LUCAS 3 |
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3:19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho, -- En esto Juan cumple lo que el ángel Gabriel dijo a Zacarías (Luc. 1:17), que Juan “irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías”. No sólo reprendió a los fariseos y saduceos que venían a su bautismo (Mat. 3:7-10), sino que sin parcialidad también reprendió al rey Herodes (1 Tim. 5:21), aunque entendía que por ese motivo el rey podía matarlo. Mateo 14:4, “le decía” (no una sola vez, sino repetidas veces) que no era lícito “tenerla” (estar casado con ella) porque la esposa de Herodes y el marido de Herodías todavía vivían (Rom. 7:2, 3), y aparte de eso, la unión de Herodes y Herodías era incesto. Lev. 18, “16 La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano”; Lev. 20, “21 Y el que tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su hermano descubrió; sin hijos serán”. 3:20 sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel. - Mar. 6, “19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; 20 porque Herodes temía a Juan, (es decir, temía la influencia de Juan sobre el pueblo, sabiendo que podría promover una insurrección) sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana”. Herodes, hombre sin convicción y movido por la pura conveniencia, estaba entre la espada y la pared. Sabía que Juan era varón justo y santo y le escuchaba de buena gana, pero si su perplejidad indicaba que consideraba la posibilidad de arrepentirse, no tenía suficiente fuerza para hacerlo, pues por todo lado había problemas y no veía salida. Temía a Juan, temía al pueblo y sobre todo temía a su esposa. Mateo 14:6 -- Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, (Mar. 6:21, Pero venido un día oportuno -- para Herodías, pues le acechaba, y deseaba matarle, y no podía, Mar. 6:19) la hija (misma, LBLA; parece que otras personas ya habían danzado) de Herodías (y Felipe; según Josefo ella se llamaba Salomé) danzó en medio, y agradó a Herodes (y a los que estaban con él a la mesa, Mar. 6:22), (tales danzas indecentes, con sus movimientos exóticos, eran del todo voluptuosas, sensuales, seductoras) 7 por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. -- “Aquellos en quienes las pasiones y el lujo han destruido el dominio de ellos mismos, en un momento de capricho dirán y harán lo que en un momento de juicio lamentarán amargamente” (JFB). 8 Ella, instruida primero por su madre, dijo: (Mar. 6:25, Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey, LBLA; para evitar que él tuviera tiempo para cambio de mente) Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. - No la quiero mañana sino ¡ahora mismo! No quería correr el riesgo de que el rey se olvidara del juramento hecho delante de varios testigos. Herodías quería aprovechar al máximo esa oportunidad dorada de acabar con las palabras de Juan que tanto le molestaban y enfurecían. Quería la cabeza de Juan en un plato para que su madre tuviera la plena seguridad de que su atormentador ya no vivía. 9 Entonces el rey se entristeció; -- Pero fue la tristeza del mundo (2 Cor. 7:10). Herodes cometió un error grave pero con valor podría haber evitado otro peor. Había manera de corregir su juramento necio. Todavía sabía que Juan era hombre justo y santo y que le había escuchado con buena gana (Mar. 6:20). También sabía que si él concediera la petición de la hija de Herodías tal acto sería homicidio. “Se puede alegar que la forma de salir del dilema era haber dicho a Salomé: ‘Prometí favorecerte con un regalo, no te prometí cometer un crimen’. O también, ‘Yo te prometí un regalo a ti, no a tu madre”. Lo mejor hubiera sido: ‘Ahora veo que pequé al hacer esta promesa, por lo tanto me retracto’. Pero a Herodes le faltaban el valor, la humildad, y quizás también la sobriedad o claridad mental como para considerar tales respuestas. Para él era de suprema importancia el juramento hecho en presencia de los invitados y la necesidad de no desprestigiarse delante de ellos” (GH). pero a causa del juramento (como si el no cumplir con el juramento necio sería peor que el cometer homicidio), y de los que estaban con él a la mesa, (la presión de complacer a los malos compañeros es una de las pruebas más grandes, 1 Cor. 15:33. Por esta causa muchos rechazan a Cristo y el evangelio). mandó que se la diesen, -- Este lenguaje implica que los compañeros no hubieran aprobado el curso de conducta correcto, sino que por causa de ellos fue impulsado a llevar a cabo el crimen. 10 y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre. -- Ahora no sólo eran adúlteros, sino también homicidas. Con este crimen hicieron callar la voz de Juan, pero ¿qué ganaron? ¿Ya no era cierto lo que Juan les decía acerca de su vida pecaminosa? ¿Qué lograron, pues, con su crimen? Todavía eran adúlteros. Ahora son más que adúlteros, porque agregaron otro pecado: el homicidio. Todavía no era lícito que Herodes tuviera la mujer de Felipe su hermano. Además, su conciencia era más intranquila que nunca, pues ahora cree que Juan ha resucitado en la persona de Jesús. Los tales hombres mueren mil muertes”. (“Notas Sobre El Evangelio Según Mateo” por este autor). BAUTISMO DE JESÚS (MAT. 3:13-17; MAR. 1:9-11) 3: 21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; -- Jesús enseñó que el bautismo de Juan era del cielo (21:25, 32), y que era según "los designios" ("los propósitos" LBLA) de Dios (7:29, 30). Mateo 3:14 dice que Juan se le oponía. Nunca hubiera esperado tal cosa, porque él sabia, por lo menos, del maravilloso nacimiento de Jesús, y es muy probable que sabía mucho acerca de su vida. Lucas (1:36-45) describe la amistad entre la madre de Juan y la madre de Jesús. Elisabet, siendo parienta de Marta, sin duda contaba a Juan lo que ella sabia acerca de Jesús. Aunque Juan no tenía hasta ese momento confirmación divina de que Jesús era el Cristo (Juan 1:31-34), él "se le oponía" cuando llegó para ser bautizado de él, pues creía que tal acto seria muy humillante para Jesús. No convenía que Jesús se bautizara sin comentario como si fuera un pecador (JWM). La protesta de Juan era necesaria para evitar esto. Juan dijo, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” ¿Jesús quiso ser bautizado? ¿Cómo fue posible que el perfecto Jesús quien nunca pecó (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22) viniera a Juan para ser bautizado? Según el pensar de Juan, hubiera sido más apropiado que Jesús lo bautizara a él, indicando de esta manera otra vez su humildad. Para dar énfasis a lo que dice, emplea pronombres enfáticos. Esta actitud humilde de Juan muestra que él estaba bien calificado para predicar a la gente acerca del pecado y el perdón. Recuérdese que Juan escuchaba diariamente las confesiones de mucha gente. No hacían "confesión auricular" a Juan, sino confesiones públicas, pero Juan las oía, y habría aceptado con gusto que Jesús lo bautizara a él. Juan quería bautizar a los fariseos, saduceos e intérpretes de la ley (sólo que se arrepintieran) y no siempre podía (Luc. 7:30), y no quería bautizar a Jesús, pero éste insistió en que lo hiciera. La humildad de Juan se ve claramente en esta ocasión, pero léase con cuidado lo que Jesús dice de él en Mat. 11:7-15. Son palabras impresionantes de alabanza de este gran profeta de Dios. Mateo 3:15, “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”. Con estas palabras Jesús le convenció. La palabra "cumplir" significa ejecutar plenamente. Lo que Jesús dice aquí sirve para confirmar aun más que el bautismo de Juan no era de los hombres, sino del cielo (Mat. 21:25); que era conforme a los designios (propósitos, LBLA) de Dios (Luc. 7:30). Lucas dice (7:29) "Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron (a Juan), justificaron a Dios (reconocieron la justicia de Dios, LBLA), bautizándose con el bautismo de Juan". El bautismo tuvo que ver con la "justicia" de Dios. Todo el pueblo -- aun los publicanos -- aceptaron el plan y las demandas de Dios. Admitieron que era justo y correcto que ellos se arrepintieran y se bautizaran para remisión de pecados. Dios era justo en lo que El requería, y cuando ellos aceptaron este plan de Dios se hicieron justos (perdonados). Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron la justicia de Dios. Rechazaron sus designios" (propósito) de salvarles de sus pecados. No querían admitir que eran pecadores. Confiaban en ser el pueblo especial de Dios (judíos, hijos de Abraham, según la carne). Ahora bien, Jesús no tenía pecado, pero era muy importante que El apoyara la justicia de Dios (el plan de Dios para la salvación). Dice el Sal. 119:172 "todos sus mandamientos son justicia". Desde el tiempo de su niñez (Luc. 2:51) Jesús estaba sujeto. Aunque era Hijo de Dios, aprendió la obediencia. Guardó perfectamente la ley de Moisés, bajo la cual nació y bajo la cual vivió y murió. El bautismo de Juan no era parte de la ley de Moisés, pero era un precepto de Dios dado por su profeta. El bautismo de Juan (al igual que el bautismo de la gran comisión que es para nosotros, Mat. 28:19) fue uno de los mandamientos positivos de Dios que para tanta gente no importan. Cristo estaba resuelto a obedecer este mandamiento positivo de Dios. Iba a mostrar la obediencia absoluta, aunque no tenía pecados. En lugar de buscar excusas para no bautizarse (como hacen millones ahora) El hizo caso omiso de la "salida" lógica que El tenia ("No tengo pecados; ¿por qué voy a bautizarme?"), como también de la oposición fuerte de Juan, insistiendo en que "conviene que cumplamos toda justicia". ¡Qué ejemplo tan glorioso nos ha dejado para nosotros! Mateo 3:16, “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua”. Desde luego, la inferencia necesaria es que Jesús había bajado al agua; es decir, que estuvo en el agua. Si se dice que alguna persona sale de la casa, o de la ciudad, da a entender que estuvo en la casa o ciudad. Pablo y sus compañeros zarparon de Pafos (Hech. 13:13); se infiere, pues, que estaban en Pafos. Festo "subió de Cesarea" (Hech. 25:1); se supone, pues, que estaba en Cesarea. Si alguno dice "Déjame sacar la paja de tu ojo" (Mat. 7:4), se concluye que la paja está en el ojo. Si el demonio "salió del muchacho" (Mat. 17:18), claro está que el demonio estaba en el muchacho. Se dan estas sencillas ilustraciones para ilustrar que Jesús, como las demás personas bautizadas por Juan, descendió al agua, que estaba dentro del agua, y no parado en la ribera entre las cañas. Es verdad que aun así la gente podía haberse parado en agua hasta las rodillas y que Juan podía haber derramado agua sobre sus cabezas, pero ¿para qué bajar al río para hacer esto? No se requiere un río para la aspersión. "Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados" (Jn. 3:23). ¿Por qué ir a un lugar donde había "muchas aguas" para simplemente rociar unas cuantas gotas (o aun derramar un vaso de agua) sobre su cabeza? Tal práctica no tendría sentido alguno. Todo esto, combinado con la definición de la palabra baptizo (sumergir, zambullir, inmergir), nos lleva a la conclusión de que tanto Jesús como el resto del pueblo fueron sepultados. Esta conclusión es ineludible. Felipe y el eunuco descendieron al agua, y cuando el eunuco fue bautizado, subieron del agua. Pablo explica que el bautismo es una sepultura y una resurrección (Rom. 6:4; Col. 2:12). La secuencia, pues, es (1) descender o bajar al agua, (2) bautizar o sepultar y resucitar, y (3) subir del agua. Este es el ejemplo de lo que es el bautismo verdadero, dejado por el Señor Jesús. Un comentario más: nosotros no somos bautizados simplemente para imitar a Jesús. El no fue bautizado para obtener la remisión de pecados, porque El no tenía pecados, pero nosotros sí tenemos pecados; así es que nosotros somos bautizados para la remisión de pecados como los demás que llegaron al bautismo de Juan (Mar. 1:4; Luc. 3:3), y como la gente que fue bautizada el día de Pentecostés (Hech. 2:38). -- y orando, el cielo se abrió, -- Isa. 64:1; Ezeq. 1:1; Jn. 1:51; Hech. 7:56; Apoc. 4:1; los cielos abren para alguna revelación de Dios. 3:22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. -- Isa. 11:2; 61:1-3; Juan el bautista dijo, "Yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo" (Jn. 1:33), es decir, el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús dijo, "Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" (12:28). Pedro dijo (Hech. 10:38), "Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret". En base a estos textos algunos enseñan que aquí en la tierra Cristo nunca mostró ningún atributo divino. Dicen que El era Dios, pero que el único poder o autoridad que El usaba aquí en la tierra era lo que recibió del Padre o del Espíritu Santo, y que en esto era igual a los apóstoles. El hecho de que Cristo recibió poder del Padre y del Espíritu Santo sólo significa que había perfecta unidad en la Deidad, que Jesús, el carpintero de Nazaret, era en realidad la perfecta manifestación del Padre (Jn. 8:19; 14:9; 12:45). Era muy necesario que Jesús se identificara perfectamente con el Padre y con el Espíritu Santo, porque para la gente El era simplemente un hombre como los apóstoles (Mat. 13:55, 56). Sin embargo, recuérdese que Cristo usó o mostró los atributos de Dios (1) siendo adorado, 4:10 (cuando Cornelio “adoró” a Pedro, éste le dijo, “Levántate, pues yo mismo también soy hombre,” pero Jesús nunca dijo esto a los que se postraban delante de El para adorarle); (2) Jesús perdonaba pecados diciendo “tus pecados te son perdonados,” palabras que los apóstoles nunca pronunciaron; y (3) Siendo Dios Jesucristo conocía los pensamientos de los hombres (9:4; 12:25; Luc. 5:22; 11:17; Jn. 2:24, 25). Estos son solamente tres de los ejemplos que claramente indican que Jesús sí usó o mostró atributos divinos. Por lo tanto, "no os engañéis" con respecto a la Deidad de Cristo. Estos textos dicen que El recibió poder del Espíritu Santo, pero obsérvese lo que Juan dice: "Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré" (16:7). ¡Cristo envió al Espíritu Santo! Entonces ¿debemos enseñar que Cristo es superior al Espíritu Santo? Claro que no. ¡Muchos textos enfatizan la unidad y la identidad de las tres personas de la Deidad! Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo son tres personas distintas: en esta ocasión el Hijo fue bautizado, el Padre habló desde el cielo, y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús. Son tres personas, pero son uno en su propósito y obra. El Espíritu descendió "en forma corporal" (Luc. 3:22). Los autores no dicen que el Espíritu Santo vino en la forma de paloma, sino que descendió como paloma. Tomó una forma corporal, visible. Cristo lo vio. También Juan lo vio (Jn. 1:31-34). En otra ocasión la voz del cielo dijo la misma cosa (Mat. 17:5) y luego agregó: "a él oíd". No se puede negar que la obediencia de Jesús en el bautismo era un evento muy importante, porque los cielos abrieron, el Espíritu Santo descendió y venía sobre Cristo, y una voz de los cielos anunció, "Este es mi Hijo amado en quien me he complacido" (LBLA). Si Jesús no se hubiera sujetado a la "justicia de Dios", siendo bautizado de Juan, ¿habría acontecido este fenómeno? Ahora cuando alguno es bautizado, los cielos no se abrirán, ni descenderá el Espíritu Santo, ni habrá voz de los cielos, pero algo sumamente importante sucede: el bautizado recibe el perdón de los pecados, es recibido por Dios como hijo, se añade a la iglesia (Hech. 2:47), es bautizado en el un cuerpo (1 Cor. 12:13), es trasladado al reino de Cristo (Col. 1:13)”. (“Notas Sobre El Evangelio Según Mateo” por este autor). GENEALOGÍA DE JESÚS (MAT. 1:1-17) 3:23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, -- Compárese Núm. 4:2, “Toma la cuenta de los hijos de Coat de entre los hijos de Leví, por sus familias, según las casas de sus padres, 3 de edad de treinta años arriba hasta cincuenta años, todos los que entran en compañía para servir en el tabernáculo de reunión”. -- hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, -- La palabra “hijo” puede significar descendiente en tales genealogías. “Para probar que Jesús de Nazaret era el Mesías, Mateo estableció primero que Jesús de Nazaret era del linaje de Abraham (Gén. 12:3; 22:18; Gál. 3:16) y de David (2 Sam. 7:12; Sal. 89:29; 132:11; Luc. 1:32,33); por eso, da principio al libro con la genealogía de Jesús. Ha habido mucha discusión acerca de la diferencia entre la lista de los antepasados de Jesús según Mateo y la lista según Lucas (3:23-38), pero no hay provecho en un examen minucioso de estas listas de nombres, porque en el primer siglo no había duda ni disputa acerca de la genealogía de Jesús. Los enemigos de Jesús hicieron muchas acusaciones contra El, pero nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. El linaje de David está registrado en las Escrituras (Rut 4:18-22; 1 Crón. 1:1-4, 24-28; 2:1-15) y cualquier persona interesada podía averiguarlo. Todo judío podía saber su propia genealogía (el historiador Josefo encontró la suya en los registros públicos); Pablo sabía que él era de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5). Así pues, las dos listas eran comprensibles y satisfactorias para los judíos. Conviene recordar este detalle con el fin de disipar cualquier supuesta discrepancia o contradicción entre las dos listas. Si por cualquier motivo Mateo o Lucas hubieran escrito una genealogía incorrecta o contradictoria, los eruditos la habrían denunciado. Los que estudian esta genealogía ahora, no siempre toman en cuenta cómo los antiguos registraban sus genealogías; p. ej., (1) no siempre aclaraban si el que engendró era el padre inmediato o el antepasado, pues el hebreo no hablaba de nietos, bisnietos, etc.; (2) algunos se han fijado en la omisión de nombres, pero el propósito de Mateo y Lucas no fue nombrar a todos los antepasados; (3) se estudia y se discute también sobre Jeconías y sus hermanos, como también sobre Salatiel y Zorobabel (Mat. 1:11, 12), etc., pero recuérdese que nada de eso fue problema para los judíos del primer siglo y, por consiguiente, no debe ser problema para nosotros. Varios comentaristas proponen argumentos para probar que Jesús no era solamente el heredero del trono de David a través de un linaje legal, o sea, a través de José, sino que literalmente era descendiente de David a través de María. Luc. 3:23 dice, "Jesús ... hijo, según se creía, de José, hijo de Elí"; "Esto puede significar que Jesús era nieto de Elí, o que José era contado como hijo de Elí por ser su yerno" (JWM). Hay argumentos y teorías acerca de estas dos listas pero no conviene que haya desavenencia en el estudio de estos textos en alguna clase bíblica, porque todo se basa en suposiciones. Es mejor hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla. En cuanto a lo que Pablo dijo acerca de "genealogías interminables" (1 Tim. 1:4), los judíos "tomaban un nombre de una lista genealógica (por ejemplo, del Génesis, 1 Crónicas, Esdras o Nehemías), y a partir de él formaban una bella historia. Estos adornos interminables que se agregaban al relato sagrado eran parte” de las actividades de la sinagoga (GH), pero no tenían nada que ver con la genealogía de Jesús. Aunque muchos creen, pues, que Lucas da la genealogía de Jesús a través de María, sería muy difícil probarlo. Como dice el comentarista Meyers, “Si Lucas hubiera pensado que Elí era el padre de María, habría sabido cómo expresarlo” (HAWM). Recuérdese que lo más importante es que los enemigos de Jesús nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. Aunque nosotros no comprendemos exactamente cómo los judíos registraban su genealogía, ningún enemigo de Jesús criticó los registros de Mateo y Lucas. 3:24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José, 25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai, 26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá, 27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, 28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er, 29 hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, 30 hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim, 31 hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, 32 hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón, 33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá, 34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor, 35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala, 36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec, 37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. Al conectar a Jesús con Adán, Lucas muestra otra vez su propósito de presentar a Jesús no solamente como el Salvador de los judíos sino también como el Salvador de todo el mundo. |
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