LUCAS 7 |
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Continúa JESÚS ELOGIA A JUAN (MAT. 11:7-11) 7:24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente: -- En lugar de criticar a Juan por su pregunta que aparentemente indicaba duda, Jesús alaba a Juan. -- ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? - Tales cañas crecían en abundancia cerca del Jordán donde Juan bautizaba; alcanzaban tres o cuatro metros de altura y siendo muy frágiles se doblaban con el viento. Juan no era así; no era hombre débil, sin firmeza, variable, inconstante. No era hombre cambiable, vacilante, sin convicción, sin valor. No era doblado ni por el aplauso ni por el desagrado del pueblo. Si hubiera tenido ese carácter, habría elogiado al rey Herodes (compárese Hech. 12:22) en lugar de condenar su matrimonio adúltero. ¿Por qué estaba en la cárcel? En ese momento Juan estaba encarcelado por haber hecho lo que los escribas, fariseos y otros líderes judíos no se atrevían a hacer: reprender el pecado del rey. Juan no cedió a la opinión popular ni se comprometió con el pecado. Por ser todo lo opuesto a una “caña sacudida por el viento” él no solamente fue encarcelado, sino que también fue degollado. Herodes estimaba a Juan. “Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Mar. 6:20); por eso, si Juan se hubiera aprovechado de ese aprecio que Herodes sentía por él, habría estado en el palacio en lugar de estar en la cárcel (JWM). Pero no era así. Juan no se podría comparar, pues, con una caña sacudida por el viento. Más bien debería ser comparado con un “árbol plantado junto a corrientes de aguas” (Sal. 1:3). La Biblia abunda de ejemplos de personajes que no eran como cañas sacudidas por el viento: (1) Noé no sabía nada de “diluvio”, pero construyó el arca porque tenía fuerte convicción que Dios cumpliría su palabra; (2) Abraham estaba a punto de matar a su único hijo porque Dios le mandó hacerlo; (3) “No había nadie de los de casa allí” pero José dijo, “¿cómo haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”; (4) Satanás dijo, “todo lo que el hombre tiene dará por su vida”, pero no conoció a Job; (5) Caleb y Josué vieron los mismos gigantes que tanto asustaron a los otros diez espías, pero dijeron, “Si Jehová agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra”; (6) En lugar de arrodillarse delante del ídolo del rey, los tres jóvenes hebreos dijeron, “nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo … y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses”; (7) Cuando los judíos amenazaron a Pedro y a Juan, éstos dijeron, “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”; (8) Cuando el profeta dijo a Pablo que sería encarcelado en Jerusalén y los hermanos le rogaban que no fuera allá, él respondió, “¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”. Es indispensable que todo cristiano tenga convicción no de boca sino de acción, para no ser como cañas sacudidas por el viento, pero lamentablemente esto bien describe a muchos de los que profesan ser cristianos, miembros de la iglesia de Cristo: por ejemplo: (1) muchos no tienen convicción con respecto a la autonomía de cada congregación (Hech. 14:23; 20:28), sino que promueven la centralización de los fondos de muchas iglesias en alguna “iglesia patrocinadora” o en alguna institución para hacer obras benévolas y del evangelismo a nivel nacional o internacional; establecen escuelas para predicadores, clínicas, asilos para niños, etc. para promover el evangelio social; (2) muchos no tienen convicción con respecto a la naturaleza espiritual de la iglesia y tienen salones de recreo y toda clase de actividad social, convirtiendo la iglesia en club social; (3) algunos no tienen convicción sobre el bautismo, pues ahora se han unido a los evangélicos diciendo que no es necesario para el perdón de pecados; (4) entre muchos no hay convicción con respecto al uso de instrumentos de música en el culto de la iglesia, pues dicen que es cuestión de opinión; (5) algunos ya no hacen caso a lo que Pablo dice a Timoteo con respecto a la modestia de la mujer (1 Tim. 2:9), ni tampoco en cuanto al papel de la mujer en la iglesia (1 Tim. 2:12), porque creen que ella debe ocupar puestos de liderazgo; (6) muchos hermanos han encontrado explicaciones y rodeos para no observar lo que Jesús y los apóstoles enseñan sobre el divorcio y nuevas nupcias (Mat. 19:9; Rom. 7:2, 3); (7) algunos hermanos, queriendo armonizar la Biblia con la evolución, enseñan que los seis días de la creación (Gén. 1) no eran días literales, sino largos períodos de millones de años; (8) increíblemente algunos hermanos enseñan que cuando Cristo estuvo en la tierra no usó ningún atributo, sino que simplemente actuaba como hombre, recibiendo poder del Espíritu Santo al igual que los apóstoles (esta doctrina es muy parecida a la de El Atalaya); (9) y para colmo de males muchos hermanos están mal representando lo que Pablo enseña en Rom. 14 para promover la llamada “unidad en la diversidad doctrinal” y esto abre las compuertas para toda clase de apostasía. Todo esto nos hace meditar seriamente en lo que Jesús dice en Luc. 18:8, “cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Hay hermanos que prefieren ser “centristas”. No quieren ponerse del lado de la verdad. Quieren ser neutrales. No les gusta la controversia. Algunos hermanos han dicho que quieren ser “bíblicos” pero no “polémicos”. Tales hermanos se engañan solos. No hay término medio entre la verdad y el error. Los que son “neutrales” aprueban el error, porque es imposible ser neutral o centrista y apoyar la verdad. Algunos hermanos dicen que ni son liberales ni conservadores, que ni son derechistas ni izquierdistas. Esto suena bien a los oídos de personas sin convicción, pero no suena bien a los oídos de Dios. Si nos preguntan “¿hermano, qué cree usted sobre la centralización, sobre el divorcio y segundas nupcias, sobre los días de la creación, sobre la Deidad de Cristo, sobre Rom. 14?” ¿cómo contestamos? Algunos levantan el dedo mojado al viento para saber de donde sopla, luego ponen espaldas al viento y se dejan llevar por el camino de menos resistencia. Todo es “pura opinión” para los que son doblados por el viento. 7:25 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están. -- Tal ropa es emblema de riquezas, pero “Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre” (Mat. 3:4; 2 Reyes 1:8). Era hombre robusto, fuerte, que podía aguantar tribulación y oposición. 7:26 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? -- 20:6; Mat. 21:26, “todos tienen a Juan por profeta”. “Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad”, Juan 10:41. “Juan tenía todas las grandes cualidades de un verdadero profeta: ‘Una vigorosa convicción moral, integridad, fuerza de voluntad, un celo intrépido por la verdad y la rectitud’ (Bruce, ATR). Juan era el único profeta del cual otro profeta hablaba (Mal. 3:1). -- Sí, os digo, y más que profeta. - Otros profetas hablaban de la venida de Cristo, pero ningún otro profeta tenía el honor de anunciarla y luego preparar el camino para el Mesías. 7:27 Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. -- Mal. 3:1. Era más que profeta y más que reformador, pues era el mismo precursor de Jehová (Cristo); Isa. 40:3, la profecía, “Preparad camino a Jehová”; Jn. 3:28, el cumplimiento, “No soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él”. ¡Qué honor más grande para Juan! 7:28 Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; -- Porque estaba íntimamente asociado con el Mesías. Era su precursor. Por eso, era mayor que los otros profetas, sacerdotes, reyes y otros grandes. Para Jesús los más grandes hombres del mundo no son los reyes, generales, ni mucho menos los más famosos artistas o deportistas. Si alguien tuviera la más mínima duda acerca de la grandeza de Juan, seguramente este elogio debería haber borrado esa duda. Lo que Jesús dice en estos versículos “Puede casi ser considerada como el elogio funeral del Bautista, porque no mucho después Herodías logró su muerte” (Plummer, citado por ATR). Como Cristo alabó a Juan, también alabó al centurión (8:10, “ni aun en Israel he hallado tanta fe”); a la mujer cananea (15:28, “Oh mujer, grande es tu fe”) y a María (Mar. 14:8, “Esta ha hecho lo que podía”). -- pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. - Juan anunció que el reino se acercaba (Mat. 3:1), pero todavía no existió; por eso, Juan no estaba en el reino. La comparación aquí tiene que ver con privilegios. Los que están en el reino disfrutan grandes privilegios que aun los más grandes como Juan no disfrutaban. ¿Cuáles son algunas cosas que el cristiano más pequeño sabe que Juan no sabía? No sabía de la crucifixión, sepultura, y resurrección de Jesús. No sabía nada de los eventos del día de Pentecostés. Ignoraba los grandes eventos registrados en Hechos de los Apóstoles. No tuvo la dicha de leer las epístolas del Nuevo Testamento. Nunca participó de la cena del Señor. No gozaba de las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo; es decir, los más pequeños en el reino disfrutamos de bendiciones y privilegios que no existían en el tiempo de Juan. ¡Cuán grande es, pues, la bendición de ser ciudadano en el reino de Cristo! De lo que Jesús dice aquí es lógico concluir que Juan no estaba en el reino, y si él no estaba en el reino nadie estaba en el reino en ese tiempo. Además, si Juan no estaba en el reino tuvo que ser porque aún no existió el reino. El ministerio del profeta ocurrió en los días finales del Antiguo Pacto, la ley de Moisés. El mismo había predicado que el reino “se acerca” (Mat. 3:2). ¿Por qué no fue posible que el reino se estableciera antes de morir Jesús? ¿Cuándo ascendió Jesús a su trono? Si el reino se estableció antes de morir Jesús, se estableció sin tener rey. 7:29 Es probable que lo que se afirma aquí en los versículos 29, 30 es de Lucas, como un detalle de historia para enfatizar el éxito del ministerio de Juan. Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. - El pueblo común y aun los publicanos aceptaron el bautismo de Juan como la voluntad de Dios, pero los líderes religiosos lo rechazaron. ¿Qué aprendemos de esto en cuanto a la importancia del bautismo? Si el bautismo de Juan era “el consejo de Dios” cuánto más el bautismo mandado por nuestro Señor Jesucristo para todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:16). Los que fueron bautizados por Juan reconocían que su bautismo era del cielo y no de los hombres (Mat. 21:25). Aprobaron su predicación sobre el arrepentimiento y el acercamiento del reino. “Justificar” a Dios significa afirmar o declarar que El tenía razón, que lo que hacía era correcto. Un comentarista calvinista (GRB) dice, “fueron bautizados como una declaración de la renovación de su mente, y como una prenda de una vida compatible con tal declaración”. ¿Por qué no citó Marcos 1:4 y Lucas 3:3, “el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”? Los textos que dicen que el bautismo es “para perdón de pecados” son muy molestos para evangélicos. 7:30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan. - Ellos sí llegaron al bautismo de Juan (Mat. 3:7), pero no se sometieron al bautismo, porque no querían confesar sus pecados y llevar frutos dignos del arrepentimiento. Debe observarse que Jesús enfatiza el bautismo como la prueba en cuanto a si los hombres justifican o rechazan los designios de Dios (JWM). Los millones que enseñan que el bautismo en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no es para remisión de los pecados hacen peor que los “fariseos y los intérpretes de la ley” que desecharon “los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados” de Juan, porque el bautismo requerido por Cristo y los apóstoles no solamente es para la remisión de los pecados, sino también para recibir al Espíritu Santo. Los evangélicos simplemente no se atreven a citar Mar. 1:4; Luc. 3:3 y Hech. 2:38 que hablan del bautismo “para perdón de pecados” porque no aceptan que el bautismo es para perdón de pecados. Deben sentirse muy incómodos estando en la compañía de “los fariseos y los intérpretes de la ley” desechando los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados de acuerdo a estos textos. Los que rechazan el evangelio puro (incluyendo el bautismo en agua para el perdón de pecados) rechazan el propósito de Dios para ellos mismos; es decir, el daño hecho es, en primer lugar, contra ellos mismos. Sin embargo, también afecta a todos los ciegos que siguen a estos ciegos. Los evangélicos creen que si uno está bautizado para perdón de pecados, esto indica que cree en la “justicia propia” (que se está salvando por sus propias obras), que cree en la “regeneración bautismal” y que es más católico que cristiano. Tales acusaciones e insinuaciones bien ilustran la tragedia del calvinismo. Los “reformadores protestantes”, basándose en la teología calvinista, llevaban una campaña agresiva contra las obras de supererogación del catolicismo y cayeron en la trampa de la supuesta “salvación por la fe sola”. Hasta la fecha los “protestantes” no pueden ver la distinción entre las obras prescritas por el clero romano y los mandamientos de Cristo y el Espíritu Santo. Arrojan al bebé con el agua de baño. 7:31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? - ¿Dónde buscar para ilustrarlo? Mar. 4:30; Lam. 2:13. 7: 32 Semejantes son a los muchachos (caprichosos, inconstantes, volubles, inconsecuentes) sentados en la plaza, -- (“Aquí se reunían los ciudadanos, se sentaban los jueces, se arreglaban los negocios, y los mercados se establecían … y los muchachos se reunían para jugar”, JAB) que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. -- (por ejemplo, golpear el pecho, Luc. 18:13). - Los niños imitan a los adultos en todo. Es algo común ver a los niños jugando a iglesia (predicando, dirigiendo himnos, etc.). Primero tocaban flautas como si fuera fiesta de bodas, pero esto no les agradó a sus compañeros desagradables y malhumorados, ni tampoco cuando jugaban a funeral. Nada les complacía. Desde luego, Jesús no incluye en esta denuncia a todos de esa “generación”, porque en el texto paralelo (Lucas 7:29-35) leemos, “29 Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. 30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”. Por eso, parece que esta denuncia se dirige principalmente a los líderes religiosos de los judíos (escribas, fariseos, saduceos). 7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, -- Luc. 1, “80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”. Mat. 3, “4 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; (como Elías, 2 Reyes 1:8) y su comida era langostas y miel silvestre”. Juan no solamente vivió aparte de la sociedad hasta que empezara su ministerio, sino que aun cuando comenzó a predicar, “salía a él Jerusalén, y toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados” (Mat. 3:5, 6); es decir, él no se mezclaba con la gente en las ciudades, sino que todos salieron “a él”. Juan no llevaba vida social, pues vivía como ermitaño. Por eso lo veían como fanático), y decís: Demonio tiene. - (Jn. 7:20; 8:48-52; 10:20; este insulto equivalía decir “está loco”. Mat. 8, “27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros”. Había muy poca semejanza entre Juan y los endemoniados, pero algunos de éstos también vivían aparte de la sociedad (“ni moraba en casa”) y los tales tenían que comer lo que había en esos lugares desiertos. Los que no querían aceptar el mensaje y bautismo de Juan, tenían que justificarse de alguna manera; por eso, atacaban su vida ascética y rústica, diciendo que estaba loco, que él no era digno de enseñar ni bautizar ni mucho menos reprender (Mat. 3:7) a estos hombres tan sabios y tan elevados. ¿Qué decía Jesús de Juan? ¿Que tenía demonio (que estaba loco)? Mat. 11, “11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista”. ¿Qué decía Jesús de los escribas y fariseos? ¿Que eran muy sabios? Mat. 23: 19, “¡Necios y ciegos!”. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, (Jesús no compartió la vida ascética de Juan. El asistía a los eventos sociales (Jn. 2:2), y comía con toda clase de gente (Luc. 7:36; 15:1, 2; Mat. 9:10), pero era acusación diabólica tildarle de “comilón”, que quiere decir “glotón”, y “bebedor de vino”, que quiere decir “borracho”) amigo de publicanos y de pecadores (con esto querían insultar a Jesús, pero en este caso decían la verdad, Luc. 15:2. Jesús, el Buen Médico, quería ser conocido como “amigo de publicanos y de pecadores”, Luc. 5:29-32. Los que no querían aceptar a Jesús como el Mesías (Jn. 5:40) tenían que menospreciarlo para justificar su rechazo de El. Según ellos, estos hombres - Juan y Jesús - no eran “dignos” de enseñar a los “exaltados” fariseos e intérpretes de la ley. Juan estaba loco y Jesús era hombre frívolo e irresponsable que no respetaba el buen decoro (“Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”, Luc. 7: 39). Si alguno no quiere aceptar la verdad, cualquier excusa sirve (Luc. 14:15-20). 7:35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos. -- por sus obras, sus resultados. Esta parábola indica que Dios había llamado a su pueblo tanto por el ministerio de Juan como por el ministerio de Jesús. Desde luego, había llamado a su pueblo por medio de los profetas a través de los siglos, pero el pueblo de Israel, como niños malcriados, consentidos y rebeldes, no respondían ni a uno ni a otro de los mensajeros de Dios. Había diferencia entre el ministerio de Juan y el de Jesús, porque el propósito de cada ministerio era único. El mensaje de Juan era muy sencillo y también limitado: “arrepentíos porque el reino se ha acercado”. Les dio ejemplos específicos de cómo arrepentirse (Luc. 3:10-14). Aparte de esto el único mensaje de Juan fue el mensaje de juicio (Mat. 3:10-12). En un sentido, pues, fue mensaje de “endecha”. Aunque Jesús predicó mucho sobre el arrepentimiento, su mensaje incluía muchas promesas de bendiciones y gozo para los que acepten el reino espiritual que El iba a establecer. Sus parábolas reflejan este gozo: p. ej., Luc. 15, el gozo del pastor que encontró la oveja perdida, el gozo de la mujer que encontró la moneda perdida, el gozo del padre cuando el hijo pródigo volvió, y el gozo en el cielo entre los ángeles de Dios cuando el pecador se arrepiente, como también las parábolas que hablaban de la fiesta de bodas. Había mucha solemnidad en la enseñanza de Jesús, pero también abundan las palabras de gozo y alegría. El sermón del monte comienza con bienaventuranzas (“bienaventurado” quiere decir “dichoso”), Mat. 5:1-12. Toda esta enseñanza fue la invitación del cielo ofrecida primeramente a los judíos, pero la rechazaron. “No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn. 5:40). Aparte de rechazar la invitación, mataron a Juan y después a Jesús mismo. Los predicadores (evangelistas) deben preocuparse por agradar a Dios y no a los hombres (Gál. 1:10), pero aunque quisieran agradar al pueblo (aun a los hermanos), por más capacitados que sean para predicar, no pueden agradar a todos. Si es hermano muy serio, le acusan de ser malhumorado. Si es alegre y optimista de espíritu, le acusan de ser frívolo. Debe estar resuelto, pues, a no fijarse en lo que la gente quiera, sino solamente en lo que agrade a Dios. De todos modos, la obra es de Dios y los resultados están en manos de Dios. Dios sabe lo que la gente necesita. JESÚS EN EL HOGAR DE SIMÓN EL FARISEO (JESÚS PERDONABA PECADOS) 7:36 Uno de los fariseos (Simón, v. 40) rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó (se recostó, LBLA, margen) a la mesa. - Este “Simón” no ha de confundirse con “Simón el leproso” (Mat. 26:6) que también invitó a Jesús a una cena. Aunque en las dos cenas Jesús fue ungido con perfume, son dos casos distintos. La mujer que ungió a Jesús en la casa de Simón el leproso era María de Betania (Jn. 12:1-8). El nombre “Simón” era uno de los nombres más comunes entre los judíos (hay nueve en el Nuevo Testamento). Jesús no hizo acepción de personas. Comía con los publicanos y “pecadores” pero también con los fariseos (11:37; 14:1). 7:37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, -- Lucas presenta a Jesús como el Amigo de publicanos y pecadores (5:29-32; 15:1-7). Jesús habla de ella como mujer perdonada (v. 47, 50), pero la mala reputación no se le quita en un día; recuérdese el caso de “Rahab la ramera”. Así era todavía según la opinión de Simón y probablemente los otros invitados. -- al saber que Jesús estaba (reclinado, LBLA, margen) a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro (vaso hecho de ese material) con perfume; -- Lo que ella hizo era premeditado, pues vino preparada para expresar su amor hacia Cristo. “Entró gracias a la curiosa costumbre de aquellos tiempos que permitían que los extraños entraran en una casa a una fiesta sin haber sido invitados, especialmente los mendigos para buscar una limosa” (ATR). “Muchos entraban y tomaban los asientos marginales, sin ser invitados y sin ser por ellos cuestionados. Hablaban con los que estaban a la mesa acerca de los temas o noticias del día, y nuestro anfitrión habló libremente con ellos” (Trench, Parables). “Esta misma costumbre con frecuencia sorprende y perturba a los viajeros, en el Oriente, en los días actuales” (GRB). Simón no le dice nada, mucho menos correrla. 7:38 y estando detrás de él a sus pies, -- La costumbre era reclinarse sobre cojines o lechos bajos alrededor de la mesa, apoyándose sobre el codo izquierdo con el brazo derecho libre para comer. Las piernas estaban estiradas hacia atrás; por eso, era fácil de que la mujer estuviera “detrás de él a sus pies” descalzos, pues las sandalias que llevaba se dejaban afuera al entrar. Comúnmente un sirviente lavaba los pies del visitante, pero en esta oportunidad ese acto de hospitalidad se descuidó. -- llorando, - “No habla, pero sus lágrimas, etc. son más elocuentes que el habla, y son entendidas por Jesús” (HAWM). Sus lágrimas expresaban su arrepentimiento y también su gratitud hacia Cristo. Sin duda esto indica “tristeza según Dios” (2 Cor. 7, “10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” porque ella estaba muy consciente de sus pecados y estaba muy arrepentida, pero Jesús describe sus acciones como muestra de amor; por eso, parece que sus lágrimas también expresaron gozo y gratitud. -- comenzó a regar (mojar; “humedecer” según Lacueva) con lágrimas sus pies, y los enjugaba (secaba, LBLA) con sus cabellos; - María de Betania hizo lo mismo (Jn. 12:3). La mujer judía no desataba la cabellera en público, pero esta mujer, tan llena de amor y gratitud, no tomaba en cuenta esa costumbre. “Al emplear su cabello en esa forma, ella literalmente puso lo que constituye la gloria de una mujer (1 Cor. 11:15) a los pies del Salvador” (GRB). -- y besaba (repetidas veces) sus pies, y los ungía con el perfume - no con el aceite del olivo (como se usaba comúnmente), sino con perfume costoso y muy fragante. (Compárense Mat. 26:7; Mar. 14:3; Jn. 12:3). Ella compartía el concepto de María de Betania de que Jesús merecía lo mejor. Esta mujer de Lucas 7 no derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús (compárese Mat. 26:7), sino solamente sobre sus pies. 7:39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. - Cuando Jesús resucitó al hijo de la viuda de Naín, “todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros” (Luc. 7:16), pero Simón pensaba que cuando Jesús permitió que una mujer pecadora le tocara, mostraba que no era profeta. Creía que un verdadero profeta conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca” y la rechazaría porque para los fariseos (los “separados”) tales personas eran inmundas. El Mesías sería el Profeta del cual Moisés había hablado (Deut. 18:15-18; Isa. 11:2-4). Los fariseos eran expertos en detectar el pecado de otros, pero no estaban conscientes de pecado alguno en su propia vida (Mat. 7:1-5; Luc. 16:15;18:9-14). Véase 7:29, 30, rechazaron el bautismo de Juan porque era “para perdón de los pecados”; éstos se justificaban a sí mismos y no tenían sentimiento alguno de culpa. 7:40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. - “Respondiendo”, no da respuesta a lo que Simón “dijera”, pues según el texto no dijo nada, sino a lo que “dijo para sí”, es decir, sus pensamientos. Jesucristo conocía los pensamientos del hombre (Mat. 9:4; Jn. 2:24, 25). Con esto probaba que era Profeta, pues podía discernir los pensamientos del corazón; por eso, era Dios omnisciente. 7:41 Un acreedor (prestamista, LBLA) tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios (el denario era el salario diario de un jornalero, Mat. 20:2; compárese Luc. 10:35), y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó (generosamente, LBLA) a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? - “Éste es el meollo de la parábola, la actitud de los dos deudores hacia el prestamista, que los perdonó a ambos” (Plummer, ATR). Con esta pregunta Jesús obliga a Simón a juzgar a sí mismo, porque Jesús no tiene en mente solamente los dos deudores de la parábola, sino también y especialmente los dos deudores actuales, Simón y la mujer. Según Simón él sería como aquel siervo que debió muy poco (50 denarios) y la mujer sería como aquel siervo que debió mucho (500 denarios). Según la respuesta de Simón a la pregunta de Jesús, la mujer amaría más que él, y esto era precisamente el punto de Jesús. Los versículos 44-47 lo confirman. 7:43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso (supongo; probablemente dicho con actitud de indiferencia) que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. - Con su respuesta Simón se condenó a sí mismo. Compárese 2 Sam. 12:1-7, con su respuesta David se condenó a sí mismo. 7:44 Y vuelto a la mujer, (que sepamos no lo había hecho antes) dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? -- Jesús invita a Simón a mirarla para aprender una lección de ella al observar el contraste entre la conducta de ella y la de él. -- Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. - Simón había sido defectuoso en tres cosas claves: agua, beso, aceite. “Enseguida el Maestro revela ante todos el mezquino tratamiento que ha recibido de su anfitrión. Este había omitido todas las acostumbradas evidencias de hospitalidad … Simón no había proporcionado agua para lavar los pies de Jesús (Gén. 18:4; Jue. 19:21), no le había dado la bienvenida con un beso (Gn. 29:13; 45: 15; Ex. 18:7) y no había ungido la cabeza de su invitado, ni siquiera con aceite de oliva barato (Sal. 23:5; 141:5). La recepción había sido fría, con aires de superioridad, descortés. El Maestro muestra que en los tres aspectos ha recibido un tratamiento muy distinto de la mujer arrepentida. En vez de agua para los pies de Jesús, esta mujer ha proporcionado lágrimas, indicativas de arrepentimiento. En vez de un beso en la mejilla, ella le ha dado muchos besos fervientes a los pies, símbolos de gratitud. ¡En vez de aceite de oliva barato para la cabeza, ha derramado un perfume precioso y fragante en sus pies! … Lo que hace es esto: invierte los papeles. Simón se consideraba justo, perdonado (si es que alguna vez sintió la necesidad de perdón) y miraba a la mujer como pecadora sin perdón. Jesús muestra que por su falta de amor es Simón quien da muestras de no haber sido perdonado … mientras que la mujer se regocija en la libertad de culpa que ha recibido como un don de la gracia de Dios” (GH). “La agradecida mujer había hecho por compensar la deficiencia de Simón. Por falta de agua, ella había dado sus lágrimas; en lugar de la toalla, su cabello; a la ausencia del beso de salutación en la mejilla, ella había depositado muchísimos besos de tierna gratitud en sus pies; en lugar del mero aceite para su cabeza, ella había derramado pródigamente un ungüento muy costoso en sus pies” (GRB). 7:47 Por lo cual te digo -- expresión enfática; iba a decirle algo que él debería aprender, que esta mujer no era, como él creía, una mujer que persistía en una vida mala, sino una mujer humilde y arrepentida que había reconocido que en Cristo ella podía obtener el perdón de sus pecados y, por eso, vino a la casa de Simón para mostrar estos actos de amor y gratitud. -- que sus muchos pecados le son perdonados, (han sido perdonados, LBLA, porque el verbo en el griego está en el tiempo perfecto) porque (pues que, VM; pues, FL, RVR77, margen) amó mucho; -- Sus muchos pecados han sido perdonados; esto es cierto puesto que ella ha manifestado el amor de una manera exaltada (HAWM). Sus expresiones de amor eran la prueba de que había sido perdonada. Tenía muchos pecados y, por eso, muestra mucho amor. Dicho de otro modo, el mucho amor que está mostrando indica que ella está consciente de haber sido perdonada de sus muchos pecados. El amor expresado por esta mujer no era la causa sino el resultado del perdón. 1 Jn. 4, “19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. Es lo que esta parábola enseña claramente. Jesús pregunta, “¿cuál de ellos (los dos siervos perdonados) le amará más?” Primero, fueron perdonados; entonces, amaban. Jesús no dice, “Tu amor te ha salvado”, sino que “Tu fe te ha salvado” (v. 50). Si se trata de probar que ella fue perdonada porque amaba mucho, se destruye el pensamiento de la parábola. Los que predicamos el evangelio puro (el plan de salvación según la Biblia) siempre enfatizamos que el hombre no se salva por la fe sola, sino que es necesario obedecer al evangelio. De otro modo la fe no salva; más bien sería una fe muerta (Sant. 2:24-26). Sin embargo, en esta parábola Jesús enfatiza que los que están conscientes de sus pecados y con corazón contrito se arrepienten de ellos y reciben el perdón de Dios aman mucho. Ellos expresarán su amor y gratitud profusamente. Los que no son perdonados de sus muchos pecados aman poco (en verdad, no aman nada). -- mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. - Hay contraste aquí entre esta mujer que había sido perdonada de muchos pecados - y que, por eso, amaba mucho -- con Simón el fariseo que no estaba consciente de sus pecados, no se había arrepentido de ellos, no había sido perdonado de ellos y por esta razón no amaba a Cristo. Este es el único punto en esta parábola. Esta mujer conocía a Cristo, su enseñanza y sus obras. Ella había escuchado la gran invitación, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28), y la había aceptado. Estaba consciente de sus pecados y tenía plena fe en Cristo como Salvador. Jesús le había llevado al arrepentimiento y le había convencido que si ella viniera a El, es decir, si creyera en El como el Hijo de Dios y se arrepintiera de sus pecados, recibiría el perdón de sus pecados. Ella tenía esta fe y esta fe le salvó (v. 50). Recordemos que durante su ministerio personal en la tierra Jesús perdonaba a varias personas de acuerdo a la voluntad de El. Mar. 2:1-5 habla de los que descubrieron el techo de una casa y “bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”. Luc. 23:41-43 relata la salvación del ladrón en la cruz. La conversión de la gente que vivía antes del día de Pentecostés no es ejemplo para nosotros. Jesús dio la gran comisión a los apóstoles (Mat. 28:19; Mar. 16:15, 16) y desde entonces todos tienen que obedecer al evangelio según los términos expresados por Jesús y los apóstoles (véanse Hech. 2:37, 38; 8:12, 35-39; 9:18; 10:48; 16:15, 33,34; 18:8). Sin embargo, la lección de esta parábola tiene que ver con el amor expresado por los que ya son perdonados. 7:48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son (han sido, LBLA) perdonados. - Aunque Simón la menospreciara y dijera “para sí” que ella era mujer pecadora e indigna de tocar a Cristo, en realidad sus pecados “quedaron” perdonados. Jesús confirma a la mujer que sus pecados han sido perdonados, pero también lo dice para mostrar a Simón y a los otros invitados que El perdonaba pecados. 7:49 Y los que estaban juntamente sentados (reclinados, LBLA, margen) a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? -- Luc. 5, “21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Dicen, “también”, porque había sanado con sólo una palabra al siervo del centurión, resucitado al hijo de la viuda, y había dado a Juan prueba de que El era el que había de venir. Ahora hace “también” lo que solamente Dios puede hacer: perdonar pecados. Mar. 2:10, “el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”. ¿Cómo pueden algunos de nuestros propios hermanos enseñar la mentira de que aquí en la tierra Jesucristo nunca mostró ningún atributo divino, que solamente usó atributos humanos? Esta es falsa doctrina. Es herejía porque niega la Deidad de Cristo. Como la gente bien decía (Mar. 2:7), “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Nadie. Por eso Cristo es Dios. 7:50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz. -
Jesús dijo esto varias veces: Mat. 9:22, “Ten ánimo, hija; tu fe te ha
salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora”; Mar. 10:52, “Tu fe te
ha salvado”. Salmo 107:20, “Envió su palabra, y los sanó”. |
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