Mateo 10

          10:1 -- Entonces llamando a sus doce discípulos -- Hubo doce patriarcas, Gén. 35:22; 42:13, 32; y dos tribus de Israel, Ex. 28:21; 24:4. Ahora hay doce apóstoles y Jesús les dice (Mat. 19:28), “ De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”, el “Israel de Dios”, Gál. 6:16; “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”, Apoc. 21:14), (apóstoles, v. 2; Luc. 6:13).

          Dice Marcos (3:14), “Y estableció a doce, para que estuviesen con él”. Estarían íntimamente asociados con Jesús por más de tres años y al predicar en Jerusalén daban evidencia del entrenamiento que recibieron de Jesús, Hech. 4:13; véanse 1 Jn. 1:1-3; 2 Ped. 1:16. Ellos eran los verdaderos testigos de Jehová, pues Cristo es Dios (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13, etc.) y el nombre “Jehová” se aplica a Cristo también (Isa. 45:23, Jehová dice, “Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” y en Fil. 2:10, 11 Pablo dice esto de Cristo). Para ser apóstoles tenían que ser testigos de Cristo y su resurrección (Hech. 1:8, 21).

          ¿Por qué incluye el Nuevo Testamento un libro llamado “Hechos de los apóstoles”? Porque después de ascender Jesús al cielo, los apóstoles llevaron a cabo su obra aquí en la tierra. ¿Por qué dice Lucas (Hech. 2:42), que los primeros que obedecieron al evangelio “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”? Porque los apóstoles eran los embajadores de Jesús (2 Cor. 5:20). Jesús había prometido (Jn. 14:26; 16:13), “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho …   Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.  Ellos llevaron este mensaje de salvación (el evangelio) a todas las naciones (Mat. 28:19; Mar. 16:15). Jesús les dijo, “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”. Mat. 19:28, “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”.  Así pues el ministerio apostólico era y es de gran importancia.

          Es por esta causa que debemos seguir los ejemplos establecidos por los apóstoles (p. ej., Hech. 14:23, “Y constituyeron ancianos en cada iglesia”; Hech. 20:7, “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba”; 1 Cor. 16:2, “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”).

          -- les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. – Para despreciar la Deidad de Jesucristo algunos enfatizan los textos que dicen que El recibió poder del Padre y del Espíritu Santo. Desde luego, habiendo aceptado el papel de Siervo Cristo se humilló (Fil. 2:8-11). Sin embargo, vemos en este texto que El dio autoridad a los apóstoles y en esto usó o mostró un atributo divino.

          El echar fuera los espíritus inmundos era tal vez la señal sobresaliente hecha por Jesús y sus apóstoles. Causaba mucha admiración entre el pueblo. Con este milagro Jesús y sus apóstoles mostraron claramente la superioridad del poder de Dios sobre Satanás.

           10:2-4 --  Los nombres de los doce apóstoles son estos: -- Se llaman apóstoles porque fueron enviados por Cristo.  Marcos (3:13-19) y Lucas (6:12-16) nos dicen los nombres de los apóstoles cuando fueron escogidos, pero Mateo los registra cuando fueron enviados a predicar.

          -- primero Simón , llamado Pedro (Jn. 1:41,42. Su nombre era Simón, pero Jesús le dio el sobrenombre Pedro (griego) o Cefas (arameo) que significa piedra. El apóstol Pablo le llamaba Cefas (1 Cor. 1:12; 9:5; 15:5; Gál. 2:9).  El tuvo que crecer y fortalecerse para merecer ese nombre como también para ser un verdadero pescador de hombres. El nombre de Pedro aparece primero en la lista de los apóstoles porque sin duda él era un líder (hombre impulsivo, ferviente de espíritu), pero de ninguna manera tuvo primado sobre los demás. De hecho, cuando los apóstoles disputaban acerca de quién sería el mayor, Jesús les explicó que entre ellos no habría tal jerarquía (Mat. 18:1-3; 20:25-27 y textos paralelos). Jesús nunca dijo que Pedro era el apóstol principal y ninguno de los apóstoles pensaba que lo era. Pedro mismo no lo pensaba. No hay nada en todo el Nuevo Testamento que lo indique. Esta es pura invención del clero romano para tratar de justificar el gobierno humano que ellos han establecido para su iglesia (la Iglesia Católica Romana). En una ocasión el apóstol Pablo resistió a Pedro cara a cara porque “era de condenar” (Gál. 2:11). En Hech. 15 leemos de la reunión de apóstoles y ancianos para discutir el problema causado por los judaizantes pero aunque Pedro participó él no presidió. Si él hubiera sido el mayor de los apóstoles habría entregado algún decreto por su propia autoridad pero es muy obvio que él no tenía más autoridad que los demás apóstoles. Tampoco dice la Biblia que Pedro era el primer obispo de Roma. Tales enseñanzas son puras fábulas católicas.

          -- y Andrés su hermano – Jn. 6:8, 9; 12:20-22

          -- Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano -- Dice Marcos, “a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno”; esto no se explica pero tal vez fue por causa de su temperamento un poco explosivo como vemos en Luc. 9:51-56. Hech. 12:1 dice, “En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles.  2  Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. ¿Por qué a Jacobo en lugar de algún otro apóstol? No sabemos, pero tal vez Jacobo predicaba con mucha fuerza para provocar a los judíos (compárese Hech. 7:51-60, el caso de Esteban). Aunque Juan se llama “el apóstol de amor”, léase 3 Jn. 9, “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.  10  Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohibe, y los expulsa de la iglesia”. Aun en su primera carta que habla tanto del amor él dice (3:10), “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. También habla fuertemente contra los mentirosos y los engañadores.

          --  3  Felipe (Jn. 6:5; 14:8, “muéstranos el Padre, y nos basta; 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”

          -- Bartolomé – Se identifica con Natanael (Jn. 1:45). Bartolomé no es nombre propio, sino que se refiere al padre;  “bar” significa “hijo de” (Mat. 16:17). Juan nunca menciona a Bartolomé y Mateo, Marcos y Lucas (los sinópticos) no mencionan a Natanael pero ponen a Felipe con Bartolomé. Es probable, pues, que su nombre completo era Natanael Bar Tolomé o Tolmai.

          -- Tomás – Llamado también Dídimo, Jn. 11:16; 20:24; 21:2 (las dos palabras significan gemelo). Es recordado como el que dudaba (Jn. 20:25). (En inglés se refiere a una persona que habitualmente duda o es un escéptico crónico como “Doubting Thomas”, un Tomás que duda.) Pero es importante recordar que después el mismo Tomás dijo “Señor mío y Dios mío”. También se debe recordar que él dijo (Jn. 11:16), “Vamos también nosotros, para que muramos con él”.

          -- Mateo el publicano (cobrador de impuestos) -- ¿Quién escribió esto? El mismo Mateo. Se refiere a sí mismo, un fiel apóstol de Cristo. No dice Mateo de tal o cual pueblo, o Mateo hijo de fulano de tal, sino “Mateo el publicano”. A los oídos nuestros esa palabra no significa mucho, pero para los judíos era un término de reproche y de mucho desprecio. Mateo sabía que Jesús manifestó su amor hacia él cuando era publicano, y que los publicanos se clasificaban con los peores pecadores.

          -- Jacobo hijo de Alfeo (así en Mar. 3:18; Luc. 6:15; Hech. 1:13) – “Alfeo” es nombre griego y en arameo es Cleofas (Luc. 24:18; Jn. 19:25). De esta manera este Jacobo se distingue de Jacobo el hijo de Zebedeo.

          -- Lebeo, por sobrenombre Tadeo, -- corresponde a Judas hijo o hermano de Jacobo (Luc. 6:15).

          -- 4  Simón el cananista, -- Luc. 6:15, “Simón llamado Zelote”. Los zelotes eran patriotas judíos. “El fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y romanos” (V-E). Hech. 5:35-37 habla de tales hombres que levantaron movimientos políticos contra Roma

          -- y Judas Iscariote (hijo de un Simón, Jn. 6:71; Iscariote probablemente indica que él era del pueblo de Queriot, Josué 15:25). Este Judas “era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio” (Hech. 1:17). “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos” (Mat. 10:1). Siendo uno de los doce, Judas recibió autoridad sobre los espíritus inmundos, etc. Los que enseñan que es imposible caer de la gracia no pueden aceptar que en realidad Judas era un verdadero discípulo, pero si no lo era, entonces Jesús dio poder a un hijo de Satanás para echar fuera a Satanás. La verdad es que Judas es uno de los ejemplos sobresalientes de que los discípulos de Cristo sí pueden caer de la gracia.

          -- el que también le entregó -- una inscripción apropiada para la tumba de Judas. “Bueno le fuera no haber nacido” (Mat. 26:24).

          10:5,6 --  A estos doce envió Jesús, -- Mar. 6:7, “de dos en dos” (viajaron juntos Pablo y Bernabé, Pablo y Silas, Bernabé y Marcos). Hay mucha ventaja en este arreglo para la ayuda y para el aliento. Ecles. 4:9, “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.  10  Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.  11  También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?  12  Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán”.

          -- y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,  6  sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel (9:35, 36; 15:24; Jer. 50:6). -- “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (15:24); durante el tiempo que Jesús estaba en la tierra su misión fue para los judíos y así también envió a sus apóstoles (y a los setenta, Luc. 10:1) solamente a los judíos. Debido a esta restricción de no ir a los gentiles ni a los samaritanos hablamos de la “Comisión Limitada” en contraste con la “Gran Comisión” (Mat. 28:19; Mar. 16:15) de ir y predicar a todas las naciones.

          Jesús es el “Buen Pastor” (Jn. 10:1-16; compárese Ezeq. 34 que describe a los pastores infieles de Israel).

          Samaritanos --  Cuando se dividió el reino de Israel, el reino del norte cayó en apostasía y muchos de ellos fueron llevados cautivos por los asirios. Entonces (2 Reyes 17:24), “trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades”. Los israelitas, pues,  se casaban con los de otras naciones (Neh. 13:23) y ya no eran “israelitas” sino “samaritanos”, una raza mixta. No eran “ovejas perdidas de la casa de Israel” sino “extranjeros” (Luc. 17:18).

          10:7 -- Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. – Lo que Juan y Jesús predicaba (3:2; 4:17, notas). Se estableció el reino de Cristo el primer Pentecostés después de su resurrección (véase 3:2, notas).

          10:8 -- Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos (no hay ejemplos de esto en Mateo, pero Hech. 9:40, 41 dice que Pedro resucitó a Dorcas y Hech. 20:9-12 dice que Pablo resucitó a Eutico), echad fuera demonios; de gracia (gratuitamente, LBLA, margen) recibisteis, dad de gracia. 

          10:9  No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 10  ni de alforja (bolsa, mochila)

para el camino, ni de dos túnicas (ropa interior), ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. – Luc. 10:7; 1 Tim. 5:18, 1 Cor. 9:7, “¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? … 14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”.  Compárese Luc. 22:35, “Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.  36  Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una”. Para llevar a cabo la “Gran Comisión” las circunstancias serían muy diferentes, pues no andarían solamente en Judea entre sus propios hermanos (judíos) que eran hospitalarios. Les esperaba la persecución violenta.

          10:11 -- Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, -- Debido a la urgencia de su misión los apóstoles habían de tomar la iniciativa y no someterse a las costumbres de la gente con respecto a la manera de recibir huéspedes en sus hogares. Era necesario escoger casas de buena reputación; de otro modo habría estorbo para su obra.

          -- y posad allí hasta que salgáis. – En Luc. 10:7 (sobre la misión de los setenta), “no os paséis de casa en casa”.

          10:12  Y al entrar en la casa, saludadla. 13  Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. 14  Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies  (Hech.13:51; 18:6), como si fuera tierra inmunda (pagana).  En toda esta instrucción observamos la urgencia de esta misión. No deberían perder tiempo con gente indigna. Habiendo enseñado la palabra los apóstoles cumplieron con su deber y al despedirse no deberían decir, “Que el Señor les bendiga”, sino que deberían sacudir el polvo de los pies como testimonio contra ellos.

          10:15 -- De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad. -- Gén. 19:24-28. Los de Sodoma y Gomorra son mencionados como ejemplos de los peores pecadores, Deut. 32:32; Isa. 1:10; Ezeq. 16:46, 48; 2 Ped. 2:6, pero Jesús dice (11:23-24) que el juicio será más severo para los que oyeron el evangelio y no lo aceptaron. Al escuchar el mensaje de los apóstoles el pueblo sería muy bendecido si lo aceptaran, pero si lo rechazaran su castigo sería peor que el de la tierra de Sodoma y Gomorra.

          10:16 -- He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos (7:15; Luc. 10:3; Juan 10:12; Hech. 20:29; los apóstoles siempre estaban rodeados de lobos); sed, pues, prudentes como serpientes (prudentes, sabios, cautelosos, conscientes del ambiente y de peligros, reconocer cuando alguien es lobo [enemigo del rebaño] aunque sea familiar o “amigo”, “guardaos” para no ser sorprendidos sabiendo que los lobos de dos patas quieren atrapar [12:10; 22:15; Jn. 8:6], Jn. 2:24, 25; “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios”, Efes. 5:15); y sencillos (inocentes, ingenuos, Rom. 16:18; Fil. 2:15; carente de sospechas, libre de mezcla con mal, Heb 7:26, del carácter de Cristo, WEV)  como palomas. Esto es difícil en medio de persecuciones, pero recordemos el ejemplo de Jesús (1 Ped. 2:20, “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;  22  el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23  quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”.  Los apóstoles imitaron a Cristo en esto.

          10:17 -- Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios – Que sepamos la persecución mencionada en estos versículos no ocurrió durante esta misión limitada, pero sí ocurrió cuando Jesús les dio la Gran comisión de Mat. 28:19; Mar. 16:15.  Los concilios eran los sanhedrines locales compuestos de veintitrés miembros; de estos Pablo recibió muchos azotes, 2 Cor. 11:24. Lucas habla de los discípulos que fueron juzgados por el concilio de Jerusalén (Hech. 4:5; 5:27; 6:12; 22:30; 23:1-10),  y en sus sinagogas os azotarán (Hech. 22:19; 2 Cor. 11:24).

          10:18 -- y aun ante gobernadores (gentiles como Félix, Festo) y reyes (Herodes, Agripa) o el emperador (2 Tim. 4:16) seréis llevados por causa de mí (Hech.9:4, 5; 22:7, 8; 26:14, 15), para testimonio a ellos y a los gentiles. – El evangelio es básicamente el testimonio del gran hecho de Cristo, su muerte, sepultura, resurrección y ascensión (1 Cor. 15:1-8). Los apóstoles, como testigos oculares, testificaron de lo que habían visto y oído: 1 Jn. 1:1-4; Luc. 24:47, 48; Hech. 1:8; 2:22, 32; 4:20; 5:32; 10:39-42.

          Al perseguir a los apóstoles Satanás proveía oportunidades para que los más eminentes gentiles oyeran el evangelio de Cristo (Hech. 9:15, 16). Fil. 1:12, “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio,  13  de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás.  14  Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor”.

          Hechos de los Apóstoles habla ampliamente de la persecución de los apóstoles y sus compañeros. Fueron perseguidos (1) porque predicaron el nombre de Jesús, 4:18, “Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús”; 5:28, “diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina”; 5:40, “Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús”; (2) porque condenaron los pecados de los judíos (Hech. 2:22, 23; 3:14,15; 5:30-33; 7:51,54); (3) porque los judíos dijeron que “queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre” (5:28); (4) porque predicaron la resurrección en nombre de Jesús, 4:1, “Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,  2  resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos” (véase también 17:32); (5) porque reconocieron otra autoridad mayor que la del concilio, 4:19, 20; 5:29; (6) porque predicaron a los gentiles, 22:19-22; (7) porque fueron acusados de sedición y herejía, 24:5, 14; 28:22 (los judíos los veían como traidores); (8) porque como Jesús (Jn. 16:2) y Pablo (Rom.10:3) dijeron, los judíos tenían celo de Dios, creían que hacían servicio de Dios al perseguir a los cristianos, 9:1, 2; 22:3; 26:9-11; (9) porque los judíos agitaron (instigaron) a los gentiles, 13:50; 14:19; (10) porque la predicación apostólica afectó las ganancias de los gentiles (16:16-21; 19:23-27).

           10:19 --  Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.  20  Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. – Luc. 12:11, 12; 21:12-15. Aquí nos urge recordar el contexto. Esta promesa fue hecha por Cristo a los apóstoles. El no hace tal promesa a los que predican ahora. Vemos el cumplimiento de esta promesa en tales textos como Hech. 4:8; 7:55-60; 13:9; 22:1; 23:1; 24:10; 26:2.

          ¿Por qué era tan necesario que el Espíritu Santo les diera las mismas palabras que deberían hablar? No solamente para la defensa de ellos. Esto sería importante, por supuesto, para que no estuvieran preocupados, miedosos o confusos, pero lo que decían no era simplemente una defensa personal, sino más bien al hablar ellos daban testimonio inspirado y, por eso, infalible, acerca de Cristo y su salvación. El testimonio apostólico escrito y verbal era testimonio inspirado. Desde luego, ellos usaban su propia inteligencia y sus propias facultades, pero eran guiados por el Espíritu Santo para que toda palabra de ellos fuera en realidad la palabra de Dios.

          Esta promesa no es para ningún predicador ahora, pero la lección para nosotros es que no debemos confiar en la sabiduría humana, sino en el testimonio del Espíritu Santo escrito por los apóstoles.

          10:21 -- El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. -- (Mar. 13:12; Luc. 21:16).  22  Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre (la palabra nombre representa todo lo que es la persona) (24:9; Mar. 13:13; Luc. 21:17); -- Jesús habla de familiares, amigos y otros conocidos de los apóstoles que siempre los trataban bien; es decir, los apóstoles no tenían cualidades de carácter ni prácticas que, a no ser por Cristo, habrían causado problemas con sus familiares y amigos. Sin embargo, ahora entra el factor de Cristo. Ahora el cuadro cambia. Ahora los apóstoles no simplemente son los inocentes familiares y amigos de antes. Han cambiado. En cuanto a su carácter son aun mejores hombres, pero ahora son seguidores de Cristo y, por eso, han llegado a ser hombres muy ofensivos. Lo que son y lo que dicen provocan toda clase de oposición, porque predican una doctrina muy desagradable y condenan el pecado, el error y la hipocresía.

          -- mas el que persevere hasta el fin – Desde luego, la persecución seguiría hasta el fin de su vida y, por eso, tenía que perseverar hasta el fin de su vida, pero por lo que dice en el siguiente versículo es posible que en este texto Jesús tenga en mente otro “fin”. Compárense 24:6 “pero aún no es el fin”; 24; 13, “el que persevere hasta el fin”; 24:14, “entonces vendrá el fin” de Jerusalén, 24:15-34; Luc. 21:21:20), éste será salvo. 24:13; Mar. 13:13; lo que dice Luc. 21:19, “Con vuestra paciencia (perseverancia) ganaréis vuestras almas” significa la misma cosa. Por supuesto, los discípulos de Cristo deben sufrir con paciencia (perseverancia) hasta el fin de su vida o hasta la segunda venida de Cristo. Rom. 12:12, “sufridos en la tribulación”; 1 Ped. 2:20, “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios”.

          10:23 -- Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. – Es probable que esta expresión se refiera a la venida del Señor en la persona del Espíritu Santo el día de Pentecostés (Hech. 2), porque El habla de “recorrer todas las ciudades de Israel”. El vino para la destrucción de Jerusalén en el año 70 (24:27), pero no es razonable decir que los apóstoles no podían recorrer todas las ciudades de Palestina antes de esa fecha. Jesús había dicho (Jn. 14:18, 28, “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros … Voy, y vengo a vosotros”) con referencia a la venida del Espíritu Santo (Jn. 14:16, 26). Esto ocurrió el día de Pentecostés. Por lo tanto, no deberían perder tiempo en ningún pueblo que no los quería, porque difícilmente terminarían su obra de predicar en todos los pueblos de Palestina durante el tiempo corto designado para esa obra.

          10:24 -- El discípulo no es más que su maestro, (Luc. 6:40) ni el siervo más que su señor. (Jn. 13:16; 15: 20; 1 Ped. 4:1). Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. – En otro texto (Luc. 6:39) Jesús dice, “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 40  El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro”, pero aquí (Mat. 10:24 y textos paralelos) El se refiere a la persecución. El discípulo de Jesús se identifica con su Maestro en todo. Si el Maestro sufre, entonces el discípulo también sufre. Como dice Heb. 13:13, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”.

          -- Si al padre de familia (a Cristo) llamaron Beelzebú, (el príncipe de los demonios, Mat. 9:34; 12:24; Mar. 3:22; Luc. 11:15) ¿cuánto más a los de su casa? (sus discípulos).

          10:26 -- Así que, no los temáis (10:28, 31); porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. (Mar. 4:22; Luc. 8:17)  27  Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 

          10:28 -- Y no temáis a los que matan el cuerpo, -- el cristiano no debe temer sino resistir al diablo (Sant. 4:7; 1 Ped. 5:9), porque aunque pueda matar el cuerpo, mas el alma no pueden matar; -- aquí la palabra alma equivale a espíritu, el hombre interior que no muere. 

          -- temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.  – Hech. 2:31 dice “que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción”. El alma no es simplemente la vida física, sino el ser interior que no muere. 3 Jn 2, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. La salud del cuerpo es una cosa, y la salud del alma es otra cosa. El alma puede prosperar aunque la salud física está mala.

          -- destruir -- La palabra destruir que traduce la palabra apollumi no significa aniquilar sino arruinar.. Esta palabra aparece en Luc. 5:37, rotura de los cueros de vino; Luc. 15:4, 6, ovejas perdidas; Luc. 15:24, el hijo perdido; Jn. 6:27, la comida que perece; 2 Ped. 3:6, la tierra pereció. Los léxicos explican que los que serán destruidos no pierden la existencia, sino el bienestar del alma o espíritu que sigue viviendo cuando el cuerpo vuelve al polvo. La palabra se refiere, pues, a la ruina del alma rechazada por Dios. Después del juicio final nunca estará en la presencia de Dios (2 Tes. 1:7-9). Apoc. 21:8, “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Sin embargo, 2 Tes. 1:7, 8 dice que Cristo vendrá “desde el cielo con los ángeles de su poder,  8  en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. Pablo dice que este castigo será para todos los que no obedecen al evangelio”.

          -- el infierno -- (geenna) es lugar de tormento eterno. Originalmente la palabra significaba “el Valle de Hinom,” donde los israelitas cometieron muchas abominaciones, ofreciendo niños al dios Moloc. Vino a ser lugar donde echaban basura, cuerpos de animales muertos, etc. Aquí siempre había lumbre y gusanos. Sin embargo, el significado de la palabra no se limita a su uso original, pues Cristo la escogió para hablar del castigo eterno: 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9; 23:33; Mar. 9:43-47; Luc. 12:5. Cristo no habla de echar a nadie al literal Valle de Hinom. Además, hace muchos años que se apagó el fuego literal en este valle. El fuego del cual Jesús habla (el infierno) nunca se apagará.

          10:29 --  ¿No se venden dos pajarillos (gorriones) por un cuarto (1/16 de denario; el denario era el sueldo diario de un trabajador)? – La gente comía estos pajarillos; eran muy baratos para comprar.

          -- Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. – aunque eran de muy poco valor el Padre se preocupa por ellos. 

          -- 30  Pues aun vuestros cabellos están todos contados. – Desde luego, Cristo no les promete que no serían dañados físicamente porque ya había dicho (10:17) que serían azotados y acaba de decir (10:28) “no temáis a los que os matan”. El promete estar con ellos (28:20), pero su ayuda sería espiritual. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Con la ayuda divina serían “más que vencedores” (Rom. 8:37). Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. 

          10:32  A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.  33  Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres (2 Tim. 2:12), yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. – Jn. 9:22, “Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga”; 12:42, “Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.  43  Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” (compárese Jn. 5:44).

          Este texto se cita frecuentemente para enseñar que debemos confesar que Cristo es el Hijo de Dios antes de ser bautizados y es muy correcto hacerlo, pero Jesús dice esto en un contexto de persecución y tribulación. El quiere decir que aunque haya mucha oposición y persecución no debemos temer a los hombres, porque esto puede causar que neguemos a Cristo (26:70,72). 2 Tim. 1:7, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.  8  Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”. Mar. 8:38, “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.

          Al confesar que Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo de Dios, estamos confesando que El es Dios (Jn. 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:1; 1 Jn. 5:20). Ejemplos de esta confesión se encuentran en 16:16; Jn. 6:69; 11:27; 20:28; Hech. 8:37; 1 Tim. 6:12.

          10:34  No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. -- Cristo es el “Príncipe de paz” (Isa. 9:6), pero ¿en qué sentido? Jn. 14:27, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Jn. 14:27). El no decía “paz, paz” cuando no había paz como solían hacer los falsos profetas (Jer. 8:11). Luc. 2:14 dice, “¡Gloria a Dios en las alturas,  Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” pero mejor la traducción de LBLA: “paz entre los hombres en quienes El se complace”. Efes. 2:14, “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,  15  aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, {Col. 2:14) para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,  16  y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.  17  Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”. Esta es la paz que trajo, la paz que se realiza con Dios como también los unos con los otros por medio de la obediencia al evangelio de paz. Pero en lugar de paz habrá espada en cuanto a la relación entre cristianos que son luz y los del mundo que son tinieblas.

          10:35 -- Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra;  36  y los enemigos del hombre serán los de su casa. – Entonces, ¿qué quiere decir Malaquías 4:6, “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”? Lucas (1:17) cita una parte de este texto. Puede significar que al predicar el arrepentimiento y que el reino se ha acercado Juan lograría promover más unidad entre las familias de Israel que estaban divididas en facciones políticas y religiosas o mejor, puede significar que produciría mejor relación entre los fieles antepasados (Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.) y sus descendientes que se habían alejado de Dios. Pero aunque seguramente el ministerio de Juan cumplió este propósito de manera general, siempre habría casos como estos nombrados por Jesús en los que algunos aceptan el evangelio y otros no y estando divididos de esta manera habría conflictos.

          No hay intolerancia peor que la intolerancia religiosa. Muchas personas tolerantes se convierten en muy intolerantes en asuntos religiosos. Así es aun entre familiares. Lo más triste es que algunos que en otras cosas son muy inteligentes y objetivos son dominados por el prejuicio en asuntos religiosos.

          “El amor por la religión antigua haría que los miembros de las familias judías y paganas persiguieran a los que apostataban de ella para dar sus corazones a Cristo. Pero si de esta manera el judío y el pagano estimaban sus religiones más que los lazos familiares, mucho más debe el cristiano estimar su religión más que aquellos lazos” (JWM).

          10:37 -- El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; -- Muchos tienen este problema. Aprenden la verdad, saben lo que deben hacer para obedecer a Cristo para salvar el alma, pero no quieren que los familiares les consideren “traidores”. “Si tú aceptas esa religión estará abandonado la religión de tus padres”. Llegan al crucero de caminos. ¿A quién complacer? ¿A quién ofender? Es imposible estar bien con Cristo y al mismo tiempo estar bien los familiares. Los que dan la espalda a Cristo para complacer (no ofender) a la familia no son dignos de él.

          10:38 -- y el que no toma su cruz (los romanos exigían que la persona que sería crucificada llevar su propia cruz, 27:32; 16:24; Mar. 8:34; Luc. 9:23 agrega “cada día”; 1 Cor. 15:31; 2 Cor. 4:10) y sigue en pos de mí, no es digno de mí. -- ¿Qué discípulo de Cristo llevará una cruz tan pesada como la del Maestro? Nadie se atrevería a hacer tal comparación. ¡Cuán livianas son nuestras cruces! La “cruz” de este contexto es simplemente la cruz del desagrado o desaprobación de familiares y amigos. Si no estamos dispuestos a llevar esta cruz tan liviana, no somos dignos de ser sus discípulos.

          10:39 --  El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. -- (16:25; Mar. 8:35; Luc. 9:24; 17:33; Jn. 12:25). Hallar la vida significa egoísmo. Significa seguir la voluntad propia. Significa no someternos a la voluntad de Cristo para llevar su cruz y sufrir por El. “Hallar la vida” (guardarla para nosotros mismos) es perderla, pero perder la vida sirviendo y sufriendo por Cristo es hallarla. La expresión halla su vida se puede traducir hallar a sí mismo, porque es palabra que abarca toda forma de vida. La misma palabra se traduce alma en el ver. 28. Por eso, la persona que halla o salva su vida para no ser perseguida, pierde su vida o alma, pues pierde todo, pero si decimos con Pablo (Gál. 2:20), “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”, hallamos o salvamos la vida (alma); es decir, Jesús no habla solamente de la vida física. Esteban, Jacobo y muchos otros discípulos primitivos perdieron su vida por causa de Cristo y de esa manera hallaron su vida, pero por el contrario, Demas, al desamparar a Pablo (y a Cristo) “amando este siglo”, si no se arrepintió perdió su vida. Juan 12:24, “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.  25  El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”. ¡Qué ilustración tan clara! Todos saben que semilla tiene que sembrarse. Tiene que caer en tierra y morir para poder brotar y llevar fruto.

          10:40 --  El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Luc. 10:16, “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”; Juan 13:20. Los que recibieron a los apóstoles y otros discípulos enviados por Cristo a predicar recibieron a Cristo y al Padre. Recibir significa darles hospedaje y escucharles. El que recibe al representante de una persona eminente recibe a la persona eminente. ¡Qué pensamiento más alentador para los apóstoles de que ellos serían identificados con Jesús como Jesús estaba identificado con el Padre!

          El que persiga al discípulo de Cristo persigue a Cristo. Hech. 9:4, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ¿Cuándo persiguió Saulo a Jesús? Hech. 9:1, “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”.

          10:41  El que recibe a un profeta (como, LBLA) por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo (como, LBLA) por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. (Mar. 9:37; Luc. 9:48). Al leer la palabra profeta pensamos en Isaías, Jeremías, etc., pero recuérdese que había profetas también en la iglesia (Hech. 13:1; 21:10; 1 Cor. 12:28; Efes. 2:20). La viuda recibió al profeta Elías como profeta y fue recompensada (1 Reyes 17:8-16).

          Obsérvese que Jesús (el N. T.) no deja de hablar de recompensa (5:10-12; Luc. 6:23, 35; Col. 3:24; Heb.11:6; 2 Jn. 8; Apoc. 22:12). A los calvinistas (y esto incluye a los hermanos que están bajo la influencia del calvinismo) no les gusta hablar de recompensa, galardón, premio, etc., porque creen que este concepto está en conflicto con la gracia. Confunden recompensa con mérito. ¿No podemos recibir la recompensa de vida eterna sin merecerla? Claro que sí. La recompensa es simplemente la bendición o dádiva prometida a los fieles. Nadie puede merecer la salvación, pero este texto y muchos otros nos hacen ver que la salvación es condicional. No la merecemos pero tenemos que obedecer al evangelio (2 Tes. 1:7-9; 1 Ped. 4:17,18) y llevar vidas fieles en el servicio de Cristo.

          10:42 -- Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. – La palabra pequeñitos de este texto no se refiere a los niños, sino a “estos mis hermanos más pequeños” (25:40), pues “en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí lo hicisteis”.    

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