LUCAS 6

 
 

Continúa

NO RESISTIR AL QUE ES MALO (2)

Introducción.

A. Mat. 5:39 dice, "No resistáis al que es malo", y en el mismo versículo Jesús da un ejemplo de lo que enseña: "antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra".

B. Ahora estudiaremos otros dos ejem­plos de esta enseñanza.

I. "Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa". Véase también Luc. 6:30.

A. Véase Ex. 22:26, 27, no era confis­cable la capa (el vestido), porque servía también de cobija, pero para evitar pleitos que le puedan llenar al cristiano de resentimientos y odio, fuera mejor entre­garle al enemigo la capa también. Es mil veces mejor dormir con frío que ser quere­lloso y litigioso, viviendo enojado. Los corajes manchan y destruyen el alma.

B. Esta enseñanza es importantísima para los discípulos de Cristo en cualquier época. El pensamiento es que no conviene dejar que las injusticias, por feas que sean, nos roben el amor y el buen humor y que nos dejen con un espíritu vengativo y resen­tido.

C. ¿Debe el cristiano dejar que los per­versos le defrauden y quiten cosas de gran valor, como la casa o el automóvil o el ne­gocio? Claro que no. Cristo no toma el lado de los ladrones y fraudulentos. Dios siempre promueve la justicia. No hay vir­tud en sí en que se pierdan posesiones. La virtud está en amar al prójimo, y en no dejar que nada destruya ese amor. También la vir­tud está en que el cristiano tenga carácter de bondad y no carácter querelloso. Es correcto proteger el automóvil y la casa pero sería mil veces mejor perder casa, automóvil y aun el negocio en lu­gar de perder el alma por ser manchada con amargura y odio. Heb. 10:34, "y el despojo de vues­tros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y per­durable herencia en los cielos".

D. Es indispensable que rehusemos tener espíritu de amargura, o espíritu vengativo, venga lo que viniere. Es mu­cho mejor perder todo (sean derechos o sean posesiones) en lugar de perder el alma. El alma manchada con odio, re­sentimientos, y amargura está perdida y se­guramente va al infierno. No conviene que estemos peleando disgustados, enojados, amargados y resentidos sobre los insultos, las injusticias, las ofensas, ni siquiera sobre las posesiones. Bien sabemos que los del mundo son abusivos. Viven insultando y causando escándalos. No seamos como ellos. Ellos son hijos de tinieblas pero nosotros somos hijos de luz. Si dejamos que tales pruebas nos conviertan en amargados y resentidos (como ellos), en­tonces nos habrá ganado el mundo porque ya seremos como ellos. ¿El que profesa ser cristiano no debe, bajo ninguna circun­stancia, vivir enojado y amargado como los del mundo!

E. El cristiano no debe vivir preocu­pado por sus derechos. No debe exigir que todo el mundo le conceda sus derechos. Tampoco debe estar resuelto a que se le conceda todo privilegio que le pertenece. Más bien debe pensar en sus deberes y res­ponsabilidades. El cristiano no tiene el derecho de aborrecer a los que le mal­tratan; por lo contrario, el deber del cris­tiano es el amor. "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el ama al prójimo, ha cumplido la ley", Rom. 13:8.

II. "Y a cualquiera que te obligue a ll­evar carga por una milla, vé con el dos".

A. Palestina era país sojuzgado y ocupado por los romanos. Los soldados romanos podían obligar a los judíos a servirles en muchas formas, por ejemplo, proveyendo alimen­tos y alojamiento para ellos y sus ani­males, llevando mensajes o cargas, etc. (Compárese Mat. 27:32). Se comportaban muchas veces en manera tiránica. No tenían deseo alguno de congraciarse con los judíos. Por eso había mucho resen­timiento contra ellos.

B. Jesús enseña a sus discípulos que si los romanos les obligan a ir una milla, que no vayan una milla enojados (con espíritu de resentimiento y odio), sino que vayan dos millas alegres, sonriendo, y de buena voluntad, no porque los ingratos lo merez­can, sino porque estamos sirviendo a Dios a quien amamos y a quien servimos siempre con gozo. El cristiano no debe dejar que nadie ni nada le llene de odio, resentimiento y espíritu vengativo. Nadie nos hace enojar; esto lo hacemos nosotros mismos. Cada quien tiene control sobre su corazón. El buen humor y el corazón alegre vale mil veces más que la libertad que tanto anhelaban los judíos, y vale mucho más que todas las posesiones que tan ar­dientemente la gente defiende.

III. La aplicación de este principio.

A. Hay varios textos en el Nuevo Tes­tamento que hacen buena aplicación de esta enseñanza. Debemos tener buena vo­luntad todo el tiempo, porque estamos sirviendo a Dios todo el tiempo. Los textos siguientes son instrucciones para siervos (esclavos) o criados. Desde luego, los judíos no eran esclavos, pero sí eran pueblo súbdito y sujeto a muchos abusos. Los judíos eran rebeldes, y los romanos se ponían a veces tiránicos.

B. Muchos cristianos eran esclavos. William Barclay describe en su comentario sobre Mateo la situación de los 60 millones de esclavos que había en el Imperio Romano en el primer siglo. Roma era dueña del mundo entero y los ciudadanos romanos no trabajaban. Aun los médicos y maestros eran esclavos. (1). Había amos buenos y se formaban lazos fuertes de amistad, de afección y de lealtad entre ellos y sus esclavos, pero és­tos eran excepcionales. La mayoría de los amos no eran así. (2). La mayoría de los romanos con­sideraban a sus siervos como herramienta viviente. La única diferencia entre los es­clavos y los animales era que éstos no hablaban y aquéllos sí. Los esclavos eran como instrumentos que existían exclusiva­mente para el uso de los amos. (3). Los esclavos no tenían derechos. Cuando se enfermaban (o se envejecían), se descuidaban y se dejaban morir. El amo tenía verdadero poder de vida y muerte so­bre los esclavos. Si algún esclavo se fugaba y era capturado se le marcaba a fuego con la letra "F" para indicar que era un fugi­tivo.

C. ¿Cómo deberían los cristianos com­portarse ante esta situación? (1). No deben rebelarse. La enseñanza de Jesús no promovió la rebelión contra la esclavitud; Jesús ni siquiera dice que es pecado tener esclavos. (2). Al contrario, les enseñaba a some­terse a los amos: deberían ser obe­dientes, eficientes, respetuosos, honestos, y cumplidos y fieles en el trabajo. (3). Deberían obedecer esta en­señanza, no pensando solamente en agradar al amo, sino pensando sobre todo en agradar a Dios, el verdadero Amo. De esta manera, podían servir y aguantar las circunstancias más duras pensando que todo esto era para Dios. La carga era so­portable para los que tenían esta actitud.

D. Los textos sobre este tema: (1), Col. 3:22,33, "Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres". La carga pesada del siervo sería aligerada si se acordaba que en realidad su verdadero Amo era Dios. El siervo había de servir todos los días con buena voluntad "como para el Señor". (2). Efes. 6:7, "sirviendo de buena vo­luntad, como al Señor y no a los hombres". Esta enseñanza se aplica ahora al empleo diario, porque cuando el patrón o mayor­domo maltrata al cristiano, éste debe recordar siempre que su verdadero Patrón es Dios, por lo cual, debe mantener una buena voluntad y estar alegre. (3). Tito 2:9,10, "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no de­fraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doc­trina de Dios". Los trabajadores no deben ser respondones. Tampoco deben robar herramienta del taller, ni mercancía del negocio (con la excusa de que "me deben pagar mejor", etc.). Más bien, deben ser cumplidos, trabajando bien todo el día y todos los días, de buen humor, con buena voluntad, como para Dios. (4). 1 Ped. 2:18, "Criados, estad suje­tos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar". ¡Deberían soportar a los insoportables! (5). El "problema económico" (conflictos entre empresarios y traba­jadores) no es un problema económico sino religioso. ¿Se quiere que haya buenos obreros y buenos patrones? No es solamente cuestión de incrementar salarios o mejo­rar las condiciones para trabajar, sino es cuestión de aplicar estas enseñanzas di­vinas.

E. Solamente de esta manera, y en la mayoría de los casos solamente de esta manera, los amos podrían aprender el evangelio. Lo aprenderían al observar la vida, la conducta y la actitud, de sus es­clavos. Recuérdese Rom. 2:4. ¿Cómo podían los amos (y cómo pueden los patrones ahora) conocer a Dios excepto a través de sus siervos o trabajadores? La gran mayoría de los hombres ricos, grandes y poderosos no leen la Biblia y no asisten a servicios religiosos, pero ellos pueden observar el evangelio todos los días en la conducta y en la actitud de los traba­jadores.

F.1 Ped. 3:1-4, es posible que la mujer cristiana gane al marido incrédulo por su conducta casta, teniendo espíritu afable y apacible, pero la mujer con es­píritu amargado (una mujer corajuda y regañona) nunca lo convertirá. Tales mu­jeres deben convertirse para poder con­vertir a sus maridos.

G. Se debe enfatizar que la mayoría de la gente no lee la Biblia y no asiste a los servicios de predicación, sino que van a aprender lo que significa ser cristiano so­lamente por medio de observar las vidas de los cristianos. Por lo tanto, si no obedecemos estas enseñanzas de Jesús, servimos de tropiezo para los incrédulos. ¡Tenemos que enseñarles por la conducta cómo ser cristianos! 1 Ped. 3:15, los de afuera pregun­tan a los cristianos perseguidos acerca de su esperanza. El cristiano sincero quiere que la gente le pregunte acerca de su fe y es­peranza.

Servimos a Dios los siete días de la semana. No estamos sirviendo a Dios solamente durante el culto, o cuando visitamos enfermos o estudiamos la palabra de Dios, sino también en el trabajo secu­lar, las hermanas sirven a Dios en el tra­bajo doméstico, y los jóvenes sirven a Dios cuando estudian en la escuela. Es nece­sario servirle de buena voluntad todo el tiempo.

¡Qué grandes y preciosas lecciones para nosotros! Debemos evitar los resentimientos causados por los conflictos en el hogar, en el trabajo, en la escuela, entre vecinos, aun entre hermanos, y siempre ser de buen humor y de buena voluntad. Nadie nos puede quitar esta bendición de Dios. Cada quien puede tener control sobre esto.

La persona que tiene espíritu agrio y vengativo, que tiene carácter "recio" y fuerte, que vive enojado y resentido no es hijo(a) de Dios, porque no es imitador de Dios; El es "benigno para con los ingratos y malos" (Luc. 6:35), y para ser hijos de Dios, tenemos que ser imitadores de Dios (es lo que la palabra "hijo" significa).

Conclusión.

A. Yo -- y solamente yo -- tengo control sobre mi corazón (mente, voluntad, emociones). Nadie me hace enojar, sino yo solo. Nadie me amarga, sino yo solo. Si vivo enojado, amargado, resentido, yo mismo tengo la culpa. Nadie me puede obligar o forzar a tener espíritu vengativo y amargado.

B. Verdaderamente esta enseñanza es el camino angosto (7:14); el que acepta esta enseñanza y la practica edifica sobre la roca (7:24). Es otro ejemplo de la justi­cia que es mayor que la de los escribas y fariseos (5:20).

C. Recuérdese que Jesús predicaba el arrepentimiento (y bautizaba a mucha gente). En el Sermón del Monte El des­cribe el carácter de los ciudadanos del reino de los cielos. ¡Así son! El arrepen­timiento significa el cambio que tenemos que hacer para poder ser ciudadanos del reino.

D. El bautismo no ayuda a los que no quieren cambiar.

"AL QUE TE PIDA, DALE”

6:30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Dice La Biblia de las Américas: "y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames".

Introducción.

A. "Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses". Dice La Biblia de las Américas: "y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda".

B. En estos preciosos textos Jesús nos enseña la bondad y la generosidad, características divinas. Es necesario que seamos generosos y bondadosos para ser "hijos (imitadores) de Dios".

I. ¿Dar y prestar a todo el mundo?

A. No hay conflicto entre enseñanzas bíblicas. Es necesario estudiar con cuidado para siempre ver la armonía en­tre ellas. Este texto no contradice otros que requieren el empleo de buen juicio en dar y ayudar a otros.

B. 2 Tes. 3 enseña que no se debe ayu­dar a aquellos que no quieren trabajar. El ver. 6, "que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente", y el ver. 11 lo aclara, "no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno". En el ver. 8 Pablo dice, "ni comi­mos de balde el pan de nadie". El ver. 10 concluye, "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma". Este texto claramente pone límite sobre el ayudar a otros.

C. Efes. 4:28, 1 Tes. 4:11,12, Pablo re­quiere que todos trabajen. "El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje ... para que tenga qué compartir con el que padece necesidad" (tomando en cuenta lo que Pablo dice en 2 Tes. 3). 1 Tim. 5:8, "si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un in­crédulo". El deber de cuidar de la propia familia es otro factor que se debe consi­derar. El discípulo de Cristo debe ser ge­neroso, pero no debe descuidar a su propia familia.

II. La Biblia enseña la benevolencia en muchos textos.

A. El Antiguo Testamento: Deut. 15:7-11, no endurecer el corazón, ni cerrar la mano contra tu hermano pobre, no ser de mezquino corazón, abrir la mano al menesteroso. Ex. 22:25; Lev. 25:35-46; Deut. 23:19,20. Estos textos prohíben la usura. "Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo ... no le impondrás usura".

B. El Nuevo Testamento. (1). Luc. 6:32-36 es un texto muy significativo sobre este tema. (2). Sant. 1:26, 27, "Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones". Este deber identifica "la religión pura y sin mácula". Los hermanos liberales abusan de este texto para com­prometer a la iglesia (los fondos de la iglesia), pero el contexto indica clara­mente que Santiago se refiere a los deberes de cada cristiano. Véanse los siguientes versículos: el ver. 22, "sed hacedores"; el ver. 23 "si alguno ..."; el ver. 24 "él que se considera"; el ver. 26, "si alguno ..."; en­tonces el ver. 27 que termina diciendo, "y guardarse sin mancha del mundo". Estos textos claramente indican el deber individual. Por eso, es obvio que los her­manos liberales obran en contra del propósito de Santiago quien enfatiza el deber individual en la benevolencia. (3). Sant. 2:14-17; 1 Jn. 3:17,18, los desnudos y los que tienen necesidad del mantenimiento de cada día. Necesitan ayuda y no palabras. (4). Mat. 25:35-45, Jesús mismo dice, "tuve hambre ... tuve sed ... fui forastero ... estuve desnudo ... enfermo ... en la cárcel", identificándose con sus dis­cípulos necesitados. La salvación del dis­cípulo de Cristo depende de su actitud para con sus hermanos necesitados (vers. 34, 41, 46). (5). Muchos otros textos se refieren a la benevolencia congregacional (Hech. 17:27-30; Rom. 15:25-28; 1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8,9), pero es error citar tex­tos que enseñan los deberes del cristiano individual y afirmar que son deberes de la congregación.

III. El "prestar" enseñado por Cristo sig­nifica dar.

A. Luc. 6:30,34,35, "y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva ... Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos".

B. El propósito de esta enseñanza es para crucificar el egoísmo. Pablo dice, (Fil. 2:4), "No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros".

C. Hech. 20:35 da el resumen de la en­señanza: "Más bienaventurado es dar que recibir".

6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. - Mat. 7:12.

LA REGLA DE ORO

I. "Así que".

A. "Por eso" (LBLA). "Por tanto" (VM). Son palabras que indican una conclusión de lo antes dicho, pero ¿conclusión de qué? De toda la enseñanza del Sermón del Monte que tiene que ver con relaciones correctas entre los hombres (y mayormente entre hermanos). En este texto (como también en Mat. 5:7-9; 13-16; 28; 32; 33-37) Jesús habla de nuestra relación con todos los hombres; en 5:38-48 se refiere a nuestra relación con los enemigos; en 5:22, 23, 24 como también en 7:3, 4 se refiere a nuestra relación con los hermanos. En 7:9-11 se refiere a la relación entre padres e hijos.

B. Mat. 7:12, "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". "Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos" (LBLA). Dice Luc. 6:31, "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos". En Luc. 6:31 esta enseñanza aparece dentro de la enseñanza sobre el amor hacia los enemigos. El ver. 30 dice, "A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva", y el ver. 32 dice, "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?" Esto indica, pues, que la enseñanza de Mat. 7:12 es la conclusión de la enseñanza de Mat. 5:38-48, y, lógicamente, de toda la enseñanza del sermón sobre relaciones humanas.

II. La importancia de la "regla de oro".

A. Esta "Regla de Oro" expresa un principio fundamental del reino de los cielos. Los ciudadanos del reino de los cielos la practican. Es la base fundamental de nuestra relación con otros.

B. Es una expresión de la voluntad de Dios. Con esta regla Dios nos gobierna. Si no aceptamos esta regla rechazamos la voluntad de Dios. La mayoría de los problemas entre los hermanos son causados por desobedecerla. No debemos ser guiados por los deseos e impulsos de la carne (Gál. 5:19-21), sino por esta regla. Aceptaremos esta regla si somos guiados por el Espíritu.

III. ¿Cómo queremos que otros nos traten a nosotros?

A. Que esto sea la regla de nuestra vida, es decir, tratemos a otros como queremos ser tratados. Desde luego, esta regla implica conducta razonable y responsable; por ejemplo, el criminal diría al juez, "No me castigue, porque usted no quiere ser castigado", pero el cristiano acepta el castigo del crimen como justo aunque él mismo sea el culpable (Mat. 5:26; Hech. 25:11, "Si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir"). Pero el punto es que el discípulo de Jesús debe ser guiado por un fuerte deseo de aprender y seguir la voluntad de Dios; sobre esta base debe hacer con otros como quiere que hagan con él. (El cristiano quiere que otros también hagan la voluntad de Dios).

B. Mat. 22:39, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Básicamente la enseñanza de este texto equivale a la enseñanza de Mat. 7:12. Si tratamos a otros como queremos ser tratados, esto indica que amamos a otros como a nosotros mismos. Estos mandamientos (7:12; 22:39) son tanto positivos como negativos. No debemos hacer con otros lo que no queremos que hagan con nosotros pero debemos hacer con ellos lo que queremos que ellos hagan con nosotros. No se trata de filosofía humana, ni de buena psicología. No se refiere a lo que sea bueno para el negocio. Los hombres del mundo que no conocen a Cristo nunca pueden practicar la Regla de Oro (Juan 15:5), porque no son movidos por el amor divino.

1. Mat. 25:35, 36. ¿Cómo queremos ser tratados cuando estamos enfermos, necesitados, etc.? ¿Hacemos con otros como queremos que hagan con nosotros? Debemos aplicar esta regla y hacer toda clase de buenas obras (Luc. 10:25-37; Gál. 2:9; 6:10; Efes. 4:28; Tito 3:1, 8; Sant. 1:27; 2:14-26, etc.).

2. Sant. 5:19-21. Si estuviéramos todavía en los pecados, ¿nos gustaría que otros hicieran esfuerzos por rescatarnos? Entonces, debemos hacer todo lo posible por rescatar a los que están perdidos. Si nosotros nunca hubiéramos escuchado la predicación del evangelio puro, ¿cuál sería nuestra necesidad?

C. Rom. 13:8-10, "El amor no hace mal al prójimo" (no adulterar, no matar, no hurtar, no mentir, no codiciar). No queremos que otros practiquen tales cosas contra nosotros; por lo tanto, no debemos practicarlas contra ellos. A esta lista podemos agregar muchas otras cosas (toda clase de conducta mala): no calumniar, no chismear, no envidiar, no juzgar (en el sentido prohibido por Mat. 7:1-5), no burlarse, etc. Nos conviene meditar mucho sobre esto y eliminar tales cosas de nuestra conducta. El amor no hace mal al prójimo.

D. Sant. 2:8, 9, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo ... pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado".

E. Efes. 5:28, "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia". Col. 3:19, "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos (amargos, crueles) con ellas". Los maridos que abusan de sus esposas desobedecen Mat. 7:12 y Mat. 22:39. Muchos maridos se disgustan con otros (el patrón, los clientes, los vecinos, etc.) y quieren pelear pero, por temor de pelear con ellos, gritan y pegan a sus esposas. ¡Tales hombres son cobardes débiles, y tal conducta es carnalidad! Se puede agregar también que muchas mujeres abusan de sus esposos, gritándoles, regañándoles y queriendo mandar. Dice 1 Ped. 3:7, "Vosotros, maridos, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo".

IV. "Esto es la ley y los profetas".

A. Mat. 7:12 es un resumen breve de la conducta humana requerida por Dios desde el principio del mundo. Compárese 1 Tim. 1:5, "Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida". Jesús habla del propósito de la ley y los profetas.

B. Este hermoso texto es una regla breve, un resumen compacto no solamente de las enseñanzas entregadas en este sermón, sino también del contenido de la ley y los profetas. Es como cápsula (condensación) de ellas, una expresión abreviada de todo lo que la ley y los profetas requieren con respecto a las relaciones humanas. Es la esencia destilada de su enseñanza. Es una regla bien práctica y fácil de recordar.

C. Es imperativo que este versículo se aprenda y que se aplique a las actividades diarias que afectan nuestra relación con otros. En cualquier momento de las actividades diarias nos conviene preguntarnos "¿Cómo quisiera yo mismo ser tratado en tal circunstancia?" Esta pregunta me ayuda a decidir correctamente cómo debo tratar a otros.

D. Si esta enseñanza se practicara, se resolvería toda clase de problema en el hogar, en la iglesia y en todas las relaciones humanas.

E. Esta frase comprueba que Mat. 7:12 equivale a Mat. 22:39, porque en cada texto Jesús termina diciendo así se cumplen la ley y los profetas; es decir, el propósito de la ley y los profetas es que los hombres practiquen esto.

IV. Nuestra relación con Dios depende de nuestra relación con los hombres.

A. Mat. 6:12, "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Véanse los ver. 14, 15; Mat. 18:23-35.

B. 1 Jn. 4:8, "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor". El ver. 20 dice, "Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? ... El que ama a Dios ame también a su hermano".

C. Mat. 5:23, 24 nos enseña claramente que no podemos seguir ofreciendo servicio aceptable a Dios si estamos mal con el hermano.

D. Por lo tanto, nos urge recordar cada día esta hermosa enseñanza, esta regla de oro. No debemos volver mal por mal, sino que debemos ser pacientes, benignos, misericordiosos, y dispuestos a perdonar.

¿QUÉ MÉRITO TENÉIS SI AMÁIS A LOS QUE OS AMAN?

6: 32 Porque si amáis a los que os aman, -- si limitáis vuestro amor a los que os aman --

¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. - Este “amor” es puro egoísmo. Es “amor” o “bondad” egoísta, pues “aman” para ser amados. Si esta clase de amor trae méritos para el discípulos, también trae méritos para los mundanos. Los discípulos de Jesús ocupan terreno más elevado. 1 Ped. 2:9, 10; 1 Jn. 3:1. No viven en el mismo plano que el mundo. Habiendo nacido otra vez el discípulo tiene nuevo corazón y da evidencia de su nuevo nacimiento mostrando el amor verdadero, el amor hacia los que no le aman.

-- los pecadores -- Según Lucas, Jesús dice "pecadores" en lugar de "publicanos" y "gentiles". Es obvio que se refiere a los pecadores en general, pero Mateo escribe para los judíos y especifica los dos grupos más aborrecidos por los judíos. Despre­ciaban en gran manera a los publicanos porque éstos recaudaban los impuestos para los romanos. Los peores de los hom­bres (los criminales más perversos) se saludan el uno al otro. "¿Qué hacéis de más?"

-- ¿qué mérito tenéis? -- Los evangélicos tienen problema con la palabra “mérito”. Dice Guillermo Hendriksen sobre la palabra recompensa: “Por de contado, Jesús se refiere a la recompensa de gracia, no a una paga lograda por méritos humanos”. ¿Dónde aprendió eso? Jesús y los apóstoles hablaron libremente de “mérito”, “recompensa” y “galardón” (vea la concordancia). No había y no hay problema con este concepto a menos que se introduzca el calvinismo (de que la salvación es por la “gracia sola”). Pablo habla de “los méritos de Timoteo” (Fil. 2:22). Apoc. 19:8 dice, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Según el calvinismo la única ropa de justicia que el creyente puede llevar es la ropa de la justicia personal de Cristo. (Por eso, también Apoc. 19:8 les da problema).

6:34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. -- No hay amor en esto, pues los que prestan de esta manera están pensando en la devolución del dinero con interés. El “dar” o “prestar” cuya motivación es “recibir” no tiene mérito alguno.

Otro texto relacionado con este se encuentra en el Luc. 14:12-14, “Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. 13 Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; 14 y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”.

6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo porque él es benigno para con los ingratos y malos. - Como los ingratos, como los nueve leprosos (Luc. 17:17).

Es obvio que la expresión "para que seáis" expresa condición o requisito; es de­cir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver. 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del "Plan de Sal­vación". Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.

¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos se­gura con Dios (con tal que asistamos fiel­mente a los servicios, y evitemos los vi­cios), pero la palabra "hijos" se usa para "aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter", y el carácter se in­dica por la palabra que acompaña la pa­labra "hijos". Por ejemplo, Mar. 3:17, "hijos del trueno" (hombres como trueno, tempestuosos); Luc. 10:6 "hijos de paz" (hombres pacíficos, receptivos); Hech. 4:36, "hijo de consolación" o de ex­hortación, con talento para animar); etc. "Hijos de Dios" significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.

Dios es nuestro perfecto Modelo. Efes. 5:1, “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. ¿Qué hace Dios? ¿Cómo actúa hacia sus enemigos? Hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal. 145:15,16; Hech. 14:17; 17:25,28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser "hijos de Dios" (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom. 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!

Cantamos “Cerca, oh Dios, de Ti”. Nos acercamos a Dios cuando le imitamos. Nos elevamos a un nivel más alto de vida, un nivel arriba del mundo. De esto Jesús habla cuando nos llama “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mat. 5:13-16). Pero si no somos diferentes, si amamos solamente a los que nos aman y saludamos solamente a los que nos saludan, ¿cómo somos diferentes?

Si imitamos a Dios, participamos de la naturaleza divina (2 Pet. 1:4). De esa manera, El nos está transformando a la imagen de Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).

Jesús condena el espíritu de exclu­sivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1 Cor. 3:1-3; Gál. 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a bus­car y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.

El ejemplo de Jesús. Otra vez la en­señanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc. 5:27-32; 7:36-50; 14:12-14; 15:1, 2; Jn. 4:1-42.

¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efes. 1:3). Nos da todas las cosas (Rom. 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (Recuérdese que el "saludar" de aquel entonces no era sim­plemente decir, "Buenos días" y tal vez es­trechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc. 10:4, "y a nadie saludéis por el camino", porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra "saludar" debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).

-- 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. -- La expresión, "Sed, pues", indica una conclusión a los versículos anteriores. Mateo 5:48, "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". En lugar de “perfectos” Lucas dice “misericordiosos”, palabra que describe el perfecto amor de Dios. Compárese 2 Cor. 13:9, 11; Col. 1:28. En Mat. 5:48 la palabra "perfectos" no significa "sin pecado", sino que debemos ser perfectos en amor, como Dios es perfecto en amor. El amor de Dios es perfecto o completo, porque es universal. No es deficiente porque no es parcial. El no ama solamente a los que le aman, sino que El "hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos". El amor nuestro debe ser completo, como lo es el amor de Dios.

EL JUZGAR A LOS DEMÁS

6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad (lit., soltad) y seréis perdonados (soltados). Mat. 7:12; 1 Cor. 13:4-7. Desde luego, Jesús no condena el juzgar practicado por los jueces civiles, pues el gobierno civil es ordenado por Dios, Rom. 13:1-4; tampoco prohíbe el juzgar y disciplinar en la iglesia (Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3:6, 14); no prohíbe el juzgar al falso maestro (Mat. 7:15, 20). “Un perro debe ser tomado como un perro, un cerdo como un cerdo” (Bengel, citado por Broadus).

El juzgar condenable es el espíritu de censura, la actitud y práctica habitual de juzgar con hipocresía (Mat. 7:1-5), el juzgar (condenar) severamente las faltas de otros y pasar por alto las faltas propias. Es el juzgar basándose en el odio, la envidia, el prejuicio y la malicia. Es el juzgar el corazón (las motivaciones), el juzgar que no pertenece al hombre, sino solamente a Dios.

Debemos tener mucho cuidado al juzgar a otros de estas maneras prohibidas porque al hacerlo nos juzgamos y nos condenamos a nosotros mismos. Recuérdese el caso de David, 2 Sam. 12. Véanse también Jn. 7:49; Rom. 2:1, 21, 22.

El “soltar” de este texto se ilustra claramente en la parábola de los deudores (Mat. 18:23-35).

6:38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. - Este texto habla de lo que los hombres harán, porque un principio de vida es que generalmente los hombres mismos recompensarán los favores, pero sobre todo se debe recordar que Dios bendice a los que siembran generosamente, 2 Cor. 9:6, 7. Véanse Hageo 1:6, 9; Mal. 1:6-8; 3:8-10. ¿Cuántos estamos verdaderamente quebrantando el alabastro de perfume costoso sobre Jesús como lo hizo María de Betania? Jn. 12:1-3.

6:39 Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? - Es indispensable que uno se convierta y luego prepararse bien antes de enseñar a otro. Sant. 3:1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. ¿Qué hacían los escribas y fariseos? Mat. 23:15.

Mat. 15:14, “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos”. ¡Qué cosa tan terrible ser abandonado por el Señor! Recuérdese el caso del rey Saúl. Rom. 1, “26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas … 28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen”. Jesús no quería que sus discípulos les hicieran caso. Más bien, deberían apartarse de ellos.

Mat. 13:15, “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”. Mat. 23:16, “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor”. Jn. 9, “39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”; es decir, sí eran ciegos, pero si hubieran aceptado (reconocido) que eran ciegos, podrían haber recibido la vista, pero por insistir que “veían” (que eran muy sabios y que lo sabía todo y nadie les podía enseñar nada), por eso, no había esperanza para ellos. Eran voluntariamente ciegos (2 Ped. 3:5). Escogieron las tinieblas (Jn. 3:19).

“Crisóstomo: ‘Es un gran mal ser ciego, pero serlo y no tener quien le guíe, u ocupar él mismo el lugar de guía es motivo doble y triple de censura. Porque si es cosa peligrosa que el ciego no tenga guía, es mucho más grave que él desee ser guía de otro’” (JAB).

-- y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. - la condenación eterna.

6:40 El discípulo no es superior a su maestro; -- Si el maestro es ciego y el discípulo aprende y acepta todo lo que el maestro enseña, será otro ciego. El maestro ciego produce discípulos ciegos. Mat. 10:24, “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Aquí se refiere a la persecución. El discípulo de Jesús se identifica con su Maestro en todo. Si el Maestro sufre, entonces el discípulo también sufre. Como dice Heb. 13:13, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”. También Jn. 15:20, “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”. Jn. 13:16, “El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió”. En este contexto Jesús lavó los pies de los apóstoles.

-- mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. - El maestro es el modelo o ejemplo para el alumno. La palabra “perfeccionado” quiere decir completamente enseñado; es decir, cuando el discípulo aprenda todo lo que el maestro pueda enseñar, será como él, sea bueno o malo. En este caso, los maestros judíos, siendo ciegos, tenían discípulos ciegos.

6:41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? - Jesús pinta la imagen de un hombre con una viga (un tronco, un madero) en el ojo. Emplea la exageración para enfatizar el punto. ¡Qué absurdo que alguien con tronco en su ojo inspeccione el ojo de otro para sacar una paja! ¿Podía Jesús enseñar esto sin por lo menos sonreír? Es una imagen tan ridícula que seguramente provocaba risa entre la gente. Imagínese el hombre con una viga metida en el ojo tratando de acercarse a otro para examinar y quitar la paja de su ojo.

Es caso de un oftalmólogo ciego. ¿Cuántos dejarán que el oftalmólogo cegado por una viga en el ojo examine sus ojos para hacer alguna corrección? En los versículos 37-42 se pregunta, "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?" Hace esta pregunta en el mismo contexto que prohíbe el juzgar (el condenar). En el ver. 37 dice, "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados", y en los vers. 41, 42 habla de la viga y la paja. Entre estos versículos se habla del ciego, porque el que tiene la viga en el ojo es ciego y no puede no puede ver para guiar o corregir a otro ciego. Está incapacitado por la viga en su ojo. En el mismo texto (el ver. 40) Jesús dice, "El discípulo no es superior a su maestro". Por eso, si el maestro es ciego y "corrige" al discípulo, éste será como aquél. El discípulo (la persona corregida) será hecho a la imagen de su maestro (que tiene viga en su ojo). "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, la hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros" (Mat. 23:15). Luc. 18:9-12, Dios detesta la actitud de los que confían en sí mismos como justos y menosprecian a los otros.

6:42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. -Según Lucas la enseñanza sobre la paja y la viga tiene que ver con maestros ciegos; es decir, la persona que quisiera enseñar a otro debe estar seguro de haber aprendido la verdad él mismo, para evitar la ruina de los dos.

En Mateo 7:3-5 esta enseñanza tiene que ver con la hipocresía de juzgar y condenar las faltas en otros sin corregirlas en la propia vida. Cada quien decide por sí mismo cómo quiere ser juzgado o medido. ¿Queremos que otros nos juzguen con tolerancia y benevolencia? Entonces, juzguemos a otros con tolerancia y benevolencia. ¿Queremos que otros nos juzguen con intolerancia y dureza? Entonces, juzguemos a otros con intolerancia y dureza. Segaremos lo que sembramos. Gál. 6:7, "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". Si sembramos juicios severos y duros, es precisamente lo que segaremos (otros serán severos y duros para con nosotros).

Es importante que seamos consecuentes. Si usamos una medida (regla) muy estricta para medir a otros, no esperemos que ellos usen una medida muy floja para juzgar a nosotros. Si somos muy exigentes hacia ellos, serán muy exigentes hacia nosotros. Si usamos de misericordia para con ellos, usarán de misericordia para con nosotros. "Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia" (Sant. 2:13). Esto se refiere al juicio de Dios, pero también se puede aplicar al juicio humano. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mat. 5:7).

Por lo tanto, debemos ser pacientes con otros, para que sean pacientes con nosotros. Queremos que otros traten de comprender nuestros problemas, dificultades, flaquezas, etc.; por eso, debemos hacer lo mismo con ellos. Queremos que otros sean generosos para con nosotros; por eso, debemos ser generosos para con otros. Queremos que otros sean justos con nosotros; por eso, seamos justos con otros. "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (ver. 12).

1 Cor. 13:4-7 describe el amor -- la buena voluntad -- que el cristiano siempre debe tener para con todos, y mayormente para con sus hermanos.

-- saca primero la viga de tu propio ojo. -- ¿No se debe sacar la paja? ¿Prohíbe Jesús que saquemos la paja del ojo del hermano? No, porque el versículo 5 indica que esto se debe hacer. Pero primero que todo, debemos tener actitud correcta hacia nuestros propios pecados. Seamos como el publicano que dijo, "Dios, sé propio a mí, pecador" (Luc. 18:13). Lo haremos si somos pobres en espíritu (Mat. 5:3). Seamos como la mujer de Luc. 7:38, y como el hijo pródigo de Luc. 15:17-19. Es necesario que estemos conscientes de nuestras propias flaquezas, faltas y debilidades. Rom. 2:17-21, dice Pablo que el maestro practicar lo que enseña. Mat. 23:2, 3, Jesús dice que los escribas y fariseos no practicaban lo que enseñaban, sino que solamente imponían la enseñanza sobre otros. 2 Cor. 13:5, Pablo insiste en que nos examinemos. Rom. 12:3, 16; Gál. 6:3, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener.

Si no nos corregimos primero, no conviene juzgar a otros. Compárese el hermano mayor de Luc. 15:30; no se corrigió a sí mismo para poder juzgar a su hermano. El fariseo de Luc. 18:11 no quiso corregirse a sí mismo para poder juzgar al publicano. Debemos practicar la disciplina en la iglesia, pero que todos seamos fieles (Gál. 6:1-3, "espirituales") para poder hacerlo, quitando primero la viga (toda especie de carnalidad, Gál. 5:19-21) del propio ojo antes de corregir al hermano caído.

Para tener visión moral y espiritual, es indispensable que se quite la viga del ojo. Si el ojo de algún hermano es maligno (Mat. 6:22, 23), le falta visión para corregir a otros. La viga oscurece la visión y es imposible sacar la paja del ojo del hermano.

Entonces -- después de quitar la viga de nuestro propio ojo -- podemos y debemos juzgar a otros con justo juicio. El abuso del texto. Muchos usan mal este texto para condenar toda forma de juzgar; dicen que no debemos nunca criticar o juzgar a otros. Este texto no enseña tal cosa. (1) Es necesario juzgar perros y cerdos, Mat. 7:6. Para no desobedecer este versículo es indispensable que juzguemos a los tales. No solamente se puede decir que no es pecado juzgarles, sino también se debe agregar que si no se hace, entonces este texto se ignora. Los perros son los carnales, Gál. 5:19-21. (2) Mat. 7:15, "Guardaos de los falsos profetas". Para obedecer este mandamiento es necesario juzgar a los tales. (3) Rom. 13:1-4, el gobierno es el siervo de Dios para juzgar y castigar al criminal. (4). Mat 18:17; 1 Cor. 5, etc. La iglesia tiene que juzgar a los miembros infieles que no quieren arrepentirse. (5) Juan 12:47, 48, la palabra predicada juzgará a todos en el Día Final.

En fin, es necesario juzgar con juicio justo, Juan 7:24. "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio". El juicio debe ser justo e imparcial, Lev. 19:15-18. Es malo juzgar sin evidencia adecuada para sostener la acusación. Es injusto juzgar a otro si la acusación se basa en rumores, sospechas y chismes. El que llama a su hermano "necio" o "fatuo" no le juzga con juicio justo. El que juzga el corazón (el propósito) de otro no juzga juicio justo, porque solamente Dios conoce el corazón.

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS (MAT 7:15-20)

6:43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. -- Véase Mat. 7:15-20. Todo maestro debe ser juzgado por su conducta y por su enseñanza (como también el efecto de su enseñanza). Recuérdese que Jesús dice esto a sus discípulos. Habla acerca de los falsos profetas, pero se dirige a sus discípulos. Es una advertencia solemne para nosotros. Muchas veces Jesús, los apóstoles y otros hombres inspirados suenan la advertencia: Guardaos, mirad, tened cuidado. Véanse Mat. 10:17; 16:6; Luc. 12:15; Fil. 3:2. toda cosa buena es falsificada por Satanás. Este adversario ofrece "la misma mercancía" en precio más cómodo.

¡Qué maravilla de que hubiera peligro con respecto a estas enseñanzas perfectas y sublimes de Jesús! Son enseñanzas que nos traen tantas bendiciones (Mat. 5:1-12). ¿Cómo es posible que haya personas deseosas de cambiarlas? La respuesta ya se vio en el estudio de Mat. 7:13, 14. Jesús ofrece la salvación y muchas bendiciones, pero la puerta es estrecha y el camino es angosto. Lo que Jesús ofrece es muy deseable y muchos lo quieren, pero no quieren pagar el precio que el Señor exige. No quieren humillarse. No quieren arrepentirse. No quieren cambiar. ¿Qué hacer pues? ¿cambiar el evangelio para que sea más agradable y más aceptable al hombre?

Los hombres ofrecen "la misma religión" pero modificada al gusto de la gente. Ofrecen "las mismas bendiciones", pero en precio más fácil, condiciones más cómodas. Por eso, es necesario tener cuidado. 1 Tes. 5:21; 1 Jn. 4:1, 2, etc. La verdad sí importa. El error sí existe y es necesario combatirlo. Hay hombres y mujeres que dicen ser inspirados (dicen que reciben revelaciones modernas, que hablan por Dios). Estos engañan a millones de personas. Son los peores enemigos del hombre. Son peores que los ladrones y homicidas, porque no roban dinero y automóviles sino almas. Están en el camino ancho, pero profesan andar en el camino angosto. Véanse Tito 1:16; 2 Tim. 3:5; prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción (2 Ped. 2:19).

¿Por qué quieren ser falsos profetas? Si no quieren aceptar la religión de Jesús, ¿por qué profesarlo? Si no les gusta el evangelio, ¿por qué no lo ignoran? Hay varias razones. Quieren ser religiosos. El hombre fue creado en la imagen de Dios y es criatura religiosa; es un ser adorador. Adora algo o a alguien. Por lo tanto, si no se sujeta a la religión verdadera de Dios, busca substitutos. Lamentablemente así es la mayoría de la gente que profesa la religión de Jesús; profesan "la religión cristiana", pero no quieren arrepentirse. No quieren negarse a sí mismos y someterse a la voluntad de Cristo. Les gustan varios aspectos de la religión de Cristo, pero también les gustan aspectos de la religión del Antiguo Testamento, como también algunos aspectos de las religiones paganas. Así pues, los hombres establecen sus propias religiones combinando las enseñanzas y prácticas de varias religiones, pero irreverentemente llaman su religión "cristiana".

Estos buscan la conveniencia. La religión es una mina de oro para los hombres que se atreven a aprovecharse de ella. Hay fama, prestigio, poder, popularidad (seguidores), y dinero. Luc. 16:14 habla de fariseos que "eran avaros", y Mat. 23:14 dice, "devoráis las casas de las viudas". Se aprovechaban de las personas más indefensas para enriquecerse. Pablo habla de los que "comercian con la palabra de Dios" (2 Cor. 2:17, LBLA). Son vendedores comunes y corrientes que tratan el tesoro del evangelio como si fuera producto comercial. Ha habido mucho escándalo entre los "televangelistas" que, para hacerse ricos, han defraudado a muchos.

Pero la gente tiene la culpa también. Por eso Jesús dice: "guardaos", cuidaos. Los profetas falsos no pueden hacer nada sin seguidores. Si toda la gente se cuida y no se deja engañar y llevar por los falsos, éstos no llegan a nada. Fracasan por completo. Pero no hay falta de seguidores para los falsos maestros. La gente tiene comezón de oír cosas agradables. 2 Tim. 4:2-4, "que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias (sus propios deseos), y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas". La gente tiene comezón de oír cosas placenteras, cosas que les convienen, cuentos, fábulas, cosas sin sustancia. Les gusta la lisonjería. No quieren oír el sencillo evangelio. No quieren saber de la puerta estrecha y el camino angosto; sólo quieren tener "religión", pero la religión del camino ancho, el camino popular. Pagan bien a los predicadores que les agradan y no condenan sus pecados. Se glorían y se regocijan mucho en el poder, influencia y riqueza de sus líderes y con todo gusto les apoyan. Muchos creen que la prosperidad de los evangelistas es garantía del favor de Dios (concepto que los judíos compartían en el primer siglo).

Muchos religiosos hoy en día son como los israelitas. Isa. 30:9-11, "Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová, que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel". El pueblo comparte todas las ventajas carnales que los maestros ganan. Oseas 4:6, "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos". Es verdad que los líderes eran responsables, pero el pueblo también tenía que llevar la culpa.

Muchos "toleran" a los falsos maestros (2 Cor. 11:4, "bien lo toleráis"), en lugar de apoyar la enseñanza apostólica. Muchos se someten a los imponentes. 2 Jn 9, 10, Diótrefes amaba la preeminencia en la iglesia. Quería mandar. Pero los "Diótrefes" no pueden ocupar el primer lugar en la iglesia a menos que los miembros de la iglesia se sometan a ellos; por eso comparten la culpa. Si hay algún hermano imponente, hay que haber también hermanos sumisos, hermanos sin valentía, que "por la paz" le concedan lo que él demanda. Muchos tienen un velo sobre el corazón. Rehúsan quitar sus "lentes sectarios" para estudiar objetivamente la palabra de Dios y llegar al conocimiento de la verdad. Leen la Biblia pero la leen como los judíos leían la ley: con "velo" sobre el corazón: "Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos" (2 Cor. 3:15). Por eso no pueden llegar al conocimiento de la verdad.

El pueblo es responsable (culpable) también. Jesús dice, "cuídense" (tengan cuidado para no dejarse llevar por los falsos maestros). Dios condena a los falsos maestros, pero también condena al pueblo que los escucha. ¡Cuántos piensan que ellos mismos no son responsables! Creen que si están mal, Dios solamente culpará a los sacerdotes, pastores y evangelistas que les guiaron mal. Pero "si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mat. 15:14). Por lo tanto, todo discípulo de Jesús debe establecerse bien en la verdad y no ser movido por falsas doctrinas. Efes. 4:14, "para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados (sacudidos) por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error". Es importante llevar toda la armadura de Dios (Efes. 6:10-19) para poder resistir a los falsos. Col. 2:8, "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo".

IV. Los falsos profetas vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces.

A. Así fue en Israel. Ezeq. 22:27, "Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas".

B. Así fue en la iglesia primitiva. Hech. 20:28-30, "entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos". Pero recuérdese que los lobos no pueden arrastrar tras sí a los discípulos a menos que éstos se lo permitan. Por eso Jesús dice, "Cuídense". 2 Cor. 11:13-15, "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras". ¡Qué denuncia más fuerte de los falsos maestros! Pero Pablo escribe esto a la iglesia. Les expresa su grande apuro por ellos. Temía que "vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo" (ver. 3).

C. Vestidos de ovejas. Tienen todos los emblemas de la piedad: los títulos y otros credenciales, toda la apariencia de piedad (en la voz, en el rostro, en la conducta). Su vestimenta es muy religiosa. Son muy bondadosos y amables (hacen buenas obras). Aun se llaman "Reverendo". Son muy "espirituales" y "muy amables". Ayunan y tiene vigilias. Pero no solamente no son ovejas, sino que son los peores enemigos de las ovejas. Sólo quieren esparcir, despedazar y devorar. Si fueran verdaderas ovejas, enseñarían la verdad para salvar y edificar almas.

6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto. -- Gén. 1:11, Todo produce (y reproduce) "según su género". Así es en todo caso, si el árbol es bueno o si es malo. Los maestros religiosos no son conocidos por su profesión. Olvídese de su profesión, de lo que dicen ser y hacer. Es necesario examinar su doctrina (1 Tim. 5:21; 1 Jn. 4:1) y los resultados prácticos de su enseñanza.

Examinar el fruto de los judaizantes (mutiladores) que solamente querían gloriarse en la carne de los gentiles (Gál. 6:12, 13). ¡Qué árbol más corrupto! Examínese el fruto del gnosticismo (tanto combatido por los apóstoles) (Colosenses, 2 Pedro, Judas, cartas de Juan). Esta herejía dejaba a los hombres en sus pecados (el libertinaje), y les llenaba con orgullo. Todos conocen el fruto corrupto del catolicismo.

El humanismo secular es otra religión falsa y corrupta. El fruto de este árbol es cada vez más manifiesto. Que nadie dude que sea religión este movimiento. Profesa ser religión y el gobierno de los Estados Unidos (La Corte Suprema) oficialmente ha declarado que es religión porque enseña "valores" y su clase de "moralidad" (inmoralidad). Esta filosofía niega a Dios e intensamente lucha por todo medio posible en contra de las enseñanzas morales de la Biblia. El fundamento del humanismo secular es la evolución. Esta religión enseña que el hombre es otro animal más (sin alma) y, desde luego, que no hay cielo ni infierno. Promueve toda forma de inmoralidad sexual (incluyendo la homosexualidad), como también el aborto y el suicidio. Es religión netamente socialista y denuncia toda forma de nacionalismo y promueve el concepto de un solo gobierno mundial (comunista). El fruto es muy obvio: el gran aumento del crimen, el narcotráfico y la drogadicción, un millón y medio de abortos cada año en EE.UU., la ignorancia y falta de preparación en los graduados de escuelas secundarias (millones de graduados que ni pueden leer), y aun de universidades (profesores que tienen miedo de los exámenes más básicos de competencia).

El sistema liberal en la iglesia. Aunque muchos de los hermanos liberales - pero no todos -- todavía prediquen lo que la Biblia dice en cuanto al plan de salvación, el orden del culto y aun la autonomía de cada congregación, el fruto llevado por el sistema sectario de gobierno establecido por ellos ya está bien "maduro". Este sistema existe para la elevación de hombres. Los predicadores egresados de los institutos son profesionales que se encargan de las congregaciones. El plan liberal ha nacionalizado la "Iglesia de Cristo" en algunos países. Dentro de este movimiento hay mucha política y toda clase de carnalidad. Gracias a Dios, muchos hermanos sinceros han reconocido la verdadera naturaleza del fruto de este árbol, y han salido y están saliendo del sistema liberal.

-- pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. -- Estos sistemas religiosos no son bíblicos. No aceptan la autoridad de Cristo. Rechazan la sabiduría divina y siguen la sabiduría humana. Entonces, no es posible encontrar buen fruto (uvas, hijos) en tales espinos y abrojos. El árbol malo es el árbol inútil, árbol que no beneficia. La doctrina falsa no sirve. La religión falsa no sirve. El maestro falso no sirve. Son inútiles. Su propósito no es el de servir, sino el de ser servido. "Sirven" pero por interés.

Es cortado, pues, y echado en el fuego. Así es el fin de todo árbol malo. Es lo que los hombres hacen, y también es lo que Dios hace. Por lo tanto, repetidas veces Jesús advierte, "Guardaos". Véanse también Mat. 16:6; Hech. 20:28-30; Fil. 3:2.

6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. Véase Mat. 12:35. Compárese Mar. 7:30, 31. Esta es otra figura que enseña la misma lección. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro del corazón, y el hombre malo saca cosas malas del suyo. El "tesoro" de cada quien es la acumulación de todos sus pensamientos, deseos, planes, intentos, ambiciones, etc. De este "tesoro" (malo o bueno) saca buenas o malas palabras. Los fariseos sacaron de su "tesoro" malo (malicioso) la blasfemia contra el Espíritu Santo. Al escuchar por muy poco tiempo las palabras de cualquier individuo sabemos mucho acerca de ellas. La boca revela el corazón.

Las palabras revelan el carácter, corresponden al carácter. Lo que los fariseos dijeron reveló lo que eran: la clase de árbol que eran, la clase de tesoro que tenían. Prov. 26:18,19, "Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte, tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma". A veces alguien se enoja y pronuncia palabras malas que hieren y ofenden. Luego pide perdón diciendo, "Perdóneme, yo no quise decir eso". La verdad es que lo que decimos espontáneamente, es decir, cuando no estamos en guardia, cuando no cuidamos las palabras y no nos preocupamos por lo que decimos es cuando revelamos la verdadera condición del corazón.

Algunos quieren justificar el pecado diciendo, "pero su corazón es puro"; es decir, se cree que Dios no condena nuestra mala conducta o nuestras palabras malas si nuestro corazón es recto. Pero aquí precisamente está el problema. La mala conducta y las malas palabras demuestran que el corazón no es puro ni recto.

LOS DOS CIMIENTOS (MAT. 7:24-27)

6:46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Le dan el título pero no le rinden el servicio (JWM). Compárense Mat. 21:28-32; Sant. 1:22-25. La palabra “Señor” implica obediencia y servicio. Sin duda muchos de los que seguían a Jesús disfrutaban sus favores (sanidad, panes y peces, etc.) sin someterse a El como Señor. El orar es sumamente importante, pero muchas religiones (por ej., el catolicismo y el islamismo) enfatizan mucho el orar y aun tienen reglamentos y horario para orar pero completamente descuidan la ley del Señor. Este texto es la continuación del asunto de cómo conocer a los falsos profetas. En los versículos anteriores hay énfasis sobre el fruto que llevan. En este texto hay contraste entre la profesión y la obra. Es correcto llamarle "Señor, Señor" (Jn. 13:13) pero al decirlo debemos aceptar lo que implica: que Jesús es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, "Señor, Señor".

Decimos "Señor, Señor" cuando cantamos, cuando oramos y en toda profesión de ser sus discípulos. Decimos "Señor, Señor" al llamarnos cristianos y miembros de la iglesia de Cristo. La profesión es hermosa, pero se requiere mucho más que la mera profesión. Nos conviene meditar sobre lo que significa. Implica que debe haber conocimiento. Primeramente debemos aprender de El (Mat. 11:29, 30; 28:19; Jn. 6:44, 45). Es imposible seguirle si no sabemos su voluntad. También implica la obediencia. No basta con oír la palabra. No basta con decir "Señor, Señor" (orando o profesando fe en Cristo). No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura del "viejo ser" (la vida pasada) implica un cambio radical de vida, un verdadero arrepentimiento. La obediencia no es completa si no vivimos conforme a las enseñanzas del Sermón del Monte. Este sermón no es, como dicen algunos, una especie de "constitución" de la religión de Cristo, pero sí contiene enseñanzas básicas que deben gobernar nuestro corazón y nuestra conducta. Es muy importante aplicar Mat. 7:21 y Mat. 7:24 a este mismo sermón (como también al resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Implica, pues, el reconocimiento de su autoridad.

Hay eficacia en la oración del justo, Sant. 5:16; Mat. 6:9-13; 7:7-11. Hay muchos textos que nos enseñan la importancia de orar sin cesar. Todas las religiones dan mucha importancia a la oración: los judíos tenían sus horas de oración (los mahometanos siguen la práctica); los católicos rezan (el "Padrenuestro", la "Ave María"), contando las repeticiones; también los evangélicos rezan el "Padrenuestro" y otras oraciones. Muchísimas personas dicen que son creyentes, que pueden orar en casa, y que por eso no tienen que asistir a ninguna iglesia. El orar es su único acto de culto. (El asistir para cantar, para tomar la cena del Señor, para ofrendar, para estudiar la Biblia y para orar con otros no cuenta para ellos, no tiene importancia). El orar es su religión. Su creencia es semejante a la creencia de los que enseñan la salvación por "la fe sola"; escogen una sola cosa y le dan toda la importancia. Sin embargo, la obediencia no puede ser sustituida por el orar. El problema con esta actitud es que solamente ellos hablan (en oración), pero no dejan que Dios les hable a través de su palabra. Hablan pero no escuchan. Pero los que no escuchan a Dios no serán escuchados por Dios.

Pero lamentablemente muchos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración. Jesús da suma importancia a la obediencia. Estúdiense con cuidado los siguientes textos: Mat. 6:10, "hágase tu voluntad"; 7:21, "sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos"; 7:24, "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace"; 12:50, "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre"; 21:31, "¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?"; Luc. 6:46, "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" Véanse también Jn. 7:17; Rom. 2:12, 13; Heb. 5:8, 9. Pero tantos hombres no le dan la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres. Buscan su propia conveniencia. La prueba principal del amor es la obediencia. Jn. 14:21-24, "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama".

6:47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras -- Mat. 13:9, "El que tiene oídos para oír, oiga". Mar. 4:24, "Mirad lo que oís". Luc. 8:18, "Mirad cómo oís". Rom. 10:17, "Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios". Por lo tanto, es sumamente importante oír las palabras de Cristo. Muchísimas personas no las oyen. La Biblia para ellos es libro desconocido, es un libro cerrado. La Biblia ni siquiera se encuentra en muchos hogares, y en muchos otros es puro ornamento. Los humanistas hacen burla de estas enseñanzas para destruir todo aspecto de la moralidad bíblica para promover el libertinaje. Entre los que oyen estas palabras, hay cuatro clases de oyentes (Mat. 13:3-9, 18-23). Esta parábola indica que la mayoría de los oyentes no aprovechan las grandes bendiciones que Jesús ofrece.

-- y las hace, (las pone en práctica, LBLA) -- Es una gran bendición oír la palabra de Cristo, pero no basta con solamente oír. Muchos están contentos con solamente oír la palabra y leerla. Existe una actitud muy peligrosa con respecto a oír la palabra. Muchas personas leen la Biblia, permiten que se les presente estudios bíblicos, y aun asisten a las reuniones, pero hasta allí llegan. Dicen que reciben una gran bendición porque leen y oyen la palabra. Se sienten muy contentos, muy bendecidos por hacerlo. Después de oír una lección dicen, ¡Qué bonito fue el sermón! ¡Me gustó mucho! No dejan de alabar al maestro o predicador, pero creen que basta con solamente oír.

Dice Mateo 7:28 que "la gente se admiraba de su doctrina", porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Reconocieron que Jesús no decía, "Así dice el Rabí Hillel", o "Así dice el Rabí Shammai", etc., sino que dijo, "Pero yo os digo". La palabra ekplesso, traducida "admirarse", es palabra fuerte. "De ek, fuera de, plesso, golpear, lit., golpear afuera, significa estar sumamente chocado en la propia mente de uno, estar atónito" (WEV). Es semejante a la expresión "sacar de las casillas". Quedaron boquiabiertos. Pero ¿cuántos de ellos ponían en práctica este sermón? Es lo que Jesús buscaba y busca. El no busca personas que simplemente "se admiren" de El y de su doctrina. El no vino al mundo para exhibir su talento y capacidad como el Maestro de maestros. El busca el verdadero discipulado. Las palabras importantes son hacer, obedecer, poner en práctica. Esto es lo que El busca. Véanse Mat. 6:10; 7:21, 24; 12:50; Luc. 6:46; 11:28; Jn. 7:17; Rom. 2:13; 1 Jn. 3:7, etc.

-- os indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, (la casa de esta ilustración es la vida, el carácter, la preparación) cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, (las persecuciones, pruebas y tentaciones de la vida) el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. Mat. 7:24-28.

El hombre prudente (Mat. 7:24), el que pone en práctica las palabras de Jesús, "cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca" (Luc. 6:48), un fundamento firme y duradero. 1 Jn. 2:17, "el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre". Prov. 12:7, "la casa de los justos permanecerá firme". Vienen las pruebas de la vida. Descendió lluvia, vinieron ríos (los torrentes, una inundación) y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra (azotaron) las dos casas. Este lenguaje indica fuertes pruebas. Todos son azotados y sacudidos por contratiempos, problemas, dificultades, aflicciones, tribulaciones de toda clase. La vida es una prueba. Es una disciplina, una escuela de preparación.

Los que ponen en práctica las enseñanzas de Jesús aguantan y soportan todas las pruebas de la vida, los demás no. El obedecer o no obedecer es el fundamento, la base, de la vida. Determina todo el curso de la vida. ¿En qué sentido somos probados? Pensando en el contexto, considérense los siguientes pensamientos: (1) La prueba del carácter. El carácter de todos se sujeta a duras pruebas todos los días, en el hogar, en el trabajo, en la escuela, y en todas las relaciones y actividades de la vida. Las tentaciones y pruebas, como tormentas violentas, nos azotan y atacan los cimientos de la vida. Los vientos y las inundaciones que nos sacuden y azotan prueban y manifiestan la clase de fundamento que escogimos para nuestra casa. Pero el carácter desarrollado y afinado por las bienaventuranzas y las demás enseñanzas del Sermón del Monte soporta todo ataque contra el alma. Esta "casa" resiste porque está cimentada sobre la Roca que es Cristo. (2) La influencia está probada (Mat. 5:13-16). Nuestra influencia es probada todos los días. ¿Somos en verdad la sal de la tierra, la luz del mundo? El fundamento determina esto. La obediencia es el fundamento sólido que produce la buena influencia. La falta de obediencia destruye la influencia. (3) La prueba de nuestra relación con otros (Mat. 5:21-48). Los que no practican las enseñanzas de Jesús hacen las obras de la carne (Gál. 5:19-21). Los problemas y conflictos de la vida solamente producen odio, amargura y pleitos entre hombres. La casa de estos es azotada por los vientos y ríos de pasiones humanas y cae. Pero los que ponen en práctica las enseñanzas de Jesús llevan el fruto del Espíritu (Gál. 5:22,23). (4) La prueba de la confianza. (Mat. 6:19-34; 7:7-11). ¿Confiamos en Dios o en las cosas materiales? ¿A cuál de los dos servimos? ¿Nos preocupamos (nos afanamos) por las cosas materiales o por los asuntos del reino? Todos son probados en este sentido todos los días. Job 14:1, 2, "El hombre, nacido de mujer, corto de días y lleno de turbaciones, como una flor brota y se marchita, y como una sombra huye y no permanece" (LBLA). La vida está llena de problemas serios. Hay enfermedades, aflicciones, pérdidas, quiebras, desempleo, revoluciones y toda clase de "turbaciones". ¿En quién o en qué confiaremos? ¿Adónde iremos para buscar ayuda y apoyo? Así somos probados. ¿Resistirá la casa o caerá? De esta manera nuestra casa (vida) es probada con respecto a todas las enseñanzas de Jesús. Seguimos en pie si las obedecemos, caemos si no.

Por lo tanto, los que no ponen en práctica estas palabras no son sabios, sino insensatos. Por educados que sean son insensatos. Construyen su casa como casa de verano en lugares placenteros pero sin tomar en cuenta las pruebas de la vida. Job 8:13-15, "Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá; porque su esperanza será cortada, y su confianza es tela de araña. Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie; se asirá de ella, mas no resistirá". Prov. 10:25, "Como pasa el torbellino, así el malo no permanece; mas el justo permanece para siempre". (Véase 1 Jn. 2:17).
 

 
 

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