Mateo 27

 

          27:1  Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. – Los sacerdotes aborrecían a Jesús porque El daba más importancia a la obediencia que al sacrificio y los ancianos le aborrecían porque El enseñaba que las tradiciones humanas tenían que ser medidas por la ley de Dios.

          "Muy de mañana" (Mar. 15:1). El día era viernes, el día 15 de Nisán, entre las tres y las seis. Tenían a Jesús en sus manos y se apresuraban para ponerlo en la cruz. Parece que el plan de los judíos era acabar con el "juicio" de Jesús y llevarlo a Pilato muy temprano antes de que el pueblo se diera cuenta de lo que pasaba (26:5). Esta acción era de "todo el concilio" (Mar. 15:1); es decir, tomaron acción oficial.

          Ya habían decidido que Jesús era digno de muerte por causa de la blasfemia (26:57-66), y le castigaron severamente (vers. 67, 68). La hora de venganza había llegado y el concilio tenía el propósito de decidir cómo matarle. Los líderes de los judíos tenían un problema: le habían acusado de blasfemar, pero deseaban que los romanos lo ejecutaran y sabían que Pilato, un idólatra, no tomaría en serio tal acusación, porque era totalmente indiferente hacia la religión de los judíos. Tenían que acusar a Jesús de algo que los romanos tomarían en cuenta. (Es cierto que después, Jn. 19:7, hicieron la acusación de blasfemia, pero por lo pronto hacen otras acusaciones). ¿Con qué acusación podían convencer a Pilato que él debería crucificarlo? Jesucristo decía que El era el Mesías y los judíos decidieron representarle mal diciendo que eso significaba que El quería ser un rey político, implicando que quería usurpar a César. Desde luego, en esto se ve otro acto de hipocresía, porque ellos aborrecían a los romanos y se habrían regocijado grandemente si Jesucristo hubiera usurpado a los romanos. Eso fue su sueño dorado. Al hacer esta acusación insultaban la inteligencia de Pilato, porque éste conocía muy bien a los judíos y por eso sabía que ellos no habrían insistido en castigar a nadie por este motivo. Pilato sabía que por envidia le entregaron (Mat. 27:18).

          Por lo tanto, le preguntan (Luc. 22:67), "¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis". Jesús sabía que no hicieron esta pregunta para hacer una investigación sincera, sino solamente para hacer acusación contra El (compárense Juan 8:59; 10:31); "y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis" (véase Mat. 22:46).

          27:2  Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. – ¿Por qué querían involucrar a los romanos? (1) De esta manera había menos peligro de un alboroto entre el pueblo; (2) de esta manera aumentaban la humillación de Jesús (la crucifixión era la muerte más vergonzosa); y (3) para tener ellos menos responsabilidad de la muerte de un hombre bueno que había ayudado y bendecido a tantas personas.

          Le habían atado en el huerto de Getsemaní y vuelven a hacerlo ahora para llevarlo a los romanos. Pilato tenía su residencia en Cesarea, pero acostumbraba estar en Jerusalén durante los días de fiesta para mantener el orden. Ya había sido gobernador por unos seis años y después de otros cuatro años fue quitado. Según los relatos históricos (Josefo, Filón de Alejandría, Tácito, Eusebio, etc.) Pilato hizo grandes injusticias contra los judíos: cometió el sacrilegio de causar que algunos soldados romanos entraran en la ciudad de Jerusalén con emblemas de la imagen del emperador; en una ocasión usó dinero del tesoro del templo para construir un acueducto; cuando la gente protestaba, Pilato mandó a los soldados a sujetarlos con garrotes; por último, cuando un grupo de fanáticos comenzaron a subir el monte Gerizim para buscar vasijas sagradas supuestamente escondidas por Moisés, Pilato mandó que los soldados los atacaran y hubo muchos muertos. Por causa de esto él fue quitado como gobernador y, según Eusebio, cometió suicidio. Era hombre muy orgulloso (Juan 19:10) y cruel (Luc. 13:1).

          Juan 18:28-32 suple los siguientes detalles:  Ver. 28, "ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua" (otro acto de hipocresía: no les preocupaba el crimen de matar a su Mesías, pero les preocupaba contaminarse ceremonialmente y el no comer la pascua, Luc. 11:39; Mat. 23:24). El cordero pascual se mataba "entre las tardes" del día 14 de Nisán (entre las tres y las cinco según nuestro modo de calcular el tiempo), y se comía esa noche, al inicio del día 15 de Nisán. Sin embargo, la fiesta de panes sin levadura duraba una semana y se designaba también como la pascua (Luc. 22:1). Ver. 29, "Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Ver. 30, "Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado". Los judíos no querían que Pilato hiciera preguntas; más querían que confirmara la sentencia decidida por ellos y que ejecutara a Jesús sin juzgarle, pero Pilato insistió en juzgarle, y la acusación -- la que llegó a ser el título de la cruz -- fue que Cristo era el rey de los judíos.  Ver. 31, "Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley". Pilato no quería que la sentencia judaica fuera también la sentencia romana. "Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie". Ver. 32, "para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir". Compárese Juan 12:33, 34, Jesús ya había anunciado que sería crucificado.

          Luc. 23:2 especifica las acusaciones formales: "A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey". Cuando los judíos juzgaron a Jesús, hablaron solamente de blasfemia, pero implicaron que le habían investigado y hallado este crimen contra César. Cuando Jesús compareció ante Anás y Caifás, no le acusaron de pervertir a la nación y la acusación con respecto a pagar tributo a César era todo lo contrario de lo que Jesús enseñó (Mat. 22:15-22). La hipocresía de los judíos era grande, porque ellos mismos eran los que pervertían a la nación y se oponían a pagar tributos a César.

          Pilato preguntó a Jesús, "¿Eres tú el rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices" (Luc. 23:3), pero los judíos mintieron acerca del tributo y querían plantear la idea de que Jesús era un rey terrenal (político) que quería usurpar a César aunque sabían que Jesús rehusaba ser su rey (Juan 6:15). También dijeron (ver. 5), "Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí" (ver. 14, Pilato dijo, "Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndose interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis"). Es verdad que Jesús causó y causa disensión (Mat. 10:34-37), pero no como revolucionario como ellos acusaban.

           27:3  Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, -- ¿No lo esperaba? Sabía que Jesús podía obrar milagros, que siempre escapaba. No parece que esperaba este fin.

          -- devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, -- el arrepentimiento de Judas fue el remordimiento, metamelomai, dolerse después. La palabra que se traduce arrepentirse es metanoeo, un cambio de corazón que lleva a un cambio de vida. Son dos palabras distintas. 2 Cor. 7:10 analiza la diferencia. Judas sintió mucho pesar, pero Pedro se arrepintió. Compárese Gén. 4:13. El remordimiento es una carga insoportable que puede trastornar la mente. La plata tan bonita le quemaba las manos y la conciencia. El arrepentimiento verdadero le lleva a la obediencia y salvación, pero el remordimiento solo (tristeza según el mundo) le lleva a la horca.

          27:4  diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! – ¿Quién trajo a Judas a ellos? ¿Quién le exhortó? Aquí se ve el poder de la conciencia. Gén. 42:21.  Muchos criminales vuelven y se entregan solos a las autoridades. Es imposible escapar de los pecados. Gál. 6:7,8; Núm. 32:23.

          Judas no culpa a nadie, excepto a sí mismo. Acepta la responsabilidad de su hecho. Dice, “he

pecado”, porque era uno de los agentes responsables de la crucifixión del inocente Jesús.

          -- sangre inocente – Este es el testimonio de un discípulo ya convertido en enemigo. Judas había conocido a Jesús por más de tres años en público y en privado. Como dice Juan, “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto” (1 Jn. 1:1).  Oyó. Vio. Observó. Si hubiera habido cualquier crimen en El, lo habría sabido Judas, y su conciencia no le habría molestado por entregarlo. ¡Qué bueno si Judas hubiera llegado con Jesús para confesar este pecado y arrepentirse como lo hizo Pedro! Habría recibido misericordia y perdón,  pero con estos líderes irreverentes recibió puro desprecio.

           -- Mas ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú"! (compárese Hech. 18:15) -- ¿Qué esperaba Judas de ellos? ¿Creía que él podía detenerlos? El pecado es un camino que inclina agudamente hacia abajo. Es como un camión sin frenos que desciende una loma. Es fácil iniciar el pecado, pero no es fácil detenerlo.

          Aquí está un buen ejemplo de la actitud de los "amigos" y "socios" mundanos. La respuesta de ellos fue muy despreciativa. No hubo nada de aliento. No les importaban los sentimientos lastimados de Judas. No les importaba qué pasara con él. Así son los cómplices mundanos. Compárese el caso del hijo pródigo. Luc. 15:15, 16, "nadie le daba" cuando se acabó el dinero.

¿Cuál es la actitud del joven después de cometer fornicación cuando la joven se da cuenta de que está embarazada? “¡Allá tú!”. Ninguno de ellos ofrecía consuelo a Judas en su desesperación.

          27:5  Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó (compárese 2 Sam. 17:23). – Así son las acciones de desesperación de los que pecan contra Dios y no se arrepienten para obtener su perdón. Se sienten desesperados porque no puede deshacer el pecado, y busca alivio en el suicidio, pero la Biblia enseña que al morir los que no están preparados para el encuentro con Dios van al lugar de tormento en el Hades (Luc. 16:23). Judas fue a “su propio lugar” (Hech. 1:25), el lugar que él mismo había escogido. Así hacen todos; van a “su propio lugar”, el lugar de su propia selección.

          ¿Qué habría pensado Judas si hubiera esperado hasta después del primer día cuando Jesús resucitó? ¿Habría tenido un efecto positivo sobre el estado de sus pensamientos turbulentos? Solo Dios sabe, pero sin lugar a dudas muchas personas evitarían el suicidio si solamente esperasen unos cuantos días más. Sobre todo recuérdese que lo “insoportable” no encuentra remedio en el suicidio, porque el tormento en el Hades es mil veces más “insoportable” que cualquier miseria que uno pudiera tener en esta vida.

          Cuando hizo su trato con los principales sacerdotes, Judas creía que las treinta piezas de plata eran muy deseables, pero aquí las arroja como si fueran cosa odiada. Así es el pecado. Durante la tentación parece bonito, pero después es algo aborrecible. En lugar de darle mucha satisfacción, sólo le daba miseria y puro remordimiento. Judas hizo un trato muy malo; vendió su alma por 30 piezas de plata, objeto que solamente produce el disgusto y odio.

          Jesús le había dicho varias cosas para hacerle pensar. Dijo claramente que uno de sus discípulos le iba a entregar y después Judas fue señalado como el culpable, pero estaba sordo y ciego.

          -- fue y se ahorcó – Hech. 1, “18  Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron”. Para escapar de la miseria muchos se destruyen solos para ir a un tormento mil veces peor. Los tales buscan alivio, buscan algún remedio, pero el remedio es peor que la enfermedad.

          Hay muchos casos del suicidio entre los jóvenes porque éstos no reciben la enseñanza bíblica necesaria para soportar los problemas de la vida. Este es un gran descuido de los padres. En muchos casos los dos padres trabajan fuera del hogar para proveer más y mejores cosas materiales, y no tienen tiempo para los hijos. También la televisión y la “música” popular glorifican el suicidio y lamentablemente muchas personas deprimidas e inestables creen que es la solución de sus problemas. Es necesario enseñar con toda franqueza que el suicidio es otra forma del homicidio.

          27:6  Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. -- Se condenaron solos. Admiten que era el precio de sangre (esto indica inocencia, porque no se habla de la sangre de los culpables). No le condenaron conforme a la justicia, sino que le compraron. ¡Les molestó la conciencia poner el dinero en el tesoro! Recuérdese lo que dijo Jesús acerca de camellos y mosquitos.

          27:7  Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. 8  Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. {Hech. 1. 18-19.}  -- Se le llamaba “Campo de sangre” porque se había comprado con el “precio de sangre”. De esa manera, como se fuera un momento en la plaza, el acto nefando de los principales sacerdotes y de Judas se recuerda a través de los años.

          27:9  Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel;  10  y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor. {Zac. 11. 12-13.} – Mateo dice “Jeremías” porque el libro de Jeremías era el primer libro de la sección de los profetas; son palabras habladas por Jeremías, pero registradas por Zacarías.

          Compárense los "dos precios": el precio que pagaron sus enemigos para destruirlo y el precio que Jesús pagó para redimirnos (1 Ped. 1:18, 19).

          27:11  Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú  el Rey de los judíos? (2:2-4) – Desde luego, Pilato era hombre de experiencia y sabía bastante de los sediciosos. En el griego el “tú” es enfático; pregunta ¿ eres el Rey de los judíos? Obviamente él no veía nada del aspecto de revolucionario en Jesús. Sin embargo, aunque Pilato no hacía caso de las acusaciones triviales de los judíos, tales como que era “hombre que perturba al pueblo” (Luc. 23:14), si alguno quisiera hacerse rey, sería usurpador del emperador y eso sería traición (sedición). Por lo tanto, tal acusación tenía que ser investigada con todo esmero.

          -- Y Jesús le dijo: Tú lo dices. – Esta es respuesta afirmativa, 26:25, 64; Mar. 14:62, pero véase Jn. 18:36 y recuérdese lo que dijo a Pedro, 26:51-54.

          27:12  Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.  13  Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? – Pilato quería soltar a Jesús pero se sentía frustrado porque Jesús no contestaba las acusaciones hechas por los judíos y no tenía otro defensor. Los romanos querían ser justos (Hech. 25:16). Hicieron mucho para establecer orden en el mundo. “Aparentemente Pilato nunca había conocido a un prisionero, acusado de un crimen capital, que apareciera tan indiferente hacia el resultado del juicio” (JWM).

          27:13  Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14  Pero Jesús no le respondió ni una palabra; (26:63) de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.  15  Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. – Esta práctica era una concesión de parte de los romanos para complacer a los judíos.

          27:16  Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. – Jn. 18, “40 Y Barrabás era ladrón”. Mar. 15, “7 … preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta”. Luc. 23, “19  Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio”. Hech. 3, “14  Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida”. Era hombre muy enemigo de los romanos, pero muy popular entre los judíos.

          27: 17  Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? – Estando convencido de la inocencia de Jesús (27:24; Luc. 23:13-15), tal vez pensaba que sin duda la gente (¡esta gente tan religiosa!) iba a pedirle que soltara a este Jesús que obviamente era un buen hombre, en lugar de un asaltador y homicida, pero ahora Pilato sería testigo del odio más terrible del mundo, el odio religioso. Los judíos tenían otro pensamiento.

          27:18  Porque sabía que por envidia le habían entregado. – Pilato sabía que Jesús no era amenaza para los romanos y, por eso, era simplemente asunto de la envidia de los líderes de los judíos. ¿Por qué por envidia? Porque mucha gente hacía más caso a Jesús que a ellos, no solamente por sus muchos milagros de sanidad, sino también por sus enseñanzas. Jn. 12, “19  Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él”.

          27:19  Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. – No importa si su sueño (pesadilla) era normal o sobrenatural, los romanos eran muy supersticiosos y creían que eran presagios. Sin duda alguna esta advertencia de parte de su propia esposa le inquietaba sobremanera al juez Pilato porque confirmaba lo que él mismo pensaba. Fue otro argumento más, uno de los más fuertes, a favor de soltar a Jesús. Estos detalles eran y son muy importantes para gentiles. Esta mujer no era judía, sino romana, y aun ella se daba cuenta de la inocencia de Jesús.

          27:20  Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto.  – Estos líderes eran expertos en manipular la mente de la gente voluble. ¡Qué triste es el caso de multitudes de gente que no pueden pensar por sí mismos, sino que son manipulados por sus líderes religiosos! Estos no solamente incluyen a los católicos, mormones, testigos del Atalaya y otros sectarios, sino también a veces incluye a nuestros hermanos en Cristo que son llevados por predicadores de tremenda influencia y carisma, hombres que son expertos en manipular a sus seguidores ciegos.

          27:21  Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. -- Jn. 18:40, ladrón (asaltador); Mar. 15:7; Luc. 23:19; Hech. 3:14, homicida). ¿Jesús era peor que éste?

          27:22  Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? – No le convenía hacer esta pregunta porque era precisamente la pregunta que los judíos querían contestar.

          -- Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! (Mar. 15:13,14). Es difícil armonizar esto con Mat. 21, “8  Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.  9  Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna {Sal. 118. 25.} al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! {Sal. 118. 26.} ¡Hosanna en las alturas!  10  Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?  11  Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”. Algunos creen que los que gritaron “¡Sea crucificado!” eran los de Jerusalén, y que los gritaron “¡Hosanna!” no eran de Jerusalén, sino de Galilea y otras partes. Es posible que esto sea en parte la explicación, pero la Biblia no hace esta distinción. Verdaderamente muchos son volubles (cambiables). Véase también Hech. 14:12, 13, 18.

          27:23  Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!  24  Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, -- Si Pilato no pudiera haber controlado al pueblo y si hubiera permitido un tumulto, habría tenido problemas serios con sus superiores, porque el papel principal de tales gobernadores era mantener el orden y la paz. Por más que él quisiera evitar la injusticia contra un hombre inocente, tuvo que pensar también en otro mal peor para él mismo, es decir, que podría resultar en perder su puesto (si no su vida).

          -- tomó agua y se lavó las manos (Deut. 21:6-9; Sal. 26:6; 73:13) delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. (27:4)  -- Pilato hizo todo lo posible por lavarse las manos de este hombre inocente: lo envió a Herodes para no tener que tomar una decisión él mismo; declaró al pueblo que Herodes estaba de acuerdo con él en cuanto a la inocencia de Jesús (Luc. 23:15); propuso azotar a Jesús y soltarle; propuso, como de costumbre, soltar a un criminal, esperando que le permitieran soltar a Jesús; después de azotarlo lo presentó delante de ellos, tal vez con la idea de que eso despertara su compasión, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.

          De este acto viene el dicho de “lavarse las manos” de algún asunto difícil. En realidad era acto de extremada cobardía, porque el tenía plena autoridad para soltar a Jesús, como también la fuerza militar para controlar a los judíos por turbulentos que llegaran a ser. Por lo tanto, al lavarse las manos Pilato no logró nada, porque él compartió la culpa de este crimen con los líderes de los judíos.

          27:25  Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos – 23:35. Pero muy pronto querían quedar limpios de su sangre. Hech. 5, “28 Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre”. También en la actualidad los judíos (y otros) protestan en contra de la acusación de que ellos crucificaron a Cristo. Se olvidan de estas palabras de los que voluntaria y orgullosamente aceptaban esa responsabilidad en ese día inolvidable. Sin embargo, el Señor ofreció perdonar sus pecados, Hech. 2:38; 3:17.

          27:26  Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. -- “Cuando era condenado a la crucifixión, antes debía ser azotado con correas o cuerdas, provistas a veces con nudos o bolas de metal, y constituía un castigo totalmente inhumano que con frecuencia acarreaba la muerte del reo. Esos azotes, o flagelación, se ejecutaron en Jesucristo (Mt. 27.26), probablemente dentro del pretorio” (V-E). “El azote romano consistía en un corto mango de madera al que estaban atadas varias correas con los extremos provistos con trozos de plomo o bronce y pedazos de hueso muy aguzados. Los azotes se dejaban caer especialmente sobre la espalda de la víctima, que estaba desnuda y encorvada. Generalmente se empleaban dos hombres para administrar este castigo, uno azotando desde un lado, otro desde el lado opuesto, con el resultado de que a veces la carne era lacerada a tal punto que quedaban a la vista venas y arterias interiores y a veces aun las entrañas y los órganos internos aparecían por entre las cortaduras”  (GH). Compárese Hech. 22:24-29, no era legal azotar al ciudadano romano, como Pablo, pero Jesús no era romano.

          27:27  Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía;  28  y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, 29  y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! – El verbo hacían indica acción continua, repetida. Jesús era escarnecido continuamente ante el concilio, Mat. 26:67; ante Herodes, Luc. 23:11; ante Pilato, Mat. 27:27-31. Los soldados eran muy abusivos, haciendo todo esto como un juego, una diversión, pero en su ignorancia llevaron su juego a un nivel muy bajo de indecencia, violencia y crueldad. Los judíos le hacían burla como si fuera un profeta falso, y ahora los romanos le hacen burla como si fuera un rey falso.

          Se burlaban de El: ver. 29, los soldados del gobernador; ver. 39, "los que pasaban"; ver. 41, "los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos" cumplieron al pie de la letra la profecía del Sal. 22:8; ver. 44, "Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él". Véanse Sal. 109:25.

          27:30  Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31  Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. – Juan 19:17, "él, cargando su cruz". Isa. 53:7, "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero". --  "¿Quién puede medir la gracia de Dios o la depravación del hombre?" (JWM).

          27: 32  Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. -- Mat. 5:41, los romanos obligaron a los judíos a llevar cargas. Jesús ya había sufrido mucho por la experiencia en Getsemaní, por desvelar, por los procesos injustos, por el escarnecimiento, y sobre todo por el azotamiento que podía ser mortal. Todas estas experiencias habían dejado a Jesús completamente debilitado. Tal vez los romanos temían que El se desmayara y muriera y querían estar seguros que vivía para ser clavado en la cruz.

          Luc. 23:27-31, "Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él ..." Estas eran "Hijas de Jerusalén" no de Galilea, porque algunas de ellas verían la destrucción de Jerusalén. Jesús se preocupaba por otros aun en medio de su sufrimiento intenso. Compárese Jn. 19:26, 27, su preocupación por su madre.

          La Biblia no describe la cruz (stauros, palo, estaca) de Cristo. Dicen los “testigos” del Atalaya que no había pieza transversal, pero Tomás dijo, “Si no viere en sus manos la señal de los clavos…” (Jn. 20:25), dando a entender que cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría requerido. Tanto los pies como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc. 24:39), “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy” (véase Sal. 22:16). Otro detalle que indica que había pieza transversal fue el título largo que “pusieron sobre su cabeza”: “este es jesús, el rey de los judíos”.

          Según el historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.

          Esto es muy cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil respirar, mayormente exhalar, y puesto que se requiere la exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor. La palabra inglesa excruciating que se usa para describir el dolor agudísimo, viene del latín excruciatus que significa “de la cruz”.

          27:33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera, -- Luc. 23:33, "le crucificaron allí". La palabra "Calvario" viene del Latín, "calvaria", del que se deriva la palabra "calavera". Estaba "cerca de la ciudad" (Jn. 19:20), fuera de la ciudad, Heb. 13:12 ("padeció fuera de la puerta".) Los romanos escogían lugares conspicuos para la ejecución de criminales para que todos pudieran verla.

          Para la crucifixión se usaba un poste recto (una estaca) con pieza transversal. La víctima era sujetada a la cruz antes o después de ser elevada. La crucifixión era el ajusticiamiento más cruel, más horrible, más miserable que la mente humana podía idear y llevar a cabo. Nunca ejecutaban así al ciudadano romano, sino a los esclavos, a los extranjeros y a los peores criminales. Aunque los judíos no crucificaban, colgaban a los criminales sobre el madero después de apedrearlos y tal muerte se consideraba una maldición (Gál. 3:13).

          Los apóstoles iban por todas partes predicando la cruz de Cristo y sufrían mucho oprobio, porque no había otra cosa más vergonzosa que la cruz romana. Compárese 1 Cor. 1:21-23. Desde luego, los apóstoles no predicaban una cruz literal, sino el evangelio de salvación hecho posible por la muerte de Jesús en la cruz.

          27:34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no quiso beberlo. – Posiblemente esta bebida era una especie de narcótico vegetal que servía para entorpecer los sentidos y así amortiguar un poco el sufrimiento (como anestésico en las operaciones quirúrgicas), pero Jesús no quería estar medio inconsciente durante sus momentos finales. Al pronunciar los siete dichos hablaba con toda claridad. Sin embargo, es posible que solamente fingían la compasión y que en realidad ese líquido era demasiado amargo para tomar, porque este acto fue el cumplimiento de la profecía del Salmo 69, “20  El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.  Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;  Y consoladores, y ninguno hallé.  21  Me pusieron además hiel por comida,  Y en mi sed me dieron a beber vinagre”.

          Es difícil explicar el sufrimiento causado por la crucifixión. Los escritores (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) no lo describen. Dicen los médicos que aparte de los horribles dolores y calambres, la inflamación provocaba una intensa sed, y que era muy difícil respirar (mayormente exhalar). No había nada de relajamiento o descanso; no había momentos de alivio. La presión de la sangre era afectada grandemente causando dolores fuertes. Cada momento se intensificaba el sufrimiento hasta que por fin llegara la muerte.

          27:35  Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, {Sal. 22. 18.} para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. -- Era la propina de los soldados. Mar. 15:25, "Era la hora tercera cuando le crucificaron". Jn. 19:14, "como la hora sexta" Pilato dijo a los judíos, "¡He aquí vuestro Rey!" Según el tiempo romano, la hora sexta era las seis de la mañana. Según el tiempo judío, la hora tercera era las nueve de la mañana.

          Jn. 19:23, "hicieron cuatro partes, una para cada soldado (según la costumbre de los romanos). Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo". Echaron suertes sobre ella. Luc. 23:34, "repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes". Véase Sal. 22:18.

          27:36  Y sentados le guardaban allí.  37  Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. – Los judíos dijeron a Pilato, "Si a éste sueltas, no eres amigo de César; porque todo el que se hace rey, a César se opone" (Jn. 19:12). De esta manera los judíos obligaron a Pilato a matar a un hombre inocente, para evitar problemas serios con ellos. Entonces Pilato entregó a Jesús diciendo, "¡He aquí vuestro Rey!" Por el momento estaban satisfechos los judíos porque lograron su propósito de crucificar a Jesús, pero Pilato, para vengarse de ellos, escribió que la acusación contra Jesús (y por eso, la causa de su muerte) fue que El era el rey de ellos, y que esto fue un crimen contra César. De esta manera Pilato quedó en limpio ante César y manifestó su odio hacia los judíos. Al ver el título los judíos se quejaron, pero Pilato dijo, "Lo que he escrito, he escrito". Habían insistido en que Jesús era una amenaza política para Pilato y ahora implican que era cosa insignificante, pero Pilato así lo dejaba.

          27:38  Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. – Véase Juan 10:1, 8. Esta no es la palabra común para ladrón, sino salteador, uno que asalta abiertamente y con violencia. Lucas dice "malhechores". ¿Por qué fue crucificado Jesús entre salteadores? Para indicar que El era otro malhechor más, y de esa manera aumentar la vergüenza y humillación de su muerte. Esto cumplió otra profecía: Isa. 53:12, "fue contado con los pecadores". Luc. 23:34 cumplió otra parte de Isa. 53:12, "habiendo  él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores" (de esa manera Jesús practicó lo que enseñó, Mat. 5:44). Compárese Hech. 7:59, 60.

          27:39  Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, (Sal. 22:7; 109:25; Isa. 37:22; Jer. 18:16) 40  y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, {Mt. 26. 61; Jn. 2. 19.} sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios (4:3), desciende de la cruz. – No se conformaban con clavarle en una cruz. Aparte de ese sufrimiento tan terrible, agregaron insultos. En ese momento estaban destruyendo el templo (el cuerpo de Jesús) y en tres días Jesús lo levantaría (Jn. 2:17). Emplearon las mismas palabras usadas por el diablo, Mat. 4:3, 6, "Si eres Hijo de Dios". Jesús había hecho milagros repetidas veces para demostrar que era el Hijo de Dios. Si en ese momento hubiera bajado de la cruz, no habrían creído en El.

          27:41  De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:  42  A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. – Desde luego, Jesús sí podía haber descendido de la cruz, pero no podía salvarse a sí mismo y también salvar a otros. Los judíos manifestaron su ignorancia del concepto verdadero de la expiación aunque por siglos habían ofrecido animales para expiar sus pecados. Si Jesús hubiera hecho lo que sugerían (“descienda de la cruz”), nadie podría creer en El, porque El fue levantado para atraernos a El (Jn. 12:32). Las burlas del pueblo mostraron su ignorancia acerca de Cristo y el propósito de su vida y muerte. El milagro de levantar a Lázaro confirmó a los judíos en su propósito de matar a Jesús (Jn. 11:47-53).

          27:43  Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; {Sal. 22. 8.} porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.  44  Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. – De la misma manera, es decir, diciendo que Jesús confiaba en Dios y decía que era el Hijo de Dios, pero que Dios no le ayudaba, pero véase Luc. 23:39-43 (uno de los ladrones se arrepintió). ¿Era ejemplo este ladrón del arrepentimiento de lecho de muerte? ¿Está bien posponer el arrepentimiento hasta los últimos minutos de la vida?

          Muchos dicen, "El ladrón en la cruz no fue bautizado y quiero ser salvo como él". No afirmamos que el ladrón fue bautizado, pero no se puede probar que no fue bautizado (recuérdese Mat. 3:5, 6). El ladrón murió bajo el primer testamento y nosotros vivimos bajo el Nuevo Testamento (Heb. 9:15-17). Ahora todo el mundo está sujeto a las instrucciones de la Gran Comisión (Mat. 28:19, 20; Mar. 16:16; Hech. 2:38).

          27:45  Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. – Lucas 23:45 usa la palabra eklipontos, de la cual viene la palabra eclipse, pero un eclipse solar no es posible cuando la luna estaba llena durante el tiempo de la Pascua; por eso, las tinieblas era sobrenaturales (JPL). Las tinieblas acompañan los juicios de Dios (Ex. 10:22; Isa. 60:2; Joel 2:10; Amós 8:9).

          27:46  Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? – Estas palabras “son parte del Salmo 22. Este clamor se clasifica con las agonías del Getsemaní en el punto que ambos envuelven los profundos misterios de la expiación – aquellos que pertenecen a las relaciones mutuas entre el Padre y el Hijo en aquellos sufrimientos y la muerte en la cual su sangre fue derramada para la ‘remisión de pecados’. No podemos comprender a fondo la profundidad de la sabiduría de Dios en dar de esta manera a su Hijo como sacrificio por los pecados del mundo. Jesús aquí aplica el Salmo 22:1 a sí mismo como profético; es expresado por El para mostrar que El está soportando una agonía intolerable, más profunda que cualquier aflicción externa” (HLB).

          Esta exclamación de Jesús es el primer versículo del Salmo 22 que obviamente es un salmo mesiánico que profetiza su muerte (véanse los versículos 7, 8, 16, 18).  El encabezado del salmo (Versión Valera Revisada 1960) es “Un grito de angustia y un canto de alabanza”.

          En esta conexión los calvinistas citan 2 Cor. 5:21  (“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”) para probar que Jesús literalmente llegó a ser pecado (pecador, culpable del pecado), pero la palabra pecado en este texto se refiere al sacrificio por el pecado. Isa. 53, “10  Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. Compárese Oseas 4, “8  Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma”; es decir, comen el sacrificio (el animal ofrecido en sacrificio) por el pecado (Ezeq. 44:29). Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, que llegó a ser pecado y que, por eso, Dios no podía verlo como pecador, y que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero la Biblia no dice tal cosa. Jesús no tenía pecado (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22). Si hubiera tenido (o sido) pecado, no podría haber sido sacrificio para nuestros pecados, porque El es nuestra pascua (1 Cor. 5:7) y tuvo que ser sin defecto (Ex. 12:5; 1 Ped. 1:19).

          Jesús no llegó a ser pecado y no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado. Jesús no llegó a ser pecado o pecador, sino que llevó nuestros pecados. 1 Ped. 2, “24  quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. Hay mucha diferencia entre “ser pecado” y “llevar pecados”. El problema es que los calvinistas pueden ver sus doctrinas en casi cada página de la Biblia y se aprovechan de textos no claros como 2 Cor. 5:21 para “probar” lo que enseñan.

          Todo comentario sobre este asunto (Mat. 27:46, “¿por qué me has desamparado?”) tiene que armonizar con Jn. 16, “32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Cristo siempre hacía la voluntad del Padre; por eso, el Padre siempre estaba con El. Jn. 8, “29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Al morir en la cruz, ¿Jesús no agradaba al Padre? ¿No hacía la voluntad del Padre? Recuérdese también que casi inmediatamente después de decir “¿Por qué me has desamparado?” Jesús “entregó el espíritu” (v. 50) diciendo, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Luc. 23:46). ¿No estaba el Padre para recibirlo? Al estudiar Mat. 27:46 no olvidemos estos textos.

          Cuando “Jesús clamó a gran voz, diciendo … Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” El expresaba una agonía indecible, una agonía más allá de la comprensión nuestra, porque la mente finita no puede comprender a fondo el sacrificio hecho por Cristo. Al decir esto no corremos el riesgo de especular. Sin embargo, los que repiten los comentarios calvinistas enseñan error.

          27:47  Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. – La gente confundió el hebreo Elí con Elías (griego).

          27:48  Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre (vino agrio mezclado con agua), y poniéndola en una caña, le dio a beber. {Sal. 69. 21.}  49  Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50  Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. – Murió voluntariamente (Jn. 10:17, 18; Luc. 23:46; Jn. 19:30). El sufrimiento de Jesús duró unas seis horas (Mar. 15:25, 34). “Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto” (Mar. 15:44), porque a veces los crucificados duraban hasta días en la cruz.

          27:51  Y he aquí, el velo {Ex. 26. 31-33.} del templo (que separaba el lugar santo del lugar santísimo, Heb. 9:3) se rasgó en dos, de arriba abajo; -- Esto abrió el camino al cielo (Hebreos 9 y 10).

          -- y la tierra tembló, y las rocas se partieron; -- Este fenómeno no era un terremoto normal, sino acto de Dios.

          27:52  y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido (Jn. 11:11), se levantaron;  53  y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad (Jerusalén), y aparecieron a muchos. – Este fenómeno indicó que la muerte de Cristo venció la muerte (1 Cor. 15:50; Heb. 2:14, 15).

          27:54  El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. – Algunos dicen que el centurión no estaba confesando a Cristo como el Hijo de Dios porque falta el artículo definido (el) antes de Hijo, pero también falta en 4:3, 6. Luc. 23, “47  Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo”. Recuérdese que Lucas escribió al “excelentísimo” Teófilo, un romano de eminencia, con el propósito de predicar a Cristo como el Hijo de Dios, y con el hecho de que el centurión romano dijera que Jesús era hombre justo, lo vindicaba de la acusación de los judíos.

          27:55  Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,  56  entre las cuales estaban María Magdalena (27:61; 28:1; Luc. 8:3; Mar. 16:9), María la madre de Jacobo y de José (hermanos de Jesús, 13:55; Mar. 13:55), y la madre de los hijos de Zebedeo. {Lc. 8. 2-3.}  57  Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. – Luc. 23, “50  Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.  51  Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,  52  fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús”. Jn. 19, “38  Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús”. Los que habían seguido a Cristo abiertamente ahora estaban desparramados y escondidos, pero este hombre que había sido discípulo secretamente ahora manifiesta públicamente su deseo de honrar a Jesús.

          27:58  Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. – Los romanos dejaban los cuerpos de los crucificados hasta que se pudrieran y que las aves de rapiña se los comieran, pero los judíos creían en sepultar los cuerpos aun de los que habían colgado en el madero.

          27:59  Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, -- Jn. 19, “39  También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, {Jn. 3. 1-2.} vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras”.

          27:60  y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. -- De esa manera no habría problema alguno en cuanto a la identidad de quien resucitara. Había sepulcros familiares (compárese la cueva comprada por Abraham), pero Jesús fue sepultado en un sepulcro nuevo y El solo estaba sepultado allí. Estos son detalles significativos. En su providencia divina Dios dirigía todo aspecto y todo paso de este asunto, para manifestar de la manera más clara y precisa que en realidad Jesús murió por nuestros pecados, que la misma persona que fue crucificada fue sepultada, y que la misma persona que murió en la cruz y fue sepultada en el sepulcro de José de Arimatea resucitó de entre los muertos al tercer día.

          27:61  Y estaban allí María Magdalena, y la otra María (esposa de Cleopas), sentadas delante del sepulcro. 62  Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos (otra vez los que se oponían el uno al otro se unen en una causa común) ante Pilato, 63  diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador (Jn. 7:12) dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. {Mat. 16. 21; 17. 23; 20. 19; Mr. 8. 31; 9. 31; 10. 33-34; Luc. 9. 22; 18. 31-33.} –    Los Adventistas del Séptimo Día afirman que Jesús resucitó en el día de reposo, pero obsérvese el relato de Lucas 24: (1) 24:1, "El primer día de la semana, muy de mañana ... "; (2) 24:13, "Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea ..."; (3) 24:19-21, "ellos le dijeron ... le crucificaron ... hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido". La conclusión innegable es que ese primer día de la semana fue el tercer día después de la crucifixión de Jesús, el día indicado por Jesús para su resurrección.

          Tres días y tres noches. "Así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat. 12:40). Tres días y tres noches serían setenta y dos horas, pero Jesús no estuvo en la tierra setenta y dos horas. Algunos batallan con esto haciendo cálculos y aun determinan que Jesús no fue crucificado el viernes sino el jueves o aun el miércoles, pero tales cálculos no ayudan para resolver el supuesto problema, porque Jesús murió y fue sepultado poquito antes de empezar el día de reposo pero no resucitó a fines del día primero sino "al amanecer del primer día de la semana" (Mat. 28:1).

          Al tercer día. Jesús había dicho que resucitaría "al tercer día" (Mat. 16:21; Luc. 9:22) y Pedro dijo, "A éste levantó Dios al tercer día" (Hech. 10:40). Pablo dijo lo mismo (1 Cor. 15:4).

          En tres días. Los judíos dijeron, "Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat. 26:61); lo que dijo en realidad fue "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (2:19).

          Después de tres días. "Y comenzó a enseñarles que le era necesario ... ser muerto, y resucitar después de tres días" (Mar. 8:31).

          El supuesto problema resuelto: los judíos dijeron a Pilato que "aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure al sepulcro hasta el tercer día ... " (Mat. 27:63, 64). ¿Por qué no dijeron que se aseguraran al sepulcro hasta el cuarto día (o sea, hasta terminar las setenta y dos horas)? Porque todos entendían que al decir "después de tres días" o "en tres días" o "al tercer día" decían la misma cosa, pues para los judíos cualquier parte de un día era un día y una noche. No acostumbramos hablar de esta manera pero ellos así se expresaban. Para entender la Biblia es necesario entender lo que las palabras y las expresiones (modismos, hebraísmos, etc.) significaban para el pueblo de aquel entonces. (Compárense Ester 4:16; 5:1 y Gén. 42:17, 18).

          27: 64  Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, (“hasta el tercer día” equivale a “después de tres días”) no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error (la resurrección) peor que el primero (la creencia que Jesús era el Mesías) 65  Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. –  Algunos concluyen de la palabra “tenéis” que Pilato se refiere a los alguaciles (la policía del templo) de los judíos (Jn. 7:32, 45), pero ¿por qué pedirían permiso a Pilato para usar sus propios alguaciles? El imperativo aseguradlo indica que Pilato autorizaba el uso de la guardia romana, un número suficiente para su propósito. (Además, el 28:14 indica que eran soldados romanos, porque Pilato no se hubiera preocupado por el descuido de los alguaciles).

          27: 66  Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia. – Estos son detalles muy importantes que confirman la resurrección de Cristo, porque hubiera sido completamente imposible remover el cuerpo de Cristo del sepulcro de otra manera.

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