Juan 2

 

2:1 Al tercer día -- después de llamar a Felipe y Natanael (1:43, 47).

          -- se hicieron unas bodas (fiesta de bodas, véase Mat. 22:2, 8) en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. -- Juan no dice que María fue invitada, sino que "estaba allí". Obviamente María era muy amiga (tal vez pariente) de la familia que celebró la boda, porque compartió la responsabilidad de servir a los invitados.

 

2:2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. -- Jesús no practicaba la vida monástica; en lugar de aislarse, El era "el Hijo del Hombre, que come y bebe" (Mat. 11:19). Desde luego, no era "un hombre comilón y bebedor de vino", como le acusaron, pero estos textos indican que Jesús no llevaba una vida ascética como monje, sino que libremente se asociaba con la gente. ("Ascetismo, Vida consagrada a los ejercicios piadosos. Doctrina que prescribe una vida austera, la renuncia a las cosas terrenas y a los placeres", Larousse; compárese Col. 2:20-23). En esta ocasión El y sus discípulos fueron invitados a las bodas y aceptaron la invitación (compárese Luc. 5:29). Después el apóstol Pablo escribió, "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Jesús dio instrucciones a sus discípulos en cuanto a su conducta "cuando fueres convidado por alguno a bodas" (Luc. 14:8-11).

          En esta ocasión Jesús honró el matrimonio con su presencia y con un milagro. El matrimonio es de Dios (Gén. 2:24; Mat. 19:4-6) y es una de las más grandes bendiciones que Dios ha dado al hombre. Pablo compara la relación entre el marido y su esposa con la de Cristo y su iglesia (Efes. 5:22-32).

          Muchas personas aceptan la invitación a las bodas de personas que no deben casarse (Mat. 5:32; Mat. 19:9), pero Jesús no habría aceptado la invitación a esa boda si hubiera sido una relación adúltera. Los que quieran invitar a Jesús a sus bodas deben respetar sus enseñanzas sobre el matrimonio.

 

2:3 Y faltando el vino, -- ¡Fue una emergencia social! En esa cultura si el vino se hubiera acabado totalmente, habría sido un desastre social, un insulto para los convidados, y los anfitriones habrían sido arruinados socialmente.

          -- la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. -- María tenía mucha confianza en Jesús. ¿Por qué no despachó a los que servían para que pidieran vino de los vecinos? Recordemos tales textos como Luc. 1:26-38; 2:41-51 y como "su madre guardaba todas estas cosas en su corazón"; sin duda ella habrá sabido del testimonio de Juan el bautista acerca de Jesús; del descenso del Espíritu Santo como paloma sobre El, y la voz del cielo que proclamó que "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3:16), como también del testimonio de sus discípulos que ahora le acompañaban. Seguramente ella no esperaba ayuda ordinaria de Jesús.

 

2:4 Mujer -- Si esto nos suena irrespetuoso, recordemos Jn. 19:26, cuando en la cruz Jesús dijo a su madre, "Mujer, he ahí tu hijo". No había falta de respeto en llamarle "mujer". Véanse también 20:13, 15; 4:21.

          -- ¿qué tienes conmigo? -- literalmente, "¿qué a ti y a mí?" ¿Qué tenemos en común con respecto a esto? Jesús "estaba sujeto" a José y María (Luc. 2:51), pero El está entrando de lleno a lo que sería su ministerio y ahora ella tiene que estar sujeta a El como su Señor y Salvador. Ella no tenía nada que ver con el uso de sus poderes divinos, y durante todo su ministerio Jesús nunca recibió directivas de ella. Jesús "sabía lo que había de hacer" (compárese 6:6).

          -- Aún no ha venido mi hora. -- En algunos textos (7:30; 8:20, 12:23; 13:1) esta expresión se refiere a la crisis y clímax de su vida, la hora de su muerte. Hasta que llegara su hora los judíos no pudieron prenderle ("Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas", Luc. 22:53). Sin embargo, aquí (2:4) parece que su hora se refiere a la hora de manifestar su gloria (ver. 11). En el momento apropiado El haría lo que quería hacer, pero su madre no tenía nada que ver con esa decisión.

 

2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. -- Para los que servían Jesús era simplemente uno de los convidados y no hubieran esperado recibir órdenes de El. Por eso, María les instruye de esta manera, indicando que esperaba la intervención de Jesús.

          Moisés dijo la misma cosa que María: "A él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo" (Hech. 3:22, 23).

          Sobre todo, el Padre lo dijo: "A él oíd" (Mat. 17:5).

          ¡Qué buen consejo, pues, dio la madre de Jesús! ¡Qué bueno si todo el mundo aceptara su consejo! Si queremos sus favores, debemos obedecer sus órdenes. Cada palabra de María tuvo importancia y contiene una lección para nosotros:

          1. "Haced". Los que han caído bajo la influencia del calvinismo enseñan que el hombre obtiene la salvación por medio de la fe sola y, por eso, no quieren saber nada de "hacer". El consejo de María es bueno: "Haced" lo que Jesús manda.

          2. "todo". "Haced todo lo que os dijere". Los discípulos de Cristo no deben escoger ciertas partes de la enseñanza de Jesús para obedecerlas y dejar las que no les convengan. La obediencia parcial no es obediencia, sino desobediencia.

          3. "lo que". No "algo semejante" y no "el espíritu de lo que El dice", sino "lo que" que El dice. No nos toca substituir "lo que" Jesús enseña por lo que opinemos o por lo que los hombres enseñen (Mat. 15:8, 9).

          4. "os". En cuanto a la enseñanza de Jesús el pronombre "os" abarca a todo el mundo.

          5. "dijere". Cristo nos ha hablado para revelarnos su voluntad; el Nuevo Testamento es su palabra. Lo que no ha dicho no tiene autoridad. Algo semejante a lo que El dicho no tiene autoridad. "Dios ... nos ha hablado por el Hijo" (Heb. 1:1, 2). Por eso, "Haced todo lo que os dijere". Cristo habla a todos. Da instrucciones para todos: en cuanto al plan de salvación, la vida cristiana, los deberes domésticos; en fin, El nos instruye en todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3).

 

2:6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, -- Mat. 15:2; Mar. 7:3, 4. Estas tinajas no eran "para vino" sino "para agua"; es decir, no había algo de vino en el fondo de ellas que pudiera haber dado el sabor de vino al agua.

          -- en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. -- "Un cántaro equivale a unos 40 litros" (LBLA, margen). Este detalle se menciona para enfatizar la gran cantidad de agua que Jesús convirtió en vino (unos 150 galones aproximadamente). Compárese el milagro de alimentar a los 5000 varones, 6:10.

 

2:7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. -- Esto es un ejemplo de obedecer sin entender. Los que hicieron esto no eran esclavos, sino "los que servían" (diakonois, ayudantes, asistentes). Las tinajas no fueron llenadas por los discípulos de Jesús, sino por "los que servían" (personas escogidas por el esposo u otros encargados). El agua no vino de alguna fuente desconocida. Estos detalles sirven para eliminar cualquier duda en cuanto a la veracidad del milagro.

          -- Y las llenaron hasta arriba. -- ¿Con qué propósito habrían de llenar las tinajas de agua? De esa manera no sería posible agregar nada al agua.

 

2:8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. -- Sin ceremonia, con la pura fuerza de su divina voluntad, Jesús cambió el agua en vino, demostrando que El es Dios de la naturaleza, Dios de la materia.

          Moisés hizo la señal de transformar el agua en sangre. Jesús hizo la señal de transformar el agua en vino.

 

2:9, 10 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. ¿Qué habrá respondido el esposo? Juan no dice, pero obviamente él habrá dicho, "Pero, yo no hice tal cosa, y no puedo explicar este fenómeno".

          -- el buen vino -- ¡He aquí el testimonio de un hombre que confirmó el milagro sin saber que fue milagro! El maestresala no sabía lo que había pasado. No sabía nada de la orden de llenar las tinajas con agua. Lo que sí sabía fue que lo que tomaba no solamente era vino sino "buen vino". Con esto él autentificó o acreditó el milagro. Las obras de Jesús hablan por sí solas. Por su parte el maestresala creía que alguien había cometido un error. Pero ¿qué habrá pensado el esposo? No entendería este fenómeno, pero sí sabía que no había guardado el mejor vino para servirlo después de que los huéspedes hubieran bebido mucho.

          El maestresala probó el agua hecha vino; es decir, él se dio cuenta de la substancia y el sabor del vino. Ya no era agua sino vino. (No es así en la llamada transubstanciación, porque cuando el sacerdote prueba el vino -- que, según la Iglesia Católica Romana, al ser bendecido llega a ser literalmente la sangre de Cristo -- no tiene sabor de sangre sino de vino).

          -- ya han bebido mucho -- Algunos han concluido que los que "ya han bebido mucho" no podían distinguir entre vino bueno y vino malo por estar medio ebrios, pero en realidad él simplemente habló de la práctica común y conocida por todos, de que normalmente el mejor vino se sirve primero y el inferior después. Así era la costumbre, pero en esa ocasión no se siguió la costumbre, sino que no se sirvió el buen vino al principio de la celebración.

          El que predique sobre este evento debe tener cuidado de no acusar a Jesús de promover la borrachera. El Espíritu Santo describió la maldad y la maldición de bebidas intoxicantes (Prov. 20:1; 23:31; Isa. 22:12-14). ¿Hemos de creer que Jesús hizo vino de esa clase? La Biblia habla de la bendición que trae el vino (Sal. 104:15; Isa. 55:1; 65:8), pero no se puede probar que el vino que Jesús hizo era intoxicante.

          ¡Tenga cuidado! Si se afirma (1) que la expresión "ya han bebido mucho" significa que los huéspedes estaban medio ebrios, y (2) que Jesús produjo vino intoxicante, entonces (3) la conclusión ineludible sería que Jesús produjo más vino intoxicante para que los huéspedes medio ebrios se emborracharan más.

          La palabra oinos puede significar la uva misma (como también el jugo de uva o el vino fermentado). Véanse Joel 3:18 y Amos 9:13, (LBLA), "los montes destilarán vino dulce"; Jer. 48:33, "el vino de los lagares". La palabra hebrea yayin se usa de la uva y del jugo de la uva en cualquier estado.

          Para mucha gente moderna "el buen vino" es el más intoxicante, pero esto solamente demuestra su prejuicio. Para la gente de aquel tiempo el buen vino era el vino más puro, más fresco y dulce.

          Varios escritores antiguos (no judíos ni cristianos) hablan del vino que no es intoxicante y también hablan de métodos de conservar el jugo de uva para evitar la fermentación.

 

2:11 Este principio de señales hizo Jesús -- Jesús mismo era el milagro más grande de todos (MH), pero este fue el principio de las señales que hizo Jesús. Este milagro fue el principio de las señales, y la última (y principal) señal fue su sepultura y resurrección (Mat. 12:39, 40).

          Las obras apócrifas del catolicismo que hablan de los milagros de la niñez o juventud de Jesús son puras fábulas y deben ser rechazadas. Dice Juan que este milagro fue el "principio" de las señales que Jesús hizo. Sus señales comienzan ahora porque su predicación comienza ahora, pues las señales convencían a los sinceros de que Jesús era el Hijo de Dios y, por eso, debería ser escuchado y obedecido.

          La palabra "señal" quiere decir "marca, indicación, prenda". Las señales de Jesús eran prendas de autoridad y poder divinos. Sus señales dicen algo: ¡manifiestan su gloria! Tienen su mensaje (que Cristo es el Hijo de Dios), y este mensaje debe ser oído, creído y obedecido, pero el mensaje de las señales no fue escuchado por los que tenían sus ojos cerrados y sus oídos tapados (Mat. 13:15).

          Juan relata siete señales hechas por Jesús: 2:1-11, convirtió el agua en vino; 4:46-54, sanó al hijo de un noble; 5:1-9, sanó al paralítico; 6:1-14, alimentó a los 5000; 6:12-21, anduvo sobre el mar; 9:1-12, restauró la vista al ciego; y 11:39-44, levantó a Lázaro de entre los muertos. Las señales físicas demostraban verdades espirituales: p. ej., Jesús sanó el cuerpo enfermo para que la gente creyera que El es Buen Médico del alma enferma; dio pan físico a la multitud para que creyeran que El es el Pan de vida; levantó a los muertos para que la gente creyera que El era la "resurrección y la vida", etc.

          -- en Caná de Galilea, -- un lugar nada prominente ni importante según los judíos (los de Judea).

          -- y manifestó su gloria; -- su potencia divina, 1:14. Cristo, el Creador (1:3) que hizo la vid por la cual el agua pasa para formar la uva, puede transformar el agua en vino sin la vid.

          -- y sus discípulos creyeron en él. -- Juan no registró este evento simplemente como una historia interesante, pues ni siquiera escribió los nombres de los novios, sino como una señal, para que la gente creyera en El (1:12; 2:23; 20:30, 31). Lamentablemente, "a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él" (12:37).

         

2:12 -- Después de esto descendieron a Capernaum, -- Mateo habla de Capernaum como la ciudad de Jesús (Mat. 9:1, "vino a su ciudad"). Hizo muchas señales en esta ciudad (Mat. 11:23).

          -- él, su madre, sus hermanos (adelphoi) -- La lectura objetiva de estas palabras bíblicas convencerá a cualquiera que, como Jesús tenía madre, también tenía hermanos uterinos. Sus nombres eran Jacobo (Santiago), José, Judas y Simón (Mar. 6:3). Pero la Iglesia Católica Romana, para "comprobar" su dogma de la supuesta virginidad perpetua de María enseña que la palabra hermanos significa parientes o primos. Sin embargo, Mateo no dice anepsioi (primos) ni sungeneis (parientes), sino adelphoi (hermanos). Mateo 1:24, 25, hablando de José, dice, "recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito", dando a entender que después de nacer Jesús, José y María fueron esposos en el sentido normal del matrimonio. ¿Cuál es el propósito del dogma de la supuesta virginidad perpetua de María? Obviamente es para probar que el celibato es más santo y piadoso que el matrimonio. La Biblia no enseña tal doctrina (Mat. 19:4-6; Heb. 13:4; 1 Cor. 7:2).

          -- y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

 

2:13 -- Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, -- Juan habla de la pascua en este texto, posiblemente en 5:1, otra vez en 6:4 y finalmente en 11:55. De esta manera se concluye que el ministerio de Jesús duró tres años y unos meses. También Jesús estuvo en Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos (7:2, 10), y para la fiesta de la Dedicación (10:22). Mateo, Marcos y Lucas relatan ampliamente el ministerio de Jesús en Galilea, mientras que Juan enfatiza su ministerio en Judea. Mateo (23:37-39) registra, sin embargo, la lamentación de Jesús sobre Jerusalén, y esto indica que le había hecho muchos llamados.

          La pascua era una de las tres fiestas solemnes celebradas anualmente en Jerusalén, a la cual a todo varón judío se le obligaba que asistiera. La pascua se celebraba como recordatorio de la liberación del pueblo de Israel de Egipto. La fecha de esta fiesta era el día catorce del mes de Nisán (Abib). En ese día, entre las tres y las seis de la tarde, cada familia mataba un cordero macho de un año, sin defecto. Luc. 22:1 dice, "Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua". Esta fiesta duraba desde el quince hasta el veintiuno de Nisán (Núm. 28:17).

 

2:14 -- y halló en el templo -- No en el naos (el santuario, que contenía el lugar santo y el lugar santísimo), sino en el hieron, todo el espacio (unas 7.5 hectáreas o 19 acres) que rodeó el santuario que estaba dividido en cuatro atrios. Para ir hacia el santuario desde el este se atravesaba primero el atrio de los gentiles, luego el atrio de las mujeres y, por último, el atrio de los sacerdotes. El mercado estaba en el primer atrio (el de los gentiles). Solamente hasta este atrio podrían entrar los gentiles. En ese lugar podrían orar, meditar y aprender del único Dios Vivo. Como dice Marcos 11:17, "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones".

          -- a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, -- Núm. 28:19-25 habla de los sacrificios que Dios requería durante la fiesta de los panes sin levadura. El texto habla de becerros, carnero, corderos, y macho cabrío. Judíos de todas las naciones (2:5) llegaban a Jerusalén para estas fiestas y, en lugar de traer animales, palomas, etc., traían dinero para comprarlos al llegar a Jerusalén. De esto habla este texto. Algunos judíos, aprovechándose de esta necesidad de la gente, no sólo vendían animales y aves para los sacrificios en el templo mismo, sino que también como ladrones, defraudaban al pueblo (Mat. 21:13). Así es que el templo -- el atrio de los gentiles -- se convertía en un corral de ganado.

          -- y a los cambistas allí sentados. -- Según Ex. 30:13 todo varón judío tenía que pagar el impuesto anual de medio siclo (compárese Mat. 17:24-27). En realidad lo que los cambistas hacían era necesario, porque solamente dinero judío era aceptable para los usos del templo y, por eso, el dinero romano tenía que cambiarse.

 

2:15, 16 -- Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; -- Este es el Cristo desconocido por muchísimas personas que profesan ser sus discípulos, porque su concepto de Cristo es el de las pinturas católicas de un alto, rubio, europeo con cabello de mujer, cargando un corderito en los brazos. Tal "cristo" no existe excepto en la ignorancia de los que no aman la verdad. Los tales deben leer con cuidado este texto y también 18:4-6; Luc. 4:29, 30; y Apoc. 1:12-18. Cristo recibe con toda ternura a los pecadores arrepentidos, y tiene paciencia con sus discípulos aunque tengan muchas debilidades (con tal que sean sinceros), pero es "el León de la tribu de Judá" (Apoc. 5:5) para con los rebeldes, obstinados e hipócritas (Mat. 23).

          -- y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado (emporiou, emporio, centro comercial). -- Según Mat. 21:12 (Mar. 11:15-19; Luc. 19:45-48) Jesús hizo la misma cosa otra vez cerca del fin de su ministerio. Zac. 14:21, "y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos". De esta manera Jesús condenó el espíritu mundano y carnal de los judíos. Según Mat. 21:12 Jesús dijo que hacían de la casa de Dios una cueva de ladrones (Marcos y Lucas dicen lo mismo). Esto indica que no solamente hacían mercadería de las cosas de Dios, sino que eran avaros, deshonestos, y chuecos y que defraudaban a la gente. Se aprovechaban de la necesidad de la gente de conseguir los animales apropiados para los sacrificios y de cambiar su dinero romano en dinero judío. Por todo esto les cobraban precios exorbitantes.

          Mar. 11:17, "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones". Llegaban los gentiles (como Cornelio) al único lugar que podían ocupar, y al llegar ¿qué veían, oían y olían? El bramido o mugido de bueyes y vacas, balido de ovejas, el arrullo de las palomas, los gritos de los vendedores, el regateo, y el tintineo de las monedas. ¿Y el olor? ¿Qué impresión habrá tenido todo esto sobre el gentil que buscaba a Dios? ¡Qué bienvenida! Cristo denunciaba a los que impedían la llegada de la gente a Dios (Mat. 23:13; Luc. 11:52), como a todos los que causan tropiezos (Mat. 18:6, 7).

          Es interesante observar otro detalle narrado por Marcos (11:16), "Y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno". Parece que algunos usaban los atrios del templo como travesía, y esto también era acto de desprecio.

          Jesús limpió el templo dos veces: al iniciar su ministerio y terminarlo. Sin embargo, al concluir su ministerio Jesús vio el templo como una "causa perdida" y lo llama "vuestra casa" (Mat. 23:38) y dice que "os es dejada desierta" (sería destruida) (24:2).

          Muchas iglesias -- católicas, evangélicas, etc., y hasta algunas iglesias de Cristo -- no deben criticar a estos judíos, porque sus propios "templos" se han convertido en casas de mercancía, o de diversión (teatro, películas, bailes) o, en algunos casos, aun de campañas políticas.      El clero romano ofrece rifas, juegos de bingo, para competir con los casinos y la lotería. Entre las iglesias hay muchas casas de comercio. Muchas iglesias cometen el mismo error que los que vendían ganado y cambiaban dinero en el templo, porque venden pasteles, tamales, ropa usada, etc. para sufragar gastos de la iglesia (principalmente los del pastor). Aun piden donativos a los inconversos, mayormente a los comerciantes.

          Si hoy en día Cristo escribiera cartas a las iglesias de Cristo como las de Apoc. 2 y 3, limpiaría otra vez su templo. Si visitara a las iglesias de Cristo de Estados Unidos y de otros países, ¿qué encontraría? Que muchos hermanos han aceptado el evangelio social que, según ellos, es el evangelio completo, el evangelio para el hombre entero (espiritual, mental, físico, social). Por lo tanto, han dejado el patrón bíblico y han establecido escuelas, clínicas, asilos, etc., para imitar a los sectarios.

          "Harán mercadería de vosotros", 2 Ped. 2:3. Pedro habla de aquellos que abusan de su posición religiosa para la ganancia personal. Sobre todo, se aprovechan de la ignorancia de la gente. Los que rehúsan estudiar para aprender la voluntad de Dios para probar a los espíritus (1 Jn. 4:1) llegan a ser víctimas de los tales.  Pablo habla de aquellos que "toman la piedad como fuente de ganancia" (1 Tim. 6:3). "No sirven al Señor sino a sus propios vientres" (Rom. 16:18). "Se han lanzado por lucro en el error de Balaam" (Judas 11). "Cazan las almas de mi pueblo para mantener así su propia vida" (Ezeq. 13:18). "Se apacientan a sí mismos" (Ezeq. 34, Judas 12). "Devoráis las casas de viudas y como pretexto hacéis largas oraciones" (Mat. 23:14).

          El diezmo es el medio más efectivo para sacar fondos de la gente. El diezmo era para el mantenimiento de los levitas porque esta tribu no tenía herencia en la tierra (solamente tenían ciudades) (Lev. 27:30-34; Núm. 18:21; Mal. 3:10). ¿De qué tabernáculo hablan estos textos? ¿de los tabernáculos de los evangélicos? ¿los pastores evangélicos son levitas?

          Los televangelistas se desvelan para idear y maquinar medios de separar a sus oyentes de su dinero (para que llegue al bolsillo del televangelista). Ofrecen un surtido casi sin límite de artículos que ellos "regalan" (libros, música grabada, estudios) a los que les envíen ofrendas. Prometen orar por todos los que apunten en un papelito sus problemas, enfermedades, etc. con tal que envíen su ofrenda.

          Sería bueno volver a leer los textos (Jn. 2, Mat. 21) que demuestran el celo de Jesús por la casa de Dios. ¿No tendrá aun más celo por la limpieza de la iglesia que es su esposa? Los que promueven toda clase de mercadería desprecian a la iglesia. Para ellos la iglesia es simple y sencillamente un mercado conveniente. Sin embargo, las víctimas del sistema son responsables por su ignorancia y por dejar que los falsos maestros abusen de su confianza. En cualquier momento la gente puede rechazar la mercadería religiosa y gozar de la libertad en Cristo.

 

2:17 -- Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume. -- Sal. 69:9, "Porque me consumió el celo de tu casa". Los discípulos de Jesús eran estudiantes serios de las Escrituras. Este texto (Sal. 69:9) estaba bien grabado en su memoria, y vieron su cumplimiento en esta acción de Jesús. "Se acordaron" porque habían estudiado las Escrituras cada sábado en la sinagoga. Si los que asistan a los servicios y clases bíblicas de la iglesia ponen atención, podrán acordarse de importantes textos en el momento oportuno (p. ej., como lo hizo Jesús, Mat. 4:1-11).

          Seis de los salmos son citados en el Nuevo Testamento y aplicados a Cristo (Sal. 2, 22, 89, 110, 118). Se les llaman, pues, salmos mesiánicos. El Salmo 69 es citado varias veces en el Nuevo Testamento: Mat. 27:34, 48; Jn. 15:25; Rom. 15:3, etc.

 

2:18 -- Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? -- Mat. 16:1. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Cuáles son sus credenciales? Es de extrañar que no resistieran a Jesús. ¿Cómo fue posible que permitieran que El hiciera lo que hizo? Tenían espíritu de cobardía, porque su propia conciencia les acusaba (compárese 8:9). En varias ocasiones los judíos mostraron su debilidad delante de Jesús: p. ej., Juan 18:4-6, en el huerto Cristo preguntó a los que habían llegado para prenderle, "¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy ... Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra". La presencia de Jesús era augusta e imponente.

          Ahora sólo preguntan, "¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?" No entendían que lo que El hacía era una señal, porque no solamente cumplió la profecía de Sal. 69:9, sino también la de Mal. 3:1-3. Lo que El ya había hecho en su presencia era suficiente para confirmar que El era el Mesías, el Hijo de Dios, que había venido para limpiar la casa de Dios.

 

2:19 -- Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo -- Jesús emplea la palabra para el santuario (naos), porque el santuario literal era figura o símbolo del cuerpo de Cristo. Predice que como los judíos profanaban el templo literal, también destruirían el cuerpo de Cristo, en el cual habitaba la Deidad (Col. 2:9).

          -- y en tres días lo levantaré. -- Iba a resucitar en tres días. Jesús habló por parábolas a los que voluntariamente ignoraban la verdad (2 Ped. 3:5) y amaban la mentira (2 Tes. 2:10-12). "Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mat. 13:13). su respuesta en esta ocasión nos recuerda de Mat. 12:38-40. Le pidieron una señal y les dijo, "La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches". En los dos casos la única señal prometida fue la de su propia muerte, sepultura y resurrección.

          Juan registra esta frase ("Destruid este templo y en tres días lo levantaré") y Mateo (26:61) y Marcos (14:58) relatan cómo este dicho fue tergiversado por los judíos. Cuando Jesús estuvo delante del concilio la última vez, dos testigos falsos dijeron, "Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat. 26:60, 61).

         

 

2:20 -- Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, -- Los judíos estaban enamorados del tipo (el templo físico), y no les interesaba el antitipo (el cuerpo de Cristo). Aparte de los 46 años, podían haber hablado también del ejército de trabajadores que lo estaban construyendo, el costo de materiales, etc. Todavía no lo habían terminado. De hecho, seguían con la construcción del templo hasta el año 64 (aprox.), y en otros seis años fue destruido por los romanos. Para los judíos el templo no era tipo de nada, porque para ellos el propósito del templo era el templo mismo, y creían que existiría para siempre. Confiaban de todo corazón en su templo (Jer. 7:4) y no se imaginaban que sería destruido.

          -- ¿y tú en tres días lo levantarás? -- Imagínese con qué desprecio decían esto.

 

2:21 -- Mas él hablaba del templo de su cuerpo. -- Ese templo literal era tipo del cuerpo de Cristo, porque el templo simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. "Dios no habita en templos hechos por manos humanas" (Hech. 17:24), sino que vino en la persona de Jesucristo para estar con su pueblo (1:14; Mat. 1:23). Cristo era el verdadero templo.

          A veces, como en esta ocasión, Juan explica las palabras de Jesús: p. ej., en otra ocasión (7:39) explicó la frase, "de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él".

 

2:22 -- Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. -- La implicación necesaria es que también nosotros debemos creer la Escritura (Luc. 24:44, en particular, Sal. 16:10). Véanse Hech. 2:31; 13:35).

          En ese momento los discípulos no entendieron las palabras de Jesús, pero las guardaron en su corazón; después las entendían. Esto sirve como ejemplo para nosotros: nos conviene estudiar la Palabra y, aunque a veces haya textos difíciles de entender, si los guardamos en la memoria y los meditamos, después los entenderemos mejor.

 

2:23, 24 -- Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. (2:23; 4:45; 20:31) Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, -- La gente seguía a Jesús por varias razones: (1) algunos eran sinceros y buscaban los beneficios espirituales que El les ofrecía; (2) otros le seguían porque querían ver más señales (Mat. 16:1-4); (3) algunos querían más panes y peces (6:26); (4) los que tenían ambiciones políticas querían que El fuera su rey (6:15); y (5) sin duda, muchos les seguían simplemente porque otros le seguían. Nadie engañó a Jesús. El sabía perfectamente lo que los judíos harían con El y que sería desamparado aun por sus discípulos más cercanos.

          El conocía a las multitudes que le seguían. Muchos creían en El porque hacía señales, pero tenían que entender que el discipulado requiere la abnegación de sí, que sería la causa de graves problemas con los seres amados, y que deberían buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. ¿Qué pasaría con estos creyentes cuando verdaderamente se dieran cuenta de lo que El requería de ellos? Algunos seguirían con El, pero otros volverían atrás (6:60, 68). Muchos le escucharían y seguirían solamente "hasta aquí"; es decir, pondrían límites a su aceptación de Jesús. ¿Cristo debería fiarse de los tales?

 

2:25 -- y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre. -- Todo lo que había visto en el templo (mercaderes llenos de avaricia, extorsionadores) no le sorprendió; tampoco se fiaba de estos que habían visto sus señales y creían en El, porque ¡Cristo es Dios y conoce al hombre! Ya había demostrado que conocía a Simón (1:42), y a Natanael (1:47, 48), y a Nicodemo (3:2-5).        Sabía los pensamientos de la gente (Mat. 9:4; 12:25; Luc. 5:22; 6:8; 9:47; 11:17). Sabía la vida íntima de la mujer samaritana; sabía de sus esposos y de su condición actual (4:16-18). He aquí el testimonio de esta mujer: "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho", 4:29. Jesús "sabía lo que iba a hacer" con respecto a la alimentación de los 5000 (6:6), y sabía lo que la gente tenía en mente cuando le buscaba el día siguiente (6:25, 26). "Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar" (6:64, 70, 71; 13:11). Sabía que los judíos procuraban matarle sin que nadie se lo dijera (7:19). Tenía conocimiento perfecto de Dios (7:29). Sabía cuándo llegó "su hora" (12:23). Sabía cómo iba a morir (12:32, 33). Como dijo Simón Pedro, "Señor, tú lo sabes todo" (21:17).

          No fue engañado ni sorprendido por Pedro o Judas. ¡Esto demuestra que cuando Cristo estaba aquí en la tierra era omnisciente! ¡Imagínese que otra persona conociera no solamente lo que usted haya hecho o dicho, sino también aun sus pensamientos! Solamente Dios tiene este poder. Al leer estos y otros textos semejantes ¿quién puede dudar de la omnisciencia de Jesús? Pero, lamentablemente, algunos de nuestros propios hermanos (que profesan ser conservadores) enseñan erróneamente que cuanto Cristo vino a la tierra se despojó a sí mismo de sus atributos divinos.

 

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