LUCAS 1

 
 

Continúa
1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. -
“La piedad y la teología cristianas han sacado de aquí todas las grandezas de María. Y con razón, pues, esta ‘llena de gracia’ será la madre de Dios” (Notas, Versión Nacar-Colunga).

Según el clero romano, el ángel quería decir con esto que María era la más altamente privilegiada de todo ser humano, pues era la única persona humana que se había preservado inmaculada de la mancha del pecado original al momento de su concepción. También afirman que ella cooperaba tan perfectamente con Dios que a través de su vida nunca era culpable del pecado más pequeño (Life in Christ, Instructions in the Catholic Faith por Killgallon y Weber, pág. 51).

Las autoridades de la Iglesia Católica Romana han inventado muchas doctrinas que contradicen la Biblia, pero esto no les preocupa, porque creen que dicha iglesia es infalible. Dicen que “la iglesia” no puede enseñar error; por eso, María siempre era virgen. Si el católico tiene en su mano un libro amarillo y su iglesia dice que es negro, entonces el católico deja de creer que es libro amarillo y acepta que es libro negro.

(Aquí cabe decir que a menos que el miembro de la Iglesia Católica Romana sea infalible, no puede estar seguro que la Iglesia es infalible.)

¡Qué honor más grande para María que ella sería (y era) la madre de Jesús! Era mujer pura y piadosa con una fe humilde. Al oír toda la explicación del ángel, “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. Seguramente María era muy favorecida y bendita. Seguramente era “bendita … entre las mujeres”. V. 41, “Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.

Sin embargo, no hay texto alguno que enseñe las teorías de los líderes católicos sobre este tema. El clero romana critica a los “protestantes” porque no honran a María. Se quejan diciendo que no se cantan himnos a María y que no se ofrecen oraciones pidiendo la intercesión de María (The Faith of Millions, p. 439). Preguntan, “¿Puede alguno esperar agradar aun a algún hijo terrenal por mostrar una falta de reverencia hacia su madre? … ¿Puede haber duda alguna de que Cristo todavía ama y reverencia a su Madre en el cielo?” (páginas 443, 444).

¿Por qué no se quejan los católicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan? ¿Cuál de estos escritores hablan de María como “la Reina del Cielo”, “la madre del Cuerpo Místico de Cristo”, o “la Madre de Dios”? ¿Deshonraban a María estos cuatro escritores cuando omitieron estos términos católicos para describir a María? ¿Deshonraban los otros escritores a María? Después de Hech. 1:14 María ni siquiera se menciona en todo el resto del Nuevo Testamento. ¿Pablo, Pedro y los otros deshonraban a María?

Sin embargo, 1 Ped. 4:11 dice que “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”. Así tenemos que hacer con respecto a María. Aparte de lo que leemos en Mateo 1, 2 y Lucas 1, 2 vemos lo siguiente:

Juan 2:5, María dijo humildemente acerca de Jesús, “Haced todo lo que os dijere”.

Mat. 12:46-50, Jesús enseñó que la relación más importante no es la física sino la espiritual. “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.

Luc. 11:27, “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. A pesar de este texto tan claro los autores católicos enseñan que es muy razonable creer que María ejercía gran influencia sobre Jesús.

Juan 19:26, Durante la crucifixión, “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”. Según Luis Padrosa, ex-sacerdote católico, “los comentaristas católicos han creído entender que Jesús entregaba a todos los hombres presentes, ausentes y futuros, a María como Madre. Y que a todos los hombres los encomendaba a María como hijos” (¿POR QUE DEJÉ EL CATOLICISMO, P. 77). Dicen esto aunque no hay texto bíblico que diga que algún discípulo conversaba con María, mucho menos que recibió ayuda, consejos, etc. de ella.

Obviamente si Cristo hubiera pensado dar a su madre algún papel especial en la iglesia, en este momento en la cruz, o después de resucitar de entre los muertos podía haber explicado tal comisión o tal puesto claramente a su madre y a los apóstoles. No dijo nada de tal cosa. Además, cuando Cristo resucitó de entre los muertos, que sepamos no había ninguna aparición especial a su madre. Al clero romano les debe extrañar mucho que en lugar de aparecer primeramente a su propia madre El apareció a María Magdalena. ¿No hubiera sido muy apropiado que apareciera primero a la “Madre de la Iglesia” y “Reina del Cielo”? Tales nombres mal representan y aun insultan a la verdadera María, madre de Jesús, de la cual la Biblia habla, porque ella era una mujer fiel, humilde, piadosa y sumisa a la voluntad de Dios.

Hechos 1:14, (poco antes del día de Pentecostés), “Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 4 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. En esta ocasión María se menciona como uno de los discípulos de Jesús. No tenía comisión especial. No ocupó ningún lugar de prominencia. Dice P. Eliécer Salesman en su folleto titulado ¡Católico! Aprenda a Defender Su Religión, p. 29, que “Los Apóstoles sí necesitaron de la Virgen María. Ella los acompañaba y consolaba en sus reuniones después de la muerte de Jesús. La S. Biblia dice que ‘Los Apóstoles se reunían a orar con María, la Madre de Jesús’. (Hechos 1,14). Y podemos estar seguros de que la honraban y consultaban como a la más buena de las madres y a la más sabia de las consejeras. Y los apóstoles valían más que nosotros”. Al hablar de María los autores católicos siempre saben más que las Escrituras.

La Biblia explica claramente que María recibió bendiciones. La Biblia no enseña que ella repartía y siempre repartirá bendiciones. Se debe recalcar que ella era como una vasija que recibió bendiciones; no era como una fuente que derramaba bendiciones. Aquí en la tierra María no hizo ningún milagro. ¿Cómo es que se habla de tantos milagros hechos en su nombre ahora?

Era “bendita” por causa de su Hijo extraordinario. La gloria de María estaba y está en Jesucristo.

Durante la infancia de Jesús Dios no trataba con María, sino con José (Mat. 2:13-22). Lo envió a Egipto. Le llamó fuera de Egipto. Le dijo dónde vivir.

2 Tim. 4:4, “y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. El clero romano ha inventado muchas tradiciones y fábulas acerca de María. Enseñan que debemos “honrar” a María, pero las fábulas de la Iglesia Católica Romana no honran a María. Más bien, le insultan y blasfeman, porque no hablan conforme a las palabras de Dios.

Errores enseñados por la Iglesia Católica Romana acerca de María:

A. Vida inmaculada. El clero romano enseña que María era perfecta, que nunca pecó. Este concepto erróneo de María coincide con su la idea de que era muy elevada sobre el nivel de otros. Ecles. 7:29, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”. Esto era cierto antes de nacer María, pero Rom. 3:23, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Esto incluye a María.

B. La Concepción Inmaculada. Este error se basa en otro: la doctrina del pecado original. Si todos nacen con pecado original (heredado), entonces tienen problema serio, porque de esa manera Jesús habría nacido con pecado (lo habría heredado de su madre María). Por eso, para escapar de este dilema, inventaron la doctrina de que María nació sin pecado. La llamada Concepción Inmaculada no se refiere a la concepción de Jesús en el vientre de María, sino a la concepción de María en su madre, para que María naciera sin pecado original. El catolicismo es un laberinto de doctrinas contradictorias y absurdas. Para escapar de un dilema creado por ellos mismos inventan otro peor. Ezequiel 18:20 claramente refuta la doctrina falsa del pecado original (pecado heredado): “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. Gén. 8:21 dice, “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”; también Ecles. 7:29, “Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones”.

C. La Virginidad Perpetua. El clero romano enseña que María no solamente era virgen cuando Jesús fue concebido, sino que siguió siendo virgen toda la vida. “Era apropiado, también, que la matriz que llevó al Hijo de Dios no llevara después un niño mero humano” (Killgallon y Weber, p. 51). El comentario de la Versión Nacar-Colunga (versión Católica) dice lo siguiente sobre Mateo 1:25: “La intención del evangelista está en Jesús y en su concepción virginal, sin decir nada de lo que a su nacimiento siguió. La virginidad de María después del nacimiento de Jesús tiene su fundamento en los evangelios; pero su demostración clara hay que buscarla en la tradición de la Iglesia”.

Si Dios hubiera escogido que María siempre fuera virgen, desde luego, sería completamente aceptable, pero no era la voluntad de Dios, como la Biblia claramente revela. ¿Por qué, pues, enseñan tal error? Porque quieren elevar a María a un nivel muy arriba del nivel de las demás mujeres en cuanto a su consagración a Dios. La quieren comparar con Jesús que llevó una vida totalmente consagrada a Dios. Creen que de esa manera ella anuncia “la misteriosa realidad del Reino anunciado por su Hijo, donde la sexualidad no será ya necesaria ni para la conservación de la especia (el autor quiere decir especie, wp) humana, ni para la expresión de un amor que allá será perfecto (Mt 22,30)” (Católico: ¡Defiende tu fe!, por Dizán, Vásquez L, Editorial Camino, Chihuahua, Chih p. 79).

El clero romano cree que la imagen que han inventado de María no encaja con el concepto de ella como esposa (en el sentido regular) y madre de varios hijos. Por eso, enseña la doctrina de La Virginidad Perpetua de María, es decir, que aun después de nacer Jesús María siguió siendo virgen toda la vida. Esto contradice dos de los propósitos divinos del matrimonio: tener hijos y evitar fornicación (1 Cor. 7:2). Los siguientes textos deben estudiarse con cuidado:

1. Mateo 1:25, “Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS”. Obviamente Mateo dice que después de nacer Jesús, José y María tuvieron una relación normal como esposos. El clero romano niega esto. Enseñan que “no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito”, y que tampoco la conoció después de nacer Jesús, pero si el Espíritu Santo hubiera querido enseñar la doctrina de la Virginidad Perpetua de María, aquí mismo la habría afirmado. Fácilmente podría haber dicho (a través de Mateo) que “José recibió a su esposa María y nunca la conoció”. Pero no dijo tal cosa; más bien, dijo que “no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito”. Y si José “la conoció” (tuvo relaciones íntimas con ella), entonces ¿por qué negar que tuvieron hijos? Después de nacer Jesús, María nunca es llamada virgen. No es correcto ahora hablar de María como “la virgen María”. Esta es expresión católica porque ellos enseñan que María nunca dejó de ser virgen. Por eso siempre hablan de ella como la “Virgen María”.

2. Mateo 12:46, “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar”.

3. Mateo13:55, “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros?”

Afirma el clero romana que “hermanos” quiere decir “parientes”, pero tal afirmación no tiene sentido. Hace burla del matrimonio de José y María y hace burla de Mateo 12:46, 47; 13:55; Hech. 1:14. Obsérvese que estos textos hablan de los hermanos de Jesús en conexión con la madre de Jesús. ¿Por qué hablar de María si estuviera hablando de los primos hermanos u otros parientes de Jesús?

D. Mediadora del Cielo. Las autoridades católicas citan Juan 19:25-27 y afirman que Jesús no estaba meramente proveyendo para el cuidado físico de su madre, sino que estaba explícitamente confirmando la posición de María como madre espiritual de toda la raza humana (Life in Christ, p. 131). Dicen que Dios la escogió para que cooperara en la obra de redimirnos, que requería que libremente y de todo el corazón María se uniera al sacrificio de su Hijo, y como siempre se sometió a la voluntad de Dios. Dicen que por medio de su completa identificación con y aceptación de el ofrecimiento que Cristo hizo de sí mismo en la cruz, María cooperaba en nuestra redención. Toda la gracia que Cristo ganó para nosotros por medio de su muerte en la cruz y la cual El aplica a los miembros de su Cuerpo Místico son repartidas a través de la intercesión materna de María. Por eso, le llaman la madre del Cuerpo Místico de Cristo. También le llaman “Reina del Cielo y de la Tierra”, “Co-Redentora”, “Mediadora de Todas las Gracias”, “la Puerta al Cielo” y - blasfemia de blasfemias -- la “Madre de Dios”. (Life in Christ, p. 132-134; véase también The Glories of Mary por Alfonso Liguori; estos libros llevan el Impramatur de las autoridades de la Iglesia Católica Romana).

Sin embargo, Jesús dice (Juan 14:14), “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”; 16:23, “todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”. 1 Juan 2:1, “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Cristo es nuestro único abogado, pero el clero romano habla de María como abogada (Life in Christ, p. 136).

Al leer el texto vemos que, por el contrario, no había nada de eso en las palabras de Jesús. En realidad si hubiera pensado en elevar a su madre como Reina del Cielo, seguramente ese momento habría sido el momento oportuno para hacerlo.

E. La Asunción de María. Afirman que María fue llevada, cuerpo y alma, al cielo, que Dios no permitió que su cuerpo sufriera la corrupción (lo cual, según la teología romana, es lo que pasa con todos a consecuencia del pecado original). Cuando llegó al cielo fue coronada como Reina de los Santos y Angeles” (The Faith of Millions, p. 452). Es importante enfatizar que este dogma (la supuesta asunción de María) tuvo su origen apenas en el año 1950. Según el clero romano todo católico tiene que creer toda doctrina de la iglesia bajo pena de excomunión. ¿Qué pasa, pues, con los que murieron antes del año 1950 que no creyeron esta doctrina? Además la doctrina de la infalibilidad del papa tuvo su origen en el año 1874. Muchos millones de católicos vivieron y murieron sin creer que el papa es infalible, pero desde 1874 todo católico tiene que creerlo.

F. La Devoción a María. No le gusta al clero romano que se diga “adorar”; más bien, ellos prefieren la palabra “devoción” y aun se atreven a usar la palabra “venerar”. Según el diccionario Larousse la voz “venerar” significa “respetar en sumo grado, o dar culto (énfasis mío, wp)”. Esta definición es confirmada por la práctica de la gente. Todos saben que María ocupa primer lugar en el corazón de muchos millones de católicos. Esto se demuestra de muchas maneras - los santuarios (sean grandes catedrales o pequeñas capillas en las aldeas), los altares más adornados y elegantes, las estatuas, los rezos de la gente, etc. Todos saben de los que van de rodillas por kilómetros hacia una estatua de María para caer postrados delante de ella para pedir bendiciones, sanidad, etc. Esto es mucho más que “honrar” a María.

De toda la literatura católica que se puede recoger, por ejemplo en hospitales católicos o en capillas militares, los libros y folletos acerca de María son los más numerosos. El Rosario contiene 150 “Ave Marías”. Esta es la oración principal del Rosario - ¡se repite 150 veces! (Véase The Rosary My Treasure, p. 35-42, publicado por el Benedictine Convent de Adoración Perpetua). “En el Ave María los católicos le decimos a la Virgen: ‘Ruega por nosotros, pecadores’. De esa forma, de muchas otras, le pedimos a la Virgen su intercesión, su ayuda y su protección” (Católico, ¡Defiende tu fe!” p. 73.). Según este libro que lleva el Imprimatur de la Iglesia Católica Romana, los católicos no solamente piden que María ruega por ellos, sino que les ayuden y que les protejan; es decir, no hay diferencia entre lo que piden de María y lo que otros piden de Dios.

En todos los escritos católicos María es llamada “la Madre de Dios”. Los escritores católicos citan Luc. 1:48, “desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” y desde este texto brincan a la conclusión de que por eso todos deberían llamarle la “Madre de Dios”, pero esta conclusión no es bíblica sino humana. La Biblia nunca dice tal cosa. Para defenderse el clero romano inmediatamente defiende la Deidad de Jesús y ataca a los que la niegan (p. ej., Nestorio, Siglo V y los “testigos” del Atalaya).

Para probar que María no tenía más hijos, autores católicos se aprovechan de cierta confusión que existe en cuanto a la identidad de los padres y madres de algunos apóstoles que llevaban nombres como los de los hermanos de Jesús (Mat. 13:55; 27:56, 61; Luc 24:10; Mar. 15:47; Jn. 19:25). Luego dan mucho hincapié al hecho de que Jesús no encomendó a su madre a sus hermanos, sino a Juan el apóstol (Jn. 19:26, 27), pero no hay evidencia de que sus hermanos carnales creyeran en El antes de su resurrección.

Veamos el contraste entre el concepto católico y lo que Jesús dice en Luc. 11:27, “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. Esta mujer quería honrar grandemente a María. ¿Por qué no aprovechó Jesús esta ocasión para explicar que María sería Mediadora, Reina del Cielo, etc.?

María no es honrada por estas falsas doctrinas. Más bien es lenguaje muy insultante y blasfema contra ella y contra Cristo, el único Mediador (1 Tim. 2:5); es decir, con todo lo que los católicos dicen y practican con respecto a María en su profesión de honrarla, glorificarla y aun venerarla, hacen lo contrario. ¡La desprecian! Porque la enseñanza de la Iglesia Católica Romana con respecto a María no es verdad, sino una serie de mentiras. Es muy importante que todo católico entienda que al practicar la doctrina de la Iglesia Católica Romana con respecto a María están despreciando a María.

¿Cómo habla la Palabra de Dios de María? (1) “María, la madre de Jesús”; (2) “la madre de mi Señor”; (3) el ángel dijo a José, “María tu mujer”; (4) el ángel dijo a María, “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (5) Juan 19:26, “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”; Si Cristo hubiera pensado en exaltar a su madre para ser mediadora en la iglesia, seguramente habría sido apropiado anunciarlo en este momento al apóstol amado. (6) Hech. 1:14, “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. Esta es la última mención de María en la Biblia. Es poco antes del establecimiento del reino (la iglesia). Ahora más que nunca hubiera sido importante e incluso indispensable que los apóstoles explicaran que María sería exaltada a un puesto sumamente importante en la iglesia, para oír las oraciones y súplicas que la gente haga en su nombre y para interceder por ellos ante el trono de Dios pero, por el contrario; aquí está, humildemente ocupando su lugar entre el pequeño grupo de discípulos esperando el cumplimiento del plan de Dios.

María era altamente favorecida al ser escogida para ser la madre de Jesús, pero ella no era la madre de su Deidad (cosa imposible, pues siendo Dios era eterno).

José y María vivieron como esposos y tuvieron varios hijos. Mat. 1:24, 25; 12:46; 13:55; Hech. 1:14. No hay la más mínimo insinuación de la supuesta “virginidad perpetua” de María. Esto es insulto contra su honrada maternidad.

No es correcto hablar de María como “la virgen María”. Era virgen cuando concibió y dio a luz a Jesús, pero entonces ella y José tuvieron más hijos. Mat. 1:24, “José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS”. Este texto implica clara y enfáticamente que sí la conoció después de nacer Jesús.

1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. - Según el libro Father Smith Instructs Jackson, p. 21, el sacerdote Smith dice que María se turbó “porque ella no podía entender cómo ella podría ser una madre y al mismo tiempo quedar para siempre una virgen consagrada a Dios”. Tal pensamiento jamás hubiera entrado en la mente de María. Desde luego, le extrañó que ella, siendo virgen, pudiera tener hijo, pero no hubo nada en las palabras del ángel que sugiera la “virginidad perpetua”. Esta idea es pura fabricación católica. Los clérigos romanos pueden sacar de un texto cualquier enseñanza que les convenga.

1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. - Recibió gracia, como el siguiente versículo explica, porque daría a luz un hijo que sería llamado Jesús, Salvador, pero es necesario distinguir el hallar o recibir gracia y otorgar o repartir gracia a otros. Recuérdese que María era como vasija que recibió esta gran bendición, pero no era como fuente para derramar bendiciones sobre otros.

1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. - Compárense Isaías 7:14 y Mat. 1:23.

1:32 Este será grande (Isa. 9:6, 7, en poder, en sabiduría, en poder, Mat. 28:18; Efes. 1:19-23), y será llamado Hijo del Altísimo (1:35, 76; 2:14; 6:35; 8:28; 19:38); - Jesús era “hijo” de María porque nació de ella, pero no era “Hijo” de Dios en el sentido de descendiente, sino en el sentido de semejanza e igualdad. Heb. 1:2, “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia”; Juan 5:18, “decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”; Juan 10:33, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (dijeron esto porque Jesús había dicho, “Hijo de Dios soy”, (v. 36).

-- y el Señor Dios le dará el trono (el reino) de David su padre; -- Jesús “era del linaje de David según la carne” (Rom. 1:3). 2 Sam. 7:12, “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino”. En el día de Pentecostés el apóstol Pedro dijo (Hech. 2:29), “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono”.

1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. - Obviamente “la casa de Jacob” equivale a “su reino” (Isaías 2:2-4) que “no tendrá fin” (Isaías 9:7). “La casa de Jacob” se refiere a la casa espiritual de Jacob llamada “el Israel de Dios” (Gál. 6:16), o sea, la iglesia universal de Cristo. El establecimiento de la iglesia cumplió la promesa de Dios a Daniel (2:44; 7:14).

Lucas se refiere repetidas veces al reino (4:43; 8:1, “el evangelio del reino de Dios”; 6:20, de los pobres dice “vuestro es el reino de Dios”; 7:28, “el más pequeño en el reino de Dios es mayor que “Juan; 8:10, “los misterios del reino de Dios”; 9:2 “les envió a predicar el reino de Dios”; 9:11, “les hablaba del reino de Dios”; etc.

1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. - “no conozco”, tiempo presente, pero no dijo, “nunca conoceré varón”. No hay nada en este texto que indique la llamada “virginidad perpetua” de María y tal doctrina hace burla de su matrimonio y sus demás hijos.

1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (“Aquí es como la gloria de la Shekiná que la sugiere (Ex. 40:38), donde la nube de gloria representa la presencia y poder de Dios”, ATR) por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

1:36 Y he aquí tu parienta (“No necesariamente una prima, sino simplemente parienta” (ATR) Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. - Es lo que el ángel dijo a Sara, Gén. 18:4, con respecto al nacimiento de Isaac, que dio principio al pueblo escogido. Ahora a través del nacimiento de Jesús Dios cumpliría la promesa que Dios dio a Abraham con respecto a su simiente. Gén. 12:3, “serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Gál. 3:16, “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, (Gén. 12:7.} la cual es Cristo”.

1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. - Al leer estas palabras podríamos pensar solamente en el honor y privilegio que María recibió, pero también debemos pensar en el aspecto práctico del asunto. Estaba en peligro de ser apedreada conforme a Deut. 22:23, “Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con ella; 24 entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirá”. Desde luego, nadie se había acostado con ella, pero al darse cuenta la gente de que María estaba encinta antes de vivir con José, ¿qué habían de pensar? Además, en ese momento no podía estar segura de la reacción de José (según Mateo 1:18-21 él se dio cuenta del asunto por la palabra del ángel). Sin embargo, humildemente María dijo, “hágase conmigo conforme a tu palabra”.

MARÍA VISITA A ELISABET

1:39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. - El v. 36 dice, “Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella”. Con mucha razón María habría tenido el deseo de conversar con Elisabet sobre las noticias maravillosas que las dos habían recibido.

1:41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre (compárese Gén. 25:22, “los hijos luchaban dentro de ella”); y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo: -- Compárense 1:67; 2:25-27; 12:12.

-- Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. - Véanse notas arriba sobre el v. 28. En lugar de hablar acerca de su propio hijo y en lugar de envidiar a María, y a pesar de ser mujer de más edad, Elisabet alaba a María y el “fruto de tu vientre”. “¡Qué hermosa superioridad a la envidia tenemos aquí! Aunque la distinción concebida a ella fue alta, Elisabet la pierde de vista completamente, en la presencia de la que ha sido honrada todavía más” (JFB).

1:43 ¿Por qué se me concede esto a mí (compárese la actitud del centurión, 7:6), que la madre de mi Señor (siendo inspirada, Elisabet habla de Cristo, el Mesías; compárese Luc. 20:44, “Dijo el Señor a mi Señor”) venga a mí? - Esta pregunta indica la humildad de Elisabet. Compárese 2 Sam. 24:20, “y Arauna miró, y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él. Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante del rey, rostro a tierra. 21 Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo?”

1:44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. - La criatura era un bebé, un niño no nacido, y así la traduce el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva. La palabra griega es brephos. En el siguiente capítulo (2:12, 16) la misma palabra se usa del niño Jesús: “Hallaréis al niño (brephos) envuelto en pañales … hallaron a María y a José, y al niño (brephos) acostado en el pesebre”. Se traduce niños en 18:15; Hech. 7:19; y 1 Ped. 2:2. Lucas no distingue entre el niño no nacido y el niño nacido. En los dos casos él dice brephos. Desde luego, Juan era un ser humano. Tuvo apenas seis meses de vida y todavía estaba en el vientre de su madre, pero saltó de alegría. Sentía emoción. En la actualidad millones de personas no quieren admitir que tal “criatura” es un bebé, un ser humano. Dicen que es un feto, una mera masa de tejidos como un tumor que puede ser extirpado (abortado, muerto) al gusto de la madre y su doctor.

1:45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. - Compárese Heb. 11:11.

1:46 Entonces María dijo: Engrandece (Latín: Magnificat) mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva (“La desposada de un carpintero, y sin embargo la futura madre del Mesías” ATR); Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones (véanse notas arriba bajo el v. 28). 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,

1:50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. - Una clase de temor es el que un siervo tiene de un amo cruel, o el que el hombre tiene de un precipicio, o de la plaga o de la muerte. Este no es el temor que debemos tener hacia Dios. Más bien, es el temor o reverencia que un hijo fiel tiene de un padre bondadoso y virtuoso, el temor de lastimar sus sentimientos o de deshonrarle por su vida, de hacer algo que él desaprobara. Sobre los tales la misericordia de Dios desciende. Este es el temor del Señor que es el principio de la sabiduría, Sal. 111:10. Su misericordia es de generación en generación con tal que los hijos sigan temiendo a Dios (AB).

1:51 Hizo proezas con su brazo (el símbolo de su fuerza; compárense Éxodo 3:20; 8:19; 15:16); Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones (por ejemplo, hizo esto varias veces con los egipcios, asirios o babilonios cuando oprimían al pueblo de Israel). 52 Quitó de los tronos a los poderosos (dunastas, de la cual viene nuestra palabra dinastía), Y exaltó a los humildes (p. ej., David era un humilde pastor y Dios le elevó para ser “El más excelso de los reyes de la tierra” (Sal. 89:27). 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. - Entre otras cosas este lenguaje puede indicar que Dios pasó por alto a los príncipes y ricos y poderosos de la tierra, porque el Mesías llegó al mundo a través de una mujer humilde.

1:54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre (Gén. 12:1-3). - Compárese 1 Samuel 2:1-10, el cántico de Ana cuando el Señor “me dio lo que le pedí”. Los dos textos muestran cómo Dios exalta a los pobres y humildes.

Este es el lenguaje de una piadosa mujer, humilde, agradecida, que alaba a Dios; primero, por su misericordia hacia ella (v. 46-49); por su misericordia hacia todos los hombres (v. 50-53); y su bondad especial hacia su pueblo (v. 54, 55).

1:56 Y se quedó María con ella como tres meses (probablemente hasta nacer Juan); después se volvió a su casa.

NACIMIENTO DE JUAN EL BAUTIZADOR

1:57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia (concediendo no solamente que tuviera hijo, sino un hijo ilustre), se regocijaron con ella. 59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; (Gén. 17:12; Lev. 12:3; Fil. 3:5) y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; 60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan (esto indica que Zacarías ya había comunicado a su esposa lo que le dijo el ángel). 61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre (entre los judíos los nombres familiares eran muy importantes, no solamente para honrar a sus padres y antepasados, sino también para registrar con cuidado sus nombres en las tablas genealógicas). 62 Entonces preguntaron por señas a su padre (esto indica que no solamente estaba mudo, sino también sordo), cómo le quería llamar. 63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron (tal vez porque los dos estaban de acuerdo en cuanto a un nombre nada usual). 64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios (v. 68-79). 65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos (estaban conscientes de la presencia del Señor en el asunto); y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? (Compárese Juan 1:19, “Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?” Y la mano del Señor estaba con él.

PROFECÍA DE ZACARÍAS

1:67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó (las profecías de Lucas 1, 2, y la de Juan (Jn. 1:29) eran las últimas de la dispensación mosaica; es obvio aquí que la palabra profetizó no solamente se refiere a las predicciones, sino que también incluye palabras de alabanza para Dios), diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado (después de cuatro siglos, pues la última “visita” de Dios era la de Malaquías. La palabra visitado significa que Dios vino para ver el estado de su pueblo con el propósito de ayudarles. Vino para aliviar su miseria. Compárese Mat. 25:43) y redimido a su pueblo (redimir quiere decir rescatar, pagando el precio del rescate, 1 Ped. 1:18,19; Efes. 1:7), 69 Y nos levantó un poderoso Salvador (nos ha levantado un cuerno de salvación, LBLA, el cuerno siendo símbolo de poder, Dan. 7:7, 8; 8:21) En la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio (lit., desde antiguo; Gén. 3:15; 22:18; 49:10; Núm. 24:17; 2 Ped. 1:21; Heb. 1:1); 71 Salvación de nuestros enemigos (no de los romanos, sino de los enemigos del alma, Efes. 6:12), y de la mano de todos los que nos aborrecieron; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre (Gén. 12:3; 17:4; 22:16, 17; Heb. 6:13, 14), Que nos había de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos 75 En santidad (hacia Dios) y en justicia (hacia el hombre) delante de él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, profeta (Mat. 11:9; Luc. 20:6) del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; (Isa. 40:3; Mal. 3:1; Mat. 3:3)

1:77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, (no salvación política de Roma, sino) Para perdón de sus pecados (Mar. 1:4, “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”; Hech. 2:38, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”; Hech. 5:31, “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”; no hay otra salvación. Millones de personas creen que están bien delante de Dios y que tienen que temer el juicio final porque son personas “buenas” y “decentes”, que no matan, no roban, etc. y ayudan al prójimo y, por eso, no se preocupan por obtener el perdón de sus pecados. Piensan “¿qué pecados? No soy criminal y además soy tan bueno o mejor que muchos de los miembros de las iglesias”. Todos los que “razonan” así deben leer Hechos 10, 11 acerca de Cornelio, un hombre muy bueno que tuvo que obedecer al evangelio.

1:78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas (Isa. 9:2; 60:1-3; Mal. 4:2; Mat. 4:16; Juan 1:4, 5; la venida de Cristo era como la alborada de un nuevo día para el pueblo de Israel y para el mundo entero) y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz. (Viajeros en las montañas de Judea frecuentemente esperaban con paciencia la luz de la mañana, a no ser que perdieran sus vidas por un paso en falso en las tinieblas, AB). 80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu (1 Sam. 2:26); y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel (para empezar su ministerio de la edad de unos 30 años).

 

 
 

A la segunda parte

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