Levítico 8

 

Introducción:

      A. Este capítulo tiene que ver con la consagración de Aarón y sus hijos. El mandamiento para esto ya se dio en conexión con las instrucciones para la construcción del tabernáculo en Ex. 28:29; 40:9-16. Los capítulos 8 y 9 de Levítico siguen aquellas instrucciones halladas en Exodo como los eventos de los Hechos de los Apóstoles siguen a los mandamientos y promesas hallados en el libro de Lucas (como también en Mateo, Marcos y Juan). En Exodo las instrucciones se dan pero no se llevan a cabo; compárese Luc. 24:49 con Hech. 2:1-4.

      B. Ahora se completa la historia de cómo el sistema de culto de Israel se es­tableció. Fue ordenado y ahora se estable­ció.

      C. No debemos pensar que el papel del sacerdote se limitó al servicio de ofrecer los sacrificios. El ver. 8 habla del "pectoral" y que "puso dentro del mismo los Urim y Tumim". Así pues el sacerdote había de inquirir por la volun­tad de Dios sobre varios asuntos y, por supuesto, dar contestaciones e ins­trucciones al pueblo. Los sacerdotes eran, pues, maestros y jueces también en conexión con su oficio de ser mediadores del pueblo.

      D. Veremos especialmente en los capí­tulos subsecuentes que los sacerdotes ofi­ciaron frecuentemente para distinguir en­tre lo limpio y lo inmundo, entre lo santo y lo profano, para mantener la santidad del pueblo, guiándoles siempre hacia la santi­dad de Dios. Esto fue necesario para evi­tar la ira de Dios sobre ellos.

      E. Es imposible imaginar el sistema re­ligioso del pueblo de Israel sin el sacerdocio. No puede haber ley de Moisés sin estos administradores de ella. Heb. 7:11 dice que "bajo el (el sacerdocio levítico) recibió el pueblo la ley", y sigue diciendo lógicamente en el ver. 12, "Porque cambiado el sacerdocio, nece­sario es que haya también cambio de la ley".

 

      8:2 -- "Toma a Aarón y a sus hijos con El ..." El Señor los llamó para un trabajo muy especial, muy sagrado. Pero todavía no es­taban listos para iniciarlo. Todavía no podían servir como mediadores. Como hombres pecadores necesitaban la ex­piación. Como hombres ordinarios tuvieron que ser consagrados por Dios al sacerdocio.

 

      8:3 -- "y reúne toda la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión".

      A. Este acto tan importante concernía no solamente a Aarón y a sus hijos sino a toda la congregación. Ellos deberían ser testigos y aceptar sin reserva esta comisión de Dios para los sacerdotes. El pecado de Coré y sus compañeros fue enorme porque ellos habían visto este ser­vicio. No tenían excusa alguna. ¿Cómo pudieron levantar dudas en la mente de la congregación acerca de la autoridad de Aarón y sus hijos en vista de los eventos de este día? (Núm. 16:3).

 

      8:5 -- "Esto es lo que Jehová ha man­dado hacer", es decir, no solamente lo que Moisés dijo, sino lo que Jehová dijo. No convenía que nadie se opusiera a lo que Dios mismo hizo. "Y nadie toma para sí esta honra, sino él que es llamado por Dios, como lo fue Aarón" (Heb. 5:4).

 

      8:6 -- "y los lavó con agua". Había mu­chos lavamientos en agua bajo la ley. En vista de éstos el bautismo no le debe ex­trañar a nadie ahora. Véanse Heb. 10:22; Tito 3:5; Efes. 5:26, 27.

 

      8:7-9 -- La vestidura de Aarón.

      A. Compárese Ex. 28: la túnica de lino blanco; el cinto de lino, de algunas cinco pulgadas de ancho; el manto o el "manto del efod", Ex. 28:31-35; el efod, Ex. 28:6-8; 39:2-5. Los nombres de las doce tribus fueron grabados sobre dos piedras de ónice que se pusieron sobre las hombreras del efod "para piedras memoriales a los hijos de Israel" (Ex. 28:7-12).

      B. El pectoral, llevado sobre el efod, de la misma tela y de los mismos colores que el efod. Véase Ex. 28:22-29.

      C. El Urim y Tumim. "Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim ..." Ex. 28:30. La naturaleza exacta del Urim y Tumim no se sabe. Pero sí sabemos que fueron usados para determinar la volun­tad de Dios en ciertas circunstancias (1 Sam. 14:41-42; 28:6).

      D. La mitra, Ex. 28:4

      E. Una lámina de oro atada con un cordón de azul sobre la mitra, con las pa­labras santidad a Jehová grabadas a ella, Ex. 28:36-38.

 

      8:12 -- "Y derramó del aceite de la un­ción sobre la cabeza de Aarón".

      A. Este "aceite de la unción" se men­ciona después en 10:7 y en 21:10; en los dos textos se nota la gran importancia de este acto.

      B. La palabra "Cristo" significa "ungido". Compárense Isa. 61:1, Luc. 4:18.

      C. 1 Jn. 2:20, 27 habla de la "unción" recibida por los hermanos del primer siglo que les enseñó todas las cosas, capacitándoles para enseñar toda la ver­dad.

 

      8:14 -- "Luego hizo traer el becerro de la expiación ..."

      A. Aarón y sus hijos eran pecadores también. Eran "débiles hombres" (Heb. 7:28). Le convenía al sumo sacerdote ser "paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo" (Heb. 5:2, 3).

      B. Cristo no hizo pecados y no tuvo que ofrecer sacrificio por los pecados de El. (Heb. 4:15; 7:26; 1 Ped. 2:22; Heb. 7:27).

      C. Los que predicamos la "remisión de pecados" (Hech. 2:38) a la gente debemos obtenerla primero nosotros. Si predicamos la reconciliación (2 Cor. 5:18-20), es preciso que primero seamos recon­ciliados con Dios nosotros mismos. Véase Rom. 2:21. También Gál. 6:1 "... consi­derándote a ti mismo, no sea que tú tam­bién seas tentado". El predicador que re­conoce que él también puede caer - aun como David o Pedro o Bernabé - apren­derá a predicar con más compasión. Será "amable para con todos, apto para en­señar, sufrido" y con mansedumbre corre­girá a los que se oponen, 2 Tim. 2:24, 25.

 

      8:15 -- "y Moisés tomó la sangre ..." Moisés mismo ofició en esta ocasión, en la presentación del primer becerro de la ex­piación. Aarón y sus hijos no pudieron ofi­ciar todavía por no estar consagrados. Moisés era el representante de Dios.

 

      8:22 -- "el carnero de las consagra­ciones"; "el otro carnero" o el segundo carnero, un sacrificio especial para esta ocasión.

 

      8:23 -- "el lóbulo de la oreja derecha ... el dedo pulgar de su mano derecha ... el dedo pulgar de su pie derecho".

      Estos mismos miembros debemos con­sagrar al servicio de Dios: 1- debemos oír la voz de Dios, diligentemente estudiando su palabra; 2- debemos servir en las cosas del Señor, "levantando manos san­tas" en oración ("y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la pa­labra"); 3- los pies deben llevarnos a predicar las buenas nuevas ("¡Cuán her­mosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!").

 

      8:29 -- "la parte de Moisés", porque él ocupó la posición de sacerdote en esta ocasión.

 

      8:35 -- "para que no muráis"; era cuestión de vida y muerte.

 

Observaciones:

      A. De esta manera Aarón y sus hijos fueron encargados oficialmente de las res­ponsabilidades de ofrecer los sacrificios como también de los demás deberes nom­brados por Dios.

      B. Pero "sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero este (Cristo), con el ju­ramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden del Melquisedec" (Heb. 7:21).

      C. Habiendo sido ordenados tan solemnemente, los sacerdotes deberían haber continuado fieles. Pero la historia del sacerdocio levítico es una mancha sobre la nación de Israel.

          1. Lev. 10:1-3 demuestra la primera infracción, un pecado presuntuoso.

          2. 1 Sam. 2:12-17, 27-29 - las ofensas de los hijos de Elí. Es casi increíble que los hijos de hombres tan grandes como Aarón y Elí cometieran tales actos.

          3. A través de los escritos de los pro­fetas (Isaías, Jeremías y los demás), aprendemos que la conducta (la negligen­cia o la rebelión) de los sacerdotes era la causa mayor de las apostasías de Israel y del castigo subsecuente.

          4. Después de volver a su tierra (habiendo pasado los 70 años en Babilo­nia), los sacerdotes tuvieron que despedir a las mujeres extranjeras que habían tomado (Esdras 10:18-44) y ofrecer "como ofrenda por su pecado un carnero de los rebaños por su delito".

          5. Mal. 1:6-8; 2:1-8 - en este último libro del Antiguo Testamento aprende­mos que ellos seguían corruptos, ofre­ciendo pan inmundo y animales defectuo­sos a Dios.

          6. En los libros de Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Hechos, los sacerdotes se presentan como un cuerpo político muy corrupto. Véanse por ejemplo Mat. 2:1-5; 26:3, 4, 65-67; Jn. 18:13, 14, 19-24; Hech. 4:6, etc.

 

 

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