LUCAS 6

 
 


LOS DISCÍPULOS RECOGEN ESPIGAS EN EL DÍA DE REPOSO

(MAT. 12:1-8; MAR. 2:23-28)

       6:1  Aconteció en un día de reposo, que pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos.  2  Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los días de reposo? --  Las actividades más insignificantes de Jesús y sus discípulos siempre eran observadas y examinadas, porque los fariseos y otros líderes estaban resueltos a encontrar pecado en El (pero véase 1 Ped. 2:22).

        Deut. 23, “25  Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”. Los discípulos no aplicaban hoz a la mies (no usaban ningún instrumento de cosechar), sino que solamente arrancaban espigas para comer; por eso, ellos no violaban la ley de Dios. Era práctica común y legal pero según la tradición de los fariseos (y, por eso, según el concepto del pueblo) no era lícito hacerlo en el día de reposo (el sábado), pues según ellos eso era trabajar (cosechar).

       6:3  Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído (compárense Mateo19:4; 21:16, 42; 22:31, etc.), lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban;  4  cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición (1 Sam. 21:1-6), de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes (Lev. 24. 9), y comió, y dio también a los que estaban con él? – Los doce “panes de la proposición” o “pan de la presencia” fueron puestos “en el Tabernáculo en dos hileras de seis sobre la mesa de oro del lugar santo, donde se hallaban constantemente delante del Señor”. Eran renovados cada sábado. “Los sacerdotes comían, en el lugar santo, los panes sacados de la mesa (Ex. 25:30 … ) … simbolizaba la comunión ininterrumpida del pueblo con Jehová” (V-E). Por eso, “no les era lícito a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes”.

       Lo que los discípulos hicieron no era violación de la ley, pero aunque Jesús afirma que ellos eran “inocentes”, no discute ese punto, porque eso no fue su propósito al citar el texto. El argumenta en base a lo que no era lícito según los mismos fariseos. En esta oportunidad Jesús expone la falsedad de los fariseos sin entrar en polémica con respecto a la práctica de sus discípulos a la luz de  Deut. 23:25, y sin condenar sus tradiciones como hizo después (15:1-9). De esa manera su argumento llevaba aun más peso porque de acuerdo con el concepto de ellos mismos en cuanto a lo que no era lícito, quedaron derrotados por los argumentos de Jesús.

       Estos panes no habían de ser comidos por cualquier persona, y si cualquiera hubiera comido de ellos, habría pecado. Al mismo tiempo, esta ley ceremonial no excluía el extender misericordia al hambriento que careciera de manera de conseguir comida. Esto lo sabemos por la explicación del Autor de la observancia del día de reposo.

       Mateo 12:5 agrega, “ ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?” Núm. 28:9-10.  En este texto al preguntar “¿No habéis leído? Jesús presenta dos ejemplos que eran paralelos a lo que los discípulos hicieron. (1) Lo que David y sus compañeros hicieron “no les era lícito” y (2) los sacerdotes “profanan el día de reposo”. Al decir “o” (v. 5) Jesús indica que los dos ejemplos son de fuerza igual para probar lo que  él decía. Tanto lo que David y sus compañeros hicieron, como también lo que los sacerdotes hacían eran prácticas justificables, tomando en cuenta el propósito y diseño de las leyes involucradas (la ley con respecto a los panes de la proposición y la ley con respecto a la guarda del sábado).

       ¿Cómo profanan los sacerdotes el día de reposo? Según la interpretación que los fariseos daban a la ley sobre la guarda del sábado, para ser consecuentes tendrían que admitir que los sacerdotes pecaban cada sábado. ¿Nadie debe trabajar en nada el día de reposo? El sábado era el día más ocupado para los sacerdotes (Lev. 24:8, 9; Núm. 28:9, 10; 1 Crón. 9:32; 23:31). Cocinaban los panes, ofrecían sacrificios e involucrado en esto era el matar y arreglar los animales para ser sacrificados, quemaban incienso, etc. Por lo tanto, el cuarto mandamiento de guardar el sábado (de no trabajar) era una ley general y el que trabajara en cualquier cosa profanaba el sábado. Sin embargo, esta ley tenía excepción en el caso de los sacerdotes, porque había mandamientos específicos que requerían que ellos trabajaran en el día de reposo. Otras excepciones que los fariseos aceptaban eran el circuncidar (Jn. 7:22) y el cuidar de los animales (Luc. 13:15-17; 14:5,6). La conclusión de todo esto es que los fariseos eran hipócritas porque sus leyes eran inconsecuentes y arbitrarias.

       6:5  Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo. -- Por último, afirma que El es el Señor del día de reposo; es decir, Jesucristo, por ser el autor del mandamiento, es capaz de interpretar correctamente su diseño y propósito del él, determinando así si hay violación de él, o no.

       Mateo 12:6, “Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”.  La palabra templo aquí se refiere a los servicios relacionados con el templo, es decir, los sacrificios, el guardar el sábado, etc. Seguramente este dicho de Jesús fue sorprendente y hasta alarmante para sus oyentes, porque el templo representaba la presencia de Jehová. ¿Cómo podría haber “uno mayor que el templo”? No se imaginaban que nuestro Señor Jesucristo es el Verdadero Templo de Dios (Jn. 2:19). Por lo tanto, si el servicio para los sacrificios en el templo justificaba el trabajo en el día de reposo, ¿cuánto más el servicio de Cristo quien no sólo es el Dios del templo, sino el Templo mismo, justificaba a los discípulos en lo que hicieron que no violó ninguna ley de Dios, sino solamente la tradición de los fariseos?

       Mateo agrega lo siguiente (12:7): “ Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;  8  porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo”. Jesús cita Oseas 6:6 para justificar a David y sus compañeros y también para justificar a sus discípulos, porque en los dos casos la misericordia era más importante que la observancia rigurosa de esas leyes ceremoniales porque la observancia correcta en los dos casos de esas leyes ceremoniales no excluía la misericordia. Jesús citó el mismo texto en Mat. 9:13 para justificar el comer con publicanos y pecadores con el propósito de enseñarles.

            Algunos citan este texto para sacar conclusiones erróneas, diciendo que Dios no es nada exigente en cuanto a sus mandamientos, que la libertad en Cristo tiene prioridad sobre el guardar sus leyes y que Jesús permite la violación de sus leyes bajo ciertas circunstancias, pero ¿cuál de ellas sería afectada por tal criterio y cómo? Para los que tienen corazones sumisos y respetuosos, el yugo de Jesús es fácil y su carga ligera (Mat. 11:30: 1 Jn. 5:3). Sin embargo, los que no quieren obedecer creen que algunas de las enseñanzas de Cristo son ofensivas (Mat. 15:12) y duras (Jn. 6:60). Por eso, sacan conclusiones erróneas de este texto. Por ejemplo,

        (1) Algunos enseñan que por causa de la “necesidad” todos pueden estar casados (1 Cor. 7:1-9), pero 1 Cor. 7:10, 11 dice, “a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido;  11  y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer”. Al decir “quédese sin casar” obviamente no dice que por causa de la llamada necesidad todos pueden estar casados incluso los repudiados por causa de la fornicación. También véase Rom. 7:3.

        (2) Algunos minimizan la doctrina de Cristo, citando Mat. 23, “23  ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”, pero el diezmar no es mandamiento de la ley de Cristo. Para no dejar la justicia, la misericordia y la fe, ¿cuál de los mandamientos de Cristo debemos descuidar o desobedecer? ¿El bautismo? ¿la cena del Señor? ¿la ofrenda? (¿la ofrenda para los santos no es acto de misericordia?). Para no descuidar la justicia, la misericordia y la fe ¿debemos promover la unidad en la diversidad? De esta manera este texto está usado por algunos hermanos en la actualidad. Jesucristo no pone la justicia, la misericordia y la fe en contraste con ninguna enseñanza suya. Los que usan este texto de esta manera son culpables de torcer las Escrituras. La realidad del caso es que algunos que citan este texto no se interesan por la justicia, la misericordia y la fe, sino más bien en tener más libertad para apartarse del patrón bíblico.

       Desde luego, Dios requería muchos sacrificios y ofrendas del pueblo, pero El no quería que la religión del pueblo fuera limitada a lo externo, sino que mostrara verdadera bondad y misericordia los unos a los otros. En el tiempo de Oseas y Miqueas, como también en los días de Jesús, el pueblo abusaba de los sacrificios, pensando que éstos eran suficientes en sí para hacerles aceptables con Dios, no obstante su descuido de “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mat. 23:23). Creían que cualquier expresión de devoción externa (aunque no mandada por Dios) sería adecuada para borrar sus iniquidades.

       Jesús cita Oseas 6:6 con respecto a su práctica de comer con los pecadores (Mat. 9:13). Dios quiere misericordia para los perdidos y Jesús la mostraba. Los fariseos sólo querían respeto por sus tradiciones humanas con respecto a “guardar su distancia” de los pecadores e inmundos. El concepto básico de Oseas 6:6 se ve también en Miqueas 6:6-8: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?  7  ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?  8  Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

       ¿Oseas 6:6 enseña que Dios no es exigente, que no requiere la obediencia? Léase el libro de Oseas, observando en particular estos versículos: 1:2-9; 5:5-7; 6:76,7; 7:18-16. En Oseas 6:6; Miqueas 6:6-8, etc. Dios condena la observancia externa de algunas leyes al descuidar y aun oprimir a los pobres y necesitados entre el mismo pueblo de Dios. Si los fariseos hubieran entendido este texto de Oseas, no habrían condenado a los discípulos inocentes de Jesús.

       Algunos modernistas abogan por lo que llaman "la ética situacional", y argumentan que Jesús a veces "violaba" leyes de Dios, o hacía excepciones a ellas, si a su juicio la situación lo merecía. Presentan este pasaje que estamos examinando como prueba de su argumentación. Para ellos ¡no hay verdades o principios absolutos e incontrovertibles! Para ellos ¡todo es relativo! Con esto quieren decir que no siempre es pecado mentir, fornicar o matar. Todo depende de la situación en dado momento.

       La verdad del caso es que Jesús nunca violó ningún mandamiento de Dios; nunca hizo "excepciones". Como el Autor de las leyes ceremoniales de Dios, él las hizo con diseños y propósitos y sabía lo que ellos excluía. Las leyes morales de Dios nunca cambian, porque la naturaleza de Dios no cambia; es decir, bajo las tres dispensaciones el matar, el robar, el mentir, etc. son condenados. No hay caso alguno en las Escrituras de violación de parte de Jesús de tales mandamientos, ni justificación de hacerlo de parte de otros.

       Algunos están bebiendo de la fuente del modernismo, negando que haya verdad absoluta e incontrovertible. Estos creen que toda verdad es relativa. Creen que sus oponentes son "exclusivistas", porque no "incluyen" en su comunión, y no admiten en sus prácticas, personas y doctrinas que no sean de su "tradición" y "hermenéutica vieja".

JESUS SANA AL HOMBRE DE LA MANO SECA (MAT. 12:9-14; MAR. 3:1-6)

       6:6  Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha (sólo Lucas agrega este detalle, probablemente porque la mano derecha se usa más que la izquierda).La palabra seca traduce la palabra xeros; se traduce “paralíticos” (o “encogidos”, FL) en Juan 5:3. La mano estaba contraída e inmovilizada (FL). El conflicto entre Cristo y los líderes de los judíos continúa. Este texto también trata del conflicto sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Fue su mano derecha, una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hech. 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En aquellos tiempos muchos de los que sufrían tales aflicciones se sentían obligados a ser mendigos. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar. 2:1, Capernaum.

       La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat. 12:14).

       6:7  Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. -- Esta era su empleo principal (véanse también 14:1; 20:20). Jesús les dio repetidas oportunidades para acusarle porque hay siete casos registrados de su obra de sanar en el día de reposo (véanse Mar. 1:21, 29; Jn. 5:9; 9:14; Luc. 6:9-11;13:14; 14:2).

       Es interesante notar que ellos sabían perfectamente que Jesús podía sanar. No era cuestión de observarle para ver si El podía sanar, sino para ver si lo haría en el día de reposo. Qué triste fue que no les interesara la hermosa enseñanza de Jesús, ni tampoco la miseria del pobre hombre con la mano seca.

       Le acechaban porque querían acusarle de quebrantar, según ellos, la ley sobre el día de reposo. Se aprovecharon de la asamblea pública para acusarle. Recuérdese que no querían simplemente criticarlo, sino más bien querían eliminarlo. Le envidiaron mucho debido a su gran popularidad con la gente. Jesús gozaba de mucha influencia. La gente "se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Mat. 7:28,29). También se admiraba la gente mucho de sus milagros. Aun Pilato, el romano, se dio cuenta de la envidia de los líderes judíos (Mat. 27:18). Desde luego, Jesús sabía el propósito y plan de ellos (Luc. 6:8; Mat. 9:4;  22:18; Jn. 2:24,25).

       Cristo y las tradiciones. Es importante recordar que el conflicto no estaba entre Cristo y la ley de Moisés, sino entre Cristo y las tradiciones de los judíos. Estos habían formulado muchas reglas con respecto al día de reposo. Se debe recalcar que estos líderes judíos no podían negar que Jesús hizo milagros, y no podían refutar ninguna de sus enseñanzas. Jesús era verdadero (Apoc. 3:14), y enseñó la verdad. Sin embargo, por causa del prejuicio fanatizado y ciego de los escribas y fariseos por sus reglas (tradiciones) humanas, mayormente con respecto al día de reposo, y por causa de su envidia, fueron al extremo de acusar a Jesús de obrar por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mat. 9:34; 12:24).

       6:8  Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. – El hombre que tenía la mano seca estaba delante de ellos: ¿tuvo el derecho de ser sanado o no? Según los fariseos la sentencia era que “no”, pero según Jesús la sentencia era que “sí”.

       El hombre estuvo “en medio” de ellos en la sinagoga. Los milagros de Jesús no se hacían en un “rincón” (Hech. 26:26). De esa manera no podía haber sospecha de engaño. Nadie podía acusarle de hacer “prodigios mentirosos” (2 Tes. 2:9).  Los “curanderos” modernos usan tácticas engañosas y saben manipular al pueblo para llevar a cabo su “campaña de sanidad divina”. Desde luego, nadie se atrevería a tratar de sanar a una persona con mano seca.

       6:9  Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo  hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? (Mar. 3:4) -- Según los fariseos era cuestión de hacerlo o no hacerlo, pero para Jesús la cuestión no era la de curar o no curar, sino la de hacer bien o de hacer mal en el día de reposo. Entonces, al curar Jesús en ese día ¿hizo bien o hizo mal? Dice Sant. 4:17, "Al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado". Hubiera sido absurdo decir, "Es lícito hacer mal o quitar la vida en los días de reposo", como bien sabían los judíos. Implica Jesús que en algunas circunstancias hay que escoger, y que el no hacer bien equivale a hacer mal. Además, aquí se ve el gran contraste entre la buena obra de Jesús y la obra malvada de los fariseos y escribas que estaban resueltos a matar a Jesús.

       La religión de la persona que no tiene misericordia de otros es vana (Sant. 1:27). El sábado no fue instituido para hacer al hombre menos compasivo hacia el prójimo. No hay tiempo tan sagrado de que el afligido no pueda ser aliviado de su sufrimiento. Jesús hizo bien al sanar al hombre. Los escribas y fariseos hicieron mal al querer destruir a Jesús.

       Es importante notar que los doctores de la ley enseñaban que era lícito aliviar el sufrimiento de alguna aflicción aguda (como en el caso de alguna emergencia), pero que no era lícito curar alguna enfermedad crónica (y, desde luego, el caso de este hombre con la mano seca no se consideraba una emergencia; compárese Luc. 13:16, “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?”) La gente sincera que estuvo presente en la sinagoga en esa ocasión comprendió mejor acerca de lo que significa guardar santo el día de reposo. Aprendieron que no solamente la obra de los sacerdotes en el templo (Mat. 12:5), sino también las obras de benevolencia eran lícitas en el día de reposo.

       Dice Mar. 3:4, “pero ellos callaban”; tuvieron miedo de decir que se puede hacer mal en el día de reposo. Sin embargo, estaban demasiado obstinados para aceptar que sería correcto sanar; por eso, callaban.

       Dice Mat. 12:10, “Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?” ¿Es lícito sanar en el día de reposo? La  verdadera controversia no fue ésta, sino la pregunta: ¿con qué autoridad resiste Jesús a los rabinos judíos y sus tradiciones? Es importante tener presente esta cuestión para entender los argumentos de Jesús. Cristo siempre apoyaba la ley de Moisés (Mat. 5:17-20), pero condenaba la tradición de los judíos.

       ¿Es lícito? Obsérvese que no preguntaron "¿Es misericordioso hacerlo?" Eso no les interesaba.

Es obvio que no tenían compasión por este pobre hombre, sino que sólo querían atrapar a Jesús quien en siete ocasiones sanó a los enfermos en el día de reposo (Mar. 1:21, 29; Jn. 5:9; 9:14; Luc. 13:14; 14:2, 3).

       Jesús contesta su pregunta con otras preguntas: Jesús no apela a la ley de Moisés porque ésta no estaba involucrada en la controversia. Más bien Jesús apela a la práctica común del pueblo mismo. Luc. 14:5, “Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo? 6 Y no le podían replicar a estas cosas”. Véase también Luc. 13:15-17. Mat. 12:12, “Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?” Jesús razona desde lo inferior (animal) a lo superior (hombre). Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.

       Esta pregunta va directamente al corazón del problema: los escribas y fariseos sí tenían misericordia de los animales, pero no tenían misericordia de los hombres (Mat. 23:23). Todos estuvieron de acuerdo de que era lícito aliviar el sufrimiento de un animal. Todos lo practicaban. Pero Jesús pregunta, "¿Cuánto más vale un hombre que una oveja?" Jesús creía que un hombre vale más que una oveja, pero los escribas y fariseos no estaban de acuerdo con El. Ellos no tenían misericordia de los afligidos. No amaban a los pobres y miserables (Mat. 12:7; 23:23). Aun los escribas y fariseos estaban dispuestos a sacar la oveja o el buey del hoyo en cualquier día de la semana, pero no tenían misericordia del hombre con la mano seca.

       Mar. 3:4, “Pero ellos callaban”. Tuvieron miedo de decir que Jesús estaba equivocado, pero obstinadamente rehusaron aceptar que tenía razón (JWM).

       6:10  Y mirándolos a todos alrededor,  -- Hay un detalle adicional muy importante en Mar. 3:5; “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano”. Desde luego, el enojo de Jesús no era malicioso y no fue provocado por el egoísmo (como sucede en el caso de los carnales), sino que fue la expresión de una indignación santa. El enojo santo de Jesús procedió de su amor por el pobre hombre y fue provocado por la dureza de corazón de los judíos que no sentían compasión alguna por el afligido.

       Desde luego, Jesús no pecó (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22). Dice Pablo (Efes. 4:26), "Airaos, pero no pequéis". Jesús se enojó y al mismo tiempo estuvo entristecido. Su reacción en esta ocasión fue similar a su reacción hacia los que vendían en el templo (Juan 2:13-17). "Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume". Debemos imitar a Jesús. El pecado, el error, la hipocresía, etc. deben provocarnos (enojarnos), pero debemos siempre ser espirituales y no carnales. Debemos tener el dominio propio para hablar y actuar como Jesús y no como gente mundana.

       Este enojo sano fue provocado por la exagerada hipocresía de los judíos, como también por su devoción ciega a sus tradiciones. Ellos demostraron su indiferencia total hacia el hombre afligido y su fanatismo hacia sus tradiciones humanas. Es importante recordar que provocamos a Dios si rechazamos la verdad. Estamos repitiendo una verdad sencilla y obvia: los escribas y fariseos entendían perfectamente que Jesús hacía buenas obras, impartía buenas enseñanzas y que en todo sentido era bueno y verdadero, pero ellos se rebelaron obstinadamente contra esta verdad.

       Los judíos se enojaron y pecaron, pero Jesús se enojó y no pecó. Su enojo no le hizo decir ni hacer nada fuera de orden. El dijo e hizo exactamente lo que debía decir y hacer. Jesús se enojó pero no odiaba a nadie. Es otro ejemplo de "la ira de Dios" contra el pecado y rebelión del hombre. Pero los judíos "se llenaron de furor" (Luc. 6:11) y sí pecaron, porque su enojo era completamente carnal. Eran homicidas porque aborrecían a Jesús (1 Jn. 3:15), y también hicieron planes definitivos para destruirlo.

       -- dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. -- Que sepamos Jesús no hizo nada y no dijo más; le sanó sin palabra.  “La extendió”. Tuvo fe en Jesús y le obedeció. Recuérdese que era muy peligroso confesar o en alguna manera manifestar fe en Jesús. Los judíos echaban de la sinagoga a los que confesaban a Jesús (Jn. 9:22; 12:42). Al obedecer a Jesús este hombre corrió el riesgo de sufrir lo mismo. "Le fue restaurada sana como la otra". No era necesario ningún tratamiento subsiguiente. No era necesaria otra cita con el Médico para que examinara la mano. Fue una sanidad completa, perfecta e instantánea. Los "curanderos" modernos nunca intentan esta clase de obra maravillosa, porque en ella no hay manera de engañar al pueblo. Dicen que sanan enfermos, pero ¿a cuáles? A los que tienen ciertos dolores, que no pueden oír o ver bien, que usan muletas, etc., pero los mancos, los paralíticos y los muertos no reciben ayuda de los falsos "sanadores" modernos.

       Ahora este hombre podía trabajar normalmente. ¡Que bendición más grande! El trabajo es una gran bendición de Dios. El primer hombre trabajó aun en el paraíso de Edén (Gén. 2:17) antes de pecar. (Véanse Ecles. 4:18; 1 Tes. 4:11).

       6:11  Y ellos se llenaron de furor (de rabia. Lit. de insensatez, FL), y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús. – Hay que seguir recordándonos que estos hombres eran los líderes religiosos de los judíos. Profesaban ser muy celosos de la ley, pero no por eso se llenaron de furor. Esto fue causado por su odio envidioso de Jesús, quien expuso su hipocresía y quedaron avergonzados públicamente (en su propia sinagoga). No podían defender ni su enseñanza ni su conducta. Siendo carnales e impenitentes les quedó una sola alternativa: llenarse de insensato furor. Por causa de tanto odio contra Jesús estaban “fuera de sí” con furia.

       Marcos 3:6 dice, “Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él (Jesús) para destruirle”. Los fariseos detestaban a los herodianos porque éstos eran más políticos que religiosos. Sin embargo, los herodianos tenían el poder político que los fariseos necesitaban para “acabar” con Jesús. Esta alianza bien muestra que los fariseos estaban en completa bancarrota espiritual.  De estos textos vemos que temprano en el ministerio de Jesús sus enemigos comenzaron a conspirar contra El. Veían que Jesús era un personaje muy peligroso para ellos, y no había otro remedio. De una vez comenzaron a preparar el certificado de muerte.

JESÚS ESCOGE A LOS DOCE APÓSTOLES (MAT 10:1-4; MAR. 3:13-19)

       6:12  En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. – Esto indica lo serio de seleccionar a doce hombres para ser apóstoles. En esto Jesús es nuestro ejemplo de orar antes de eventos importantes de la vida (Mar. 6:46; Luc. 22:41-44; Jn. 11:41, 42; 17:1). Toda decisión importante debe ser precedida por ferviente oración. Lucas nos dice que Jesús oraba frecuentemente: 3:21; 5:16; 9:18; 11:1, etc.

       6:13  Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, -- Hubo doce patriarcas, Gén. 35:22; 42:13, 32; y dos tribus de Israel, Ex. 28:21; 24:4.

       -- a los cuales también llamó apóstoles: --  Se llaman apóstoles porque fueron enviados o comisionados por Cristo.  Marcos (3:13-19) y Lucas (6:12-16) nos dicen los nombres de los apóstoles cuando fueron escogidos, pero Mateo los registra cuando fueron enviados a predicar.

       Dice Marcos (3:14), “Y estableció a doce, para que estuviesen con él”. Estarían íntimamente asociados con Jesús por más de tres años y al predicar en Jerusalén daban evidencia del entrenamiento que recibieron de Jesús, Hech. 4:13; véanse 1 Jn. 1:1-3; 2 Ped. 1:16. Ellos eran los verdaderos testigos de Jehová, pues Cristo es Dios (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13, etc.) y el nombre “Jehová” se aplica a Cristo también (Isa. 45:23, Jehová dice, “Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” y en Fil. 2:10, 11 Pablo dice esto de Cristo). Para ser apóstoles tenían que ser testigos de Cristo y su resurrección (Hech. 1:8, 21).

       ¿Por qué incluye el Nuevo Testamento un libro llamado “Hechos de los apóstoles”? Porque después de ascender Jesús al cielo, los apóstoles llevaron a cabo su obra aquí en la tierra. ¿Por qué dice Lucas (Hech. 2:42), que los primeros que obedecieron al evangelio “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”? Porque los apóstoles eran los embajadores de Jesús (2 Cor. 5:20). Jesús había prometido (Jn. 14:26; 16:13), “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho …   Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.  Ellos llevaron este mensaje de salvación (el evangelio) a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15). Jesús les dijo, “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”. Mat. 19:28, “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” el “Israel de Dios”, Gál. 6:16.

Así pues el ministerio apostólico era y es de suma importancia (1 Jn. 4:6).

       Es por esta causa que debemos seguir los ejemplos establecidos por los apóstoles (p. ej., Hech. 14:23, “Y constituyeron ancianos en cada iglesia”; Hech. 20:7, “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba”; 1 Cor. 16:2, “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”).

       La comisión limitada. En el texto paralelo Mateo dice que Jesús “les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia … 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”.

       Para despreciar la Deidad de Jesucristo algunos enfatizan los textos que dicen que El recibió poder del Padre y del Espíritu Santo. Desde luego, habiendo aceptado el papel de Siervo Cristo se humilló (Fil. 2:8-11). Sin embargo, vemos en este texto que El Mismo dio autoridad a los apóstoles y en esto usó o mostró un atributo divino.

       6:14  a Simón, a quien también llamó Pedro, -- Jn. 1:41,42. Su nombre era Simón, pero Jesús le dio el sobrenombre Pedro (griego) o Cefas (arameo) que significa piedra. El apóstol Pablo le llamaba Cefas (1 Cor. 1:12; 9:5; 15:5; Gál. 2:9).  El tuvo que crecer y fortalecerse para merecer ese nombre como también para ser un verdadero pescador de hombres. El nombre de Pedro aparece primero en la lista de los apóstoles porque sin duda él era un líder (hombre impulsivo, ferviente de espíritu), pero de ninguna manera tuvo primado sobre los demás. De hecho, cuando los apóstoles disputaban acerca de quién sería el mayor, Jesús les explicó que entre ellos no habría tal jerarquía (Mat. 18:1-3; 20:25-27 y textos paralelos). Jesús nunca dijo que Pedro era el apóstol principal y ninguno de los apóstoles pensaba que lo era. Pedro mismo no lo pensaba. No hay nada en todo el Nuevo Testamento que lo indique. Esta es pura invención del clero romano para tratar de justificar el gobierno humano que ellos han establecido para su iglesia (la Iglesia Católica Romana). En cierta ocasión el apóstol Pablo resistió a Pedro cara a cara porque “era de condenar” (Gál. 2:11). En Hech. 15 leemos de la reunión de apóstoles y ancianos para discutir el problema causado por los judaizantes pero aunque Pedro participó él no presidió. Si él hubiera sido el mayor de los apóstoles habría entregado algún decreto por su propia autoridad pero es muy obvio que él no tenía más autoridad que los demás apóstoles. Tampoco dice la Biblia que Pedro era el primer obispo de Roma. Tales enseñanzas son puras fábulas católicas.

       Sin embargo, Pedro hizo un papel prominente en la iglesia y escribió dos de las cartas del N. T.

       -- a Andrés su hermano, -- Jn. 1:40-42, “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías .. y le trajo a Jesús”. Véanse Juan 6:8, 9; 12:20-22.

       -- Jacobo y Juan, -- Dice Marcos, “a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno”; esto no se explica pero tal vez fue por causa de su temperamento un poco explosivo como vemos en Luc. 9:51-56. Hech. 12:1 dice, “En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.  2  Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. ¿Por qué a Jacobo en lugar de algún otro apóstol? No sabemos, pero tal vez Jacobo predicaba con mucha fuerza para provocar a los judíos (compárese Hech. 7:51-60, el caso de Esteban). Aunque Juan se llama “el apóstol de amor”, léase 3 Jn. 9, “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.  10  Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. Aun en su primera carta que habla tanto del amor él dice (3:10), “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. También habla fuertemente contra los mentirosos y los engañadores.

       --  Felipe y Bartolomé, -- Felipe -- Jn. 6:5; 14:8, “muéstranos el Padre, y nos basta; 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”

       -- Bartolomé – Se identifica con Natanael (Jn. 1:45). Bartolomé no es nombre propio, sino que se refiere al padre;  “bar” significa “hijo de” (Mat. 16:17). Juan nunca menciona a Bartolomé y Mateo, Marcos y Lucas (los sinópticos) no mencionan a Natanael pero ponen a Felipe con Bartolomé. Es probable, pues, que su nombre completo era Natanael Bar Tolomé o Tolmai.

       6:15  Mateo, -- El autor del Evangelio según Mateo. Al mencionar su propio nombre él no dice “Mateo de tal o cual pueblo”, o “Mateo hijo de fulano de tal”, sino “Mateo el publicano”. A los oídos nuestros esa palabra no significa mucho, pero para los judíos era un término de reproche y de mucho desprecio. Mateo sabía que Jesús manifestó su amor hacia él cuando era publicano, y que los publicanos se clasificaban con los peores pecadores.

       -- Tomás – Llamado también Dídimo, Jn. 11:16; 20:24; 21:2 (las dos palabras significan gemelo). Es recordado como el que dudaba (Jn. 20:25), pero es importante recordar que después el mismo Tomás dijo “Señor mío y Dios mío”. También se debe recordar que él dijo (Jn. 11:16), “Vamos también nosotros, para que muramos con él”.

       -- Jacobo hijo de Alfeo, -- (así en Mar. 3:18; Luc. 6:15; Hech. 1:13) – “Alfeo” es nombre griego y en arameo es Cleofas (Luc. 24:18; Jn. 19:25). De esta manera este Jacobo se distingue de Jacobo el hijo de Zebedeo.

       -- Simón llamado Zelote, -- Los zelotes eran patriotas judíos. “El fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y romanos” (V-E). Hech. 5:35-37 habla de tales hombres que levantaron movimientos políticos contra Roma.

       6:16  Judas hermano de Jacobo, -- Mat. 10:3,  Lebeo, por sobrenombre Tadeo,  corresponde a Judas hijo o hermano de Jacobo. De algunos de estos apóstoles muy poco se escribe de sus actividades, pero muchos textos hablan de “los apóstoles” (o “los doce”). Luc. 22:14; 24:10; Hech. 1:2; 4:35; 5:12; 5:18, 29; 6:6; 8:1, 18; 9:27; 11:1; 15:2, 22; 16:4; Efes. 2:20; 3:5; 4:11; 2 Ped. 3:2; Apoc. 21:14, “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”.

       -- y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor. -- (hijo de un Simón, Jn. 6:71; Iscariote probablemente indica que él era del pueblo de Queriot, Josué 15:25). Este Judas “era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio” (Hech. 1:17). “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos” (Mat. 10:1). Siendo uno de los doce, Judas recibió autoridad sobre los espíritus inmundos, etc. Los que enseñan que es imposible caer de la gracia no pueden aceptar que en realidad Judas era un verdadero discípulo, pero si no lo era, entonces Jesús dio poder a un hijo de Satanás para echar fuera a Satanás. La verdad es que Judas es uno de los ejemplos sobresalientes de que los discípulos de Cristo sí pueden caer de la gracia. Mateo le describe como “el que también le entregó”, una inscripción apropiada para la tumba de Judas. De él Jesús dijo, “Bueno le fuera no haber nacido” (Mat. 26:24).

       Jesús sabía de antemano que Judas le iba a entregar, pero Judas era completamente responsable de sus acciones. Tenía libre albedrío. No fue forzado a hacer nada. Luc. 22:22, “A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!” Hech. 2:23, “A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”. Todo era según el plan de Dios pero los que mataron a Jesús eran responsables de sus acciones y tuvieron que arrepentirse y ser bautizados para el perdón de sus pecados (Hech. 2:38).

JESÚS ATIENDE A UNA MULTITUD (MAT 4:23-25)

       6: 17  Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, -- Habían venido para oírle pero lamentablemente no todos tenían corazones buenos, sino que había cuatro clases de oyentes (Luc. 8:4-15).

       -- y para ser sanados de sus enfermedades; -- Mat. 9:35; Mar. 1:39. Juan 20:30, 31 explica el propósito de los milagros de Jesús: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.  31  Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Mar. 16:17-20 explica el propósito de los milagros de los apóstoles: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Véanse también Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4. Al ver estos milagros la gente se maravillaba, pero Jesús no buscaba eso. Más bien, quería convencerles que El era Dios el Hijo, Emanuel, Dios con nosotros (Dios y hombre).

       Le trajeron todos los que tenían dolencias … y los sanó. Jesús pronuncia una advertencia solemne en contra de los que en lugar de hacer la voluntad de Dios profesan hacer milagros (Mat. 7:23). Hoy en día los que profesan sanar tienen su grupo selecto de candidatos para la “sanidad”. Esto es pura hipocresía. Las campañas de “sanidad” son campañas de mentira y engaño. Los directores de tales campañas son lobos rapaces. Son mercaderes que se aprovechan de la ignorancia y superstición del pueblo para enriquecerse. Toda la supuesta “sanidad” que ellos y los católicos efectúan es “obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”  (2 Tes. 2:9; Mt. 24:24).

       Al principio de su ministerio Jesús gozaba de mucha fama, pero desde luego, no todos le “seguían” con propósitos espirituales. Jn. 6:26, “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”. Sin embargo, era necesario que Jesús hiciera estas señales para que la gente creyera que El era y es el Mesías, el Hijo de Dios (Jn. 20:30, 31).

       6:18  y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. – Véase Luc. 4:33-37 para una explicación acerca de los que estaban atormentados de espíritus inmundos (endemoniados).

       6:19  Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.  --

No era necesario que Jesús les tocara, pero Luc. 5:13, Jesús “le tocó” al leproso. No era necesario porque con su pura voluntad podía hacerlo. Compárese Luc. 7:7, “pero di la palabra, y mi siervo será sano”.

BIENAVENTURANZAS Y AYES (MAT. 5:1-12)

       6:20  Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:  Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.  – Habla a “sus discípulos” que eran pobres. No dice que todos los pobres son bienaventurados (dichosos), porque muchos de ellos son completamente desdichados y desesperados. No hay virtud inherente en la pobreza. Sin embargo, hablando de forma general, se puede decir que la pobreza literal ayuda para promover la pobreza “en espíritu”. Mat. 5:3, “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Puesto que Jesús pronuncia la misma bendición para los pobres (Luc. 6:20) y los pobres en espíritu (Mat. 5:3), debemos concluir que los “pobres” de Luc. 6:20 son los “pobres en espíritu” de Mat. 5:3.

LOS POBRES EN ESPÍRITU

       I. Sant. 4:6, "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes".

       A. 1 Ped. 5:5,6, Pedro dice lo mismo, y luego agrega esta exhortación, "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios". El hombre debe humillarse delante de Dios, reconociendo que es un pecador necesitado del perdón de Dios, y dispuesto a escuchar su enseñanza, obedecerle y dedicar su vida al servicio de El. La soberbia y el egoísmo destruyen al hombre (Prov. 16:18).

       B. La soberbia significa la exaltación de sí y la oposición a la voluntad de Dios; por ejemplo, muchos judíos no confiaban en la gracia de Dios, sino en ser hijos de Abraham (Mat. 3:7-12); los filósofos griegos confiaban en su sabiduría (1 Cor. 1:21), como hoy en día los humanistas destronan a Dios y exaltan al hombre, diciendo que el creer en Dios es un insulto a la inteligencia del hombre. Muchos profesores creen que lo que ellos no saben no es cierto o que no importa. Defienden la ignorancia, la superstición y toda clase de filosofía insensata (como la evolución). Dicen (con Faraón), "¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz ...? Yo no conozco a Jehová" (Ex. 5:2).

       C. Rom. 1:30, los "soberbios" están asociados y relacionados con "los aborrecedores de Dios, injuriosos, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres". Rom. 1:18-32 describe cómo la soberbia del hombre destrona a Dios y lleva al hombre a toda forma de depravación y corrupción. Para los soberbios, Dios no es el Creador. No hacen ninguna distinción entre el Creador y las criaturas. No dan gracias a Dios como el Dador de todas nuestras bendiciones. Tienen más alto concepto de sí que el que deben tener, Rom. 12:3,16.

       D. La soberbia, pues, previene y evita la conversión a Dios. Los soberbios no quieren reconocer que son pecadores. No quieren reconocer sus faltas. No quieren cambiar su vida. Hay soberbios religiosos que no quieren admitir que están en error doctrinal. La soberbia no les deja alejarse de la religión de sus padres. Por eso, la Biblia dice, "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Prov. 16:18). Véase Prov. 18:12. La única esperanza para los hombres es que se humillen y que sean "pobres en espíritu", que reconozcan que están enfermos (Luc. 5:31), y que urgentemente necesitan del perdón de Dios.

       II. Los pobres en espíritu saben que están en bancarrota espiritual.

       A. Cristo vino al mundo para buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc. 19:10). El Buen Médico vino a buscar enfermos (Luc. 5:32; 15:1,2). "Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Tim. 1:15). Jesús no puede ayudar a los que no reconocen que son pecadores perdidos.

       B. Los "pobres en espíritu" son como "mendigos espirituales", cargados de pobreza espiritual, y sin recursos espirituales. El hombre que trabaja para ganarse el pan diario se llama "pobre" (del verbo penomai), 2 Cor. 9:9. Este "pobre" no es rico, no le sobra nada después de proveer lo más necesario, pero tampoco sufre miseria. Pero Jesús no emplea esa palabra. El usa la palabra ptojoi  que se refiere a los que en verdad son pobres, los que están hundidos en la miseria. "Ptochos, un adjetivo que describe a uno que se agacha, se usa como nombre, un mendigo, Luc. 14:13,21, 'pobres'; 16:20,22, 'mendigo'" (WEV).

       C. Por lo tanto, "los pobres en espíritu" son los que reconocen que son pecadores, "destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23), y ponen toda su confianza en Dios para que les perdone y les reciba en su reino.

       D. "Los pobres en espíritu" saben que no pueden salvarse solos. Luc. 16:15, Jesús dijo a los fariseos, "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres". La actitud de éstos era lo opuesto de la actitud de "los pobres en espíritu". Luc. 18:9-14, el fariseo en el templo que "oraba consigo mismo", hablando de sus grandes virtudes, quería justificarse a sí mismo, pero no fue a su casa justificado (ver. 14). Aunque era judío, este fariseo no reconoció a Dios, no le pidió nada y no le dio gracias. Solamente "oraba consigo mismo". Apoc. 3:17, la iglesia de Laodicea se justificaba a sí misma, diciendo, "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad", pero Jesús le dijo, "y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo". El pobre en espíritu sabe que es un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo, pero también sabe que Cristo le puede enriquecer y sanar, ver. 18.

       E. Se elogia a los hombres independientes, los que tienen mucha confianza en sí mismos, pero esta "virtud" es muy peligrosa. Los tales a veces no solamente son independientes de los hombres sino también de Dios.

       III. Bienaventurados vosotros los pobres, Luc. 6:20.

       A. Dios siempre ha mostrado su interés en los pobres que confían en El. Léanse Salmo 9:18; 34:6; 72:4; 107:41; 132:15. Dios es el Defensor de los pobres y destituidos.

       B. Cristo vino al mundo para predicar a los pobres, Luc. 4:18.

       C. Hablando de manera general, el pueblo de Dios se describe como pobres, oprimidos, afligidos, Sant. 2:5; 2 Cor. 6:10; Apoc. 2:9; 1 Cor. 1:26-31. Los ricos son, generalmente, crueles, orgullosos, opresores (Sant. 2:6,7; 5:1-6), materialistas que  prosperan (Sal. 73:3). Por eso Jesús dice, ¡Ay de vosotros, ricos! (Luc. 6:24). También Santiago (5:1-6) los denuncia.

       D. Desde luego, muchos pobres no son buenos (Prov. 19:15; 21:25; 24:30-34), y muchos ricos no son malos (Abraham y Job eran muy ricos). La verdad es que hay peligro tanto en la pobreza como en la riqueza (Prov. 30:8,9), pero la mayoría de "los pobres en espíritu" son pobres también en lo material.

       E. Muchos textos hablan de la influencia negativa que las riquezas tienen sobre el alma, Luc. 12:13-21; 16:19-31; 1 Tim. 6:6-10, 17-19.

       IV. Algunos ejemplos de los pobres en espíritu.

       A. Luc. 7:36-50, la mujer pecadora que regó con lágrimas los pies de Jesús y los enjugaba con sus cabellos era pobre en espíritu. Reconocía que estaba arruinada espiritualmente, y confiaba en Jesús para el perdón.

       B. Luc. 18:9-14, el publicano que dijo, "Sé propicio a mí, pecador" era pobre en espíritu. Reconocía que necesitaba el perdón de Dios, que estaba totalmente carente de la justicia de Dios, y no confiaba en sí (como hizo el fariseo), sino en Dios.

       C. Luc. 15:17-19, "Yo aquí perezco de hambre. Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti: Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros". El hijo pródigo llegó a ser pobre en espíritu.

       D. Sal. 51:1-3, "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones ... yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí". El ver. 17 (versículo clave) dice, "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios". David era pobre en espíritu.

       V. "Porque de ellos es el reino de los cielos", porque estos son los únicos que lo buscan.

       A. Los "pobres en espíritu" serán perdonados y hechos ciudadanos del reino de los cielos, pero es en vano hablar de la salvación a los que no quieren reconocer que son pecadores que deben arrepentirse y cambiar sus vidas. El Médico no puede ayudar al enfermo que no quiere reconocer que está enfermo. Mat. 18:3, tenemos que arrepentirnos y hacernos como niños (humillarnos como niños, ver. 4), para poder entrar en el reino de los cielos.

       B. Juan 3:5, "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". El famoso rabino, Nicodemo, debería arrepentirse y cambiar su vida. No podía entrar en el reino de los cielos en virtud de ser "un principal entre los judíos" (ver. 1). Ya no bastaba con ser "judío", ni aun con ser un judío famoso. El tenía que humillarse (ser "pobre en espíritu"), y obedecer al evangelio, para entrar en el reino. Era necesario que se arrepintiera y que fuera bautizado para ser salvo. Los pobres en espíritu no discuten acerca de la necesidad de bautizarse, porque al saber que el bautismo es un mandamiento del Señor (Mar. 16:16) para remisión de pecados (Hech. 2:38), con gusto lo obedecen.

       C. Col. 1:13, Dios "nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo".

       Conclusión.

       A. "Los pobres en espíritu" son personas humildes que reconocen que son pecadores, destituidas de la gloria de Dios. Reconocen que están en bancarrota espiritual. Estos crucifican la soberbia, porque reconocen que no pueden justificarse a sí mismos. Por lo tanto, ponen toda su confianza en Dios. Compungidos de corazón, los tales obedecen al evangelio de Cristo, para obtener el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo, Hech. 2:37,38.

       D. Entonces como cristianos siguen siendo "pobres en espíritu", siempre dispuestos a admitir faltas y pedir perdón, Sant. 5:16; 1 Jn. 1:9.

       6:21  Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. – Mat. 5:6, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed  de justicia, porque ellos serán saciados”. Otra vez, al ver que Jesús pronuncia la misma bendición sobre los que tienen hambre (Luc. 6:21) y los que tienen hambre y sed de justicia (Mat. 5:6), tenemos que concluir que son los mismos.

 

LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA

Introducción.

       A. ¿Por qué dice Jesús que la puerta es estrecha y que el camino es angosto (Mat. 7:13,14)? (1) Porque hay pocos que son pobres en espíritu (dispuestos a admitir faltas y buscar perdón), (2) porque hay pocos que lloran por sus pecados y por los de otros, (3) porque hay pocos mansos, y (4) porque hay pocos que tienen hambre y sed de justicia.

       B. Esta bienaventuranza concuerda perfectamente con las que la preceden y con las que la siguen. Jesús describe una sola persona, un discípulo verdadero de El. Describe cierta clase de gente, el pueblo de Dios. El cuerpo necesita alimentación, y el alma también necesita alimentarse.

       I. ¿Qué significa tener hambre y sed de justicia?

       A. Pregúntese primero, ¿qué significa tener hambre y sed? Son dos de los apetitos más fuertes. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido verdadera hambre y sed? ¿Cuántos han estado en peligro de morir si no encontraran muy pronto la comida y agua? ¿Habrá entre los oyentes o lectores alguna persona que lo haya experimentado? Desde luego, hay muchas personas en la actualidad que sufren verdadera hambre y sed. No quieren un vaso de agua sino toda la jarra; no quieren dos o tres tortillas, sino todo el paquete. Muchos están muriendo de hambre.

       B. Figuradamente tener hambre y sed significa tener deseo ferviente, desear intensamente, anhelar, añorar, o apetecer. Tener hambre y sed de justicia significa desear intensamente hacer toda la voluntad de Dios. Debemos tener hambre y sed de obtener el perdón de Dios, de ser transformados en la imagen de Cristo, de ser edificados en la fe santísima, de poder ganar muchas almas por Cristo. Mat. 3:15, aunque Jesús no tenía pecado, quería ser bautizado: "Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia". Conviene obedecer los mandamientos de Dios. Véase Sal. 119:172.

       C. Mat. 6:24-34, "No os afanéis por vuestra vida ... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Debemos "buscar" intensamente las cosas del reino de Dios. Debemos desear saber y hacer la voluntad (palabra) de Dios: más que el oro, Sal. 119:72, 127, "Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que el oro muy puro"; más que la miel, Sal. 119:103, "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca"; más que la comida, Job 23:12, "Guardé las palabras de su boca más que mi comida (porción señalada)".

       D. Mat. 13:44-46, al descubrir el evangelio, debemos "vender todo" para "comprarlo" (poseerlo). "Compra la verdad, y no la vendas", Prov. 23:23.

       E. Estudiemos los Salmos para entender mejor lo que significa anhelar: Sal. 42:1,2 "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía"; Sal. 63:1, "De madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida"; Sal. 84:2, "Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová". Léase todo el Salmo 84; Sal. 119:20, "Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo". El Salmo 119, el capítulo más largo en la Biblia, alaba la Palabra de Dios. 1 Ped. 2:1,2, "Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación".

       II. ¿De qué cosas tenía hambre y sed la mayoría de los judíos?

       A. Cosas materiales. Luc. 8:14, "las riquezas y los placeres de la vida". 1 Tim. 6:9, "los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición". Ecles. 2:3-11, "Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría ... engrandecí mis obras ... me hice huertos y jardines ... me amontoné también plata y oro ... me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, etc."

       B. Poder político. Juan 6:15, "iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey", porque tenían "hambre y sed" de ser liberados de los romanos.

       C. Panes y peces. Juan 6:26, "me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis".

       D. La mayoría de la gente hoy en día tiene hambre y sed de las mismas cosas: toda clase de cosas materiales, placeres, y poder (político, comercial, y religioso, etcétera).

       III. Algunos ejemplos de aquellos que tuvieron hambre y sed de justicia.

       A. La mujer cananea. Mat. 15:27, "Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos". Jesús alaba la fe "grande" de esta mujer cananea.

       B. La mujer pecadora. Luc. 7:38, "estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies".

       C. Los casos de conversión en Hechos de los Apóstoles: (1). El día de Pentecostés tres mil personas obedecieron al evangelio el mismo día en que oyeron, Hech. 2:37-41. Tenían hambre y sed de justicia. (2) Los samaritanos obedecieron "cuando creyeron", Hech. 8:12. (3). Cuando el eunuco oyó el evangelio, dijo, "Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?" e inmediatamente obedeció, Hech. 8:35-39. Este hombre es un ejemplo muy bueno de tener hambre y sed de justicia. "Había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías". (4). El carcelero y su casa fueron bautizados a media noche, y "se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios", Hech. 16:25,33,34. Estos y otros demostraron mucha hambre y sed de justicia, oyendo el evangelio, arrepintiéndose de sus pecados, confesando a Cristo, y siendo bautizados sin demorar.

       D. El apóstol Pablo siempre demostraba que tenía mucha hambre y sed de justicia. Léase Fil. 3:7,8. Lo demostró a través de su vida entera y sus escritos.

       IV. "Porque ellos serán saciados", Mat. 7:7-11; Sal. 53:5,6.

       A. Sinónimos de la palabra "saciar" son llenar, hartar, hastiar, cumplir. De esto habla Jesús en Juan 4:13,14. Dijo que "Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás". Véanse Juan 7:37,38; Apoc. 22:17. Jn. 6:27, "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece".

       B. Fil. 4:6,7, No estar afanosos, hacer peticiones a Dios, con acción de gracias, "y la paz de Dios ... guardará vuestros corazones". Fil. 4:11-13, "he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación ... Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

       Conclusión:

       A. Luc. 6:21, "Bienaventurados los que ahora tenéis hambre". Aquí se agrega la palabra ahora. En el ver. 25 se agrega otra vez: "¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! Porque tendréis hambre".

       B. Pero si nuestra justicia es como la de los escribas y fariseos, no seremos "saciados". Si tenemos hambre y sed de justicia, buscaremos primeramente el reino de Dios y su justicia, Mat. 6:33.

       -- Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. –  Mateo 5:4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

LOS QUE LLORAN

Introducción.

       A. Jesús habla de "llorar" como se llora la muerte de un ser querido. Significa llorar intensamente. No se refiere al "llorar" por ambiciones fallidas, ni por haber perdido riquezas, ni por haber sido avergonzado, ni por haber sido castigado por alguna maldad. No hay bendiciones para los que lloran por estas causas, a menos que se arrepientan. Tampoco promete bendición para aquellas almas pesimistas que viven lloriqueando por su mala suerte, diciendo que todo el mundo está en contra suya.

       C. Esta bendición se pronuncia sobre los que lloran (1) por los pecados propios, (2) por los pecados de otros, y (3) por el sufrimiento y la tristeza que hay en el mundo.

       II. "La tristeza del mundo produce muerte".

       A. Es importante distinguir entre "la tristeza que es según Dios" que produce arrepentimiento para salvación, y "la tristeza del mundo" que produce muerte (2 Cor. 7:9,10). Los criminales lloran porque se descubren y se castigan. El borracho llora porque su hígado está arruinado, y el fumador llora por el cáncer de los pulmones. Muchos lloran porque se dan cuenta de que en su matrimonio están cometiendo adulterio, aunque estén "casados" legalmente. Pero el llorar de estos no produce la dicha a menos que se arrepientan.

       B. Núm. 14:40-45, el pueblo rebelde se enlutó, pero no fue bendecido. 1 Sam. 15:24-28, el rey rebelde se puso triste, pero ¿por qué? Porque fue rechazado por Dios por causa de su desobediencia. Mat. 27:3-5, Judas estaba muy triste, aun desesperado, pero su tristeza era "la tristeza del mundo". En su desesperación cometió suicidio. 1 Ped. 4:15, "ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno". El pecado produce sufrimiento.

       C. 1 Tim. 4:2, "teniendo cauterizada la conciencia", muchos no lloran por sus pecados. Véase también Efes. 4:19. Muchos mundanos tratan de suprimir la miseria y tristeza de su vida con alcohol y otras drogas. Jesús no promete consolación para los que "lloran" por "la tristeza del mundo", porque esta tristeza no produce arrepentimiento.

       III. "La tristeza que es según Dios" es la que nos trae muchas bendiciones.

       A. "La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación". De esta tristeza Jesús habla (Mat. 5:4). El llorar no es en sí una bendición, pero si produce arrepentimiento y obediencia, trae bendición. (1). Esta es la tristeza que sentía David, Sal. 51:17; véanse Sal. 34:18; 38:18. (2). Es la tristeza demostrada por la mujer pecadora que "estando detrás de él (Jesús) a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume", Luc. 7:38. Nosotros debemos imitar a esta mujer. Los pecados de nosotros no son mejores o más respetables que los de ella. No hay pecados "veniales y mortales" según la Biblia. Cada vez que pequemos debemos tener la misma actitud que ella demostró. Debemos sentir verdadera tristeza por el pecado, arrepentirnos inmediatamente y pedir perdón al ofendido y a Dios. (3). La tristeza de Pedro, Mat. 26:75. Después de negar a Jesús tres veces, "saliendo fuera, lloró amargamente" y volvió al Señor (Luc. 22:32). (4) La tristeza de Joel 2:12,13, "convertíos a mí ... con lloro".

       B. Es imposible arrepentirse si no hay tristeza por los pecados. Es necesario sentir tristeza por haber ofendido a Dios.

       IV. Los que lloran se preocupan por otros.

       A. Los profetas se preocupaban por el pueblo de Israel, Isa. 22:4; Jer. 9:1; 13:17; 14:17; Lamentaciones. Se preocupaban por sus pecados, y por el castigo que iban a sufrir (matanza, cautiverio, esclavitud).

       B. Jesús lloró sobre Jerusalén, Luc. 19:41-44. Véanse Mat. 9:36; 23:37.

       C. Debemos preocuparnos por la condición lamentable del mundo religioso, por los ciegos que siguen a otros ciegos (Mat. 15:14). Debemos preocuparnos por los pecados de la iglesia (mundanalidad, indiferencia, liberalismo, apostasía), y por el castigo que espera a los infieles. 1 Cor. 5:2; 2 Cor. 2:4; Gál. 4:19; Fil. 3:18; 1 Ped. 4:17,18. Rom. 12:15, "gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran".1 Cor. 12:25,26, "que los miembros todos se preocupen los unos por los otros ... si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él". Debemos estar preocupados por el sufrimiento que hay en el mundo. Los cristianos no pueden ser indiferentes hacia los demás.

       V. Cristo consuela a los que lloran de esta manera.

       A. ¡Qué felices, pues, los que lloran por sus pecados, y quieren el perdón de Dios! Serán consolados. Dios nos reprende por el pecado, luego nos sana si nos arrepentimos. 2 Cor. 1:3; 2 Tes. 2:16 "nos dio consolación". Sal. 30:5, "porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida".

       B. Cristo se llama "la consolación de Israel", Luc. 2:25. Mat. 11:28-30, "venid a mí ... yo os haré descansar". Isa. 61:1-3, "a ordenar que a los afligidos ... se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, alegría ... espíritu angustiado". Luc. 4:16-21, "enviado a sanar a los quebrantados de corazón". 1 Ped. 2:6, creyentes no serán avergonzados, no decepcionados.

       C. Hech. 2:37, los "compungidos" obedecieron al Señor, siendo bautizados para el perdón de sus pecados (vers. 38,41), recibieron el perdón y el don del Espíritu Santo. Isa. 35:10, "y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido" (esta hermosa profecía se cumple en los que obedecen al evangelio y reciben toda bendición espiritual en Cristo, Efes. 1:3). 1 Tim. 1:12,13, Pablo siempre estaba afligido por causa de su pecado. Obedeció al Señor y recibió misericordia (Hech. 22:16; 26:19). Entonces habló mucho de "gozo" y "regocijo" (véase carta a los filipenses).

       D. Sal. 126:5,6, "los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas". Apoc. 7:17; 21:4, "Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos".

 

       6: 22  Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.  23  Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas. – Mateo 5:10-12, Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN

Introducción.

       A. Jesús no engaña a nadie, sino que explica con toda franqueza que el discipulado cuesta, que sus discípulos serán maltratados. El seguirle significa llevar una cruz (Mat. 16:24; Luc. 9:23). No debe haber sorpresas para los que obedecen al evangelio; deben esperar la oposición y el sufrimiento porque es ineludible (1 Tes. 3:3; 2 Tim. 3:12). Léase el libro de Hechos para observar que en todo lugar cuando el evangelio fue predicado, se levantó toda clase de persecución contra los mensajeros de Cristo. Fueron azotados, encarcelados, apedreados, y degollados.

       B. Las primeras siete bienaventuranzas presentan rasgos de carácter, condiciones de corazón y de disposición. En los ver. 10-12 Jesús habla de las pruebas de ese carácter. Los que optan por imitar a Cristo serán probados, siendo "perseguidos". ¡Qué pensamiento ilógico! Los animales y los criminales son "perseguidos", pero los discípulos de Jesús no deben ser perseguidos. Sin embargo, si los hombres aborrecieron y persiguieron a Jesucristo, entonces harán lo mismo con sus seguidores.

       C. La oposición que sufre el discípulo de Jesús es evidencia de que los discípulos de Jesús no son pasivos, sino activos y militantes.

       D. Los discípulos perseguidos son discípulos bendecidos. Es interesante observar que la maldición del hombre y la bendición de Cristo se encuentran en las mismas personas.

       I. ¿Por qué padecen persecución los discípulos de Cristo?

       A. ¿Cómo es posible que gente buena sea perseguida y maltratada? (1). Por Cristo, por justicia. Mat. 5:10, "por causa de la justicia"; 5:11, "por mi causa"; Jn. 15:21, "por causa de mi nombre". Jn. 15:20, "El siervo no es mayor que su señor", nos persiguen, porque persiguieron a Cristo y somos sus seguidores. Somos como El. (2). No somos del mundo. Jn. 15:19-21, "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo ... por eso el mundo os aborrece". Los miembros de la iglesia que son mundanos son amados por el mundo. "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" Luc. 6:26.

       B. El buen ejemplo ofende al mundo. A los mundanos no les gusta la "luz" (el buen ejemplo) de los cristianos. Compárese Dan. 6:1-17. ¿Por qué aborrecieron a Daniel? También Heb. 11:7, con el ejemplo de obediencia Noé condenó al mundo de desobedientes. Los malvados persiguen a los hijos de Dios, porque el buen ejemplo de éstos sirve como conciencia para aquéllos, y la quieren callar. Les molesta, les irrita, y no quieren ser estorbados.

       C. No quieren ser enseñados y reprendidos. Nos persiguen porque les enseñamos, les exhortamos y les reprendemos, Jn. 3:19-21, y no les gusta. No es placentero que los pecados sean expuestos y reprendidos. Mat. 14:4,10,11, Juan dijo a Herodes, "No te es lícito tenerla ... y ordenó decapitar a Juan en la cárcel". Jesús fue crucificado por reprender la hipocresía de los judíos, Mateo 23. Jesús amaba a todos, pero no dejó de reprender el pecado en todos. Esteban fue apedreado por reprender a los judíos, Hech. 7:51-60. Desde luego, los del mundo no nos perseguirán si no les exhortamos.

       II. Hay varias clases de persecución.

       A. La persecución física. Mat. 10:17,28; Hech. 5:40; 7:58; 12:2; 14:19.

       B. Los insultos, las calumnias, etc. Mat. 5:11, "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo". Luc. 6:22, "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre". Luc. 6:26, "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas". La palabra "vituperar" significa insultar, afrentar, deshonrar, burlar (Heb. 11:36, el inglés dice "burlas"). ¿Por qué nos vituperan? 1 Ped. 4:4, "A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan (insultar, injuriar de palabra)". ¿Qué decían de Jesús? Jn. 8:48, "eres samaritano, y que tienes demonio". Jn. 10:20, "Demonio tiene, y está fuera de sí, ¿por qué le oís"? Mat. 11:19, "un hombre comilón, y bebedor de vino". Mat. 27:39-44, falsa acusación. Hech. 17:18, decían que Pablo era "palabrero"; 2 Cor. 10:10, decían que "las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable". Los evangélicos nos llaman “legalistas” porque enseñamos que es necesario ser bautizados para ser salvos (Mar. 16:16; Hech. 2:38). Los hermanos liberales nos aplican el epíteto, "antis", término de desprecio, simplemente porque nos oponemos a sus prácticas que carecen de autoridad bíblica. Los humanistas que destronan a Dios y exaltan al hombre nos llaman "fanáticos", "radicales", "derechistas", etc., porque defendemos la moralidad bíblica, la santidad del matrimonio, la disciplina de los hijos, etc., y porque condenamos el aborto, toda clase de inmoralidad sexual (incluyendo la homosexualidad), el uso de drogas, el suicidio, la eutanasia, etc. Tales incrédulos nos dicen, “No impongan su moralidad sobre nosotros”, pero por todo lodo ellos imponen su inmoralidad sobre otros.

       C. Heb. 10:34, "y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo".

       D. Mat. 10:34-39, problemas y disensiones en la propia familia.

       E. Sant. 5:1-5, "¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?"

       III. Bienaventurados sois, gozaos y alegraos.

       A. No somos bienaventurados por sufrir por el mal. 1 Ped. 2:20, "Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios".1 Ped. 4:15, "Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno".

       B. Sino por sufrir como cristiano. 1 Ped. 4:16, "pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello".

       C. Una recompensa triple. En este texto (Mat. 5:10,12) Jesús habla de tres grandes bendiciones para los que padecen por El: Mat. 5:10, "porque de ellos es el reino de los cielos". Los que sufren por causa de la justicia (por Cristo) dan evidencia segura de pertenecer al reino de los cielos. Mat. 5:12, "vuestro galardón es grande en los cielos". Luc. 6:23, "Alegraos en ese día, y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo" (LBLA). ¿Cuántas veces hemos saltado de gozo por haber sido perseguidos? (Hech. 5:41, "Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre". Véase el ver. anterior, "después de azotarlos"). Mat. 5:12b, "porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros". Recuérdense los ejemplos de Elías (1 Reyes 19:2); de Jeremías (Jer. 20:2); de Zacarías (2 Crón. 24:21). Véase también Sant. 5:10,11. ¡Qué gozo de ser identificados con los profetas fieles, con Cristo y con los apóstoles al sufrir por la causa de justicia!

       D. Por lo tanto, el pensamiento de sufrir por el nombre de Cristo (o por la causa de justicia) debe llenar el corazón de gozo. Véanse Hech. 5:41; 16:25; Heb. 10:34; 1 Ped. 4:16.

 

       6: 24  Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. – Jesús no incluye a todos los ricos, porque la Biblia habla de algunos fieles que eran ricos (por ej., Job, Abraham). No hay pecado inherente en la riqueza, como no hay virtud inherente en la pobreza. Sin embargo, Jesús enseña que para el rico es muy difícil ser fiel discípulo. Lo que Jesús dice en este texto (Luc. 6:24) expresa la regla general, a saber, que los ricos reciben su consuelo solamente en esta vida, porque la mayoría de ellos no se preparan para la vida venidera. Algunos ricos no solamente han “vivido en deleites sobre la tierra”, sino que también oprimen a los pobres. Sant. 5:1-6.

       En el v. 38 Jesús dice, “Dad, y se os dará” y en Luc. 12:33 dice, “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye”. Pablo enseña a los ricos lo que deben hacer con su riqueza (1 Tim. 6:17,18).

       6:25  ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. – Estar saciados aquí no es lo mismo que estar saciados en el v. 21. Los que están saciados de riqueza, fama y los placeres de esta vida sufrirán gran escasez después.

       -- ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. – El reír aquí acompaña la riqueza y el estar saciados. Es la risa del mundo que no toma en cuenta a Dios.

Jesús no enseña que es pecado reír. Ecles. 3:1,4 dice, "todo tiene su tiempo ... tiempo de llorar, y tiempo de reír". Sin embargo, para muchos el "mayor bien" de la vida es la risa. Para los tales la vida no tiene nada de seriedad, sino que es una gran comedia; para ellos el mundo está lleno de payasos. El buscar placeres es su fin y propósito (Heb. 11:25; Luc. 8:14). Sant. 5:5 bien describe la gente mundana: "habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza".

       Dios se reirá de ellos, Sal. 2:4; 37:13, "porque ve que viene su día". Luc. 6:25, "¡ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis". Tal vez Jesús se refiere a la destrucción de Jerusalén (Luc. 19:41-44).

       6:26  ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas. – Desde luego, no es malo que los hombres hablen bien de nosotros. Las virtudes de los cristianos son alabadas por muchos. Lo que Jesús condena es el deseo de agradar y complacer a los hombres aunque esto nos obligue a comprometer la verdad y tener vergüenza de la doctrina de Cristo; es decir, buscar el favor de los hombres en lugar del favor de Dios. Gál. 1:10. El v. 22 habla de la dicha de ser aborrecido, vituperado, etc. por los que no aman la verdad. Si somos fieles y defendemos la verdad, éstos nunca hablarán bien de nosotros, y si lo hacen esto es evidencia de que ya no defendemos el evangelio verdadero y solamente queremos complacer a los enemigos de la verdad. Cuando el cristiano defiende el evangelio puro, los sectarios no hablarán bien de él, sino que dirán que es “legalista”, “extremista” y “fanático”.

       6:27  Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;     28  bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.

 

AMAR A LOS ENEMIGOS

Introducción.

       A. La gente ya sabía y usaba la palabra, "amar", pero su concepto del amor era muy limitado. Jesús da un significado nuevo a la palabra.

       B. Sin duda el pueblo quedó asombrado por esta enseñanza, tan distinta de lo que los escribas y fariseos enseñaban (Mat. 5:20).

       I. Mateo 5:43 -- "Oísteis que fue dicho: amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo".

       A. La ley de Moisés dijo, "Amarás a tu prójimo" (Lev. 19:18), pero no dijo, "Aborrecerás a tu enemigo".

       B. ¿Por qué, pues, tenían tanto odio los judíos? Había varios factores significantes que contribuyeron a la actitud de los israelitas hacia otras naciones: (1). Los israelitas fueron mandados a destruir sin misericordia a los cananeos y todo objeto de culto de ellos, Ex. 23:24,31; 34:13; Núm. 31; Deut. 7:2,16. (2). Se les prohibió formar alianzas con ellos (Ex. 34:12-16). Esto indica claramente que nunca podía haber paz entre Israel y las naciones paganas. Era necesario esto para separarlos y evitar que Israel fuera contaminada por sus abominaciones. (3). Los ejércitos de Israel fueron usados como instrumentos de la ira de Dios para castigar a otras naciones (Ex. 31). (4). Aun los hombres más piadosos hablaban continuamente de estas cosas. Hay muchos textos (por ejemplo, en los Salmos) que hablan de aborrecer a los enemigos (y, desde luego, los Salmos eran inspirados por el Espíritu Santo). Véanse Sal. 18:37; 55:8-15; 59; 69:22-28; 139:21,22. (5). Por lo tanto, la actitud nacional era una de aborrecimiento hacia los enemigos. Esta dispensación (la ley de Moisés) tenía un propósito muy especial en el plan de Dios, pero era provisional. Estaba acabándose ese período, y Jesús estaba corrigiendo el problema de aborrecer a sus enemigos. Al momento de oír esta enseñanza, los discípulos debían cambiar su actitud hacia todos los enemigos, no obstante lo que hubiera sido su relación con ellos en el pasado. (6). Una consecuencia innecesaria del separatismo de los judíos era un concepto vanidoso de ser mucho más piadosos que otros hombres (Luc. 18:9-14), concepto que les hizo despreciar y aborrecer a otros.

       C. Los samaritanos. "Judíos y samaritanos no se tratan entre sí" (Jn. 4:9), porque éstos no eran verdaderos judíos, sino una raza mezclada. Cuando Jeroboam se rebeló contra Roboam, llevó a diez tribus en la división, y formaron el reino del norte, llamado Israel. La ciudad de Samaria llegó a ser la capital de esta nación rebelde que se apartó de la ley de Moisés. El pueblo de Israel se mezclaba (se casaba) con los gentiles. Por eso, los judíos los despreciaban y no tenían nada que ver con ellos. El espíritu vengativo de Jacobo y de Juan (Luc. 9:51-56) era típico de la actitud de los judíos hacia los samaritanos.

       D. Los romanos. Los judíos aborrecían a los romanos porque estos eran conquistadores de su tierra y exigían impuestos.

       E. Los publicanos eran cobradores de los impuestos romanos, y por esta causa eran despreciados y odiados por el pueblo. Se consideraban traidores.

       F. Por lo tanto, si en la actualidad se cree que es difícil amar a los enemigos, recuérdese el problema de los judíos.

       II. Mateo 5:44 -- "Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen".

       A. ¿Debemos amar a los enemigos como amamos a los seres queridos? A muchos les parece difícil amar a los enemigos, por no entender la palabra "amar". El amor por los seres queridos es un amor emocional, un afecto fuerte. El amor mandado por Jesús es de la mente y de la voluntad, y no es como el amor entre novios, un amor que "nace" en ellos por la mucha atracción que existe. Se enamoran y se aman porque se agradan el uno al otro. El hombre se enamora de una mujer que le gusta, le agrada. Pero el amor mandado por Jesús, amor de la mente y de la voluntad, busca el bienestar de la persona amada.

       B. Este amor significa "buena voluntad". El comentario de William Barclay explica este amor en una forma muy interesante. Significa buena voluntad. Es pura bondad y benevolencia hacia otros, una bondad que no termina, no se acaba; es decir, no hay nada que los hombres puedan hacer para destruirlo. ¡Es invencible! Con esta actitud, esta buena voluntad invencible, no es difícil obedecer los mandamientos de Jesús, que para los hombres carnales parecen imposibles y absurdos.

       C. Amar lo no amable. Considérese el amor de Dios (ver. 45; Luc. 6:35; Rom. 5:8). Así debe ser nuestro amor para con todos, aun para los enemigos. Debemos amar a los que no merecen nuestro amor. Debemos amar a los que no son amables, porque es lo que Dios hace. No es amor de sentimiento sino de acción, de conducta, como expresión de un espíritu bueno y compasivo. Luc. 6:35, "El es benigno para con los ingratos y malos".

       D. Debemos bendecir al enemigo, como lo hizo Jesús, 1 Ped. 2:23. No debemos usar lenguaje abusivo (5:22), sino más bien palabras de cortesía, amistad y amabilidad. El habla nuestra no debe ser controlada por las malas circunstancias causadas por el enemigo, sino por Dios. 1 Cor. 13:4-7 dice que "el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

       E. El amor hace bien. En esto se ve la definición de la palabra "amar". El verdadero amor no se ve en palabras, sino en hechos (Sant. 2:16; 1 Jn. 3:18). Como Jesús dice (Luc. 6:27,35), "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen". Esta es la expresión de buena voluntad que sinceramente desea el bienestar de otros, aun el de los enemigos. David era ejemplo de volver bien por mal (1 Sam. 24:10; 26:9). El buen samaritano es un ejemplo hermoso de esto, y es el héroe de la parábola de Jesús (Luc. 10:25-37).

       F. No podemos seguir odiando a otros si oramos por ellos. Al orar por otros los llevamos delante del trono de Dios, y seguramente no nos atrevemos a odiar a nadie en la presencia de Dios. Es el medio seguro de acabar con la amargura y los resentimientos. Nuestro Señor Jesucristo oró por sus enemigos aun cuando moría por ellos en la cruz (Luc. 23:34). Esteban lo imitó (Hech. 7:60). Pablo demostró el mismo espíritu (2 Tim. 4:16).

      

       6: 29  Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; -- Mateo 5:38-39, Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39  Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

NO RESISTIR AL QUE ES MALO

Introducción.

       A. Los judíos se aprovechaban de la ley que decía "ojo por ojo" para tomar venganza personal. En este texto Jesús no condena la práctica de la justicia (defender los derechos del inocente y castigar al culpable), sino la venganza personal. Debemos sufrir agravios con buena voluntad.

       B. Muchos de los judíos eran querellosos, pendencieros, y litigiosos.

       C. Todos los hombres, sean judíos o gentiles, deben cambiar (arrepentirse, Mateo 4:17); deben transformarse conforme a la imagen de Cristo (Rom. 12:2; Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18). Todos deben nacer otra vez, Juan 3:5 (el nuevo nacimiento requiere el bautismo, pero requiere mucho más que el bautismo).

       I. "Oísteis que fue dicho: ojo por ojo y diente por diente".

       A. Habían oído estas enseñanzas porque la ley de Moisés se leía cada sábado en las sinagogas, Hech. 15:21. Véanse Ex. 21:23-25; Lev. 24:19,20; Deut. 19:21.

       B. Algunos hacen burla de esta ley, diciendo que era "ley salvaje y sangrienta". Creen que "el Dios del Antiguo Testamento" era duro y cruel. Pero, por el contrario, esta ley era justa porque puso límite a la venganza. Requería que el castigo solamente correspondiera al crimen; es decir, al vengador no se le permitió destruir al que le hubiera herido. Los que critican esta ley son aquellos que no conocen a Dios y se oponen al castigo de los criminales. Los tales atacan y critican a los que son víctimas del crimen, como si éstos hubieran causado o contribuido al crimen, mientras que defienden los derechos de los criminales.

       C. Bajo la ley de Moisés no todo el mundo sino solamente los jueces habían de ejecutar con seriedad esta ley para practicar la justicia, para defender los derechos de los inocentes, y para castigar a los que pisoteaban la ley de Dios. Es verdad que el pueblo mismo había de apedrear a ciertos culpables (Núm. 15:35; Deut. 21:21), pero en ese caso el pueblo ejecutaba la justicia bajo la autoridad y dirección de los jueces. No practicaba la venganza personal.

       D. Pero los judíos que vivían en el tiempo de Jesús se aprovechaban de esta ley para justificar la venganza personal, cosa no autorizada, Lev. 19:18; Prov. 24:29; 25:21. Esta ley nunca fue dada para autorizar la venganza personal.

       II. "Pero yo os digo: no resistáis al que es malo".

       A. ¿En qué sentido deben ser resistidos los malos? (1). Los jueces y magistrados habían de "resistir" (castigar) a los malos. (2). Bajo el Nuevo Testamento el gobierno es el "vengador". El gobierno civil, de cualquier país, debe "resistir" al que es malo. Rom. 13:1-4, "... es servidor de Dios para tu bien ... no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo". La espada no es para limpiar uñas, sino para ejecutar (dar pena de muerte) a los criminales. 1 Ped. 2:13-17, "someteos ... a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien". (3). Cristo resistió a los malos, Mat. 21:12, 13; 23; Jn. 2:13-17, pero no con odio ni con espíritu vengativo. (4). Resistimos a los malos, cuando resistimos el error y reprendemos el pecado con el evangelio, 2 Tim. 4:2-4, y con mansedumbre (2 Tim. 2:24). (5). Resistimos a los malos cuando practicamos disciplina en la iglesia, Mat. 18:17; Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3:6, 14.

       B. ¿En qué sentido, pues, no deben ser resistidos los malos? ¿Está Dios al lado de los malos? ¿Los quiere a ellos más que a sus propios hijos? Dios sí ama a los malos, pero aborrece su maldad. ¿Qué significa esta prohibición? Al decir "No resistáis a los malos", Jesús explica en qué sentido los malos no deben ser resistidos. Agrega, "antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele  también la otra”.

       III. ¿No debemos resistir al ladrón y al asaltante?

       A. No parece que Jesús se refiera en este texto a los tales. El dice (Mat. 24:43) "que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa". Jesús no toma el lado de los malos en contra de los justos, sino que busca el bienestar espiritual de todos. No nos ayudan espiritualmente los golpes, a menos que los suframos con paciencia, evitando los corajes y resentimientos que destruyen el carácter de cristiano. Recuérdese siempre que es mejor estar golpeado físicamente que estar golpeado espiritualmente. El alma necesita más defensa y protección que el cuerpo.

       C. El cristiano debe evitar no solamente el maldecir y el retornar golpes, sino que debe darle la otra mejilla con buena voluntad y con buen humor. Esto es para evitar los resentimientos. El discípulo de Jesús debe aprender a soportar con buena voluntad tal trato insultante.

       D. Debemos evitar el espíritu vengativo. Otra vez preguntamos, ¿favorece Dios a los malos? No, Dios no favorece a los malos; El favorece a sus hijos, pero Dios sabe que si el diablo produce en nosotros espíritu vengativo, nos destruye. Ya no seremos ciudadanos del reino de los cielos; más bien seremos ciudadanos del reino de las tinieblas. Por eso, para nuestro propio bien espiritual, dice, "No resistáis ..." Los que resisten a los malos (volviendo mal por mal) lo hacen enojados y con espíritu de venganza. Por eso, "No resistáis..."

       E. Luc. 9:51-55, cuando los samaritanos no recibieron a Jacobo y Juan, estos dijeron, "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?" Jesús les contestó, "Vosotros no sabéis de qué espíritu sois". Obviamente tenían espíritu vengativo. Querían hacerles "pagar" por lo que hicieron.

       F. Rom. 12:18-21, "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos ..." ¿Por qué? Porque el espíritu vengativo no es cualidad del buen carácter necesario para ser ciudadanos del reino de los cielos. Los que buscan venganza personal van al infierno. "Mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mat. 5:29; 18:8). Dios se encarga de tomar venganza. "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Nos corresponde a nosotros volver bien por mal: "si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber". ¿Para el beneficio del enemigo? Sí, y también para el beneficio espiritual de nosotros mismos.

       G. Hay varios ejemplos buenos para nosotros con respecto a este tema. (1). Sobre todo, el ejemplo de Jesús. El mejor comentario sobre este texto es el ejemplo de Jesús mismo. Léanse Mat. 26:67; Juan 18:22,23; 19:3; 1 Ped. 2:20-24; Luc. 23:34, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". (2). El ejemplo de Esteban, Hech. 7:60, "Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y ... durmió'". (3). El ejemplo de Pablo, 2 Tim. 4:16, "En mi primera defensa ninguna estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta".

       IV. Dos grandes beneficios. Si practicamos esta enseñanza habrá dos resultados muy beneficiosos.

       A. Nuestra salvación. Se prepara el alma para que podamos ser ciudadanos del reino de los cielos y vivir con Dios para siempre.

       B. Trae beneficios para el ofensor. ¿Cuál es el único medio de ganarle? Si el discípulo vuelve mal por mal, insulto por insulto, y reproche por reproche, entonces los dos pierden, pero si el discípulo obedece este texto, no solamente se salva él mismo, sino que también habrá esperanza de que se salve a aquel que le maltrata. Rom. 2:4, "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" La benignidad, paciencia y longanimidad de Dios nos guía al arrepentimiento. De la misma manera, la benignidad, paciencia y longanimidad de nosotros también guía al pecador al arrepentimiento.  Rom. 12:20, "pues haciendo esto ("dale de comer, dale de beber") ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza"; es decir, si respondemos con bondad y bendiciones, el enemigo se sentirá afligido en su corazón. Tal bondad produce el remordimiento. Tal conducta puede producir corazón contrito (Sal. 51:17). Las "ascuas" ("carbones encendidos", LBLA) son las llamas de vergüenza que producen los actos y palabras de benevolencia. De esta manera (al volver bien por mal), es muy posible que el enemigo se convierta en amigo (y tal vez cristiano). Esta conducta es parte del plan de salvación.

       --  y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.  – Mateo 5:40, 41, y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;  41  y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. Mateo 5:40, 41, “y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;  41  y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos”.

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