Mateo 28

 

          28:1  Pasado el día de reposo (después del sábado, FL), al amanecer del primer día de la semana, -- Luc. 24:1, 13, 21; Jn. 20:1; Hech. 20:7.

          -- vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. – Mar. 16:2; Luc. 24.1. Estas mujeres observaban la crucifixión: 27, “55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,  56  entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”; también vieron la sepultura:  v. 61, “Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro”; ahora llegaron para “ver el sepulcro”. Mar. 16, “2  Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.  3  Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?  4  Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande”.

          28:2  Y hubo un gran terremoto; – Varios textos hablan de terremotos en conexión con los juicios de Dios: 24:7; 27:51; 1 Reyes 19:12; Hech. 16:26; Apoc. 6:12; 8:5; 11:13.

          --  porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. – ¿Removió la piedra para que Jesús saliera? No, sino para que la gente pudiera entrar en el sepulcro para ver que estaba vacío (HLB). Jn. 20, “11  Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;  12  y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto”.

          28:3  Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. – Sólo Mateo relata estos detalles. Compárense 17:2; Apoc. 1:14; Dan. 7:9.

          28:4  Y de miedo de él los guardas temblaron (al igual que la tierra, v. 2; 27:51) y se quedaron como muertos. – Se quedaron paralizados con temor y se desmayaron. Compárese Dan. 10:9).

          28:5  Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: -- Según Marcos 16:5, 6 y Lucas 24:2-5, el ángel habló a las mujeres cuando entraron en el sepulcro. Todo lo que ocurrió antes de llegar las mujeres se aprende de lo que los guardas dijeron a los judíos (28:11).

          -- No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.  6  No está aquí, pues ha resucitado, -- El ángel fue el primero que anunció la resurrección de Cristo. Sin la resurrección de Cristo, su muerte no habría tenido eficacia. Rom. 4, “25  el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. La resurrección es otra confirmación de la Deidad de Cristo. Rom. 1, “4  que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Pablo explica en 1 Cor. 15:12-19 que si Cristo no resucitó, “vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios … vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”.

          -- como dijo. – 12:40; 16:21; 17:9, 23; 20:19; 26:32. Si las mujeres le hubieran creído, no habrían comprado “especias aromáticas para ir a ungirle” (Mar.16:1).

          -- Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. – El sepulcro era grande, porque varias personas estaban adentro al mismo tiempo. Las mujeres ya habían entrado en sepulcro y vieron que estaba vacío (Luc. 24:3, 4).  El ángel les invita a observar el lugar donde fue puesto el Señor. ¿Qué vieron? Jn. 20, “3  Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.  … 5  Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.  6  Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,  7  y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.  8  Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó”. Si el cuerpo se hubiera robado, los ladrones no habrían tomado la molestia de dejar los lienzos con el sudario “enrollado en un lugar aparte”.

          28:7  E id pronto y decid a sus discípulos (Mar. 16, “7 .. y a Pedro”) que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea (26:32; Mar. 14:28; 16:7);  allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. – Jesús especifica a Pedro, probablemente para asegurarle que lo había perdonado, porque aunque todos lo habían desamparado, Pedro le negó tres veces y aun con juramentos.

          Desde los primeros años de la vida de Cristo aquí en la tierra y hasta ascender al cielo Galilea era muy importante. Jesús era reconocido como galileo (Luc. 23:6) y nazareno (Mat. 2:23). La profecía de Isaías (9:2) del “pueblo asentado en tinieblas vio gran luz” se cumplió en Galilea (Mat. 4:12-16). En Mat. 28 Galilea se menciona en los versículos 7, 10,16. Era muy apropiada que la despedida de Jesús de esta tierra ocurriera en Galilea.

          28:8  Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. – Jesús apareció a muchas personas durante los cuarenta días que estaba en la tierra entre su resurrección y su ascensión: aparece a las mujeres (28:9); a María Magdalena (Mar. 16:9-11; Jn. 20:11-18); a Pedro (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5); a Cleofas y otra persona cuando iban hacia Emaús (Luc. 24:13-35); a los apóstoles cuando no estuvo Tomás (Jn. 20:19-23); a todos los apóstoles (Jn. 20:26-28); a varios discípulos junto al mar de Tiberias (Jn. 21); a los apóstoles en Galilea (Mat. 28:16-20); a quinientos hermanos (1 Cor. 15:6); a Jacobo (1 Cor. 15:7); y a los apóstoles cuando ascendió (Mar. 16:19; Hech. 1:3-8).

          --  Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, 9  he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron (28:17). – Podían abrazar sus pies porque su cuerpo era físico.  Jesús no era un fantasma (14:26). Luc. 24, “36  Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.  37  Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.  38  Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?  39  Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.  40  Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies”.

          28:10  Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán. 11  Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. – Los principales sacerdotes y los fariseos, recordando que Jesús había dicho que en tres días resucitaría, aseguraron el sepulcro para evitarlo (27:64-66), pero lo que temían llegó a ser la realidad. Los guardas eran testigos de lo que pasó y su mejor defensa era simplemente contar la verdad, lo que en realidad había pasado. Es lo que hicieron.

          28:12  Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados,  13  diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. – Aseguraron el sepulcro, a no ser que los discípulos de Jesús robaran el cuerpo y proclamaran la mentira de que hubiera resucitado. ¿Estos hombres augustos se oponían a la mentira? ¿Qué proponen a los soldados? No podían refutar el informe de los soldados porque sabían que lo que decían era cierto. ¿Con qué motivo daría tal reporte si no fue cierto? El único “remedio”, pues, era pagarles mucho dinero para contar una mentira. Aquí está evidencia adicional de lo corrupto de su corazón, completamente desprovisto del temor de Dios.

          Cuando Jesús fue prendido, los discípulos huyeron. Estaban desparramados y Pedro aun le negó. ¿Quién podría creer que tales hombres tan desalentados y miedosos se atreverían a intentar tal cosa? Habrían tenido que llegar al sepulcro, quebrar el sello, remover la “muy grande” piedra, y sacar el cuerpo sin despertar a los guardas? Sería mucho más difícil creer esta mentira que aceptar la sencilla verdad tan obvia de la resurrección.

          ¿Con qué propósito habrían robado el cuerpo? Si hubieran logrado robar el cuerpo, y si hubieran dicho que Jesús había resucitado, ¿quién les habría creído si no pudieran producir el cuerpo de Jesús?

          Los enemigos del evangelio han acusado que los apóstoles predicaban la resurrección de Jesús porque ellos eran hombres muy crédulos, que de todo corazón esperaban y anhelaban la resurrección de Jesús y, por eso, se engañaban solos, pero todos los hechos están en contra de esta acusación, porque la verdad es que los apóstoles no creían en la resurrección. Ni siquiera creyeron a las mujeres que lo habían visto resucitado (Luc. 24:9-11). Aun en los momentos finales de la estancia de Jesús aquí en la tierra, “se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Mar. 16:14).

          28:14  Y si esto lo oyere el gobernador, -- Hech. 12:19; 16:27, estaba en juego la vida de los guardas.

          -- nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. – Todos los políticos corruptos se entienden. Los tales tienen su precio, y el dinero tiene poder para todo.

          28:15  Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. -- ¿Mateo no era judío? Sí, pero no dejó de exponer la falsedad de aquellos líderes.

          28:16  Pero los once discípulos se fueron a Galilea, {Mt. 26. 32; Mr. 14. 28.} al monte donde Jesús les había ordenado. – Después de instituir la cena del Señor, Mat. 26, “31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. 32  Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea”.  El ángel dijo a las mujeres, Mat. 28, “7  E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea”; v. 10, “Jesús les dijo: … vayan a Galilea”.

          28:17  Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. – Jn. 20, “25  Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.  26  Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.  27  Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.  28  Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”;  Mar. 16:14, “les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a lso que le había visto resucitado”.

          28:18  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad (autoridad, LBLA, exousia) me es dada en el cielo y en la tierra. – exousia significa autoridad, 7:29; 21:23-27. Cristo tiene toda autoridad en la tierra. Es pura blasfemia enseñar que algún hombre en la tierra es cabeza de la iglesia visible.  Ahora Cristo sería “Profeta, Sacerdote, Rey, Mediador, Intercesor, y Salvador de su pueblo, y Juez sobre todos los seres creados. (Jn. 5:22, 23; 1 Cor. 15:25-27; Efes. 1:20-23; Fil. 2:9-11). ‘Como me envió el Padre, así también yo os envío’(Jn. 20:21)”  (HLB).

          28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, -- Afirma que tiene toda autoridad, y luego inmediatamente la ejerce. No envió a los apóstoles solamente a los judíos (10:5, 6; 15:24), sino a todas las naciones. Ahora en lugar de decir, “por camino de gentiles no vayáis”, El dice, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15). Hech. 1, “8 me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Para hacer discípulos es necesario predicarles el evangelio. Los que puedan llegar a ser discípulos son los que pueden oír y entender el mensaje de salvación. Este asunto queda bien explicado e ilustrado en Hechos de los Apóstoles en los capítulos que narran los ejemplos de conversión: Hech. 2, los tres mil que oyeron y recibieron el evangelio, se arrepintieron y fueron bautizados para perdón de pecados (2:38, 41); 8:12, los samaritanos, “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”; 8:37, 38, el eunuco, “36  Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?  37  Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.  38  Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.  39  Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino”; Saulo de Tarso (cap. 9); Cornelio (caps. 10, 11); Lidia y el carcelero (cap. 16); los corintios (18:8); los efesios (19:5).

          -- bautizándolos – Algunos hablan de tres acciones distintas: (1) hacer discípulos; (2) bautizar; y (3) enseñar a los bautizados, pero “bautizándolos” y “enseñándoles” (v. 20) son gerundios que dependen de la acción del verbo principal, “haced discípulos”; es decir, estos dos gerundios explican cómo hacer discípulos. Compárese la siguiente frase: “Arreglad el automóvil, engrasándolo y cambiando el aceite”. Jesús no dice simplemente “id, y enseñar”, sino “id, y haced discípulos”. Según Hechos de los Apóstoles los discípulos son los que han obedecido al evangelio (llamados cristianos, Hech. 11:26); por lo tanto, no es posible “hacer discípulos” (cristianos) sin bautizarlos. El verbo matheteusate, traducida haced discípulos, es verbo comprensivo; abarca todo el proceso nombrado por Jesús en este texto.

          La palabra bautizar en este texto significa sumergir en agua. 3:6, 16; Hech. 10, “47  Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” Rom. 6, “4  Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Col. 2:12).

          -- en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; -- ¡He aquí la gran solemnidad de este acto de obediencia! Jesucristo mismo lo manda. El mismo dice que este acto se hace en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Qué podría dar al bautismo más importancia y más seriedad? Tomando en cuenta este texto tan importante, ¿cómo es que tantos predicadores, pastores y evangelistas se atreven a decir que el bautismo no es necesario para la salvación? Todos saben la importancia de la fe, pero ni siquiera de la fe dice Cristo “creer en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Este acto (el bautismo) goza de una prioridad en este respecto. Recuérdese que el único mandamiento dado por Cristo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es el bautismo en agua para perdón de pecados. Todos los líderes religiosos que niegan esta verdad, y todas las personas que ellos han engañado -- tendrán que dar cuenta a Cristo el Juez Justo en Aquel Día.

          Estas palabras no son una fórmula bautismal (no hay tal fórmula); más bien Jesús habla del propósito del bautismo. Tiene que ver con someterse a la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para recibir el perdón de sus pecados y el don del Espíritu Santo (Hech. 2:38). La preposición en traduce la palabra eis que indica no solamente en, sino poner dentro de o entrar en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Compárese Gál. 3, “27  porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”; somos bautizados para entrar en comunión con Cristo. Rom. 6, “3  ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en (eis) Cristo Jesús, hemos sido bautizados en (eis) su muerte?” (es decir, para recibir los beneficios de su muerte); Hech. 2, “38  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para (eis) perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Por lo tanto, al ser bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, uno entra en comunión con los Tres. Dice ATR que el empleo de eis con onoma (nombre) no significa hacia dentro, pero véase Mat. 26:28, notas. La misma expresión para (eis) perdón de los pecados se encuentra en Mat. 26:28 y en Hech. 2:38. Si el bautismo es no para perdón de pecados (Hech. 2:38), entonces tampoco fue derramada la sangre de Jesús “para remisión de los pecados” (Mat. 26:28). Las palabras griegas son idénticas. Solamente los calvinistas tienen problemas con esto. Los que simplemente aceptan el evangelio sencillo y obvio no tienen problema alguno.

          Hechos de los Apóstoles dice que fueron bautizados en el nombre de Jesucristo o en el nombre del Señor Jesús: Hech. 2:38, epi, sobre el nombre de Jesús; 8:16 eis el nombre del Señor Jesús; 10:48 en el nombre de Jesucristo; 19:5, eis el nombre del Señor Jesús. Desde luego, no hay ningún conflicto entre estos textos, sino que armonizan perfectamente. En Hechos se enfatiza lo que Jesús dice en Mat. 28:18, que El tenía toda autoridad, y El mismo había empleado su autoridad cuando dijo (Mat. 28:19), “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”; es decir, por la autoridad de Cristo, bautizamos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

          Dicen los “Sólo Jesús” (los que enseñan que Jesús es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) que el único nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Jesús, porque según ellos, Padre, Hijo, Espíritu Santo no son nombres. Hablar así es pura insensatez. Cualquier diccionario explica que el uso del vocablo nombre en tales casos significa poder, autoridad (p. ej., “en el nombre del presidente”). “Nombre representa a aquel que lo lleva” (GH).

          28:20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; -- es decir, el Sermón el Monte, otros discursos registrados por los cuatro escritores, sus parábolas, enseñanzas sobre muchos temas como el matrimonio, el divorcio y nuevas nupcias, etc.

          Hay falsos maestros que dicen que la enseñanza de Jesús registrada en Mateo, Marcos, Lucas y Juan no es para la iglesia porque El vivió bajo la ley de Moisés. Estos contradicen lo que Jesús dice clara y enfáticamente en este texto: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Es cierto que Cristo vivió y murió bajo la ley de Moisés y que El enseñó a los judíos a ser obedientes a la ley de Moisés (Mat. 5:18, 19). Sin embargo, El vino al mundo para revelar la enseñanza del Nuevo Pacto. ¿Cómo sabemos que todos deben aprender esta enseñanza que Jesús entregó personalmente? Porque El dijo a los apóstoles, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn. 14:26). También les dijo, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Jn. 16:13). Entonces, el Nuevo Testamento está compuesto de lo que Jesús enseñó personalmente más lo que el Espíritu Santo reveló a los apóstoles. Cuando Jesús enseñó sobre el nuevo nacimiento (Jn. 3:5), sobre la disciplina en la iglesia (Mat. 18:15-17), sobre las bienaventuranzas (Mat. 5:1-12), sobre el matrimonio, el divorcio y nuevas nupcias, etc.  no estaba entregando enseñanzas para ser agregadas a la ley de Moisés, sino que enseñaba cosas que deberían ser enseñadas a todo el mundo. Recuérdese que Mat. 18:15-17 es el único texto en el Nuevo Testamento que enseña la disciplina con respecto a ofensas personales.

          -- y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. – Es cierto que Jesucristo, siendo Emanuel (Dios con nosotros, 1:23) está con su iglesia, pero en este texto Jesús habla a sus apóstoles, que durante todo el tiempo que ellos llevarían a cabo la gran comisión de predicar el evangelio a todas las naciones no estarían solos, sino que Cristo estaría con ellos, sobretodo en la persona del Espíritu Santo. Esta promesa corresponde a Jn. 14:18, “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”; 14:26, “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre …”; 14:28, “vengo a vosotros”. Es obvio que Cristo vendría a sus apóstoles y siempre estar con ellos en la persona del Espíritu Santo. Mar. 16, “20  Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén”.

          -- hasta el fin del mundo – 2 Ped. 3:10.

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