LUCAS 9

 
 

Continúa

La transfiguración de Jesús

       9:28  Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. – Dice Mateo 17:1, “Seis días después”; no hay conflicto aquí, pues se refieren a una semana, “como ocho días”), Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano. Estos tres acompañaron a Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo, y también en el huerto de Getsemaní, Mat. 26:37. De esa manera había tres testigos de estos eventos. Sin lugar a dudas estos eventos fortalecieron la fe de estos tres apóstoles y, en turno, ellos podían fortalecer la fe de los demás.

       9:29  Y entre tanto que oraba (compárense 3:21; 6:12; Mar. 1:35; 14:23)., la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. – Mat. 17:2  “se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol (Apoc. 1:16), y sus vestidos se hicieron blancos (Mar. 9:3, resplandecientes muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos) como la luz”. Los tres apóstoles eran testigos de la gloria celestial de Cristo.

       Jesús no llegó a ser puro espíritu, sino que se transfiguró, “cambiar en otra forma” (WEV); “la apariencia de su rostro se hizo otra” (fue alterado). Fue cambiado Jesús y también fueron cambiados sus vestidos. Al ver la transfiguración de Jesús los apóstoles vislumbraron algo de la gloria celestial de Cristo, la gloria que tenía con el Padre (Jn. 17:5).  Compárese Ex.  34:35; Apoc. 1:9-18.

       Es interesante observar que la palabra traducida se transfiguró es la misma que se usa en Rom. 12:2 y 2 Cor. 3:18; es decir, como Jesús fue transfigurado físicamente, nosotros debemos ser transfigurados (transformados) espiritualmente.

       El relato de Lucas parece indicar que pasaron la noche sobre el monte, pues dice que los apóstoles “estaban rendidos de sueño” (v. 32) y luego el v. 37 dice “Al día siguiente, cuando descendieron del monte”. “En ese caso el resplandor del rostro de nuestro Señor y de sus vestidos, y la nube brillante serían más manifiestos, y toda la escena sería más extraordinaria” (JAB).

       9:30  Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; -- probablemente estos dos fueron escogidos para esta ocasión como los representantes de la ley y de los profetas. Aquí está otro texto muy significativo que confirma que los muertos ¡están vivos! Compárense 16:19-31; Mat. 22:32.

       9:31  quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. – “De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!”  (12:50). Sin lugar a dudas la conversación con Moisés y Elías era de gran aliento para Jesús al contemplar el horrible sufrimiento que le esperaba. “¡Una extraña oportunidad! En medio de su más alta exaltación hablar de sus padecimientos; mientras su cabeza brillaba con gloria decir cómo tendría que sangrar con espinas; mientras su rostro resplandecía como el sol, decir que tendría que ser escupido; mientras sus vestidos relucían con brillantez celestial, decir que le serían quitados y repartidos; mientras se veía en medio de dos santos, decirle que tendría que verse entre malhechores” (JAB, citando a Hall).

       9:32  Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús (2 Ped. 1:16),  y a los dos varones que estaban con él. -- Esta fue una experiencia inolvidable para los tres apóstoles, no solamente viendo la gloria de Cristo, sino también teniendo la oportunidad de conocer en persona a Moisés y Elías. Este texto es otro (compárese también Mat 22:32)  que nos da la plena confianza de poder conocer en persona a los fieles de Dios que en esta vida solamente conocemos a través de las páginas de la Biblia. Es un gran consuelo saber que todos los fieles que han terminado su vida terrenal aún viven y todos estaremos juntos en el hogar que Jesús nos prepara (Jn. 14:1-3). Compárese 1 Tes. 4:13-18. En realidad este evento es una prenda de la gloria de Cristo y su pueblo en el “más allá”.

            Los “testigos” de El Atalaya menosprecian este texto diciendo que fue una mera “visión”, pero este versículo (9:32) dice que “Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él”. No era sueño. La palabra “visión” se refiere a los que ellos vieron, estando despiertos. Compárese Hech. 7, “30  Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.  31  Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor”. El ángel, la llama de fuego y la zarza eran literales. La definición básica de la palabra horama es  “aquello que es visto (horao), denota (a) un espectáculo, Mt. 17:9; Hch. 7:31” (WEV).

       9:33  Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. – Mar. 9, “6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados”; “Por la debilidad de la carne a menudo nos asustamos con aquello que debiera animarnos”, MH).

       9: 34  Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.  35  Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; -- Compárese Mat. 3:17. Como una semana antes de esto Pedro había confesado a Jesús como el Hijo de Dios; ahora el Padre lo confiesa.

       -- a él oíd. – no a los escribas y fariseos, no las tradiciones de los ancianos, ni siquiera a Moisés y Elías, sino a Cristo; Hech. 3:22, 23; Heb. 1:1, 2; Mat. 24:35.

       Mat. 17:6 dice que “Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor (Ex. 34:30; 1 Reyes 8:11; Daniel 8:17; 10:9-12; Apoc. 1:17).

       2 Ped. 2, “17  Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.  18  Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo”.

       Juan 1, “14  Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Esta fue una experiencia única e inolvidable para estos tres apóstoles.

       9:36  Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto. – Mat.       17:7, “Entonces Jesús se acercó y los tocó (para calmar sus temores), y dijo: Levantaos, y no temáis.  8  Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.  9  Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”.

       Esta experiencia era para ellos mismos, pero aquí se pone un límite al tiempo de su silencio: “hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”, pero ahora por lo pronto Jesús no quería que dijeran nada de lo que habían visto. Obviamente contaron este evento a otros después porque Mateo, Marcos y Lucas son los que lo narran. “El relato de esta maravillosa escena al pueblo en general, por sus conceptos equivocados acerca del Mesías, no habría hecho otra cosa más que excitar el fanatismo y precipitar la crisis” (JAB).

       1 Jn. 3, “2  Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.

       9:37  Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro.  38  Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo (compárense 7:12; 8:42); 39  y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él. – Mat. 17:14  Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo:  15  Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático (no demente; tenía síntomas como los de la epilepsia) y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. En lugar de “lunático”,  LBLA dice epiléptico; “seleniazo, lit., azotado por la luna .. se refiere a sufrir epilepsia, influencia por la luna”, WEV; “ser epiléptico, suponiendo que la epilepsia vuelve y aumenta con el aumento de la luna” JHT.

       Mar. 9, “17  Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,  18  el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando”.

       El padre reconocía que su hijo tenía “un espíritu mudo” (Mar. 9:17). Mat. 17:18 dice que Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. El verdadero mal de este muchacho fue que estaba endemoniado. Los modernistas niegan que había endemoniados; dicen que tenían problemas psicológicos o físicos. Los demonios eran capaces de provocar toda clase de desorden, y no es correcto decir que todos estos males pueden identificarse con cierta enfermedad conocida ahora.

       9: 40  Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.  –  Este es el único caso registrado en que fallaron; obviamente fue un caso complicado. Mat. 17:19, 20,  “Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?  Recuérdese que Jesús les había dado a sus apóstoles “autoridad sobre los espíritus inmundos”, 10:1, 8, pero la Biblia habla con toda franqueza de las debilidades de ellos (Mat. 15:16; 16:5-11; Mar. 9:6, etc.). “Jesús les dijo: Por vuestra poca fe, porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Jesús les dio poder, pero para ejecutarlo tenían que tener la fe necesaria de que en verdad podían usarlo. En este caso fracasaron.

       Mat. 17:21, “Pero este género no sale sino con oración y ayuno. “Este versículo es espurio, habiendo sido añadido por copiantes de Marc. 9:29. Ya, antes de hacer esto, el pasaje había sido aumentado en Marcos por la adición “y ayuno”, debido al ascetismo entre los primitivos cristianos. Una adición semejante de ‘ayuno’  fue hecha por copiantes en Hech. 10:30; 1 Cor. 7:5, y así se metió en el texto común … La palabra ‘ayunos’ es genuina en Luc. 2:37; Hech. 13:2s; 14:23” (JAB). “La adición de ‘y ayuno’ no aparece en los dos mejores manuscritos griegos (Aleph y B). Es evidentemente una adición posterior para ayudar a dar explicación del fracaso. Pero es innecesaria y también falsa. Es la oración lo que los nueve habían dejado de emplear. Eran impotentes porque no oraban. Su complacencia en sí mismos llevaba a la derrota” (ATR). “En el caso de este muchacho, cualquier ayuno de parte de los discípulos fue imposible. El muchacho fue traído a ellos, no había tiempo para ayunar, había tiempo solamente para oración; no podían posponer el esfuerzo de librar al muchacho hasta un tiempo cuando se sintieran listos” (RCHL).

       9:41  Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.  42  Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.  -- Compárense Mat. 8:13; 9:22; 15:28. Según Marcos 9:22, el padre del muchacho dijo a Jesús, “si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.  23  Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.  24  E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”. 43  Y todos se admiraban de la grandeza de Dios. 

       -- Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:  44  Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado (Mat. 16:21; 20:19; Rom. 8:32) en manos de hombres (26:45). 

       9:45  Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; -- Compárese 2 Cor. 3:15. Hablando de los judíos que no aceptaron a Jesús Pablo dice que “cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos”. ¿Quién puso el velo sobre su corazón? No lo hizo Dios, sino ellos mismos. Lo mismo aquí. Jesús no usa lenguaje figurado; dice explícitamente que El sería entregado en manos de hombres. En los textos paralelos (Mat. 17:22, 23; Mar. 9:33-37) dice que lo “matarán”. Además, Jesús introduce este anuncio de su muerte con las palabras, “Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras”; es decir, El quería que ellos entendiesen. Por eso, no tiene sentido decir que estas palabras estaban veladas por Dios para que no las entendiesen. Dice Hendriksen que muchos intérpretes creen que “Las palabras ‘había sido velada de ellos” muestran que Lucas estaba pensando en un principio, fuerza o persona fuera de los corazones y mentes de los apóstoles” y luego agrega que esta interpretación “probablemente sea la mejor”, pero más bien las palabras que Jesús habló estaban veladas para que no las entendiesen porque no querían aceptarlas. El siguiente versículo (46) dice, “Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor”. Con razón sus palabras estaban veladas para que no las entendiesen. Nadie puede creer lo que no quiere creer.

       Si estas palabras estaban veladas por Dios, entonces Dios también puso el velo sobre el corazón de los judíos que no aceptaron a Cristo. Las palabras que Jesús habló no estaban veladas por Dios, sino por la creencia falsa que los apóstoles tenían acerca del Mesías. Para ellos, como para la mayoría de los judíos, el concepto de un Mesías que iba a sufrir no era nada aceptable. Esto bien ilustra que algunas de las verdades más claras de la Biblia, expuestas en palabras explícitas (no usando nada de lenguaje figurado) son rechazadas, debido a los prejuicios y creencias de gente religiosa. Por ejemplo, la necesidad del bautismo (inmersión) en agua para el perdón de pecados.

       -- y temían preguntarle sobre esas palabras. – Cuando no entendieron sus parábolas, le preguntaron. Véase 8:9. ¿Por qué no preguntan ahora? Tal vez porque no querían oír otra reprensión como Jesús dio a Pedro (Mat. 16:23) cuando éste dijo que no le convenía a Jesús padecer y morir.

       9:46  Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor (22:24). – Obviamente los apóstoles pensaban que en el reino mesiánico habría oficiales mayores y otros menores, y querían los puestos más altos (compárese Mat. 20:21). Jesús acaba de decirles (v. 23) que “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame”, pero ellos no estaban pensando en negarse sino en exaltarse. ¿Cuántos discípulos siguen su ejemplo? Esta disputa continuaba hasta la misma noche cuando Jesús fue entregado, (22:24-27).

       “La verdadera nobleza, según el concepto de Jesús, no se determina por la notoriedad de uno ni por su control sobre otros hombres para manipularlos como quisiera. La razón primaria de esto es que, entre los hombres, el poder de regir sobre otros no implica necesariamente la habilidad de regir a sí mismo. Pero el hombre que pueda exitosamente servir a otros estando contento de hacer grandes a otros es el que tiene bajo control su propio espíritu también. Este rige sobre la ciudadela de su propia alma. (Prov. 16:32; 25:28)” (HF).

       9:47  Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí, -- Mat. 18:3, “De cierto os digo, que si no os volvéis (“a no ser que os hayáis vuelto”, FL; devolver; dar vuelta en el camino para ir hacia la dirección opuesta; Luc. 22:32; Jn. 12:40; Hech. 3:19) y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. {Mr. 10. 15; Lc. 18. 17}. – Para enfatizar este punto Jesús emplea el doble negativo, no entraréis de ninguna manera, porque hacerse como niños significa humillarse y los que no quieren humillarse y someterse a la voluntad de Cristo no entrarán en el reino. No solamente no seréis grandes en el reino, ni siquiera entraréis en el reino  (MRV). No hay “cristianos humildes” como si hubiera otros cristianos no humildes. Todo cristiano es humilde, pues si alguno no es humilde, no es cristiano.

       Desde luego, hay cualidades de niños que deben ser evitados (Mat. 11:16; 1 Cor. 14:20; Efes. 4:14; Heb. 5:13), pero la humildad es el punto principal bajo consideración en este texto. En esto “un niño es un dechado … de afectos tiernos, de confianza, humildad, docilidad, sencillez, prontitud para creer y obedecer … Orígenes sugiere la prontitud del niño para dejar el pesar, el temor y el enojo, y su descuido de las distinciones sociales entre sus compañeros”  (JAB). Otra cualidad que se debe imitar es que el niño depende enteramente de sus padres. “El niño, de naturaleza, es humilde en relación con las personas mayores” (ATR).

       Mat. 18:4,  “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”. La pregunta fue, “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” y Jesús contesta, “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”. “Siguiendo los pasos de su maestro quien se humilló a sí mismo (Fil. 2:5-8), el discípulo debe tener humildad en mente, palabras y hechos (Fil. 2:2)” (JPL). Mat. 5:3, los pobres en espíritu son los humildes que reconocen que delante del Señor están en bancarrota espiritual y muy necesitados de la gracia de Dios. El que se humille al nivel del niño en su relación con otros es el mayor en el reino. Véanse también Fil. 2:3; Rom. 12:10.

       Es importante recordar que los apóstoles que disputaban sobre la cuestión de quién sería el mayor aprendieron la lección que Jesús les enseñó y con toda humildad sirvieron al Señor y sus discípulos, dedicando y aun sacrificando su vida por la causa de Cristo. Es interesante observar que el apóstol Juan escribió el evangelio según Juan sin mencionar su propio nombre; más bien, él habló de Juan el bautizador como si no hubiera otro Juan (HF).

       Algunos ejemplos sobresalientes de la humildad son los siguientes: (1) el centurión, 8:5-13; (2) la mujer cananea, 15:21-28; (3) la mujer pecadora que lavó los pies de Jesús (Luc. 7:36-50); (4) María, cuando ungió a Jesús (Mar. 14:3-9).          

       9:48  y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; -- El niño es el tipo del discípulo. Jesús se refiere a sus discípulos, porque son humildes como niños. Varios textos hablan de cómo fueron recibidos los “niños” (discípulos humildes) del Señor: Hech. 21:17;  Rom. 14:1; Hech. 28:14,15; Gál. 4:14; Col. 4:10.      

       -- y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; (10:16; Mat. 10:40; Jn. 13:20) porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande. -- 10:16, “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”; Juan 13:20. Los que recibieron a los apóstoles y otros discípulos enviados por Cristo a predicar recibieron a Cristo y al Padre. Recibir significa darles hospedaje y escucharles. El que recibe al representante de una persona eminente recibe a la persona eminente. ¡Qué pensamiento más alentador para los apóstoles de que ellos serían identificados con Jesús como Jesús estaba identificado con el Padre!

       El que persiga al discípulo de Cristo persigue a Cristo. Hech. 9:4, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ¿Cuándo persiguió Saulo a Jesús? Hech. 9:1, “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”.

       9:49  Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.  50  Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. – Mar. 9:38-40 es texto paralelo. La siguiente cita es del comentario de Bill H. Reeves: “Parece que Juan relata este suceso en vista de lo que Jesús acabó de enseñar sobre el recibir a otros.. En lugar de recibir a esa persona, los doce apóstoles le prohibían (estorbaban), porque no era de su compañía particular.

       “Esta persona no sencillamente reclamaba echar fuera demonios, sino en realidad lo hacía, como lo indica el versículo siguiente. Jesús había comisionado a otros a salir a obrar milagros (Luc. 10:1, 9) que no eran de los doce apóstoles. La persona referida en este caso seguramente había sido investida de poder (compárese Luc. 24:49) para echar fuera demonios. (Nadie podía hacer tal cosa de por sí). Los doce sentían celos a ver a uno que no era de su grupo haciendo lo que podían hacer ellos solamente por haber sido delegado poder sobrenatural.

       “Este pasaje ha sido abusado por sectarios para afirmar que hay cristianos en diversas iglesias denominacionales y que en lugar de prohibir algunos a otros, más bien debe cada cual dejar que los demás vayan al cielo ‘por su propio camino’. ¡Pero este pasaje no justifica el denominacionalismo! No se trata de cosas no autorizadas por Cristo, sino de lo que Cristo ha autorizado para los suyos, no importando en dado caso cierta compañía o círculo de discípulos involucrado.

       “9:39 – Los discípulos hicieron mal en ‘prohibir’ a aquel siervo de Cristo, investido para echar fuera demonios. Jesús da la razón de por qué no prohibir a los tales; es que hacen milagros por la autoridad de Jesús (‘en mi nombre’) y por eso no deben ser prohibidos como si anduvieran hablando mal del Señor. No son enemigos de Cristo.

       “Es una cosa hacer una señal, un prodigio, una maravilla (Hech. 2:22), por autorización de Jesús, y es otra cosa reclamar hacer cosas en el nombre de Jesús (Mat. 7:22, 23). Estos últimos son ‘hacedores de maldad’, frase que según el texto griego significa más bien, ‘hacedores de lo que carece de legalidad’. Hacen sin ley divina; es decir, hacen por su propia autoridad y voluntad (‘en culto voluntario’, Col. 2:23).

       “Este pasaje no ilustra la popular filosofía de tolerancia para toda cosa religiosa, y tuercen las Escrituras (2 Ped. 3:16) quienes lo apliquen así. Cristo quiere que sus seguidores ‘todos sean uno’, como él y el Padre son uno (Jn. 17:21), y que hablemos ‘todos una misma cosa’ (1 Cor. 1:10). ¡El denominacionalismo no sirve a nuestro Señor!

       “9:40 – Estas palabras del Señor dan la razón de por qué no prohibir a obradores de Cristo de la categoría descrita en el versículo anterior.

       “Estas palabras de Jesús no justifican nada la neutralidad o la indiferencia en asuntos espirituales. No justifican la tibieza (Apoc. 3:16). Tratan solamente de quienes activamente obran según la autoridad de Jesús; los tales no obran en contra de Jesús que otros discípulos deban prohibirles.

       “Por contraste, véase Luc. 11:23, o Mat. 12:30”.

       9:51 Cuando se cumplió el tiempo (el principio del fin) en que él había de ser recibido arriba (9:22, 27,31), -- Jesús fue “recibido arriba” cuando ascendió al cielo (Hech. 1:9-11) pero esto sería después de su muerte y resurrección. Todo el lenguaje de Mateo, Marcos, Lucas y Juan es definido  (enfático) y no deja lugar para dudas en cuanto a lo que Jesús haría. No vino a la tierra para ver si podía ser nuestro Salvador. Algunos hermanos enseñan que nuestra salvación estaba en duda durante los treinta y tres años de la vida de Jesús, pues creen que en cualquier momento El podía haber pecado y arruinado todo el plan de Dios. Pero El no vino para ver si podía vivir sin pecar. No vino para ver si podía ser un sacrificio perfecto para expiar los pecados del hombre. Como Lucas dice aquí, Jesús ahora se dirige hacia Jerusalén para llevar a cabo el propósito por el cual vino a la tierra.

       -- afirmó su rostro para ir a Jerusalén (“y al cielo”, EG-NT). – “Nótese el enfático autos, él mismo, con una firmeza de propósito frente a las dificultades y los peligros …Lucas menciona en tres ocasiones a Cristo de camino a Jerusalén (9:51; 13:22; 17:11)” (ATR).

       9:52  Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.  – Otras referencias a los samaritanos, 10:33; 17:11, 16. Véase Juan 4:9, “judíos y samaritanos no se tratan entre sí”.

       9:53  Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. – No rechazaron a los que atravesaran su país yendo hacia el norte (saliendo de Jerusalén), pero ellos consideraban el “ir a Jerusalén” como insulto a su lugar de culto en el Monte Gerizim (Jn. 4: 20) y no querían cooperar con los que iban al templo en Jerusalén.

       Juan 4 relata la buena obra que Jesús hizo en Samaria y la buena acogida que recibió. Tal vez en esta ocasión (Luc. 9:51-53) si hubiera llegado a Samaria para enseñarles, lo habrían recibido como en la otra ocasión, pero esta vez solamente pensaba pasar por su territorio rumbo a Jerusalén y esto provocó celos entre los samaritanos.

       Jesús fue rechazado por Nazaret (Luc. 4:16-30). Fue rechazado por los gadarenos (Luc. 8:37). Fue rechazado por los líderes religiosos de Jerusalén (Luc. 13:34; 23:1sig). Por último fue rechazado por muchos judíos que gritaron “¡crucifíquele, crucifíquele!”

       9:54  Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? – 2 Reyes 1:9-12. Aquí Jacobo y Juan muestran que merecían el apodo que recibieron (“hijos del trueno”, Mar. 3:17), porque estaban dispuestos a castigar a los samaritanos inhospitalarios. Compárese la conducta de Juan después, Hech. 8:14-25. Es algo admirable que estos apóstoles creyeran que tenían tal poder. Desde luego, con el permiso de Jesús lo habrían tenido, pero no se lo concedió.

       9:55  Entonces volviéndose él, los reprendió, -- Jesús corrigió a los apóstoles muchas veces, como aquí en este capítulo: versículos 41, 48, 50, 55.

       “Algunos antiguos MSS. dicen aquí:  Vosotros no sabéis de qué espíritu sois … Un número menor de MSS. añaden también: porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas (ATR).

       --. Y se fueron a otra aldea. -- ¡Imagínese! Rechazaron al Hijo de Dios, y El simplemente fue a otra aldea. La gente de muchos países tienen religiones falsas y rechazan al Creador, el único Dios vivo, pero El sigue año tras año haciendo que el sol salga sobre ellos y les envía lluvias y hace que sus campos les produzcan pan. Hech. 14:17; 17:25.

       9:57 Yendo ellos, uno (un escriba, Mat. 8:19) le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. – Al observar el poder de Jesús (como también las multitudes que le seguían) el escriba se puso muy entusiasta, pero Jesús sabía la medida de su entusiasmo (HLB). La respuesta de Jesús nos hace pensar que este escriba tenía un concepto equivocado de lo que significa seguir a Jesús. Muchos quieren ser soldados al ver los uniformes, los desfiles, y al oír el aplauso, pero no consideran la miseria horrible del campo de batalla. Cristo quiere que veamos el cuadro completo y que calculemos gastos antes de inscribirnos en su ejército.

        Este hombre era impulsivo. ¿Qué sabía del costo de seguir a Jesús? Mat. 13:20, “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;  21  pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”. Tales personas son “seguidores superficiales”. Hay algo en Jesús que capta el interés de la gente y creen que pueden ver la corona, pero no pueden ver la cruz.

       Este texto bien ilustra la actitud de muchos que profesan ser seguidores de Jesús. El primer problema es la falta de comprensión de lo que está involucrado en esta profesión. ¿De veras los apóstoles podían beber el vaso que Jesús iba a beber? (Mat. 20:20-22). ¿Entendía Pedro lo que decía cuando prometió, “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”?  (Luc. 22:33). Así también hoy en día muchos prometen seguir a Jesús sin tomar en cuenta lo que significa. Hay mucha profesión que viene sólo de los labios.

       Jesús no veía en él la sinceridad de Rut cuando ella prometió la misma cosa a Noemí: Rut 1:16, “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.  17  Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. Rut cumplió lo que prometió. Es posible seguir a Cristo “por dondequiera que va”; algunos lo hacen: Apoc. 14:4, “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”.

       Sin embargo, nos preguntamos, ¿entendió el escriba lo que decía? Le convenía preguntar, “Señor ¿a dónde vas?” porque repetidas Jesús fue rechazado por los hombres (Mat. 8:28-34, por los gadarenos; Luc. 9:53, por los samaritanos; Jn. 5:18, por los de Judea; Jn. 6.66, por los de Galilea; Mat. 27:23, “gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”). ¿El escriba de veras quería seguir a Jesús “adondequiera que” fuera? ¿Era un hombre realista o simplemente un hombre idealista?

       Ser emocional acerca de Cristo es bueno, pero para ser seguidor se requiere mucho más.

       9:58  Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.  – Jesús, siendo el Creador de todo, era dueño de todo, pero durante su tiempo sobre la tierra ni siquiera era dueño de una residencia personal, sino que llevaba una “vida peregrina” (ATR).

       ¿Quería Jesús desanimarlo? ¿quería apagar su celo? No, pero es necesario calcular gastos. ¿Qué me va a costar ser discípulo de Cristo?  Mucha gente estaba encantada de los milagros de Jesús y recuérdese que por mucho tiempo durante su ministerio Jesús gozaba de mucha fama. Era un personaje muy popular. Muchos creían que la cosa más popular y aceptable sería seguir a Jesús de Nazaret, pero El siempre les decía con toda claridad lo que significaba el discipulado (Luc. 14:33; Mat. 10:34-37; 16:24; etc.). Como alguien ha dicho, El no “forró” la cruz. El dijo claramente que sería rechazado por los judíos. Mat. 16:21, “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día”. Iba a cumplir lo que Isa. 53 decía de el, que sería “despreciado y desechado entre los hombres”.

       Algunos se emocionan al oír los bonitos himnos y un sermón o dos muy elocuentes y disfrutar la asociación con buena gente y toman la decisión de ser bautizados sin tomar en cuenta lo que en realidad el Señor requiere de ellos.

       Cuando Jesús nació, los pastores lo encontraron “acostado en un pesebre” (Luc. 2:12). Vivía de la ayuda y hospitalidad de otros (Luc. 8:3; 10:6, 7). Era extranjero en su propio mundo, el mundo que El había creado. Cuando murió, fue sepultado en un sepulcro ajeno. 2 Cor. 8:9, “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.

       El escriba que prometió seguir a Jesús “adondequiera que vayas” era un idealista y soñador. Jesús, sin embargo, no quiere seguidores “idealistas”, sino seguidores “realistas”. Hay mucho peligro en el entusiasmo momentáneo. Los que son movidos sólo por los sentimientos y emociones son como niños fluctuantes (Efes. 4:14).

       Muchos fueron afectados emocionalmente por los milagros de Jesús, como también por su popularidad y aun por su enseñanza diferente (Mat. 7:29; Jn. 7:46), pero todo esto no significa necesariamente que tuvieran convicción.

       Jesús conoce al hombre (Jn. 2:24,25). Conoce sus pensamientos. Juzgando por la respuesta de Jesús, este hombre no entendía lo que significaría seguir a Jesús. Lo veía como un hombre de mucha fama y podría haber pensado que sería provechoso materialmente ser su seguidor. Muchos quieren seguir a Jesús, pero le quieren seguir según sus propias ideas, sin tomar en cuenta lo que les puede costar. Jesús enseña que debemos sentarnos primero para calcular gastos (Luc. 14:28).

       9:59  Y dijo a otro (discípulo, Mat. 8:21): Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.  60  Jesús le dijo: Deja que los muertos (los que están muertos espiritualmente, Efes. 2:1; 1 Tim. 5:6) entierren a sus muertos (los que están físicamente muertos); y tú vé, y anuncia el reino de Dios. – Las obligaciones mundanas pueden ser atendidas por los que están muertos espiritualmente, pero Jesús le había dado a este discípulo otro deber más importante: el de anunciar el reino.

        Algunos creen que la expresión "permíteme que vaya primero y entierre a mi padre" significa "permíteme cuidar de mi padre anciano hasta que muera". Justifican esta explicación diciendo que si el padre de este hombre ya hubiera muerto, él habría estado en ese momento ocupado en el asunto de enterrarlo, pero no es posible probar tal teoría. Jesús no habla del futuro cuando su padre muriera, sino del tiempo presente, pues en ese momento los que deberían sepultar al padre de este discípulo estaban muertos espiritualmente, pero con el tiempo tal vez serían convertidos. Este texto es paralelo con Mat. 8:18-22 y en esa ocasión “ Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado”; es decir, ya había dado la orden de salir. El siguiente versículo (23) dice, “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron”. Esto es lo que aquel discípulo debería hacer y dejar que los familiares incrédulos se encargaran de enterrar a su padre que también era incrédulo (“sus muertos”).

       Jesús no criticó a los que sepultaron a Juan (Mat. 14:12), y los apóstoles no criticaron a los que sepultaron a Esteban (Hech. 8:2), pero a éste Jesús le había dicho, “Sígueme” (como había dicho a los pescadores, Mat. 4:18-22). Era necesario dar prioridad a ese mandamiento, no dejando que nada se lo impidiera. ¿Cuántos hermanos, llenos de pesar por haber muerto algún ser querido, descuidan por lo menos una (y a veces más) reuniones de la iglesia? En algunos países se gastan muchos miles de dólares para sepultar a los muertos y se presentan elogios elocuentes, sin tomar en cuenta la realidad del castigo eterno de los que mueren sin obedecer al evangelio de Cristo.

       Cabe mencionar también que si este discípulo hubiera sepultado a su padre, se habría quedado inmundo por una semana (Núm. 19:11-22). El punto es que cuando Cristo nos da un mandamiento no debemos dejar que nada interrumpa o estorbe nuestra obediencia.

       Esta es otra de las palabras (enseñanzas) de Jesús que parecen duras a algunos (“Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Jn. 6:60). Se puede comparar con Mat. 5:29,30 (cortar la mano, sacar el ojo); Mat. 19:21 (vender lo que tienes); Luc. 14:26 (aborrecer a la familia), etc. Estos textos enfatizan la necesidad de poner a Cristo y su obra primero. Son buenos comentarios sobre Mat. 6:33, "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia", con énfasis en la palabra primeramente. Los que no pueden aprender esta sencilla lección no pueden ser cristianos. Nuestro Señor Jesucristo siempre mostró misericordia y compasión, pero al mismo tiempo siempre exigió lo primero de los que querían seguirle.

       Este mandamiento (“tú vé, y anuncia el reino de Dios”) es el mismo que oyeron Pedro, Andrés, Jacobo y Juan (Mat. 4:18-22) y ellos dejaron todo y “le siguieron". Es otro ejemplo de la obediencia que Cristo requiere. Este mandamiento es el mismo que oyó Mateo (Mat. 9:9). Jesús le dijo: "Sígueme". El no hizo excusas, sino que "Se levantó y le siguió". Este mandamiento es el mismo que oyó Felipe {Jn. 1:43): "Sígueme".

       Pero este “otro discípulo” no puso al Señor primero. No buscó primeramente el reino de Dios y su justicia, sino que puso otra cosa primero. No obedeció a Cristo, como lo hicieron Pedro, Andrés, Jacobo, Juan y Mateo. Dios siempre ha requerido lo primero. Ex. 13:2, “Conságrame todo primogénito”; Ex. 22:29, “No demorarás la primicia de tu cosecha”; 2 Cor. 8:5, “a sí mismos se dieron primeramente al Señor”.

       Jesús conoció a este discípulo, y sabía lo que tenía que decirle. Compárese el caso del joven rico. Lo que Jesús dijo a este joven también nos puede parecer algo severo, pero el Buen Médico sabe cuándo es necesario amputar la mano derecha y sacar el ojo derecho {Mat. 5:29,30;  18:8, 9).

       A veces la gente creía que la enseñanza de Jesús era dura. Juan 6:60,66, "A1 oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? ... Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, Y ya no andaban con él”. ¿Por qué dijeron esto? ¿por qué volvieron atrás? Porque Jesús daba énfasis a lo espiritual y minimizaba lo material (“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”, Jn. 6:63). Por esta causa la gente se escandalizaba.

       Mat. 15:12, " Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?” ¿Por qué? Porque Jesús condenaba las tradiciones humanas enseñadas por los fariseos.

       Mat. 19:10, "Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse". ¿Por qué dijeron esto? Porque Jesús había dicho (v. 9) que " Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera”. La mayoría de los judíos creían que podían divorciarse por cualquier causa, y no les gustó lo estricto de la ley de Cristo. Por esta causa aun los discípulos se escandalizaban. Lamentablemente, hasta la fecha se escandalizan por lo mismo.

       Mat. 19:21,22, Jesús dijo al joven rico, "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y delo a los pobres, Y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones". Se escandaliz6. La enseñanza le parecía muy dura. Mat. 5:29,30; 18:8,9 ¿No es dura la enseñanza de que sería mejor cortar la mano derecha y sacar el ojo derecho en lugar de tropezar y ser perdido?

       ¿Por qué requiere Jesús tantas cosas difíciles? Para evitar tropiezos; es decir, para quitar de nuestras vidas las cosas que nos estorban espiritualmente. Si no buscamos primeramente las cosas de  Dios no podemos ir al cielo. Por lo tanto, le dijo al discípulo, "Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos" ... "y tú vé, y anuncia el reino de Dios". Es mandamiento "duro" pero también es dura la enseñanza de estos otros textos (Mat. 5:29, 30; 15:1‑12; Mat. 5:32: 19:9: Mat. 19:21: Juan 6, etc.), pero era y es enseñanza necesaria para la salvación. La amputación de la mano derecha sería muy severa y dolorosa, pero valdría la pena para salvar al alma (Mat. 5:29,30; 18:8,9).

       Al leer tales relatos recordemos que Jesús quiere que todos se salven. El sabía que este “otro discípulo” estaba en peligro de sepultar a sí mismo cuando sepultaba a su padre. Lo que Jesús dijo, pues, fue para salvar su alma.

       Recuérdese que la palabra “primero” es la clave para entender este texto. Otra palabra clave es “vé”. Jesús llamaba a este hombre para ser predicador de la palabra (compárense Mat. 10.1;  28:9; Luc.10:1). Sin embargo, el hombre responde que en ese momento él tenía otro asunto más importante que la obra de anunciar el reino. El acepta el servicio de Cristo. Acepta ser predicador de la palabra -- después. Está dispuesto a servir a Cristo – después. Dicho de otro modo, “Vayan adelante ustedes. Al rato les alcanzo. Después me junto con ustedes”. Obsérvese lo que dice el v. 57, “Y yendo ellos”. Jesús estaba trabajando constantemente. Jn. 5:17, “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Luc. 13:32, “He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”. Jn. 9:4, “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”. Estos textos indican la urgencia de la obra de Cristo y El espera que sus siervos compartan este sentimiento de urgencia y responsabilidad. El tiempo es corto y tenemos que aprovecharlo al máximo.

       2 Tim. 2:3, “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”. 1 Cor. 9:24, “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.  25  Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.  26  Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,  27  sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.

       Este hombre no rehusó seguir a Cristo, pero quería posponer su obediencia. Muchos se consuelan con el pensamiento de que un día van a obedecer. Interpretan esto como medio aceptar, pero no entienden es que el posponer es desobedecer.

       9:61  Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. – Seguramente todos dirían, “Fue muy razonable la petición de este hombre”. No es malo en sí despedirse de los seres amados. Hech. 18:18, “Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria”.

       Sin embargo, Jesús conoció los pensamientos de este hombre y la petición que hacía significaba “mirar hacia atrás”. No era cuestión de simplemente decir “adiós” a la familia. El despedirse de los que estaban en su casa y el poner en orden los asuntos relacionados con su familia, dándoles instrucciones finales, etc., le sujetaría a un gran peligro espiritual. ¿Cómo puede el abrazo de los familiares amados ser peligroso? No es solamente peligroso, para  muchos es el abrazo fatal (mortal). Padres, madres, hermanos, abuelos, etc. han causado la ruina espiritual de muchas personas que se animan a seguir a Cristo, a predicar el evangelio y aun a viajar en tierras lejanas para anunciar la palabra. Les hacen pensar que si obedecen y siguen a Cristo, poniéndole primero en su vida, esto significa que ya no aman a sus padres, que no son leales a su familia, que son ingratos. Es verdad que debemos mucho a los padres y posiblemente a otros seres queridos, pero debemos mucho más a Cristo. Siempre recordemos quién murió por nosotros y quién nos juzgará en el día final.

       Conviene recordar los textos que nos enseñan sobre la relación entre el discípulo de Cristo y sus familiares. Primero, ¿qué pensaba Jesús de la relación con su propia familia? Mat. 12:48, “Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.  48  Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?  49  Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.  50  Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. Luego, ¿qué nos enseña a nosotros al respecto?  Luc. 14:26, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27  Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

       Aquí otra vez la palabra clave es “primero”. El hombre dice, “Te seguiré … pero … primero”. Esta es la ruina espiritual de muchas almas. Quieren servir a Cristo. Les gusta la idea. Creen que es importante, pero no lo más importante.       Jesús habla de la necesidad de exaltarlo por encima de los seres más queridos.

       9:62  Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto (bien adaptado, idóneo; compárese 2 Tim. 2:24, útil) para el reino de Dios. – Aun cuando se mira hacia adelante no es siempre fácil abrir surcos derechos, pero mirando hacia atrás es imposible hacerlo. La imagen de algún hombre que ara mirando hacia atrás presenta un cuadro ridículo. Los “surcos” de tal hombre serían un desastre. Y esto es precisamente lo que pasa con la vida de los que profesan “arar” por Cristo mientras siguen mirando hacia atrás a los familiares y amigos mundanos y la vida que disfrutaba con ellos antes de “convertirse”.

       1 Reyes 18:21, “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”. Oseas 10:1, “Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo.  2  Está dividido su corazón”. El que mira hacia atrás es de doble ánimo (Sant. 4:8). No servía al Señor con todo el corazón; más bien, su corazón estaba dividido. Estaba distraído.  No tenía los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:2). Fil. 3:13, “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  14  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Esto es no mirar hacia atrás.

       -- mira hacia atrás – Luc. 17:32, “Acordaos de la mujer de Lot”. Es difícil dejar las cosas y las personas que tanto amamos, pero no olvidemos la consecuencia. Si miramos hacia atrás seremos transformados en un monumento de fracaso y condenación. 2 Ped. 2:20, “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.  21  Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.  22  Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.

        El problema en este caso es el doble ánimo. Quería seguir a Jesús pero todavía tenía compromiso con los seres queridos. Luc. 9:22, “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.  23  Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Cristo sufrió mucho para salvarnos y debemos estar dispuestos a sufrir por El.

       En estos versículos (Luc. 9:57-61) Jesús enseña que no aceptará como discípulo aquel que diga “te seguiré pero”. Esta es la prueba decisiva. El ser cristiano es todo o no es nada.

 

 
 

A la primera parte     A la segunda parte

Al contenido