24) decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios,
echa fuera los demonios. --
La acusación de los fariseos fue acto de
desesperación, pues reconocían que tenían que apagar el intenso
interés del pueblo en los milagros de Jesús. La pregunta hecha por la
gente era “puro veneno” para los fariseos. Viendo los milagros la gente
podía llegar a la conclusión de que en verdad Jesús era enviado de Dios
(véase Jn. 3:2). Si el pueblo se convenciera de esto, aceptarían a Jesús
como su Maestro y rechazarían a los fariseos. Estos seguramente no tenían
la actitud de Juan el bautista en cuanto a sus seguidores (véase Jn.
3:26,30). Los fariseos podían ver que ese movimiento ya estaba fuera de
control, y tenían que hacer algo para impedirlo. Se dedicaban mucho a la
investigación de cualquier líder popular (véase Jn. 1:19) para proteger su
propia posición de liderazgo.
La acusación fue sumamente
ofensiva, despreciativa y odiosa (véase Mat. 10:25, le "llamaron
Beelzebú"). Es probable que el nombre "Beelzebú" es corrupción de "Baal-zebub
dios de Ekron", el dios inventado y adorado por los filisteos para
protegerles de las moscas. Véase 2 Reyes 1:2,3,6,16. En alguna forma se
identificaba en la mente de los judíos con Satanás, el príncipe de los
demonios. Habían dicho la misma cosa cuando Jesús echó fuera el demonio
de otro mudo (Mat. 9:32-34). En esa ocasión también "la gente se
maravillaba" y los fariseos se vieron en la necesidad de combatir la
influencia de Jesús.
Fue doble la acusación: (1)
“Decían que tenía a Beelzebú", Mar. 3:22; que tenía demonio (Jn. 7:20;
8:48,52; 10:20, "demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?").
Decían lo mismo de Juan (Mat. 11:18), y con el mismo fin, para que la
gente no les escuchara. (Es la táctica usada por los sectarios y aun por
los hermanos institucionales que nos tildan de “legalistas”, "antis" y
otros epítetos peores para que la gente no nos escuche); (2) que estaba
aliado con Satanás. No podían negar que Jesús hacía milagros, ni tampoco
podían atribuir estas maravillas a poderes meramente humanos. La evidencia
de que Jesús obraba verdaderos milagros era muy clara e irrefutable
(compárese Hech. 4:16), pero ellos sí podían poner en tela de juicio la
fuente de ese poder, promoviendo la idea insensata de que Jesús obraba
en liga con Satanás. Con esta táctica podían convencer al pueblo que
aunque Jesús hacía milagros, no eran de Dios. No era cuestión de si El
hacía milagros, sino de por qué autoridad los hacía. Creían los fariseos
que habían dado una explicación que Jesús no podía refutar, ya que se
trataba de fuerzas invisibles. Jesús reconoció la astucia de esta
acusación y su posible efecto sobre el pueblo. Por lo tanto, tomó la
molestia de refutarla rotundamente.
Fue una idea sumamente
absurda porque desde el principio Jesús obraba fervientemente en contra de
Satanás, destruyendo su obra en toda manera posible. "Para esto apareció
el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Pero el
triunfo sobresaliente de Jesús sobre Satanás era el milagro de echar fuera
los demonios. ¿Por qué estaba endemoniado este hombre? ¿Quién era
responsable? Satanás. ¿Quién le liberó de esa horrible miseria? Cristo.
¿Estos dos -- Satanás y Cristo -- estaban en liga el uno con el otro? ¿Uno
haciendo y el otro deshaciendo lo que el primero hacía?
En primer lugar, Satanás no
destruye su propia obra; en segundo lugar, ¿desde cuándo hace buenas
obras?
11:16 Otros, para
tentarle, le pedían señal del cielo. –
11:29, 30; Mateo16:1. Según Mateo 12:38,
“Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos,
diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal”. Es obvio que “respondieron”
a lo que Jesús decía en los versículos anteriores, pero no respondieron,
sino que buscaron otra salida.
¿Que indica en cuanto a
su carácter esta petición? Los muchos milagros ya hechos por Jesús no
eran suficientes para convencerles. "Tampoco se persuadirán aunque alguno
se levantare de los muertos" (Luc. 16:31); es decir, no eran sinceros y no
querían ser persuadidos. No les faltó evidencia. Ya sobraba evidencia.
Jesús ya había hecho muchos y distintos milagros. Como Nicodemo dijo,
"Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer
estas señales que tú haces, si no está Dios con él". Así es la admisión de
un hombre sincero.
¿Qué clase de señal
querían? Luc. 11:26 dice "le pedían señal del cielo"; también Mat.
16:4. Querían alguna señal distinta de las que habían visto. Esto
implica que ellos creían que los milagros que Jesús había hecho no eran
señales "del cielo". Ejemplos de señales del cielo: (1) MOISES estuvo con
Dios sobre el monte en medio de "truenos y relámpagos" (Ex. 19:16); (2) A
ISRAEL Dios les dio "pan del cielo", Jn. 6:31; (3) JOSUE hizo que el sol y
la luna se detuvieran, Josué 10:12,13. (4) SAMUEL hizo venir truenos y
granizo en el tiempo de la siega, 1 Sam. 12:17. (5) ELIAS llamó fuego del
cielo (Luc. 9:54) y en otra ocasión la lluvia descendió cuando oró, 1
Reyes 18:45. (6) ELISEO oró y su siervo vio "que el monte estaba lleno de
gente de a caballo y de carros de fuego" (2 Reyes 6:17).
¿Por qué pidieron señal
del cielo? Ellos no querían creer. No querían ser convencidos.
Ellos solamente querían ver más señales para criticarlas. Le
tentaban. Querían atraparle. Siempre esperaban que Jesús fallara al
intentar hacer una señal del cielo, pero Jesús era Dios infalible, no
fallaba.
11:17 Mas él,
conociendo los pensamientos de ellos, --
Mat. 9:4; Jn. 2:25; 21:17). Cristo llegó a ser
hombre y vivió en la tierra pero no dejó de ser Dios omnisciente y
omnipotente (todopoderoso). No tuvieron que hablar. No era necesario que
expresaran sus pensamientos, porque El sabía los pensamientos de ellos. El
entendía a profundidad los propósitos de ellos, y por eso la naturaleza de
su acusación.
--
les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es
asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. 18 Y si también
Satanás está dividido contra sí mismo, (
Mat. 12:26, “Y si Satanás echa fuera a Satanás)
¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por
Beelzebú echo yo fuera los demonios. -- Si
Satanás envía los demonios para tomar control de la gente para causar
sufrimiento y miseria, y luego el mismo Satanás envía a Jesús para echar
fuera aquellos mismos siervos obedientes de Satanás, entonces obra en
contra de sí mismo. Tal proceder sería insensato y ¿quién acusa a Satanás
de ser insensato? ¿Acaso los fariseos no sabían esto? ¿Eran insensatos
ellos mismos? ¿Quién no sabe que un reino dividido contra sí mismo será
pronto asolado? ¡Qué locura decir que Satanás echaba fuera a Satanás!
Todos sabían que los espíritus inmundos venían de Satanás y que los
endemoniados eran afligidos por él.
Es probable que la
respuesta correcta es que ellos dijeron esto por causa de su
desesperación. ¿Qué otra cosa podían hacer? Jesús estaba destruyendo
su influencia y, por eso, disminuyendo su control sobre el pueblo. No
podían negar que Jesús hacía milagros, porque eran muchos, eran estupendos
y maravillosos, y había muchos testigos. Entonces ¿qué hacer? Les quedaron
solamente dos alternativas: (1) admitir que Jesús hacía milagros por el
poder de Dios y humillarse delante de El, o (2) atribuir sus milagros al
diablo, diciendo que Jesús estaba aliado con Satanás, comisionado por El y
vestido de poder diabólico.
Pero ¿no entendían lo
ilógico de decir que Satanás echaba fuera a Satanás? Recuérdese que
estaban desesperados y, por eso, no eran razonables. Así es la
oposición contra Dios en toda época. Todo argumento contra Dios, contra
Cristo, contra el evangelio, contra la iglesia, etc. es argumento ilógico.
Sin embargo los falsos maestros no se preocupan por esto porque su único
propósito es triunfar sobre la verdad, y para lograr su propósito emplean
muchas asechanzas (Efes. 6:11) y armas carnales (2 Cor. 10:4).
11:19 Pues si yo echo
fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por
tanto, ellos serán vuestros jueces. -- Sus
hijos eran sus discípulos, o seguidores, Mat. 22:15, 16. Compárese 2
Reyes 2:3, "hijos de los profetas". Seguramente los fariseos creían que
sus discípulos lanzaban demonios por el poder de Dios (véase Mat. 7:22;
24:24). Hech. 19:13 habla de los "judíos, exorcistas ambulantes". Estos
usaban encantos de varias clases para "echar fuera demonios". Josefo
describe tales casos. Entonces ¿por qué condenaron a Jesús por hacer lo
que, según ellos, sus discípulos hacían? El propósito de esta pregunta de
Jesús fue para exponer aun más la inconsecuencia de los fariseos. Ellos
atribuyeron la obra de sus “hijos” a Dios, y no a Satanás. Entonces ¿por
qué decir que Jesús lanzaba demonios por Beelzebú?
Por lo tanto, sus propios
"hijos" (discípulos, seguidores) serían sus jueces. Si los "hijos" de los
fariseos que profesaban lanzar demonios admitían que la acusación hecha
por los fariseos era cierta, entonces se condenaban a sí mismos.
Por el otro lado si decían que la acusación era falsa, entonces condenaban
a sus maestros y vindicaban a Jesús. De todas maneras serían sus jueces.
Compárese Mat. 21:23-27,
otro ejemplo de esta clase de argumentación de Jesús por la cual sus
oponentes habrían perdido, no obstante cómo contestaran.
11:20 Mas si por el
dedo de Dios (el Espíritu de Dios,
Mat. 12:28) echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha
llegado a vosotros. -- De todos los milagros
hechos por Jesús parece que el echar fuera los demonios impresionaba más a
la gente. Quedaron atónitos y maravillados, sumamente impresionados con
esta señal. Jesús también hace caso especial de este milagro. Según El
este fenómeno demostraba claramente "el dedo de Dios" (Luc. 11:20), o como
dice Mateo, Jesús obraba "por el Espíritu de Dios" (Mat. 12:28). Por esta
causa Jesús suena la alarma contra la blasfemia contra el Espíritu Santo
(v. 32; Mar. 3:29,30).
Por lo tanto, el reino de
Dios había llegado porque el reino de Satanás estaba sufriendo mucha
pérdida. Había solamente dos alternativas: (1) Jesús echaba fuera demonios
por la autoridad de Satanás, conclusión ilógica y absurda, porque de esa
manera Satanás hubiera trabajado en contra de sí mismo, cosa que él nunca
hace. ¡Satanás es muy astuto, no es estúpido! (v. 25-27). (2) La otra
alternativa, la única que les quedaba, fue que Jesús echaba fuera demonios
por el dedo de Dios y, por lo tanto, el reino de Dios había llegado; es
decir, los milagros demostraban que todo lo que El había anunciado acerca
del reino era cierto. En ese caso les convenía a los judíos regocijarse
grandemente al ver la demostración del poder de Dios sobre el poder de
Satanás. Les convenía preparar sus corazones para recibir este reino que
tenía tanto poder de hacer obras de misericordia entre la gente. Pero "los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas"
(Jn. 3:19).
Esto presenta un
pensamiento alarmante, porque indica que los fariseos, al observar la
obra de Jesús, eran testigos de la presencia y el poder del mismo Dios a
quién ellos profesaban servir. La llegada del Mesías sería también la
llegada del reino de Dios anunciado por todos los profetas. En esto Jesús
anticipa la llegada del reino el día de Pentecostés. El punto es que Dios
ya estaba derrotando a Satanás como Jesús explica en los versículos que
siguen.
11:21 Cuando el
hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. 22
Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus
armas en que confiaba, y reparte el botín. --
El hombre fuerte representa el diablo. Cuando Jesús estuvo aquí en
la tierra, El entró en su casa (la persona endemoniada) para atarlo antes
de poder saquear su casa (echar fuera el demonio). Es importante observar
que esta victoria sobre Satanás ocurrió cuando Cristo vino la primera vez,
porque muchos maestros religiosos creen y enseñan que la victoria de Jesús
sobre Satanás será hasta su segunda venida. Obsérvese esta verdad en los
siguientes textos: Luc. 10:18, hablando del ministerio de los setenta y
cómo ellos podían echar fuera demonios, "Yo veía a Satanás caer del cielo
como un rayo"; Jn. 12:31, "Ahora el príncipe de este mundo será echado
fuera"; 16:33, "yo he vencido al mundo"; Col. 2:15, "triunfando sobre
ellos en la cruz"; Efes. 4:8, "Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva
una hueste de cautivos" (LBLA); Heb. 2:14,15, "para destruir por medio de
la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y
librar a todos los ... sujetos a servidumbre"; Apoc. 20:1-3, Satanás atado
para que no pudiera engañar más a las naciones. No se refiere a la segunda
venida, sino a la primera venida. Cristo triunfó sobre Satanás de muchas
maneras comenzando con las tentaciones de Mat. 4:1-11. Los que aceptan el
evangelio de Cristo ya no se engañan.
¿Como se establece un
reino? ¿No es necesario primero vencer al enemigo para poder establecer un
reino nuevo? Primero es necesario triunfar sobre el enemigo. La historia
habla de una sucesión de reinos o gobiernos establecidos después de la
victoria del conquistador. Así también, Cristo tuvo que vencer primero,
tuvo que triunfar sobre Satanás para establecer su propio reino.
Mateo 12:31-32 registra las
siguientes palabras sobre este tema: “Por tanto os digo: Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el
Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra
contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el
Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.
– Conviene dar un repaso sobre los versículos anteriores: (1) Jesús
sana a un endemoniado, ciego y mudo, Mat. 12:22; (2) La acusación
blasfema de los fariseos, v. 24; (3) La respuesta sencilla e irrefutable
de Jesús, v. 25, 26; (4) ¿Por quién los echan vuestros hijos? v. 27; (5)
Ha llegado a vosotros el reino de Dios, v. 28; (6) Primero hay que atar al
hombre fuerte, v. 29; (7) No puede haber neutralidad. Ahora analizamos la
blasfemia contra el Espíritu Santo como prueba o evidencia de la condición
depravada de los fariseos.
-- Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres -- La palabra "evangelio"
significa "buenas nuevas"; es decir, por medio del evangelio de Jesucristo
todo pecado será perdonado. Véanse los catálogos de pecados (Rom. 1:28-32;
1 Cor. 6:9-11; Gál. 5:19-21, etc.). Todos estos pecados serán perdonados
por Dios si nos arrepentimos, confesamos a Cristo y somos bautizados para
perdón de pecados. Los pecados de David (el codiciar, el adulterar, el
matar) fueron perdonados. Los "muchos" pecados de la mujer de Luc. 7
fueron perdonados. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue perdonado.
Saulo de Tarso persiguió a Jesús pero fue perdonado.
Blasfemar significa
"difamar o injuriar...cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante,
calumniador". Este pecado cometido aun contra Jesús tenía y tiene perdón,
v. 32. Le acusaban de ser glotón y borracho; decían que era samaritano
(término muy insultante para cualquier judío), que estaba loco, y que
blasfemaba cuando perdonaba pecados. Se describen aun aquellos que lo
crucificaron como ignorantes (Luc. 23:34; Hech. 3:17; 13:27; 1 Cor. 2:8).
Todos estos insultos, blasfemias e injurias recibieron perdón cuando los
culpables obedecieron al evangelio.
-- Pero la blasfemia
contra el Espíritu Santo no les será perdonada, -- Al que hable
contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, v. 31,32. El v. 31 dice
"blasfemia" y el v. 32 dice "hablar contra". El mismo texto explica la
palabra "blasfemia". Mar. 3:29 dice "cualquiera que blasfeme contra el
Espíritu". Marcos 3:30 explica la blasfemia contra el Espíritu Santo:
V. 31, "Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo". La blasfemia
contra el Espíritu se refiere a lo que los fariseos acabaron de decir
(Mat. 12:24), "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe
de los demonios". Marcos 3:22, "decían que tenía a Beelzebú, y que por el
príncipe de los demonios echaba fuera los demonios". Lo que ellos decían
no era simplemente una calumnia contra Jesús, sino una blasfemia contra el
Espíritu Santo. Decían que el Espíritu Santo era Satanás (espíritu
inmundo). ¡Esta es la blasfemia contra el Espíritu Santo!
La obra del Espíritu
Santo es atribuida a Satanás. Negaban los fariseos que Jesús hizo la
gran obra de echar fuera los demonios por el poder del Espíritu Santo. Mas
bien, según ellos, lo hizo por el poder de Beelzebú, príncipe de los
demonios, o sea, Satanás mismo. Al decir esto hablaron o blasfemaron
contra el Espíritu Santo, dando a entender que en realidad el Espíritu
Santo era un espíritu inmundo.
Dicen los carismáticos que
hablamos contra el Espíritu cuando denunciamos sus "señales y prodigios
mentirosos". Esta acusación es completamente necia y absurda. Al decir
esto ellos demuestran su profunda ignorancia de las Escrituras (Mat.
22:29). Desde luego, no hablamos contra el Espíritu, sino probamos los
espíritus, 1 Jn. 4:1,2.
Al ver las obras de Jesús y
al oír sus enseñanzas, los escribas y fariseos estuvieron en la misma
presencia de Dios, pero indicaron que más bien estuvieron en la presencia
de Satanás. No hay depravación más profunda que esta.
-- ni en este siglo ni
en el venidero, -- No hay la más mínima sugerencia en este texto de
que haya manera de recibir el perdón de Dios después de morir. Recuérdese
Luc. 16:23-31. Marcos 3:29, "no tiene jamás perdón, sino que es reo
(culpable) de juicio eterno". Es claro, pues, que la expresión "ni en este
siglo ni en el venidero" enfatiza el hecho de que nunca habrá perdón. La
doctrina de un supuesto “Purgatorio” donde algunos sufren por un tiempo
antes de ir al cielo es pura fábula (2 Tim. 4:4).
11:23 El que no es
conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
-- Jesús recogía. El vino al mundo para recoger a todas las
ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 10:6), pero los fariseos
desparramaban (Mat. 9:36).
No puede haber
neutralidad. El pueblo tuvo que escoger
entre la verdad de Jesús o la mentira de los fariseos. No podían ser
neutrales. Si no ayudaban a Jesús, entonces favorecían a los fariseos.
Todos los que rehúsan obedecer al evangelio, fuera lo que fuera su motivo,
automáticamente ayudan a Satanás.
¡Cómo se engañan solas
muchas personas! Creen que son neutrales. Piensan que no se oponen a Jesús
y su obra, aunque no se ocupan en ella; aprueban y aun defienden la
verdad, hablan muy bonito de la Biblia y de la iglesia, sin reconocer que
en realidad se han puesto al lado del enemigo. La indiferencia no es
meramente indiferencia, sino oposición. El creer solamente sin
obedecer es resistencia contra Dios. Si no entregamos todo el corazón a
Dios no le damos nada. ¡Que todos entiendan una cosa: la supuesta
neutralidad es pura hostilidad contra Cristo!
¿Hay conflicto entre este
texto y Mar. 9:40, "el que no es contra nosotros, por nosotros es"? De
ninguna manera. En este texto Jesús enseña la tolerancia de otros
discípulos. Condena la envidia y la rivalidad. No se trata de la
neutralidad. En Mar. 9:40 se trata de juzgar al hermano, pero en este
texto (Mat. 12:30) cada persona tiene que juzgar a sí mismo.
11:24 Cuando el
espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo;
y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. 25 Y cuando
llega, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va, y toma otros siete
espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de
aquel hombre viene a ser peor que el primero. –
Esta parábola es un comentario sobre el v. 23 (“El
que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”).
Era muy importante que sus discípulos (y los
judíos en general) reconocieran la necesidad de escoger entre El y los
fariseos. Todos tenían que examinar el fruto de cada "árbol". Tenían que
examinar los dichos (enseñanzas, palabras en general) de ambos, para saber
el carácter verdadero de cada quien. Porque ya era sumamente claro que el
pueblo judío no podía aceptar y seguir a Jesús y también seguir
escuchando a los fariseos y escribas. El momento de decisión ya había
llegado. La blasfemia de ellos lo hizo aun más claro.
Jesús enfatiza las
consecuencias de descuidar sus enseñanzas. Se refiere a la
tragedia de rechazar a Cristo y la salvación que
ofrece con todas las bendiciones espirituales (Efes. 1:3).
Este texto es la continuación de lo que Jesús dijo
acerca de los escribas y fariseos. Había echado fuera el demonio de un
hombre. Algunos de los fariseos blasfemaron contra el Espíritu Santo
(diciendo que Jesús tenía espíritu inmundo). Otros pidieron señal del
cielo. Jesús les llama "generación mala y adúltera", y dice que los de
Nínive y la reina del Sur se levantarán en el juicio para condenarles.
Ahora sigue una ilustración
que explica que la condición espiritual de esa generación seguiría de mal
en peor a consecuencia de no aceptar a Jesús y sus enseñanzas. El espíritu
inmundo sale del hombre. No dice que fue echado, sino que "sale". Parece
ser acto voluntario. Anda por lugares secos, buscando reposo, no lo halla.
Los demonios querían ocupar cuerpos. Véase Mt. 8:31.
Vuelve a su casa
desocupada, barrida, adornada. Su "casa" es el cuerpo del hombre que él
había poseído. Esto indica que los demonios a veces volvían a entrar en un
hombre después de salir o ser echados fuera de él. Mar. 9:25, Jesús dijo
al demonio, "Sal de él, y no entres más en él". En este caso Jesús
prohibió que el demonio volviera a tomar posesión del hombre. Las palabras
"barrida y adornada" indican que la casa estaba bien preparada para ser
ocupada por los demonios.
Entonces trae otros siete
espíritus inmundos peores que él. Esto indica que había comunicación entre
los demonios. El número "siete" es número simbólico que significa
“completo” (indicando toda clase de maldad). Era muy común en el
vocabulario de los judíos. Nosotros diríamos "muchos". "Peores que él"
indica que había grados de maldad entre los demonios. Algunos eran más
depravados que otros. Véase Mar. 9:29, "Este género con nada puede salir,
sino con oración y ayuno". Este texto también indica que algunos eran
peores (más feroces) que otros. El espíritu inmundo, ahora acompañado por
otros siete peores que él entran en el hombre para morar allí y el postrer
estado del hombre era peor que el primero.
Así también acontecerá a
esta mala generación. Primero son comparados con niños, y ahora con un
endemoniado. En Mat. 11:16-19 Jesús comparó esa generación con niños que
no podían ser complacidos por nadie. Ahora les compara con un hombre
endemoniado. La lección enseñada claramente en este texto es que como
la condición del hombre endemoniado se hizo peor, así también la condición
de esa generación iría de mal en peor. "El postrer estado del aquel hombre
viene a ser peor que el primero".
¿El demonio salió? Es
difícil saber si la primera parte de esta ilustración (el demonio sale)
significa algo acerca de la condición de los judíos de esa generación.
Algunos creen que el salir del demonio se refiere a que los judíos dejaron
la idolatría durante el cautiverio en Babilonia, pero eso no era
experiencia de los judíos del primer siglo. Otros suponen que había algo
de mejoramiento en aquellos días debido a la influencia de Juan y Jesús.
Sería difícil reconocer algún cambio bueno en ellos, pero una cosa es
cierta: los judíos, como nación, rechazaron a Jesús y aun lo crucificaron
como criminal. También rechazaron el evangelio, y en su rebelión se
sometían cada vez más a las malas influencias de Satanás.
La casa "barrida, adornada"
bien ilustra la actitud de los judíos hacia Jesús, y su plena rebelión
abierta contra El; es decir, estaban dispuestos a recibir a Satanás
(ocho y aun ocho mil demonios) para acabar con Jesús, el evangelio y la
iglesia. De esta manera se preparaban a sí mismos para recibir a Satanás
en su corazón para perseguir a Jesús y sus seguidores. Así, pues, dice
Jesús que los judíos eran semejantes a un hombre poseído por muchos
demonios. Dentro de otros cuarenta años, más o menos, la ciudad, el
templo, y muchos de los judíos serían destruidos por los romanos.
Hay lecciones en esto
para nosotros. No podemos ser neutrales.
Hay solamente dos reinos, dos caminos y dos destinos. No hay campo neutral;
es decir, es imposible ser neutral en cuanto a Cristo y el evangelio. Una
casa vacía invita huéspedes nada agradables. Es imposible mantener un
vacío espiritual. El alma del hombre simplemente no puede quedar vacía.
¿Nos deja vacíos nuestra religión? Hay peligro
de que la "conversión" de algunos sea solamente la externa de ciertas
reformas o enmiendas. Tal "conversión" no es genuina y no dura, pero la
poca "religión" que los tales aceptaron es como una inoculación contra la
religión verdadera de Jesús. Los tales creen y suponen que ya conocieron
la verdad, que ya experimentaron la salvación y sus bendiciones, y no
quieren saber más del evangelio. Con razón su condición posterior es peor
que la condición original.
Muchos textos nos enseñan a
quitar lo malo y llenar la vida de lo bueno. 1 Ped. 2:1,2, “Desechando,
pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las
detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual
no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Hay que
desechar toda malicia, etc. como si fueran demonios, porque
verdaderamente son del diablo, y llenar el corazón con la palabra de Dios
que produce el crecimiento espiritual. “No os
embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu” (Efes. 5:18). Es necesario despojarnos del viejo hombre, pero a
la vez vestirnos del nuevo hombre (Efes. 4:22-32). Es necesario acabar con
las obras de la carne, pero entonces llevar el fruto del Espíritu (Gál.
5:19-23). “Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Rom. 12:9). Todos los
pecados mencionados en estos y los demás textos se pueden comparar con
demonios que deben ser echados de la vida, pero entonces si no llenamos la
vida de las cosas buenas enseñadas por Cristo, los demonios, ya
multiplicados, volverán a “su casa”.
Por lo tanto, no basta con
simplemente echar fuera los "demonios" de la vida pasada. Es necesario
llenar la vida con todas las cualidades preciosas de la vida cristiana.
Este pensamiento se puede observar en Rom. 6:3-7; 12:1,2 y en todos los
textos que describen la conversión y la nueva vida en Cristo. Muchos dejan
de beber alcohol, dejan de fumar tabaco, y dejan otros vicios y luego en
poco tiempo vuelven a ellos. ¿Por qué? Porque no llenaron su mente y sus
actividades con cosas buenas. Léase Fil. 4:8. La vida no acepta un
"vacío". El vacío siempre se llena con algo.
Es necesario echar fuera al
diablo y entonces es necesario que Dios more en nosotros (para que
Satanás no vuelva a vivir en nosotros). Dios permanece en nosotros, 1 Jn.
3:24; 4:12-16. Cristo está en nosotros, Rom. 8:10; "Cristo en vosotros",
Col. 1:27; Efes. 3:17, "para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones". Habita Cristo "por la fe" en nosotros. Dicen algunos que
"sienten" a Cristo en su corazón. Cristo no mora en nosotros en esa forma;
no causa sensación física. Gál. 2:20, "vive Cristo en mí". El Espíritu
Santo mora en nosotros, Rom. 8:9; 2 Tim. 1:14. Nuestro cuerpo es templo
del Espíritu Santo, 1 Cor. 6:19. Estos y otros muchos textos enseñan que
DIOS (el Padre, el Hijo, y El Espíritu Santo) vive o mora en
nosotros y que nosotros estamos "en" Cristo, permanecemos en Dios, etc. La
Deidad habita o vive en su tabernáculo (su templo o iglesia), 2 Cor. 6:16.
Dios habita en nosotros con tal que salgamos del mal. Tenemos que
apartarnos de la contaminación del mundo para que Dios habite en nosotros.
Hay que estudiar 2 Cor. 6:14 - 7:1 con mucho cuidado.
¿Qué significa esta gran
bendición (de que Dios habita en su iglesia)? Significa la comunión
con Dios. La palabra "comunión" significa "participación". Tenemos la
dicha de participar en las cosas celestiales, las cosas de Dios. Por
ejemplo, Heb. 6:4, "hechos partícipes del Espíritu Santo" (2 Cor. 13:13,
"la comunión del Espíritu Santo". Las palabras "participación" y
"comunión" son idénticas). 2 Ped. 1:4-7 somos "participantes de la
naturaleza divina" si añadimos a nuestra fe virtud, conocimiento, dominio
propio, paciencia, pie- dad, afecto fraternal y amor. Significa estar
bajo el poder, dirección e influencia de Dios. Estamos "en" El,
sostenemos una relación estrecha con El, vivimos "conectados" con El.
Significa, pues, los efectos y bendiciones que recibimos de Dios. Los
textos dicen que "Dios" (o Cristo, o El Espíritu Santo) mora (vive o
permanece) en nosotros porque Dios es la fuente o causa de estos
poderes y beneficios. En estos textos se emplea una figura de gramática en
la cual la causa se pone por el efecto. Gozamos de
los efectos de nuestra relación con Dios, y en lugar de hablar de los
efectos o bendiciones se dice simplemente Dios (la causa o fuente de
ellos). Es la figura llamada "metonimia" ("figura de retórica que consiste
en designar una cosa con el nombre de otra, cuando están ambas reunidas
por alguna relación").
De otro modo, si Dios no
mora en nosotros, entonces el diablo vuelve -- ahora más
fortificado que nunca -- y será más difícil que nunca echarlo otra vez de
nuestra vida.
Es necesario ser
“antis” pero más que antis. Insistimos en que tenemos que ser
“conservadores” porque tenemos que retener o conservar “la forma
(el patrón) de las palabras sanas” (2 Tim. 1:13). Sin embargo, esto no
significa que solamente somos “antis”. Somos “anti” (en contra de) muchas
cosas: la mundanalidad (el baile, la ropa deshonesta, la bebida social,
etc.); la música instrumental en el culto; la centralización eclesiástica
(iglesia patrocinadora, instituciones de iglesias de Cristo), y otros
errores doctrinales. Podemos ser “antis” en todo sentido necesario y aun
así fracasar, porque aparte de oponernos a toda forma de pecado, tenemos
que estar “a favor de” predicar y practicar “todo el consejo de
Dios (Hech. 20:27). Hay que ser negativos, pero también hay que ser
positivos. Como dijo Dios al profeta Jeremías (1:10), “Mira que te he
puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para
destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.
¿Cómo está la condición
de los que vuelven atrás? La Biblia enseña claramente que la condición
espiritual de los discípulos de Cristo que vuelven atrás es peor de
lo que era que cuando eran inconversos. 2 Ped. 2:20-22, "enredándose otra
vez ...su postrer estado viene a ser peor que el primero". Heb. 6:4-6;
10:26-29. Fue imposible renovarlos al arrepentimiento porque rechazaron el
sacrificio de Cristo.
Los endemoniados eran
víctimas involuntarias del diablo, pero Judas permitió que
Satanás entrara en él (Jn. 13:27). También Ananías y Safira permitieron
que Satanás llenaran su corazón para mentir a Dios (Hech. 5:3,4). También
nosotros tenemos completo control sobre nuestro corazón. Si Satanás llena
nuestro corazón, será con nuestro permiso.
11:27 Mientras él
decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz
(para que todos pudieran oírle) y le dijo
(interrumpió la enseñanza de Jesús, pues quería alabarle:
Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. –
Sin duda esta mujer había escuchando atentamente lo que Jesús decía y
también había observado sus obras maravillosas. Con mucha emoción quería
alabar a Jesús de esta manera indirecta, alabando a su madre. Lo que ella
dijo fue semejante a lo que dijo Elisabet (1:41, “Elisabet fue llena del
Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”). Estaba cumpliendo la profecía
de María misma (Luc. 1:48, “Pues he aquí, desde ahora me dirán
bienaventurada todas las generaciones”).
11:28 Y él (El,
empero, FL) dijo: Antes (menoun,
más bien, FL; confirmatorio, es decir, no
contradice lo que la mujer decía, pero correctivo, RCHL, porque presenta
un contraste) bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan. – Es bueno que las emociones sean movidas por las palabras y
los hechos de Jesús, pero también hay que ser realistas. Muchas personas
ofrecen servicios a Dios con exagerada emoción, a veces dando rienda
suelta a las emociones. Desde luego, el evangelio nos debe afectar
emocionalmente, pero Jesús quiere ver más que esto. Quiere ver una vida de
obediencia. “Los buenos sentimientos no pueden ocupar el lugar de la
fidelidad en la acción” (WB). Esta respuesta de Jesús “hace sentir a esa
mujer que ella misma puede ser feliz como aquella cuya dicha acaba
de celebrar” (B-S).
“¡Cuán completamente
ajeno es este sentimiento a la enseñanza de la Iglesia de Roma, la cual
excomulgaría a cualquiera de sus miembros que se atreviera a hablar en el
espíritu de este glorioso dicho!” (JFB). “Es inconcebible que, a pesar de
la respuesta de Jesús, los intérpretes católicos se apoyen en las palabras
de esta mujer para sancionar el culto de la virgen” (B-S).
Lucas 8:19-21 enseña que
el ser pariente espiritual de Jesús es más importante que el ser pariente
físico. María misma hizo esto. Jesucristo era el Salvador de su propia
madre, porque ella oyó y aceptó la palabra de Dios. Su relación física (materna)
produjo una gran bendición, pero su relación espiritual produjo una
bendición más grande. La bendición que recibió por creer en Jesús como
el Hijo de Dios (1:45) y guardar su palabra (Hech. 1:14) era más grande
que la bendición de ser la madre de Jesús. Si María no hubiera creído
en la deidad de Jesús para seguirle como los demás discípulos, ¿habría
sido bienaventurada?
La palabra “guardar” (phulasso)
“denota (a) guardar, vigilar, montar guardia… (b) guardar en el sentido de
proteger, pe., … Jn. 17:12 …; metafóricamente, guardar una ley” (WEV).
Según el significado básico de la palabra, pues, podemos concluir que
debemos “guardar” la palabra en el corazón como un tesoro precioso” (RCHL).
Si la guardamos de esa manera, entonces la guardaremos también en el
sentido de obedecerla y practicarla.
Muchos oyen la palabra
pero no por eso son “bienaventurados” (dichosos, felices, bendecidos)
porque no la guardan. 1 Sam. 15:22, 23; Mat. 7:21-27; Heb. 5:8, 9; Sant.
1:22; 2:14-26. Esto produce la verdadera felicidad. Jn. 13:17;
El clero romano hace mal
uso de los hermosos textos de Lucas 1 (42, 48), afirmando cosas de ella
que jamás entró en la mente de ella. Decir que “María es madre de Dios” es
blasfemia. Por muchas razones esta expresión católica es blasfemia.
Es blasfemia contra Dios, contra Cristo y contra María misma. María nunca
dijo ni hizo nada para elevarse a sí misma. Ella no tiene nada de culpa
por esta blasfemia. Es pura invención humana y carnal. María era mujer
"bendita" y "bienaventurada" (1:42,48) porque Dios la escogió para ser la
madre de Jesús. Era mujer piadosa, y la última referencia a ella (Hech.
1:14) nos dice que ella estaba con los fieles discípulos esperando los
grandes eventos del día de Pentecostés, pero ella no aspiraba competir con
su Hijo.
¿No es cierto que debemos
orar a María puesto que Jesús hará mucho caso a las peticiones de ella? La
afirmación de que María es una mediadora que escucha oraciones
dirigidas a ella para entonces rogar a Jesús es enseñanza humana. En
primer lugar es doctrina falsa, no enseñada en las Escrituras. Además
insulta a Jesús nuestro único mediador (1 Tim. 2:5).
Cuando María y sus hijos se
le acercaron a Jesús ¿suspendió su obra de enseñar para atender a su
madre? Claro que no. Leemos en Juan 2:2-4 que María dijo a Jesús, "No
tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?" (Dijo,
literalmente, "¿Mujer, qué a ti y a mí?"). No es en ningún sentido
lenguaje falto de respeto, pero sí refuta el dogma católico de que
solamente pidiendo algo María Jesús atiende. La respuesta de Jesús, aunque
del todo respetuosa, indica que María no estaría involucrada de ninguna
manera en sus actos sobrenaturales.
¿Qué enseña Mat. 12:46-50
sobre este tema? ¿Qué dijo Jesús? Pregunta, "¿Quién es mi madre, y quiénes
son mis hermanos?" ¿Quién puede suponer que Jesús hubiera hablado así a
"La Madre de Dios", "La Mediadora y Reina del Cielo"? Si Dios hubiera
querido presentar a María como la persona a quién debemos dirigir las
oraciones, ¿habría hablado así Jesús acerca de ella? La respuesta es muy
obvia. Entonces, ¿por qué se supone que debemos orar a ella y que Jesús le
hace caso ahora?
Desde la niñez y juventud
Jesús amaba y respetaba a su madre (2:41). Estaba sujeto a José y María.
Es importante comentar que a Jesús nunca le faltó respeto por su madre.
Juan 19:26,27. Aun en la cruz cuando estaba en tanta agonía se preocupó
por el cuidado de ella, pero al meditar sobre la relación entre Jesús y su
madre es importante recordar que cuando una mujer dijo, “Bienaventurado
el vientre que te trajo, y los senos que mamaste”, El respondió, “Antes
bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”.
En este texto hay
lecciones prácticas para nosotros. Siempre
existe la tentación de dar preferencia a los de la familia física, pero
recuérdese Mat. 10:34-39. Gál. 6:10, "hagamos bien a todos, y mayormente a
los de la familia de la fe". ¿A quiénes debemos dar preferencia? ¿Cuántos
hermanos débiles descuidan alguna reunión de la iglesia por atender a los
familiares que llegan de visita? Esta práctica es violación clara de esta
enseñanza. ¿Qué hacer en ese caso? Invitarles a acompañarles al servicio,
y si no quieren, decirles, "Están en su casa, al rato venimos". En una
ocasión expliqué esto a un hermano el cual me contestó: "Pero eso es como
correrlos". Le contesté: "Entonces usted prefiere ofender a Cristo para no
ofender la visita?" ¡Cómo se sienten afligidos los padres cuando sus hijos
dejan la religión familiar! Muchos padres y otros familiares ponen mucha
presión sobre los que piensen hacerlo. Les quieren avergonzar. Les acusan
de ingratos, de no amar a sus padres, de ser chaqueteros y otras cosas
peores. Pero es simplemente otro ejemplo del mismo problema: ¿A quién
daremos preferencia, a Cristo o a la familia? Sin lugar a dudas, muchos
miembros de la iglesia serán perdidos por dejar que padres, hermanos,
tíos, primos y otros familiares exijan primer lugar en sus vidas.
Es posible que a veces algunos padres y otros lo hagan con buenas
intenciones, pero de todas maneras destruyen a sus seres queridos
que han obedecido a Cristo. Mat. 8:21,22; 10:37.
Hemos ganado una familia
grande en Cristo. Muchas personas que
obedecen al evangelio son rechazadas por su familia, pero entonces ganan
una familia muy grande de hermanos en Cristo, Mar. 10:29,30. Somos
parientes de Jesús. ¡Somos su familia! ¡Es un honor tremendo! Jesús
no se avergüenza de llamarnos hermanos (Heb. 2:11). Entonces, nunca nos
avergoncemos de llamarnos hermanos de El.
11:29 Y apiñándose
las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala
(Mat. 12:39 agrega la palabra “adúltera” para
enfatizar su infidelidad como la “esposa” de Dios, Jeremías 3:1; Ezeq.
16:15; Oseas 3:1); demanda señal (del cielo, 11:16), -- Esto
indica que para ellos todas las señales que Jesús había hecho no eran
suficientes, pero recuérdese que cuando Juan envió a sus discípulos a
preguntar a Jesús si El era aquel “que había de venir” Jesús dijo, “Id, y
haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, {Isaías 35:5-6} los
muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”; es
decir, las señales que ya había hecho confirmaron que El estaba cumpliendo
las profecías acerca del Mesías “que había de venir” (Mat. 11:2-5).
Probablemente estos
judíos pidieron señal del cielo porque creían que Jesús no podría hacer
tal señal, y luego ellos podrían decir, “¿Ya ven ustedes, que él es falso”?
Era generación mala porque no pidieron evidencia
para creer, sino para criticar a Jesús. No sabían nada de la
bienaventuranza que viene a “los que oyen la palabra de Dios y la guardan”
(v. 28).
Es pecado rechazar la
evidencia como lo hacían éstos. No les interesaba la verdad sino la
defensa de su prestigio e influencia sobre el pueblo. 1 Cor. 1:22, “Porque
los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así
judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”
--pero señal no le
será dada, sino la señal de Jonás. – No
quiere decir que ya no haría más milagros para probar que El era el Cristo,
pero que de ninguna manera les daría la clase de
señal que pedían (por ejemplo, como la que
sugirieron Jacobo y Juan, 9:54), pero sí les
daría una señal. Tampoco hizo señal cuando en otra ocasión se la pidieron
(Mat. 16:1-4). Tampoco en Nazaret (Luc. 4:23). Tampoco para Herodes (Luc.
23:8). No haría la clase de milagro que ellos
pidieron, pero les daría una verdadera señal que sería evidencia infalible
que El era el Hijo de Dios, porque después de estar sepultado por tres
días y tres noches resucitó de entre los muertos. Esta señal sería aun más
convincente que la señal de Jonás, el tipo de
Cristo, que dio evidencia amplia de que él
había sido comisionado por Dios para predicar a los ninivitas (AB).
Es interesante observar
cómo Jesús confirma la historia del Antiguo Testamento, hablando de
Abraham, de Moisés, de Daniel, de Jonás, etc. como personas históricas.
Muchos incrédulos se refieren al Antiguo Testamento como mitos o leyendas
de los judíos. Para Jesús el Antiguo Testamento era historia verídica.
11:30 Porque así como
Jonás fue señal (que fue dada) a los
ninivitas (para probar que él había sido comisionado por Dios a
predicarles), también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. –
Jonás fue señal a los ninivitas porque cuando los marineros lo echaron
al mar, estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches.
Algunos piensan que los ninivitas ni siquiera se dieron cuenta de ese
milagro, pero si no lo hubieran sabido, entonces Jonás no habría sido
señal a ellos. La mera predicación no era señal. El milagro de estar tres
días y tres noches en el vientre del gran pez y luego ser echado en tierra
por el pez “fue señal a los ninivitas” y bien prefiguraba la estancia de
Jesús por tres días y tres noches en el corazón de la tierra y luego ser
resucitado de allí.
Jonás salió del vientre
del gran pez como si hubiera salido vivo de la tumba, así como
Cristo salió vivo de la tumba (GRB). Esta señal era prueba de que Jonás
era profeta enviado por Dios. De la misma manera Dios levantó a Jesús de
entre los muertos para confirmar que le había enviado para ser el Salvador
del mundo.
Mateo 12:39, “La
generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino
la señal del profeta Jonás. 40 Porque como estuvo Jonás en el vientre
del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el
corazón de la tierra tres días y tres noches”. Como Jonás desapareció en
el vientre del gran pez y de esa manera aparentemente terminó su obra,
pero después de tres días y tres noches salió de allí para continuar su
trabajo, así también Cristo desapareció en el corazón de la tierra y los
judíos creyeron que ya habían acabado con El, pero después de tres días y
tres noches El salió del sepulcro para continuar su obra (RCHL).
11:31 La reina del
Sur se levantará en el juicio con los hombres
(no ANTHROPOS, “gente”, sino más bien con los
andron, “varones”: se refiere, pues, a los líderes de los
judíos) de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los
fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, –
En 1 Reyes 10:1-10 leemos de la visita de la reina de
Sabá. Había oído de Salomón pero quería escucharle en persona. Para
hacerlo hizo un viaje largo (entre mil y dos mil kilómetros),
inconveniente y hasta peligroso, para hacerlo. Había pocos libros en
aquellos tiempos y la manera mejor de saber de la famosa sabiduría de
Salomón sería visitarlo y conversar con él. Por eso, esta mujer famosa se
esforzó grandemente para escuchar a Salomón, un mero hombre que enseñaba
principalmente sobre temas terrenales. Sin embargo, para los escribas y
fariseos la verdad estaba cerca, pues cada día Jesús enseñaba en el
templo (Mat. 26:55). Además, Jesús no era un mero hombre. Era Emanuel,
Dios con nosotros. Había venido desde el cielo para llevar el mensaje a
ellos. No tuvieron que hacer un viaje largo para tener acceso a Jesús,
pues enseñaba a diario en sus sinagogas y en el templo.
Salomón era muy honrado por
esta reina del Sur, mientras que Cristo era muy deshonrado por los
escribas y fariseos. La reina “vino a probarle con preguntas difíciles” (1
Reyes 10:1) y aceptó sus respuestas, mientras que los escribas y fariseos
le hicieron preguntas capciosas a Jesús y no aceptaron la verdad que les
enseñó. Ella era sincera y “le expuso todo lo que en su corazón tenía” (1
Reyes 10:2) pero los escribas y fariseos eran hipócritas y sólo querían
destruir a Jesús. “Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo
que el rey no le contestase” (1 Reyes 10:3); compárense las preguntas
hechas a Jesús sobre quién es el mayor en el reino (Mat. 18:1); sobre el
matrimonio y el divorcio (Mat. 19:1-9); sobre la autoridad (Mat. 21:23);
sobre la cuestión del tributo para César (Mat. 22:15-22); sobre la
resurrección (Mat. 22:23-33); sobre qué hacer para heredar la vida eterna
(Luc. 10:25-28); sobre quién es mi prójimo (Luc. 10:29-37), etc. Desde
luego, sus respuestas era perfectas en todo sentido. De hecho, el Nuevo
Testamento de Jesús contesta toda pregunta con respecto a la vida y la
piedad (2 Ped. 1:3; 2 Tim. 3:16, 17).
Jesús dice que esta mujer “se
levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará”.
¿Por qué? La afirmación de Jesús de que los
gentiles (como la reina de Sabá) podría juzgar a los judíos en
el juicio final era muy ofensiva a los judíos, pero obsérvese el carácter
y la actitud de esta mujer. Ella sincera y personalmente quería
aprender la verdad. ¡Qué contraste con la actitud de los judíos!.
Quería hacer su propia investigación, quería oír y ver por sí misma. Luego
después de todo, dice, “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de
tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han
visto que ni aun se me dijo la mitad” (1 Reyes 10:6, 7). Con razón, pues,
se levantará en el juicio para condenar a los judíos (y a todos los demás)
que rechazan a Cristo. Imagínese cómo hubiera sido la actitud de esta
mujer si hubiera vivido en los días de Jesús. Si ella viajó entre mil y
dos mil kilómetros para escuchar a Salomón, ¿cuántos kilómetros habría
viajado para escuchar a Jesús? ¡Si ella aprendió y con gozo aceptó la
sabiduría de Salomón, cuánto más habría aprendido y aceptado con gozo la
sabiduría de Jesús!
--
y he aquí más que Salomón en este lugar.
– En base a lo que se dice de Salomón en el Antiguo
Testamento los judíos lo tenían en alta estima, pero los hechos y
sabiduría de Salomón no se podían comparar con los hechos y sabiduría de
Jesús y lo rechazaron.