“David Subió La Cuesta de los Olivos … Llorando”

          Todos han oído del Monte de los Olivos. Mateo, Marcos y Lucas hablan de este monte varias veces, describiendo varios eventos en la vida de Jesús.

          Pero muchos años antes del ministerio de Jesús vemos una escena muy triste en este monte.

          2 Samuel 15:30, “Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían”.

          ¿Cómo podía ocurrir una escena tan triste? En 1 Samuel 13:14 David es llamado “¡Un varón conforme a su corazón!” ¿Quién podría desear algo mejor que esto?

          Pero aquí está este mismo David, llorando al subir el monte de los Olivos. Esto no tuvo que suceder. No debió haber sucedido. Todo iba bien con él. Dios le había prosperado en todo. Le había exaltado como rey de reyes. ¿Qué pasó?

          El primer paso desviado. 2 Samuel 11:1-5, comete adulterio con Betsabé.

          El segundo paso desviado. 2 Samuel 11:6-17, pone a Urías al frente de la batalla.

          La reprensión, el arrepentimiento y la consecuencia. 2 Samuel 12:1-10.

          Salmo 51, ¿Arrepentido? Sí … ¿Perdonado? Sí … ¿Aceptó el perdón? Sí …

¡Pero no podía evitar las consecuencias de su maldad!

          2 Samuel 12:10, “Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer”.

          ¡No se apartará jamás de tu casa la espada! Esa sentencia debería hacerle temblar.

          La muerte de su hijo. 2 Samuel 12:13-14, “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.  14  Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá”. ¡Ya la espada estaba en la casa de David!

          Entonces vino la pesadilla de todo padre: la conducta escandalosa de sus propios hijos.

          El pecado de su hijo, Amnón, quien violó a su hermana, Tamar. 2 Samuel 13:1-19.

          El pecado de su hijo, Absalón, quien después de dos años mató a Amnón por haber violado a Tamar y luego huye a Gesur. 2 Samuel 13:20-39.

          Todo esto causó mucha aflicción al rey. De veras la espada no se apartaba de su casa, sino que le hirió repetidas veces.

          El pecado de su hijo, Absalón, quien “robaba el corazón de los de Israel” y usurpó a su padre. 2 Samuel 15:1-13.

          2 Samuel 15:14, “Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada”.

          Aquí está el gran rey David huyendo de su propio hijo.

          Aquí está la espada .. otra vez … la espada que nunca se apartaba de su casa.

          En esta ocasión “David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían” (2 Samuel 15:30).

          Otro evento muy escandaloso:

          2 Samuel 12:11, “Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol.  12  Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol”.

          Esto se llevó a cabo al pie de la letra: 2 Samuel 16:22, “Entonces pusieron para Absalón una tienda sobre el terrado, y se llegó Absalón a las concubinas de su padre, ante los ojos de todo Israel”.

          La muerte de Absalón. 2 Samuel 18:9, “iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante”.

          2 Samuel 18:14, “Joab … tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina”.

          David estaba muy afligido. 2 Samuel 18:33, “Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!”

          Esto bien ilustra el hecho que los padres siempre lamentan la muerte de sus hijos, aunque hayan sido muy rebeldes.         

          De veras la espada nunca se apartó de la casa de David después de su pecado con Betsabé.

          Otro hijo rebelde. Dios había escogido a Salomón para el sucesor de David.

          Pero aun en su lecho de muerte David tuvo que sufrir más.

          1 Reyes 1:5 dice, “Entonces Adonías (otro hijo de David) … se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él”

          1 Reyes 1:6 nos da una de las causas del carácter depravado de sus hijos: “Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón”.

          Los que tienen hijos tan consentidos probablemente subirán su propio “monte de Olivos” llorando, porque como dice Prov. 29:15, “El muchacho consentido avergonzará a su madre”.

La Lección Principal De Estos Eventos

          El pecado carga consigo sus consecuencias. Son ineludibles.

          Gálatas 6:7, “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.  8  Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

          Oseas 8:7, “Porque sembraron viento, y torbellino segarán”.

          Proverbios 6:27, “¿Tomará el hombre fuego en su seno  Sin que sus vestidos ardan?  28  ¿Andará el hombre sobre brasas  Sin que sus pies se quemen?”

          La mejor manera de evitar el pecado es tener la actitud de José: Génesis 39:9, “¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”

          Proverbios 7:19, La seductora dice, “Porque el marido no está en casa;  Se ha ido a un largo viaje”. Nadie sabrá. Nadie nos puede descubrir ... Pregunte a David si esto es cierto.

          Pregunte a Pedro. Mateo 27:72, “No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo.  75  Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”.

          Al oír el gallo y al ver a Jesús reconoció lo que había hecho. “He negado a Cristo … como El decía”. ¡Lo he hecho! Y lloró amargamente.

          Durante el resto de su vida, ¿podía Pedro escuchar el canto del gallo sin recordar esa noche?

(Basado en un sermón predicado por el hermano David Smitherman)

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